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Encrucijada por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Martes 14 de mayo del 2019.

 

Encrucijada

Capítulo 4: Sinceridad ante todo.

By Sioa Shun Uchiha-san.

Se había quedado dormido, tal como esperaba había pasado de largo toda la tarde y por poco se había saltado la cena sin embargo Italia había ido amablemente a despertarlo para informarle dulcemente que la pasta ya estaba servida.

-Gracias, Ita-chan.- Dijo mientras se sentaba en la cama, frotando su rostro con ambas manos con la intención de despejar su semblante adormilado después de la larga siesta. No acostumbraba a tomarlas, seguramente en la noche tuviera algunos problemas para conciliar el sueño después de haber dormido casi todo el día, su cuerpo iba a reclamarle al día siguiente de seguro cuando en plena junta estuviera totalmente agotado.

El joven castaño por su parte no pudo más que sonreírle. -Esta bien, Prusia, Ve~ Seguro estabas cansado por el viaje.- Alegó con tono cantarín y expresión serena, recayendo entonces en el cuaderno que estaba sobre la mesa de luz y con suavidad lo tomó en sus manos, sin perder nunca su sonrisa. -¿Estas usandolo?

Todo rastro de cansancio se desvaneció al ver con semblante pálido como el chico tomaba el diario y controlando el impulso estiró su mano para quitarlo de forma delicada de entre las de la nación menor. -Si, te dije que al que usaba antes ya casi no le quedaban hojas asique ahora estoy usando este, además es el diario más awesome de toda mi colección.- Alegó soltando una risa que sonaba relajada, cosa que en realidad no era lo que sentía su dueño. Gilbert estaba de todo menos relajado, Italia no debía leer lo que estaba escrito allí.

-¿Por qué?- Preguntó curioso ladeando su rostro con expresión dudosa.

-Primero porque es mío, y todo lo que es mi es awesome, segundo porque me lo regalaste vos y tercero porque tiene un dibujo del awesome yo hecho por vos en la primera página.- Número, alzando sus dedos a medida que contaba las razones arrancando una alegre risa de los labios del hombre que le estaba causando insomnio sin saberlo.

-Ve~ Eso es genial, Prusia, me alegro que te gustara ¿Me dejarías leerlo?- Preguntó, tomando un poco desprevenido al germano, y al notar ese gesto incómodo en el rostro del albino, Italia comenzó a jugar con sus dedos algo nervioso. -Dijiste que me dejarías leer alguno de tus diarios si te mostraba mis dibujos y ese tiene un dibujo mío.- Se explicó rápidamente con nerviosismo.

Adorable, lo que veía frente a si era simplemente adorable y tragando saliva guardó el cuaderno dentro de su mochila. Era difícil decirle que no al chico e interiormente se preguntó en qué estaba pensando cuando le ofreció semejante trato al castaño antes de abrir su boca y negar suavemente con su cabeza. -No puedes leer este, Ita-chan pero la próxima vez que vengas a casa de visita te daré alguno de los otros que tengo para que lo leas ¿Te parece bien?

-Ve~ve~...- Murmuró asintiendo con su cabeza repetidas veces.

-Bien, Ita-chan, ahora vamos a cenar que la pasta se va a enfri-

-¡MACHO PATATAS ALBINO, ESTÚPIDO FRATELLO, BAJEN DE UNA MALDITA VEZ! - Antes de siquiera poder terminar de hablar el grito de Romano había llegado hasta ellos cortando totalmente el ambiente y el germano mayor no pudo evitar reír mientras se levantaba de la cama, alisando un poco las arrugadas prendas que vestía.

-¡Ya vamos, fratello!- Alegó el italiano menor asomando su cabeza por la puerta, hablando alto pero sin llegar a gritar como el oligofrénico de su hermano mayor.

Antes de que lo notaran ya estaban en el comedor, y con tranquilidad se sentó junto a Ludwig, mirando casi babeante el plato de comida hermosamente presentado frente a él. -¡Kesesese! ¡La pasta de Ita-chan es la mejor!- Afirmó mientras veía a los castaños sentarse frente a ellos, uno con gesto enfurruñado y el otro con su característica alegría.

-Gracias por la comida.- Dijeron los cuatro casi al unísono para luego proceder a comer.

-Mañana la reunión será muy temprano en la mañana ¿Cuánto tiempo tenemos de aquí al hotel donde será la conferencia, Italien?- Preguntó Alemania mientras fijaba su vista en el menor de los castaños.

-Una medía hora, Germania.- Contestó despreocupadamente el muchacho.

-Entonces habrá que levantarnos un poco antes.- Dijo con convicción, como siempre, preocupado por su puntualidad.

-¡Tu no nos das órdenes, macho patata bastardo!- Reclamó Romano frunciendo el ceño. -Casi no puedo disfrutar de la pasta con tu cara de patata enfrente.

-Ve~...- Murmuró preocupado Feliciano, no iba a entender nunca porque su hermano era tan agresivo con todo el mundo, pero parecía tener especial repulsión por sus queridos alemanes.

-No intentaba dar órdenes, Romano, pero tenemos que levantarnos antes si queremos llegar a tiempo a la conferencia, además ustedes dos son quienes la dirigen esta vez. - Intentó explicarse el rubio.

Ignorando a los demás, Gilbert estaba disfrutando de su cena y alzó su mirada a Italia notando incómodo e inquieto y tomando la botella de vino la tendió hacia él con una sonrisa ladina. -¿Quieres un poco, Ita-chan?

-Ah, gratzie Prusia.- Aceptó acercando la copa para que el mayor pudiera servirle distrayéndose un poco de las protestas del hombre a su lado.

-No les hagas caso, gracias por cocinar.- Le dijo alegremente y tras servirle la copa se sirvió a sí mismo, dejando la botella en la mesa sin prestar atención a los otros dos comensales. -Y gracias por dejarnos quedar aquí, Ita-chan, es muy lindo de tu parte.

-Ah, no te preocupes me gusta tenerlos aquí Prusia.- Afirmó encogiéndose apenas de hombros mientras tomaba la copa para dar un sorbo.

-¡ESTOY PINTADO ¿O QUÉ?! ¡PATATA ALBINA!- Chilló Italia del sur al notar que su hermano acababa de ser servido de vino y su copa seguía vacía. -¡NO TIENES MODALES!

-Ahora te sirvo yo, fratello, ve~

Ludwig posó su atención entonces en ese detalle, Gilbert no era ni por asomo un hombre atento, tenía sus virtudes pero ser "educado" no era una de ellas y él lo sabía, su hermano era bastante descuidado y ahora que lo notaba en realidad él siempre había tratado a Italia diferente, ni siquiera a él le servía cuando comían juntos lo más cercano a eso era cuando le entregaba una lata de cerveza mientras veían un partido de football o algo similar a eso, nunca había recaído en esas acciones pero ahora con las protestas de Romano había logrado darle nitidez a ese detalle.

Pensándolo era un poco extraño que Gilbert pudiera ser tan condescendiente cuando se trataba de Veneciano, aunque no podía culparlo él mismo pecaba mucho de consentir al Italiano, es que era simplemente alguien fácil de querer e imposible de no ser considerado con él, ver ese rostro lloroso podría ablandar el corazón de cualquiera, sin embargo, aun así era algo extraño que llamaba su atención, le hacía sentir extraño y no sabría bien cómo definir ese sentimiento.

La cena había continuado su curso y antes de notarlo se había ofrecido a lavar los platos ya que los anfitriones habían sido quienes cocinaron y junto a él el antiguo reino de Prusia había accedido a secar y guardar los platos, claramente Italia del sur no había desperdiciado la ocasión para ridiculizarlos y decir cosas como que hacía le gustaba verlos, atendiendolos y sabiendo el lugar que les correspondía. Se encargaría de recordarse a sí mismo cada vez que pensara que Italia era ruidoso, que su hermano era una diez veces peor.

-Ve~ve~ ¡Germania, Prusia! ¿Quieren helado?- Dijo con inocente alegría acercándose a ellos moviéndose inquietamente mientras esperaba que le dieran su respuesta.

-Estoy casado Italien, tenemos que acostarnos temprano para estar atentos la reunión de mañana y hemos estado paseando todo el día.

-¿Paseando?- Interrumpió Prusia mirando a ambos con una ceja arqueada ¿De qué se había perdido?

-¡Si! Germania y yo fuimos a pasear por Venecia mientras dormías, Gil.- Explicó con una sonrisa mientras asentía con su cabeza. -Quise invitarte pero cuando fui a buscarte estabas dormido y no te quise despertar.

¡Perfecto! ahora maldecía su suerte, de no haberse quedado dormido podría haber disfrutado un poco más de la compañía del menor, seguramente Ludwig ya habría hecho algún movimiento, aprovechando la oportunidad de pasear solo con Feliciano por una de las ciudades más románticas del mundo.

-¡Oww, Ita-chan! Me habría gustado ir con ustedes.- Comentó usando ese infantil y casi irritante tono de reproche que ya tenía muy bien ensayado, formando un exagerado puchero en sus labios para acentuar el reclamo. -¡Bruder, no monopolices a Ita-chan! - Protestó con tono jocoso, cosa que hizo reír al artista entre ellos.

-Germania no me monopoliza, Gil.- Defendió antes de que el rubio pudiera abrir la boca juntando sus propias manos mientras se inclinaba un poco al frente para ver los rojos ojos del mayor de los germanos. -¡Mañana podemos ir nosotros a pasear después de la reunión! Germania siempre tiene mucho trabajo con los papeles después de las juntas, ve ~ ve~ ¡Te mostraré Venecia!

Ahora tenía la boca abierta y el ceño fruncido de su hermano le dejaba muy claro que la sorpresiva respuesta del más bajo no era algo de su agrado. -¡Kesesesese! - Rió intentado disfrazar la propia incomodidad y ese suave calor en su pecho que se acentuaba al saber que él también tendría su momento a solas con el chico, aunque se suponía que no debería aceptar la propuesta, la mirada de Ludwig sobre él parecía estarle diciendo sin palabras que se negara pero sus propios deseos brotaron de su boca antes de que pudiera refrenarlos. -¡Me encantaría, Ita-chan!

-¡Genial! Bueno, entonces me voy a dormir yo tambien.- Expuso, acercándose dos pasos con sus brazos en alto, esta vez en dirección a la fornida representación de Alemania. -¡Abrazo! ¡Abrazo!- Exigió mientras se colgaba del cuello del hombre con sus pies apenas sosteniéndolo de puntitas.

Algo incómodo pero con una sonrisa suave en sus labios, Ludwig se inclinó un poco mientras de forma menos robótica que en antaño envolvía el cuerpo más pequeño con sus brazos recibiendo después un beso en cada una de sus mejillas -Bouno notte, Germania. - Dijo relajadamente apartándose un poco y mirando con ilusión al rubio, esperando su parte del saludo.

Suspirando, Ludwig se inclinó, depositando un beso en cada mejilla del chico de forma suave. -Gute nacht, Italien.

-Ve~~

Prusia no pudo evitar la punzada de celos y envidia, al ver la forma natural en que esos dos compartían esa clase de mimos tan íntimos, teniendo que hacer un esfuerzo al reprimir el suspiro que quería salir de sus labios y en su lugar solo esbozó una sonrisa. -Gute nacht, Ita-chan. - Se despidió también con tono alegre, más lo que vino después no se lo esperó, el castaño había soltado al hombre a su lado y girado sus pasos a él.

-¡Saludame bien, Prusia! ¡Abrazo! ¡Abrazo! ¡Beso! ¡Beso!- Exigió también parandose de puntitas para alcanzar el cuello del albino, aunque no era tan alto como Alemania seguía siendo más alto que él. -¡Buono notte, Prussia! - Saludó mientras posaba dulcemente sus labios en cada mejilla del hombre.

Un tenue sonrojo se apoderó de las pálidas mejillas del antiguo imperio y riendo suavemente correspondió el abrazo, apegándo un poco el menudo cuerpo contra el propio y sin apartarlo mucho le regaló dos besos a cada lado de su rostro. -Süße Träume. - Le deseó con tono suave y tras esa despedida el chico se alejó tarareando y casi dando alegres saltitos camino a su habitación.

Tras terminar con todo en la cocina, ambos alemanes se encargaron de dejar las luces apagadas y se aseguraron de que ambas puertas estuvieran cerrados, o más bien tuvieron que cerrarlas, los descuidados italianos habían dejado todo sin llave antes de irse a acostar y finalmente subieron hasta sus cuartos asignados.

Gilbert se despidió de su hermano, y estaba por meterse en la habitación pero lo pensó mejor, giró el rostro a la puerta contigua, observando la placa de madera cerrada y tras suspirar tomó una decisión. Solo tuvo que caminar un paso para tenerla enfrente de su rostro y tocó solo dos veces antes de escuchar atentamente que el sonido de unos pasos se acercaban a su posición.

-No vas a dormir conmigo, Italien. .

-Lamento decepcionarte, Bruder, pero no soy, Ita-chan.- Aclaró con gesto burlesco al ver la mirada de enfado de su hermano transformarse en una sorprendida. -Necesito hablar contigo un momento.- Aclaró con seriedad, interrumpiendo cualquier cosa que el otro hubiera querido decir y sin esperar invitación entró a la habitación cerrando tras de si y dirigiendo sus pasos al otro extremo del cuarto, acomodándose junto a la ventana y abriendola para dejar entrar el aire.

-¿Qué necesitas, bruder? - Consultó, extrañado por la actitud taciturna y seria que había adoptado el mayor.

-Siéntate.- No era una petición, el tono seco y tosco había sonado como una orden y tras pronunciarla, el prusiano sacó del bolsillo de su pantalón una cajetilla de cigarrillos, golpeó dos veces la parte posterior sobre el dorso de su mano izquierda hasta que uno de los cilindros asomó y acercando la cajetilla a su boca, tomó el filtro entre sus labios para retirarlo del paquete, guardándolo después mientras tomaba el encendedor para prender su vicio.

Sabiendo que no tenía sentido rehusarse, el de celestes ojos se sentó a los pies de la cama, cruzado de brazos mientras en silencio pero con reprobación el accionar de su hermano. No le disgustaba que fumara, estaba habituado a ello y él mismo había sido fumador por un tiempo así que no era quien para quejarse de ello pero si le parecía incorrecto que estuviera fumando dentro de una casa que ni siquiera era la suya sin tener al menos la delicadeza de pedir permiso, sin embargo se guardó sus quejas, no sabía que querría decirle Gilbert pero parecía un asunto importante, teniendo en cuenta que era muy contadas las ocasiones en que veía a su hermano con ese semblante serio y casi severo.

El prusiano por su parte se tomó unos segundos para disfrutar de las primeras dos caladas de su cigarrillo, expulsando el humo por la ventana abierta en dirección a la fría noche antes de que sus ojos volvieran a encontrarse con los celestes del otro hombre en el cuarto, consciente del reproche que estos reflejaban por sus acciones y al mismo tiempo la inquieta curiosidad que parecía sentir el menor por su repentino pedido de hablar.

-Iré al punto.- Advirtió sin cambiar para nada su postura y tras recibir un asentimiento de cabeza de parte del rubio llevó nuevamente el cigarrillo a sus labios dio una profunda calada y contuvo el aire en sus pulmones antes de hablar. -No eres el único enamora de Feliciano. - Y tras soltar la bomba, exhaló un suspiro junto al tóxico humo del tabaco, que abandonaba su boca en un hálito cálido y quemante que dejaba sus labios resecos.

Nuevamente el silencio se apoderó del lugar, ninguno se movía, ninguno hablaba, los segundos pasaban y el sonido de la braza quemando el lillo del cigarrillo era lo único que se dejaba oír junto a sus respiraciones pesadas. Ambos pares de ojos estaban clavados en los opuesto y aunque uno de los rostros permanecía casi inexpresivo el otro tenía un ceño fruncido que advertía que claramente podría avecinarse una catástrofe.

-¿Disculpa? - Finalmente habló el rubio, sin moverse, sin cambiar su faz, dejando a su voz sonar ronca y contundente.

-Lo que escuchaste, Lutz, no pensaba decirte esto y dejarlos seguir con su vida, pero no puedo hacerlo.- Aseveró, exponiendo su punto con la la voz llana e impasible. -No puedo simplemente sentarme a mirar como lo conquistas, lo lamento bruder. -Añadió atento a cada reacción que su hermano intentaba reprimir. Los brazos cruzados de alemania se habían apretado aún más a su cuerpo, su espalda recta estaba tensa dejando marcar las formas de su cuello y resaltando sus venas por la manera en que apretaba la mandíbula, y se fijaba con atención las manos del menor estaban vueltas puños sometidos a tal presión que sus nudillos estaban comenzando a verse blancos, probablemente estuviera enterrando sus propias uñas en las palmas. -Lo intente, bruder, no digo esto jamás pero sabes que te amo, no me interpondría en tu felicidad de forma deliberada, sacrifique mucho por vos y no me arrepiento de ello pero esta vez no voy a hacerme a un lado.

Los labios de Alemania empezaban verse pálidos por la forma en que los cerraba, convirtiéndolos en una fina línea que casi desaparecía y nuevamente los rodeó un insondable silencio. Observó como Gilbert continuaba fumando, mirando por la ventana con un gesto indefinido en su rostro, no podría ni aunque quisiera adivinar en qué estaba pensando su hermano, pero al notar que no se iba y que continuaba allí paciente, supo que estaba esperando alguna clase de respuesta de su parte.

El problema radicaba en que la única respuesta que su cuerpo parecía querer dar era un buen puñetazo en la cara del mayor. Había sospechado, pero se había sentido mal de creer que su hermano era capaz de algo así, como un imbécil había justificado las actitudes del albino cada vez que las notaba y ahora no podía evitar sentirse traicionado e ingenuo. No podía creer que Gilbert estuviera ahí, parado frente a él con una calma meticulosamente ensayada confesando abiertamente que él pretendía cortejar a Italia. Porque ese era el objetivo de la charla, Prusia estaba diciéndole que iba a intentar ser él el dueño de las atenciones del castaño adicto a la pasta.

-No te atrevas…- Finalmente pudo formular, separando sus resecos labios y sintiendo que su garganta tiraba dolorosamente al forzar a sus cuerdas vocales a pronunciar aquello y mantenerlas controladas para no escupir improperios. Estaba furioso y dolido, pero tenía frente a si un hombre que había sacrificado todo por protegerlo desde siempre, un hombre que lo había criado, le había enseñado todo lo que sabía, un hombre que lo había respaldado para convertirse en un próspero país y en un buen hombre, alguien a quien pese a todas sus travesuras no tenía nada que reprocharle, le debía más de lo que ninguno de los dos jamás se atrevería a pronunciar.

-No esta vez, bruder.- Contestó con simpleza dando una última calada al cilindro aun entre sus dedos para luego arrojar la colilla casi totalmente consumida por la ventana. -Seré egoísta, esta vez no te concederé lo que quieres tan fácilmente.- Decretó con el brillo escarlata de sus ojos ahora totalmente opaco. No lo hacía feliz tener que enfrentarse a Ludwig, lo miraba y veía al niño de cabellos despeinados que había tomado bajo su manto cuando era un país emergente, el que en las noches se aparecía en la puerta de su cuarto con el rostro serio pero sonrojado, sin atreverse a pedir permiso para dormir con él ni a reconocer que los truenos lo asustaban, lo veía y el dolor en esos iris celestes se clavaban en su pecho como puñales. -No voy a jugar sucio, si él me rechaza aceptaré gustoso que te ama, pero no voy a entregarlo sin pelear.

-¿Por qué lo dices ahora?- Consultó finalmente con su voz colmada de reproche.

-Porque decidí que no voy a ser un cobarde, esta vez no quiero mirar en silencio como el hombre que amo se aleja. Iba a renunciar por la paz, pero no puedo hacerlo y no soy tan despreciable como para meterle una puñalada a mi hermano menor por la espalda.- Le aclaró con seriedad.

-Es lo que acabas de hacer. - Acusó con su voz ahora teñida de algo de rencor, no había logrado disfrazarlo, se sentía de esa manera, transionado.

-No, de haber querido podría haber seducido a Italia en cualquier momento a tus espaldas.- Le hizo notar. -Y, Lutz, yo no elegí enamorarme de él.- Le clarificó con dolorosa sequedad. -Solo quería decírtelo, advertirte y no mentirte. Las cosas son así, lo intentaré, pero insisto en que si él te elige a vos no voy a guardar rencor, soportaré el rechazo como un hombre y veré a dos personas que amo ser felices juntas ¿Puedo pedirte que hagas lo mismo?

Nuevamente el silencio. Ese silencio era más doloroso que cualquier otra cosa, habría preferido en parte que su hermano dejara ver su lado violento, terminar a los golpes en el suelo sería menos trágico para él que soportar esa mirada llena de dolor, resentimiento y decepción clavada en sus ojos, acompañada de un vacío hiriente.

Sabía que no iba a recibir nada más, Ludwig no iba a decir nada más, asique con su frente en algo avanzó hasta el menor y pasó su mano por el engominado cabello, despeinado con cariñosa suavidad. -Gute nacht, bruderherz. Ich liebe dich. - Se despidió, recibiendo a cambio estoicismo, Alemania no había ni volteado a mirarlo y no había correspondido en lo más mínimo a su gesto asique con la serenidad que no sentía se dirigió a la puerta, estaba a punto de cruzarla cuando la voz del rubio se dejó escuchar.

-Bruder.- Esa simple palabra había alcanzado para detenerlo con el pomo de la puerta en su mano. Giró su cabeza y se encontró con los ojos celestes el menor. -Ich liebe dich auch.- Aclaró asintiendo levemente con su cabeza. -Si él te elige, lo aceptaré.- Determinó finalmente, y la tensión que el cuerpo de Prusia había estado soportando se relajó un poco, permitiéndose regalarle una sonrisa al menor antes de asentir también con su cabeza. -Gute nacht, bruder.

Tras esas palabras el albino abrió la puerta y salió de la habitación, entrando después en la propia y una vez en la cama ya desnudo cubrió su rostro con su antebrazo derecho dejando una que risa baja escapara de entre sus labios. Su hermano no lo odiaba y había sido honesto, después de esa angustiosa conversación su cuerpo se sentía ligero y no pudo evitar sentirse feliz. La risa subió dos tonos de volumen mientras se extendía la sonrisa por su cara. Se permitiría tener esperanza. Italia parecía corresponderle a su hermano, esa parecia una batalla perdida antes de empezar pero pelearia.

Era una oportunidad lo que tenía frente a él y pensaba tomarla, quizás las cosas no saldrían a su favor, estaba arriesgándose a eso ¿Pero que era la vida sin riesgos? Él, el gran reino de Prusia, siendo tan awesome como era jamás se acobardaba, se sentía tan bien saber que ya no era un secreto, ya no sentía culpa ahora solo sentía emoción al pensar que por mínimas que fueran sus posibilidades ahora podría cortejar al castaño sin sentirse un desgraciado y quizás, solo quizás, podría ganarse el corazón del italiano.

Estirándose tomó el cuaderno que Feliciano le había regalado y se tomó un momento para apreciar el dibujo de sí mismo en la primera hoja antes de correr la páginas hasta llegar a la última entrada que había hecho ese mismo día al llegar esa casa.

Querido asombroso diario:

Se siente tan asombroso saber que West no me odia, se siente asombroso volver a sentirse asombroso.

Le dije la verdad, es genial no sentir la culpa en el pecho y mañana Feli me invitó a recorrer Venecia los dos solos mientras Lutz trabaja.

mañana será un día asombroso.

Preussen.

Tras cerrar la tapa del cuaderno se recostó en la cama, no tenía sueño pero la conversación de hacía unos minutos había sido emocionalmente agotadora. Tras dejar puesta la alarma para el día siguiente cerró sus ojos y antes de notarlo había caído como otra víctima más de morfeo

Mientras tanto en la habitación contigua, Deutschland.estaba recostado vistiendo solo su camiseta blanca de tirantes y sus boxers mientras miraba el techo con su cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados con una mueca de tristeza y disgusto en los labios. No le agraba la idea de competir con Gilbert por Veneciano, pero no tendría opciones y su hermano tenía razón en algo, tampoco hubiera sido justo que él le hubiera pedido simplemente renunciar a una mínima posibilidad.

Italia era un misterio para él, siempre intentó entender si es que ese hombre sentía algo por él más allá de la simple amistad, intentado descifrar si sus actitudes eran meramente algo cultural que no comprendía o encerraban otras sentimientos e intenciones tras ellas y ahora mismo sus dudas se acrecentaban. Italia también trataba a Gilbert de una forma similar a la que hacía con él, solo tenía que restarle que no se metía en su cama desnudo y alguna que otra cosa más y la idea de que Feliciano pudiera sentir algo por su hermano hizo que su estómago se encogiera y que sintiera su pecho hundido como si en él hubiera dejado caer una piedra pesada. sin embargo admitía que si lo que le tocaba era, tal como lo había dicho su hermano, ver a dos persona que amaba ser felices juntas entonces lo aceptaría. Dolería, claro que dolería, pero lo aceptaría.

Ahora más que nunca necesita pulir sus nulas habilidades sociales y esforzarse en su escaso conocimiento de conquista. Haría todo a su alcance para ganarse el corazón de su antiguo aliado.

-.-.-.-.- Continuará.-

Notas finales:

Glosario: (No voy a poner las palabras que ya puse en caps anteriores, o cosas obvias como awesome.)

Süße Träume.: Dulces sueños (Alemán)

Bruderherz: Querido hermano (Alemán)

Ich liebe dich auch: Tambien te amo (Alemán)

Notas finales de Sioa: ¡EEY! ¡HELLOW! ¡VOLVIÓ LA CONCHUDA! ¡YEY!

La actualización se escribió sola, voy a ser honesta, aunque me deprimió un poco, quizás me quedaron bastante OOC, pero al menos en mi mente la relación que tienen Prusia y alemania es así, se aman muchisimo y no van a dejar de amarse por más que estén peleando por Ita-chan. La verdad que me sorprende un poco el camino que está tomando esto, el próximo cap será el G8, veré si Francia es tan avispado como dice que es y se dá cuenta de lo que pasa ¿Se va a meter la drama queen? No sé ¿Elizabetha también va a meter cuchara? ¡Ni idea! Pero quizás podría meterle algo de comedia a esto ¿Una alianza Húngaro-Francesa qué tal suena? ¿A desastre, cierto? Puesss… no sé, ustedes opinen. Igual esto es algo así como una "brain-storm" a ver que se me ocurre para seguir este despropósito adorable de fic que igual me encanta, es divertido escribirlo xD

Ahora si, me despido gente que en realidad debería estar estudiando.

Sioa Shun.~~


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