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Promesa de flores por DanyNeko

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Los había pillado el atardecer, juntos en el parque.

 

Dejar los brazos del otro fue toda una proeza cuando la noche empezó a caer.

Yugi no pudo evitar que sus ojos se humedecieran y su corazón doliera, con el miedo a perder a Yami repentinamente de vuelta, apenas pusieron un pie fuera del parque.

 

Yami insistió en acompañarlo, mientras limpiaba tiernamente las​ esquinas de sus ojos.

 

—Tengo miedo —admitió Yugi, frente a la puerta de su casa —de despertar mañana y que todo esto haya sido solo un sueño —agachó la cabeza, levemente avergonzado, mientras jugueteaba con el tallo de la violeta.

 

Yami tomó su mejilla y le levantó el rostro —yo también —admitió —he soñado tantas veces con volver a verte —el oji-vino acarició la mejilla sonrojada con una expresión pensativa, hasta que los ojos se le iluminaron con una idea — ¿tienes celular? Prometo escribirte apenas me despierte mañana por la mañana.

 

Yugi asintió encantado e intercambiaron números antes de despedirse, reticentes, con un último abrazo, por ese día.

 

—Descansa bien, Yugi —colocó un beso en su frente, retirando sin querer las manos del cuerpo ajeno.

 

—Que pases buena noche, Yami —correspondió el más bajo, sintiendo como el calor del aludido se alejaba de su cuerpo.

Metió una mano al bolsillo para sacar sus llaves; antes de cerrar la puerta, volteó a ver una vez más a Yami y le sonrió, viéndolo girar para irse.

 

Esa noche, fue obvio que Yugi estaba más feliz de lo usual. El pequeño tricolor contó en su casa la maravilla que había vivido en el parque aquella tarde y su abuelo insistió en que invitara a Yami a casa apenas pudiera.

 

Yugi estaba más que de acuerdo con eso.

 

Se fue a dormir con una sonrisa boba en sus labios, la violeta obsequiada en un pequeño florero, el remanente calor de Yami envolviendo su cuerpo, y una emoción enorme y cálida arrullando su corazón.

 

Yugi jamás había dudado de la palabra de Yami, nunca tuvo motivos para hacerlo y eso se confirmó cuando, a la mañana siguiente y fiel a su promesa, recibió un mensaje matutino del oji-vino.

Yami preguntaba cómo había pasado el resto de la noche, si había dormido bien y si había posibilidad de que salieran juntos esa tarde.

 

Yugi no admitiría que de sonrojó ante el pensamiento de Yami lo estaba invitando a una cita.

 

Accedió, y quedaron de nuevo en el parque. Ese dónde se había escrito toda su historia hasta ahora.

 

.

 

Yugi tal vez no admitiría que pasó un poco más de tiempo de lo usual frente al espejo, arreglándose para salir; ni que colocó unas gotas de loción demás por su cuello; o que preparó con esmero algunas botanas y las guardó en un bento dentro de una pequeña mochila que llevó consigo para salir.

Pero así fue, y también era real el temblor en sus manos mientras esperaba a Yami, recostado contra un muro de ladrillo en la entrada del parque.

 

Así como también fue real el sobresalto que se llevó cuando sintió una mano, con algo frío, tomar la suya.

 

—Yami.

 

—Hola Yugi, gracias por venir —le sonrió, parándose a su lado mientras​ dejaba en su mano aquello frío.

 

Yugi levantó su puño derecho con curiosidad —no tienes que agradecer —y abrió la mano, para ver lo que el otro había colocado allí.

 

—Quería darte algo pero, de algún modo, sentí que otra flor no era apropiado —ofreció como explicación mientras Yugi observaba, con ojos brillantes, el collar en su mano.

 

Era una cadena sencilla, apenas gruesa, de color plateado. En un extremo ostentaba dos letras de color oro, ambas “Y”

 

Cuando Yugi observó encantado y enternecido el obsequio, Yami supo que lo aceptaba, así que tomó el collar y se lo colgó al menor, tomándose unos segundos extra para inhalar profundo el atractivo aroma que este emanaba.

Los ojos morados volvieron a mirarlo y Yami se llevó, nerviosamente, una mano tras la nuca, rascando sus mechones.

 

—Ammm ¿Caminamos? —extendió la otra mano para señalar los senderos que se bifurcaban y perdían en el parque.

 

Yugi asintió, acariciando las letras que ahora colgaban por el centro de su pecho —muchas gracias Yami, es hermoso y me encanta —aseguró, caminando a su ritmo.

 

Yami le sonrió de vuelta —me alegra saberlo —hubo un minuto de silencio allí que, a pesar de que no era algo nuevo entre ellos, si parecía tornarse tenso por momentos —Yugi… —el oji-vino se mordió el labio inferior, mirando al suelo fijamente aun cuando sintió la mirada intrigada de Yugi sobre su persona —hay… han pasado muchas cosas en mi vida últimamente y yo… hay muchas cosas que quiero contarte —Yugi jamás lo había visto tropezar con sus palabras, así que solo lo escuchó en silencio mientras el mayor trataba de poner orden en su mente —sé que probablemente tienes muchas dudas y yo quiero explicarte todo, por eso te cité aquí —finalmente lo miró, la congoja en sus ojos era casi palpable — ¿escucharás todo lo que tengo que decir?

 

Yugi colocó una mano en su hombro, a modo de consuelo —sabes que sí, estoy aquí para ti Yami, como siempre lo estuve.

 

Luego de caminar un poco más, ambos tricolores se treparon a uno de los tantos árboles en el parque y se asentaron en una rama.

Yami estaba recostado contra el tronco y Yugi se apoyaba en su pecho, feliz de escuchar los latidos ajenos y sentir por fin su calidez a su alcance.

 

Entonces, llegó el momento de las explotaciones.

 

—No sé si sabrás… hace unas semanas la ciudad donde yo vivía y estudiaba sufrió un tsunami —inició Yami.

 

Yugi se llevó una mano a la boca —escuché al respecto en las noticias, pero supe que solo salieron realmente afectadas las construcciones cercanas a la orilla del mar.

 

—Mi escuela... estaba muy próxima a la costa —reveló en respuesta.

 

El menor entonces llevó esa misma mano al pecho ajeno — ¿te ocurrió algo, Yami?

 

El aludido lo tranquilizó fácilmente —por fortuna, ese día había ido con unos compañeros de clase a la ciudad, a ver una película y a comer pizza —explicó —el internado sí quedó muy afectado después de aquel desastre.

 

—Lamento mucho oírlo.

 

Pero Yami no parecía realmente afectado al contar esto —Está bien, no puedo negar que perdí algunas cosas importantes… pero pude recuperar muchas otras​ y al fin de cuentas eran solo cosas —Yami empezó a deslizar su mano por el cabello de Yugi, como si este sencillo acto lo relajara a él —como te imaginarás, todas las escuelas de la ciudad empezaron a recibir muchos de los estudiantes del internado.

 

— ¿Pudiste quedar en una buena?

 

Yami, que hasta entonces solo había estado mirando al cielo, bajó sus ojos para encontrarse con las hermosas amatistas del menor — ¿sabes? Para la gran mayoría eso fue toda una tragedia, pero yo pude verlo como una gran oportunidad y me puse a ello.

 

El menor ladeó la cabeza — ¿una gran oportunidad? ¿para qué?

 

El oji-vino suspiró profundamente —sabía que era arriesgado ir tras un recuerdo después de tantos años, pero era lo único que tenía y lo tomé… me comuniqué con el instituto Domino para pedir que me trasladaran allí —los ojos de Yugi se abrieron al máximo de su capacidad —las ciudades aledañas también están recibiendo personal, como muestra de apoyo ante el tsunami, así que después de comentarles mi situación y… aunque me moleste admitirlo, la mención del trabajo de mi familia, me aceptaron muy fácilmente.

 

Yugi se enderezó de golpe, sin dejar de mirarlo — ¡Espera! Espera, espera… me estás queriendo decir que elegiste trasladarte a una escuela en otra ciudad… ¡¿por mí?! —incredulidad era poco para definir la expresión de Yugi.

 

La mejillas de Yami se colorearon cuando Yugi lo planteó de esa forma —cuando se lo comuniqué a mis padres, bueno, padre estaba desconcertado y, quizás solo un poco molesto —evadió la pregunta de Yugi al sentir que la respuesta era, por demás, obvia —pero supongo que mamá sabía porque lo había hecho y me apoyó con esto.

 

— ¿Se molestó porque tenías que mudarte? —Yugi ya no regresó a recostarse contra él y Yami se revolvió nervioso.

 

—Se molestó porque ya estaba haciendo llamadas y movidas para que me dieran cupo en alguna otra escuela de la ciudad —se encogió de hombros —así que negocié con él.

 

Yugi se llevó la mano derecha al pecho, jugueteando con su nuevo collar —Y dado que estamos los dos aquí hoy, daré por hecho que ganaste.

 

—Fue un poco difícil pero al final lo conseguí —concedió —aunque aún estoy en “período de prueba” —hizo comillas con los dedos.

 

—No comprendo.

 

Yami suspiró —conseguí que padre viera esto como una prueba para mi, para medir mi responsabilidad y mi capacidad de administrarme por mi propia cuenta —empezó a hacer gestos con las manos mientras hablaba, ya que no podía abrazar a Yugi —junto con mi mamá, establecieron una mensualidad que me harían llegar y yo debo de saber administrar para conseguir un piso, pagar los servicios básicos y lo que necesite para la escuela, cada mes.

 

— ¿Y ya conseguiste piso? —cuando Yami negó, Yugi lo miró con preocupación — ¿dónde dormiste ayer?

 

—Estoy quedándome en un hostal desde que llegué a la ciudad —lo calmó —tengo hasta el fin de semana para conseguir el piso que rentar y hacer la mudanza —se mordió el labio inferior en una leve demostración de vergüenza —sé que debería estar buscando lugar pero… simplemente tenía que verte Yugi.

 

A pesar de que se sonrojó, estas palabras no hicieron más consolidar la idea que se formó en la cabeza del menor —inaceptable —dijo en voz ligeramente baja, pero Yami lo escuchó y lo miró confundido — ¡Ven conmigo!

 

Yami parpadeó tres veces — ¿a dónde quieres ir?

 

—Me refiero a que te quedes conmigo, en mi casa —explicó.

 

Ahora fue Yami el anonadado — ¿de qué hablas? ¡No podría hacer tal cosa Yugi! No voy a ir a causarle molestias a tu familia —se negó completamente avergonzado.

 

Yugi negó con fuerza —no es así, Yami eres un chico increíble y mi madre te apreciaba muchísimo —abogó —además hiciste todo esto para… para que pudiéramos estar cerca —estableció sonrojado —¡Es lo mínimo que puedo hacer! ¡Por favor acepta! Tenemos una habitación vacía en casa, además, te ahorrarás bastante del dinero de tus padres y así ellos te dejarán quedarte ¡Todos ganamos!

 

Yami estaba muy avergonzado, pero en el fondo, su mente traicionera empezó rápidamente a formar imágenes ¿Cuán magnífico sería despertarse y poder desayunar con Yugi todos los días? ¿Ir juntos a la escuela y de regreso? ¿Hacer los deberes juntos, jugar, cenar y darse las buenas noches con total certeza de que no volverían a separarse?

 

Sería como un sueño, completamente.

 

Y Yami quería eso, más de lo que podía admitir para sí mismo.

Con la cabeza gacha, miró a Yugi hacia arriba, por entre las pestañas —tal vez… podría hablar con tú familia y ver… si podemos acordar algo al respecto ¿no?

 

Con esa respuesta, Yugi sonrío y lo abrazó —sé que será así… te quiero Yami, y te extrañé muchísimo.

 

Yami correspondió el abrazo con completa felicidad, recordando tantos abrazos de años atrás y sanando el dolor que envolvía el recuerdo de su último abrazo hace cinco años —yo siento lo mismo, nunca dejé de pensar en tí —cuando soltaron el abrazo, Yami llevó ambas manos a las mejillas de Yugi, para que se miraran directamente a los ojos —y, hay algo más que quiero decirte.

 

— ¿Qué es?

 

—Te amo.

 

El oji-vino pudo sentir el momento exacto en que la sangre se le arremolinó en las mejillas a Yugi, tras decirle eso, sintiendo el calor aumentar apresuradamente bajo sus palma y solo pudo sonreír al verlo tan tierno.

 

—Ah, qué… ¡Yami! —exclamó luego de balbucear algunas palabras — ¡No digas algo como eso tan a la ligera!

 

Los pulgares del mayor acariciaron la piel ruborizada —sé que puede no ser el momento adecuado, pero no podía guardarme más esto —a pesar de lo avergonzado que estaba, Yugi no dejó de mirarle —antes no lo entendía, supongo que porque éramos más pequeños, pero ahora sé que esos siempre fueron mis sentimientos por ti… me enamoré y es todo lo que puedo decir —Yugi intentó decir algo, pero no pudo —sé que estuvimos lejos mucho tiempo uno del otro; sé que a lo mejor cambié y tú también, por eso quiero que volvamos a conocernos y, entonces, pueda volver a decir te amo sin que haya ningún pero ni ninguna duda… Yugi ¿te gustaría que saliéramos de vez en cuando?

 

—Te refieres a… ya sabes… ¿citas? —Yugi sentía que el discurso de Yami le había robado por completo el corazón —como, salir a ver una película o a cenar juntos y… poder caminar de la mano por la calle y decirte lo feliz que me haces ¡Porque no puedo sentir otra cosa en este momento que no sea la mayor felicidad! ¡Yami! —al exclamar su nombre, logró que el otro le soltara las mejillas para volver a abrazarlo.

 

—Todo lo que tú quieras, aibou —concedió, sintiendo la misma felicidad llenando su pecho cálidamente.

 

A partir de podrían estar con la persona que los hacía sentir completos en la vida, y no volverían a sufrir la soledad.


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