Lloró. Lloró hasta que sus ojos se secaron, hasta que su cuerpo se había quedado sin lágrimas que derramar, y su garganta se resentía de las incontables veces que repitió el nombre de Baekhyun hasta casi quedarse sin habla. No supo cuán fuerte estaba estrechando el teléfono en sus manos hasta que la palma comenzó a entumecerse.
Su mente repetía “No” una y otra vez. Se negaba a creerlo, se negaba siquiera a pensar en la posibilidad de que su pequeñajo no estuviera, de que no volvería a ver su sonrisa. Asestaba inútiles golpes contra el colchón en un intento de descargar su frustración, pero lo único que conseguía era avivar el fuego de su miseria.
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Los días pasaban para Chanyeol como algo sin importancia.
Carecía de interés en salir de su habitación, en contestar su móvil o siquiera en descorrer las cortinas de la ventana. La razón de su existencia había desaparecido, y el dolor en su pecho se hacía cada vez más profundo y desgarrador, arrancándole las ganas de vivir a cada minuto que pasaba.
Como todos los días, se encontraba tirado en la cama, con el teléfono de Baekhyun a un lado. Por primera vez en semanas, alzó la vista, viendo sobre su escritorio la cena que su madre preparó ayer en un amago de que su hijo probara bocado. Suspiró pesadamente, pero detuvo sus ojos en el cuchillo que se encontraba a uno de los lados del plato. Entonces, un nuevo pensamiento arraigó en su interior:
Curiosidad, aunque mezclado con esperanza, la esperanza de no sentirse tan solo, sino más cerca de su pequeño. Desvió la mirada a su brazo, y de nuevo al cuchillo, mordiéndose el labio al mismo tiempo.
“El dolor se mitiga con más dolor, verdad?” Pensó, intentando ponerse de pie y dirigirse a su objetivo. Agarró el cubierto con las manos, observando la punta detenidamente. No era lo más afilado en el mundo, pero podría servir por ahora. Se echó sobre la cama y estiró su brazo derecho. Inspiró profundamente, recordando la noche antes del incidente: Sus caderas moviéndose acompasadamente con las del bajito, provocándoles un intenso placer, los gemidos de Baekhyun pronunciando su nombre, pidiendo por más. Era un pensamiento agradable, pero se desvaneció súbitamente como polvo en el viento, dejando únicamente la mirada de la madre del bajito y la frase:
“Baekhyun está muerto, Chanyeol”.
–¡Cállate! – Negó con firmeza, hundiendo el cuchillo en la parte interna de su brazo, sintiendo una punzada de dolor recorrer su cuerpo al contacto con este, y advirtiendo un pequeño reguero de sangre huir por su piel y desembocar en sus sábanas, tiñéndolas de un carmesí escalofriante. Durante ese pequeño instante, Chanyeol olvidó por completo el mundo, se abandonó a sí mismo y a la idea de la muerte de su novio, y solo sintió dolor físico, un dolor algo más agradable que el que sentía en su corazón. Se pasó la lengua por los labios, satisfecho por haber encontrado una manera de encubrir el sufrimiento por el que llevaba pasando todo este tiempo. Deslizó el cuchillo más abajo, creando una escisión más pronunciada en su piel, y observando cómo la sangre se escapaba en mayor cantidad.
“¿Qué estás haciendo, Channie?”
Escuchó en su mente poco después de sentir el dolor colmar su cuerpo de nuevo. Se sintió delirar escuchando esa vocecita retumbando en su cabeza, pero no dudó en contestar al tiempo que enterraba el objeto más profundamente en sus venas:
–Baekhyunnie… No pensé que volvería a escuchar tu voz… –¡Un deje de esperanza tiñó sus palabras, pero al momento, sus facciones tornaron afligidas – Intento olvidar que ya no estás aquí, peque. Cualquier dolor es más soportable que el recuerdo de tu muerte – Un silencio que al moreno se le antojó demasiado largo consiguió que este volviera a su faena y que, acto seguido, una voz suplicara desesperada en su cabeza:
“¡Eso no me va a traer de vuelta, Channie, por favor, déjalo ya! No solo te estás haciendo daño a ti, sino también a mí! ¿Cómo crees que me siento yo al verte hacer eso?” – el moreno respondió casi automáticamente:
–No lo hará, pero hará mi vida más llevadera –Dirigió su mirada al techo – Y no sabía que los muertos podían sentir – Sus palabras envenenadas recorrieron la habitación, extendiendo su ponzoña en cada rincón. A los pocos segundos con su mente en completo silencio, un hilo de voz gimió dentro de ella:
“No puedo soportar verte así, Channie…”
–¿Acaso puedes verme? –Rió débilmente, resintiéndose ya por la profundidad del corte – Ni siquiera sé si simplemente estoy hablando desde el delirio, si realmente no estás aquí. Honestamente, lo más seguro es que seas producto de la locura que me produce el estar sin ti – Empezaba a sentir un mareo extraño recorrer su cuerpo y que emborronaba su visión. La sangre que seguía corriendo era lo que desestabilizaba su cuerpo.
“Estoy, Channie, estoy. No del modo que quisiera, desde luego, pero estoy, y no pienso permitir que sigas haciéndote daño. Encontraré la manera de que pares esto”
–Más daño del que me has dejado yéndote no creo que pueda sufrir, bebé – Se hizo el silencio unos momentos, en los que Chanyeol profundizó la herida, mordiéndose el labio al notar el filo rasguñando otra de sus venas. Esos segundos fueron suficientes como para que la voz cambiara su entonación y pasara a ser completamente sería y sentenciosa:
“¡Basta ya, Chanyeol!”
Y la vocecilla desapareció repentinamente de la mente del moreno, que dejó resbalar el cuchillo entre sus dedos, manchando todo cuanto rozaba en su paso hasta el suelo.
–Tú nunca me llamas así… – Se levantó y miró inútilmente a su alrededor, esperando encontrar lo que no estaba alli – ¿Baekhyunnie? – Siguió llamando, desesperado – ¿Baek? No... No te vayas, amor! – Señaló su brazo, tembloroso – ¡Mira! Ya no estoy... – La vista comenzó a desenfocarse y sus piernas a tambalearse. A los pocos segundos, su cuerpo se venció contra el suelo, ya sin fuerzas.