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Destino por La_Oscura_Reina_Angel

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Capítulo 2: Erector

 

<<Milenios atrás>>

 

Elrond subía por el sendero ayudado por su amigo, el príncipe Thranduil. Thranduil era un precioso elfo un año menor que Elrond, de cabellos rubios como el sol y de ojos azules y puros como el agua.

 

Cerca del tercer mes de embarazo, cuando Elrond se percató de que pronto su estado se comenzaría a notar, decidió a dejar Rivendel encargada a los consejeros, y partió a la vieja casa del bosque con Glorfindel.

 

Glorfindel era un pequeño elfo rubio de ojos grises, que apenas tenía 800 años, y a quien Elrond había prometido cuidar al padre de este, que había partido a Mandos.

 

En la vieja casita del bosque se le unieron Thranduil, que por medio de una misiva le había prometido ir, y Haldir, el más joven de ellos tres.

 

La vieja casita del bosque no era vieja ni mucho menos una casita pequeña. Era una cabaña bastante grande y cómoda de dos pisos. La había construido años atrás el padre de Thranduil para su hijo, cuando este tenía 1000 años, quedaba aislada en el bosque y ahí sólo estaba la nana de Thranduil. Thranduil iba a menudo a la cabaña, y sabiendo la situación de su mejor amigo, se la había ofrecido.

 

Thranduil, Haldir y Elrond eran amigos, casi hermanos, desde que eran apenas elfitos que aprendían a caminar. Haldir era el más joven de ellos, con 50 años menos que Thranduil y 51 que Elrond. Sólo ellos, el pequeño Glorfindel y la nana de Thranduil, sabían del embarazo de Elrond. Nadie más.

 

Elrond se veía hermoso con su embarazo ya muy avanzado, pues estaba en los once meses, a tan sólo un mes de dar a luz. Pero a medida que el embarazo avanzaba, más triste se ponía Elrond, pues Gil-Galad no volvía. 

 

Había dejado una misiva en Rivendel para ser entregada a Gil-Galad si este volvía.

 

Pero nada, pasaban los días, las semanas, los meses, y su hijo estaba a punto de llegar al mundo con la sola compañía de su Ada, porque su Adar aún no volvía.

 

Y así se cumplieron los once meses y medio, apenas faltaban dos semanas para que el bebé naciera.

 

Estaba Elrond, con Glorfindel sentados en una manta sobre la hierba cenando, en compañía de Haldir y Thranduil.

 

Thranduil y Haldir se levantaron para ir a dar una vuelta, pero Elrond sonrió y prefirió quedarse sentado para reposar los alimentos, mientras Glorfindel decidió quedarse a acompañar a Elrond, ya la noche estaba cercana y el cielo se empezaba a colorear de naranja.

 

Elrond veía el espectáculo con una sonrisa melancólica, preguntándose por qué su amado Gil-Galad no volvía.

 

Fue en ese momento, mientras veía como el sol se ocultaba para dar paso a la noche, que su corazón tuvo la horrible certeza de que Gil-Galad no regresaría.

 

Sintió un fuerte dolor en su vientre y ahogó un grito. Pero los finos oídos de Glorfindel lo captaron y se volteó hacia él preocupado. Fue entonces que vio las piernas de Elrond mojadas y no tuvo duda.

 

-Por los Valar, Elrond, has roto aguas.

 

Elrond se asustó ante ese hecho sosteniéndose el vientre. Glorfindel lo sostuvo, mientras lanzaba un silbido al aire, para captar la atención de Halbir y Thranduil, los cuales estaban bastante alejados.

 

Pero con la rapidez característica de los elfos, Haldir y Thranduil llegaron alertados por el silbido del elfo más joven y se encontraron con la escena de Elrond asustado a punto de dar a luz, y Glorfindel sin tan siquiera idea de qué hacer.

 

Thranduil se apresuró a tomar entre sus brazos a Elrond, y corrió hacia la cabaña, mientras Haldir tomaba la mano de Glorfindel entre las suyas corriendo detrás de Thranduil y su preciada carga.

 

Elrond fue acomodado en su cama y desnudado, mientras la nana de Thranduil se disponía a traer a ese bebé al mundo.

 

Thranduil ayudaba a su nana, mientras Haldir y Glorfindel sostenían cada uno una mano de Elrond dándole fuerzas y ánimos.

 

Pero Elrond trataba de no dar a luz.

 

-Elrond, pequeña bóveda de estrellas, tu hijo está a punto de nacer, él quiere salir no lo contengas.

 

-Pero su adar - Jadeó Elrond presa del dolor - Su adar aún no llega.

 

No era la intención de Thranduil ser duro, pero lo tenía que hacer, así que endureciéndose el corazón, miró a su amigo y le dijo.

 

-Y no llegará, tú lo sabes tan bien como yo. Y si sigues conteniendo a tu hijo, morirá.

 

Los oscuros y preciosos ojos de Elrond se llenaron de lágrimas. Era verdad, su mente se lo decía, pero su corazón le gritaba que Gil-Galad sí volvería.

 

-Tu bebé necesita nacer, Elrond, ayúdanos a traerlo al mundo.

 

Rogó Glorfindel con sus ojitos llenos de preocupación.

 

-Piensa en la sorpresa de él cuando venga y te encuentre con el bebé en brazos Elrond. Tienes que poner de tu parte vamos.

 

Lo animó Haldir. Elrond miró a sus amigos, y con un suspiro dejó salir las lágrimas de sus bellos ojos, mientras seguía las indicaciones de la nana y empezaba a empujar.

 

Apenas media hora después, un hermoso bebé llegaba al mundo. Lo limpiaron y lo envolvieron en una manta con rapidez antes de pasárselo a Elrond, quien lo tomó en sus brazos anhelante.

 

El bebé tenía una pelusita negra por cabello en la cabeza y los ojos gris-azul de todos los bebés y que con el tiempo se definirían.

 

La nana salió a preparar un té para todos y Glorfindel, Thranduil y Haldir quedaron con Elrond mirando al bebé encantado.

 

-¿Cómo se llamará?

 

Preguntó Glorfindel curioso.

 

-No lo sé, Gil-Galad escogerá su nombre.

 

Dijo Elrond con una sonrisa. Thranduil miró a su querido amigo con lástima, pero alguien tenía que ser realista, y a él le tocaría serlo.

 

-Elrond - Le dijo a su amigo suavemente - Sé que lo que te diré se oirá cruel amigo, pero alguien lo tiene que decir - Elrond miró a Thranduil temeroso, sospechaba lo que su amigo diría y no lo quería oír - Elrond, en tus brazos tienes ahora mismo al heredero del rey de reyes. Y si los grandes se enteran Elrond, te pueden quitar a tu bebé. Nosotros te queremos mucho Elrond, y tú lo sabes, pero eres sólo un Lord, uno importante, pero a fin de cuentas un Lord, y tu hijo el heredero de aquel que es rey sobre todo los elfos. Nosotros no podemos hacer nada, Haldir apenas es vigilante de la guardia de Lorien y yo un príncipe. Ellos no dudarían en quitártelo.

 

Elrond cerró sus ojos con dolor antes de volverlos a abrir y besar la cabeza de su hijito.

 

-Lo sé.

 

-Y no has pensado... perdóname por lo que te voy a decir y por el dolor que te voy a causar Elrond, pero tengo que decírtelo, porque eres mi amigo y mereces sinceridad. ¿No te has puesto a pensar que tal vez Gil-Galad sólo quería que le dieras un heredero y ya? Después de todo, no ha cumplido su promesa, no ha vuelto.

 

-No sigas Thranduil, para, para o me matarás de dolor.

 

Rogó Elrond cerrando sus ojos con fuerza, pero ni aún así pudo evitar las traviesas lágrimas que salieron de sus ojos.

 

-Que más quisiera yo que Gil-Galad entrara por esa puerta haciéndome tragar mis palabras. Pero no lo hará Elrond, tú lo sabes tan bien como yo. Y si te sigues aferrando a esa estúpida ilusión, vas a perder a tu bebé.

 

Le dijo Thranduil abrazándolo contra sí, teniendo buen cuidado de no lastimar al recién nacido.

 

Por unos minutos los cuatro permanecieron en silencio, hasta que al fin Elrond habló.

 

-Erector, mi pequeño se llamará Erector.

 

Esas palabras bastaron para que sus amigos y Glorfindel entendieran que Elrond lo había comprendido.

 

-Lo criaré como mi hijo, pero nadie lo sabrá, para todos será un huérfano que encontré en mi viaje. Volveré a Rivendel, y si Gil-Galad vuelve en menos de dos años, le diré la verdad de Erector, si no... nadie jamás me quitará a Erector, pues sólo él sabrá que yo soy su Ada.

 

Sentenció Elrond.

 

-Siempre contarás con nosotros, Elrond.

 

Le juró Halbir besando su oscuro cabello. Thranduil también imitó el gesto dándole un apretón en el hombro de forma reconfortante.

 

Elrond les sonrió agradecido.

 

-Yo siempre cuidaré a Erector.

 

Le juró Glorfindel a Elrond tomando la pequeña manita del bebé en una de las suyas. Y Elrond se inclinó sobre el rubio elfito besándole la frente.

 

-Lo sé.

 

Continuará...

 

 

 


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