Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias a todas las personas que me dejaron sus reviews, sin duda por ustedes está este capítulo. 

¡Lean!

Capítulo 2

Ya pisando sobre hielo delgado con mi madre, decidí no mencionar todo el asunto de la ventana cuando me llamó tarde por la noche para ver cómo me encontraba. Esperé y recé que las carreteras estuvieran lo suficientemente despejadas como para conseguir que alguien arreglara la ventana antes de que mamá llegara a casa.

Sin embargo, odiaba mentirle. Todo lo que había estado haciendo últimamente era mentirle, y sabía que necesitaba contarle todo, especialmente acerca de su supuesto novio, Jiraiya. Pero, ¿cómo comenzar este tipo de conversación? Oye, mamá, nuestros vecinos son alienígenas.

Uno de ellos casualmente me ha mutado, y Jiraiya es un psicópata. ¿Alguna pregunta?

Sí, eso no iba a pasar.

Justo antes de colgar, ella sacó el tema de ver-un-doctor-por-mi-voz, otra vez. Le dije que sólo era un resfriado por ahora, pero ¿qué le iba a decir en una semana o dos? Kami, realmente esperaba que mi voz ya estuviera curada para entonces, aunque una parte de mí sabía que esto podría ser permanente. Otro recordatorio de... todo.

Tenía que decirle la verdad.

Tomé un paquete de macarrones con queso instantáneo, comencé a hacerlo estallar en el microondas, pero luego me quedé mirando mis manos, frunciendo el ceño. ¿Tenían poderes con el microondas como Sai y Sasuke? Me di vuelta hacia el cuenco, encogiéndome de hombros.

Estaba demasiado hambriento como para arriesgarme.

El calor no era lo mío. Pero cuando Pain me entrenaba para manejar la Fuente y trató de enseñarme cómo crear calor —es decir fuego— pude encender unas velas con mis dedos.

Mientras esperaba por la comida, me quedé mirando por la ventana sobre el fregadero. Itachi había tenido razón antes. Era realmente hermoso ahora que el sol había salido. La nieve cubría el suelo y las ramas. Carámbanos colgaban de los olmos. Incluso ahora, después de que el sol se había puesto, había un mundo blanco y hermoso allí afuera. Y como que tenía ganas de salir y jugar.

El microondas sonó, y me comí mi comida poco saludable de pie, pensando en cuantas calorías podría quemar de esa manera. Desde que Sasuke me había mutado en este humano-alienígena-híbrido-mutante- raro, mi apetito era fuera de este mundo. No había casi nada en la casa.

Cuando terminé, agarré rápidamente mi computador y me senté en la mesa de la cocina. Mi cerebro estuvo confuso la semana pasada, así quería buscar algo que antes se me olvidara. Otra vez.

Entrando a Google, escribí Jinchuriki y apreté ―”buscar”. Wikipedia fue el primer link y como yo no esperaba un sitio web que dijera―”Bienvenido a Jinchuriki: Organización Secreta del Gobierno”, hice clic.

Y tuve todo el conocimiento de mitos japoneses.

Jinchuriki era considerado literalmente Poder del Sacrificio Humano, y otras cosas. Y también eran humanos que sirven como contenedores espirituales.

Una descripción de historia buena y tétrica pero, ¿cuál es el punto? ¿Por qué el DOD nombraría una organización que supervisa la mutación humana cómo...?

Entonces, lo comprendí.

Jinchuriki creó todo tipo de cosas para el beneficio del hombre, y todo el ángulo de habilidades divinas eran como una especie de seres humanos que fueron mutados por los Luxen. Era un salto en la lógica, pero vamos, el gobierno estaba tan lleno de sí mismo que nombró a su organización por un mito japonés.

Cerrando el computador, me levanté y me encontré tomando mi chaqueta y saliendo. Realmente no sabía por qué. ¿Quién sabría si hay más oficiales espiando alrededor? Mi imaginación hiperactiva formó la imagen de un francotirador escondido en un árbol y un punto rojo apareciendo en mi frente. Lindo.

Suspirando, saqué un par de guantes de los bolsillos de mi chaqueta y salí a través de los montones de nieve. Necesitando algún tipo de ejercicio físico para mantener mi cerebro en marcha, así que comencé a rodar una bola de nieve en el patio delantero. Todo había cambiado en cuestión de meses, y luego de nuevo en cuestión de segundos. Pasar de ser el tímido, libros-nerd-Naruto a alguien imposible, alguien que había cambiado en más que a nivel celular. Ya no veía el mundo en blanco y negro,  en el fondo sabía que yo ya no operaba más bajo las normas sociales básicas.

Como no matar o lo que sea.

No maté a Kabuto, el oficial que había sido pagado por Jiraiya para entregarme a él en vez de a Jinchuriki, para ser utilizado como una palanca que asegurara que Sasuke lo mutara en vez de matarlo directamente, pero lo había querido, y lo habría hecho si el Uchiha no se me hubiera adelantado.

Había estado totalmente de acuerdo con la idea de matar a alguien.

Por alguna razón, matar a los dos alienígenas malvados, los Arum, no me afectaba tanto como lo hacía la idea de matar a un humano. No estoy seguro de que decía eso sobre mí, porque Sasuke lo había dicho una vez, una vida es una vida, pero no sabía cómo agregar las palabras ―de acuerdo con matar,  a la biografía de mi blog de libros.

Mis guantes de algodón estaban empapados al momento de terminar con la primera bola y me trasladé al segundo bulto de nieve. Todo este esfuerzo físico, no me estaba haciendo nada más que lograr que mis mejillas ardieran por el frío, la nieve perfumaba el aire. Fallé.

Cuando terminé, mi muñeco de nieve tenía tres secciones, pero sin brazos o cara. En cierto modo reflejaba cómo me sentía por dentro. Tenía la mayoría de las partes del cuerpo, pero me faltaban las piezas vitales para hacerme real.

Realmente ya no sabía quién era yo.

Dando un paso atrás, me pasé la manga de mi brazo por encima de la frente y dejé escapar una respiración entrecortada. Los músculos me quemaban y la piel me dolía, pero me quedé allí hasta que la luna se asomó detrás de las espesas nubes, enviando una rebanada de luz plateada sobre mi creación incompleta.

Había un cadáver en mi dormitorio esta mañana.

Me senté en el medio de mi jardín, justo en una pila de nieve fría. Un cuerpo muerto, otro cadáver, al igual que el cadáver de Kabuto que había caído tan cerca de la entrada, al igual que el cadáver de Gaara que había estado en la sala de estar. Otro pensamiento que traté de ignorar arrastró su camino a través de mis defensas. Gaara había muerto tratando de protegerme.

Húmedo, frío aire me picaba en los ojos.

Si hubiera sido honesto con Sai, diciéndole desde el principio acerca de lo que realmente sucedió en el claro, que luchamos con Momoshiki, sobre todo a partir de entonces, él y Gaara podrían haber sido más cautos sobre llegar corriendo a mi casa. Ellos habrían sabido sobre Pain, que él era como yo, capaz de defenderse de una forma alienígena.

Pain...

Debería haber escuchado a Sasuke. En su lugar, quería probarme a mí mismo. Quería creer que el surfista tenía buenas intenciones cuando el bastardo había sentido algo raro en el chico. Debería haber sabido, cuando Pain me tiró un cuchillo en la cabeza y me dejó solo con el Arum, que había algo muy demente en él.

Pero, ¿el pelinaranja estaba demente? No lo creía. Él estaba desesperado.

Estaba desesperado por mantener con vida a su amigo Nagato y se encontraba atrapado en lo que se había convertido. Pain habría hecho cualquier cosa para proteger a Nagato. No porque su vida estaba unida a los Luxen, sino porque él se preocupaba por su amigo. Quizás por eso yo no lo había matado, porque incluso en esos momentos de puro caos, vi una parte de mí en él.

Había estado de acuerdo con la idea de matar a su tío para proteger a mis amigos.

Y él mató a mi amigo para proteger a los suyos.

¿Quién tenía razón? ¿La tenía alguien?

Estaba tan absorto en mis pensamientos, que no le presté mucha atención a la calidez picando a través de mi cuello. Salté cuando oí la voz de Sasuke.

—Kitsune, ¿qué estás haciendo?

Me di la vuelta y levanté mi cabeza. Él se puso de pie detrás de mí, vestido con un suéter delgado y jeans. Sus ojos brillaban bajo sus gruesas pestañas.

—Estaba haciendo un muñeco de nieve, dattebayou.

Su mirada se desvió más allá de mí. —Ya veo. Le faltan algunas cosas, dobe.

—Sí, teme—dije, malhumorado.

Sasuke frunció el ceño. —Eso no me dice por qué estás sentado en la nieve. Tus jeans tienen que estar empapados. —Hubo una pausa y ese ceño se volvió al revés—. Espera. Eso significa que probablemente conseguiría una mejor vista de tu trasero.

Me reí. Deje que el Uchiha siempre lleve las cosas a un nivel uno o dos.

Se deslizó hacia delante como si la nieve se alejara de él y se sentó a mi lado, cruzando las piernas. Ninguno de nosotros dijo algo por un momento, luego se inclinó, empujándome con su hombro.

—¿Qué estás haciendo realmente aquí, usuratonkachi? —preguntó.

Nunca había sido capaz de ocultarle algo, pero realmente no estaba dispuesto todavía. —¿Qué pasa con Itachi? ¿Se ha escapado?

Pareció que Sasuke iba a cambiar de tema por un momento, pero luego sólo asintió con la cabeza. —Todavía no, porque lo he seguido todo el día como una niñera. Estoy pensando en poner una campana en él.

Me reí suavemente. —Dudo que él lo aprecie, de veras.

—No me importa. —Un poco de ira brilló en su voz—. Correr detrás de Deidara no va a terminar bien. Todos sabemos eso.

No hay duda. —Sasuke, tú...

—¿Qué?

Era difícil poner en palabras lo que pensaba, porque una vez que las dijera, se convertirían en realidad. —¿Por qué no han venido detrás de Itachi? Ellos tienen que saber que está aquí, ttebayou. Sería el primer lugar al que volvería después de escaparse. Y es obvio que ellos han estado observando, de veras —Hice un gesto hacia mi casa—. ¿Por qué no vienen por él? ¿Por nosotros?

Sasuke miró el muñeco de nieve, el silencio duró durante varios segundos. —No lo sé. Bueno, tengo mis sospechas.

Tragué el nudo de miedo creciendo en mi garganta. —¿Cuáles son?

—¿Realmente quieres oírlas, dobe? —Cuando asentí, él volvió a mirar el muñeco de nieve—. Creo que el DOD estaba al tanto de los planes de Jiraiya, sabían que iba a organizar algo para que Itachi fuera liberado. Y ellos dejaron que suceda.

Di una respiración superficial mientras tomaba un puñado de nieve.

—Eso es lo que pienso.

Me miró, con los ojos ocultos detrás de sus pestañas. —Pero la gran pregunta es por qué.

—No puede ser bueno, dattebayou. —Dejé que la mayor parte de la nieve se deslizara a través de mis dedos enguantados—. Es una trampa. Tiene que serlo, en serio.

—Estaremos listos, dobe—dijo después de unos segundos—. No te preocupes, Naruto.

—No estoy preocupado, teme. —Una mentira, pero parecía que era lo correcto para decir—. Tenemos que estar delante de ellos de alguna manera, de veras.

—Correcto. —Sasuke estiró sus piernas largas. La parte inferior de sus jeans eran de un color más azul ahora—. ¿Sabes cómo permanecer fuera del radar de los humanos?

—¿Enojarlos y hacer cosas alienígenas, dattebayou? —Le di una sonrisa de scarada.

—Ja. Ja. No. Nosotros fingimos. Estamos constantemente pretendiendo que no somos diferentes, que nada está sucediendo, usuratonkachi.

—No te sigo, de veras.

Se dejó caer de espaldas, su cabello oscuro salpicando contra el blanco. —SI pretendemos como si hubiésemos salido con Itachi cuando fue liberado, ellos no pensarán nada sospechoso o que sabemos que son conscientes de nuestras habilidades, entonces podríamos darnos el tiempo para averiguar lo que están haciendo.

Lo vi lanzar sus brazos a los costados. —¿Crees que ellos resbalarán hasta entonces, ttebayou?

—No lo sé. No apostaría sobre eso, pero como que nos da ventaja, dobe.

Es lo mejor que tenemos en estos momentos.

Lo mejor tenía algo jodido.

Sonriendo como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, empezó a deslizar sus brazos a través de la nieve, junto con sus piernas, moviéndolas como limpiaparabrisas. Un realmente bonito limpiaparabrisas.

Comencé a reírme, pero se quedó atascado en mi garganta cuando mi corazón se hinchó. Nunca en mi vida pensé que Sasuke entraría a hacer ángeles de nieve. Y por alguna razón, eso me dejó cálido y confuso.

—Deberías intentarlo —me convenció, con los ojos cerrados—. Te da perspectiva, dobe.

Dudaba que me diera perspectiva de alguna cosa, pero me acosté a su lado y seguí su ejemplo—Sasuke...  busqué Jinchuriki en Google, dattebayou.

—¿Sí? ¿Qué encontraste?

Le conté sobre el mito y mis sospechas, lo que hizo que Sasuke sonriera. —No me sorprendería, el ego está detrás de eso, dobe.

—Lo sabes —dije.

—Ja. Ja.

Sonreí. —¿Cómo esto me da perspectiva, por cierto, teme?

Se rió entre dientes. —Espera un par de segundos.

Lo hice, cuando se detuvo, se sentó, se estiró agarrando mi mano y llevándome con él. Nos sacamos la nieve el uno del otro, el pelinegro tardó un poco más de lo necesario en ciertas áreas. Cuando terminamos, nos dirigimos a nuestros ángeles de nieve.

El mío era mucho más pequeño que el suyo. El suyo era perfecto.

Crucé los brazos a mí alrededor. —Esperando a que la epifanía suceda, dattebayou.

—No hay ninguna, usuratonkachi. —Dejó caer un pesado brazo sobre mi hombro, se inclinó, y me dio un beso en la mejilla. Sus labios estaban tan, tan calientes—. Pero fue divertido, ¿no? Ahora... —me condujo de nuevo hacia el muñeco de nieve—, vamos a terminar con tu muñeco de nieve. No puede estar incompleto. No conmigo aquí, dobe.

Mi corazón se disparó. Todo este tiempo me he preguntado si Sasuke podría leer las mentes. Podría ser increíblemente perfecto cuando quería. Incliné mi cabeza en su hombro, preguntándome como había pasado de ser un idiota extraordinario a esto... este chico me enfurecía, pero también constantemente me sorprendía y me asombraba.

Este chico del que estaba perdidamente enamorado.

 

Cuando las quitanieves salieron, abriendo un camino por la ciudad y por las carreteras secundarias, Kakashi consiguió a una empresa de reparación de vidrio aquí en el último momento. Se habían ido minutos antes de que mamá llegara a casa el viernes, luciendo como si hubiera comido, dormido, y salvado vidas en su uniforme a lunares.

Ella echó los brazos alrededor mío, casi llevándome al suelo. —¡Bebé, te he echado de menos, ttebane!

Le devolví el abrazo igual de fuerte. —Lo mismo digo. Yo... —Dejé ir, parpadeando para contener las lágrimas. Apartando la mirada, me aclaré la garganta—. ¿Realmente te has duchado en la última semana, dattebayou?

—Nop. —Trató de abrazarme de nuevo, pero salté hacia atrás. Se rió, pero capté un destello de tristeza en sus ojos justo antes de que se volviera hacia la cocina—. Es broma... Tenemos duchas en el hospital, cariño. Estoy limpia. ¡Te lo juro, ttebane!

La seguí, haciendo una mueca cuando fue directo a la nevera allanada. Mamá abrió la puerta y dio un paso atrás, mirando sobre su hombro. Mechones de cabello rojo se escabulleron de su moño. Sus cejas delicadame nte arqueadas bajaron y su alegre naricita se arrugó. —¿Naruto...?

—Lo siento, ttebayou. —Me encogí de hombros—. Estaba aislado por la nevada, de veras. Y me dio hambre. Mucho.

—Puedo verlo. —Cerró la puerta—. Está bien. Voy a correr a la tienda más tarde. Las carreteras no están mal ahora. —Hizo una pausa, frotándose la frente—. Bueno, algunas se ven como que necesitas una moto de nieve para bajar, pero puedo hacerlo en la ciudad, ttebane.

Lo que significaba que habría clases el lunes. Buu. —Puedo acompañarte, dattebayou.

—Eso estaría bien, cariño. Siempre y cuando no planees poner cosas en el carro y luego hacer una rabieta cuando lo saque.

Le di una mirada suave. —No tengo dos años, mamá, ttebayou.

Su sonrisa descarada fue interrumpida por su bostezo. —Apenas he tenido tiempo de inactividad. La mayoría de las enfermeras no podían tenerlo. Cubrí la sala de urgencias, atención prenatal, y mi favorito —dijo, agarrando una botella de agua—: la planta de desintoxicación.

—Eso apesta, de veras —Me arrastré detrás de ella otra vez, sintiéndome increíblemente necesitado de mami.

—No tienes ni idea, ttebane. —Tomó un sorbo, deteniéndose al pie de las escaleras—. He sido ensangrentada, orinada, y vomitada. En ese orden y a veces no.

—¡Puaj! —le dije. Nota mental: enfermería estaba ahora ubicada con la administración de la escuela en La Lista de Posible Trabajo de No Va a Suceder.

—¡Oh! —Empezó a subir las escaleras, dando media vuelta y tambaleándose al borde del escalón. Oh, rayos—. Antes de que me olvide, voy a cambiar turno la próxima semana. En lugar de trabajar en el de Suna los fines de semana, será en Iwagakure. Más ocupado en la ciudad y más acción en los fines de semana que hacer el turno por aquí, y Jiraiya trabaja los fines de semana de todos modos, por lo que funciona mejor, ttebane.

Lo que también significa más tiempo fuera.

—¿Qué? — Mi corazón tartamudeó y estaba esta caída, con el sentimiento de caer dando tumbos—. ¿Qué has dicho, dattebayou?

Mamá frunció el ceño. —Mi amor, tu voz... Tengo muchas ganas de ver tu garganta. ¿De acuerdo? O podemos pedirle a Jiraiya que le eche un vistazo. Estoy seguro de que no le importará.

Estaba congelado. —Has... ¿has oído de Jiraiya, dattebayou?

—Sí, hemos hablado mientras ha estado en el oeste asistiendo a una conferencia de Medicina Interna. —Sonrió lentamente—. ¿Estás bien, ttebane?

No, no estaba bien.

—Toma —dijo—. Vamos arriba, y le echaré un vistazo a tu garganta con la lupa...

—Cuando... ¿cuándo hablaste con Jiraiya, mamá?

Confusión cruzó por la cara bonita de mi madre. —Hace un par de días. Cariño, tu voz...

—¡No hay nada malo con mi voz, de veras! —Se quebró a medio camino, por supuesto, y mamá me miró como si le dijera que estaba considerando la posibilidad de hacerla abuela. Esta era mi oportunidad de decirle la verdad.

Me acerqué un paso y me detuve. Todas las palabras, la verdad, se enredaron en alguna parte entre mis cuerdas vocales y mis labios. No había aclarado con nadie de decirle a mi mamá la verdad —o al menos darle a alguno de ellos un aviso. ¿Y ella me creería? Peor aún, mamá... Ella amaba a Jiraiya. Sabía que lo hacía.

Mi estómago retorciéndose en brutos nudos, me forcé a borrar el pánico de mi voz. —¿Cuando vuelve Jiraiya a casa, ttebayou?

Ella me miraba de cerca, presionando sus labios en una línea apretada.

—No en una semana más, pero Naruto... ¿Estás seguro de que es eso lo que querías decir?

¿De verdad va a volver? Y si estaba hablando con Mamá, ¿significaba que había pasado a través de la mutación con éxito y Sasuke y yo estábamos vinculados ahora con él? ¿O se había desvanecido?

Necesitaba hablar con Sasuke. Ahora.

Tenía la boca tan seca que no podía tragar.

—Sí, dattebayou. Lo siento. Me tengo que ir...

—¿Adónde? —preguntó.

—A ver Sasuke. —Di marcha atrás, en dirección a mis botas.

—Naruto. —Esperó hasta que me detuve—. Jiraiya me dijo, ttebane.

Hielo empapó mis venas mientras me daba la vuelta lentamente. — ¿Te dijo qué?

—Me habló de ti y Sasuke, que ustedes dos habían decidido empezar a verse unos a otros. —Hizo una pausa y puso esa mirada de mamá. La que decía: estoy tan decepcionada de tí—. Dijo que tú lo mencionaste y cariño, tan sólo me gustaría que me lo hubieras dicho a mí en su lugar, ttebane. Averiguar a través de alguien más sobre el novio de mi hijo no es como quería enterarme.

Mi mandíbula cayó al suelo.

Dijo algo más,  creo que asentí con la cabeza. Honestamente, podría haber estado diciendo que Thor y Loki tuvieron una batalla real por la calle. Ya no estaba escuchando. ¿Qué estaba haciendo Jiraiya?

Cuando mamá por fin se dio por vencida tratando de mantener una conversación conmigo, me apresuré a mis botas y saqué mi trasero a la casa de Sasuke. Cuando la puerta se abrió de golpe, ya sabía que el Uchiha bastardo no estaba respondiendo. No había experimentado la extraña conexión alienígena, el calor en la parte trasera de mi cuello cada vez que él estaba cerca.

Pero los ardientes ojos del color miel de Sasori no eran lo que yo esperaba.

—Tú —dijo, lazando desprecio en su tono.

Parpadeé. —¿Yo?

Se cruzó de brazos. —Sí, tú, como en Naruto, el pequeño bebé humano-alien-híbrido.

—Um, vale. Necesito ver a Sasuke, dattebayou. —Empecé a entrar, pero se movió rápidamente, bloqueándome—. Sasori, de veras...

—Sasuke no está aquí. —Sonrió,  no había ni una pizca de calidez en eso.

Doblando mis brazos, me negué a dar marcha atrás. Sasori nunca me gustó. Ni siquiera creía que le gustase la gente en general. O los cachorros. O tocino.

—¿Y dónde está?

El pelirrojo salió, cerrando la puerta detrás de él. Estaba tan cerca que las puntas de sus botas tocaron las mías. —Sasuke salió esta mañana. Supongo que siguiendo a su loco hermano.

Furia pasó por mí. —No hay nada malo con Itachi, dattebayou.

—¿Es así? —El pelirrojo ladeó una ceja—. Creo que dice tres frases coherentes al día y eso es todo.

Mis manos se cerraron en puños contra mis costados. Una brisa suave levantó mi pelo, revolviendo las hebras alrededor de mi rostro. Quería pegarle. —Ha estado pasando por Kami sabe qué. Ten un poco de compasión, imbécil. De todos modos, no sé por qué estoy hablando contigo, de veras. ¿Dónde está Sai?

La sonrisa burlona desapareció de su rostro, sustituida por frio, fuerte odio.

—Sai está aquí.

Esperé un poco más de detalle. —Sí, me lo había imaginado, ttebayou — Cuando todavía no había respuesta, estaba a dos segundos de mostrarle lo que un pequeño bebé humano-alien-híbrido podía hacer—. ¿Por qué estás aquí, Sasori?

—Porque fui invitado. —Se inclinó hacia abajo, lo suficientemente cerca como para besarme, no tuve otra opción que dar un paso atrás. Él siguió—. Y tú no lo estás.

Ay. Bueno, eso dolió. Antes de darme cuenta, mi espalda chocó contra la barandilla y estaba atrapado. No había ningún lugar para que me fuera y Sasori no estaba moviéndose. Sentí la Fuente, la energía pura que los Luxen —y ahora yo— podían aprovechar construyendo dentro de mí, extendiéndose sobre la piel como la electricidad estática.

Podría hacer mover a Sabaku No mayor.

Él debió haber visto algo en mis ojos, porque se burló. —No se te ocurra tirar esa basura conmigo, porque, ¿empujas? Yo voy a empujar de regreso. No me quitará el sueño, Uzumaki.

Luchar contra la respuesta de mi cuerpo de echárselo encima fue lo más difícil. Mi lado humano y el otro lado, lo que fuera, querían aprovechar ese poder y usarlo, explotarlo. Era como una flexión muscular sin usar.

Recordé la vertiginosa carrera de poder y la liberación.

A una parte de mí, a una pequeñísima, diminuta parte de mí le gustó, y eso me asustó como la mierda.

Bueno para Sasori, porque el temor enrollado apretadamente dentro había eliminado el viento nada más sacarlo de debajo de mí. — ¿Por qué me odias, dattebayou? —le pregunté.

Él inclinó la cabeza hacia un lado. —Es lo mismo que con Deidara. Todo estaba bien, y entonces él llegó. Perdimos a Itachi y sabes muy bien que no hemos conseguido que vuelva, no realmente. Y ahora está sucediendo con Sasuke, excepto que esta vez, hemos perdido a Gaara en el lío. Él se ha ido.

Por primera vez, algo más que desdén arrogante se asomó por sus ojos cristalizados de miel. El dolor, el tipo de sufrimiento con el que estaba bien familiarizado. El mismo aspecto destrozado, desesperado que había usado después de que mi papá falleció de cáncer.

—Él no va a ser el único que perdamos —continuó Sasori, con voz ronca—. Lo sabes, ¿pero te importa? No. Los humanos son en última instancia la más egoísta forma de vida que existe. Y no trates de fingir que eres mejor. Si lo fueras, te hubieses apartado de Sai en el principio. Nunca habrías sido atacado, y Sasuke nunca habría tenido que curarte. Nada de esto habría pasado. Es tu culpa. Está sobre ti.

 

 

Sí, el resto de mi día como que apestó. Estaba preocupado por lo que Itachi había hecho que requería que Sasuke lo persiguiera todo el día y temía que el DOD estuviera esperando para llevarnos a todos dentro.

Encima de eso, me estaba volviendo loco sobre lo que Jiraiya tenía en la manga, y después de esa conversación con Sasori, me sentía como que tenía que arrastrarme debajo de mis mantas.

Y lo hice durante una hora. Mi autocompasión siempre tenía un tiempo límite porque por lo general me enfado conmigo mismo.

Tirando mi cabeza fuera de mi trasero, abrí mi laptop y comencé a hacer algunos comentarios. Desde que había sido bloqueado por la nieve y el Uchiha bastardo había estado mayormente ocupado con su hermano mayor, había conseguido leer cuatro libros. No era mi puntuación máxima, pero bastante buena teniendo en cuenta que había estado holgazaneando como un idiota en las críticas. Siempre se sintió bien escribir una reseña sobre un libro que disfruté y me desviví buscando imágenes bizarras para enfatizar el factor sorpresa. Prefería las que tienen lindos gatitos y zorritos. Presionando 'publicar post' esbocé una sonrisa.

Uno menos, quedan tres más.

Pasé el resto del día arrojando opiniones y luego acechando a algunos de mis bloggers favoritos. Uno de ellos tenía un encabezado en su blog por el que haría cosas terribles. Yo nunca fui tan bueno en diseño web, lo que explica nada menos que mi fondo estelar.

Después de un rápido viaje a la tienda de comestibles con mamá y la cena, estaba a punto de iniciar una cacería por Sasuke cuando sentí un cálido cosquilleo a lo largo de la parte de atrás de mi cuello.

Me tiré desde la cocina, prácticamente disparado a través de una madre asustada. Abrí rápidamente la puerta un instante después de que el azabache golpeó y luego me tiré —literalmente— en sus brazos no-tan-a-la- espera.

Sin preparación para mi ataque, se tambaleó hacia atrás un paso. Pero entonces se rió profundamente contra de la parte superior de mi cabeza y envolvió sus brazos a mi alrededor. Me aferré, apretando el infierno fuera de sus hombros, estábamos tan fuertemente presionados uno contra el otro que podía sentir su corazón acelerarse tan rápido como el mío.

—Kitsune —murmuró—. Sabes lo mucho que me gusta cuando dices hola esta manera.

Con mi cabeza enterrada en el espacio entre su cuello y el hombro, el cual olía a especias y masculinidad, murmuré algo ininteligible.

Sasuke me levantó dejando libre mis pies. —Has estado preocupado, ¿verdad, dobe?

—Mmm-hmm. —Entonces me acordé lo mucho que había estado preocupado todo el maldito día. Me solté y golpeé su pecho. Muy, muy duro.

—¡Ey! —Sonrió, sin embargo, mientras se frotaba el pecho—. ¿Por qué fue eso, usuratonkachi?

Crucé los brazos y traté de mantener la voz baja. —¿Has oído hablar de un teléfono celular, teme?

Él arqueó las cejas. —Pues, sí, es esa cosa pequeña que tiene todas estas aplicaciones interesantes en él...

—Entonces, ¿por qué hoy no lo tienes contigo, ttebayou? —interrumpí.

Inclinándose hacia abajo, sus labios rozaron mi mejilla mientras hablaba, enviando escalofríos a través de mí. No era justo. —Entrando y saliendo de mi verdadera forma todo el día como que mata lo electrónico, dobe.

Oh. Bueno, no había pensado en eso. —Deberías haber comprobado, sin embargo. Pensé...

—¿Pensaste qué?

Le di una mirada de ¿es realmente necesario que lo explique?

El centelleo de los ojos del pelinegro se desvaneció. Poniendo sus manos sobre mis mejillas, acercó sus labios a los míos, besándome con dulzura. Cuando habló, mantuvo su voz baja.

—Kitsune, nada va a pasarme. Soy la última persona por la que necesitas preocuparte.

Cerré los ojos, respirando su calor. —Mira, esa es posiblemente la cosa más estúpida que has dicho, bastardo, ¡de veras!

—¿En serio? Digo muchas cosas estúpidas, dobe.

—Lo sé. Así que eso es decir algo, dattebayou —Me tomé un respiro—. No estoy tratando de actuar como uno de esos novios obsesivos, pero las cosas... las cosas son diferentes entre nosotros, teme.

Hubo una pausa,  luego sus labios se estiraron en una sonrisa.

—Tienes razón.

El infierno se congeló. Los cerdos volaban. Parpadeé dos veces—¿Qué dijiste?

—Tienes razón. Debería haber comprobado en algún momento. Lo siento.

El mundo era plano. No sabía qué decir. De acuerdo con Sasuke, él estaba en lo correcto el 99 por ciento de las veces. Vaya.

—Estás mudo, dobe. —Se rió entre dientes—. Me gusta eso. Y también me gustas todo arisco. ¿Quieres pegarme otra vez, usuratonkachi?

Me eché a reír. —Eres un...

Abriendo la puerta detrás de mí, mamá se aclaró la garganta y dijo—: No sé qué pasa con ustedes dos y los porches, pero entren, hace mucho frío allá afuera, ttebane.

Las mejillas encendidas de un rojo profano, no pude hacer nada para detener a Sasuke. Me soltó, caminó al interior, y de inmediato comenzó ser encantador con mi mamá hasta que ella no fue más que un charco viscoso en el centro del vestíbulo.

Él amaba su nuevo corte de pelo. ¿Ella tenía uno? Supuse que su cabello se veía diferente. Como que lo había lavado o algo así. El Uchiha le dijo que sus aretes de diamantes eran hermosos. La alfombra de debajo de los escalones era muy agradable. Y ese olor sobrante de una cena misteriosa —porque todavía no había descubierto lo que ella me dio de comer— olía divino. Admiraba a las enfermeras en todo el mundo, y en ese punto no pude mantener mis ojos azules de rodar.

Sasuke era un ridículo.

Agarré su brazo y empecé a tirarlo hacia las escaleras.

—Bueno, esto ha sido agradable...

Mamá cruzó de brazos. —Naruto, ¿qué te dije del dormitorio?

Y yo que pensaba que mi cara no podía estar más roja. —Mamá... —Tiré del brazo del pelinegro. Él no se movió.

Su expresión seguía siendo la misma.

Suspiré. —Mamá, no es que vayamos a tener sexo contigo en casa, dattebayou.

—Bueno, cariño, es bueno saber que sólo tienes relaciones sexuales cuando no estoy en casa, ttebane.

Sasuke tosió mientras luchaba contra una sonrisa. —Podemos quedar...

Disparándole una mirada de muerte, me las arreglé para llegar a subir un escalón.

—Ma-má. —Sobrevino la noñez.

Finalmente, tuvo que ceder. —Mantén la puerta abierta, ttebane.

Yo estaba radiante. —¡Gracias, ttebayou! —Entonces giré alrededor, arrastrando a Sasuke a mi habitación antes de convertir a mi mamá en una fanática. Empujándolo dentro, negué con la cabeza hacia él—. Eres un idiota terrible.

—Y tú eres malo. —Retrocedió, sonriendo—. Pensé que dijo de dejar la puerta abierta, dobe.

—Así es, teme —Hice un gesto detrás de mí—. Está entreabierta. Eso es abierto, ttebayou.

—Tecnicismos —dijo, sentándose en la cama, mientras levantaba un brazo, doblando sus dedos a mí. Un destello malvado profundizó el color negro de sus ojos—. Ven... ven más cerca, dobe.

Me mantuve firme. —No llegaste hasta aquí arriba para disfrutar de la lujuria salvaje de monos, teme pervertido.

—Mierda. —Dejó caer su mano a su regazo.

Obligándome a no reírme, porque sólo lo alentaría, me decidí a ir al grano.

—Tenemos que hablar, Sasuke. —Me acerqué más a la cama, asegurándome de que mi voz fuera baja—. Jiraiya ha estado hablando con mi mamá, de veras.

Sus ojos se estrecharon. —Detalles, dobe.

Me senté junto a él, metiendo mis piernas contra mi pecho. Mientras le contaba lo que mi mamá había dicho, el músculo de su mandíbula empezó hacer un tic como un latido de corazón. La noticia no cayó nada bien y no había forma de que alguno de nosotros averiguase si la mutación había sido exitosa o qué estaba haciendo, a menos de preguntar a Jiraiya, y claro, eso no iba a pasar.

—Él no puede volver, ttebayou —le dije, frotándome los sienes, donde un latido parecía estar a tono con el músculo en la mandíbula de Sasuke—. Si la mutación no se dio, él sabe que lo matarás. Y si lo hizo...

—Tiene la sartén por el mango —admitió él.

Me dejé caer sobre mi espalda. —Kami, esto es un desastre, un maldito desastre de proporciones épicas, ¡de veras! —Era como si estuviéramos condenados de cualquier lado—. Si vuelve, no puedo dejarlo cerca de mi mamá, teme. Tengo que decirle la verdad, dattebayou.

Sasuke estuvo en silencio cuando se movió en la cama hasta que se apoyó contra la cabecera. —No quiero que le digas, usuratonkachi.

Fruncí el ceño mientras inclinaba la cabeza hacia un lado, encontrando su mirada. —Tengo que decirle. Ella está en peligro, bastardo.

—Estará en peligro si se lo dices. —Se cruzó de brazos—. Entiendo por qué la quieres y necesitas, pero si conoce la verdad, estará en peligro, Naruto.

Una parte de mí entendía eso. Cualquier ser humano que supiera la verdad estaría en riesgo.

—¡Pero mantenerla en la ignorancia es peor, Sasuke, en serio! —Me senté y torcí hacia él, descansando sobre las rodillas—. Jiraiya es un psicópata. ¿Y si vuelve y comienza donde lo dejó? —Bilis subió por mi garganta—. No puedo permitir que eso suceda, dattebayou.

El ojinegro se pasó una mano por el pelo, el gesto estiró el fino material de su camisa de manga larga por encima de su bíceps. Exhaló largo y duro. —Primero tenemos que averiguar si realmente tiene intenciones de volver, dobe.

La irritación se disparó. —¿Y cómo propones que hagamos eso, teme?

—Eso no lo he pensado. —Sasuke destelló una débil sonrisa—. Pero lo haré.

Me senté, frustrado. Lógicamente, teníamos tiempo. No era un suministro interminable —unos días o una semana si teníamos suerte— pero había tiempo. Simplemente no me gustaba la idea de mantenerla en la oscuridad.

—¿Qué estuviste haciendo todo el día, ttebayou? ¿Persiguiendo a Itachi? — le pregunté, dejando caer el tema por ahora. Cuando asintió, lo sentía por él—. ¿Qué estuvo haciendo?

—Estuvo deambulando por allí, pero estaba tratando de zafarse de mí. Tsk... Sé que quería volver a ese edificio de oficinas y si no lo hubiera seguido, lo habría hecho. La única razón por la que me siento seguro dejándolo solo en este momento es porque Sai lo tiene acorralado. —Hizo una pausa, mirando a otro lado. Sus hombros se tensaron como si un terrible peso se hubiera establecido en ellos—. Itachi... Va a conseguir ser capturado de nuevo.

Continuará...

Notas finales:

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).