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Segunda Oportunidad (Cherik - Wolversilver) por midhiel

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Segunda Oportunidad

 

Capítulo Dos

 

-¿Qué estás diciendo? – reclamó Hank, acomodándose las gafas. Era su gesto cuando estaba tenso y no llegaba al grado de convertirse en Beast.

 

-Bueno, él y mi mamá, ya saben – Peter chocó y enredó las yemas de los índices para aclarar un acto sexual -. Fue hace tiempo, ya estoy por cumplir dieciocho en dos semanas. Fue una relación intensa, corta y terminó muy mal. Él la abandonó y mi mamá no quiso saber más nada. Tanto lo detestó que ni se molestó en buscarlo cuando se enteró de que yo venía en camino – se frotó la nariz con la muñeca -. No quería que yo saliera como él.

 

-Lo siento – suspiró Hank sin saber qué decir -. Eso significa que Magneto no sabe que existes.

 

Peter no parecía triste y sacudió la cabeza.

 

-No, no lo sabe – contestó y se frotó la nuca -. El asunto es que esta mañana, cuando dio su discurso en la tele, ella lo reconoció y vio cómo yo lo observaba y escuchaba. Después de la cena me contó la verdad. Discutimos porque yo no podía creer el odio que le tenía y que recién ahora me contara quién era mi padre. Quería que le prometiera que nunca lo buscaría ni seguiría sus pasos, me enojé, me fui, antes me despedí de mi hermanita – sonrió con tristeza -, y, bueno – se encogió de hombros -, aquí estoy.

 

Hank quedó mudo. Iba a responderle con un sermón al estilo “debes regresar y disculparte con tu madre” pero lo vio tan desolado a pesar de su sonrisa, que prefirió seguir callado. Ese muchachito acababa de descubrir que su mamá, la única persona adulta en quien confiaba, le había mentido durante toda su vida y ahora le negaba el derecho a conocer a su padre.

 

Charles estaba tan aturdido que seguía tieso en su silla, observando al joven y procesando sus palabras. Pensó que diecinueve años atrás, Erik había estado empecinado en su cruzada contra Shaw y debía haberla asustado con su sed de venganza. De igual manera, para él no se justificaba que la señora Maximoff le hubiera ocultado la existencia de Peter, pero apenas la había conocido y no era quién para juzgarla.

 

-Oye – señaló Peter al profesor, confundido -. ¿Por qué estás en silla de ruedas?

 

-Un viejo accidente – contestó Charles, volviendo en sí -. Estuve inyectándome un suero para poder caminar, pero anulaba mis poderes y ahora los necesito.

 

-¿Y cuáles son tus poderes?

 

-Telepatía.

 

-¡Wow! – exclamó el joven y se arrojó otra vez en el sofá. Allí había dejado el paquetito con sus papas y las siguió comiendo -. O sea, puedes saber lo que piensa todo el mundo. ¡Ah! Mis secretos – rio -. Nah, supongo que no debe importarte mucho conocerlos.

 

-Respeto la intimidad mental de los demás – dejó Charles en claro -. Viniste para que te ayudemos a localizar a Erik.

 

Peter asintió con énfasis y se llevó tres papas a la boca.

 

-Charles – interrumpió Hank -. Recuerda que no podemos usar a Cerebro ahora. Raven lo destruyó y me llevará un par de semanas repararlo.

 

El joven lo miró sin entender.

 

Charles le explicó.

 

-Cerebro es una máquina a la que me conecto para rastrear personas. Así encontré con tu padre a los primeros mutantes. Pero la destruyeron y Hank debe repararla.

 

-Con esa máquina podrías encontrarlo, ¿cierto? – se esperanzó Peter.

 

-Así es – afirmó el telépata y miró la tormenta a través del ventanal -. Con este clima no puedes regresar, pero tienes que avisar a tu madre que te encuentras aquí. Hank, acompáñalo al comedor para que use el teléfono. Buenas noches, Peter.

 

Al joven no le gustó eso de avisar a su madre estando enfadado con ella, pero Charles tenía un tono severo que no admitía contraargumentos y su persona le inspiraba una autoridad que no se atrevía a rebatir, así que asintió.

 

-Buenas noches, Charles – y salió seguido de Hank.

 

Al quedar solo, el telépata se volvió hacia el casco y lo alzó de la mesa. Hasta hacía un instante dudaba si buscar a Erik o no, pero el secreto de Peter fue un incentivo para que se dispusiera a dejar su rencor atrás y localizar su paradero.

 

…………

 

Charles no podía pegar el ojo, así le ocurría cuando estaba alterado: directamente no podía dormir. Observó su reloj de muñeca y vio que eran casi las tres de la madrugada. Sabía qué hacer en esos casos: embeberse en alcohol, pero lo pensó mejor y comprendió que si quería cambiar su estilo de vida, el beber no era una salida adecuada. Así fue como decidió ir a la cocina y tomar un poco de leche. Alzó las sábanas para levantarse y recordó que las piernas no le respondían. Con cuidado, fue girando con las caderas hacia el borde del colchón y aproximó la silla que Hank había dejado junto a la cama. Hacía mucho tiempo que no se levantaba inválido y le costó subirse en ella. Sin embargo, una vez más se dijo que si deseaba cambiar tenía que aceptar y adecuarse a su situación.

 

Finalmente consiguió sentarse en la silla de ruedas y enfiló en silencio hacia el ascensor. Ya antes de abrir la puerta de la cocina, percibió la mente de Peter. Estaba más serena que horas antes pero seguía alterada. El jovencito era un adolescente hiperactivo y su cabeza se movía demasiado ligero. Charles no quería entrometerse para respetarle la privacidad pero la cantidad de pensamientos lo aturdieron. Juntó aire y entró.

 

Peter estaba sentado en la barra de la cocina devorando cucharadas de helado de frutilla y de chocolate directo del pote. El muchachito tenía un hambre insaciable, algo comprensible por la cantidad de energía que consumía con su velocidad.

 

-Hola, Charles – saludó y se llevó otra cucharada a la boca -. Llamé a mi mamá como me lo ordenaste pero nadie atendió y tuve que cortar. La llamaré mañana temprano.

 

Charles asintió condescendiente. Recordó, además, que había sido un tanto frío con el joven más temprano.

 

-¿Pudiste devolver el auto que renté? – le preguntó con una sonrisa.

 

-Sí – contestó Peter, sonriendo -. En tiempo y forma y perfecto estado. Gracias por confiar en mí, Charles. Mi mamá no me deja que ni me acerque al suyo.

 

El telépata buscó un bol y una cuchara, y se acercó a la barra.

 

-¿Me sirves un poco?

 

-¿Frutilla o chocolate?

 

-Un poco de los dos.

 

Peter llenó generosamente la cuchara que Charles le extendía y volcó dos porciones en el bol.

 

-Gracias – contestó Charles y comenzó a comer despacio y sin apuro.

 

Peter lo notó y midió el tamaño de sus porciones y la velocidad. Estaba en una casa ajena, junto al anfitrión y había modales que seguir.

 

Charles se dio cuenta del cambio y le sonrió paternalmente.

 

-Debes tener hambre con la energía que gastas – observó -. Si vas a quedarte por aquí un tiempo, le pediré a Hank que mañana compre comida. Dile lo que te gusta para agregar a la lista del supermercado.

 

-Gracias, Charles – se alegró. Peter valoraba mucho a los que lo trataban bien -. Pensé que estarías molesto conmigo.

 

-¿Por qué habría de estarlo? – preguntó Charles confundido.

 

-Porque te dije que Magneto era mi padre y es obvio que hay algo entre tú y él – soltó sin más.

 

Charles quedó de una pieza y pensó seriamente en comenzar a leerlo para que ya no le saliera con esta clase de sorpresas. Luego rio.

 

-Acertaste, si hay algo entre nosotros – no veía el motivo de esconderle la verdad -. ¿Fue algo obvio en el Pentágono?

 

Peter asintió.

 

-No a todos los amigos se los saluda después de diez años con una bofetada y él no te respondió agresivamente así que supongo que se dio cuenta de que se la merecía.

 

Charles sintió que tal vez lo justo hubiera sido que Erik lo golpease a él porque fue Charles y no Erik quien decidió terminar la relación y separarse en Cuba.

 

Peter continuó.

 

-Luego fuimos a esa tienda cara para que se compraran ropa antes de subir al avión. Magneto, perdón, mi padre no disimulaba cuando te observaba cambiarte las distintas camisas.

 

-¿Qué? – Charles por poco escupe su cuchara.

 

-No habías corrido bien la cortina del probador y él se ubicó estratégicamente y cada vez que te cambiabas o te mirabas al espejo.  .  .

 

-Está bien, está bien – cortó Charles porque se estaba poniendo carmesí -. Conocí a tu padre hace diez años cuando comenzamos a rastrear a otros mutantes con esa máquina de la que te hablé, Cerebro. Nos hicimos grandes amigos y tuvimos una relación.

 

-Se nota que aun te importa – comentó Peter -. Debe ser lindo sentir eso por alguien.

 

-¿Aún no te has enamorado?

 

Peter sacudió la cabeza con aire superado.

 

-El amor causa problemas.

 

-¿Y qué experiencia tienes para sostener esa frase? – bromeó Charles.

 

-Nadie que conocí estuvo realmente enamorado, fue todo cosa del momento, especialmente mi madre – contestó Peter con dolor -. Mi padre le arruinó la vida. Nunca me lo quiso decir porque yo fui la consecuencia de esos encuentros candentes, por decirlo de alguna manera, pero sé que así fue.

 

-Peter – suspiró Charles con indulgencia -. Tú no arruinaste la vida de nadie. El hecho de que Erik  no haya sido la persona adecuada para ella no significa que tú hayas sido un error.

 

-Yo no dije eso – rebatió el joven a la defensiva.

 

-Pero lo pensaste – le sonrió Charles y se tocó la cabeza -. Es una idea dolorosa tan intensa que tienes que me llegó sin buscarla. Peter – lo miró a los ojos -. Quiero que nos ayudes a encontrar a Magneto y quiero que dejes de pensar así de ti.

 

El joven bajó la cabeza.

 

-Mira, Charles – se mordió el labio -. Todos piensan que lo mío, esto de moverme así, es divertido y que yo no me tomo nada en serio, pero no es así. No es fácil vivir con lo que tengo.

 

-Claro que no, te entiendo – replicó Charles con suavidad. Peter lo miró a los ojos, sorprendido -. Mi telepatía puede resultar espectacular para muchos pero me hizo sufrir un montón, tanto que busque anularla durante años con ese suero. Nuestras mutaciones nos hacen diferentes y en ocasiones se convierten en cargas para nosotros.

 

-¡Al fin alguien que me entiende, Charles!

 

-Quiero abrir una escuela aquí, en esta casa, para que la gente como nosotros se sienta cobijada y comprendida – le contó su sueño -. Si lo quieres, más adelante, podrías ayudarme.

 

-¿En serio? – sonrió Peter de oreja a oreja, tenía unos hoyuelos compradores -. Es la primera vez que alguien me propone algo así. ¡Gracias!

 

-De nada – respondió el telépata y dejó su cuchara y el bol vacíos -. Ahora veré si puedo dormir algunas horas al menos. Hasta mañana, Peter.

 

-Charles, espera – lo detuvo y pensó -. ¿Qué fue de Logan? ¿Por qué no está más aquí? ¿Adónde se fue?

 

-No sé – Charles se encogió de hombros -. Supongo que volvió a su tiempo. No te preocupes, es algo que te explicaré mañana.

 

Peter asintió y siguió comiendo el helado.

 

-Que tengas una buena noche, Charles.

 

-Gracias, Peter. Igualmente.

 

Charles se retiró a dormir.

 

……………………..

 

Raven decidió continuar con su misión de defender a los mutantes y enaltecer su orgullo. Ya al día siguiente después del atentado al presidente, se coló en las instalaciones de la CIA para conseguir toda la información posible sobre los mutantes y el proyecto de los Centinelas. El presidente lo canceló al poco tiempo pero ella de igual forma buscó y leyó los datos. Así se encontró con Logan, ese sujeto que había acompañado a Charles, Erik y Hank a Paris para detenerla. No lo había visto nunca antes y pensó que podía ser el sujeto del futuro que se había acercado a Charles para advertirle. Vio el video de su enfrentamiento con Magneto y cómo lo había lanzado por los aires. Las cámaras no llegaban tan lejos pero Raven calculó las coordenadas y dedujo que tenía que haberlo hundido en el río.

 

Adoptando la apariencia de Stryker consiguió que un comando lo sacara de allí y se lo llevó lejos de Washington. Anduvieron por la carretera hasta que Raven estacionó en un motel alejado. Acostó a Logan en la cama delgada y recuperó su verdadera apariencia.

 

Logan convulsionó y, sin recuperar la conciencia, estrujó las sábanas y gimió. Después de permanecer ahogado por varios días, su propio organismo comenzó a recuperarse y a deshacerse de los hierros. Raven los fue alejando de la cama a medida que los expulsaba. Estaba asombrada de lo rápido y extraordinario que se recuperaba de las heridas.

 

Wolverine siguió inconsciente. Soñó con el Peter jovencito que había encontrado hacía días y lo transformó en el adulto. Así lo había conocido en el futuro cuando se enamoraron. En sueños, olía el perfume a almendras de su cabello platinado, se lo acariciaba y se imbuía en su aroma. Besaba sus labios finos, literalmente se los comía a besos. Se amaban salvajemente haciendo crujir la cama. Luego, veía la silueta de un feto en el monitor de una ecografía. Después el rostro sonriendo perverso de William Stryker. Sangre, dolor, agonía.

 

Desesperado, Logan abrió los ojos y se incorporó en el camastro. Estaba agitado y lleno de sudor.

 

Raven le pasó una toalla bajo su forma azul.

 

-Sécate un poco y luego date un baño.

 

Logan la miró y se asustó. Todavía reconocía en ella a la asesina Mystique. Raven lo notó y transformó su apariencia en la joven rubia e inocente.

 

-Así está mejor, ¿cierto? – sonrió con sorna -. Es impresionante como nosotros mismos nos asustamos de nuestra propia gente.

 

-No es tu apariencia, es el recuerdo que tengo de ti del futuro – contestó Logan y se fregó la toalla por el cuello -. Digo eso porque supongo por el decorado de esto que seguimos en el 73.

 

-No sé qué fue de mí en el futuro pero parece que las cosas cambiaron – contestó Raven -. Charles me convenció de no asesinar a Trask.

 

Logan suspiró con alivio. Finalmente Charles Xavier lo había conseguido.

 

-Me doy una ducha y buscamos algo que comer – propuso.

 

Raven asintió y se sentó junto a una mesita a leer documentos que había robado.

 

Logan pasó por la ventana de la habitación y vio que estaban en medio de la carretera desierta.

 

-¿Hacia dónde nos dirigimos? – preguntó, soltando la toalla sobre una silla.

 

-Westchester – replicó la joven y lo miró intensamente -. Supuse que te encantaría ir con Charles para buscar respuestas.

 

-Siempre fuiste inteligente, muchacha – y antes de llegar al baño, ya se quitó la camisa dejando en evidencia sus pectorales.

 

……………..

 

Raven había requisado un jet de principios de los sesenta. Logan se sentó en el asiento del acompañante y ella tomó el volante. Cuando encendió el botón, él giró el botón de la radio para encontrar buena música, después de todo seguían en el 73, con sus bandas favoritas. Pero la señal no era buena en la carretera y se tuvo que conformar con una canción country un tanto deprimente. Hablaba de un amor perdido que no se podía recuperar. Logan no pudo evitar pensar en el Peter del futuro y bajó la ventanilla para respirar aire fresco. Raven lo notó.

 

-¿Malos recuerdos en el amor?

 

-Bastante – contestó escuetamente.

 

-Si es alguien del futuro podrías cambiar la historia, ¿no?

 

Logan solo le asintió. Esperaba poder lograrlo.

 

La melodía siguió sonando y fue lo único que oyeron en largos minutos. Después Raven apagó la radio.

 

-Se nota que necesitas meditar y el silencio es lo mejor. A propósito, leí tu expediente para liberarte, eres James Howlett, alias Wolverine.

 

-Puedes decirme Logan, muchacha.

 

-Bien – sonrió Raven con la vista en la carretera -. Serás Logan.

 

Continuaron el viaje en silencio pero complacidos con la compañía del otro. Logan no podía creer que se sintiera a gusto con la fría y peligrosa Mystique, ni siquiera podía creer que esa jovencita amable fuera ella, pero una vez más reconoció que el pasado se había transformado y repercutiría en el futuro.

 

Eso significaba que había esperanzas para él y para Peter. Pero especialmente para Laura.

 

……………..

 

-¡Yo abro! – gritó Peter y llegó con su velocidad a la puerta en milésimas de segundo. Hank estaba reparando Cerebro en el sótano y Charles estaba en la biblioteca y tardaría añares en llegar con su silla de ruedas -. Hola, Logan – saludó alegremente -. ¿Quién es ella?

 

-Soy Raven y ¿tú eres? – preguntó la joven bajo su apariencia humana y sosteniendo varias carpetas contra el pecho.

 

-¡Wow! – sonrió Peter -. Estás espectacular. Cuando me dijeron que eras una asesina y que por eso habíamos sacado a Magneto para buscarte en Paris, yo me imagin.  .  .

 

-Vamos, niño, adentro – lo empujó Logan antes de que a Raven le cambiara el humor y es que Peter solía tener ese talento. Se volvió hacia Raven -. Es Peter Maximoff pero no sé qué hace por aquí.

 

Peter entró y atrás lo siguieron los recién llegados. Logan disimulaba muy bien la sorpresa y las emociones que le producían verlo. No se había esperado topárselo en la mansión. Era joven y diferente al Quicksilver del que se había enamorado. Peter era optimista y entusiasta, y tenía la vida por delante llena de sueños y promesas.

 

-¿Charles está en casa? – quiso saber Raven.

 

-¡Raven! – llegó Charles sonriendo.

 

Los hermanos se abrazaron afectuosamente.

 

-Es un gusto verte – admitió Charles, feliz -. Hola, Logan, pensamos que habías regresado a tu tiempo.

 

-Tengo algunos asuntos pendientes del pasado – contestó Logan enigmático. Justo Peter pasó a su lado y se sentó en un sillón para levantarse después. No podía estarse quieto.

 

-Rescaté a Logan del río antes de que los militares lo encontraran – explicó Raven y le enseñó las carpetas -. Conseguí toda la información que el Gobierno tiene sobre los mutantes, es asombroso, Charles, y peligroso. Después quiero que la estudiemos juntos.

 

Charles asintió y volteó hacia Peter.

 

-Ah, Raven, ya se habrán presentado pero de igual manera, el jovencito que ves allí es Peter Maximoff, llegó la noche que regresamos de Washington por un asunto personal y está viviendo aquí.

 

-No dejas de cobijar a los desprotegidos – le sonrió ella -. Como hiciste conmigo años atrás. Aunque me llama la atención eso que asoció mi nombre con el de una asesina.

 

-Disculpa – contestó Charles compungido -. Ayer justamente le estaba explicando por qué lo habíamos buscado para liberar a Magneto del Pentágono. Localizamos a Peter para sacarlo de la cárcel y él nos ayudó, después nos despedimos antes de que viajemos a París a buscarte.

 

Logan se les adelantó.

 

-Charles, perdona el atrevimiento pero tengo hambre. No comemos más que comida de cafés de carretera desde hace un par de días.

 

-Por supuesto – comprendió Charles -. Ya sabes dónde está la cocina.

 

-Yo te acompañaré – se ofreció Peter -. Almacenamos comida saludable, según Hank, y voy a mostrártela y a prepararla porque él me enseñó a hacerlo.

 

A Logan no le pareció adecuado con las emociones encontradas que sentía hacia él pero no tenía excusa para negarse, hubiese sido una falta de cortesía y habría dañado las buenas intenciones del joven. No le quedó más que seguirlo.

 

Al quedarse solos, Charles le preguntó a Raven si deseaba algo y, luego, la invitó a su despacho para que platicaran de las carpetas. Claro que antes pasarían por el sótano para que Hank se llevara la alegre sorpresa de verla de nuevo.

 

 

………………….

 

 

Peter estaba ansioso por demostrar sus habilidades culinarias adquiridas recién en los últimos días. Era un joven que aparentaba saber lo que quería y tener la vida resuelta pero cualquiera podía notar cuánto se esforzaba por agradar a los demás. Era entendible porque había crecido sin una figura paterna y su madre había caído desde temprano en el alcohol y, aunque no se lo dijera, lo culpaba de ser la consecuencia de esa relación que la había lastimado tanto.

 

Logan lo sabía porque en el futuro, ese mismo Peter se lo había confesado.

 

-¿Vas a comer algo saludable? – quiso saber Peter.

 

-Sí, lo que decidas tú – contestó Logan y fue al refrigerador a sacar una botellita de cerveza.

 

Peter se movía de aquí para allá buscando ingredientes y encendiendo y apagando la cocina. Logan simplemente lo observaba. No pasaron ni dos minutos y le presentó un plato de chow mein de pollo.

 

-Algo saludable – explicó Peter orgulloso -. Es oriental y dicen que en Oriente se come sano.

 

Logan sonrió. ¿Cuánto conocía Peter de China o Japón? Él, en cambio, podía pasarse días enteros narrando sus aventuras por allí.

 

-Gracias, niño – se sentó para hacer honor al plato.

 

Peter permaneció observándolo de pie, recargado contra la mesada y con los brazos cruzados a la altura del pecho.

 

-Charles me contó ayer de Raven y de ti – comentó, fue, volvió y comenzó a mascar un chicle que en una milésima de segundo requisó de la misma estación donde consiguiera la hamburguesa -. Dijo que viniste del futuro y sabías qué nos iba a pasar a todos. ¿Cómo me fue a mí?

 

Logan enredó un poco de fideos en el tenedor y picó un trozo de pollo. Sabía comer chow mein con palillos pero el jovencito le había ofrecido un tenedor.

 

-¿Para qué quieres conocerlo?

 

-¿Lo viste o no? – reclamó Peter ansioso.

 

Logan sonrió para sí, mientras sacudía la cabeza. ¿Cómo iba a decirle que los dos se amarían locamente?

 

-Podría asombrarte mucho y todavía no estás preparado – lo miró a los ojos -. Es algo muy bueno lo que te sucederá en el futuro, solo que tienes que ser paciente y esperar.

 

Peter se echó en una silla y apoyó los pies sobre la mesa, muy frustrado.

 

-¡Ey, niño! ¡Modales! – amonestó Logan.

 

Peter bajó las piernas pero permaneció con el ceño fruncido.

 

-Niño – repitió -. Así me tratan todos pero tú me tratas peor, solo quería saber si me iba a llevar bien con mi padre o no.

 

Logan bebió un trago largo de cerveza.

 

-¿Tu padre? No recuerdo nada de tu padre, pero supongo que las cosas se arreglaron.

 

-Eso significa que nunca lo encontré – suspiró, deprimido -. O que sí lo hice y me envió al demonio.

 

-¿Quién es tu padre, si se puede saber?

 

Peter no vio motivo para guardarle el secreto.

 

-Magneto, Erik Lehnsherr.

 

Logan escupió tenedor, pollo, fideo y las verduritas. Acto seguido, bebió lo que le quedaba de cerveza.

 

Peter bufó, divertido.

 

-Se nota que no te cae bien.

 

-¿Quién crees que me envió al fondo del río, mocoso?

 

Peter rio con ganas. Logan le había parecido rudo pero también todo un sobreviviente y que su padre lo hubiera vencido era para él motivo de orgullo. Además se imaginaba la escena y le causaba gracia.

 

-No le veo el chiste – reclamó Logan pero lo observó y lo notó tan feliz e inocente que él también rio.

 

-Gracias por hacerme reír, Logan – sonrió Peter y le pasó la mano. Wolverine se la estrechó -. Supongo que más adelante, cuando haya más confianza, hablaremos de mi futuro, ¿cierto?

 

-Cierto, mocoso.

 

Peter le pasó veloz otra cerveza y se retiró para dejarlo comer tranquilo.

 

…………….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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