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Lineamiento por ayelen rock

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Set se enderezó desde donde estaba inclinado sobre el cadáver abierto de una pequeña criatura con pezuña, sus antebrazos empapados de sangre -¿Quieres el qué?- el pregunto.

Yugi se sonrojó avergonzado, pero la sombra lo empujó un poco más fuerte -Los huesos- repitió. -No los que usarías para sopa ni nada, solo los... pequeños, justo encima de la pezuña-

Set levantó una ceja, su expresión era dudosa, pero se encogió de hombros    -Muy bien. Pero si los quieres, me ayudaras-

Yugi observó la masa de tripas rosadas que salían de la... ¿gacela? nunca había sido tan hábil para identificar la vida silvestre alrededor de los sitios de excavación. Tragó saliva -¿Cómo hago eso?-

-Bueno, primero tendrás que deshacerte de la bata, a menos que tengas ganas de lavar la sangre- dijo Set -Entonces lo sostendrás mientras yo corto y estiraras cuando te lo diga-

“Será mejor que valga la pena” pensó Yugi, mientras se quitaba la bata, con cuidado al guardar el rompecabezas, guardado una vez más dentro de su chaqueta, escondido en el bulto. Después de tantos días de mantenerlo escondido debajo de una capucha, el ligero viento en su cabello era extraño pero refrescante. Dudó sobre sus pantalones.

Set hizo un gesto imperioso y se golpeó las rodillas, donde se habían acumulado algunas vetas de sangre -Esos también-

Yugi se quedó boquiabierto con él -¿En serio?-

Set resopló -¿Por qué no lo estaría?-

-¿Esperas que haga esto desnudo o algo así?-

-Pasé toda mi vida en el palacio desnudo antes de ser hombre- dijo Set, sin una pizca de vergüenza o diversión -Más fácil que la molestia que viene con la sangre en el lino-

Seguro que su rostro debe estar teñido de rojo permanentemente, Yugi se quitó los pantalones, pero tercamente dejó sus boxers en su lugar.

Set se encogió de hombros -Haz lo que quieras. Agarra aquí- indicó un punto en el borde de la cavidad del cuerpo abierto -Y aquí. Presta atención. Cuando digo jala, jalas-

Yugi trató de no encogerse cuando las puntas de sus dedos se hundieron en la carne expuesta, los cortos cabellos del cuero le hacían cosquillas en las palmas. Set volvió a su trabajo, cortando. Yugi podía sentir el empuje de su movimiento debajo de la piel.

-Estira- dijo Set, brevemente, y Yugi lo hizo. La piel se despegó con un sonido húmedo –Detente-

Yugi se detuvo, medio doblado, escuchando mientras Set murmuraba para sí mismo y raspaba la piel para liberarla. Los ojos de Set se movieron hacia él, con expresión ilegible, y volvieron a bajar.

-¿Has tenido más de esos sueños?- el pregunto

-¿Huh?- dijo Yugi -Um, oh, quieres decir, no, en realidad no-

-¿No?- dijo Set -¿Sin sueños de oro? ¿No sueñas con sombras?- Él cortó algo fuera de la vista y la piel se aflojó inesperadamente, enviando a Yugi un paso atrás -¿No hay sueños de batalla?-

-¿Batalla?- dijo Yugi, frunciendo el ceño -¿Qué tipo de batalla?-

Set se echó hacia atrás y lo miró, su mirada se alzó por encima de sus ojos, hacia su cabello, Yugi se dio cuenta -dijiste que nunca habías visto monstruos-

-No- dijo Yugi -Quiero decir, yo creía en los monstruos cuando era un niño pequeño, pero ahora yo... bueno, creo que los monstruos no suelen tener cien ojos, escamas o pelaje; son mucho más difíciles de detectar-

Su pulgar fue inexorablemente al bulto en su nudillo, un pequeño nudo de metal donde la punta de un cuchillo le había lastimado la piel.

Set dejó el cuchillo desollador -Suelta la piel un momento-

Yugi lo soltó, dejando que volviera a su lugar. Set hurgo cerca de el y levantó una roca afilada. Con movimientos cortos y precisos, comenzó a dibujar en la tierra.

-¿Alguna vez viste esto en tus sueños?-

Yugi se inclinó sobre el cadáver para mirar, y se quedó sin aliento.

El dibujo era tosco, pero las líneas curvas del yelmo blindado y el bastón eran inconfundibles.

-El mago oscuro- murmuró. En el fondo de su mente, sintió que la sombra se sacudía un poco.

-Así que lo has visto- dijo Set.

-No, quiero decir, sí, lo e visto, pero no en mis sueños- Yugi se mordió el labio, luchando por pensar en cómo explicarlo -Hay... obras de arte que se ven así, de donde vengo- Él parpadeó hacia Set -¿Y a qué te refieres con él?-

La boca de Set se apretó y Yugi pudo verlo considerándolo -Era un vasallo, un... amigo del rey, antes de sacrificar su vida, su ka, para defendernos. Se llamaba Mahad-

Yugi se llevó una mano a la boca, recordando demasiado tarde la sangre en sus dedos -Oh dios- dijo -Lo siento mucho-

“¿Algún tipo que se parecía al Mago oscuro realmente existió? ¿Cómo terminó su imagen en una tarjeta de juego dentro de miles de años? ¿Pegasus tuvo algo que ver con esto?”

La imagen del siniestro ojo dorado de Pegaso, mirándolo a través de la arena, cruzó por su mente. La sombra retrocedió, retorciéndose en agitación en las corrientes de sus emociones.

Set lo miró -Su decisión nos ayudó a cambiar el rumbo de la batalla. Tuvo una muerte honorable, al igual que... la mayoría de los demás- Suspiró, luciendo momentáneamente cansado, y arrojó la piedra -Ayúdame a terminar de despellejar esto y te conseguiremos tus huesos-

Yugi se apoderó de la piel una vez más, su corazón le dolía extrañamente. La sombra se retorció y lo pincho.

“Ahora no” pensó ansioso. “Pero más tarde, tengo algo que mostrarte”


La luz de la lámpara era tenue, pero lo suficiente como para que Yugi viera la sombra extenderse a través de la pared del cobertizo, con los ojos brillantes que lo miraba, mientras aflojaba su túnica y dejaba el rompecabezas a su lado. Se metió la mano en el bolsillo y sacó la cubierta.

Volteó la baraja familiarizada y hojeó suavemente las tarjetas, buscando…

-Ah, aquí está- Levantó una de las cartas, tal vez innecesariamente, donde la sombra podía verla -¿Ves? El mago oscuro, tal como el lo dibujó-

Las rendijas de los ojos de la sombra se ensancharon y luego se desprendió de la pared y cruzó el suelo, uniéndose con la gota de su propia sombra. Sintió una extraña picazón en la mano, como si tratara de alcanzar y tocar la tarjeta. Con el corazón palpitante, extendió la palma de la mano, balanceando la tarjeta allí como si estuviera ofreciendo un terrón de azúcar a un caballo. Pensó un momento, luego curvó los dedos sobre la tarjeta sin tocarla, proyectando una sombra deliberada sobre la superficie.

Sintió una chispa de deleite y el eco de dedos sombríos extendiéndose para tocar, trazando las líneas de la imagen, la armadura oscura, la cara estoica.

Algo apretó el corazón de Yugi -¿Eres... él?- Susurró, sin poder siquiera cuestionar lo absurdo de eso -Un poderoso mago, ¿eras, eras... Mahad?-

La sombra dudó, como si considerara la idea, pero al final pareció hundirse en el fondo de su mente, una respuesta negativa pulsando a través de ella. La imagen del mago parecía significar algo, parecía despertar cierta calidez en su profundidad, pero el nombre no significaba nada.

-Está bien- dijo Yugi, "extendiendo la mano" para relajarse de una manera que ya se estaba volviendo extrañamente natural -Fue solo un pensamiento-

La sombra arañó su palma, la curiosidad evidente, y Yugi atentamente examinó las cartas, permitiendo que la sombra permaneciera sobre cada una. Yugi sonrió, concentrándose, ofreciendo un recuerdo de cada uno, cómo habían estado a la altura de la ocasión, cómo los había manejado contra sus oponentes. Caballeros y feroces dragones y demonios con el poder del rayo entre sus garras.

La sombra se detuvo sobre una esponjosa bola de pelusa, con los ojos asomándose por su cara peluda, y Yugi se echó a reír -Ah, este. La mayoría de las personas no se molestan con el, piensan que es demasiado débil, pero creo que tu lo apreciarás... esto es lo máximo-

El recuerdo era sombrío, teñido de desesperación, pero Yugi recordó el rizo de determinación en sus entrañas cuando los hologramas se había multiplicado, y multiplicanse, protegiendo a su Mago del Caos del daño, bloqueando la boca voraz del monstruo de Pegaso con sus cuerpos peludos, el luz cegadora de las explosiones cuando trajeron un monstruo que Yugi había estado seguro de que no podría ser derrotado de rodillas.

La sombra reaccionó a su triunfo, pulsando asombro y aprobación hacia él. Yugi se sonrojó, una sonrisa tirando de las comisuras de su boca -No importó a la larga, pero... la expresión del rostro de Pegasus fue bastante divertida-

Un eco divertido, como una risa escuchada desde una gran distancia, esa misma voz profunda que había surgido de su propia boca en el mercado. Yugi hizo a un lado el tonto aleteo en su corazón y pasó a la siguiente carta.

Solo para ser desgarrado, con toda la conmoción había olvidado que lo tenía.

Los ojos azules rasgado de su abuelo, la línea aguda y regular que divide el cuerpo del dragón.

La curiosidad de la sombra se avivó y lo pinchó, sintiendo suavemente los bordes irregulares de su dolor. Yugi bajó el cabeza avergonzado -Esto... esto fue mi culpa. Mi compañero de clase... pero no debí haberlo tenido para empezar- Frotó la cinta con el pulgar y sintió la cresta de la lágrima -El abuelo estaba muy triste. Un amigo le dio esto, después de que le salvó la vida, pero Kaiba...- Yugi se encorvó -Mejoró más tarde, después de que derroté a Pegaso. Creo que casi perder a su hermano lo asustó más de lo que nunca dejó ver. Tal vez estaba agradecido, incluso si nunca lo dijo. Y no es que me haya tratado peor que a los demás, en el pasado, pero... incluso si se hubiera disculpado, realmente no podría recuperarlo-

Yugi dejó a un lado su mazo y levantó la carta, mirándolo con tristeza -Suena loco pero, desde ese día, parece que la chispa se apagó, ¿sabes? Como si hubiera algo vivo justo debajo de la superficie y ahora...-

La sombra se deslizó por su antebrazo, parpadeando en los bordes de la oscuridad hasta que esa picazón y cálida presencia se sintió como si estuviera acunando su mano, el eco de una palma descansando sobre sus nudillos. Delgados zarcillos de sombra se deslizaron entre sus dedos, a través de su palma, extendiéndose, un pulgar oscuro y translúcido tocando el cuerpo herido del dragón.

Luego, lentamente, muy lentamente, comenzó a correr el pulgar a lo largo de la rasgadura. Y debajo, justo en los bordes, una tenue luz brillante, como si la sombra levantara un dedo para bloquear la llama de una vela.

El aliento de Yugi se apoderó de su pecho. La sombra llegó al borde de la tarjeta, el pulgar se deslizó de repente y la mano, toda la sombra, desapareció. El tuvo la impresión de tropezarse, caerse, y sacudía su cabeza, buscándolo frenéticamente.

-¡Mierda!- el dijo -¿Estás bien?-

Un cansado pulso de acuerdo y Yugi se relajó de alivio -¡No me asustes así! ¿Qué estabas...?-

Y luego las palabras murieron en su garganta porque estaba mirando la tarjeta que está entera.

“Oh Dios mío”

Y lo que era más, sentía calor. Cálido de la manera sutil que recordaba de cuando su abuelo lo dejaba sostenerlo cuando era niño.

Como si tuviera un latido débil.

Las lágrimas brotaron de la esquina de los ojos de Yugi –Gracias- dijo, ahogándose con la palabra -Tu lo hiciste, ni siquiera sé cómo, pero gracias-

La sombra se enroscó alrededor de su corazón, cansadamente satisfecho, y Yugi acunó la tarjeta contra su pecho, levantándole el ánimo.


Yugi se inclinó sobre la mesa, girando el crudo punzón de hierro entre sus dedos, escuchando distraídamente a Siamun mientras murmuraba para sí mismo sobre montones de hierbas secas. Pasó el pulgar por los bultos y las crestas del astrágalo, limpió el canal y secó el hueso blanco. Cuatro huesos, una oportunidad en este.

“No te burles”

Ahuecando uno de los nudillos en su palma, trató de marcar un punto en el centro. El punzón se deslizó y él se encogió, soltando el hueso y pinchándose la palma. Con el corazón palpitante, dejó caer el punzón y examinó su mano. Sin sangre.

-¿Estás bien?- pregunto Siamun

-Sí, sí, estoy bien- dijo Yugi, haciendo una mueca mientras se frotaba la palma de la mano y fruncía el ceño ante sus herramientas -Lo resolveré-

Los ojos de Siamun se arrugaron mientras sonreía -Me ofrecería hacerlo por ti, pero significa más para un jugador tallar el suyo. Funcionan mejor para la adivinación de esa manera-

-¿Adivinación?- pregunto Yugi, frunciendo las cejas

-Aprendí a tirar dados en los hoyos de juego de mi tierra natal- dijo Siamun, golpeándose el velo con el dedo -Y el Faraón no me invitó a permanecer en su corte debido a mi personalidad ganadora-

Yugi parpadeó hacia él -¿No naciste en Egipto?-

Siamun se echó a reír -Dioses, no, soy un cananeo de nacimiento. Dejé a mi tribu para viajar cuando aún era un hombre joven. He visto todas las grandes ciudades del mundo. Llegué a la corte de Aknamkanon poco después de su ascensión. Traté a una de sus esposas que había sido picada por un escorpión, la impresioné con mis habilidades con los dados. Ella debe haber hablado con él porque me encontré con una invitación para quedarme, aunque el faraón y yo no nos hicimos amigos hasta más tarde. Fue más tarde que tomé el objeto. El se puso muy nervioso por permitir que un extranjero lo portara-

-¿Aknamkanon?- dijo Yugi -¿Ese fue el rey al que serviste? ¿El que murió recientemente?-

Siamun hizo una pausa, luciendo preocupado -No- dijo -Aknamkanon pasó muchos años atrás. El rey al que nos referíamos es a su hijo. Su único hijo. Once cuando fue coronado. Y diecisiete cuando se vio obligado a..- Se interrumpió, frotándose la barbilla a través del velo -Perdóname. Conocía bien al príncipe, serví como maestro y cuidador de vez en cuando-

Yugi inclinó la cabeza con respeto -Lo siento. No quise traer recuerdos tristes-

-Está bien- dijo Siamun, frotándose la cara a través del velo -Era un buen hombre, tanto él como su padre-

Cuando Siamun no ofreció nada más, Yugi recogió el hueso que había dejado caer y lo examinó, dándole la vuelta mientras buscaba un lugar para volver a intentarlo. En el fondo de su mente, la sombra jalo de él y tuvo la leve sensación de alcanzar las manos abiertas.

“¿Tú quieres intentarlo?”

Acepto, pero más que eso. La sombra sabía lo que había que hacer, de una forma instintiva, inconsciente, de memoria muscular.

“¿Entonces eras un jugador?”

Un encogimiento de hombros descuidado. La sombra no lo sabía.

Yugi tocó el astrágalo, reflexionando.

“Bueno”

De nuevo esa sensación vertiginosa de desplazamiento, y Yugi se encontró de pie, expulsado al piso de la cabaña y mirando a su cuerpo mientras levantaba el punzón. La sombra maniobró el hueso y la herramienta un momento, sintiendo su peso, y luego, con movimientos cuidadosos pero seguros, comenzó a tallar marcas de hash profundas y claras a cada lado, deteniéndose de vez en cuando para eliminar las virutas de hueso.

Fascinado, Yugi se inclinó más cerca. La mirada de la sombra lo miró y una sonrisa tiró de los bordes de su boca. Al poner el hueso de punta, la sombra cuidadosamente rascó la imagen cruda de un pájaro, un buitre, con un pico enganchado y alas dobladas.

Yugi sonrió, incapaz de detenerse -Muy bien, has hecho tu punto-

La sombra le dirigió una mirada arrogante, completamente extraña de ver en su propio rostro, y dejó a un lado el dado. Cogió una segunda, replicó las marcas de picadillo en ella, pero en lugar de un buitre, invirtió el hueso y grabó la cara redondeada y en forma de luna de un búho. El tercer hueso, para deleite de Yugi, recibió un pollito regordete, sus alas pequeñas y sin alas, puntos estrechos contra su cuerpo redondo. Rebosante de autosatisfacción, la sombra recogió el último hueso.

-Espera- dijo Yugi.

La sombra se detuvo, la expresión inquisitiva.

Yugi tragó saliva "¿Puedo intentar? Quiero decir, probablemente no voy a ser tan bueno, pero creo que entiendo lo esencial y...”

Y luego volvió a su cuerpo, con las orejas sonando ligeramente, como si hubiera sido roto como una banda de goma. Rebuscó el hueso un momento, sintió la sombra como si se inclinara sobre él, un ligero e insustancial apretón de aliento sobre su hombro.

Yugi respiró hondo e intentó copiar lo que había visto. Las marcas de hash eran fáciles, e incluso si eran un poco menos profundas, menos pesadas que las sombras, aún eran legibles. Dudó sobre el extremo del hueso. Quería agregar un diseño, combinar el movimiento de la sombra con el movimiento, pero cada imagen en la que pensaba parecía demasiado complicada, demasiado fuera del alcance de sus herramientas toscas y manos temblorosas.

Una serpiente, el pensó. No es mucho más fácil que dibujar una línea. Tal vez pueda evitar estropear esto.

Raspó la cabeza, estrecha y en forma de cuña, sintió que su confianza aumentaba mientras grababa la curva del cuerpo:

El punzón se deslizó, la punta saltó sobre el hueso y formó una profunda herida paralela a la cabeza de la serpiente. El corazón de Yugi cayó directamente en sus entrañas.

“¡Estúpido, estúpido, estúpido! Ni siquiera puedo dibujar una maldita línea. Debería haber…”

El agarre efímero en su hombro se apretó, cortando la corriente de autoflagelación. Sintió dedos invisibles acunar su mano, instándolo a seguir, guiando el punzón.

“Termínalo”

Yugi apretó más el punzón, se endureció y talló.

Y de repente, está terminado. Yugi se seto recto y miró el dado.

-Interesante elección- dijo Siamun, y Yugi se sobresaltó. Casi había olvidado que el otro hombre estaba allí –Hace mucho tiempo que no he visto que usaran “El que une el Kas”-

Yugi pasó el pulgar por la talla, siguiendo a las cabezas gemelas de la serpiente hasta donde se unieron en un solo cuerpo. Parpadeando, como si saliera a la superficie bajo el agua, miró a Siamun para encontrar al hombre mayor que lo miraba con expresión astuta.

Los pelos de la nuca de Yugi se erizaron y apartó la mirada. Después de un momento, escuchó a Siamun volver a su trabajo una vez más.

Temblando ligeramente sin ninguna razón que pudiera explicar, Yugi dejó a un lado el punzón y recogió sus nuevos dados, acunándolos entre sus palmas y escuchando los huesos golpearse uno contra el otro. Por un capricho, dejó caer los dados, los vio rebotar en la superficie de la mesa, girando a través de un rayo de luz solar que entraba por la ventana.

Uno, tres, cuatro, seis.

Buitre, búho, pollito, serpiente.

En el fondo de su mente, sintió que la sombra sonreía y abría los ojos.

“Empieza el juego”

 

Notas finales:

Nota de la autora zuzeca:

Breve nota de investigación: el dios serpiente de doble cabeza que une partes del alma después de la muerte es un miembro menos conocido del panteón egipcio, y honestamente no pude resistir el simbolismo.

 


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