Semanas habían pasado y el agotamiento en el rostro de Katsuki era evidente mientras peinaba con dedicación el rojo cabello del chico en sus piernas.
El rubio se había hecho de una casa en un pueblo alejado de Tokyo, todo para comenzar una nueva vida.
-no volveré a dejarte ir nunca Eiji.
Susurro suavemente al oído del chico que no demostró ningún tipo de expresión en su rostro… tan distinto al chico que había conocido, el cual con su sonrisa hacia brillar el día más oscuro.
Flashback
*-oh muchacho has podido encontrarme, no muchos hacen eso hoy en día, diría… nadie hace eso. Siéntate, es obvio porque estas acá… mi Quirk es famoso… legendario tal vez... pero es una maldición…
Cualquiera creería que es el regalo más maravilloso que pudiesen tener, devolver de los brazos de la muerte a tus familiares y amigos, a la gente que amas… pero no todo es como cuentan, no saben lo equivocados que están…
Bakugo, coloco el cuerpo que traía en brazos envuelto en una sábana blanca sobre la mesa. Retiro la tela que cubría el dulce rostro de su amado pelirrojo.
-deja de hablar viejo… te daré lo que sea, solo devuélvelo a mí.
El hombre frente a él, observo al joven rubio, tan lleno de vida, sonrió cerrando los ojos.
-te doy merito por llegar hasta acá muchacho, pero debo advertirte… mi Quirk puede traer a tu amigo de vuelta, pero él no será el mismo… *
Fin del flashback
Despertó en medio de la noche a causa de un incesante sonido, con el agotamiento aun presente en su rostro y noto que Kirishima no estaba a su lado donde lo había dejado.
Siguió el sonido, hasta encontrar al pelirrojo en el corredor, encorvado, mientras sostenía algo en sus manos y lo llevaba a su boca.
-Eiji, es medianoche, que haces aquí.
El pelirrojo ignoro al rubio, siguiendo en su labor.
Bakugo simplemente lo tomo del brazo para instarlo a levantarse hallándose de frente con el horror. En sus manos Kirishima sostenía el cadáver de un pajarillo; una mano sostenía su cabeza, mientras la otra el cuerpo el cual tenía una mordida, mientras la boca de Eijiro mostraba en rojo vivo el delito cometido.
El rubio recordó levemente las palabras que hace 18 días el viejo le había dicho, justo antes de traer de vuelta a Eijiro.
Desde que Eijiro había vuelto, Katsuki había intentado todo lo posible por mantenerlo cómodo y saludable, pero sus esfuerzos parecían en vano.
Cada comida que el rubio daba a su compañero era rechazada por su estómago y terminaba en el retrete o el piso y su cuerpo comenzaba a debilitarse.
En las noches no dormía, lo cual también comenzaba a afectar al rubio, pues la carga de estrés y la falta de sueño también lo estaban deteriorando.
Además tampoco lo había escuchado hablar desde que estaban juntos de nuevo.
Ahora solo era un despojo de lo que había sido el chico fuerte, alegre y amable. Su cabello rojo sin brillo, caía sobre su rostro demacrado, y su cuerpo se asemejaba más al de un cadáver; irónicamente más que cuando Katsuki había profanado su tumba
-suelta eso Eiji…
Murmuro, quitándole de sus manos al pajarillo muerto, levantando al pelirrojo en brazos.
Ahora comprendía a que se refería ese viejo con sus advertencias.
-Aun así…. Lo que importa es que te tengo….
Decía caminando de vuelta a la habitación, sonriendo de forma muy oscura, con un extraño brillo en su mirada.