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Where do broken hearts go? por Kina Ni Juu

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Notas del fanfic:

Portada:

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Kise pelo negro:

https://drive.google.com/file/d/1YMPhhg6QFyF63y2HZ95mezLTQNAYTfsy/view

 

Creditos a sus respectivos autores, yo solo las uso para mi historia

Notas del capitulo:

Lo siento, se que habia dicho una semana pero en mi ciudad apenas es domingo por 29 minutos 

Kise Ryota a sus 25 años sentía que su vida era perfecta y por lo tanto, era feliz. Era un estimado  profesor de artes, estaba comprometido con el amor de su vida con el cual vivía, en unas semanas se casaban y acababa de descubrir que estaba embarazado.

O al menos eso pensaba antes de que todo se derrumbara.

Todo comenzó un sábado en la mañana que recogió sus estudios de la clínica donde confirmaba sus sospechas. Estaba embarazado de casi un mes. Emocionado planeo una cena romántica con Haizaki en su casa cuando el saliera de trabajar.

En la tarde que teniendo todo listo, se quedó esperando por su pareja quien no llegaba lo cual era extraño ya que si salía tarde de trabajo o salía con sus compañeros le llamaba antes para avisarle y no preocuparlo. Tomo su celular e intento llamarle pero nada, arrugo el rostro. Se sentó en el sillón más cercano a la puerta, la comida ya estaba fría y ya había anochecido, miro por la ventana apretando con fuerza su celular.

Respiro hondo y mejor le llamo a Kasamatsu para distraerse, era el único que sabía de su embarazo y sus planes de hoy. Platico con su amigo por unos minutos y cuando escucho la puerta abrirse, sonrió. Haizaki ya había llegado.

Ahí fue cuando toda su vida perfecta y feliz, se rompió.

Colgó y giro sin borrar la sonrisa.

-¡Haiza…!

Se calló abruptamente ante la imagen de Haizaki frente a sus ojos. ¿Se había quedado dormido? Porque simplemente esto no podía ser verdad. Jamás, durante sus años conociéndolo había visto a Shougo en ese estado ni siquiera de joven, borracho y con la ropa toda arrugada y mal puesta. No podía ser real.

Parpadeo varias veces seguidas para salir de su estupor y miles de ideas nada buenas llegaron a su mente explicando su estado pero eso tampoco podía ser verdad, Haizaki jamás le haría eso. Se acercó un poco.

-¿Shougocchi? ¿Por qué estás en ese estado?

Antes de colocar su mano sobre un hombro de Haizaki, este la aparto de un manotazo y aventó sus cosas al piso para quitarse el saco

-¿Todavía preguntas porque estoy así? ¿No es obvio?- Haizaki rio sarcástico-Rubio tenías que ser

Kise sintió miedo de que lo que pensaba fuera verdad. Trago saliva y se mordió el labio inferior.

-¿Saliste con tus compañeros?-pregunto temeroso

Kise se encogió cuando Haizaki rio de una manera extraña que le mando escalofríos por todo el cuerpo. “No, algo no está bien”. Lo sentía, lo presentía. Haizaki no era el mismo.

-Ryota, Ryota, ¿realmente eres idiota o te haces? ¿No me ves? ¿No hueles? ¡Apesto a sexo! ¡A mujer!

Kise sacudió la cabeza en shock. No, estaba dormido y era una pesadilla.

-¡NO! ¡No, no, no!-exclamo Kise con lágrimas en los ojos-¡Tu no me engañarías! ¡No es verdad! ¡No mientas Haizaki! No es cierto, ¿verdad? Es solo una de tus bromas crueles, ¿cierto?

De pronto la distancia entre ellos se cortó cuando Haizaki lo tomo del cuello de su camisa para que lo mirara a la cara. Kise sintió miedo ante la expresión y los ojos del más alto.

-Huele bien Kise, ¿sigues creyendo que es una broma?

Las fosas nasales de Kise fueron invadidas por perfume de mujer y pudo notar marcas rojizas en la piel morena de Haizaki que solo podían significar una cosa, chupetes, marcas de una mujer. Un sollozo escapo de sus labios y lo empujo con fuerza para alejarlo. Sacudió la cabeza salvajemente mientras sentía las lágrimas.

-¡No Haizakicchi! Por favor no, es solo una pesadilla, pronto despertare. Shougocchi jamás haría eso, él nunca me engañaría, el no…

Y de un golpe en la cara, Kise fue derribado. Kise temblando noto como sangre de su labio caía al piso. Si antes estaba sorprendido por todo, ahora estaba estupefacto, en shock. ¿Haizaki lo había golpeado?

-¡¿Yo no puedo hacerlo y tu si?! ¡¿Tu si puedes revolcarte con quien sea, andar de puta?! ¡¿Estar abriendo las piernas?! ¡Oh no Ryota! ¿Qué? ¿Creíste que jamás lo descubriría bastardo? ¡No soy estúpido como crees! Dices amarme cuando te acuestas con quien te dé la gana, ¿Con cuántos me has engañado? ¿Dos, cinco, mil?-rio y fingió su voz- Haizakicchi, con cuidado que soy virgen. ¿Virgen? ¡Ja! ¡Puras mentiras! ¡Solo te burlabas de mí! Mei, mi madre tenían razón, ¿Por qué no lo mire? ¿Quién fue el primero? ¿Kasamatsu, Moriyama?

Kise lo miro con los ojos abiertos a no más poder. ¿Qué le estaba diciendo? ¿Qué él lo había engañado? Kise intento levantarse pero el golpe lo había desorientado.

-¡No, yo nunca te he engañado! ¡Has sido el único en mi vida!

Haizaki lo volvió a tomar del cuello para alzarlo y lo estampo contra la pared y golpeo cerca de su rostro.

-¡Cállate! ¡Solo dices puras mentiras! Mi madre y Mei tenían razón, nunca debí de a verme fijado en ti. Tú, tú solo me usabas, tú solo querías mi dinero, mi físico, mi fama… tú nunca me amaste

Kise sentía que su corazón se desgarraba con cada palabra que salía de los labios de Haizaki. ¿Por qué ahora no confiaba en él? ¿Por qué que estaba dudando de su amor? ¿Mei que había dicho? Las lágrimas ya escurrían por su rostro. Intento levantar las manos para tomar el rostro de Haizaki pero su cuerpo no reaccionaba, estaba asustado de moverse y que se exaltara más con él, Haizaki podía a llegar hacer violento.

-Haizakicchi, ¿Por qué dices eso? ¡Yo jamás te he engañado y nunca lo haría! Quiero a Yukiocchi pero nunca como a ti, yo so…

Un golpe en el estómago lo hizo doblarse y soltar todo el oxígeno de sus pulmones, sus ojos los abrió como plato y el miedo lo invadió por completo. “No”, tenía miedo por su bebe. Deseo con fuerza que el golpe no lo haya lastimado. Levanto la cabeza para mirarlo asustado.

Haizaki tenía expresión vacía pero sus ojos grises resplandecían con furia.

-¡Te voy a mostrar que soy más hombre que cualquier otro!

El primer impulso de Kise al entender a lo que se refería fue levantarse para correr pero tan solo había dado unos pasos cuando Haizaki lo retuvo y lo cargo hasta la habitación. Haizaki lo aventó a la cama y cuando se colocó encima de él, forcejo para zafarse.

-¡No, Haizaki, por favor detente! ¡Así no, por favor! ¡No lo hagas, estoy…!

Un nuevo golpe en el rostro lo callo y sollozo cuando Haizaki le jalo en cabello y le mordió el cuello con fuerza hasta sacarle sangre.

-¡Cállate puta!

Kise miro horrorizado como Haizaki le arrancaba la ropa y al sentir una de sus manos tantear su entrada, reacciono. Pataleo y manoteo para poder salir debajo de su cuerpo. Kise tenía mucho miedo, no por él, sino porque su bebe.

-¡Basta, zorra!

Dos fuertes bofetadas lo aturdieron y sintió como su alma salía de su cuerpo al sentirse impotente cuando Haizaki amarro sus manos. “Por favor, nana, protege  mi bebe…”

Y solo quería despertar de esta pesadilla.

Kise seguía sollozando, encogido en su cama, sintiendo como cada parte de su cuerpo dolía a niveles que antes no había imaginado nuca. No solo era dolor físico, era dolor emocional y psicológico, desde adentro.

Haizaki había abusado de él.

Un alarido salió de sus labios al querer tapar con las sabanas su cuerpo desnudo, con marcas y sangre. Sintió como el semen de Haizaki y sangre escurría entre sus muslos. Haizaki no había parado por más que él se lo pedía y le había tapado la boca. El sexo jamás había dolido tanto como esa vez pero eso no había sido sexo, había sido una violación. Lo había golpeado y Kise sentía miedo de haber perdido a su hijo, no quería pensar en eso pero era imposible. Sentía el corazón roto.

Se encogió aún más al escuchar la puerta abrirse y cerró los ojos.

-¡Vístete! ¡Quiero que te largues, nunca más quiero volver a ver tu cara! Tomas tus cosas y te largas, ya. Vete con tu amante Kasamatsu o con el que quieras

Kise solo soltó un jadeo y grito al sentir como Haizaki lo levantaba.

-¿No oíste? ¡Que tomes tus cosas y te largues! ¡Tienes 20 minutos o si no te vas sin nada!

Kise sintiendo dolor con cada movimiento que hacía, tomo la ropa que Haizaki aventó a la cama y se vistió. Kise seguía sin poder asimilar todo lo que había ocurrido, su mente no podía hacerlo. Las lágrimas le nublaron la vista pero tomo una maleta y guardo lo primero que encontrara. Al sentir la presencia de Haizaki, se movió lo más rápido que su cuerpo se lo permitía. Noto de reojo que Haizaki había aventado algo a la cama pero no le tomo importancia.

-Ahí está el dinero, después de todo eso era lo que querías. Cuando regrese, no te quiero encontrar aquí

Volteo encontrándose en la cama varios fajos de dinero y espero unos minutos hasta que escucho el carro de Haizaki alejarse, se dejó caer de rodillas.

Si esto era un sueño, una pesadilla… ¿Por qué no despertaba?

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~2~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Aun no podía creer lo que había pasado, lo que Haizaki le había hecho y dicho. ¿No había sido una pesadilla? Pero el dolor físico era un prueba de que no era así, realmente había ocurrido por más que lo negara. No fue un sueño. Sin embargo desearía que no hubiera sido real, quería despertar de ese sueño y ya porque no era nada absolutamente agradable. No soporto más sus piernas y cayo de rodillas ya que alcanzo a poner las manos para no caer de cara. Tenía que ir a un hospital a revisarse, asegurarse que su hijo estaba vivo.

Su hijo.

Haizaki ni siquiera le había dado la oportunidad de decirle que estaba encinta pero ya no tenía caso, él tenía la idea de que lo había engañado y Kise estaba seguro que si iba con él a decirle, le gritaría que ese hijo no era suyo sino uno de sus “tantos amantes”.

Sollozo y llevo las manos al rostro. ¿Qué es lo que tenía que hacer? No llegaba celular y no tenía fuerza para ir a la casa de Yukio a pedir ayuda

-Nana, te necesito. ¡¿Por qué no estás conmigo?!

Recordó que a unas calles estaba una tienda de 24 horas, podía pedir ayuda. Busco entre sus cosas un gorro y unos lentes para ocultar lo más posibles sus golpes. Camino con dificultad jalando todas sus cosas.

Pero ya no podía más. Estaba herido y terriblemente cansado. Lo único que quería era ir a un hospital por su bebe, jamás se perdonaría, menos a Haizaki, si algo le pasara. Una parte de él quería ir a pedir ayuda a Kasamatsu o alguno de sus amigos aunque solo fueran por unos días que le dieran asilo pero sabía que eso solo empeoraría las cosas, en palabras resumidas, estaba solo…otra vez.

Sus ojos se cerraron y sus piernas volvieron a flaquear. ¿Por qué el hospital estaba tan retirado del cementerio? ¿Por qué no había ido antes al hospital? Su hijo podía correr peligro…

Aunque pensándolo mejor,  tampoco podía ir a un hospital de la ciudad y menos acudir a las autoridades, la madre de Haizaki era doctora y si se enteraba del embarazo, su bebe corría aún más peligro y los amigos de Haizaki eran policías, no le creerían y estarían a favor de Haizaki. En pocas palabras, tenía a todo mundo en su contra. ¡¿Qué es lo que debía de hacer?! ¡¿A dónde debería de ir?!

De entre la maleta busco su dinero. El dinero que Haizaki le había aventado había prometido no usarlo jamás, ese dinero estaba sucio y lleno de odio y rencor, no le pertenecía y cuando tuviera la oportunidad (que una parte de él no deseaba) se lo regresaría y que mejor se lo diera a la puta con quien él lo engaño o incluso el dinero se lo daría a su hijo, cuando estuviera más grande y comprendiera la situación.

De pronto sus piernas no lograron sostenerlo más y cayó al piso. Comenzó a sentir más intenso el olor a sangre en él y entro en pánico. “No, tengo que salvar a mi bebe”, tenía que buscar ayuda, no podía perderlo, no a él. “¡Nanami!”, recordó.  Nanami, la novia de Yukio era estudiante de medicina, ella podía ayudarle sin tener que recurrir a un hospital y su padre era dueño de un consultorio. Busco su celular entre sus cosas y marco con su vista borrosa.

-¡¿Ryota?! ¿Qué quieres a estas horas? ¿Qué pasa?

Ryota soltó un sollozo. –Necesito a Nanami, mi bebe se muere

-¡¿Qué, cómo?! ¡¿Dónde estás?!-exclamo Kasamatsu

Kise solo alcanzo a decirle cuando cayó inconsciente.

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Kise estaba haciendo lo correcto y nada lo haría cambiar de parecer. El solo quiere proteger y mantener a salvo a su bebe y es implica irse de la ciudad lo más lejos que sea posible de ahí.  Extrañaría mucho su ciudad y sus amigos pero el necesitaba irse. Sabía que Kasamatsu no estaba de acuerdo, hasta le había rogado y exigido que denunciara a Haizaki, a Nanami le había costado pero acepto su decisión. Y por ello se encontraba dos días después de lo ocurrido en la estación de tren.

Su bebe estaba bien, sus heridas ya estaban atendidas, aun dolían pero eso sanaría.  Miro su rostro en el espejo y solo suspiro. Tenía el ojo derecho un poco inflado y de un feo color, el labio inferior roto, la mejilla izquierda algo inflada y morada. Realmente se miraba mal y eso que se había maquillado. Se colocó los lentes y el gorro del suéter y compro un boleto, no le importaba a donde. Lo único que quería era irse lejos de Tokio, lejos de Haizaki, lejos del dolor.

Pero, ¿dónde van los corazones rotos?

Paso la mayor parte del día entre autobús y autobús hasta que no pudo más y bajo. No estaba seguro a donde llego pero un hambre y cansancio atroz lo carcomió y ya no pudo continuar más. Busco un hotel donde pudiera alojarse pero primero entro a un Maji Burger, el primer local de comida que encontró y se sentó en una mesa después de recibir su orden.

Pidió dos hamburguesas sin queso ni cebolla, una soda mediana sin hielo y unas papas fritas chicas. Sin embargo, a pesar de su hambre, no sentía ganas de comer, sentía que si comía algo lo regresaría pero sabía que tenía que hacerlo. Llevaba muchas horas sin probar algún bocado y eso solo le haría más daño a su bebe y a él.

Respiro hondo y dio el primer mordisco a la hamburguesa. Cerro los ojos al sentir nauseas pero las contuvo y mastico la comida antes de tragarla. Tomo un sorbo de soda y se dio cuenta de la sed que tenía al tomarse casi la mitad. Suspiro y continúo comiendo.

Se terminó su primera hamburguesa y el sueño se estaba apoderando cada vez más de él pero aún no podía ceder, tenía que terminar de comer y luego buscar un hotel en donde poder descansar. Kise se acomodó los lentes oscuros y sacudió ligeramente la cabeza para que su cabello le ocultara más el rostro mejor guardo la otra hamburguesa y el resto de papas fritas, regreso a la fila para comprar un postre que se le antojo, tomo sus cosas  y salió del lugar.

Ahora si tenía que buscar un hotel donde poder descansar, luego pensaría que es lo que iba a hacer. Camino al principio con un buen pasó pero poco a poco se fueron haciendo vacilantes y le fue un poco difícil mantenerse de pie. Su cabeza dolía y sus oídos punzaban.

Al doblar una calle, encontró un hotel y no dudo en registrarse en él. Una vez en la habitación, se dejó caer en la cama algo dura y quedo completamente dormido en ese instante. Despertó en la madrugada, cuando volvió a sentir hambre y se sentó mareado en la cama. En un principio, al abrir los ojos se asustó al ver a su alrededor, al no encontrarse en su cuarto, en su cama, al lado de su novio y luego, como los otros días, le cayó encima la cruel realidad.

No fue un sueño.

Realmente había pasado eso. Haizaki le había hecho eso, le había culpado de serle infiel, le había herido con crueles palabras, lo había golpeado físicamente, había abusado sexualmente de él y lo había corrido de la casa de ambos y estando embarazado. Kise se abrazó buscando calor y rompió en llanto, sintiendo nuevamente el dolor de su corazón roto. ¿Qué es lo que iba hacer ahora? Estaba solo, encinta y en otra ciudad donde no conocía nada ni nadie.

No podía pensar en nada, su mente era un torbellino de pensamientos y todos por lo que paso el día anterior, repitiendo una y otra vez lo sucedido. Kise no quería aceptar, por muy real que haya sido, lo que paso. Una parte de él se negaba aceptarlo, Haizaki no le haría algo así jamás, se amaban y nunca lo lastimaría. Si no lo había hecho antes, ¿por qué ahora sí que en unas semanas se casaban? Nada tenía sentido.

Quería regresar a Tokio, a Haizaki y suplicarle que lo escuchara. Rogarle porque le creyera, hacer hasta lo imposible para que creyera en su palabra. Llorarle hasta el cansancio, mostrarle que estaba equivocado, que lo que su madre y Mei le habían dicho no era verdad. Decirle de su hijo, de que su amor había hecho fruto y crecía en su interior.

Sollozo con más fuerza y escondió su rostro en la almohada haciéndose bolita. Sin embargo Kise era consciente de la situación en la que se encontraba porque aunque por más que intentara negarlo, esa era la verdad. Su cruel y triste verdad. Estaba solo…no, tenía un bebe en camino y tenía que ser fuerte por él. Además tenía a Kasamatsu y a Nanami. Sus manos se movieron a su vientre y acaricio con suavidad y cariño. Él iba a sacar adelante a su hijo, así que ya no iba a llorar.

Respiro hondo, se limpió el rostro y se sentó en la cama. Busco la comida que había guardado y se lo comió todo pero aún tenía hambre y mucha sed. Se levantó de la cama pero sus piernas flaquearon y toda la habitación dio vueltas. Aun se sentía débil. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos.

Cuando el vértigo paro, se levantó de la cama para tomar su maleta y ver qué era lo que se había traído. No eran muchas cosas pero si las necesarias. Ropa, un par de zapatos (aparte de los que tenía puestos), sus recuerdos más significativos de su abuela, algunos documentos personales y todo su dinero que había ahorrado en los últimos años. No era mucho pero le serviría para buscar algún sitio donde vivir y lo demás seria para su bebe, para todo lo que fuera a necesitar al nacer.

Tenía que también buscar un trabajo, tenía un mes de embarazo y luego no podría, tenía que conseguir más dinero. En su pasado había soportado situaciones difíciles y era fuerte, este momento era uno de ellos y tenía que ser valiente, salir adelante por sí mismo para su bebe. Además existían instituciones que apoyaban a donceles y mujeres encinta en situaciones complicada y Kise podría ir en busca de ayuda.

Sacudió la cabeza y se levantó. Tenía muchas cosas que hacer. Fue a la tienda a buscar un periódico y más comida, tenía que buscar un trabajo y un lugar donde vivir. Regreso a su habitación, comió y abrió el periódico.  Encontró varias opciones aceptables para su situación, cuando se sintiera un poco mejor iría a investigar más, lo único que quería hacer por ahora era descansar. El periódico cayo y cuando lo recogió para abrirlo, se detuvo al mirar lo que venía en la portada como nota principal de espectáculos.

“Haizaki Shougo y Mei Fujioka, ¿en una relación?”

Y debajo de las letras una foto de Haizaki y Mei saliendo de un hotel donde era claro lo que habían hecho. La foto era real, no había duda alguna. Kise se quedó estupefacto con la mitad del cuerpo afuera de la cama sin poder creer lo que sus ojos observaban. Simplemente no podía asimilarlo. “¿Con Mei? ¡¿Me engañaba con Mei?!”. De todas las jodidas mujeres del estúpido planeta tenía que revolcarse con Mei. “¿Qué no era su mejor amiga? ¿Qué no solo se miraban como hermanos?”

Ryota solo sintió impotencia al ver como nuevas lágrimas salían de sus ojos hasta caer sobre el periódico. ¿Por qué? Él no lo entendía. ¿Qué es lo que había hecho mal para merecer todo eso? ¿Acaso él no era suficiente? ¿Desde cuando pasaba eso? Quería ir a buscar a Haizaki y a Mei y buscar las respuestas de esas y muchas otras preguntas que su mente no dejaba de pensar.

¿Dónde iban los corazones rotos? A ningún lado, estos desaparecían a los días por el dolor y Kise tuvo que experimentarlo para conocer la respuesta.

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Kise no podía mover el cuerpo por más que lo intentara, todo a su alrededor era obscuridad que no podía ver ni siquiera sus propias manos hasta que de pronto una fuerte luz ilumino todo el lugar y Kise tuvo que taparse los ojos para no lastimarse la vista. Al abrirlos se dio cuenta que estaba en un gimnasio y él lo reconoció. Estaba en el gimnasio de su antigua escuela, donde conoció a Haizuki.

Fue entonces que lo entendió, era un sueño.

Vestía con sus típicas camisas más grandes y short con tenis. Una pelota de basket ya hacía en sus pies. Escucho voces, sonidos amortiguados en los vestidores. Usualmente el gimnasio estaba solo cuando terminaban las prácticas sin contarlo a él ya que a veces se quedaba a practicar más. Su curiosidad aumento al escuchar algo parecido a un gemido así que se acercó con recelo. Reconoció una voz, era la de Haizaki. Aunque habían pasado varios años desde que se habían graduado de la preparatoria, su voz no había cambiado nada. Son una sonrisa divertida, entreabrió las puertas para asustar a su novio cuando lo que vio, lo dejo estupefacto.

Eran Haizaki y Mei en poca ropa y era obvio lo que hacían. Estaban teniendo relaciones sexuales a pesar de que Haizaki era su pareja. Kise soltó un jadeo y fue cuando ellos lo miraron pero en vez de apartarse, siguieron en eso y le sonrieron de manera tan horrible que le estrujo el corazón al rubio doncel.

-¿Te gusta lo que vez Kise?-inquirió Haizaki en tono burlón

Kise quiso huir de ahí pero sus piernas fallaron y cayó de rodillas sin poder quitar la mirada de esa horrible escena que presenciaba. De pronto sintió como todo a su alrededor volvió a oscurecerse y de pronto se encontró afuera de una enorme casa tradicional japonesa, la puerta estaba abierta y entro. Lo primero que miro fueron fotos y esas destruyeron aún más su corazón.

Eran de Mei y Haizaki como pareja, de su boda y con sus hijos. La familia de Haizaki, una donde él no estaba incluido. Escucho risas y se acercó para ver que eran. En el comedor estaba Haizaki sonriendo, con esas sonrisas que enamoraban a Kise, al mirar a un niño y una niña quienes ayudaban a poner la mesa. Una Mei embarazada salió de la cocina para acercarse al peliplata y Haizaki le acaricio con ternura su vientre.

Kise despertó justo en el momento en que Haizaki se levantó para besarla. Su respiración y pulso estaba acelerado, su cuerpo empapado en sudor, la ropa que llevaba puesta la tenía pegada al cuerpo como una segunda capa de piel, lagrimas aun fluían de sus hinchados ojos, el cabello pegado al rostro y cuello y el cuerpo temblando.

Sintió frustración, una inmensa ira pero ante todo, dolor, dolor de perder todo lo bueno que había tenido y que ahora había perdido y no por su culpa. Él era inocente de todo los reclamos de Haizaki, solo era una víctima más del destino. Un cruel y despiadado destino. No sentía fuerzas para nada, se encogió y abrazo sus piernas sobre el pecho. No se cambió de ropa, ni limpio las lágrimas, solo aparto las sabanas y dejo que las lágrimas siguieran hasta quedar otra vez dormido deseando no soñar nada.

Volvió a despertar cuando los rayos del sol dieron directo a su rostro. Estiro suavemente el cuerpo sintiendo como varios de sus huesos tronaron y abrió los ojos. Sonrojo cuando su estómago rugió por comida pero al levantarse, sintió unas fuertes náuseas y correo al baño donde vomito con fuerza y abundantemente. Kise odiaba la sensación de vomitar, el mal olor y sabor que dejaba pero se sentía feliz del significado de esas nauseas. Un bebe. Suyo solamente.

Cuando el vómito paro, se lavó la boca y el rostro para quitar evidencia de que había llorado. Se dio una rápida ducha y se vistió, maquillo sus moretes más visibles, tomo dinero y se puso los lentes y el gorro antes de salir, no quería que alguien lo reconociera en la calle. Llego a una cafetería donde desayuno y compro un cappuccino para llevar para recorrer un poco a los alrededores y conocer en donde estaba. Miro un parque algo pequeño y camino hacia haya, compro el periódico del día y se sentó en una banca cerca de los juegos.

Dejo el periódico a un lado y miro a los pocos niños que estaban en los juegos infantiles y sus madres cuidando de ellos. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al pensar que en unos años el estaría en la misma situación que esas madres cuando llevara a su hijo al parque y sin ser consciente de sus acciones, llevo sus manos a su vientre para acariciarlo suavemente, como protegiéndolo y cuando el fresco viento agito sus cabello sueltos, se dio cuenta de lo que hacía y sonrió abrazándolo.

Tomo una liga y agarro su cabello en una cola baja cuando el viento se puso algo violento, se volvió a poner su gorro de lana y el del suéter antes de levantarse y partir a la tienda a comprar algo de despensa para unos días y luego ir al hotel.

Al salir de la tienda, chocó contra un hombre y sus lentes cayeron al sueño. Por unos segundos entro en pánico porque miraran sus moretones pero recordó que los había ocultado muy bien con el maquillaje. Haber sido modelo en su adolescencia le había enseñado muchas cosas realmente necesarias. El hombre con quien choco era uno poco más alto que el, recogió sus lentes y se los extendió, Kise los tomo y se los puso.

-Lo siento, ¿estás bien?

Kise sonrió ligeramente.

-No, fue mi culpa. Estoy bien y gracias

El hombre le sonrió y sacudió la cabeza, luego lo miro fijamente con escrutinio incomodando a Kise y luego abrió un poco más los ojos sorprendido.

-¡Tu! ¡¿Eres Kise Ryota verdad?! ¿La perfect copy?

Kise puso los ojos en blanco y su respiración se cortó. “Oh no, esto no puede ser verdad”. Sin embargo logro, no supo cómo, reaccionar y rio ligeramente al negar con la cabeza.

-No, lo siento, me confundiste de persona. ¿Quién es ese tal Kise que? Nunca había oído de él. Lo siento amigo y perdón por lo de hace rato. Me tengo que ir, adiós

No le dio tiempo a decir nada cuando Kise sonrió, se fue casi corriendo y sin voltear. Cuando avanzo unas calles, se detuvo colocando las manos en las rodillas, suspiro aliviado y limpio el leve sudor de su frente. No podía volver a ocurrir eso, que alguien más lo reconociera en la calle porque luego podrían ser los medios y entonces si corría más peligro su bebe. Kise había sido una persona reconocida por en su adolescencia al haber sido modelo y un prodigio en el basket pero había terminado ambas carreras cuando inicio la universidad.

Subió a su recamara y se acostó mirando el techo, pensando en muchas cosas. ¿Qué sería de su futuro? ¿Y del de su hijo? Definitivamente tenía que hacer algo e irse del país no era una opción que le agradara mucho, tal vez fuera la más conveniente pero no quería irse de Japón.

Solo había una manera de solucionar eso. Cambiar su imagen. Tomar una identidad.

Comió un poco antes de salir e ir a una peluquería. Durante toda su vida había usado el cabello largo, lo más corto que lo tuvo fue hasta los hombros y se había sentido orgulloso de él pero ahora miraba, con nostalgia y dolor, como mechones largos de su cabello rubio caían al suelo. Casi sintió lágrimas en sus ojos al verse con el cabello corto con unos mechones en la cara. Con sus manos sacudió su cabello y sonrió a medias, tenía que admitir que con el pelo así me miraba más varonil.

Fue a un local donde le colocaron un aro en la oreja izquierda y compro pintura para el cabello. De nuevo en el hotel, se pintó el pelo de color negro y ventilo la habitación después de vomitar por el olor de la pintura. Espero el tiempo requerido y se lavó el cabello. Una vez que lo seco, suspiro y se miró en un espejo. Se había pintado también las cejas y con el color negro, sus ojos dorados resplandecían más. No se miraba mal, se miraba más masculino.

Siguió mirándose en el espejo y respiro hondo. Bien, era tiempo de dejar de llorar y lamentarse, tenía que levantarse y seguir adelante, al menos por su hijo. Mañana iniciaría a buscar un departamento y un empleo, y quizá también ir a esa fundación que ayudaba a mujeres y donceles embarazados desamparados y tal vez incluso comunicarse con Kasamatsu, no quería preocupar a su amigo. Se llevó una mano al vientre y miro sus ojos por el espejo.

-Adiós Haizakicchi

“Prometo que te olvidare, se feliz con Mei”. Porque el también sería feliz, su abuela no lo había criado para ser débil y continuaría con su vida. Por su hijo. Seria madre y padre para él bebe, no necesitaba de el para sacarlo adelante.


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