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Encrucijada por Sioa Shun

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San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Lunes 20 de Mayo del 2019.

Encrucijada.

Capítulo 6: Paseando por Venecia.

By Sioa Shun Uchih-san.

 

No les había tomado ni cinco minutos llegar a la plaza San marcos desde el hotel Rose Salva donde se había llevando a cabo la reunión del G8, aquel hotel era una de las edificaciones históricas de la ciudad y estaba ubicado a solo cien metros de la la famosa plaza cosa que era una ventaja, podrían aprovechar bien lo que les quedaba del día para poder hacer un recorrido rápido pero indiscutiblemente enriquecedor.

-Esta ciudad en serio es hermosa, Ita-chan.- Comentó el antiguo reino de Prusia caminando con paso distraído, observando los alrededores mientras se disponían a caminar entre la gente a través de la plaza, siendo las tres de la tarde le llamaba un poco la atención la poca cantidad de personas cuando suponía que siendo un lugar central por lo general debería ser un hervidero. -No hay mucha gente, al menos podremos pasear tranquilos.

-Es hora de la siesta en realidad, muchos lugares están cerrados en este horario.- Explicó alegremente el italiano mientras caminaba junto al albino con aire atolondrado y jovial. -Me alegra poder enseñarte la ciudad, Prussia, espero que te guste, ve~

-¿Y bien? ¿Cuál es el cronograma?- Consultó entre divertidas risas.

-¿Cronograma? Eh… pues… ve~ - Dudó mientras ladeaba su cabeza, en realidad no tenía absolutamente nada planeado y con una risita alegre giró su rostro para centrar su mirada ámbar en la carmesí del contrario. -Pasear y ver que encontramos para hacer.

-¡Kesesesesese! ¡Es un buen plan! Improvisar se nos da bien, nada malo puede pasar cuando estas con el asombroso Preußen.

Italia del norte río contagiado de la energía de su acompañante. Pasear con Prussia era diferente a hacerlo con Germania, el rubio se había molestado con él el día anterior al haberlo sacado de la casa sin un rumbo fijo, ni siquiera había pensado en si habría museos abiertos o algo interesante para hacer, solo lo había sacado de la casa con la intención de tomar aire y ver los alrededores con ningún objetivo particular en su mente y eso le había valido un leve regaño, aunque, siendo honestos Germania nunca era realmente duro con él a la hora de reclamarle algo, menos algo tan simple como no haber planificado una salida turística.

El albino andaba con paso relajado, mirando todo con una curiosidad palpable que lo hacía sentir halagado por el interés honesto que mostraba por conocer una de sus ciudades, observando los edificios y poniendo atención a la bella arquitectura que los rodeaba, nada que ver con el rostro sereno y casi inexpresivo de su hermano menor, que pese a estar atento no dejó traslucir tantas emociones mientras recorrían aquellas zonas el día anterior.

-Eso de allí es la torre Campanile, aquella es la Basílica de San Marcos. - Dijo señalando frente a ellos con su sonrisa perpetua, notando como el rostro del albino seguía los movimientos de su mano y sonrió al ver que el hombre se giraba para señalar en otra dirección.

-Supongo que ese es el Palacio Ducal ¿Eso que está allí atrás es el puente de los suspiros? - Preguntó con los mismos ánimos con que un niño que le ruega a su madre que le compre dulces.

- ¿Qué quieres hacer primero, Prussia? - Preguntó contagiado de su emoción.

-¡Vamos a tomarnos fotos en las columnas de San Marcos y San Teodoro! - Exigió comenzando a correr. -¡No te quedes atrás, Ita-chan!

El castaño comenzó a reírse, corriendo a ritmo débil tras los acelerados pasos del mayor. El albino no demoró en sacar su teléfono, apuntando hacia ambos con la cámara vez que estuvieron en medio de aquellos impresionantes monumentos. -¡Sonríe, Ita-chan!

-Ve~ Te tomaré una foto en medio de ambas para que se vean bien. - Aseveró con energía tomando el celular de las manos del mayor para luego correr con el entre ellas, alejándose unos cuantos metros y no pudo evitar soltar una carcajada mientras veía al antiguo imperio parado entremedio de ambas, abriendo sus brazos y sus piernas a toda su capacidad con una enorme sonrisa en sus labios.

-¡Asegúrate de captar todo mi asombroso ser!

El italiano asintió vigorosamente mientras tomaba fotos cada vez que el albino cambiaba de postura, tomó un par con él con los brazos abiertos de aquella forma mientras lo escuchaba gritar un "Soy el rey del mundo" que hizo que algunos transeúntes se giraran a mirarlo, como si de porsi el de cabello blanco no llamara lo suficiente la atención su algarabía estaba haciendo que varios turistas que estaban cerca se detuvieran a observar el show que estaban montando mientras el teutón ahora se cruzaba de brazos dándole tiempo al italiano de tomar otro par de fotos antes de alzar su manos al cielo con una postura de superioridad mientras la sonrisa arrogante decoraba sus labios. Estuvieron así unos minutos, hasta que el de rojos ojos le pidió a un turista americano que les tómara un par de fotos juntos, él era asombroso, claramente, pero quería poder tener recuerdos junto con el castaño en las fotos y no solo que estas fueran de sí mismo.

Le había pedido a Italia que se subiera a su espalda y éste no demoró ni dos segundos en subirse encima de él, anudando sus brazos a su cuello mientras envolvía sus cintura con las piernas, apoyando todo su peso en su espalda para dejarse tomar fotos entre risas y bromas.

- Son impresionantes.- Admitió Prusia cuando dieron por terminada la sesión fotográfica, observando las altas columnas en cuyos extremos superiores enseñaban orgullosas dos esculturas impactantes. El león de San marcos, emblema de venecia y en la otra la San Teodoro.

-En realidad se cree que es de mala suerte caminar entre ellas ve~ - Comentó pensativo el castaño mientras veía la forma embelesada en que el teutón admiraba las columnas.

-¿Y por qué es eso? El asombroso yo no cree en supersticiones ¡Como si fuera posible que algo tan simple pudiera darme mala suerte!- Alegó entre risas alegres.

-Bueno, fueron erigidas en granito en 1772, y además de ser la bienvenida para quienes llegaran a Venecia por barco eran el lugar donde se hacían las ejecuciones públicas.- Explicó con rapidez. -La gente cree que esa mala energía puede traer mala suerte.

-¿En serio son tan antiguas?- Preguntó volviendo a mirar el monumento con admiración. -Entiendo porqué dicen que este es el centro histórico de venecia, pero no te preocupes Ita-chan, ninguna mala energía nos va a dar mala suerte, el asombroso yo es demasiado asombroso como para que un par de ejecuciones me maldigan Kesesese. - Bromeó pasando un brazo por sobre los hombros del castaño para atraerlo contra él.

-¿Entramos al Palacio Ducal?- Propuso, sin haber hecho ningún intento por retirar aquel brazo de sus hombros, girando su mirada brillante al rostro del mayor. -Puedo guiarte yo, no hace falta hacer el tour guiado.

-¡Kesesese! ¡Vamos! Nadie puede ser mejor guía que vos Ita-chan, tengo mucha suerte de que vos seas quien me acompañe, será una visita asombrosa.

Entre chácharas y risas se encaminaron al Palacio. Italia lo guío contandole viejas historias de épocas pasadas, de los 120 Doxe que gobernaron con mano de hierro la entonces Serenísima República de Venecia por casi mil años, llevándolo a recorrer los que fueron los aposentos de los dogos y los Ilustres y antiguos salones llenos de arte con una belleza enceguecedora, y tras subir por Scala dei Censori le mostró habitaciones imponentes que se mostraban cubiertas de pinturas de paredes al techo llena de ribetes y marcos dorados que podrían quitar el habla a cualquier ser viviente, y muebles de madera pintados de caoba obscura que robaban el aliento. Pasaron por la Sala del Magistrato alle Leggi, la Sala dello Scrutinio, la Sala del Guariento, la Sala delle Quattro Porte, la Sala del Senato, la Sala della Bussola, la Sala del Consiglio dei Dieci.

Italia explicaba durante su recorrido con pasmosa calma que aquel lugar había comenzado siendo un castillo, que fue construido allá por el siglo IX pero que para el siglo XII había quedado pequeño para albergar a todos los magistrados del gobierno y fue convertido totalmente en un palacio, más tarde había sufrido otras reformas que habían durado más de cien años desde 1340 a 1463 y luego con los incendios y las restauraciones consecuentes a ellos el lugar había terminado siendo una hermosa mixtura entre el estilo del renacimiento tardío, el gótico y el renacentista.

Prusia no podía hacer otra cosa que escuchar embelesado aquellas viejas anécdotas mientras la estructura que lo rodeaba lo dejaba sin palabras, moviéndose en un silencio respetuoso para no perder ningún detalle y no molestar a otros turistas, además claro, de permitirse examinar la expresión melancólica en el rostro de la alegre nación mediterránea, escuchando como su voz se teñía de emociones diferentes al hablar de aquellos tiempos tan distintos a los modernos. No supo cuánto tiempo estuvieron paseando antes de llegar a "la nueva cárcel", pasando antes por el puente de los suspiros, donde el castaño le comentó con un gesto curioso que aquél no era el nombre original, ese era solo el apodo que los románticos le habían dado ya que cuando los condenados caminaban por él se decía que exhalaban un suspiro a sabiendas de que lo único que les esperaba era una celda.

Caminar por aquellos corredores estrechos, oscuros y fríos le trajo viejos recuerdos de su propia historia al germano y no pudo evitar reprimir una carcajada cuando su acompañante le explicó con voz de travesura mientras señalaba una celda en concreto que esa era aquella de la que su queridísimo Giacomo Casanova se había escapado en 1756.

No pudo evitar el impulso y le pidió al chico que lo acompañara a sacarse una foto allí para el recuerdo, cosa a la que el norteño accedió intentado hacer el menor ruido posible para no llamar la atención de ningún guardia que fuera a reclamarles por sus payasadas.

Cuando terminaron el recorrido por la cárcel él mayor se quedó mirando en completo silencio las estatuas de Marte y neptuno en la cima de la Scala dei Giganti pero sin dejar de escuchar las historias que Italia para contar de su escultor, Antonio Rizzo y ambos rieron juntos ante las ocurrencias que el temperamental artista solía tener en vida.

Cuando finalmente volvieron a la piazza San Marco ya eran más de las cinco y media de la tarde, casi eran las seis y el albino soltó un largo suspiro. -Increíble, en serio Ita-chan, es impresionante… podría decir que sos casi tan asombroso como yo.

El italiano no era tan narcisista, ni ególatra, admitía ser un poco vanidoso, porque de hecho cuidaba muchisimo su apariencia al igual que sus ciudadanos, pero las palabras de Prusia lo habían hecho sentir muy bien consigo mismo, que el propio autoproclamado asombroso Alemania del este lo llamara por el mismo adjetivo que usaba para describirse a sí mismo era más que halagador y sus mejillas se habían coloreado un poco.

-Ve~ ve~ Gracie, Prussia. Es algo tarde para ir a la Basílica pero podemos ir al Campanile, desde ahí podras ver todo y luego regresamos, Germania se molestara si no llegamos a cenar como lo prometimos.- Comentó con energías renovadas, tomando la mano del mayor para tirar suavemente de él guiandolo a su próximo objetivo.

El antiguo imperio no pudo más que asentir con una enorme sonrisa, disimulando el leve sonrojo en sus mejillas con una carcajada al sentir la suave mano del castaño entrelazarse con la suya y decidido a aprovechar el momento enlazó sus dedos con los contrarios, usando su pulgar para dedicale una caricia sutil al dorso de la extremidad del italiano.

-.-.-.-.-.-.-.-

-¡AL FIN!- Gritó Hungría al ver al par salir del museo, bajo exageradas peticiones de Inglaterra, ninguno de los tres había entrado tras ellos al Palacio Ducal, y había estado comiendose los codos durante las más de dos horas que estuvieron esperando que sus objetivos salieran de aquel lugar.

-No grites, Hungría, nos pueden escuchar.

-Mon amour, sería imposible que la escuchen estamos rodeados de gente y los Italianos son muy bulliciosos.- Le hizo notar el frances, ganandose una mirada de desprecio de su amado británico.

-Shut the bloody hell up, frog! I don't care, you ask me for help so do as I say! - Exclamó con indignación.

-Me molesta no haber podido ver que tanto hacían ahí dentro.- Reclamó la mujer mientras se mezclaban con los turistas para seguir los pasos de sus objetivos, notando que se estaban encaminando al Campanile.

-Como yo lo veo, Gilbert no necesita ayuda para una mierda ¡Mirenlos! ¡Estan caminando de la mano! ¿Podríamos por favor volver al hotel y dejar esta locura?- Insistió hastiado el inglés.

-L'Anglaterre, puedes irte si quieres, pero la demoiselle Hongrie y yo tenemos la importante misión de ayudar un amigo y no vamos a rendirnos por mucho que te quejes, cejón.

-¡¿Cúal es tu puto problema con mis cejas, wine bastard?!

-¡Callénse y caminen! ¡Los vamos a perder de vista!- Protestó la mujer, ya estaba harta, los había escuchado discutir y visto casi matarse durante esas casi tres torturantes horas que habían estado esperando a que la parejita que querían formar saliera del maldito palacio. -¡Dejen sus discusiones maritales para después!

-¡¿MARITALES?!- Chilló horrorizado Inglaterra, sin poder creer que aquella fémina hubiera calificado sus intentos de muto homicidio de aquella forma.

-¡Ahora sos vos el que grita L'Anglaterre! ¡No seas indiscreto!

-¡Te voy a matar afeminado barbudo!- Chilló a punto de ahorcar a su novio haciendo que la castaña de largos cabellos rodara los ojos.

-¡La cortan o los agarro a sartenazos! - Amenazó alzando un poco la voz, deteniendo a ambos antes de que montaran una escena de desorden público. -Tenemos que hacer algo de tiempo antes de entrar al Campanile no queremos que accidentalmente nos encontremos en el ascensor, haran preguntas.

-¡Esto es una soberana idiotez! - Resopló el británico rodando los ojos mientras se cruzaba de brazos. -En primer lugar no entiendo como esta vigilancia puede ayudar en su absurda tarea de celestinas.

-Oh mon Chèri, ¿No que eras un buen espía? - Preguntó el galo con una sonrisa ladina. -Estamos esperando nuestro momento perfecto para interferir sutilmente y hacer que fleur de romance.- Explicó llevando las puntas de sus dedos a su frente en un gesto teatralmente dramático chasqueando luego sus falanges y tirar sus cabellos hacia atrás. -Es un plan perfecto.

-You are such a bloody Drama Queen! - El hombre rodó sus verdes ojos con fastidio mientras continuaban moviéndose, viendo atentamente como el italiano y el germano entraban en el Campanile sin haber soltado jamás sus manos unidas.

-Escuchen ustedes dos. - Los llamó Hungría con gesto cansado. -No pueden matarse dentro del Campanile, llamarán la atención con sus discusiones así que por favor, les ruego que dejen sus ridículas peleas para después. - Les suplicó con el ceño fruncido. -O en serio voy a agarrarlos a sartenazos y si los humanos nos arrestan por disturbios al menos me habré descargado por la tarde de mierda que me estan haciendo pasar. - Les aclaró haciendo que ambos tragaran saliva con dificultad. -¿Estamos claros?

-¡SI, SEÑORA!- Dijeron ambos rápidamente, asintiendo con sus cabezas al mismo tiempo.

-¡Señorita!- Los corrigió molesta, negando con su cabeza ¡Estaba rodeada de ineptos! -El plan es intentar darles una atmósfera romántica, desde la cima de esa cosa se puede ver todo Venecia, tenemos que intentar que estén lo más solos posible y si vemos que no pasa nada entonces tendremos que buscar la forma de encender la chispa entre ellos.

-.-.-.-.-.-.-.

No fue hasta que entraron al ascensor para catorce personas que ambos separaron sus manos, Prusia había notado algunas miradas por parte de los humanos y no quería volver incómoda la situación, aunque al separar sus palmas sintió la suya arder, como si un hormigueo continuo la recorriera, extrañando la calidez que la otra le había estado regalando durante todo el trayecto hasta ahí.

La tarde estaba resultando perfecta, había estado antes en Venecia, conocía sus sestieres, sus monumentos, su gente, sus canales, su música, algo de su historia, pero estar haciendo aquel improvisado recorrido con Italia cambiaba todo.

Estaba viendo su entorno con nuevos ojos, como si jamás hubiera visto Venecia antes, aprendiendo cosas nuevas de entre las historias que narraba su parlachin anfitrión, admirado de todo en lo que posaba sus ojos bermellón. Las sonrisas y los gesto de Italia lo dejaban sin habla, era el mejor día que había pasado en meses o incluso en años, la compañía de Italia estaba haciendo correr una alegría por su pecho que era difícil de explicar y si por el fuera no regresarían a cenar como habían prometido, sino que se llevaría de allí al castaño a algún restaurante para poder comer a solas, entre charlas, pasta y buen vino, haciendo durar ese día tanto como le fuera asombrosamente posible.

Cuando el ascensor se detuvo en la cima, dejaron avanzar a los humanos primero antes de salir tras ellos.

-Ven, Prussia, ve~ ve~ - Con emoción, Italia había salido disparado hacia el mirador desde donde se apreciaba una vista era apabullante. Parado junto al mas bajo abrió un poco más sus párpados, como si de aquella manera sus ojos pudieran alcanzar a apreciar mejor el paisaje que se mostraba glorioso ante él.

Ante su mirada encandilada podía apreciar la Basílica de San Marcos, la Giorgio, la isla de la salute, la laguna, la piazza de San Marco, las columnas donde habían estado antes, los canales, el palacio Ducal, todas las edificaciones y su gente caminando por todas partes, los puentes, las palomas que revoloteaban ajenas a la agitación de los habitantes de esa ciudad llega de vida y vigor.

-Ve~ ¿Te gusta? - Preguntó Italia, regresandolo a la realidad con su angelical voz.

-Es… - Murmuró girando apenas su cuerpo para encontrarse con el chico inclinado en su dirección con sus manos tomadas tras su espalda en un gesto adorable y sus ojos expectantes a su respuesta, reflejando algo de ansias por conocer su opinión. -Italia, esto es sencillamente asombroso.- Artículo finalmente soltando una relajada risa entre sus dientes. -Entiendo que Napoleón haya dicho que la plaza San Marcos es "El salón más bello de Europa" pero se le olvidó mencionar que todo Venecia es belleza.

Las mejillas del Italiano se encendieron mientras soltaban una risa baja y complacida por sus declaraciones. -Me alegro que estés disfrutando de mi ciudad, Prusia, Ve~ sabes este lugar en realidad es una réplica se podría decir.

-Si, recuerdo que se había derrumbado. - Comentó con calma mientras pasaba un brazo por sobre los hombros del otro hombre acercándolo un poco a él al no notar ningún rechazo de parte del castaño.

-Si, el 14 de Julio de 1902, antes solía ser un faro construido en ladrillo rojo, lo reconstruyeron diez años después de que se cayó es casi igual al original.- Explicó con calma. -Y aún tiene sus cinco campanas.

-¿Recuerdas sus nombres?- Consultó con curiosidad, solo porque adoraba escuchar la dulzura de su voz, llena de amor por sus propios monumentos y su propia historia.

El chico asintió distraídamente. - La Marangona, el Maleficio, la nona, la trottiera, y la mezza terza, cada una suena para cosas y en momentos diferentes. A las siete sonara la mezza tersa.- Comentó con alegría. -¿Quieres que nos quedemos escucharla aquí?

-Nos van a estallar los tímpanos, Kesesese. - Bromeó alegremente, arrancandole una cantarina risa a su guía personal.

-No es para tanto, ve~ - Contestó entre carcajadas suaves, apoyándose un poco en el albino mientras observaba a su gente caminando, haciendo sus vidas, ajenos a todo lo demás. -Me gusta venir aquí, a pesar de que está lleno de turistas, me relaja ver la ciudad desde lo alto, algunas veces tomo fotos para luego pintar mis cuadros.

-¿No vienes a pintar aquí? ¿No sería eso más lógico?

-Es complicado, prefiero solo sacar fotos, ve~

-Italia… - Había un pensamiento resonando al fondo de su mente desde la noche anterior, desde aquella charla que había sostenido con su hermano y las consecuentes reflexiones que había tenido en la privacidad del cuarto de invitados que ocupaba en la casa del hombre a su lado. Lo suyo nunca habían sido las sutilezas, y sentía que estaba contra reloj, así que no podía evitar pensar que debía ser claro con sus intenciones ahora que las cosas con su hermano estaban claras y de cierta forma tenía permiso para comenzar con sus avances.

El castaño había levantado su cabeza al escuchar que el otro lo llamaba con un tono extraño vibrando en su voz y la expresión seria del rostro del mayor lo había dejado un poco contrariado así qué decidió apartarse. -Ve~ ¿Qué ocurre, Prussia? ¿Dije algo malo? ¿Hice algo malo?- Preguntó empezando a preocuparse al no ver la siempre enérgica sonrisa bailoteando en los labios de teutón, esperaba que el hombre no comenzará a regañarlo, ni siquiera sabía que podría haber hecho para molestarlo.

-No, no, Ita-chan, no se trata de eso.- Le aclaró rápidamente, gesticulando con sus manos y relajando un poco sus expresiones al notar el nerviosismo creciente del chico. Moviendo su cabeza, echó una mirada a su alrededor, queriendo comprobar que tenían algo de privacidad y suavemente tomó el brazo del de almendrados ojos para retirarse incluso un poco más, no quería ser escuchado por oídos ajenos.

-¿Entonces? Ve~ Prussia? ¿Qué pasa? - Insistió mientras se dejaba guiar.

-Necesito decirte algo.- Le aclaró una vez consideró tenían la suficiente privacidad, volviendo a posar sus intimidantes ojos carmín en los que le estaban devolviendo una mirada confundida, intentando reprimir el impulso de chasquear su lengua y ordenando sus ideas antes de abrir de nuevo su boca. -Escucha, Italia yo… - ¡Mierda! ¡No podía! Una cosa era ir coquetearle a un desconocido para llevarse a la cama de un motel y otra muy diferente era dejar sus emociones expuestas por primera vez en toda su maldita vida, Italia era diferente y no había previsto que los nervios pudieran traicionarlo tan vilmente cuando se suponía que estaba decidido ¡Él era el asombroso reino de Prusia! ¡Carajo! ¿En serio iba a empezar a balbucear como un adolescente? ¡No! ¡No podía tirar por la borda de esa manera su dignidad!

-¿De qué se trata? Ve~ ¿Te ocurrió algo malo? - Consultó con cautela al ver la forma en que los labios del germano estaban curvandose en una mueca de molestia

-No es necesariamente malo.- Respondió haciendo un extraño chasquido empujando el aire de su boca por entre sus dientes apretados antes de cerrar los ojos y respirar profundo. -Italia, necesito decirte esto de una sola vez y quiero que me escuches con mucha atención porque no sé si pueda repetirlo y en serio necesito que lo entiendas ¿Puedes hacer eso?

-Ve~ve~ Es un pedido extraño, pero si, si puedo. - Se limitó a contestar poniéndose un poco más serio, al menos intentado ponerse a la altura de las circunstancias, acatando al pedido del mayor.

-.-.-.-.-.-.-.-

-¡Ashh! ¡No escucho nada desde aquí! - Protestó ofuscada Hungría mientras apretaba con nervios su falda, en cuando había notado los acercamientos y la forma en que Gilbert miraba a su alrededor, tanto ella como Francia supieron que algo bueno estaba por pasar y habían arrastrado a Inglaterra para intentar acercarse, sin embargo era imposible aproximarse lo bastante como para escuchar sin llegar a ser descubiertos.

Inglaterra sabía leer los labios, así que, casi bajo a amenaza de los casamenteros había terminado siendo forzado a prestar más atención a aquella extraña pareja.

-¿Y bien? ¿Qué está pasando, Mon Chèri?- Consultó Francia mordiendo con nerviosismo su bordado pañuelo mientras veía las pobladas cejas de su pareja fruncirse un poco.

-¡Si me estan distrayendo no puedo concentrarme!- Les reclamó a ambos. -¿Quieren que lea sus labios o no? ¡Callense de una vez!- Pidió fastidiando sin desprender sus ojos de la escena frente a ellos. Estaban algo lejos a decir verdad, y dado que la ahora personificación de Alemania del estaba dándoles la espalda, apenas ligeramente de perfil, era muy difícil seguir el movimiento de sus labios y entender que estaba pronunciando. Al menos los otros dos habían acatado su orden y se habían silenciado, estaba desperdiciando sus dotes de espionaje en esa soberana estupidez, pero de alguna forma había terminado enredado en esos estrafalarios planes de su extravagante pareja y ya no había nada que hacer al respecto.

-¡Por Dios bendito, Inglaterra! ¡Dinos algo! ¿Qué están diciendo? - Suplicó saber la hungara.

-Creo… - Balbuceó algo sorprendido. -Creo que Prusia está por confesarse. - Declaró tras poder leer las extrañas peticiones que el albino le estaba haciendo al Italiano.

Francia ahogó una exclamación de sorpresa mientras sus párpados se abrían a toda su capacidad.

-¡Trae eso para acá, Francia!- Exclamó la hungara, arrancando de las manos del galo el pañuelo bordado para llevarlo a su propia boca y ahogar el chillido de emoción, con sus ojos clavados en sus queridos amigos ¡DIOS! ¡SI! ¡UNA CONFESIÓN EN VIVO! Estaba tan emocionada que no atinó siquiera a sacar su cámara para grabar semejante momento.

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Tras escuchar esa respuesta positiva a sus peticiones, Prusia se tomó un segundo para serenar sus nervios y no muy seguro de qué hacer con sus manos las dejó caer laxas a los lados de su cuerpo, sin despegar sus ojos de los que lo miraban ansiosos y expectantes.

-Italia, no sé cuándo empezó todo esto ni puedo darte una explicación medianamente aceptable de porqué me siento así, me he estado cuestionando eso por meses, y podría decir que esto tal vez empezó hace años…

-Ve~... Pussia

-No me interrumpas, por favor.- Pidió controlando su voz para sonar mucho más seguro de lo que realmente se sentía, mostrarse vulnerable no se le daba bien, para nada bien y ser un cursi tampoco era su estilo asique solo negó con su cabeza suavemente. -Solo puedo decirte que me gustas, en serio me gustas demasiado Italia y creo que entiendes perfectamente de en que sentido te lo estoy diciendo ¿Verdad? - Observó como el nervioso hombre asentía con su cabeza en silencio y tomo otra bocanada de aire en un burdo intento porque su corazón desacelerará un poco sus latidos y que su garganta no se sintiera tan tensa. -¿Me darias una oportunidad para intentar conquistarte?

El silencio se formo entre ambos, y el germano sentía el zumbido en sus oídos como si esa quietud estuviera ensordeciendo. A unos metros de ellos el bullicio de la gente era mucho, pero él ni siquiera los escuchaba, solo estaba aturdido y apabullado por la carencia de una respuesta de parte del italiano frente a él, todo lo de más simplemente no existía para él.

Italia no había esperado eso. Era cierto que él y el prusiano habían hecho buenas migas desde siempre, y ahora que lo pensaba en los últimos meses, quizás incluso en los últimos su relación se había vuelto estrecha, Prusia siempre tenía interés por él, siempre se reía de sus cosas, nunca lo regañaba, siempre tenía algún detalle que darle o algún halago para regalarle, había llorado sobre él hasta desmayarse cuando se atrevió a contarle superficialmente sobre Sacro Imperio Romano, un tema que no había tocado nunca con nadie fuera de Hungría, quien fue la que lo había visto llorar por años cuando su primer amor nunca cumplió su promesa de volver de la guerra, Prusia era el primero y el único con quien había compartido eso.

Siempre que se sentía dejado de lado por Alemania, Prusia estaba ahí, riendo animadamente y proponiendo ir a pasear, mostrarle Berlín, hablarle de su historia, de sus glorias pasadas, cada vez que Alemania tenía trabajo que hacer Prusia estaba ahí animando con chistes malos y ofreciendole salir a pasear a los perros juntos. Cuando llamaba para saber cómo estaba el rubio y preguntaba por el prusiano podían pasar horas hablando por teléfono, Gilbert siempre lo escuchaba, jamás se quejaba de sus balbuceos absurdos sobre las discusiones con su hermano y le preguntaba con emoción a cuantos gatos se había detenido a acariciar durante el día.

Ahora que lo pensaba, debió haber notado antes los sentimientos del albino. Prusia era una persona solitaria en realidad, hasta donde sabía no tenía buena relación con casi ninguna nación fuera de Francia, España, Hungría, Austria y su propio hermano, muchas veces había escuchado por lo bajo los comentarios de otros países respecto a que él no debería existir, había escuchado muchas veces a Rusia llamándolo "Gilbert" con ese tono cantarín e inocentón que destilaba una toxicidad corrosiva, escribiendo las sílabas con saña, como queriendo recordarde al llamarlo por su nombre humano que él ya no era uno de ellos, que ya no pertenecía a su grupo, y todas y cada una de esas veces él sentía un nudo en su pecho, un peso doloroso que terminó por explotar cuando fue él mismo quien le pidió una explicación aquella tarde en el cementerio.

Realmente sentía lo que le había dicho, no quería que Prusia desapareciera, cuando se aferró a él pidiendo que no muriera entre lágrimas, realmente había sentido angustia de pensar en que no volvería a ver a su querido amigo y ahora sus propias emociones se sentían confundidas ¿Había algo más? ¿Había algo más en sus propios sentimientos hacia él de rojos ojos?

Pensó en Germania, su Germania, y sintió su garganta anudarse. Alemania a pesar de todo lo que había hecho para llamar su atención seguía tratándolo solo como un querido amigo pero aun así sus sentimientos seguían ahí, sabía que había más que amistad entre él y el rubio y llevaba décadas esperando a que algo pasara, a que el milagro ocurriera, y sin embargo la confesión y el pedido del teutón lo hacían sentirse confundido.

Una parte de él se sentía halagada y nerviosa, una emoción extraña porque Prusia no era el primero en confesarse a él, le había pasado con otros humanos antes y nunca antes ninguna declaración romántica lo había hecho dudar de sus sentimientos por Alemania ¿Había algo más allí? ¿Acaso su amor por su rubio de celestes ojos se había desgastado después de más de cincuenta años esperando? No lo sabía y eso lo asustaba, la otra otra parte de él se sentía culpable, sentía que estaba traicionando a su Germania por el solo hecho de estarse aceptar a la petición del mayor frente a él.

-Italia, por favor… dime algo. - Suplicó nervioso el albino, Italia llevaba más de diez minuto observando en silencio, aunque quizás decir "observando" estuviera mal, esa mirada estaba perdida, él chico parecía estar teniendo un diálogo interno del que él estaba excluido.

-Prussia. - Su voz había salido limpia y suave, ya sin ese tono cantarín habitual y sin esos resoplidos extraños que tenía por costumbre soltar, esa entonación alegre de "ve" que resollaba entre sus labios con alegría. Todo eso había desaparecido haciendo que el germano sintiera su cuerpo tirante como si un calambre lo estuviera recorriendo de pies a cabeza. Ese era un Italia que no conocía y tanto así como lo asustaba lo que pudiera salir de sus labios, lo excitaba conocer qué era lo que hombre iba a decir, le encantaba ver que el chico era más que un alma risueña y que tras su habitual infantilidad se encontraba un hombre. -Esto es muy repentino. - Continuó hablando el castaño. -En realidad no sé que decirte, creo que sabes lo que yo siento por Germania, todos lo saben. - Aclaró con calma. -No sé si sea correcto darte ilusiones, esto… esto me confunde.

-No te estoy pidiendo que me des alas, Italia. - Se explicó, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros al escuchar de esos labios la confirmación de que su hermano tenía aquella pequeña guerra casi ganada, que él solo estaba peleando contra un quimera contra la que parecía que no tenía ninguna oportunidad. -Solo quiero que me des una oportunidad para demostrarte que tal vez entre nosotros podría haber algo más que solo amistad.

-Eso es darte ilusiones.- Expusó con el ceño apenas fruncido. -Prussia, necesito pensarlo, yo no creo que sea correcto que..

-Italia. - Lo interrumpió antes de que aquellas palabras se volvieran más dolorosas para él. -Ya sabes como me siento, y creo que me conoces suficiente como para saber que no voy a rendirme tan pronto.

-Pero Prussia…

-Pero nada, sé que amás a West, o que al menos sientes algo por él pero no quiero dejarte caer en sus brazos sin pelear.- Le aclaró alzando una mano para acariciar la sonrojada mejilla derecha del menor. -No esta vez, me cansé de ver a quien amo en brazos de otro con los míos cruzados, si lo eliges a él lo aceptaré pero al menos sabré que hice lo que pude para conquistarte y no solo me senté a mirar como te alejas.

-¿M-me amas? - Tartamudeó, impactado con semejante declaración y vió al albino maldecir entre dientes algo en su lengua materna mientras negaba con su cabeza. Claramente no estaba en sus planes soltar esas palabras.

-El punto es Italia, que de todos modos voy a intentar cautivarte.- Dijo evadiendo aquel interrogante, acercándose un paso al frente para luego agacharse y depositar un beso suave en la frente de la nación mediterránea. -Nada de lo que digas ahora me va a hacer cambiar de idea…

-No quiero que dejemos de ser amigos por esto.

-Keseseses ¿Acaso crees que el asombroso yo permitiría que dejaramos de ser amigos?- Cuestionó esbozando de nueva la misma sonrisa arrogante y traviesa de siempre, esa que era una combinación entre egolatría y malicia y que podría desquiciar a cualquier o coaccionar a quien fuera para seguirlo en las locuras más descabelladas.

-Che cosa prometti?

-Ja, versprach er.

Volvieron a silenciarse, pero esta vez ambos con una suave sonrisa casi cómplice y como si lo hubieran acordado ambos volvieron a girar sus rostros al paisaje de la ciudad.

Su cabeza era un hervidero, en realidad no estaba muy seguro de cómo serían las cosas, pero al menos tenía esa promesa y sabía por las buenas virtudes que Prusia tenía que no iba a romperla, empero, estaba preocupado y dudoso, aquellas eran cuestiones delicadas y aquella simple charla le había dejado demasiadas interrogantes aún así no se quejó cuando volvió a sentir el peso del brazo del mayor sobre sus hombros y se acercó un poco más a él mientra cada uno estaba envuelto en sus propios pensamientos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

-¿Qué pasó exactamente? - Preguntó Francia, confundido, frunciendo el ceño mientras veía el gesto un tanto avergonzado de Inglaterra y se cuestionaba a sí mismo ¿De dónde había sacado Italia una actitud tan entera?

-Debemos irnos.- Insistió la representación del reino unido, caminando hacia el ascensor mientras Francia y Hungría le seguían los pasos.

-¡Pero dinos que pasó Inglaterra! - Pidió la mujer casi trotando tras los dos hombres.

-No debemos interferir, se los digo en serio.- Alegó con voz huraña.

-Mon amour, solo dinos qué dijeron. - Insistió Francia mientras los tres entraban en el aparato que los bajaría de esa torre.

-Dammit, Frog, we shouldn't be here in first place

-¿Quieres explicarnos de una vez? - Repitió la hungara ya perdiendo un poco la paciencia. -Estamos hablando de dos personas muy importantes para mi.

-Si son tan importantes deberías dejarlos en paz, Hungary.

-¿Tan malo fue lo que dijeron? - Cuestionó Francia con la preocupación pintada en el rostro.

Resoplando el británico se cruzó de brazos apoyándose en la parte posterior del ascensor antes de posar su atención en las dos naciones que lo miraban con nerviosismo. -Por lo que pude entender, Prusia se confesó y creo que Italia lo rechazó, Prusia le dijo que lo amaba… esto es delicado, no deben meterse.- Les indicó mirándolos con severidad. -Es asunto de ellos, Frog, te lo digo especialmente a vos. Ellos calramente pueden manejar esto solos, no conviertan algo complicado en algo muchisimo peor.

-Solo queremos ayudar, mon amour.

-Solo volvamos al Hotel por el amor de Dios, estoy cansado y hace mucho que pasó la hora del té.

Con aquella declaración dieron la incursión por terminada y regresaron con pasos calmos al Rose Salva, sin embargo Hungría no estaba del todo tranquila. Quizás debería hablar con Italia, a solas, como en antaño. Gilbert no iba a decir palabra, lo conocía, seguramente empezaría a burlarse de ella hasta desesperarla y hacer que se distraiga queriéndolo matar con tal de que deje de preguntar.

Con Italia era distinto, eran confidentes, había visto una expresión en el castaño que hacía mucho tiempo no apreciaba, juraría que el chico querría hablar con él y ahí estaría ella. Estaba en aprietos, quería ayudar a Gilbert pero tampoco quería manipular a Feliciano, solo quería verlo y charlar, estaba preocupada, no quería que ninguno de los dos saliera herido, empezaba a pensar que eso de ser celestinas era bastante más complicado de lo que esperaba.

-.-.-.-.-.-

Tras escuchar el repiquetear de la campana que efectivamente casi les revienta los tímpanos al estar tan cerca, ambos decidieron emprender el regreso a casa, si no se apuraban llegarían muy tarde y Alemania iba a gritarles por media hora por ser unos impuntuales.

Toda posible incomodidad había sido disuelta, las bromas del prusiano habían vuelto a animar al Italiano que ahora andaba dando saltitos junto a él mientras comentaban con alegría sobre una serie de televisión que ambos veían cuando la profunda voz de los gondoleros que le cantaban con voz en cuello para sus pasajeros. -Ita-chan…- Llamó su atención con una sonrisa casi diabólica decorandole la cara.

-¿Qué pasa, Prussia? Ve~

-¿La góndola nos deja cerca de tu casa? - Cuestionó arqueando una ceja.

El hombre ladeó apenas el rostro antes de soltar una risita alegre. -Si, de hecho hay una parada cerca de mi casa ¿Quieres subir? Pero es muy costoso, Ve~ - Comentó algo preocupado.

-¡Vamos! ¡Sería asombroso viajar en góndola! Nunca lo hice, además aunque vos seguro ya lo hiciste ahora será diez mil veces mejor porque vas conmigo. - Alegó colocando los brazos en jarra sobre sus caderas, moviendo sus cejas de arriba a abajo con un gesto invitante mientras reía, totalmente orgulloso y convencido de sus palabras.

-De acuerdo, ve~ será divertido.

Y así terminaron ambos metidos en la góndola, gracias a las travesuras de ambos, Italia había estado a punto de caer al canal dos veces mientras se sacaban fotos y cuando el gondolero comenzó a cantar, Italia lo imitó.

Tomandose aquello como alguna especie de desafío personal, Prusia comenzó a cantar con ellos, armando un escándalo muy difícil de ignorar y que había terminado en un ataque de risa por parte de ambas naciones por la pésima entonación del germano y su pobre intento de Italiano que sonaba muy parecido al graznido de una gaviota agónica.

Para cuando llegaron la parada donde debían bajarse sus cuerpos apenas coordinaban por el acceso de risa y al bajarse de la góndola, Italia resbaló con la humedad del muelle y esta vez, efectivamente cayó al canal. Con ayuda del gondolero habían logrado sacarlo del agua, que gracias a Dios por aquella zona no era tan profunda.

-Kesesesesese ¡Eso no fue nada asombroso, Ita-chan! Pareces un gatito mojado.- Comentó con algarabía, Italia no se había lastimado y como el susto ya había pasado podían bromear al respecto.

-Se arruinó mi traje, ve~ ve~- Se quejó con un enorme puchero en sus labios mientras arrastraba los pies por los adoquines, resonando el tacón bajo de sus zapatos de vestir junto al chapoteo húmedo de sus medias mojadas contra el cuero del calzado.

-Ya, ya, Ita-chan, en cuanto lleguemos te metes a bañar y ponemos a lavar tu ropa. - Intentó animarlo entre risas, ayudando al chico a quitarse el saco para luego quitarse el propio. -Toma, al menos te abrigará en lo que llegamos Keseseses.

Ahogando un sollozo se abrigó con el saco que le quedaba algo grande sintiendo algunos estremecimientos ante la brisa leve que comenzaba a correr a esa hora. Ya eran las ocho de la noche, se habían entretenido demasiado y comenzaba a atardecer. Ahora tenía frío.

-Ve~ Prussia ¡Cárgame! ¡Cárgame!- Insistió mientras tiraba un poco de su brazo.

-Ay, qué remedio… - Aun risueño el hombre se agachó frente al más haciendo sus brazos hacia atrás. -Subete a mi espalda, Ita-chan.

Sin esperar a que el otro se lo pidiera dos veces se trepó, aferrándose a su cuello y envolviendo sus piernas en la cintura mientras sentía las firmes manos de Prusia, un poco más pequeñas que las de alemania, aferrar sus muslos para evitar que se cayera.

-Bueno ¿Cómo decis que era la canción? - Preguntó el germano, intentando volver encender el buen humor del chico al sentirlo temblar un poco por el frío contra su cuerpo

Pronto tenía al Italiano cantando contra su oído con melodiosa voz una conocida canción de Andrea Bocelli.

Su llegada no pasó para nada inadvertida con el ruidaje que estaban ocasionado, estado solo a pasos de la entrada de la casa del castaño la puerta se abrió de golpe y del interior salió un enardecido Romano que corrió a ellos con el puño en alto, frunciendo aún más el ceño al ver en las condiciones que llegaba su hermano.

-Pervertito albino di patate cazzo! Che cazzo hai fatto a mio fratello? - El grito resonó contra las edificaciones cercanas mientras Prusia se detenía para dejar al norteño sobre su espalda bajarse.

-Bruder! ¡¿Pero qué fue lo que pasó?! - Preguntó Alemania saliendo detrás de romano y seguido por un rezagado españa.

-Fratello, Germania, Ve~ No pasó nada, me caí cuando bajaba de la góndola. - Explicó con gesto tranquilo y jovial.

-¿Volvieron en góndola? - Preguntó Alemania con el ceño fruncido.

-Fratello, sei inutile.- Resopló Romano con enfado.

-Ita-chan, necesitas un baño, vamos a adentro.- Pidió españa con su habitual amabilidad señalando el interior de la casa con una mano mientras el chico lo seguía tarareando bajito mientras se movía al ritmo de la melodía.

Romano por su parte se giró a ver al prusiano. -Escúchame bien, patata albina de mierda.- Dijo alzando una mano para señalar al antiguo imperio. - Le haces algo a ill mio fratello, me llego a enterar de qué le hiciste algo, o que se cayó por tu culpa E ti manderò a dormire con le pesche.- Y tras sus palabras giró sobre sus talones, huyendo al interior de la casa, ambos germanos casi podían imaginar que de ser un perro, el sureño estaría caminando con las orejas bajas y la cola entre las piernas mientras temblaba un poco.

Prusia soltó una risa entretenida, Romano podía decir mucho pero no creía que realmente fuera a hacerle algo, además tampoco le había él hecho nada malo a Italia del norte.

-Bruder, volvieron muy tarde, nos tenían preocupados.

-Keseses, solo se nos fue un poco la hora.- Alegó encogiéndose de hombros mientras miraba a su hermano con una fingida cara de inocencia.

-¿Qué estaban haciendo?

-Solo paseabamos por el centro histórico, Bruderlein

-¿Por qué volvieron en góndola?

Una pálida ceja se arqueó y el mayor de los hermanos soltó un resoplido burlista mientras negaba suavemente con su cabeza. -Esos celos… ¡Ay, Bruderlein! No son buenos consejeros, mejor evítalos. - Le aconsejó con alegría, había tenido un día asombroso, no iba a tener una discusión con West apenas llegar a casa.

-East, no es… No importa, vamos adentro. - Pidió soltando un largo suspiro para luego regresar a la casa.

-.-.-.-.-.-.-.-

La cena había sido agradable, se la pasó bromeando con España mientras disfrutaban del calzone que Romano había preparado para todos y tras despedir a su buen amigo todos habían ido a acostarse temprano, al día siguiente seguirán las aburridas e improductivas reuniones del G8 y todos tenían que estar preparados para afrontarlas, además Alemania había hecho un efusivo reclamo acompañado de una amenaza de que si llegaban a llegar tarde de nuevo él mismo se encargaría de tirar toda la pasta de la reserva de los hermanos Italia a su amada laguna, así que más les valía a todos despertarse a tiempo y estar listo a la hora indicada para no sufrir ningún retraso.

Ahora él estaba recostado en su cama, se había duchado y tenía su espalda cómodamente apoyada contra las almohadas de la cabecera de la cama mientras escribía otra entrada de su diario.

Querido asombroso Diario:

Hoy fue el día más asombroso que he tenido en siglos, Italia y yo recorrimos un poco Venecia, nos tomamos fotos e hicimos algunos destrozos.

Pero más importante que todo eso, finalmente lo hice, finalmente me atrevía a decirle que lo amo.

Sé que la guerra la tengo casi perdida, pero no me importa, soy demasiado asombroso como para torturarme por eso de nuevo.

Italia me hizo prometerle que a pesar de todo seguiremos siendo amigos, y pienso cumplir.

Él ama a West…

Querido asombroso diario, a pesar de que le dije que no iba a hacerme ilusiones, no puedo evitar sentirlas, y son asombrosas. Conocer otra de sus facetas es asombroso, no sabía que Ita-chan podía ser tan serio.

El problema es que sé que mientras más grande es el imperio más dura es la caída.

Lo más asombroso de todo esto, es que aun así vale la pena.

Preußen.

Volvió a dejar el diario sobre su mesa de luz y con una sonrisa se arropó en la cama para descansar. De nuevo a levantarse temprano para trabajar. El día de mañana era incierto, pero intentaría, en la medida de lo posible, sacar provecho de su tiempo con el lindo Italia.

-.-.- Continuará.

 

Notas finales:

Glosario de traducciones:

Shut the bloody hell up, frog! I don't care, you ask me for help so do as I say! : ¡Cerrá la maldita boca, sapo! ¡No me importa, ustedes me pidieron ayuda así que hagan lo que digo!

leur de romance : Florezca el amor.

You are such a bloody Drama Queen! : ¡Eres una maldita Drama Queen!

Che cosa prometti? : ¿Lo prometes?

Ja, versprach er. : Si, lo prometo.

Dammit, Frog, we shouldn't be here in first place: Maldición, sapo, no deberíamos estar aquí en primer lugar

Pervertito albino di patate cazzo! Che cazzo hai fatto a mio fratello? : ¡Pervertida patata albina de mierda! ¿Qué carajos le hiciste a mi hermano?

Fratello, sei inutile.: Hermano, sos un inútil.

E ti manderò a dormire con le pesche: Y te mando a dormir con los peces.

Bruderlein: Querido hermano.

Notas finales de Sioa: Buenooo… me costó dos vidas escribir este capítulo. Solo digo, no es que me queje, encontré mucha información interesante pero no quería hacer demasiado densa la cosa de una sola vez así que en otro capítulo agregare otro par de cosas que pude ir viendo por allí. ¡La historia de Venecia es muy interesante! especialmente la parte de los Doxe, pensar que es cierto que Venecia era quien controlaba casi todo el mediterráneo, tenía una influencia por todo Europa que es apabullante.

Este capítulo está dedicado a FanFiker-FanFinal que a fin de cuentas me ayudado bastante con este capítulo y lo que es la información de Venecia. Acá es donde viene el Spam salvaje, si quieren pueden pasar a leer su fic "A las doce en el Campanile" cuyas descripciones detalladas de Venecia me ayudaron bastante para ubicarme y ver más o menos como desarrollar las descripciones que igual siento que han quedado algo pobres, intentaré hacerlas un poco mejor más adelante, es difícil describir algo que en realidad no conoces.

Les doy un adelanto de lo que creo que incluirá el próximo capítulo:

-Muchas discusiones en la reunión, países intentado matarse.

-Una charla con hungría.

-Un Romano psicópata.

-Algún acercamiento de Alemania con Italia.

-La tanga de tu madre y otros yuyos varios.

Lo tiró así, en plan Brain-storm de nuevo ¿Alguna sugerencia productiva? Espero sus reviews, a ver para donde nos lleva esto, cada vez estoy más indecisa de con quien se va a quedar Italia.

Sin más que añadir. Me despido.

Sioa Shun Uchiha-san.


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