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Destino por La_Oscura_Reina_Angel

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Notas del capitulo:

Y con este capi yua tambien estoy asta donde antes me habai quedado en este fic, dejenmen auqneu sea un review para saber si debo continuarlo ^^U

 

Capítulo 3: El intento de una nueva vida

 

<<Milenios atrás>>

 

Elrond volvió a Rivendel con su pequeño Erector cuando este ya tenía los cinco meses, y tal y como acordaron le dijeron a todo el mundo que era un pequeño elfito adoptado, al que el criaría como su hijo.

 

Durante días, noches, semanas, meses y años, Elrond esperó la vuelta de aquel ser tan amado, pero los días y las noches pasaban, y Gil-Galad no volvía.

 

Y cuando Erector cumplió veinte años, en Rivendel aparecieron Thranduil, quien muy pronto heredaría el trono del Bosque Negro, y Haldir, el nuevo capitán de la guardia de Lorien.

 

Había llegado el momento que el corazón de los tres nunca deseó. Ellos no querían que las cosas hubiesen sido así, ellos hubiesen preferido que Gil-Galad volviera y Erector tuviera la familia que se merecía. Pero ya no era posible, así que se tenían que armar de valor para contarle la verdad a Erector e informarle de la importancia de que guardara el secreto.

 

Pero una vez llegado el momento con los tres elfos adultos en el despacho y el más joven de apenas veinte años, Elrond se echó para atrás y sólo una porción de la verdad le fue revelada a Erector.

 

Se le confesó que Elrond era su ada, pero que no debía decir nada si no quería que los separaran, que ese debía ser un secreto que no compartiera ni con su almohada.

 

Que para todos debía ser el hijo adoptivo de Lord Elrond, no su hijo biológico.

 

El joven elfo preguntó, rogó y exigió saber quién era su adar, pero Elrond se negó en redondo, y Thranduil y Haldir respetaron su decisión y tampoco dijeron nada.

 

Erector salió del despacho hecho un mar de lágrimas.

 

Pero a pesar de que Elrond hubiese querido complacerle en todo, Erector jamás sabría, por mucho que llorara, gritara y pataleara, que Gil-Galad era su padre. Erector nunca sabría que era el príncipe de todos los elfos, tanto de la Tierra Media como de Valinor.

 

El príncipe bastardo, no pudo evitar recordar Elrond con pesadumbre.

 

Fue por Erector, para hablar con el, pero al ir a entrar a su cuarto, lo vio abrazado a su mejor amigo, Glorfindel. Así que decidió que lo mejor sería dejarlo solo con él, y se dio la vuelta, yéndose para volver más tarde.

 

Pero cuando esa noche volvió nuevamente a la habitación de su hijo, lo encontró dormido aún abrazado a Glorfindel, quien también estaba dormido.

 

Al día siguiente Thranduil y Haldir partieron, pues tenían obligaciones, y se despidieron de Elrond.

 

Cuando sus amigos partieron, Elrond fue en busca de su hijo.


Encontró a Erector sentado en su cama, arreglándose los cabellos.

 

- No me dirás quién es mi adar ¿verdad?

 

Fue lo primero que dijo Erector al verlo.

 

- No, no lo haré, cuil nin (mi vida).

 

Erector suspiró.

 

- Siempre te llamé ada a pesar de que creía que no lo eras, pero me tratabas como tal y como tal te quería. Eso no va a cambiar ahora, para mí eras mi ada antes y lo sigues siendo ahora. Y sé que si no me quieres decir quién es mi adar, has de tener una buena razón.

 

Suspiró Erector bajando la mirada. Elrond caminó hasta la cama de su hijo y se sentó junto a él. Tomó en silencio el cabello largo y negro de Erector, y se lo terminó de trenzar. Una vez terminó, le besó la cabeza.

 

- Eres mi vida Erector, mi luz y mi aire, siempre lo has sido, no lo dudes. Te amo con toda mi alma, pero no te puedo decir quién es tu adar, no porque no lo sepa, pues sólo he sido de un hombre en mi vida; no te lo puedo decir porque simplemente ni tú estás preparado para oírlo ni yo para contártelo.

 

Dijo Elrond tomando la cara del elfito entre sus manos para que lo viera a los ojos. Erector se arrojó en sus brazos, refugiándose en su regazo y escondiendo la cabeza en su pecho. Elrond le acarició el cabello con ternura y amor.

 

- Entiendo ada, o al menos eso creo - Dijo el elfito - Te quiero mucho y me alegra ser tu hijo de verdad. - Sonrió por último el elfito radiante.

 

Elrond volvió a besar sus cabellos con una sonrisa.

 

- Y a mí me alegra que seas mi hijo, Erector.

 

Ahí quedó esa conversación. A nadie se le hacía raro que Lord Elrond tratara al elfito como su hijo y que este lo llamara ada, porque así este lo había criado, pero nadie tan siquiera se imaginaba quién era Erector en realidad.

 

Los años pasaban y Erector iba creciendo, como un elfo hermoso de cabellos negros como Elrond y ojos azules como Gil-Galad.

 

Cuando Erector cumplió los 998 años, a Rivendel llegó una caravana de Lorien. Con los años Elrond se había ganado la fama de ser el mejor sanador de la Tierra Media.

 

En esa caravana venía su amigo Haldir, acompañado de una fuerte guardia armada, de un sanador, de varias doncellas y una hermosa princesa enferma. Lady Celebrian, la hija de Lady Galabriel y Lord Celebron, estaba muy enferma y acudían a Rivendel en busca de ayuda.

 

Elrond de inmediato se puso manos a la obra, con ayuda de su alumno más aventajado en las artes de la sanación, Glorfindel.

 

Gracias a los valar la pudieron salvar de la herida que había sufrido con el arma envenenada de un corsario que la intentó asaltar, en un paseo por el bosque.

 

Los días pasaron y la tensión fue desapareciendo a medida que Lady Celebrian se recuperaba.

 

A menudo se le veía caminando por los jardines con Lord Elrond o con el hijo adoptivo de este, el joven Lord Erector.

 

Y Celebrian se recuperó y llegó el momento de volver a partir a Lorien.

 

Pero meses después volvió con Haldir para la celebración de los 999 años de Erector.

 

Y durante seis meses más se encontraron en diferentes celebraciones. Erector que anhelaba más que nada en el mundo ver a su ada feliz con una pareja, empezó a dárselas de celestinos con Lady Celebrian y con su ada. Hasta que al fin un día su padre fue a su cuarto.

 

- Erector, hijo mío.

 

- Dime ada.

 

- Hijo, verás, yo... me gustaría intentar una nueva vida con Lady Celebrian. Me gustaría pedirle que se casara conmigo, pero antes me gustaría saber tu opinión.

 

Le dijo Elrond. Erector lo abrazó encantado.

 

- Claro que sí, padre, cásate con ella, ten más hijos y seamos una familia feliz.

 

Elrond suspiró apesadumbrado.

 

- Erector, ni ella ni nadie puede saber que tú eres mi...

 

Erector lo calló poniéndole uno de sus delgados y elegantes dedos en los labios.

 

- Lo sé, ada. Pero ella cree que soy tu hijo adoptivo, y entiende y acepta que tú me trates como tal.

 

Elrond sonrió.

 

- Entonces ¿me das permiso para pedirle a Lady Celebrian que se case conmigo?

 

- ¿La amas, ada?

 

Elrond miró a su hijo a los ojos, él no le podía mentir a Erector.

 

- No, aún no lo hago hijo, pero con el tiempo lo haré.

 

- En ese caso, ada, tienes todo mi apoyo.

 

Le sonrió Erector.

 

Poco después de que Erector cumpliera sus 1000 años, Lady Celebrian y Lord Elrond se casaron en el mismo valle de Rivendel. Pero Elrond no estuvo tan feliz como debería, pues en su mente el recuerdo de Gil-Galad le recordaba siempre a quien realmente amaba.

 

Quería mucho a Celebrian y dentro de lo que cabe fue feliz con ella. Su unión con ella le dio dos hermosos gemelos a los que llamó Elladan y Elrohir. Años después, cuando los gemelos tenían 900 años, nació Arwen.

 

Pero cuando Arwen cumplió los diez añitos, Celebrian, con el corazón roto, le pidió el divorcio a Elrond deseándole lo mejor.

 

Elrond quería mucho a Celebrian, pero la verdad era que el recuerdo de Gil-Galad nunca lo dejó amarla.

 

Así que se separaron como amigos y Celebrian partió a Valinor para poder sanar su corazón y tal vez encontrar el verdadero amor.

 

Partió sola sabiendo que al dejar a los gemelos y a Arwen con Elrond, los dejaba en buenas manos.

 

Y apenas dos años después, a pocos días de que Erector cumpliera los 2000 años, él volvió.

 

Continuará...

 

Ya para el otro capítulo regresa Gil-Galad por esto este fue tan apresuradito, porque ya se acabó el pasado ahora vamos para el presente.

 

 

 


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