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Los Clásicos de Gazette por urumelii

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Notas del fanfic:

Mis ideas locas XD 

Aoi Nieves y los 7 músicos


 


 


 


Había una vez una disquera muy importante. Esta tenía como única dueña a Yuri Shiroyama, la señora Shiroyama era viuda y tenía un solo hijo, Aoi, quien era su adoración. Aunque el pequeño niño tan solo tenía diez años había demostrado ser inteligente y apto para la música; se lucía cada vez que tocaba la guitarra. Sin embargo su madre creía que Aoi necesitaba una figura paterna, por lo que se volvió a casar. 


 


Lo hizo con un músico, el mejor del lugar según muchos decían. Yoshiki, como muchos lo llamaban, se mostró amable con Aoi, le enseñaba acordes, compases y notas que el chico jamás había escuchado. Por un tiempo la familia fue muy feliz, Yoshiki incluso le ayudaba a la señora Shiroyama a administrar la disquera, cada vez imponiéndose un poco más. 


 


Al cabo de unos cuantos años, cuando Aoi cumplió catorce, su madre falleció víctima de una enfermedad misteriosa. Para ese momento ya era un músico extraordinario para su edad, y todos a su alrededor se lo hacían saber. Así que cuando su madre le faltó, quiso refugiarse en la música; sin embargo Yoshiki le prohibió en ese momento todo contacto con la música, argumentando que no debía distraerse con banalidades y aunque el chico peleó por su derecho, no consiguió nada. Pues Yoshiki no sólo tenía su custodia, también había heredado la disquera de su madre. 


 


Para cuando Aoi cumplió veintiuno, llevaba años sin tocar una guitarra, pero hacía musica con todo lo que se le aparecía y aquello hacía que llamara mucho la atención entre toda la gente que conocía. Y es que no era para menos, Aoi a pesar de su terrible padrastro jamás perdió su sonrisa, ni la esperanza de que todo saldría bien al final. Aunque debía admitir que cada día se le hacía mas difícil. 


 


Por eso aquel fatídico día, decidió arriesgarse. Había escuchado que Yoshiki estaba metido en la sala juntas de la disquera, y aunque Aoi permanecía en el edificio encerrado después de la escuela, nunca tenía nada qué hacer. Sin embargo, decidió aprovechar ese día para escabullirse a uno de los estudios de la gran disquera y tomar una guitarra. 


 


Al principio, le fue difícil recordar cada nota, pero a medida que tocaba se le hacía fácil hacer melodías; de vez en cuando fallaba pero con sus dedos ágiles comenzaba de nuevo. No podía ocultar el gran placer que le provocaba por fin tener un instrumento en sus manos. La música que salía de sus manos llamó la atención especial de un chico que iba pasando por el pasillo de la disquera. 


 


Uruha era El Segundo mejor músico de la disquera, el primero siempre tenía que ser Yoshiki; podía tener su propia disquera si quería pues su padre era dueño de una. Pero él, quería valerse por si mismo y probar suerte en la de alguien más. Hasta el momento le estaba resultando, pues estaba adquiriendo mucha popular en la ciudad. 


 


De inmediato, Uruha se sintió atraído por la melodía que provenía de uno de los estudios, sin vergüenza, decidió asomarse. Donde encontró a un hermoso chico de cabello negro, jugueteando con una guitarra mal afinada. No pudo evitar sonreír, mientras el otro trataba de tocar con manos torpes pero que parecían aprender rápido. Se sentó frente al pelinegro quien dejó de tocar al notar su presencia. 


 


-No, por favor, no te detengas - dijo Uruha sonriendo - lo haces muy bien


 


El otro negó con un pronunciado sonrojo en sus mejillas - es la primera vez que lo hago desde que era niño - confesó apenado. 


 


-Vaya - Uruha sacó su propia guitarra del estuche que había estado cargando en su espalda - deja que toque algo contigo, podría enseñarte una que otra cosa 


 


Aoi no supo que decir, así que solo se limitó a asentir. Por más de una hora estuvieron tocando juntos. Sin decirse nada que no fuera de la música, sin decirse sus nombres, quienes eran  o si se volverían a ver. Después de un rato, el celular de Aoi vibró en su pantalón, con un mensaje de Yoshiki, preguntando dónde estaba. 


 


-Tengo que irme - dijo el pelinegro asustado dejando la guitarra en su lugar - no debería estar aquí - cayó en cuenta de su error. 


 


-Espera, ¿te puedo volver a ver?


 


Aoi se mordió un labio - mañana - aseguró con una sonrisa - aquí - diciendo eso salió corriendo directo a La Oficina de su padrastro. Sonreía sin poder evitarlo, estaría mintiendo si negaba que aquel castaño no le había llamado la atención. Estaba emocionado no solo por volver a tocar la guitarra, si no por tocar con él. 


 


-Aoi, - escuchó la voz de su padrastro a través de la puerta de su oficina - ¿donde estabas? Me dijeron que no estabas haciendo la tarea en la cafetería como siempre - regañó Yoshiki. 


 


-Lo siento, esta vez fui a hacerla a la terraza - mintió, si su padrastro se enteraba de lo que hacía, probablemente lo castigaría y no de una manera amable. 


 


EL otro lo miró sin saber si creerle. 


 


-Ten cuidado Aoi, andar revoloteando por ahí nunca es bueno - le advirtió - vete al carro, en un momento voy


 


Aoi asintió e hizo lo que le pedían. 


 


Al salir de la oficina Yoshiki suspiró. Odiaba al mocoso pero era una carga que tenía que llevar si quería seguir con la disquera, el testamento de su madre decía claramente que Aoi sería el dueño de la disquera a partir de sus veintiún años, siempre y cuando fuera músico. Algo que jamás le había comunicado a su hijastro, por supuesto, se limitaba a mantenerlo a raya y hacerlo pensar que él era su única manera de sobrevivir en el mundo. 


 


-Señor - su asistente lo llamó desde la puerta - su carro espera


 


Yoshiki miró al chico de bonita sonrisa mientras entraba a La Oficina. 


 


-Kai, - le dijo suspirando - ¿Quién crees que sea el mejor músico de aquí? - le preguntó como parte de su rutina, su asistente era incapaz de mentir, por eso siempre le hacía la misma pregunta. 


 


Kai sonrío mostrando sus característicos hoyuelos - Usted señor, no hay nadie que se le compare - respondió sin pensar. 


 


Yoshiki asintió sintiéndose satisfecho con la respuesta.


 


 


 


Después de aquel día, Aoi y Uruha se vieron todas las tardes para tocar juntos la guitarra. El Segundo, estaba maravillado por la habilidad del pelinegro para tocar, ya no tenía problemas con los dedos y pisaba las notas con una destreza espectacular. Parecía tener un don espectacular para la guitarra. Ninguno de los dos se había atrevido a presentarse , solo se sonreían sin decirse su nombre. 


 


A Aoi le daba pánico que el chico castaño no le volviera a hablar si se enteraba que era hijastro del dueño. A Uruha le daba miedo, que su apellido asustara al chico, pues Takashima era el apellido del famoso músico y dueño de la disquera enemiga. Así que se limitaban a tocar juntos, hablaban de todo y de nada, de pronto compartían caricias pero hasta ahí. 


 


-Pronto podrás hacer tu debut como guitarrista - le dijo Uruha sinceramente. 


 


-Estás loco - respondió el pelinegro - no podría, tu piensas eso porque te agrado - dijo un poco avergonzado. 


 


Uruha se sonrojó - te lo puedo probar, mira - se levantó abriendo la puerta del estudio y buscando a alguien en el pasillo - ¡Kai! - gritó finalmente. 


 


Aoi se puso muy nervioso, no quería tocar frente a nadie más, pero si quería ser músico no tendría de otra. Si quería demostrarle a su padrastro que era capaz de ser tan bueno como él. Kai entró confundido al estudio. 


 


-¿Qué pasa? - el chico de la hermosa sonrisa miró a Aoi con sorpresa. 


 


-Escuchalo tocar y dinos que opinas ¿vale? - dijo Uruha sin dejar posibilidad al dialogo entre los otros dos. 


 


Aoi tomó la guitarra sin atreverse a mirar al asistente de su padrastro, suponiendo que sería un gran comienzo para que lo ayudara a convencer a Yoshiki de que lo dejara tocar. Comenzó a tocar junto con Uruha, una de las canciones que ensayaban juntos durante las ultimas semanas. Se limitó a perderse entre las cuerdas, entre la melodía que tanto su guitarra como la del castaño producían. La sensación de pertenecer a un lugar, que había extrañado desde que era niño. La música misma lo hacía sentirse más cerca de su madre y no añorarla tanto, como lo hacía. Al finalizar, se dio cuenta que pequeñas lagrimas resbalaban por sus mejillas pero se limpió de inmediato esperando que los otros dos no se dieran cuenta. 


 


-Eso fue increíble Aoi - dijo Kai emocionado - serás un excelente músico


 


-Claro que sí - aseguró. 


 


-¿Aoi? - pronunció Uruha - ¿ese es tu nombre?


 


El mencionado se paró como resorte de la silla - debo irme - y sin decir más salió disparado de la sala, dejando a los otros dos. 


 


Kai se sintió incomodo de repente - debo ir con Yoshiki, - se disculpó. 


 


-Ese era el hijastro de Yoshiki, ¿no es cierto? - preguntó con seriedad.


 


Kai asintió saliendo del estudio. Se dirigió de inmediato a La Oficina de Yoshiki emocionado por lo que acababa de escuchar, seguro cuando le dijera al dueño lo increíble que era su hijastro con la guitarra, el hombre se encargaría de hacerlo una gran estrella. 


 


-Señor - tocó a la puerta. 


 


-Kai, pasa - le dijo Yoshiki -¿Podrías decirme quién es el mejor músico? 


 


Kai dudó por primera vez, sabía que su jefe era un gran músico, pero Aoi lo había sorprendido tanto. No debía tener mucho tiempo tocando, por lo que sabía nunca había estudiado música y aún así estaba logrando manejar la guitarra como nunca antes había visto. Yoshiki pareció entender su duda y lo miro con angustia. 


 


-¿quién es el mejor músico? - repitió. 


 


-Es que - dudó - Aoi….


 


Yoshiki soltó todos los papeles que tenía en la mano, azotó ambas en el escritorio -¿Aoi? - dijo con desprecio en la voz - Aoi tiene prohibido tocar cualquier tipo de instrumento, vete de aquí - le dijo haciendo un ademán con la mano. 


 


Kai salió sin entender lo que había pasado. 


 


Yoshiki sabía que en cuanto el chico pudiera tocar se haría famoso, no sólo era un Shiroyama, también tenía un talento espectacular. Lo había notado desde que lo conoció y en cuanto supo que su madre le había heredado todo, desde el dinero hasta la disquera, con la condición que siguiera tocando; él se había encargado de que el mocoso no volviera a la música. Por lo que él podías erguir siendo el amo y señor de la disquera. 


 


Tenía que actuar rápido si no quería que su modo de vida se viera amenazado, así que hizo lo primero que se le ocurrió. Tomó su teléfono y marcó el numero de memoria. 


 


-¿Sí? -contestaron del otro lado.


 


-Kamijo, necesito un favor. - hubo silencio del otro lado invitando a que continuara - necesito deshacerme de alguien


 


-¿claro? Pero te costará mucho…


 


-sí, sí no importa. Hasta la disquera correrá con todos los gastos de tu proximo disco si es necesario - dijo con tranquilidad. 


 


-Debe ser alguien importante….


 


-Aoi - se limitó a decir. 


 


-Pero, Es tu hijastro - debatió Kamijo.


 


-no me importa, deshazte de él 


 


La llamada se cortó. 


 


Kamijo era un matón con aspiraciones musicales, su reputación hacía difícil que su carrera despuntara, pero Yoshiki lo había apoyado siempre y cuando de vez en cuando le hiciera favores. Generalmente no le importaba hacerlo, pero no podía evitar pensar que deshacerse de Aoi era llevarlo demasiado lejos. Conocía al chico desde que era niño, y nunca había demostrado ser una amenaza para nadie, incluso le caía bien, pues el pelinegro jamás demostró tener problemas con su pasado. Sabía que no podía arrepentirse de lo que tenía que hacer. 


 


Aquella mañana, condujo el auto en lugar del chofer de siempre. Como le había indicado Yoshiki, el único pasajero sería Aoi. El pelinegro iba a su lado mirando a todos lados, lucía nervioso. 


 


-Oye chico, ¿estás bien? - le preguntó finalmente. 


 


-sí, es sólo que hoy iré a hablar con mi padrastro y estoy nervioso


 


-si es tu padrastro no puedo imaginar por que estarías nervioso


 


Aoi sonrió de lado - es que, empecé a tocar la guitarra, y quiero que me deje seguir tocando


 


Kamijo entendió por qué Yoshiki le había encomendado tal tarea y entonces le entró la culpa. A nadie deberían de prohibirle tocar música. Sin pensarlo mucho, orilló el carro y frenó de pronto, sacándole a Aoi un susto.


 


-¿Qué pasa? - preguntó Aoi alarmado. 


 


-Vete - contestó Kamijo - tu padrastro quiere matarte, te estoy dando una oportunidad. Vete. 


 


-Pero, ¿qué le hice? No entiendo


 


-No lo sé Aoi, pero tienes que huir o te matará


 


El pelinegro no sabía qué pensar, pero de cierta forma lo que Kamijo le decía tenía sentido - te envió a ti a matarme ¿verdad? - preguntó tragando saliva. 


 


Kamijo asintió - ahora vete, antes de que me arrepienta - dijo en un tono más amenazador. 


 


Aquello bastó para que el pelinegro abriera la puerta del auto y saliera corriendo sin un rumbo fijo. Debió correr por media hora antes de detenerse, nadie lo seguía pero se sentía exhausto, notó que no tenía ni un quinto en la cartera, no podía usar las tarjetas de crédito o lo descubrirían. Tenía unas inmensas ganas de llorar y no sabía qué hacer; no tenía amigos, no tenía a nadie. 


 


Encontró un pequeño parque al que se atrevió a adentrarse, resolvió que tal vez podría pasar la noche en alguna de las bancas, se hacía tarde. Caminó sin rumbo hasta que encontró una fuente, donde un chico con un guitarra parecía estar teniendo problemas con la misma. 


 


El chico de cabello pelirrojo cereza trataba de tocar una canción en la guitarra y cantar al mismo tiempo sin éxito. Aoi se acercó muerto de nervios, pero era su única oportunidad de conseguir un poco de dinero. 


 


-¿Te ayudo? - dijo Aoi acercándose al chico que tenía un rostro malhumorado. 


 


El otro lo miró extrañado - ¿sabes tocar la guitarra? - le preguntó con sarcasmo. 


 


-Un poco - admitió avergonzado. 


 


-bien, - le tendió la guitarra - toca y yo canto - resolvió como si estuviera hablando del clima. 


 


Aoi se asustó, no se creía capaz de seguir la voz del chico. Para él era fácil seguir la guitarra de Uruha, no una voz. Pensó en Uruha y un dolor se instaló en su pecho, probablemente no lo volvería a ver. Tocó tus notas para familiarizarse con el instrumento y de pronto el chico empezó a cantar con voz profunda. 


 


Al principio le costó trabajo seguirle el paso, entender qué canción era la que entonaba pero después de unos minutos, parecía que ambos estuvieran tocando juntos desde siempre. Lo cual atrajo a muchas personas que paseaban por el parque, comenzaron a aventar dinero a un pequeño gorro que el chico había dejado en el piso. Terminaron entre aplausos y vítores. 


 


-Eso fue muy bueno - dijo el chico pelirrojo recogiendo el sombrero - ten, te toca la mitad. Gracias por ayudarme, mi guitarrista salió en busca de un bajo y yo solo no puedo - explicó. 


 


Aoi recibió el dinero pero pronto notó que no sería suficiente para pagar una habitación de hotel, suspiró y sonrió - gracias, soy Aoi. - se presentó tranquilamente. 


 


-Ruki - contestó el otro - ¿estás bien? - parecía haberlo leído de pronto. 


 


En ese momento, el pelinegro se quebró y llorando le explicó su situación - lo siento, no quería abrumarte con mis problemas, solo necesitaba sacarlo - dijo finalmente. 


 


Ruki no dijo ni una palabra mientras el otro le explicaba - bueno, entonces ven conmigo - dijo de pronto. 


 


-¿Qué? - para Aoi fue imposible creer que alguien le hubiera dicho eso. 


 


-Puedes quedarte con nosotros, tu historia no es demasiado diferente a la nuestra - hizo una seña con la cabeza - vamos, no te voy a robar los órganos - se burló. 


 


Sin saber muy bien por qué Ao confió en Ruki, tal vez fue por la manera en que su voz y la guitarra se habían compenetrado, como si se hubieran conocido desde toda la vida. En su canción, Aoi sabía que Ruki era sincero. Así que lo siguió. 


 


Caminaron unas cuatro cuadras, antes de llegar a una enorme casa. Iban caminado hacia la puerta cuando alguien abrió de golpe; un chico rubio con una banda en la nariz salió corriendo seguido de un castaño rojizo. 


 


-¡Te dije que la próxima vez que tocaras mis cosas iba a matarte! - gritó el castaño rojizo. 


 


-Sólo fue un poco de crema para peinar, maldita nena - gritó el otro riendo. 


 


-Dejaste un desastre


 


El rubio entonces chocó contra Aoi, quien sin quererlo impidió su huida. 


 


-¡Reita! - dijo Ruki molesto - ¿no pueden estar cinco minutos sin pelear? 


 


Reita se echó a reír - Shou tiene la culpa, por no prestarme sus cosas - se defendió. 


 


Shou frunció el ceño - son mis cosas idiota y ¿tu quien eres? - preguntó notando la presencia de Aoi. 


 


Aoi iba a contestar pero Ruki se le adelantó - se quedará con nosotros a partir de ahora, es guitarrista - añadió como si aquello fuera un pase automático. 


 


El chico llamado Reita lo examinó de los pies a la cabeza - Ruki, tienes que dejar de adoptar músicos, nos vamos a volver locos aquí - dijo. 


 


Ruki giró los ojos - es mi casa y uno más no hará daño, vamos - ignoró a Reita y le hizo una seña a Aoi para entrar - esta casa me la dejó mi madre hace mucho años - explicó a medida que entraban a la sala principal. Toda la casa estaba llena de instrumentos, de partituras, latas de cerveza y cajas de pizza - ella tocaba el piano - señaló un enorme piano de cola blanco que parecía estar en perfecto estado - y me enseñó que a ningún músico se le debía negar la oportunidad de demostrar su talento. Después de que ella murió Reita se vino a vivir conmigo, con su novio. Reita es bajista, Hiroto es guitarrista. Después llegó su hermano Tora. A Shou lo conocimos en un bar donde casi lo matan por cantar una canción prohibida;  a Saga, bueno, si padre lo corrió de la casa por querer ser músico. Y Nao, conocí a Nao en un concierto de piano, es el chelista más talentoso que he conocido - habló como si el cariño fuera más profundo que solo amigos - pero sus padres murieron y no pudo seguir pagando la escuela. Sobrevivimos de la música, mientras yo trato de ganar lo suficiente para pagar la universidad de Nao - subieron las escaleras - la casa es bastante amplia, solo te pido una pequeña cuota para poder mantenernos, podrás pagarla hasta que consigas trabajo y - abrió una puerta, la habitación era pequeña pero tenía una cama y lo más importante: una guitarra - podrás tocar aquí. 


 


Ruki lo dejó para que se instalara, aunque no había mucho que instalar, no tenía ropa, ni pertenencias. Había tirado el celular en el momento que había salido del auto. Notó que tenía ganas de llorar nuevamente, su vida había cambiado en tan solo unas horas y estaba seguro que ahora; Kamijo le iría con el cuento a su padrastro de que estaba muerto. Ahora debía ocultarse de Yoshiki, así que aunque quisiera tocar, jamás podría volverse famoso. 


 


Tomó la guitarra y comenzó a afinarla justo como Uruha le había enseñado. La única forma que encontró para no echarse a llorar, fue tocando. Se perdió entre las notas nuevamente, durante lo que le parecieron horas. Hasta que sus dedos dolieron, hasta que sangraron por el esfuerzo. Se detuvo hasta que dos manos lo detuvieron. El mismo chico rubio de antes lo sostenía con una mirada de preocupación. Sin saber por qué se echó a llorar nuevamente, en el pecho de Reita, el otro no dijo nada se limitó a consolarlo. 


 


Así fue su primera noche. 


 


Sin embargo las que siguieron fueron muy diferentes. Ami pronto descubrió que en esa casa siempre había música. Nao debía practicar el cello al menos dos horas al día; Hiroto, Tora y Saga trataban de formar una banda pero aun les faltaban integrantes. Reita se paseaba con su bajo todas las mañanas despertando a todos con sonoras notas. Y en las noches, los chicos se reunían a escuchar a Shou y a Ruki cantar y tocar el piano. Al principio a Aoi le costaba trabajo participar en aquello, pero pasadas las semanas comenzó a abrirse con aquellos músicos, y su técnica de guitarra comenzó a mejorar al punto de tener hipnotizada a toda la casa cada vez que tocaba una melodía. 


 


Pasados dos meses Aoi comenzó a buscar trabajo, si bien Ruki no lo había presionado se sentía como un parasito sin ayudar en nada del dinero. Aunque se la pasaba limpiando para devolver el favor a todos los demás. 


 


-Toca en el bar - le sugirió Reita - nos vendría bien un guitarrista y la paga es buena


 


Aoi se lo pensó bastante, pues no quería llamar la atención de Yoshiki. Sin embargo, Reita y Hiroto lo acabaron de convencer. 


 


Lamentablemente para Aoi, tan solo pasaría un mes antes de que el bar comenzara a llenarse de gente gracias a su increíble talento, cada día, más personas se acercaban al bar para escucharlo tocar. Pronto había carteles con su nombre, promocionando el bar, la música, la banda, la bebida. 


 


No faltó mucho para que el nombre de Aoi se escuchara por toda la ciudad y finalmente llegara a oídos de Kai. Para todos en la disquera el hijastro del dueño se había ido a estudiar lejos, con muy pocas ganas de regresar. Así que cuando lo invitaron al bar a escuchar a un tal Aoi maestro de la guitarra, jamás pensó en Shiroyama. Grande fue su sorpresa al ver al pelinegro, bastante cambiado, lucía más fácil con el cabello mas largo y manejando la guitarra como nunca había visto a nadie hacerlo. 


 


Aoi nunca lo vio y Kai no se atrevió a acercarse, supuso que tenía sus razones para no estar cerca de la disquera, pero al quedar así de intrigado pudo evitar comentárselo a Yoshiki al día siguiente, cuando su jefe le hizo la pregunta de siempre. 


 


-Kai, ¿quién es el mejor músico? 


 


-Aoi Shiroyama - contestó directamente. 


 


Yoshiki se puso pálido al escuchar su nombre -¿disculpa? - preguntó tratando de no molestarse. 


 


-Vi a Aoi tocar en el bar Atesaki, creo que ha mejorado muchísimo. Valdría la pena que hiciera un disco - dijo emocionado. 


 


-Kai, déjame solo - dijo de inmediato.


 


-Pero, señor


 


-LARGO - gritó asustando al asistente por primera vez. 


 


Yoshiki le habló a Kamijo de inmediato, quien le contestó tras el tercer intento. 


 


-Dijiste que estaba muerto - interrumpió ni mas contestó el teléfono - que lo habías matado, ¿qué hace mi hijastro tocando en un bar? 


 


Kamijo no contestó. Su silencio le dijo más a Yoshiki de lo que necesitaba. 


 


-No merecía morir - dijo Kamijo. 


 


-Eso no lo decides tú, lo decido yo - colgó. Sabiendo que si quería hacer las cosas bien, sería haciéndolas él mismo. 


 


 


De la misma forma en que Kai se había enterado del bar, Uruha escuchó hablar de un extraordinario guitarrista que se presentaba todas las noches. Después de saber la noticia de que Aoi se había ido a estudiar al extranjero se había desencantado de la disquera Shiroyama. Había decidido volver a su propia disquera e intentarlo de nuevo, administrándola él mismo ahora que su padre estaba a punto de retirarse. La noticia del guitarrista estrella le decía que tal vez podía firmarlo y volverlo an mas famoso. 


 


Sin embargo,  el día que fue a escucharlo tocar, el guitarrista no se presentó. Había un gran alboroto en el bar; un chico rubio con una banda en la nariz gritaba como desquiciado, hacia otros chicos sobre el pequeño escenario. 


 


-¡Trató de matarlo! - gritó el rubio - le disparó a Aoi, en la mano, en el pecho. Está en el hospital


 


Los chicos en el escenario bajaron de inmediato y lo siguieron, dejando al publico confundido. Pasaría una semana antes de que Uruha supiera que al chico al que le habían disparado y Aoi Shiroyama eran la misma persona.


 


Se enteró por las noticias, habían arrestado a Yoshiki por intento de homicidio a su hijastro. Y lo hubiera logrado de no haber sido por un tal Ruki Matsumoto, quien había impedido que la bala atravesara su corazón al forcejear con el hombre. Uruha casi se va para atrás; mientras la reportera hablaba de los motivos de Yoshiki. La disquera Shiroyama le pertenecía a Aoi, no a su padrastro y este quería quedarse con el negocio. Finalmente dijeron el hospital en el que el pelinegro se encontraba y Uruha no dudó un segundo en salir disparado hacía allá con todo y guitarra en la espalda. 


 


Cuando llegó al hospital encontró la habitación de Aoi custodiada por siete chicos de semblante serio. Se sintió incomodo por un momento. 


 


-¿Tú quién eres? - dijo el más bajo cuyo cabello era rojo cereza. 


 


-Uruha - dijo tranquilamente - vengo a ver a Aoi


 


-No puedes pasar - le dijo otro, a quien reconoció como el chico de l banda en la nariz en el bar. - Aoi nos dijo que no tenía a nadie y la ultima persona que dijo que lo conocía lo dejó en este estado


 


-¿Cuál estado? - preguntó Uruha preocupado. 


 


-¿No lo sabes? - dijo otro de ellos - le dijeron que no podría volver a tocar


 


Uruha sintió que el mundo se le venía encima, Aoi tocaba divinamente, que no lo volviera a hacer era una aberración. 


 


-Dejenme entrar a verlo, yo haré que toque


 


-Ni siquiera quiere alzar una guitarra - dijo otro. 


 


-Dejalo - anunció finalmente el chico de cabello cereza - pero si intentas algo, te la verás con nosotros siete.


 


Uruha abrió la puerta de la habitación, detrás de él los siete chicos no le quitaron la mirada de encima. Aoi reposaba sobre la cama en un sueño profundo, del que no parecía querer despertar. Al parecer las heridas no habían sido graves, a excepción de la mano. El castaño sacó la guitarra de s estuche y se sentó sobre la cama con delicadeza. Comenzó a tocar ligeramente la primera melodía que él y Aoi habían tocado juntos. 


 


Poco a poco, el pelinegro abrió los ojos con sorpresa. 


 


-eres tú - dijo con dificultad


 


-Me llamo Uruha - se presentó por fin. 


 


Aoi sonrió sabiendo de inmediato quien era. - sigue tocando - le dijo.


 


-Toca conmigo - dijo Uruha con delicadeza. 


 


-No puedo - contestó con amargura. 


 


-Claro que puedes, nadie puede hacerlo como tu - le tendió la guitarra. 


 


-Está muy debil - interrumpió Reita. 


 


Pero Aoi se acomodó sobre la cama tomando la guitarra, trató de tocar pero no lo logró, se sintió de la misma manera que la primera vez que se había propuesto retomar la guitarra. Sin embargo, al contrario de lo que los doctores habían dicho, sus manos le respondían, poco a poco logró tocar una o dos notas. Se sentía exhausto, pero sabía que era un avance. 


 


Miró a Uruha emocionado, miró a los siete amigos que le habían dado un lugar en su casa y no lo habían dejado morir solo. Incluso Ruki le había prácticamente salvado la vida, no sabía que podía tener a gente así a su lado y se sentía muy feliz. A pesar de que Yoshiki había tocado a su puerta y sin preguntar le había disparado en la mano. 


 


Ese día se había enterado de la verdad, de como su padrastro lo había alejado de la música para que no pudiera acceder a su herencia. Como lo había manipulado dejándolo siempre desamparado. Pero Aoi había encontrado la forma de sobrevivir junto a siete maravillosas personas; y fue en ese momento que supo que su disquera se dedicaría a ayudar a músicos como sus amigos. Aquellos que se rehusaban a abandonar la música porque era su único escape. 


 


De pronto sintió unos labios sobre los suyos. Uruha lo había besado sin previo aviso. 


 


-Ya había despertado - dijo Aoi cuando el beso terminó. 


 


-Lo sé, pero no pude evitarlo. Quiero hacerlo desde el día en que te conocí - admitió el castaño. 


 


Aoi sonrió - que bueno, me moría por hacer lo mismo - dijo. 


 


-A partir de ahora todo será diferente - aseguró Uruha - tendremos un final feliz. 


 

Notas finales:

espero les haya gustado <_< les recuerdo que me pueden seguir en mi pagina de facebook donde se pueden enterar de lo que escribo y de mis actualizaciones. 

 

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