Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lineamiento por ayelen rock

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La mañana Yugi se hallaba sentado en la mesa, preocupado por Isis y Siamun, que estaba dividiendo su atención entre ellos y un joven que había aparecido al amanecer con un corte en la pierna. Su presencia al menos, concluyó Yugi, era una buena señal probable de que nadie había hecho la conexión entre ellos y el asesinato de la noche anterior, ya que dudaba que alguien fuera a acercarse a ellos de otra manera.

El joven, cuyo nombre Yugi había olvidado, era del tipo alegre y hablador, y se sentó tamborileando con los dedos contra la mesa a un ritmo desconocido mientras Siamun le curaba y vendaba su pierna.

-Toda una noche, ¿eh?- él dijo -No sé ustedes, ¡pero no pegue un ojo con todo ese ruido y conmoción!-

Siamun gruño sin interés, y ni Yugi ni Isis emitieron ningún sonido. Yugi estudió la mesa, fingiendo distraídamente ordenar racimos de hierbas secas, mientras Isis se paseaba por el espacio de la cocina.

El hombre no pareció notar su desinterés -¿Pero escuchaste la parte más emocionante? ¡Todos vieron a los monstruos, pero se rumorea que había un fantasma en la aldea!-

Siamun dejó de vendar y parpadeó hacia el hombre -¿Un qué?-

El joven se enderezó con los ojos brillantes -Galopaba por la ciudad a toda velocidad sobre un caballo blanco. De acuerdo, estaba oscuro, pero los ancianos del pueblo dicen que lo vieron, con la ropa desgarrada y el cabello salvaje. ¡Dicen que era el fantasma del faraón sin nombre!-

Yugi se congeló, encorvado ligeramente sobre la mesa, con el corazón palpitante. Movió su mano al borde de su cabeza cubriéndose, una nueva, que Isis había insistido en reemplazar la noche anterior a pesar de la oscuridad y la hora tardía. Por el rabillo del ojo vio a Isis quedarse quieta.

Siamun resopló, apretando el vendaje -Eso es…-

-Ellos tienen razón- dijo Isis, en un tono aireado, lo suficientemente fuerte como para cortarlo.

-¿Huh?- dijo el joven.

-¿Qué?- Siamun farfulló.

Isis se giró, con la cabeza inclinada, el cabello resbaladizo, medio tapizándose la cara -Un presagio del pasado- entonó, de una manera que Yugi nunca la había escuchado hacer, un tono de campana que erizaron los pelos de la nuca -La furia del faraón, ante la deposición del legítimo gobernante. ¡No puede descansar y los monstruos se despiertan con su ira!-

Sus manos fueron a su cara y dejó escapar un sonido de angustia, con los ojos en blanco -¡Ya lo veo! ¡La furia de los Dioses, monstruos saliendo de la tierra para corregir este terrible error!- Ella vaciló y se tambaleó unos pasos, colapsando en la mesa. Se cubrió la cara y gimió, baja y ondulante -¡Teme la ira del faraón sin nombre, Muwatalli de las tierras altas! ¡Temedlo!-

Yugi extendió la mano hacia ella alarmado. Tanto Siamun como el hombre los miraron con los ojos muy abiertos.

-Uh- dijo el joven. Su rostro se había vuelto bastante ceniciento -Quizás debería irme-

-Sí- dijo Siamun rápidamente -Mi hija no está bien-

El hombre les pagó a toda prisa y huyó de la casa. Una vez que ya no se escucharon sus pasos, Siamun se giro hacia Isis -¿Qué te pasa?- Él escupió.

Para sorpresa de Yugi, Isis levantó la cabeza. Parecía perfectamente tranquila y serena, su expresión incluso –Nada- dijo ella -Pero ese hombre es un viajero de caravanas. Tiene un colgate de arcilla con un símbolo de una de las rutas hacia el norte alrededor de su cuello. En una semana, las noticias de los monstruos y los rumores del avistamiento del fantasma del faraón llegarán a la Fortaleza Blanca, tal vez antes-

Siamun dejó escapar un ruido de frustración -¡Sabrán dónde estamos!-

-¿Y?- La voz de Isis era dura -Habrá aquellos entre las tropas de Muwatalli que recuerdan los asedios, recuerdan ver a sus compañeros ser destrozados y quemados vivos. Déjalos, y que ellos y a los nómadas infieles tiemblen en sus sandalias, y recuerden que los dioses no son amables con los usurpadores-

La mirada de Siamun se movió brevemente en dirección a Yugi -Y si ellos vienen, ¿entonces qué?-

Los ojos de Isis lo siguieron y Yugi sintió una oleada algo de nauseas en sus entrañas cuando sus ojos se encontraron -Entonces los quemamos- dijo en voz baja, sin apartar su mirada -Los quemamos a todos-

Siamun se puso de pie de repente. Por un momento pareció hincharse, como si las palabras de enojo estuvieran luchando por salir de él. Pero luego se giro bruscamente y salió de la casa.

Isis suspiró y Yugi se encogió de inquietud. Seguía escuchando los gritos de hombres y caballos resonando en su cabeza.

-¿Es eso realmente lo que Set haría con las cartas?- pregunto en voz baja, antes de poder evitarlo -¿usarlas para librar una guerra?-

Isis guardó silencio durante mucho tiempo -Antes de que él tomara Inebu-hedy - hablo al fin, en lugar de responder -Los cinco nomarcas que juraron lealtad a Muwatalli organizaron un intento de asesinato. Pensamos que podrían usar veneno o algo así; ninguno de nosotros había considerado que podrían mezclar textiles contaminados con los envíos entrantes. Viruela. Cuando entendimos la situación, la mitad del palacio se estaba muriendo. Las calles de la ciudad estaban llenas de muertos. Las tropas de Muwatalli tenían miedo de acercarse, por supuesto; no eran más inmunes que nosotros. Entonces ellos rodearon la ciudad, ataron mantas empapadas en aceite a las espaldas de sus caballos, las encendieron y las condujeron hacia nosotros-

El aliento de Yugi se trunco.

-Cuatro noches- dijo Isis, sin reaccionar -Cuatro noches la ciudad ardió, el aire sonó con el sonido de gritos, perfumado con carne quemada, las paredes ennegrecidas por el hollín- Ella giró sus ojos cansados y duros sobre él -La guerra ya se libró, Yugi de otro mundo. Es simplemente el momento de devolver el golpe-

No podía pensar en nada en que decir.

Isis descansó su cabeza sobre sus brazos cruzados, como para evitar un dolor de cabeza -Lo siento- ella dijo al fin -Eso estuvo mal de mi parte. Todavía eres un niño, y no estás preparado para nada de esto, no importa quién o qué refugios en tu alma, no importa cuánto puedas mirar...- Ella se interrumpió y apretó la cara contra sus antebrazos. Escuchó el leve y roto hipo de aliento.

Yugi se mordió el labio. No podía fingir que no estaba horrorizado por lo que ella había dicho, pero se encontró lleno de una profunda tristeza, una comprensión enferma y naciente de que no había una buena respuesta, ninguna solución correcta para nada de esto. Recordaba a Bakura, riéndose casi histéricamente en la noche y sintió una oleada de calor detrás de sus ojos, miedo o tristeza o algo tan enredado que no podía comenzar a desenrollarlo.

-¿Realmente me parezco a él?- pregunto, cuando no pudo soportar más el silencio. La sombra se había retirado, un zumbido apenas se sentía en el fondo de su mente, la atención inquieta se volvió hacia adentro.

Los ojos brillantes se alzaron para encontrarse con los suyos y ella lo miró a través de la extensión marrón y desnuda de su brazo -Sólo abecés- admitió por fin -Por el rabillo del ojo o en las sombras, momentos de distorsión-

-Desearía poder verlo- dijo, medio para sí mismo -Lleva mi cara pero es solo un reflejo. No creo que le guste, quiero decir ¿a quién le gustaría? Sin nombre, sin rostro, sin yo-

-Son sheut, solo sombras- dijo Isis indiferente -Bakura retuvo su nombre, pero eso es lo que hace el demonio. Arranca a los hombres de sus cuerpos y no deja nada más que oscuridad-

Yugi se estremeció.

-Pero- dijo ella, lentamente, con el aire formando un hilo de pensamiento de fibras dispares -Eso no quiere decir que no quede nada de su rostro-

Yugi parpadeó. -¿Qué?-

Isis lo miró astutamente -¿Te gustaría verlo?-

Los ojos de Yugi se abrieron de par en par -Como en una talla, un dibujo?-

-En un recuerdo- dijo Isis. Ella extendió la mano, como para descansar la punta de un dedo sobre su frente -¿Puedo?-

Yugi se retorció con inquietud pero asintió. Esperaba la sensación de cepillado de antes, pero en cambio sus ojos se cerraron independientemente de su voluntad y una imagen, una imagen construida de pensamiento y memoria, completamente formada y extraña, apareció en su mente. Un hombre joven, de su edad, ojos y cabello brillantes e inusuales, sí, muy parecido a su propia piel moreno cálido, vestida de oro y lino y púrpura tiria como un río de sangre tejido. Se estaba riendo, no en voz alta, sino con una risita suave, un rostro llena de alegría y gentil felicidad. El fondo cayó del estómago de Yugi. Parecía tan joven, no más de la edad de Yugi, pero ya desarrollaba líneas tenues y gastadas en las comisuras de los ojos y la boca. Un desconocido familiar, que lo miraba desde la eternidad.

El toque de Isis se alejó y la imagen se desvaneció.

-Oh- dijo Yugi, porque el nudo enredado de emoción en su pecho no le permitiría decir nada más.

La mirada de Isis buscó la suya por un largo momento, como si pudiera ver al hombre de las sombras escondido en algún lugar detrás de sus ojos. Luego apartó la vista, se levantó de la mesa y fue a servirles a los dos una medida de cerveza. Yugi casi volvió a hablar, pero Set entró en la habitación, luciendo cansado y polvoriento, pero su rostro estaba lleno de firme resolución.

-No están en el pueblo que pueda ubicarlos- dijo, dejando su khopesh sobre la mesa con un ruido sordo -Puedo sentir su sombra si me esfuerzo, pero es débil- asintió en dirección a Isis -Mis sentidos no son tan agudos como los tuyos, pero estoy bastante seguro de que si estuvieran a punto de venir y quemar la casa alrededor de todos mis oídos los escucharían-

-Sin duda- dijo Isis. -Probablemente fueron alguna parte por una razón-

-El norte- dijo Yugi de repente -Me llevaban al norte de la ciudad. No dijo dónde-

-Las tumbas- dijo Set, su voz cargada de cansancio -No me extraña-

-O los altares- murmuró Isis -Quizás el demonio no se digna a ser llamado en cualquier lugar-

Set gruñó en reconocimiento -¿Dónde está Siamun?-

Isis suspiró y se levantó de la mesa -Sin duda hirviendo y preparándose para darme una conferencia. Iré a buscarlo- Indicó la jarra y los cuencos –Come-

Ella salió de la habitación con un movimiento de faldas y Set se sentó. De repente, cohibido, Yugi se levantó de un salto y recogió la jarra para verter la cerveza. Set lo miró –Gracias- dijo.

Yugi asintió y se sentó para terminar su propia comida. Su estómago era una masa de nudos, pero forzó el resto hacia abajo, consciente de alguna manera tenue de que necesitaría el sustento.

Set lo miró por encima del borde de su cuenco -Ya sabes- dijo al fin, cuando Yugi dejó el suyo -Si Bakura realmente ha regresado, no podemos dejarlo. Él es la llave, o la puerta si quieres. Zorc no se detendrá hasta que todo el mundo se haya convertido en cenizas, y mientras exista su nave, también lo hará el peligro-

-¿Zorc?- dijo Yugi -¿Quieres decir que el demonio tiene un nombre?-

-Todos los seres tienen nombres- dijo Set. Una leve tristeza pasó por su rostro -En la forma correcta de las cosas, eso es. Incluso las entidades que se mueven en el espejo de sombras hacia nuestro propio mundo los tienen-

-Ya veo- dijo Yugi. Le dolía el pecho y se lo frotó a través de la ropa -¿Y entonces qué? ¿Quieres matar a Bakura?-

-Lo desapruebas-

Yugi bajó la cabeza -No es mi lugar aprobar o desaprobar. Este no es mi mundo; No puedo juzgar a lo que han sido presionados para mantenerse vivos y protegidos-

-¿Y si quisiera tu ayuda?-

Yugi se estremeció con fuerza, su pierna golpeó contra la mesa, justo en uno de sus moretones recién adquiridos. Se frotó la rodilla, movimientos bruscos y agitados -Yo…-

-Quiero hablar con él-

Yugi levantó la vista, atragantándose en su garganta -¿Él?-

Set lo miró fijamente, con una mirada de piedra, y no respondió.

Yugi se dio la vuelta. No sabía cómo hacer lo que el hombre le pedía voluntariamente, pero con gran renuencia, "extendió" la mano hacia la sombra, imaginando que hacía señas.

Conmoción, desorientación, y luego estaba de pie sobre las esteras de caña en el piso de tierra, observando su propia cabeza levantarse, una expresión feroz y extraña en sus rasgos.

-Lo incomodaste- gruñó el hombre de las sombras, y Yugi se sonrojó, con todo lo que Set no pudo ver -Explícate, mago-

-El faraón nunca se explica, primo- dijo Set -Me enseñaste eso-

El hombre de las sombras frunció el ceño con la boca de Yugi -¿Qué quieres?-

-El chico me ha dado un arma invaluable- dijo Set -Y por eso le debo una gran deuda. Pero hemos estado aquí antes y el dragón blanco no será suficiente para derribar al demonio de la sombra. Bakura intentará sacarlo de la prisión que comparte contigo- Él dejó su tazón -La prisión que creaste a partir de tu propio colgante-

El hombre de las sombras se puso rígido -¿Y tu sugerencia es qué? ¿Volver a romper el rompecabezas para evitar la fuga del demonio?-

Yugi se sacudió, un movimiento involuntario, un grito suave e inaudible escapó de él. Ninguno de los dos lo reconoció.

-No- dijo Set -La prisión era... digamos, porosa. Eso era evidente. El demonio manipulará el tiempo y el espacio y la vida de los hombres para liberarse. Yo digo que lo dejemos. Y luego lo destruimos- Él sonrió fríamente -O tenemos éxito, o fallamos, y el mundo cae con nosotros-

La expresión del hombre de las sombras era fría -No me importa el mundo- dijo -No lo sé. Pero el chico es preciado. No lo pondré en riesgo-

Los ojos de Set se abrieron un poco y reconsideró al hombre de las sombras. Yugi no podía respirar. Su corazón, bueno, su corazón estaba actualmente a un metro de la habitación, pero parecía que su corazón estallaba en su pecho.

-Si tu voluntariamente lo pone en riesgo no tiene consecuencia- dijo Set al fin -Zorc se liberará y estará en peligro. Solo importa si estás dispuesto a arriesgarte para ayudarlo ¿O solo eres un vendedor ambulante de magia barata, defendiéndolo a los ladrones comunes?-

El hombre de las sombras se puso en pie de un salto y el aire insustancial que rodeaba a Yugi latía bastante, sonando como la campana de una iglesia golpeada por un puño gigante. Yugi se dobló, jadeando, su cabeza fantasmal palpitaba y por un momento vio la visión muy desorientadora de su propio rostro, ondulado y distorsionado, cortado de la sombra, ojos dorados brillando como faros.

-He recorrido los caminos cortados por dioses y demonio, faraón- siseó con la voz de Yugi -Echaría suerte con los guardianes del más allá si se ofrecen dañarlo-

Set en realidad parecía ligeramente impresionado -Nada tan dramático- Su boca se torció en una sonrisa dura y sin humor -Pero sí involucra a los dioses-

-Explícate-

-Es el derecho de nacimiento del faraón invocarlos- dijo Set -Tres monstruos, lo suficientemente poderosos como para confrontar con el demonio y no ser completamente destruidos-

-Entonces, ¿por qué no los llamas?- dijo el hombre de las sombras.

Set parecía contemplativo -Nunca lo he intentado- admitió al fin -La magia fue sellada, las tabletas destruidas hace mucho tiempo. Pero incluso si tuviera éxito, la tensión de mantener tales bestias no es fácil-

El hombre de las sombras se cruzó de brazos y resopló -Entonces admites debilidad-

Los ojos de Set se estrecharon, duros -Puede que no recuerdes haber visto a tus compañeros ser arrancados gritando de este mundo, sin vida ni magia, primo, pero yo sí- se control a sí mismo y miró el cuerpo de Yugi constantemente -Un faraón no fue suficiente para borrar la mancha de sombra del mundo, pero tal vez, con dos, podemos igualar las probabilidades-

El hombre de las sombras vaciló -¿Cuál es tu plan?-

-Nos vamos a la medianoche- dijo Set -Dirigirnos al norte, hacia los altares del desierto. Él estará allí, estoy seguro. El velo entre nuestro mundo y las sombras será más delgado allí. Le llevamos la batalla a él-

-Bien- la respuesta fue crujiente, y Yugi casi levantó una mano fantasmal para objetar antes de dejarla caer. Pensó en la pesadez del dolor de Isis y la rabia hirviente que sintió cuando Bakura lo agarró y estuvo momentáneamente agradecido de que su consistencia astral le impidiera derramar lágrimas.

Set inclinó la cabeza -Informaré a los demás. Deberías ir a descansar. Sin duda necesitaremos toda nuestra fuerza-

El hombre de las sombras gruñó en reconocimiento, pero en lugar de atraer a Yugi de vuelta a su cuerpo, se dio la vuelta y salió de la casa. Yugi lo siguió, indefenso, tratando de no asustarse mientras pasaba por una de las paredes de barro.

El sol apenas comenzaba a hundirse en el oeste, el cielo se volvía anaranjado y las sombras largas. El hombre de las sombras se detuvo para mirar un momento, mirando hacia el desierto, antes de entrar en el cobertizo que había sido su refugio en un mundo del que ninguno de los dos eran parte, si alguna vez lo habían sido o más.

Se giró para mirar a Yugi. Sus ojos se encontraron.

-Yo...- dijo el hombre. Una mirada extraña e impotente cruzó su rostro -Siento que debería disculparme-

Yugi sacudió la cabeza -Sin disculpas- el resopló -No es como si me hubieras llamado a través de milenios para que peleara en una guerra de monstruos-

La expresión del hombre se cerró, se volvió hacia adentro –No- dijo en voz baja -Pero yo...- sus ojos estaban distantes. Tragó saliva y miró a Yugi -Creo que... algo en mí te llamó- el tomo el Rompecabezas en su palma -Cuando tocaste el Rompecabezas, me abriste el corazón, fue como...- su mano se apretó alrededor del objeto -Es egoísta, pero no te quiero aquí. Te quiero lejos del peligro, en ese mundo brillante, cálido y seguro que a veces veo en tu mente. No recuerdo este conflicto del que dicen que soy parte, que dicen que debería preocuparme... Y si estás herido o asesinado por esto, por algo de lo que yo... –

Se interrumpió, porque Yugi había dado tres pasos hacia adelante, colocó manos insustanciales en sus mejillas y presionó sus frentes juntas.

-Nada de eso- dijo en voz baja -No voy a decir que no tengo miedo, pero por lo que vale, me alegro de haberte conocido. Y ningún mundo es seguro, brillante y cálido todo el tiempo-

Los ojos del hombre se cerraron por el dolor y, buscando con la boca el trozo de metal en el nudillo de Yugi, dejando caer un suave beso en la mano, como un cortesano de otra edad.

Los ojos brillantes y sobresaltados se abrieron y Yugi los apretó con fuerza, resistiendo el impulso de fundirse de nuevo en un solo ser.

Los ojos del hombre bajaron -No deberías amar una sombra- dijo, tranquilo y controlado, pero con una profunda corriente de desesperación -Te mereces un amante de tu tiempo. Una amante con cara y forma. Un amante con un nombre-

Yugi se contuvo en el insoportable y emocionante aumento de la emoción que se apoderó de él en la palabra amante, amante mi amor. Tengo un amante -Te amaría si no fueras más que sombra- dijo -Pero tienes tanto cara como forma propia- deslizó las manos por los brazos del hombre para entrelazar sus dedos. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero lo apretó con fuerza, se concentró y lo besó.

Los ojos del hombre se cerraron, pero los de Yugi estaban abiertos, y así lo vio.

Una ola ondulante de luz dorada, como el resplandor de los dedos de la sombra cuando arreglo la carta de los Ojos Azules, viajó desde la cima de la cabeza del hombre, dejando frente el rostro del hombre que había visto en la visión de Isis. Piel morena, cabello negro morado y dorado. El mareo lo cubrió y de repente cambiaron de lugar, el joven era un fantasma transparente pero extrañamente sólido en los brazos de Yugi. Se aparto hacia atrás, extendió la mano para pasar los dedos a lo largo de los bordes de las pulseras doradas, hasta la curva cálida del codo.

-Una cara hermosa- susurró Yugi, medio asombrado. No tenía idea de si "hermoso" era algo que se suponía que le dirías a un chico, pero la expresión de picardía que provocó lo hizo querer besar al hombre de nuevo. El hombre dio un paso atrás, los dedos de Yugi se deslizaron y se miró a sí mismo, la ropa, las diferencias en altura y encuadre.

-Este...- dijo, como si apenas pudiera creerlo -¿Soy yo?-

Yugi asintió, incapaz de hablar. El hombre pasó las manos hacia arriba y hacia abajo por sus propios antebrazos, como si reconciliara la idea. Cuando volvió a mirar a Yugi, sus ojos, más brillantes y de un color diferente al de Yugi, se llenaron de emoción.

-Si somos rasgados de la existencia, Yugi de otro mundo- dijo -Te encontraré de nuevo. Incluso si tengo que nadar en el océano del caos para hacerlo-

Durmieron en brazos del otro, y esperaron a la medianoche.

Notas finales:

este capitulo tiene una imagen

https://brydigdraws.tumblr.com/post/177426528422/ygobb2

 

Inebu-hedy, Ineb-hedy, Aneb-hetch o nomo de las Murallas blancas es uno de los 42 nomos (división administrativa) del Antiguo Egipto. Cada nomo era gobernado por un nomarca (gobernador provincial)

Sheut: En las teorías funerarias de los antiguos egipcios, la sombra era considerada como una especie de entidad espiritual, constituyente de la identidad de cada persona, debido al evidente hecho de que una persona no existe sin sombra, y la sombra de cada persona no existe sin la misma; los antiguos egipcios conjeturaron que la sombra contenía algo esencial de la personalidad.

La idea respecto a la šwt era bastante similar a la que se tenía respecto al llamado Ka aunque, sin embargo, con muchos aspectos opuestos a éste, pues mientras que en el Ka predominaban los aspectos positivos, en sheut prevalecían los negativos del individuo.

Frecuentemente las estatuas de las personas y de los dioses eran referidas como su šwt. La sheut era representada como una pequeña figura de un ser humano, completamente negra, que en este caso muchas veces simbolizaba a la muerte, o sirviendo a Anubis.

Para los antiguos egipcios los componentes del espíritu humano eran: Ib, Ka, Ba, Aj, Ren y Sheut.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).