Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola chicxs, les prometí que habría capítulo, así que aquí está. Va dedicado a las dos personitas chulas que me dejaron sus lindos comentarios.

Lean.

Capítulo 9

Un tiempo después, intenté estirarme y cuando hablé, mi voz fue amortiguada contra su pecho. —No puedo moverme, bastardo.

Su risa retumbo a través de mí, mientras él aflojaba su brazo. —Así es como nos acurrucamos, usuratonkachi.

—Realmente debería irme pronto, dattebayou—Bostecé, no queriendo irme. Estaba tan relajado que no podía sentir los dedos de mis pies—. Mi mamá estará en casa pronto, de veras.

—¿Tienes que irte ahora?

Negué con mi cabeza. Tal vez teníamos una hora. Quería hacer la cena, así que unos treinta o cuarenta minutos como mucho. Sasuke puso un dedo en mi barbilla y la levanto.

—¿Qué? —pregunté.

Sus ojos buscaron los míos. —Quería hablar antes de que te fueras.

Ansiedad floreció. —¿Sobre qué, Uchiha?

—Domingo, dobe —dijo y mi ansiedad se volvió más oscura—. Sé que sientes como si nos metiste en esto, pero sabes que no lo hiciste, ¿Verdad?

—Sasuke... —Sabía a donde se dirigía esta conversación—. Estamos en este punto por las decisiones que yo...

—Nosotros —me corrigió con suavidad—. Las decisiones que nosotros tomamos, Kitsune.

—Si no hubiera entrenado con Pain y te hubiera escuchado a ti, no estaríamos aquí, ttebayou. Gaara estaría vivo. Sai no odiaría mis entrañas. Jiraiya no estaría corriendo por ahí diciendo Kami sabe qué, de veras. —Apreté mis ojos cerrados—. Podría seguir, y seguir. Tú sabes lo que quiero decir, teme.

—Y si tú no hubieras hecho ninguna de esas decisiones, no tendríamos a Itachi de vuelta, usuratonkachi.

Fue una especie de movimiento estúpido- inteligente.

Me reí secamente. —No es eso, Sasuke.

—No puedes llevar esta culpa contigo, Naruto —La cama se movió cuando se levantó en un codo—. Vas a terminar como yo.

Lo miré. —¿Qué? ¿Un alienígena extremadamente alto e idiota?

Él sonrió. —La parte estúpida, sí. Me culpé por lo que le pasó a Itachi. Eso me cambió. Todavía no estoy de vuelta a donde estaba antes de que todo sucediera. No te hagas eso a ti mismo, dobe.

Más fácil decirlo que hacerlo, pero asentí. Lo último que quería era que Sasuke se preocupara por la posibilidad de mis futuras cuentas de terapias. Y llego el momento de llegar a lo que yo sabía que él quería. —Tú no quieres que vaya el domingo, Sasuke.

El pelinegro respiró profundamente. —Escúchame, ¿De acuerdo? —Cuando asentí, continúo—. Sé que quieres ayudar, y sé que tú puedes. He visto de lo que eres capaz. Puedes ser bastante aterrador cuando te vuelves loco.

No tiene ni idea, pensé con ironía.

—Pero... Si las cosas van al sur, no quiero que te involucres. —Su mirada sostuvo la mía. —Quiero que estés en algún lugar seguro, Naruto.

Sabía a dónde estaba llegando y quería tranquilizarlo, pero quedarme atrás no era algo que pudiera hacer. —Yo no quiero que tú te involucres, Sasuke. Quiero que tú estés en algún lugar seguro, pero no te estoy pidiendo que te quedes fuera de esto, ttebayou.

Sus cejas se entrelazaron. —Eso es diferente, dobe.

Me senté, alisando mi suéter. —¿Cuál es la diferencia? Y si me dices que es porque eres más “fuerte”, voy a hacerte daño, ¡de veras!

—Vamos, Kitsune.

Mis ojos azules se estrecharon.

Él suspiró. —Es más que eso. Es porque tengo experiencia. Así de simple. Tú no.

—Está bien, tienes un punto, pero también he estado dentro de una jaula, teme. Con ese íntimo conocimiento, tengo más razones que tú para no quedar atrapado, dattebayou.

—Y esa es una razón más por la que no quiero que hagas esto —Sus ojos brillaron en un rojo intenso. Una señal de que estaba a punto de golpear ligeramente en su alimentado temperamento-protector—. No tienes ni idea de lo que me pasó por la cabeza cuando te vi en esa jaula, Naruto. Cuando yo oigo como tu voz todavía se quiebra cuando te emocionas o molestas. Gritaste hasta que...

—No necesito un recordatorio, en serio —le espeté y luego maldije bajo mi aliento. Traté de controlar mi propio temperamento. Puse mi mano en su hombro—. Una de las cosas que amo de ti es como de protector eres, dattebayou, pero también me vuelve muy loco. No puedes protegerme siempre, de veras.

Su mirada decía que podía y lo intentaría.

Exhalé bruscamente. —Tengo que hacer esto, tengo que ayudar a Itachi y a Deidara, Sasuke.

—¿Y Pain? —preguntó.

—¿Qué? ¿De dónde viene eso, bastardo?

—No lo sé —Movió si brazo lejos de mí—. No importa. Puedo...

—Espera. Si importa, Uchiha. ¿Por qué iba a querer ayudarlo después de lo que él sacó? ¡Él mató a Gaara! Lo quería muerto, ttebayou. Tú fuiste el que estaba, como, daño la vuelta a una página o algo así, en serio.

En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, las lamenté. Su expresión se bloqueó.

—Lo siento...—dije, queriéndolo decir—. Sé por qué no querías acabar con Pain, pero tengo que hacer esto. Esto me ayudará a conseguir más allá de lo que causé, dattebayou. Como haciendo las paces o algo así.

—Tú no...

—Lo hago, de veras.

Sasuke volvió su mejilla, apretando la mandíbula. —¿Puedes hacer eso por mí, dobe? ¿Por favor?

Mi pecho dolía, porque cuando Sasuke dijo por favor, lo que era raro, sabía lo mucho que algo le preocupaba. —No puedo, Sasuke.

Pasaron unos segundos y sus hombros se tensaron. —Esto es estúpido, Naruto. No deberías estar haciendo esto. Lo único en lo que me voy a preocupar es sobre si sales herido.

—¿Ves? ¡Ese es el problema! No siempre puedes estar preocupado por si salgo herido, ¡maldición, bastardo!

Su ceja negra se arqueó. —Tú siempre sales herido.

Mi boca cayó abierta. —¡Yo no lo hago, ttebayou!

Él se echó a reír. —Sí, intenta eso de nuevo.

Lo empujé, pero era una pared de músculo inmovible. Enfurecido, me puse sobre él, todavía más furioso cuando vi el destello de humor en sus ojos. —Por Kami, me fastidias, de veras, teme.

—Bueno, al menos te tengo...

—¡Ni siquiera termines esa declaración! —Arranqué mis calcetines y medias. Rodando sobre ellos, cojeando en un pie—. ¡Demonios, a veces te odio!

Se sentó en un movimiento fluido. —No hace mucho tiempo estabas realmente, realmente amándome, dobe.

—Cállate —pase a la otra pierna—. Voy con ustedes el domingo, ttebayou. Eso es todo. Fin de la discusión.

Sasuke se levantó. —No quiero que vayas.

Me moví hasta mis muslos, mirándolo. —Tú no puedes decirme lo que puedo o no puedo hacer, Sasuke —Tome uno de mis botines, preguntándome como había llegado todo el camino hasta ahí—. No soy un frágil héroe indefenso en la necesidad de tu rescate, ¡de veras!

—Esto no es un libro, Naruto.

Tiré de mi otro zapato. —No, ¿En serio? Mierda. Esperaba que saltaras hasta el final y me contarás lo que pasaba, ttebayou. En realidad me encantan los spoilers, bastardo.

Girando alrededor, salí y bajé las escaleras. Por supuesto, él estaba un paso detrás de mí, una sombra gigante. Llegamos fuera cuando él me detuvo.

—Después de todo lo que sucedió con Pain, dijiste que no dudabas de mí —dijo él—. Que confiarías en mis decisiones, pero lo estás haciendo de nuevo, Naruto. ¿Qué se supone que tengo que hacer entones?

Jadeé, dando marcha atrás. —Eso es... Eso fue un golpe bajo, de veras.

Él puso sus manos en sus caderas. —Es la verdad, usuratonkachi.

Lágrimas de impotencia picaban mis ojos, y tardé un par de segundos en conseguir sacar las siguientes palabras. —Sé que todo esto viene de un buen lugar, pero no necesito un recordatorio amistoso de lo mal que metí la pata, Sasuke. Lo sé totalmente, ttebayou. Y estoy tratando de arreglarlo.

—Naruto, no estoy tratando de ser un idiota.

—Lo sé, solo viene fácilmente de ti, bastardo —Faros se asomaron a través de la niebla, subiendo por la carretera. Mi voz fue ronca cuando hablé en seguida—. Me tengo que ir. Mamá está en casa, dattebayou.

Corrí escaleras abajo, atravesé la grava dura congelado del suelo.

Antes de llegar a mi propio porche, Sasuke apareció. Deteniéndome un poco. Y escupí. — ¡Teme! No me gusta cuando haces eso.

—Piensa sobre lo que te dije, Naruto. —Su mirada parpadeó sobre mi hombro. El coche de mi mamá casi estaba aquí—. No tienes que demostrar nada.

—¿No tengo? —Sasuke dijo que no, pero no me pareció eso cuando dijo que esperaba que todo estallara en mi cara otra vez.

 

Sacudiendo y girando, mi cerebro no se apagó. Repetí todo lo que había pasado desde el punto en que había dejado la rama enfrente de Pain hasta el momento en que encontré el reloj ensangrentado de Kiba en su camioneta. ¿Cuántas veces hubo señales de que él era más de lo que dijo que era? Demasiadas. ¿Y cuántas veces Sasuke había intervenido y tratado de disuadirme del entrenamiento con Pain?

Demasiadas.

Rodeé sobre mi espalda, apretando mis ojos cerrados. ¿Y qué había querido decir acerca de Yahiko? ¿De verdad creía él que yo quería ayudarlo y con qué propósito? La última cosa que quería hacer es respirar el mismo aire que el surfista. No había forma de que Sasuke pudiera estar celoso. No. No. No. Tendría que darle una patada en la cara si ese era el caso. Y luego llorar, porque si él dudaba de mí...

Ni siquiera podía pensar en eso.

Solo una cosa buena había venido del desastre –Itachi. Pero todo lo demás era...

Bueno, era la razón por la que no podía sentarme y cruzarme de brazos.

Gire sobre mi costado, golpeé mi almohada y obligué a mis ojos a permanecer cerrados.

 

Al amanecer, caí a la deriva durante lo que parecieron segundos para hacer frente solo al sol arrastrándose a través de la ventana de mi cuarto un minuto después. Tirando de mí fuera de la cama, me duché y cambié.

Un dolor sordo había tomado residencia detrás de mis ojos. Cuando llegué a la escuela y agarre mis libros de mi casillero, no se había desvanecido como yo esperaba. Me arrastré a trigonometría y revisé mi teléfono por primera vez desde la noche anterior.

Ningún mensaje.

Dejé caer el teléfono en mi mochila y apoyé mi barbilla en mis manos.

Karin fue la primera en entrar.

Su nariz se arrugó cuando me vio. —Ew, te vez horrible.

—Gracias, dattebayou —murmuré.

—De nada. Sakura tiene la gripe aviar o algo así. Espero que tú no lo tengas.

Casi me reí. Desde que Sasuke me había sanado, no había estornudado ni una sola vez. Y de acuerdo con Jiraiya, una vez mutado, no podías enfermarte, y por eso había tratado de forzar a Sasuke para que lo mutara.

—Tal vez. —le dije.

—Probablemente ese Club al que fuiste. —Se estremeció.

Calor bailó a lo largo de mi cuello, y aparté mis ojos como un cobarde mientras Sasuke se sentaba detrás de mí.

Sabía que él estaba mirándome. No dijo nada durante sesenta y dos segundos. Los conté.

Me dio un golpecito en la espalda con su leal pluma. Me di vuelta, manteniendo mi rostro en blanco. —Hey, teme.

Una sola ceja arqueada. —Te ves bien descansado, dobe.

Él, por otra parte, se veía como normalmente lo hacía. Enloquecedoramente perfecto. —Tenía mucho sueño la noche anterior, de veras ¿Tú?

Sasuke metió la pluma detrás de su oreja y se inclinó hacia delante.

—Dormí por alrededor de una hora. Creo.

Bajé mi mirada. No estaba contento de que la noche anterior se hubiera aspirado para él también, pero por lo menos significaba que estaba pensando en eso. Comencé a preguntar, pero él negó con la cabeza.

—¿Qué? —dije.

—No he cambiado de opinión, Kitsune. Tenía la esperanza de que hubieras.

—No, ttebayou. —dije, y sonó la campana. Una última mirada significativa y me di la vuelta. Karin me lanzó una expresión extraña y me encogí de hombros. No era como si pudiera explicar por qué sólo íbamos a intercambiar unas pocas sílabas hoy. Esa sería una conversación entretenida.

Cuando sonó la campana. Me debatí en hacer una carrera hacia la puerta, pero reconsiderando cuando dos piernas-vestidas-de-mezclilla llenaron mi visión periférica. No podía detener el revoloteo de mi estómago, incluso cuando estaba enfadado con él.

Era un perdedor.

Sasuke no dijo nada cuando nos marchamos o cuando nos separamos, y después de cada clase apareció locamente de la nada. Lo mismo ocurrió antes de Bio, y me acompañó hasta la escalera, sus ojos escaneando sobre las cabezas de los estudiantes.

—¿Qué estás haciendo, dattebayou? —pregunté finalmente cansado del silencio.

Él se encogió de hombros. —Solo pensé en hacer la cosa caballerosa y caminar contigo a tus clases.

—Ajá.

No hubo respuesta, así que lo miré. Tenía los ojos entrecerrados y los labios apretados como si acabara de comer algo amargo. Me puse de puntillas y tragué una maldición. Pain estaba de pie apoyado contra la puerta, su cabeza inclinada hacia nosotros, con una sonrisa arrogante en su cara.

—Él me desagrada demasiado. —murmuró el Uchiha.

El pelinaranja se apartó de la pared y caminó con aire arrogante hacia nosotros. —Ustedes chicos se ven animados para su viernes.

Sasuke golpeó un libro de texto sobre su muslo. —¿Tienes una razón para estar aquí?

—Esta es mi clase —Él hizo un gesto con la barbilla hacia la puerta abierta—. Con Naruto.

Calor voló del azabache mientras daba un paso adelante, bajando su mirada a la nariz en Pain. —Tú solo amas presionarlo, ¿No?

El otro tragó nerviosamente. —No sé de qué estás hablando.

Sasuke rio, y envió escalofríos por mi columna. A veces me olvidaba de lo peligroso que podía ser. —Por favor. Puedo ser muchas cosas realmente malas, Paco, pero estúpido y ciego no son dos de ellas.

—Está bien, teme —dije manteniendo mi voz baja. La gente estaba mirando—. Tiempo para jugar limpio, ttebayou.

—Tengo que estar de acuerdo —Pain miró a su alrededor—. Pero esto no es un patio de recreo.

El mayor arqueó una ceja. —No quieres jugar, Pablo, porque podemos hacer esa cosa ingeniosa de la congelación y jugar, aquí y ahora.

Oh, por el amor de todos los bebés del mundo, esto no era necesario. Puse mis dedos en el brazo tenso de Sasuke. —Vamos, teme. —le susurré.

Un segundo se extendió y estática saltó de su brazo al mío. Poco a poco, él me miró y luego se inclinó. Plantando sus labios en los míos. El beso fue inesperado, profundo y enérgico.

Aturdido, me quedé ahí mientras se tiraba hacia atrás, mordiendo mi labio inferior.

—Sabroso, Kitsune. —Entonces giro, plantó su mano derecha sobre el hombro de Pain, golpeando su espalda en un casillero.

—Ya nos veremos. —dijo, sonriendo.

—Por Kami—murmuró Pain, enderezándose—. Tiene problemas para controlar la ira.

Las caras boquiabiertas alrededor de nosotros se volvieron borrosas.

Aclarando su garganta, el pelinaranja se deslizo a mi lado. —Realmente deberías dirigirte adentro.

Asentí, pero cuando sonó la campana de aviso, todavía estaba ahí parado, mis dedos puestos contra mis labios.

Continuará...

Notas finales:

Espero no hacerlos esperar para el siguiente capítulo. 

¿Nos leeremos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).