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Actos de pecado. por AGR

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Notas del fanfic:

Informo que los personajes de Saint Seiya no son míos, la historia que se plasma en este fic es de mi auditoría. 

Como siempre la espera se vuelve un juego de voluntad, las manos sudorosas, esa extraña sensación que producen ganas de vomitar, el acelerado palpitar y la sequedad en la boca. Iba y venía por el mismo espacio de la habitación del motel de mala muerte donde esperaba con creciente impaciencia la llegada de su amante, pero no siempre resultaba ser agradable los furtivos encuentros entre los dos.

 

Acostumbrado a la constante negativa del tener un compromiso, se posponía una vez más la única posibilidad de compartir algo de intimidad y declarar en secreto algún sentimiento silenciado ante el resto que permanecían ignorantes a lo que vivían. Solo una nota doblada en cuatro, enviada por el recepcionista en cargado de brindar las habitaciones a los viajeros o los amantes.

 

La desolación le golpeó con fuerza, pero no se atrevió a derramar alguna lágrima, no caería en la lastima de un amor que no podría alcanzar, comprendía cuales resultaban ser los riesgos al involucrarse en un juego que tenía perdido desde que aceptó aquel beso. No gritaría o se ahogaría en un desfile de licores, solo esperaría un momento antes de marcharse de esa habitación y enfrentar su realidad con dignidad.

 

El discreto saludo a los presentes sin remordimiento de ver a los ojos a su mejor amigo y felicitarle por su aniversario, teniendo una inquebrantable valentía para darle a su amante la misma bendición; el mal sabor de boca lo podía paladear cuando solo deseaba gritar la verdad. Amor una palabra sin sentido cuando buscas lo que ya no te satisface la persona que engañas con esas frases carentes de pasión.

 

Ha dejado esa pasión en su cuerpo en esas noches de mentiras cuando dice trabajar, se revuelca en la lujuria manchando la pureza de quien espera cada día con los brazos abiertos y un lecho sin deshonra. Los remordimientos son fuertes, pero ya has perdido la batalla cuando se ha entregado el corazón. No es siempre posible que un amante se enamore y sufra, muchos solo por necesidad de pasar un momento.

 

Estar perdido en ese círculo vicioso ha desgastado todo su sentido común, porque no importa cuánto desee alejarse solo basta un anónimo mensaje o llamada para acceder a la voluntad del hombre oscuro que ha robado todo de él. La sonrisa de dicha plasmada en el rostro Hyoga, solo afirma lo vil que ambos son ante sus actos de pecado y traición, no parece importarle a su pareja, el mismo que firmó el acta ante un abogado jurando amor al que esposó. Ese día inició todo, los tres celebraban una digna unión y una perversa aventura.

 

No era necesario quedarse y escuchar las palabras que nunca serán para él, esperaría el momento en que las sombras aparecieran para recibir como premio de consolación un beso sin sabor, tan insípido como resultaba ser la unión entre ellos y él cerraría sus ojos esperando el nuevo amanecer.

 

La furtiva visita a su recamara no se dio, ellos empacaron antes del amanecer y marcharon a otras tierras gracias al regalo que le dio Seiya, dejando que su corazón se hundiera en un estanque de espinas. Las noches serían más nostálgicas, perdido entre sus libros y un trabajo que consumía su existencia.

 

¿Cuándo volverá?, sin respuesta, no es bueno sacar a relucir la inquietud tras semanas de no saber de ellos, quizá no volvería, quizá por fin Shiryu era feliz al lado del que escogió como su otra mitad. Pero sabía que no era así, siempre volvería a sus brazos buscando el calor fundido de ser deseado, amado por un hombre como él, creado en el mismo fuego de la pasión.

 

Su día libre solo se es empañado por la repentina llamada del Hospital Ónix declarando que le necesitaban con urgencia en la sala de operaciones, sin poderse negar accediendo al llamado. Ser doctor tiene sus ventajas igual sus contras y esta era una de ellas, pero agradecía tener la facultar de ayudar quien tanto lo necesitaba.

 

¡Sorpresa!, incrédulo de lo que estaba ocurriendo en una de las camillas Hyoga y otra a Shiryu, gran impacto con una situación comprometedora en que los dos estaban entre la vida y la muerte. El remolino de sentimientos se involucran y un paso amargo que condena.

 

No se espera tal noticia sin que llegues a tener esa punzada cortante de culpabilidad, desesperación por conseguir mantener con vida a dos hombres que llegaste a compartir momentos increíbles. Su amor, salvar a su amante y dejar morir al otro que fue su mejor amigo, no es justo el destino cuando te obliga a decidir entre el corazón y la amistad, es un acto cruel y despiadado.

 

—No tiene posibilidades.

 

No se consigue reconocer la propia voz, el profesionalismo se impone al deseo del corazón, la dedicación de ejecutar el conocimiento que te preparan es primordial, pero no te enseñan a tratar con la parte de cuando involucras los sentimientos. El peso siempre lo llevaría sin importar lo bueno o malo, se lleva la culpa de ver a los dos hombres que forman parte de la historia de su vida.

 

Horas de lucha y dolor intenso de una pérdida, todo argumento o conflicto espera paciente un desenlace que terminaría con sangrante recuerdo, si todo fuera distinto nada de eso hubiese sucedido, pero no se es sabio cuando los caminos que se toman dan giros inesperados, ellos tendrían que lidiar con esa decisión y superar lo que catapultaría la separación.

 

Quizá todo siguiera en un secreto sucio que se ocultaba en el motel de mala muerte o quizá todo sería revelado y adquirir un poco de libertad, los pensamientos agotan y fabrican la peor de las torturas, no hay manera de conseguir un buen acuerdo a menos que relates la verdad.

 

El ajedrez no solo es un juego entre dos personas, es un arte de estrategia y genera la satisfacción de acorralar al objetivo. Las piezas que le asignaron estaban siendo devoradas por un excelente jugador. Toda acción tiene una consecuencia y el efecto da un alcance castigador que lastima y te arroja a una celda de aflicción.

 

El arrimo de esas manos en su cuerpo, que producen la llama del deseo, los labios sellando la batalla sin rivales de las lenguas, exquisita fricción de ambos cuerpos entregados a un rítmico vaivén con gotas de sudor perlando la enrojecida piel. El soporte que se tiene para no caer ninguno en la embriagadora lujuria.

 

Una noche cómplice donde se mezcla el aroma del semen con las palabras pecaminosas que infligen dolor y placer. No hay suficiente oxígeno para alimentar los gemidos, solo es la muestra de resistencia antes de fallecer saciados en los brazos de su amante, el consuelo de poseer lo que bien es cierto prohibido de amar, siendo ese acto una infracción a la lealtad.

 

No importa, ya trataría con ellos cuando la mañana con su severa entrada le arrancara de esos brazos, de ese cuerpo que suele encajar con el suyo a la perfección. Esta noche es suya y las venideras, degustaría impartiendo a su amante los más oscuros y sucios deseos y otros por descubrir.

 

Dos, solo ellos entre sábanas revueltas gritando el nombre de cada uno, la desesperación por conseguir el orgasmo y sucumbir con violencia en ese ardiente fuego. Los rayos del sol disipan las figuras que se aman entre las sombras, regresando a realidad donde no quería ser parte. No tener opción a ello solo sigue continuar.

 

La taza de café ya estaba frio, luego de regresar cuando una enfermera dio la tan gran esperada noticia de que su amante estaba fuera de peligro, debía verlo y asegurarse de que era cierto. Nunca olvidaría tal escena y las palabras que retumbaron con fuerza y que no olvidaría jamás, no hasta que la noche llegara y reclamara el derecho de amar a su amante.

 

El bullicio y la inesperada celebración sofocaron, las palabras que pretendía decir, no se podían oscilar cuando el brindis se da a su favor. ¿Qué derecho hay de sepultar la felicidad de otros?, solo a costillas de su amor que debía mantener una vez más en secreto. Recibiendo palmadas en su hombro por los colegas y sus amigos.

 

Nada que decir la marcha lejos de todo comienza ser una realidad. Meses de espera y todo con grandes resultados no se esperaba menos según dicen los presentes, mientras mantiene silenciado sus pensamientos que conjugan la más hiriente verdad. No es un santo, solo un hombre que se contiene a no destrozar toda la farsa ante sus ojos.

 

Que iluso pretender que las cosas cambiarían cuando se vio obligado a tomar la más dura decisión. El licor no siendo de agrado es perfecto para calentar la sensación de frío y amortiguar la mañana la cual es asesina de la felicidad.

 

¡Ikki!, solo necesita que vuelva a repetir el nombre, que no suene apagado, que sea gritado como si estuviera en sus brazos dejándose amar. ¡Ikki!, decir su nombre y acudirían de costumbre a las citas clandestinas, para no morir.

 

La pérdida es irreparable, los recuerdos se van alejando, la tristeza es un efecto que va desapareciendo. Resonantes palabras de una despedida que no esperaban, donde iba es mejor dejarlo en el anonimato junto con su secreto despiadado.

 

La serenidad de Hyoga al plasmar los sentimientos dieron lugar a que su alma este en paz. Ser libre por la verdad expresada en los labios del traicionado, muestra la valía y que a pesar de todo le perdona, haciendo que las noches y los días sean un proceso de la realidad que debe superar, donde las promesas que no fueron dichas rasgan el sentimiento que se aferra al terco corazón. Como se extraña esperar al amante para poseerlo, el refugio momentáneo de sentir consuelo, nada queda ahora.

 

—Nos salvaste la vida Ikki, el resto es problema del ayer. Shiryu y yo esperamos que seas feliz.

 

Herméticos se mantuvieron los labios del amante, confirmando con ese abrazo las palabras de Hyoga, que él era parte de ese pasado. No volverá a escucharse el exquisito sonido cuando gritara por él al dejar sudor y rastros de un orgasmo en el lecho que compartes con el amante.

 

Amores vienen y van, pero solo uno queda gravado a fuego en el corazón. Quizá el tiempo borre las huellas aunque ahora eso solo sea algo muy lejano para quien añora lo que es prohibido. El renunciar no es siempre perder, tal vez el hombre que le espera en su lecho consiga desaparecer de su ser el veneno de Shiryu.

 

Apolo, ese nombre es el que grita y gruñe. Es satisfactorio escuchar el suyo en los labios del que muestra con gran orgullo a sus colegas que Ikki es solo de él, podrá todo ser distinto, podrá complicarse las cosas, pero al menos no tendría figuras en la noche y desoladas mañanas.

 

—Ha sido un día terrible, la niña ha muerto, intenté hacer mi mejor esfuerzo, solo espero que la madre tenga algo de consuelo con su pérdida.

 

—Somos doctores y hacemos lo mejor que podemos, no somos el Creador para pretender ser perfectos Apolo.

 

—Tengo boletos para ir a la ópera, y reservación al restaurante nuevo. ¿Vienes conmigo Ikki?

 

—Será un honor acompañarte, solo termino mi ronda y podremos irnos.

 

Dos años, largo tiempo para olvidar y recomenzar una nueva vida, por fin hay libertad, de nuevo respirar sin temor a quebrarse en llantos amargos, apenas se recuerdan los nombres de aquellos que se dejan atrás, aunque en ocasiones salta una añoranza, pero eso todos lo pasan.

 

Una vez más el veneno de Shiryu azotó con fuerza a su otro amante, al que mantenía en el silencio a la distancia suya y de Hyoga, verle sonreír con Shun y escucharlo decir las tan temibles palabras que él escuchó en más de una ocasión le produjeron cuestionarse si debió dejar morir o no aquel hombre que con sus actos comete el pecado de asesinar el amor de ilusos que le entregan el corazón.

 

Fin

Notas finales:

Les dejo este corto fic, espero que les guste mucho.

Ya saben con gusto recibo sus mensajes y le agradezco por el apoyo que me dan. 

 

Kisus pervertidos. 


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