Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Encrucijada por Sioa Shun

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Jueves 30 de Mayo del 2019.

Encrucijada

Capítulo 7: ¡Ayudame, Hungría!

By Sioa Shun Uchiha-san.

Dormir había sido imposible, había logrado conciliar el sueño solo por un par de horas pero no había descansado nada, los extraños sueños que había tenido no lo ayudaron. Estaba sentado en la cama, con el rostro serio y las ojeras apenas marcadas en sus párpados inferiores.

Decir que estaba confundido era un eufemismo, se sentía perdido. Durante años había estado enamorado de Alemania, siempre permaneció a su lado como amigo, siendo su aliado, intentado por varios medios que el hombre notara que sentía por él más que mero compañerismo sin embargo nunca había conseguido nada, sabía que su forma de actuar no hacía otra cosa que confundir al rubio pero siempre había mantenido la esperanza de que tarde o temprano el de azules ojos finalmente se daría cuenta de lo que intentaba y le corresponderia, nunca había sentito dudas por sus sentimientos, bueno quizás eso fuera mentira, al principio sí que estaba confundido, sabía que Alemania era para él alguien preciado pero comparar el sentimiento que tenía por él con el que tuvo en su momento por Sacro Imperio Romano lo asustaba por aquel entonces.

No fue hasta que Alemania hicieran una extraña actuación en un San Valentín allá por fines de la segunda guerra que se sentó seriamente a evaluarse a sí mismo y sus acciones que se atrevió a ponerle el titulo de amor a lo que sentía, sin embargo mucho tiempo había pasado desde ese día, quizás ya demasiado.

Con andar aletargado se sacó las mantas de encima y miró distraídamente el despertador que tenía a un costado de la cama, eran las cinco de la mañana, todos estaban durmiendo así que desactivo la alarma que estaba programada para las seis y fue a ducharse haciendo el menor ruido posible para no perturbar a su hermano y sus invitados.

Una vez en la ducha con el agua caliente corriendo sobre su agarrotado cuerpo cerró sus ojos y recordó el sueño que lo atormentó esa noche.

En él todo era hermoso al principio, estaba con Germania paseando por las calles de Berlín junto a sus perros, conversaban y él revoloteaba a su alrededor con la típica alegría que lo caracterizaba mientras el rubio lo regañaba por estar haciendo demasiado escándalo en la vía pública, cosa que claramente él ignoraba, le resultaba tierno que el hombre intentara corregir sus escandalosas costumbres, eso claramente nunca iba a pasar pero era adorable que después de tantos años el germano no se hubiera rendido en su manía de intentar enseñarle disciplina.

Ni en sus sueños dejaba de ser un pobre torpe y había tropezado en las vereda, cayendo estrepitosamente al suelo y raspando sus rodillas en el proceso, el rubio no había dudado en agacharse a su lado para revisar la herida mientras con voz bastante mas suave rezaba un regaño casi amoroso. "Por eso te digo que no puedes ir tan atolondrado por la vida, Italien, tienes que prestar más atención por donde vas, te lastimaste, mejor vamos a una farmacia a comprar algo para limpiar el raspón y que no se infecte ¿Puedes pararte?" No le había dado ni tiempo a contestar porque sin dudarlo el musculoso sujeto lo había levantado en brazos cual princesa de cuento para comenzar a caminar con él. Los perros habían desaparecido, las calles también, todo lo que los rodeaba había desaparecido, solo estaba ellos, él se sentía protegido y feliz entre esos fuertes brazos y aquellas palabras que podrían sonar parcas para cualquiera para él sonaban dulces y llenas de preocupación y afecto.

Su rostro se sonrojó un poco mientras recordaba que en el sueño él había llenado de besos el rostro del Aleman en medio de halagos mientras veía al parco sujeto ponerse nervioso y protestar pero en ningún momento se había resistido, Germania nunca se resistía en sus sueños sin importar que clase de cosas él le hiciera, pero fue entonces que una voz llamó su atención a sus espaldas. Era la voz de Prusia, recordó con claridad la imagen del albino parado en medio de un fondo tan blanco como sus cabellos, con aquellos ojos sangre brillando y una sonrisa amplia en su rostro, soltando esa risa tan particular que parecía irritar a todo el mundo al mismo tiempo que los contagiaba de energía. "Ich liebe dich, Italien" Le había escuchado decir, abriendo sus brazos para él y cuando se quiso dar cuenta él estaba parado en medio de la blancura de ese espacio mirando de frente al teutón que esperaba por él y a su espalda estaba Alemania que lo miraba con su rostro serio y los brazos a los lados de su cuerpo, parado cual firme soldado.

-Cosa mi sta succedendo? - Se cuestionó mientras apoyaba su frente en los empañados azulejos de la ducha, él día de ayer había sido divertido, había pasado una buena tarde como hacía demasiado tiempo no hacía, pasear con Prusia había sido especial, cada halago que el mayor hacía a su ciudad, a su historia, a sus monumentos lo hacían feliz, lo llenaban de confianza en sí mismo, cada payasada que habían hecho juntos lo había hecho olvidarse de todas sus obligaciones y le habían permitido ser él mismo, escandaloso y despistado sin recibir recriminaciones por su alborotada forma de ser pero todo se había ido bastante al caño cuando el albino le había confesado sus sentimientos.

Era un tonto, debió prever eso, había pasado toda la noche analizando las cosas y era cierto que Prusia lo trataba diferente a los demás, a todos los demás, con él no hacía bromas de mal gusto, ni lo molestaba, con él era atento, cuidadoso, celebraba sus tonterías y siempre estaba ahí para levantarle el ánimo en cada desplante que su rubio hermano le hacía por temas de trabajo. Prusia le daba regalos, lo abrazaba, usaba cualquier excusa para pasar tiempo con él si tenía oportunidad, lo dejaba jugar con Gilbrid ¡No dejaba que nadie tocara a ese polluelo! ¡Solo se lo dejaba tocar a él! Sin embargo cuando pronunció aquellas palabras "Me gustas, en serio me gustas demasiado Italia" fue como una guantada sin mano para él.

Es cierto, él jamás había dudado de su amor por Germania una vez que lo había aceptado por mucho que otras personas se le declararan o que hubiera pasado noches en compañía de amantes ocasionales. El era un país de buenos amantes, y a pesar de ser una nación eso no lo dejaba exento de las necesidades de la carne, ya lo había pensado antes, pese a no ser humano tenía necesidades muy humanas. El sexo siempre había sido solo eso, nunca ninguno de sus amantes le había hecho olvidar el amor por Germania, pero entonces llegó Prusia con sus sentimientos en bandeja pidiéndole una oportunidad y por primera vez sentía la incertidumbre.

Algo había, Prusia algo de especial tenía porque sino no estaría en este estado, desvelado, confundido por un sueño tórrido, cuestionando cuando el teutón se había convertido en alguien diferente del resto para él. Él era una persona carismática y sociable, se llevaba bien casi con todo el mundo, era amigo de sus amigos y los quería a todos muchísimo pero estaba seguro de que de haber sido cualquier otra nación la que hubiera confesado esos sentimientos no estaría tan contrariado, estaba así porque se trataba de Prusia, porque algo tenía que estaba haciendo a su corazón sentirse consternado.

No lo entendía ¿En qué momento? ¿Por qué? ¿Podía si quiera comprar lo que sentía por el albino a lo que sentía por Germania? Le asustaba siquiera intentarlo.

Su cuerpo se había movido como autómata y ya había terminado de lavarse mientras sus pensamientos se enredaban cada vez más, así que resignado cerró la llave de agua y salió de la ducha, se enrolló una toalla en la cadera y tomó otra para secar su cabello, caminando de regreso a la habitación donde el despertador marcaba que eran las cinco y cuarenta de la mañana.

Tenía tiempo de sobra antes de que todos en la casa despertaran, se vistió con uno de sus costosos y estilosos trajes, escogió una camisa negra, una corbata turquesa, saco y pantalones grises y zapatos negros.

Arreglado y peinado fue a la cocina para prepararse un café muy cargado, iba a necesitarlo si quería encontrar la energía para pretender que estaba perfecto y que nadie sospechara de su estado emocional

Necesitaba hablar con alguien y solo había una persona en quien tenía la suficiente confianza para hacerlo, estaba agradecido a que gracias a la reunión del G8 ella estuviera ahí en una inesperada visita. Hungría siempre había estado ahí para él desde que era muy pequeño, siempre había velado por él mientras estuvo en la casa del señor Austria y la quería mucho, con los años realmente su amistad se había convertido en una especie de hermandad, esperaba que ella supiera aconcejarlo.

Prusia había conseguido dejarlo totalmente desorientado con su confesión, no sabía que tantos estragos podría hacer en él si empezaba con sus intentos por conquistarlo, no estaba seguro de que debía hacer, si atreverse a dejarle una ventana abierta al albino y ver que ocurría o enclaustrar su corazón en cuatro paredes consolándose a sí mismo con que Germanía era el único con la llave para abrir la puerta y destrabar las ventanas, esperando que el hombre algún día utilizara la llave que hace tiempo tenía en sus manos y pudieran de una vez ser felices juntos.

-¡Ita-chan! ¡Mierda! ¡Me asustaste!- Ante esa estridente voz se giró para encontrarse con el responsable de sus caóticos pensamientos parado en la puerta de la cocina, vistiendo un traje azul prusia con una camisa blanca y una corbata negra.

-Ve~ Perdón, Prussia.

-No es nada, es que no esperaba que estuvieras despierto ya, son apenas las seis y diez de la mañana, se ve que la amenaza de West fue muy efectiva. - Comentó entre alegres risas.

-"¿Amenaza? Cierto, Germania dijo que si llegabamos tarde de nuevo iba a tirar mi pasta al canal, lo había olvidado… No puedo creer que lo olvidara por estar pensando en Prussia." - Pensó para luego reír animadamente como si nada lo estuviera inquietando, los otros países se sorprenderían mucho si supieran lo buen actor que podía llegar a ser lo bien que podía mentir cuando lo ameritaba. -Ve~ No puedo permitir que tiré mi pasta, sería aterrador comer patatas pisadas mientras por los días que ustedes se queden aquí. - Alegó sonriente.

-¡Ey! ¡Nuestra comida es asombrosa! ¡Nadie habla mal de las patatas y el Wurst en mi presencia, Ita-chan!- Alegó el albino acercándose a despeinarlo suavemente. -Guten morgen. - Saludó inclinándose a besar su mejilla derecha para luego girar su rostro y depositar otro en la izquierda, más este último fue más cerca de la comisura de sus labios.

El sonrojo no se hizo esperar en el rostro del italiano pero aun así sonrió alegremente, intentado ignorar el leve cosquilleo que esos finos y pálidos labios habían dejado sobre su piel. -Buongornio, Prussia! - Correspondió al saludo, parándose de puntitas para dejar un beso en cada mejilla del más alto, alejándose de él con pasos discretamente acelerados, prefiriendo fingir que no había notado la sonrisa ladina del hombre que claramente había notado su ligera turbación. -¿Me ayudas a hacer el desayuno, ve~ ? Germania y il mio fratello se levantarán pronto.

El teutón asintió y entre los dos prepararon una nutritiva y variada comida para todos, la reunión sería larga así que necesitaban energía para afrontar el largo día que tendrían por delante.

Estaban sirviendo la mesa cuando Alemania hizo acto de presencia en la cocina y solo minutos más tarde llegó romano con un claro gesto de aun tener la almohada pegada a la cara mientras se quejaba en voz pastosa sobre lo inhumano que era ser obligado a salir de la cama antes de las siete de la mañana y despotricando entre dientes en contra de lo obsesivo compulsivo que era cierto rubio con la puntualidad.

-.-.-.-.-.-.-

Para placer personal de Alemania habían llegado más que a tiempo al hotel, de hecho era los primeros en la sala de juntas, como correspondía ya que se suponía que los hermanos Italia eran quienes presidían las conferencias de ese año.

-¡Nos hiciste venir tan jodidamente temprano que no hay nadie! ¡Maldito macho patatas!.- Despotricó Romano mientras se sentaba en su sitió, revisando a desgana unos papeles, hoy empezarían exponiendo un resumen de las propuestas sobre los tratados económicos internacionales que se habían hablado el día anterior y el resto de naciones faltantes harían su correspondiente disertación, si por algún puto milagro todo saldría bien, terminarían las reuniones de ese día con las ideas medianamente claras y con alguna votación a favor o en contra de cada propuesta. ¡Tenía que estar soñando despierto si creía realmente que iba a ser tan productivo ese día!

Suspirando Alemania giró su mirada a Italia del norte quien miraba distraído los documentos con una sonrisa apacible en su rostro, hoy era su oportunidad, su hermano había pasado todo el día anterior con el chico y no sabía que habría pasado entre ellos, que hubieran regresado en góndola juntos le estaba minando la mente con imágenes de una situación romántica entre ellos, con la voz gruesa del gondolero cantando una balada para ellos con el atardecer Veneciano de fondo. Aquella imagen lo ponía casi enfermo. No podía dejarse ganar, tenía que pensar en algo para atraer la atención del castaño hacia él y no hacia su hermano.

-Italien. - Lo llamó acercándose a él con paso casi militar.

-Ve~ ¿Qué pasa Germania?

-¿Te molestaría que fuéramos a almorzar juntos en el receso?- Consultó con un tenue rubor en sus mejillas y un tono nervioso en su voz.

El Italiano ladeó un poco su cabeza pero luego sonrió ampliamente. -¡Claro! ¡Me encantaría, Germania! - Aceptó gustoso, quizás pasar algo de tiempo con el de azules ojos le ayudara a aclarar sus confusas ideas, no podía evitar el leve calor en su pecho ante esa inocente propuesta pero su traicionera mente le hizo recordar el beso en la comisura de sus labios de esa mañana y el rostro sonriente del albino haciendo que sus mejillas enrojecieran y los dedos de su mano derecha acariciaron levemente la zona que había sentido cosquillear por ese recuerdo.

-¿Estás bien, Italien?

-¿Ve~ ? ¡Si, si, Germania! - Contestó rápidamente, intentado desechar esas ideas de su mente y concentrarse en la mirada preocupada del más alto, era tierno, verlo consternado por él era algo que siempre lo hacía sentir querido, empero, en ese momento con aquellas ideas en su cabeza solo podía sentirse culpable, la sensación de estar traicionando sus sentimientos por el menor parecía no querer alejarse de él. -Hoy se me antoja comer carpaccio ¿Qué te parece?

-Me agrada, al menos no és pasta. - Contestó con una apenas perceptible sonrisa el rubio.

Prusia los miraba hablar desde su asiento, acomodando sus papeles y las hojas en blanco donde haría las notas de la junta, al parecer su bruderlein estaba haciendo su movimiento sin embargo se permitió sonreír con cierta satisfacción al notar que el castaño acariciaba la zona que él había besado esa mañana con un tenue rubor en sus mejillas, podía sentir cierta esperanza, al menos un poco. El chico había reaccionado de manera bastante favorable con aquel pequeño acercamiento, no tenía nada de malo alegrarse un poco por eso.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las dos calmadas naciones que entraban en la sala, Inglaterra caminaba con su andar elegante de siempre, como si se tratara del dueño del lugar, exudando confianza y tranquilidad mientras hablaba alegremente con un sonriente Canadá que parecía a punto de desaparecer por momentos. Ambos saludaron a los presentes con diferentes entonaciones en inglés y los presentes correspondieron con amabilidad, minutos más tarde y haciendo un pequeño escándalo entraron Francia y Hungría que se sentaron a cada lado del albino, él galo a su izquierda y la marimacha a su derecha.

-Bonjour, mon ami! ¿Qué te cuentas de nuevo?- Preguntó alegremente el rubio, pasando un brazo por sobre los hombros del teutón.

-Guten morgen, mein freund! - Saludó alegremente correspondiendo el gesto del otro al pasar su brazo sobre los hombros del galo. -Aquí, siendo asombroso, como siempre.

-¡No empieces con tus estupideces tan temprano!- Protestó la hungara. -Tienes de asombroso lo que yo de bailarina de valet.

-Oh, estoy confundido, Hungría, no sabía que una marimacha pudiera ser buena en valet.

-¡Eres un descarado!

-¡Soy asombroso!

-¡Asombrosamente desesperante!

-Ah, pero soy asombroso al fin y al cabo, gracias por aceptarlo. - Alegó dándole unas fuertes palmadas en la espalda a la mujer como si se tratara de otro de sus camaradas varones.

-¡Ay! ¡Eres un bruto!- Se quejó dándole un fuerte puñetazo en el brazo.

-¡Auch! ¡Vos sos una bestia!- Alegó frotando la zona agregidad. -¿Me quieres dejar sin brazo, o qué?

-¡Oh! ¿No que eras muy fuerte? ¿Te duele el golpecito de una chica?

-¡Claro que no! ¡Soy demasiado asombroso para sentir dolor!

-¡Te quejas como magdalena!

-Ey, ey, mon amis, no peleen tan temprano.- Pidió el francés con una gran sonrisa, al menos podía estar tranquilo ahora, pese al rechazo del día anterior Prusia no parecía deprimido, era una preocupación menos, de hecho lo veía muy animado si ya estaba a punto de matarse con Hungría, le alegraba tanto ver que su amigo recuperaba su típica vitalidad.

En medio de su disputa había llegado Japón quien se había tomado un momento para charlar con Alemania e Italia antes de tomar asiento, la entrada de Rusia había hecho que más de uno se sintiera incómodo pero Prusia era él que más detestaba al hombre aparte del aún ausente U.S.A, el rencor que le tenía aquella nación no era algo fácil de describir con palabras, había escuchado su "Privet, Gilbert" al saludarlo pero prefería ignorarlo, el tiempo que había tenido que pasar con ese sádico enfermo antes de la caída del muro aún podía traer pesadillas a su mente en sus días oscuros y el desprecio con que pronunciaba su nombre humano empleandolo como un insulto tácito lo enfermaba, era preferible fingir que no estaba compartiendo aire con ese fenómeno.

Solo faltaba América y España, que como siempre llegaban bastante tarde que pasaban de las ocho y cuarto.

La habitación se llenaba de bullicio y para todos era claro que Alemania empezaba a perder la paciencia, pobre hombre aún ni siquiera empezaba la peor parte y él ya sentía acercarse la migraña.

-The greatest hero is here, my friends! - Gritó el americano entrando con una teatral patada a la puerta y una pose de superioridad mientras acomodaba sus brazos en jarra sobre sus caderas.

-The greatest idiot in the world would you mean! you're late as always, U.S.A! What's your bloody problem? don't you have a watch, or don't you know how to use it? - Gritó colérico el británico.

-Ow! England, try not to be a jerk so early in the morning, please! I made such a great entrance and you are so mean with me! - Se quejó el rubio llevando la botella coca-cola que cargaba a su boca para dar un largo sorbo antes de sentarse en su lugar.

-¡Por favor!- Gritó Alemania en cuanto notó que Inglaterra iba a seguir la discusión con el americano. -¡Ya estamos todos, así que empecemos de una vez! - Suplicó con hartazgo.

-Ve~ pero hermano España aún no llega. - Comentó Italia alzando su mano como si estuviera en una clase de colegio y necesitará permiso para hablar.

-¡No hay que esperar a ese bastardo! ¡Qué se las arregle! ¡El es solo un invitado así que empecemos con esta mierda!- Alegó romano levantándose de su asiento para comenzar con la maldita reunión de una jodida vez pero cuando estaba en medio del discurso la puerta se volvió a abrir no tan bruscamente como con el rubio pero igualmente interrumpiendo.

-Perdón, amigos, me quedé dormido. -Habló en su lengua madre el país de la pasión entrando con pasos lentos y una sonrisa alegre.

-¡BASTARDO! ¡No hubieras venido!- Gritó romano con enojo iniciando una discusión donde él gritaba improperios y España solo sonreía alegremente disculpándose antes de ir a sentarse junto a Hungría.

-¡SUFICIENTE!- Interrumpió Alemania, entre romano que peleaba con España, Inglaterra que ahora mismo no sabía porqué se estaba ahorcando con Francia, su hermano que discutía con Hungría y las risas tenebrosas de Rusia las cosas se habían vuelto a salir de control. -¡Quiero que todos hagan silencio, Romano terminará de leer el resumen de ayer y procederemos con la disertación de Alemania que estará a cargo de mi hermano! ¿Entendierón? - Gritó con su voz potente y autoritaria.

-Sì, capitano! - Italia fue el único que contestó mientras todos volvían a sus lugares y suspiraban algo asustado después del regaño del rubio.

-¡Puedo manejar solo a esta bola de idiotas, macho patatas! ¡No tienes que intervenir!- Gritó Romano antes de levantarse y carraspear con sus papeles en la mano. -Bueno, como decía antes de que el bastardo de España interrumpiera con su mierda de alegría estúpida, ayer se trató el tema de los tratados de comercio exterior, los países que dieron sus propuestas fueron Italia, Canadá, U.S.A y Japón durante la primera mitad de la junta y durante la siguiente sólo pudo exponer Inglaterra, sus propuestas respectivamente se trataron de…- Continuó hablando, explicando las mociones y las problemáticas expuestas por cada nación y luego de un par de minutos hablando dejó sus papeles sobre la mesa notando que el caos de nuevo reinaba en la sala. -¡YA CALLENSE, JODER! ¡PARVADA DE IMBÉCILES! ¡ME VALE CINCO HECTÁREAS DE MADRES SI NO ESCUCHARON LO QUE DIJE! ¡MUERANSE!

-¡Lovi- lovi~ no te ofusques que te arrugas!- Canturreaba alegremente el español. -¡Yo si estaba escuchando!

-¡PUDRETE, ESPAÑA! ¡PATATA ALBINA DEL CARAJO, ES TU MALDITO TURNO! ¡A VER SI HACES CALLAR A ESTOS IDIOTAS!- Dejándose caer en su asiento se cruzó de brazos con muchísimo fastidio, él que se había empeñado en tener todo perfecto para esa puta conferencia y todos ahí como la bola de imbeciles que era no le prestaban atención.

Italia del norte solo resopló un corto ve~ mientras se encogía de hombros, su hermano era demasiado agresivo pero la verdad sea dicha no inspiraba una pizca de autoridad o respeto, además que fuera tan mal hablado era algo que a él le parecía bastante desagradable, quería a Romano, era su hermano, pero que se la pasara gritando improperios hasta a él lo canzaba. Pobre de su hermano españa.

-Kesesese~ Gracias por la palabra.- Dijo el albino, carraspeando antes de levantarse y alzar un poco la voz. -Orden, por favor.- Pidió, más bien decretó, todos los presentes dejaron sus respectivas actividades para girarse a mirarlo en respetuoso silencio, hacía años que el antiguo Reino de Prusia, ahora Alemania del este, no tomaba la palabra en una junta, quizás habría pasado una buena década desde la última vez. Italia del norte se removió en su asiento, sentándose derecho, había olvidado que el hombre a pesar de siempre ser tan jovial cuando se trataba de trabaja daba tanto o más miedo que Alemania, su rostro serio mirando a cada una de las naciones, desafiandolos a todos con sus rojos ojos a atreverse a interrumpirlo si les daban las pelotas lo hizo estremecer un poco. Si, Prusia serio daba un miedo de cojones. -Gracias. - Dijo una vez considero que todo estaba con suficiente calma como para hablar. -Procederé a explicar la postura de La República Federal de Alemania ante el tema que nos atañe hoy a los aquí presentes…- Comenzó a hablar, su voz sonaba profunda y su postura firme acompañada de la fuerza y autoridad que imprimía a cada una de sus palabras parecía tener a todos hipnotizados e Italia del norte no era la excepción.

Él nunca prestaba atención en aquellas reuniones, era más divertido molestar a Alemania o a Japón, quizás dedicarse a dibujar, al único que escuchaba era su rubio amigo o a su hermano durante las disertaciones pero en ese momento la voz de Prusia lo tenía en una especie de trance, no estaba realmente escuchando qué decía sino que escuchaba atentamente cómo lo decía, era desconocido para él aquel tono, esa confianza, esa postura, esa expresión pasivo-agresiva que advertía de horrorosos castigos a quien fuere que osara interrumpirlo, el inglés sonaba rasposo en su acento germano pero el albino modulaba claramente cada palabra, sin darse cuenta sus ojos ambarinos estaban posados en la forma en que se movían aquellos finos labios. ¿Prussia había sido siempre así de atractivo? ¿Así de imponente? ¿Así de atrayente? Si, ahora que lo pensaba si, pero nunca se había detenido a prestarle tanta atención.

No se dio cuenta de en qué momento había comenzado a usar su lapicera en la parte posterior de sus copias de los documentos oficiales, trazando un dibujo que intentaba reflejar la postura severa del teutón, sus ojos iban de su dibujo a su modelo, reproduciendo su imagen en el papel sin dejar de escuchar embelesado la forma en que su voz hacía eco contra las paredes, era tan inspirado como Alemania cuando hablaba, escuchar a Prussia contestar a cada seria pregunta que realizaba Japón o Inglaterra era en alguna medida tranquilizador, no sabría definirlo pero así como era de imponente el prusiano se mostraba accesible, paciente, dispuesto a responder cualquier duda sobre su informe, sobre sus propuestas, hasta amable podría decir, era intimidante pero no al punto en que podía ser parco e inexpresivo Germania, cuando era el rubio quien hablaba era cierto que casi todos lo escuchaban, pero casi nunca había preguntas o diálogos con otros países durante sus disertaciones, sus discursos no motivaban a nadie a hablarle, era pragmáticos, cortos, concisos y sin dar un mínimo lugar a réplicas, en cambio Prussia era lo suficientemente duro como para evitar interrupciones pero al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para aceptar críticas, sugerencias, contestar preguntas, su discurso era fluido pero invitaba a todos a participar. Germania y Prussia eran tan diferentes y tan parecidos.

-Y con eso concluyo mi exposición. - Tras sus palabras el de ojos carmesí, se sentó en su lugar, dejando los documentos frente a él con la misma sonrisa maliciosa y arrogante de siempre. Había hablado por poco más de una hora y sin mucha ceremonia tomó el vaso de agua frente a él, vaciandolo de un solo sorbo. -¡¿Viste eso marimacha?! ¡Los dejé impactados con mi asombroso ser!

-Eres insufrible, lo que pasa es que el sonido de tu voz es tan irritante que nadie pudo pensar lo suficiente como para hacer escándalo.

-¡Mi voz es awesome, no irritante, marimacha! ¡Hazte ver los oidos porque te estas quedando sorda! - Alegó con indignación por semejante acusación.

-¡Tu eres el que está sordo! ¿No escuchas tu propia voz? ¡A cualquiera dejarías imbécil con su irritante sonido!

-¡Claramente tu buen gusto para el sonido está arruinado después de escuchar tanta música mala del podrido señorito de tu novio!

-¡¿Qué dijiste de Austria, tu maldito patan?! - Protestó a punto de estrangularlo.

-Oh, mon amis, no peleen.- Pidió alegremente francia. -Fue una disertación impecable Prusia, como siempre, me alegra volver a verte en el trabajo.- Alegó el francés guiñando un ojo.

-¡Deja de dar cumplidos vacíos, Wine bastad! - Protestó inglaterra ¿Quién se creía el estúpido de su novio halagando a Prusia? ¡A él no le había dicho absolutamente nada bueno cuando había hecho su exposición el día anterior! ¡Es más, el maldito descarado lo había interrumpido todo el maldito tiempo con comentarios de mierda y alegando que no votaría sus mociones!

-Ahora que Gilbert término, hablaré yo, da.- Dijo Rusia levantándose de su sitio mientras el prusiano chasqueaba su lengua con mal disimulado fastidio al escuchar su nombre de aquella forma despectiva, sosteniendole la mirada amatista y mal intencionada al muy bastardo.

-No one want to hear your Communist shits, you bastard! - Interrumpió con tono cantarín pero agresivo el americano.

-De todos modos haré mi disertación, cerdo capitalista. - Contestó el Ruso mirando con una sonrisa siniestra a quien lo interrumpía.

-¡A nadie le importa! - Protestó molesto el americano.

-Tendrán que escucharme, de todos modos algún día todos ustedes serán parte de la madre Rusia. - Alegó el alto hombre sin perder su tétrica aura que hizo estremecer a más de uno, es más se pudo escuchar el grito de "Germania, protégeme, Rusia es aterrador. Ve~"

-The greatest hero never will be part of you, bastard! - Contestó entre exageradas risas las representación de United States of America.

-Behave, America! - Gritó Inglaterra con fastidio.

Romano estalló, el gordo bastardo de las hamburguesas estaba riendo tan fuerte que le dolían los tímpanos. -¡Callate gordo imbécil!

-I'M NOT FAT! - Chillo el rubio con un puchero en sus labios.

-Si dejaras de comer chatarra nadie te diría que estás gordo. - Contestó cruzado de brazos y piernas el británico con una sonrisa de superioridad en los labios acompañando su elegante postura.

-¡Mira quien habla de comer chatarra! ¡No tienes calidad moral para decir eso, Inglaterra! - Contestó el español desde su lugar. -¡Tu gente le puso CHORIZO a mi amada paella!

-Shut up, bloody Spain! Do you want me to kick your ass again? - Contestó el anglosajón.

Levantándose de su sitió el país de la pasión se acercó rápidamente al rubio para tomarlo del cuello de la camisa. -¿Quieres que te recuerde quién le pateaba el trasero a quién, Inglaterra?

-Kolkolkolkolkolkol~ - Entre la risa tétrica de Rusia y el ambiente intimidante entre Inglaterra y españa que cada vez que discutían parecía que ellos regresaban a sus épocas corsarias, era como volver al 1600 d.c y parecía que ambos estaban a punto de sacar sus viejos y oxidados sables para batirse a duelo en medio de la conferencia, aquello parecía un circo romano.

-¡SUFICIENTE!- El grito de Alemania detuvo las peleas y con una mano señaló a Rusia. -¡Por favor, escuchemos el disertación de Rusia! - Pidió mirando el enorme reloj que colgaba en una de las paredes, ya pasaban de las diez y medía de la mañana. -Luego de su exposición tomaremos una hora de receso para almorzar. - Decreto. -¡España, Inglaterra! ¡Vuelvan a sus lugares!

Soltandose con la amenaza brillando en sus ojos los antiguos corsarios se acomodaron en sus sillas con un chasquido molesto de sus labios permitiendo que el ruso hablara.

Si disertación fue larga y varias veces interrumpida, cuando no eran los gritos de América, era algún comentario mal intencionado de Prusia, Alemania ya tenía una migraña de cuidado, Italia del norte estaba profundamente dormido sobre la mesa, Francia, España, Hungría y Prusia charlaban sobre a dónde irían a almorzar, Japón suspiraba bajo, claramente cansado, Canadá parecía ser el único que atendía al discurso del hombre con la tubería, para cuando finalmente habían logrado dar por terminada la primera etapa del la junta ya eran casi las doce del medio día.

-Italien ¿Nos vamos?- Preguntó tras haber dejado acomodadas sus cosas, apoyando una mano en el hombro de su amigo para despertarlo de su siesta. -Italien, estas babeando tus documentos. - Le reclamó con el ceño fruncido sin conseguir despertar al castaño, fue entonces que sus ojos se posaron en los papeles y pudo distinguir la figura de su hermano firmemente parado con sus documentos en sus manos dando su discurso, el retrato era detallado y aunque solo estaba hecho con tinta negra se veía sencillamente increíble. Una punzada de celos atacó su pecho ¿Por qué Italia estaba dibujando a Prusia? Era estúpido ponerse así por un dibujo, más teniendo en cuenta que Italia del norte tendía a hacer dibujos de todo lo que llamara su atención, lo había visto retratando a Japón, a España, a Hungría, incluso a Romano y a él mismo pero le asustaba que tras esa imagen pudiera haber algo más. -¡ITALIEN! - Gritó con la voz en cuello, usando su tono de sargento, el monstruo verde de los celos había podido más que él y había dejado salir su enojo en aquel injustificado grito.

-¡VE~! - Chilló el italiano parándose de golpe de su asiento con gesto aterrado, girándose a ver al rubio y retrocediendo un poco ante el enojo en su cara. -¡Perdón, Germania!

-¡MACHO PATATAS! ¿QUIÉN TE CREES PARA GRITARLE A MI ESTÚPIDO HERMANO!- Renegó molesto Romano, los demás ya se habían marchado, solo quedaban ellos tres en la habitación.

El alemán resopló con cansancio, masajeando el puente de su nariz con dos dedos. -Lo siento, Italia, no debí gritar.- Se disculpó ante la reacción que había tenido el más bajo con su brusca forma de despertarlo. -¡Vamos a almorzar! ¡Y no vuelvas a dormirte en las juntas! - Reprochó con el ceño fruncido.

-Lo siento, Germania, no dormí muy bien anoche.- Se disculpó con un leve puchero antes de acercarse para tomar del brazo al más alto. -¿Vamos a comer?

-Si, vamos antes de que se nos haga tarde. - Pidió dando un resoplido suave.

-¡Oigan! ¡Iré con ustedes!- Se auto-invitó el sureño, apuntando al rubio con un dedo. -Ni creas que te dejaré solo con il mio fratello, pervertido macho patatas, ayer la patata albina tuvo suerte pero vos no tendrás tanta. - Alegó con el ceño fruncido.

-¿De qué estás hablando, fratello? - Preguntó confundido el norteño.

-Nada, eres un idiota ignorante y feliz, Veneciano.- Alegó el mayor negando con su cabeza antes de salir frente a los otros dos de la sala.

Alemania suspiró ¿Cómo podía tener tanta mala suerte? Solo quería un momento a solas con Italia ¿Era tanto pedir? Ahora tendría Italia del sur con ellos quejándose, nunca iba a entender porque el hombre lo odiaba tanto.

-.-.-.-.-.-.-.-

Habían terminado en un elegante restaurante del casco histórico de Venecia, sentados en una mesa para cuatro con Romano intentado matarlo con la mirada. Ya habían pedido la comida y estaban esperando que esta llegara, mientras tanto ante ellos habían dejado el vino, las copas y una cesta de pan casero con una especie de salsa para picotear algo mientras llegaba su orden.

-Italien, dijiste que no dormiste muy bien anoche ¿Qué ocurrió?- Preguntó intentando sacar algo de charla e ignorar al que esperaba pronto fuera su cuñado.

-Ah, es que tuve aterradoras pesadillas donde Inglaterra me perseguía con sus horribles scones y me obligaba a comer su espantosa comida. - Comentó con el horror pintado en su cara, casi como si estuviera a punto de llorar. Era impresionante su calidad de mentiroso si así lo quería, pero es que no podía hablarle al rubio respecto a su extraño sueño y las dudas que asaltaron su mente durante toda la noche, no podía decir que había intentado desesperadamente discernir si se sentía atraído por Prusia o no durante toda la madrugada.

-En serio tienes pesadillas extrañas, Italia.- Alegó el alemán con un resoplido de resignación, estirando una mano para acariciar sus cabellos en un gesto protector. -Inglaterra no te va a hacer nada.

-Ve~ Grazie, Germania.- Contestó con una sonrisa, la calidez de las grandes manos del rubio siempre lograban tranquilizarlo, esas caricias tan breves dadas por alguien tan reacio al contacto físico eran sus pequeños tesoros, se sentía en cierta medida especial al saber que el hombre solo tenía esos gestos con él.

-¡No lo toques, bastardo de las patatas!- Chilló Romano, dándole un suave golpe en la mano al rubio mientras lo miraba con el ceño fruncido.

-Ve~ fratello ¿Qué te ocurre hoy?- Preguntó algo descolocado por la por demás agresiva actitud de su hermano.

-Nada. - Gruñó el mayor entre dientes.

-Ve~ Ve ~ Estas muy raro. - Alegó dando un largo suspiro. -Por cierto Germania, hoy tampoco regresaré a casa con ustedes, lo siento.- Informó con una apacible sonrisa.

-¿Por qué?- Preguntó un poco descolocado ¿No podía ser que Prusia volviera a salir con él a solas o si? ¡Su hermano estaba jugando sucio si pretendía monopolizar la atención del italiano!

-Iré a ver a hermana Hungría.- Explicó alegremente el mayor, ladeando un poco su cabeza. -¿No te molesta, verdad?- Consultó al haber notado un gesto un tanto molesto en el inexpresivo rostro del de ojos claros.

-No, Italien, para nada, de todos modos tendré que llenar informes después de la junta. - Comentó un poco más relajado al saber que no era con su hermano con quien el chico iba a estar.

-Ve~ También estas raro, Germania ¿Qué les pasa a todos hoy?- Consultó un poco desconcertado.

-No estoy raro, son ideas tuyas. - Contestó con sus mejillas encendidas. Era vergonzoso pero al menos el hombre frente a él había notado que intentaba acercarse un poco más a él.

-¡Pervertida patata!- Alegó Romano al ver el leve sonrojo del rubio, mal interpretandolo ¿En qué carajos estaba pensando ese desgraciado para ponerse así? ¡Por su madre que no iba a dejar que ese depravado tocará a su atolondrado hermanito menor!

-Romano ¿Puedo saber por qué me odias tanto?- Consultó el alemán ya cansado de la continua hostilidad, estaba muy intentado a echar a ese tipo, pero no podía hacerlo sin hacer sentir mal a Italia del norte.

-¡Porque eres un pervertido macho patatas que intenta pervertir a mi hermano!- Lo acusó con el ceño fruncido.

-Ve~ Ve ~ Fratello, estas imaginando cosas.- Protestó apaciblemente Italia, negando suavemente con su cabeza. -Germania solo es mi amigo. - Agregó después, sorprendiendose un poco al notar que el dolor que siempre surgía en su pecho cuando pronunciaba aquellas palabras no era tan intenso, de hecho, no lo había sentido, apenas había sido una ligera incomodidad ¿Qué significaba eso?

-Italien, yo…- Murmuró el germano, más fue interrumpido por un grito sostenido del sureño.

-¡Eres demasiado inocente, Veneciano!

Alemania resopló y miró al de cabello castaño obscuro con el ceño apenas fruncido. -Romano ¿Podrías dejarnos solos un momento? - Consultó educadamente.

Italia se giró a ver con sorpresa a su amigo y luego giró su rostro al de expresión desconcertada de su hermano mayor. -Ve~ Romano, per favore. - Insistió antes de que éste empezara a quejarse.

-¡Joder con ustedes dos!- Chilló levantándose con fastidio, había estado a punto de decirle al alemán hasta de los males que iba a morirse pero ante el pedido de Italia tuvo que callarse y muy a disgusto abandonó la mesa para dirigirse al baño y darles algo de privacidad a esos dos idiotas.

-Querías decirme algo ¿Verdad, Germania, Ve~? Perdón por Romano, está algo alterado, quizás se peleó con hermano mayor España y por eso esta un poco más irritable de lo normal.- Explicó con una sonrisa.

-No tienes que disculparte, Romano siempre me ha odiado, aunque no tengo claro porque.- Admitió dejando caer sus hombros con cierta pesadez.

-No te odia, solo no le agradas tanto ve~

-¿Cuál es la diferencia?- Consultó arqueando una ceja.

-Bueno, a vos te tolera, no es como con hermano mayor Francia o Turquía, a ellos no puede ni verlos. Ve~ - Explicó con cierta diversión.

-Italien, yo… Quería hablarte de algo desde que llegué pero no he encontrado la forma correcta de hacerlo.- Comenzó a hablar con seriedad, endureciendo un poco su expresión pero con un tenue camín decorando su rostro.

-¿De qué se trata? - Consultó con genuina curiosidad, ver a Germania tan nervioso era algo muy inusual y por algún motivo tenía un extraño presentimiento.

-Italien, ich mag dich. - Pronunció apresuradamente, sintiendo su rostro arder, había sido conciso, directo, como siempre, pero más tenían que ver sus nervios y la presión que sentía porque Romano no regresará en un momento inoportuno

"Italia, me gustas" Había esperado esas palabras por más de cincuenta años y ahora que las escuchaba no sabía como reaccionar, se había quedado estático, mirando al rubio con sus ojos totalmente abiertos y sintiendo su corazón dolorosamente acelerado, su pecho insoportablemente cálido. ¿Había escuchado bien? ¿Lo había imaginado? ¿Era acaso eso real? ¿Seguía durmiendo sobre la mesa en la sala de juntas?

-Cosa? - Fue lo único que se sintió capaz de articular. El hombre frente a él parecía pronto a mutar en un tomate maduro y balbuceó un par de veces antes de volver a hablar, casi temblando entre los nervios y la ansiedad.

-Me gustas, Italia, más que como un amigo.- La vida entera le había costado volver a decir aquello, ahora en inglés, un idioma que ambos manejaban muy bien, quizás el italiano no había logrado entenderlo al decirlo en su lengua materna, pero es que los nervios lo traicionaban.

-Germania…- Murmuró incapaz de decir nada, con sus ojos empañados de lágrimas. Estaba sucediendo, como en alguno de sus muchos sueños con el rubio, su gran amigo y aliado se le estaba confesando en medio de un elegante restaurante de su adorada Venecia a punto de disfrutar de su gloriosa gastronomía y él estaba ahí, petrificado, confundido, sin ser capaz de hacer absolutamente nada, la imagen de Prusia se plantó en su mente, tal y como en su sueño, con la sonrisa amplia y sus brazos abiertos, declarando un "Te amo", no un simple "Me gustas" y sobrepasado por sus emociones comenzó a llorar.

-¡Italien! - Asustado, Alemania se había levantado para acercarse a él y tomar su rostro entre sus manos, limpiando cuidadosamente sus lágrimas y esas manos cálidas se sintieron bien, tan tranquilizadoras y seguras como siempre, pero había algo más, sentía un retro de dolor en su corazón que no sabía explicar, su mente era un caótico desfile de ideas confusas y con su nublada vista se fijó en los preocupados ojos azules. -Lo siento, Italien, por favor, no llores.- Pedía el germano, nervioso, alterado, claramente sin tener idea de cómo consolarlo. Él quería un abrazo, pero al mismo tiempo necesitaba alejarse, demasiado contrariado como para saber exactamente qué quería o qué necesitaba.

Apartando con suavidad las manos del rubio de su rostro negó suavemente con su cabeza mientras intentaba detener su llanto. -Scuse, Germania, necesito ir… un momento al baño, ve~ - Dijo con cierta torpeza, levantándose y secando sus lágrimas con la manga de su fino traje, pasando junto al rubio para perderse en dirección al baño, sin notar que casi había chocado con su hermano y sin escuchar las quejas de este al verlo en ese estado.

Gracias a Dios en baño de ese restaurante era individual así que entró y trabó la puerta, mirando el reflejo que le devolvía el gesto en el amplio espejo para luego apoyar sus manos sobre el lavamanos.

-¿Qué me ocurre?- Volvió a preguntarse, antes de hundir su rostro entre sus manos, soltando un sentido llanto que no sabía de dónde venía, no sabía porque lloraba, quizás por alegría, por nostalgia, por tristeza, o por confusión, sentía todas esas cosas revueltas en su pecho. Había esperado una confesión de Germania por tanto tiempo y ahora que la tenía había huido de la mesa, dejando a su amigo solo y preocupado por su reacción. No sabía que hacer, no podía entenderse a sí mismo, hace un par de años atrás estaba seguro que se habría arrojado al cuello del más alto para devorar sus labios en un beso que le mostraría al rubio porque se habla tanto de la pasión italiana, pero ahora ahí estaba, encerrado en un baño llorando sin tener idea de qué hacer.

Respirando profundo intentó tranquilizarse, inhaló y exhaló un par de veces hasta que el ritmo de su corazón volvió a ser el mismo de siempre y luego lavó su rostro con agua helada. Necesitaba desesperadamente hablar con Hungría.

Cuando se sintió más calmado y su rostro estaba menos hinchado regresó a la mesa donde se encontró su hermano furico y tanto más preocupado de lo que parecía estar el Alemán. La comida ya estaba servida pero nadie había tomado bocado aun. Armándose de valor les enseño una de sus brillantes sonrisa y volvió a sentarse. -Ve~ Comida… - Canturreó alegremente.

-Italien!

-Fratello!

Escuchó el reclamo de ambos, buscando una explicación, esperando algo de su parte que él no estaba en las condiciones para dar y tampoco quería hacerlo. -Ve~ Ve~ Se enfriará la comida. - Le hizo notar mientras se disponía a comer, algo que le dejó claro a sus acompañantes que no pensaba soltar palabra sobre los acontecimientos recientes.

Romano miró con resentimiento a la bastarda patata frente a él pero decidió simplemente comer, después de todo en breve tendrían que volver a la torturante reunión y el germano con gesto entre culpable y preocupado lo imitó.

-.-.-.-.-.-

La Reunión en la tarde se había prolongado por otras tres horas, Francia había dado una accidentada exposición entre los gritos de Inglaterra, las burlas de América y acotaciones de Canadá que nadie escuchó.

Prusia por su parte no había podido prestar atención, ni a la exposición de su amigo, ni a las peleas, ni a la vaga votación de mociones que había comenzado, sus ojos y toda su concentración estaban puestas en el Italiano dueño de sus afectos y en su amado hermano.

West había llegado con una expresión de velorio muy preocupante, le asustaba realmente ver tan alterado a su pequeño, no estaba bien, claramente no estaba bien, puede que para todos aquella faz solo mostrara seriedad, pero él lo conocía, lo conocía demasiado bien y los ojos de su hermano, lo tenso de sus facciones, todo le estaba mandando flamantes banderas rojas con el mensaje de "Me siento devastado"

Italia era otro poco de lo mismo, sonreía y tarareaba como siempre, pero sus ojos estaban hinchados, enrojecidos y las ojeras que había notado esa mañana se habían acentuado demasiado, por momentos el chico parecía ausente pero luego volvía a su actitud alegre que jamás le había parecido tan enfermantemente falsa como en ese momento. ¿Qué había pasado? Él había ido a almorzar con sus amigos a un lugar de comida rápida de donde los terminaron echando por escandalosos solo para darle algo de tiempo a solas a los otros dos y algo muy malo tenía que haber pasado para que sus adoraciones regresaran en semejante estado.

Se estaba desquiciando de la preocupación.

Necesitaba que la junta terminara de una vez, quería hablar con West, se estaba devanando los sesos intentando adivinar qué había ocurrido, y no lo entendía, necesitaba asegurarse de que su hermanito estaba bien y saber el motivo que había hecho llorar a su Ita-chan.

Cuando finalmente Romano dio por levantada la sesión de ese día con un grito atronador, guardó torpemente las notas de ese día en su maletín y se apresuró a dirigirse a su hermano.

West, kesesese~ !- Lo llamó alegremente, no dejando ver lo angustiado que lo tenía ver en ese estado a dos personas que amaba tanto.

-Ah, East ¿Regresarás con nosotros o irás con Francia y España?- Preguntó distraídamente mientras arreglaba sus notas, mirando de reojo a Italia del norte, cosa que no pasó desapercibida para el albino.

-Oh, Francia y España me invitaron a beber, pero eso será en la noche, hoy el asombroso yo te ayudará con el papeleo, bruderlein. - Contestó entre alegres risas dándole un par de palmadas en la espalda al menor, observando de reojo como Ita-chan hablaba con Hungría abandonando juntos el recinto.

-Oh, Danke, bruder!

En serio necesitaba saber que carajos había ocurrido.

-.-.-.-.-.-.-

Italia y Hungría se alejaron del bullicio que hacían sus compañeros, Francia estaba intentado secuestrar a Inglaterra mientras América molestaba con algo a Canadá, nada fuera de lo común.

Salieron del hotel juntos, ya que el italiano había invitado a la bella señorita a merendar con él, alegando que hacía mucho tiempo que no tenían una salida los dos solos.

Se dirigieron guiados por el lugareño a una cafetería concurrida donde la música y el bullicio de la gente hablando en tono exageradamente alto hacían que el italiano se sintiera confortablemente a gusto.

Habían pedido un café con leche cada uno acompañado de facturas dulces mientras hablaban de trivialidades, Hungría estaba preocupada, Italia claramente había llorado y no estaban ahí solo para hablar de lo lindo que estaba el clima así que dejando su taza delicadamente sobre su correspondiente plato alzó su mirada al rostro de marcadas ojeras frente a ella.

-Ita-chan ¿Qué ocurre? ¿Qué te angustia? - Se atrevió a formular, apoyando ambas manos sobre su regazo en un gesto fluido, elegante y femenino.

-Hermana Hungría ¿Es tan obvio?

-Te conozco, Italia, has llorado ¿Qué ocurre? - Consultó con el tono amoroso de que solo una buena amiga sabe poner, ese que trata de dar consuelo al mismo tiempo demuestra que le preocupa tu estado, ese tan cuidadoso y cálido que lo hacía a él sentir tan querido y apoyado.

-Estoy muy confundido Hungría, estoy desesperado. - Admitió bajando su mirada a la taza de café con leche entre sus manos, mirando las profundidades de ese liquido como si él fuera a darle todas las respuestas que necesitaba.

-¿Por qué? - Se atrevió a consultar suavemente, mirando la expresión abatida del menor.

-¿Cómo te das cuenta cuando un sentimiento se gasta?- Preguntó con aire taciturno y meditativo. -¿En siquiera posible que el amor se gaste? ¿Cómo sabes cuando algo nuevo te atrae?

-Ita-chan…- Murmuró algo contrariada, intentado entender qué quería transmitir el castaño. -No estoy segura de entenderte pero… el amor si se gasta. - Contestó luego de pensarlo por un segundo, notando como los ambarinos ojos del chico volvían a fijarse en los propios.

-¿Cómo lo sabes?

-Ita-chan los sentimientos son cambiantes, no son eternos, nosotros somos casi inmortales así que nuestro corazón no cambia tan rápido como el de los humanos, podemos estar enamorados o sostener el odio por siglos pero eso no quita que nuestros sentimientos cambian, que el odio pueda convertirse en tolerancia y luego en amistad, los sentimientos son muy volubles, el amor también puede transformarse en odio, también puede desgastarse si no es alimentado con propiedad, si estamos hablando de un amor romántico pues… éste puede diluirse con cada decepción, ese tipo de amor es el más frágil en ocasiones, mientras más se lo bastardea, mientras más se lo dé por sentado, más va desapareciendo o se transforma en rencor o solo amistad, solo amor fraternal

Italia la escuchaba con sus ojos inundados, temeroso ¿Era eso lo que le pasaba con Alemania? ¡No! ¡No podía ser! ¡El amaba a Alemania! ¡Lo había amado por décadas! Se negaba a que ese sentimiento que había mantenido vivo dentro de él con esperanzas estuviera muriendo.

-¡Ita-chan! - Ver las lágrimas la asustó y con rapidez tomó una de las manos del chico entre las suyas. -Por favor, no llores, explícame que ocurre ¿Por qué me preguntas esto?

-Hermana yo…- Murmuró con la voz entrecortada, afirmando más fuerte esa delicada mano, tan distinta de las grandes y cálidas de Germania, tan diferentes de las ásperas, frías y pálidas manos de Prussia, pero aún así ese simple agarre lo llenaba de seguridad y lo hacía sentir apoyado. -Estoy muy confundido, hoy ocurrió algo que he esperado por décadas… Alemania me dijo que le gusto. - Explicó con su mirada perdida en sus extremidades unidas, sin ver que a la mujer se le había cortado la respiración y que su expresión se había vuelto atónita. -Y no sentí la alegría desbordante que pensé que sentiría, todo se llenó de confusión, de nostalgia, me sentí hasta un poco herido.- Intentó explicarse. -En ese momento yo pensé en alguien más y también me llené de culpa.

-¿Alguien más? - Preguntó en un hilo ahogado de voz.

-Creo que tengo que explicarte el cuento completo.- Comentó el hombre, acariciando con galantería y delicadeza la mano que sostenía la propia, agradeciendo de esa forma el incondicional apoyo que representaba la mujer para él. -Ayer, Prusia se me declaró.- Explicó ahora ladeando un poco su cabeza, mirando con sus ojos llenos de dudas a su casi hermana. -Me confundió mucho, intenté rechazarlo pero él simplemente no me lo permitió, alegó que de todas formas iba a intentar conquistarme y nada que yo hiciera iba a detenerlo, que sabía de mis sentimientos por Alemania y que si lo elegía a él lo aceptaría pero que no se rendiría sin luchar.

-¡Ay ese tonto!- Resopló entre fastidiada y conmovida, usando su mano libre para tirar sus cabellos hacia atrás, alejándolos de su cara.

-Si, es un testarudo.- Admitió divertido el italiano. -Pero su determinación me conmovió, me dijo que yo le gustaba, que le gustaba demasiado pero luego…- Tragó saliva, sintiendo sus mejillas arder. -Dijo algo que no me dejó dormir en toda la noche.

-Dime que te dijo ese animal que lo agarro sartenazos hasta que no pueda caminar. - Alegó con el ceño fruncido ganándose a cambio la cantaría risa del menor.

-No merece que lo golpees por eso.- Lo defendió divertido. -Él me dijo "Me cansé de ver a quien amo en los brazos de otro con los míos cruzados" - Repitió aquella frase que se había quedado grabada en su mente casi con la precisión del fuego. -De cierta forma, confesó que me ama.- Explicó con sus ojos inundados y una leve sonrisa en sus labios. -Él no quiso decirlo, después empezó a maldecir en alemán o algo así, pero el caso es que me dijo que me ama, no solo que le gusto. - Explicó contrariado.

Hungría estaba impactada, esa frase le había hecho sentir un poco de culpa porque sabía que Prusia se refería a ella y a Austria con aquellas palabras también además la ternura la invadió, su amigo estaba enamorado, no solo "atraído", estaba enamorado.

-¿Por qué haces tanto hincapié en eso?- Preguntó intentando ser cautelosa, no queriendo alterar más al de por sí perturbado hombre.

-Porque hoy alemania me dijo "me gustas más que como amigo" - Contestó abatido. -Esperé muchísimo para escuchar una confesión de él y fue solo eso un "me gustas", no un "me gustas mucho" o un "te quiero" o un "te amo" fue solo un me gustas.- Dijo perdiendo la voz a cada palabras hasta que fue cortado por un sollozo.

La hungara lo dejó llorar, acariciando la mano que sostenía en la propia en completo silencio por un par de minutos hasta que al verlo un poco más compuesto decidió hablar. -Te decepcionó. - Se atrevió a afirmar.

Italia la miró por unos segundos, intentando buscar la veracidad en sus palabras hasta que la realidad lo golpeó casi brutalmente. -Si.- Contestó con otro sollozo.

Eso era lo que sentía, Hungría lo había dejado dolorosamente claro. Estaba decepcionado. Sabía que Alemania no era bueno para las palabras, para los sentimientos, para las demostraciones de afecto pero después de esperar por cincuenta años una declaración tan banal como un "me gustas" había sido dolorosamente decepcionante, hiriente, él estaba esperando algo más profundo que eso, le habría gustado escuchar un "te amo" con un "realmente te quiero" le alcanzaba pero no solo había obtenido un tosco "me gustas" y había sido horrible encontrarse en una realidad que no le hacía la más mínima justicia a sus fantasías, en cambio Prussia había empezado con un "me gustas demasiado" y había terminado declarando a medias que lo amaba con gran vehemencia y determinación, exigiendo una oportunidad para conquistarlo ¿Por qué alemania no había sido así? ¿Por qué no podía decirlo con esa misma pasión, con ese mismo fuego ardiendo en una mierda suplicante?

-Tuve un sueño extraño anoche.- Comenzó a narrar mientras intentaba calmar los sollozos. -Yo estaba parado en medio de ambos, Prusia me esperaba con los brazos abiertos frente a mi diciendome que me ama y a mi espalda Alemania estaba esperándome firme como un soldado pero sin decir palabra. Yo no lo entiendo, todo esto me confunde, amo a Alemania ¿Por qué no puede solo abrazarlo y besarlo como siempre pensé que haría cuando me dijo que le gusto? ¿Por qué tuve que salir huyendo al baño como un idiota?

-Ita-chan. - Lo llamó cautelosa, intentado tener tacto, viendo como el chico sujetaba su cabeza con su mano libre y su rostro bañado de lágrimas y sonrió cuando consiguió que éste la mirara a la cara. -¿Qué sientes por Prusia? - Consultó finalmente.

Italia entonces la soltó y apoyando ambos codos sobre la mesa, cubrió su rostro con ambas manos, encogiendo sus hombros como si quisiera esconderse por completo entre las cuencas de sus palmas. -No lo sé.- Admitió con la voz ahogada. -Pensé en él, en lo que siento, prácticamente toda la noche y sé que hay algo especial en él, en lo que me hace sentir pero… Alemania.

-No pienses en Alemania por un momento, Ita-chan.- Suplicó la mujer con suavidad. -Piensa en Prusia ¿Cómo te sientes cuando estás con él? - Consultó sutilmente, sin forzar al chico a cambiar su postura, entendía que a pesar de tratarse de ella con quien hablaba, para ningún hombre es sencillo dejar su corazón abierto, con sus sentimientos expuestos.

Italia intentó seguir su consejo, sacar a alemania de la ecuación y concentrarse en el albino teutón. -Feliz.- Resumió en una palabra luego de varios minutos, alejando sus manos de su cara para volver a sentarse derecho en la silla, mirando nuevamente el café con leche como si él tuviera todas las respuestas. -A gusto, con Prusia siempre es divertido estar, él es alegre y escandaloso y me acompaña a hacer travesuras en lugar de regañarme, es como si él notara siempre que estoy decaído e hiciera más chistes y más bullicio para animarme y siempre lo consigue, puedo ser yo mismo a su alrededor y también me siento protegido con él, sé que él me cuidaría si algo me pasara y tambien lo admiro mucho, es muy disciplinado como Alemania para algunas cosas, como su puntualidad y que es muy ordenado, me gusta escucharlo hablar de sus viejas glorias, su rostro se vuelve nostálgico cuando me habla de cuando era un imperio, admiro lo eficiente que es para trabajar y me gusta escucharlo decir esas tonterías como que soy lindo o cuando me hace halagos por mis dibujos o bromea conmigo alegando que soy casi tan asombroso como él…

Hungría escuchaba atenta, mirando y detallando cada gesto en el rostro del menor con una suave sonrisa en sus labios. - Prusia es bastante táctil, he visto que te cargosea a veces ¿Qué…? - Carraspeó algo incómoda. -¿Qué sientes cuando te toca?

-Siempre me sentí a gusto con sus abrazos, sus palmadas en mi espalda, los besos de los saludos y esas cosas, siempre tiene las manos heladas pero de alguna forma él es cálido. -Intentó escribir. -Nunca le había prestado atención a eso hasta ayer, fuimos a recorrer Venecia y cuando caminamos de la mano por la Plaza San Marcos en rumbo al Campanile con nuestras manos juntas lo noté.

-"Eso fue antes de que se te confesará" - Pensó Hungría ante su relato, recordando los suceso del día anterior.

-Ahora que lo pienso también lo noté hace unos meses.

-¿Perdón?- Consultó ella confundida y vió al menor negar suavemente con la cabeza.

-Prusia había estado decaído por varios días y me preocupaba, yo estaba de visita en Berlin y un día cuando fuí a casa de Alemania lo vi salir con un gesto más sombrío que él de costumbre.- Explicó tranquilamente. -Sentí la necesidad de seguirlo para asegurarme de que estuviera bien, él siempre dice que es genial estar solo pero a veces lo veo tan solitario y apartado que me preocupa, mucho a decir verdad, ese día sentí que no podía dejarlo así. Al final él se dio cuenta que lo perseguía y terminó por dejar que lo acompañara, fuimos al cementerio, él quería ver a Federico el Grande y hablamos… Le conté un poco de Sacro Imperio Romano.- Explicó sonriendo al ver la sorpresa en los ojos de la Húngara que ahora lo veía boquiabierta. -Necesitaba preguntarle porque él si sobrevivió a la guerra, saber qué fue diferente entre ellos y terminé llorando.

-Italia…

El hombre volvió a negar. -Estoy bien, hermana. - La tranquilizó suavemente. -Él me explico un par de cosas, se preocupó por mi y me consoló, terminé dormido o desmayado después desahogarme y él me llevó a casa de Alemania, me cargó todo el camino, fue cuando me di cuenta de lo cálido que es su pecho y lo frías que tiene las manos, me sorprendió que fuera tan fuerte como para cargarme por tanto tiempo.- Explicó ahora con las mejillas nuevamente sonrojadas. -En realidad me hice el dormido la mitad del camino, era muy cómodo y agradable que él me cargara, no quería caminar, cuando llegamos me dejó en la habitación de Germania, me arropó y besó mi frente para dejarme descansar. En realidad fue muy dulce.

Hungría mordió su labio inferior, nerviosa ¿Italia no notaba acaso todo lo que estaba diciendo? Comenzaba a pensar que su pequeño llevaba más tiempo de lo que él creía con extraños sentimientos por el teutón.

-En fin, contestando a tu pregunta, siempre me sentí muy cómodo con que Prusia sea alguien un tanto tactil conmigo, pero esta mañana…

-¿Qué ocurrió? - Consultó sintiendo ya al borde de un infarto, Italia no era consciente de lo emocionada que la tenían sus palabras.

-Cuando me saludo…- La mano derecha del hombre volvió a posarse sobre la comisura de su labio y murmuró nervios. -Casi me beso…

Hungría había tenido que hacer de tripas corazón para no chillar con aquella noticia. -¿En serio? ¡Qué descarado!- Protestó frunciendo el ceño, fingiendo compostura.

-En problema es… que creo que me hubiera gustado que lo hiciera.- Admitió ahora con su rostro nublado de culpa. -Hermana, siento que estoy traicionado todo lo que sentí y siento por Germania.

-Ita-chan, lo que voy a decir puede lastimarte ¿Estás seguro de que quieres escuchar?- Preguntó seriamente.

-Si.

-No estas traicionado nada, Alemania y tu solo son amigos, no hay una relación, no hay responsabilidades entre ustedes. - Afirmó seriamente sintiéndose algo culpable por el dolor que cruzó el rostro del menor. -Para bien o para mal esa es la realidad, Italia, llevas más de cincuenta años conservando sentimientos por él basados en ilusiones y fantasías, esa es la diferencia, Prusia se plantó ante tí con con sentimientos claros y ofreciendo una posibilidad real, algo tangible, no un sueño, si tus sentimientos cambian o están cambiando por algo será, uno no puede vivir eternamente de ilusiones, Alemania nunca que dio algo más allá del cariño de un amigo y aun hoy solo te ofreció un "me gustas", sin nada más que eso, sin pedirte cortejo, sin mostrar algo más profundo, es normal que tu corazón dude y no puedes sentirte culpable por eso, los sentimientos cambian, no estoy diciendo que te tires a los brazos del oligofrénico narcisista de Prusia, por su puesto que no, todavía tienes que descubrir qué es lo que él significa para vos, pero quizás deberías plantearte también que sientes por Alemania sin forzarte a pensar que seguís enamorado, no quiero que tomes mis palabras como verdad absoluta pero quizás sin darte cuenta esa llama se apagó antes de que la encendieran, tal vez lo que sientes es solo cariño y no necesariamente amor romántico ¿Me entiendes lo que digo, Ita-chan?

El hombre inspiró todo el aire que entró en su pecho, sintiendo una dolorosa puntada en su sien, claramente había llorado demasiado ese día. -Quizás tengas razón, hermana Hungría.

-No me tomes la palabra sin discutirla, Ita-chan.- Pidió la mujer sonriéndole. -Solo piensalo ¿Si? Y por favor, no te culpes, sea cual sea tu caso, en el corazón no se manda, él desgraciado tiene voluntad independiente.

Italia no pudo evitar reír ante sus palabras y asintió con su cabeza. -Sabes.. Nuestra merienda se enfrió.

-Bueno, entonces pidamos otro café.- Sugirió alegremente entregandole un paquete de pañuelos de su bolso para que el chico secara su rostro.

-.-.-.-.-.-.-.-.

La charla con Hungría lo había dejado muchísimo más calmado pero también más meditativo, era ya muy tarde pasaban de las diez e la noche, su hermana lo había llevado de compras luego de la merienda y habían terminado por cenar juntos en un modesto restaurante familiar, luego había acompañado a la dama hasta el hotel para asegurarse de que llegara a salvo y emprendió el regreso a su hogar.

Al llegar a su casa se encontró con el lugar a oscuras, al parecer todos se habían ido a acostar, así que fue a la cocina a buscar algo que beber antes de irse a su habitación y sonrió al encontrar en la sala un muy preocupado Alemania esperándolo impaciente mientras fingía poner atención en el televisor encendido frente a él.

-Italien! -Lo llamó levantándose del sofá. -Vuelves muy tarde.

-Lo sé, lo siento, no quise preocuparte ve~ pero hermana Hungría tenía muchos planes y pues se nos fue la hora. - Se justificó alegremente.

-Italien, yo, lo de hoy… necesito… - Balbuceó nerviosamente.

El italiano sonrió con cierta tristeza y negó con su cabeza. -Ahora no, Germania. No quiero hablar de eso ¿Está bien?- Le pidió con seriedad pero semblante amable, cosa que pareció confundir al menor. -Mañana ¿Está bien?

-Pero…

-Mañana, estoy muy cansado y fueron demasiadas emociones por un día.- Explicó ante el desconcertado germano. Se acercó y parándose de puntitas dejo un beso en cada mejilla. -Buona notte, Germania! - Sabía que no estaba siendo del todo justo con su preocupado amigo, pero ya no podría tolerar otra profunda charla ese día, la cabeza lo estaba matado. Le sonrió por última vez y fué a la cocina, tomó un vaso de agua y una aspirina y subió a su habitación, encontrándose en el pasillo con el otro hombre que estaba dando más vueltas que una calesita en su mente. El teutón iba desnudo, chorreando agua, apenas cubierto por una diminuta toalla envuelta sobre sus caderas.

-Kesesese~ Ita-chan, vuelves tarde ¿La marimacha te arrastró de compras?- Preguntó alegremente.

El italiano no pudo controlar a sus ojos que recorrieron de pies a cabeza al hombre frente a él con un leve sonrojo en las mejillas. Prusia estaba muy bien definido, no tenía tanto músculo como su hermano pero era descaradamente atlético y absurda cantidad de cicatrices que decoraban su piel lejos de ser grotescas se veían sexys. -Ah, si, si, fuimos a merendar pero luego hermana Hungría quiso hacer compras y luego cenar, se nos pasó muy rápido la hora ve~...- Se justificó intentado despegar sus ojos de ese cuerpo, de las gotas que acariciaban la pálida piel.

Prusia sonrió ladino ¡No era ningún tonto! ¡Notaba la forma en que Ita-chan lo estaba mirando y no era para nada inocente! Cómo quién no quiere la cosa se apoyó cruzado de brazos sobre la puerta del que por el momento era su cuarto con sus brazos cruzados y sosteniendo su peso en su pierna derecha mientras flexionaba la izquierda haciendo que la toalla se abriera peligrosamente dejando ver más de sus muslos y sonriendo aún más al notar los ojos del menor recorrer la piel expuesta. -Keseses~ Mujeres, son unas pesadas con eso de las compras, hasta ella que casi ni mujer es… ¿Ves algo que te guste, Ita-chan?

El rostro del Italiano se prendió en llamas, no esperaba ser descubierto en su escrutinio y casi se le cayó el vaso por el susto que le provocó esa pregunta. -Ve~ - Balbuceó nervioso sin tener idea de qué decir después.

Prusia sonrió triunfante para luego acercarse al menor con andar decidido, Italia se estremeció al notar una mirada casi depredadora en aquellos llamativos ojos bermellón. -Se vé que estás cansado, Ita-chan, ve a dormir. - Le dijo acariciando suave su mejilla con una de sus manos deteniéndose a una distancia fríamente calculada, dejando sus cuerpos lo suficientemente lejos como para que no se rozaran siquiera pero lo suficientemente cerca como para que el menor pudiera sentir su calor, sin embargo todo su parte seductor se perdió al notar las marcadas ojeras y lo inchado de esos ojos almendra, Italia había estado llorando y mucho por lo que podía notar, eso lo preocupo. -Ita-chan ¿Estás bien?

No supo cómo reaccionar al ver esa brutal cambio de "Voy a hacerte hasta lo indecible" a "Estoy jodidamente preocupado por vos" y tragó saliva algo abrumado. -Estoy bien, Prusia.

-Has llorado.- Alegó él serio y con el ceño fruncido. -¿Qué ocurrió?

-No es nada, no te preocupes.- Contestó rápidamente dedicándole una sonrisa. -Ya me siento mejor así que no tienes que preocuparte.

-¿Estás seguro? Ita-chan, si necesitas hablar estaré ahí ¿Si? No soy muy bueno para consolar pero… solo recuerda que estoy para vos ¿Está bien?- Pidió con seriedad.

Enternecido el menor asintió y dejó ver una sonrisa mucho más honesta, lo que tranquilizó al albino. -Gracias, Prusia, pero tenes razón estoy muy cansado me voy a dormir ya. - Aclaró moviendo despacio su cabeza para apartar la fría mano que acariciaba su mejilla para poder ponerse de puntitas y dejar un beso a cada lado del rostro contrario. -Buona notte, Prussia!

-Gute nacht, Italien! - Respondió sonriéndole y devolviéndole los inocentes besos a cada lado de su cara. -Descansa, no quiero verte mañana con esas ojeras, no son nada asombrosas.

Italia se rió ante sus palabras y asintió antes de entrar en su habitación cerrando la puerta tras de él para poder irse a dormir un poco, mañana sería la última junta y sería la más difícil porque sería cuando habría que ponerse todos de acuerdo para votar las mociones ¡Dios se apiadara de su alma!

Prusia sonrió al ver que había conseguido hacer reír al chico y se sintió menos agobiado al pensar que fuera lo que fuera que lo aquejaba quizás Hungría ya se habría encargado de consolarlo.

Entró en la habitación que le correspondía, terminó de secar su cuerpo y se colocó los boxers para luego meterse en la cama y tomar su diario.

Querido asombroso diario:

Hoy fue otro día asombroso en mi asombrosa vida, dejé a todos totalmente idiotizados con mi genial voz durante la disertación, me divertí con Francia, España y Hungría en el almuerzo, hicimos tanto escandalo que cuando la marimacha me arrojó el plato de comida a la cara nos echaron del restaurante.

Pero algo no tan asombroso pasó, cuando llegamos del almuerzo Ita-chan estaba triste y mi hermano ni hablemos, West parecía desolado, cuando llegamos a casa intenté que me contara algo pero no conseguí nada, estoy muy preocupado, Italia llegó tarde de su salida con la marimacha y parece que ha estado llorando mucho, sus ojos están rojos e inflamados y las ojeras de esta mañana están tres veces peor, tampoco quiso decirme que ocurre, solo espero que la otra casi mujer haya sabido ayudarle en lo que sea que le pase, me gustaría que me contara, quizás mañana cuando se vea menos agotado le pueda preguntar.

En otras noticias más asombrosas y menos deprimente, lo que no es asombroso para nada, Ita-chan no rechazó mis avances hoy, le besé la comisura del labio antes del desayuno y creo que le gusto si es que su estremecimiento y sonrojo me dicen algo y esta noche cuando me vio solo en toalla se me quedó mirando ¡Claro! ¿Quién no miraría al asombroso yo? En fin, se me hace tarde y todavía tengo que vestirme para ir a ver a Francis y España, espero que Venecia este preparada para la juerga que podemos armar nosotros.

Preußen

Tras terminar de escribir se dispuso a vestirse y luego salió disparado de la casa con rumbo al hotel donde el resto de naciones se hospedaban, la noche es joven y ellos tres muy descocados, si las cosas salían como correspondía para las tres de la mañana serían arrestados.

-.-.-.-.-.-Continuará. -

 

Notas finales:

Glosario / Notas de traducción:

Cosa mi sta succedendo? : ¿Qué me está sucediendo?

The greatest hero is here, my friends!: ¡El más grande héroe esta aqui, mis amigos!

The greatest idiot in the world would you mean! you're late as always, U.S.A! What's your bloody problem? don't you have a watch, or don't you know how to use it? : ¡El más grande idiota del mundo querrás decir! ¡Siempre estás tarde, U.S.A! ¿Cuál es tu maldito problema? ¿No tienes un reloj o no sabes como usarlo?

Ow! England, try not to be a jerk so early in the morning, please! I made such a great entrance and you are so mean with me! : ¡Ow! ¡Inglaterra, intenta no ser un imbécil tan temprano en la mañana, por favor! ¡Hice una muy increible entrada y tu eres desagradable conmigo!

No one want to hear your Communist shits, you bastard! : ¡Nadie quiere escuchar tus mierdas comunistas, bastardo!

The greatest hero never will be part of you, bastard!: ¡El más grande héroe nunca será parte de ti, bastardo!

-Behave, America! : ¡Compórtate América!

Shut up, bloody Spain! Do you want me to kick your ass again?: ¡Cállate, maldito España! ¿Quieres que te patee el trasero de nuevo?

Notas de Sioa: Buenoooo… ME FUI AL HOYO ESCRIBIENDO. Es el capítulo más largo hasta ahora y creo yo que el más emocional, yo me emocioné mucho escribiendolo T.T Espero que a ustedes les cause algo, yo siento mi corazón dudar fuertemente respecto a todo esto, quiero que Ita-chan este con Prusia pero no quiero a Alemania sufrieno ¡AHHH! ¡Decisiones, decisiones! ¡la vida es dura amigos, pero más dura es la verdura! (?

Okey, ya estoy delirando, me senté a escribir esto a las ocho de la noche y son las dos de la mañana, necesito cenar y dormir. -.-U

Los veré en el próximo capítulo que no tengo ni idea de cómo va a ser.

¡Comenten gente, que los reviews no muerden (?)! Jajaja, nah, mentira, soy feliz viendo que al menos el fic tiene lecturas, al menos sé que hay gente que lee esto, eso es suficiente.

Cuidense mi gente, hasta la próxima.

Sioa Shun Uchiha-san


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).