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ONE SHOT por Artemisa El Britannia

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Notas del capitulo:

Perdón por la demora tuve examenes y me fue difícil escribir, pero es el capítulo más lagro que hago.

 

Espero que difruten de leerlo como yo al escribirlo. 

Seven Shot.

 

Iba de camino al parque nuevamente, pero ahora sin su molesto cuñado que parecía disfrutar de su estado de enamoramiento y se le hacía divertido hacerle burla por su poca elocuencia al momento de hablarle al pelinegro que ahora debía de proteger, su sobrina parecía ser la única aliada seria que tenía en esa misión.

Al llegar se dio cuenta que se encontraban los gemelos en el mismo lugar de siempre y sonrieron al ver a Musa llegar al parque como había prometido el día anterior, no podían ir a diario porque Seto no daba permiso de que su hija descuidara sus actividades en la escuela, pero al menos podían ver a los gemelos y a su padre sábados y domingos, si lograba escabullirse tal vez los viernes también.

Al bajar de la camioneta para poder saludar a los pequeños se dio cuenta de que ahora Ángelo no lo había salido a recibir, supuso que era por su turno en el minisúper que aun no terminaba, así que solo se sentó y empezó a vigilar a los tres niños para que no les pasara nada, además de que estaba repasando la conversación que había anotado en un papel para no tener que volver a sonreír como idiota.

Salió de su conversación interior cuando vio que su sobrina se salía del área de juegos y los gemelos la trataban de detener, Mokuba casi se infartaba así que salió corriendo a perseguirla y la vio pidiendo unos hot dogs, el señor le explicaba que necesitaba que su mamá los pidiera y Musa le explicaba que no podía esperar a que su pa llegara a pedirlos, Mokuba sonrió porque su sobrina no entendía que el señor necesitaba ver el dinero antes de soltar su mercancía.

 

-          Buenas tardes, disculpe las molestias le podría vender lo que ella quiere – el señor al ver un adulto con cartera decidió entregar lo que le solicitaba la pequeña testaruda, tal vez debía poner el carrito del lado de los padres para que vieran cuando sus hijos hacían pedidos y le pagarán.

-          Muchas gracias joven - Mokuba cargaba 4 hot dogs y su sobrina 2 más, se le hizo extraño que la pequeña tuviera hambre después de haber comido en casa, que si bien comía la misma cantidad descomunal de comida que su pa ella si conocía algo llamado horarios y jamás los rompía.

-          No crees que es mucho, acabas de comer – la niña sonrió y colocó lo que había comprado en una silla.

-          Vamos a jugar a la comida, así que necesito tu chaqueta para que sea el mantel – Mokuba la vio con sorpresa, solo se quitó la fina chaqueta y se la dio a su sobrina la cual acomodó “la mesa” – listo chicos, vamos a comer – ambos pelinegros menores se sonrojaron, pero acabaron siguiéndola en sus juegos, Mokuba se sentó a un costado de la mesa improvisada y sonrió al ver como su sobrina parecía una mamá cuidando de sus hijos ya que le había dado comida, agua y les había ordenado “que no jugarían después de comer porque les podía hacer daño”, no terminaron de comer cuando vio a una figura delgada de cabello negro acercarse corriendo.

-          ¿Qué hacen? – el chico parecía sumamente apenado y hasta cierto punto escandalizado por ver que sus hijos comían en la silla.

-          Jugamos a la comidita – Mokuba sonrió sonrojado, la imagen del pelinegro corriendo hacia él con las mejillas rojas había sido lo más tierno que había visto el día de hoy, al parecer esa salida al parque había sido la mejor idea del mundo.

-          ¿Jugando… a la comidita? – Ángelo no sabía dónde esconder la cara había pensado que sus hijos le habían dicho al menor que tenían hambre y les había comprado algo, lo cual había hecho que entrara en pánico, no quería ser ninguna molestia ni carga para sus dos nuevos amigos.

-          Al parecer Musa encontró divertido enseñarle a jugar a la casita jejeje – Mokuba se paró y se acercó un poco al mayor para entregarle su plato – si me acompañas… podríamos ser una familia – el pelinegro mayor se sonrojó hasta las orejas por el comentario, fue ahí que Mokuba cayó en cuenta que le había dicho muy directo lo que pensaba, no se arrepentía, pero no quería espantar al contrario – ya sabes en el juego… o en la vida real… como te sientas más cómodo – se sonrojó más ya que no sabía dónde meter la cara.

-          ¿Tío entonces si nos los podemos llevar a la casa? – Musa parecía emocionada de tener dos hermanitos más, además el pelinegro mayor le agradaba mucho y a su tío parecía que también le agradaba mucho los nuevos amigos que había conseguido en el parque.

-          ¡Musa! – la niña infló las mejillas en señal de berrinche y siguió jugando con sus amigos – perdón… yo jejeje – Mokuba olvidó toda la conversación que había planeado, había prácticamente vomitado lo que tenía en la cabeza y ahora el mayor estaba con la cabeza gacha sonrojado y no sabía que decir – si quieres por hoy solo podemos comer aquí.

-          Mokuba… yo no soy alguien con quien tu deberías de estar – el mayor había pensado en las insinuaciones del menor y toda su cabeza le gritaba que lo alejara, pero su corazón le decía que le diera una oportunidad, pero no podía ofrecerle nada y se había jurado que si se llegaba enamorar sería cuando pudiera dar lo mismo que su pareja y a ese chico no le podía ofrecer nada, solo problemas económicos, emocionales, psicológicos y añadirle la responsabilidad de dos niños que no eran de él, simplemente no podía cortar las alas del menor de esa manera, debía parar esos sentimientos antes de que evolucionaran – además… yo no siento lo mismo que tú – lo vio a los ojos tratando de mostrarse lo más decidido posible, aunque le doliera el corazón.

-          Ah… bueno – a Mokuba se le apago la luz de los ojos al escuchar esas palabras, nunca había sentido un dolor tan grande, por primera vez no había puesto barreras para acercarse a una persona, había investigado al chico y ya tenía un plan para poder ayudarlo, había planeado varías salidas donde los cuatro podrían convivir y empezar a conocerse, por todos los cielos había planeado una vida a lado del pelinegro mayor – perdona si te incomode, no fue mi intención – le entregó la comida que le había comprado para compartir – debemos irnos, ya es un poco tarde, que pases excelente día.

 

Así tomo a su sobrina olvidando por completo su chaqueta que había usado como mantel, Musa iba a quejarse ya que había prometido que se quedarían hasta que el pa de los gemelos saliera de trabajar, pero al ver la cara de su tío supo que algo estaba mal, no podía ver el brillo en sus ojos que siempre tenía y al voltear a ver al pelinegro mayor vio que el otro estaba soltando un par de lágrimas, decidió ya no decir nada y dejar que la llevaran a su casa.

 

Al llegar a su casa Mokuba estaciono la camioneta y Musa se le quedo viendo a su tío a través del retrovisor y se dio cuenta de que su mirada seguía apagada, quería decirle algo que lo ayudara a sonreír de nuevo, pero algo en su interior le decía que se quedara callada, vio que empezaba a nublarse y pensó que su tío al igual que su padre era un dragón y ahora que estaba triste el cielo lloraba por él, así que solo desabrocho su cinturón y lo abrazó por mucho tiempo para poder consolarlo, paso tanto tiempo que acabo dormida sobre el hombro de Mokuba, que solo sonrío de manera triste y decidió llevar a la pequeña a dormir.

 

-          Y bien ¿cómo te fue? – Joey apenas se acercaba a su cuñado brincando de alegría ya que se había tardado más que la vez anterior y eso era buen augurio, tal vez había logrado que aceptara una cita, pero al toparse de frente con el pelinegro y verlo a los ojos dejo de sonreír entrando en pánico, Seto se iba a enojar mucho si veía así a su hermanito… tan triste, tan destrozado - ¿qué te paso?

-          Me rechazaron, al parecer no siente lo mismo por mí – Joey decidió no pregunta más, no quería atormentar más a su cuñado, así que solo tomo a su hija en brazos y a Mokuba por la mano, al parecer necesitaba algo de paz, ya después hablaría con él.

 

Joey había visto a su cuñado, salir y entrar de la mansión como zombi evadiendo a cualquier ser vivo que quisiera hablar con él, se había dedicado a vivir en la empresa trabajando como desquiciado y en la universidad se había vuelto cayado al punto de que parecía que no asistía a clases, sus amigos le habían estado marcando día y noche, pero el pelinegro había tirado su celular a la basura, no quería hablar con nadie, se sentía mal por el pequeño y sabía que no podría ocultar eso por más tiempo de Seto y si se daba cuenta de que alguien había roto el corazón de su hermano seguramente lo mandaría a matar... mejor no pensar en eso, así que para evitar una desgracia se presentó en la compañía para abordar a su cuñado y así evitar que huyera como lo había hecho los últimos 5 días.

 

-          Hola, traigo la cena – Joey entró sin tocar a la oficina del pelinegro y lo vio recostado sobre el sofá y tenía un semblante deplorable, se notaba que no estaba comiendo como era debido y tampoco estaba durmiendo bien.

-          No tengo hambre – su voz se escuchaba apagada y ronca, tal vez había enfermado.

-          Sabes Mokuba, cuando me di cuenta de los sentimientos que tenía por tu hermano me dedique a usar toda mi energía en escapar de él porque tenía miedo de mis propios sentimientos y además tenía miedo de que no fuera lo suficiente bueno para estar con él…

 

El rubio recordó cómo se había dado cuenta de que amaba a Seto Kaiba.

 

Estaba en su trabajo de medio tiempo que había adquirido durante la preparatoria para poder ayudar a su padre con los gastos, si bien su padre no se lo pedía no quería ser una gran carga ya que el mismo no ganaba mucho y le era difícil pagar sus estudios y aparte todos los materiales que pedían, sin contar de que él le encantaba la comida y devoraba cualquier cosa que le ponían enfrente, así que decidió que en la medida de lo posible cubriría sus gastos personales para que su papá no se sintiera presionado.

Estaba de mesero en una cafetería en el centro de Domino y justo en ese momento se dio cuenta de que iba empezar a llover, así que empezó a colocar el toldo para que las mesas que se encontraban en la parte de afuera estuvieran fuera del alcance de la lluvia, justo cuando terminó de hacerlo volteo a ver la acera de enfrente donde había uno de los hoteles más famosos de Domino, dentro de ese hotel había un restaurante muy lujoso y siempre que volteaba entraba una nueva celebridad, así había conseguido autógrafos de muchas personas que admiraba, pero en esta ocasión vio llegar la limosina de Seto Kaiba y lo primero que pensó es que Kaiba se amaba lo suficiente como para invitarse a salir así mismo, pero grande fue su sorpresa al ver bajar de la limosina a una chica junto con a él.

Era una mujer que solo vio de espaldas con el cabello rojo ondulado que le llevaba a la cadera, con un vestido negro lleno de brillo, con un bolso pequeño y zapatos altos, pero aun con la altura que había ganado no lograba rebasar al castaño, ambos entraron y Joey sintió una pequeña punzada de curiosidad, ya que el tempano de hielo Kaiba había salido con otro ser humano sin ser grosero y despreciable, así que decidió que esperaría hasta que saliera para ver a la “afortunada” que podría lograr que Kaiba no tuviera un carácter de dragón escupe fuego.

Kaiba había entrado al hotel a las 6 de la tarde y ya eran las 10 de la noche y no salían, ya habían cerrado el negocio se habían ofrecido a llevarlo a casa, pero se había negado esperando a ver la cara de la chica, al final dieron las 2 de la mañana y no habían salido y Joey sintió ahora un calambre en el corazón, al imaginar porque no habían salido, no se debía ser muy listo para saber qué había pasado, había sido divertido la primera hora hasta que se puso a recapacitar mientras estaba sentado en la acera del  por qué quería ver a la peli roja y se dio cuenta de que quería encontrar algún parecido en ella, quería ver si él podía ser un prospecto en la vida del castaño, por todos los cielos no era ciego y se daba cuenta de que Kaiba era todo un semental y él siendo doncel también sentía algo de atracción por el chico.

Ahora se encontraba a las 3 de la mañana tratando de llegar a su casa caminando, era bastante lejos y seguramente su padre lo iba a regañar por ponerse en peligro, más por el tipo de zona donde vivían, muchos chicos como él prácticamente tenían toque de queda, pero él era un guerrero y sabía defenderse, estaba pensando en eso e imaginando que al llegar a su vecindario una banda de pandilleros lo rodeaban y él los vencía a todos, cuando sintió que una mano lo detenía causando un susto de muerte y que gritara cual película de terror.

 

-          Por todos los cielos Wheeler, ¿por qué gritas? – Joey abrió los ojos y vio los zafiros de Kaiba frente a él y se sonrojó por haber gritado como niña justo cuando imaginaba que estaba peleando contra 15 mafiosos y los vencía a todos.

-          No es normal que alguien te tome desprevenido del brazo mientras caminas por la calle a las 3 de la mañana – Kaiba levanto su ceja y Joey entonces noto que tenía el cabello húmedo y traía ropa diferente… sus mayores temores se confirmaban en esos momentos, el castaño también se había cenado a la chica – por cierto ¿Qué quieres? – el rubio trataba de no sonar dolido por sus pensamientos, así que solo se soltó del agarre y enfrentó a Kaiba como siempre.

-          La verdadera pregunta es ¿Qué haces tú aquí?, acaso no sabes que los de tu condición no deben andar por ahí a estas horas tentando a ser víctimas de algún abusivo – ahora fue Joey el que levantó un ceja en señal de sorpresa por lo que le había dicho.

-          Que comentario tan fuera de lugar Kaiba, yo voy a donde quiera cuando quiero y si alguien quiere abusar de mí lo único que vera será mi puño en su cara – sus ojos miel escupían fuego, si bien había notado que le gustaba el chico frente a él, no iba a dejar que lo menospreciara ni mucho menos que lo viera siendo una damisela en peligro.

-          Eres imposible perro – antes de que empezara otra pelea lo interrumpió – vamos te encamino a tu vecindario, no lo hago porque te crea débil es un favor que me voy a cobrar – lo metió a su limosina de manera brusca y Joey se espantó imaginándose qué clase de favor quería el castaño de él – mi hermano cumple años en 1 semana y quiere que Moto y todos los demás tarados que lo acompañan vayan a la fiesta así que yo te llevo a tu casa y todos ustedes vienen a la fiesta – Joey dejó de lado las palabras del castaño y simplemente sonrió de oreja a oreja.

-          Por poco lo olvidaba, no podemos ir a tú aburrida mansión, le planeamos una fiesta sorpresa ya tenemos todo, mañana le comprare un regalo… ah pero no te diré que es, si se te llega a escapar con Mokuba jamás te lo perdonaría – en ese momento durante el trayecto por primera vez ambos se llevaron bien porque si algo tenían en común Seto Kaiba y Joey Wheeler era que ambos querían mucho a Mokuba y por él eran capaces de olvidar sus diferencias para que el pelinegro menor fuera muy feliz.

-          No lo olvides Kaiba el sábado Mokuba es nuestro – el rubio bajo de la limosina caminando a su casa feliz dejando a Seto con un extraño sentimiento en él estomago que no sabía reconocer.

 

Después de esa fiesta había llegado en un parpadeo la graduación y se sentía algo vacío ya que no vería al castaño nunca más, seguramente Kaiba estudiaría en una de esas universidades prestigiosas donde iban los dueños de las compañías a aprender a ser más ricos, se casaría con una mujer hermosa y solo podría verlo en las revistas de chismes que se la pasaban conspirando en su contra y cada semana mostraban un nuevo artículo de los avances tecnológicos que tenía Kaiba Corp. y como su dueño era alabado.

 

-          Vamos Joey sabes que es tú culpa quedarte con esa cara de decepción, pudiste haberle dicho a Kaiba que te gustaba – iba caminando a la salida con sus amigos que trataban de mejorar su ánimo.

-          Sabes que no es fácil, él es diferente a nosotros en muchos sentidos, además siempre ha demostrado que no le agrado, ¿qué esperanza tengo Yugi? – bajo su cabeza triste y para evitar que entrara en depresión como era su costumbre, ambos amigos empezaron a hacer tonterías para hacerlo reír lográndolo casi de inmediato.

-          Vamos Joey – Tristán lo tomo por atrás y le embarro las manos por el cuerpo – incluso Kaiba caería ante tus encantos si le muestras un poco de piel – Joey se sonrojó hasta las orejas y alejo a Tristán que solo se reía de la inocencia de su amigo, pero ninguno de los tres se dio cuenta de que había un testigo de todo lo que había pasado, pero sin escuchar lo que estaban diciendo.

 

Joey se resignó a que jamás volvería a ver a Kaiba, así que consiguió otro trabajo de medio tiempo para poder pagar una suscripción a una de esas revistas de adolecentes donde solían aparecer fotos de Kaiba y reportajes esporádicos de él, si no lo podía tener en persona al menos lo vería en papel.

 

Cuando por fin entro a la universidad se sintió feliz, por fin podría estudiar fotografía, le apasionaba mucho el hecho de salir a conocer el mundo y tomar las mejores fotos que nadie podría tener, mientras leía sus materias se sentía tan lleno de energía y tan completo que nada podría arruinar su estado de ánimo, así que levantó la mirada listo para caminar hacia su destino cuando entonces se dio cuenta que caminando dentro del campus y llamando la atención con su exótica belleza y con su perfecta elegancia Seto Kaiba caminaba hacia el mismo edificio del que él había salido y entonces en su cabeza hizo click en menos de un segundo, iba a volver a estudiar con ese perfecto castaño, por lo cual entró en pánico y decidió dar media vuelta y salir de ahí lo más rápido posible, no creía tener la fuerza de voluntad para no saltarle encima de la emoción de saber que de nuevo estarían juntos.

Al estudiar fotografía Joey pasaba más tiempo en el jardines del campus con sus compañeros y maestros tratando de encontrar su estilo y empezando a formar el ojo que todo fotógrafo debía de tener, claro que el siempre que estaba haciendo esa clase de ejercicios buscaba al castaño para tomarle fotos de manera furtiva, tenía una colección de los mejores ángulos de Kaiba, claro que esas fotos no las revelaba en clase, lo hacía en su casa donde podía mantener el secreto y así se la vivió por 2 años, viviendo prácticamente evitando toparse con el castaño de frente y si por azares del destino coincidían en algún lugar él prefería fingir que no lo había visto, se dio cuenta de que el castaño actuaba igual así que pensó que tampoco quería hablarle, así que fingió que jamás lo conoció, fingió que no era uno de los mejores amigos de su hermano y fingió que no iba de vez en cuando a recoger a Mokuba a Kaiba Corp. Esperando poder ver al dueño siempre fallando en el intento.

 

Un día mientras tomaba fotos de un gato en el patio se vio rodeado por cientos de personas que si bien sabía que pertenecían a su facultad no estaba seguro de sus nombres ni tampoco si ellos lo conocían, los vio con miedo ya que no se sentía cómodo con tantas miradas encima, era social y le gustaba convivir con las personas, pero al verse rodeado todas sus alarmas mentales se encendieron y por instinto empezó a correr por toda la escuela, resultado se había cansado en balde ya que al final había sido atrapado, en el camino entre todos trataban de explicarle al mismo tiempo porque era secuestrado y lo que más le había sorprendido era que Kaiba había pedido explícitamente que él le pidiera el favor, si no, no aceptaría hacer la sesión de fotos.

Al llegar al salón del castaño quería volverse chango y salir corriendo por cualquier lado, pero sabía que no podía huir de sus compañeros, así que opto por hacer lo que le pedían, entre más rápido lo hiciera podría irse a su casa y ahí hablar con las fotos de Kaiba, al menos esas fotos no lo veían con desdén ni tampoco lo ignoraban, ellas era menos agresivas.

 

-          Kaiba – vio sus diamantes azules fijos en él y uso todo su auto control para no sonrojarse al verlo a los ojos - bueno… mis compañeros quieren que participes en nuestra sesión fotográfica esta tarde podrías asistir, por favor – el por favor había sonado demasiado forzado, sabía que por esa altanería no conseguiría que lo ayudara, pero era mejor así, no creía poder aguantar una tarde de ver a Kaiba posando de manera sexy –

-          Con una condición Wheeler – Joey brincó y entonces su peores medios se volvieron realidad, quería algo a cambio – acércate – trago grueso bajando su oreja a la altura de la boca de Kaiba – debes aceptar tener una cita conmigo – el susurro le recorrió como rayo a través de la espina dorsal, recorriendo todo su cuerpo.

-          De… de… está bien Kaiba – dijo lo más bajo posible para que nadie se enterara del trato que se había llevado a cabo, además no quería problemas con el club de fans que tenía en todo el campus.

-          Vamos a esa tonta sesión de fotos que tengo asuntos más importantes que convivir con ustedes bola de fenómenos – la voz de Kaiba y de sus compañeros se hizo cada vez más tenue y se escuchaba cada vez más lejos, solo hasta ese momento sus piernas dejaron de tener la fuerza, no sabía si podría mantener a raya los sentimientos que tenía en una cita completa.

 

Al llegar a su salón vio como habían arreglado al castaño para que se tomara las fotos, le habían abierto la camisa, su gabardina parecía que se le resbalaba por los hombros, el pantalón lo habían hecho más justo con cinta adhesiva, además le habían humedecido el cabello para que pareciera recién bañado y se veía extremadamente sensual, el también debería de aprovechar tener tremendo modelo, pero sentía que si se le quedaba viendo más tiempo Joey junior acabaría despertando y sería catastrófico.

 

 

Cada que levantaba la mirada podía ver los ojos color zafiro fijos sobre él era como si tratara de seducirlo a la distancia, cada que lo veía se daba cuenta del fuego en su mirada, se daba cuenta de que no lo veía como un viejo compañero de escuela, el se estaba convirtiendo en un depredador y él era un simple cachorro a su merced.

Al finalizar la sesión de fotos Kaiba logro escabullirse de todos los fans acosadores que tenía y me llevó a su deportivo, me compró un traje de baño y me llevo a una de sus playas privadas a lo que sería el mejor fin de semana de mi vida, al caer la noche solo lo veía comiendo de manera tranquila como si esa salida fue de lo más normal en nuestras vidas, como si esto lo hiciéramos a diario, pero no me podía ir a dormir sin saber la verdad si no sabía porque quería una cita conmigo me volvería loco por la noche tratando de pensar que había pasado.

-          Kaiba quiero la verdad, ¿por qué me pediste que saliera contigo? – al terminar la frase trate de verme lo más tranquilo posible, no quería que notara que las manos me sudaban.

-          Si a partir de este momento me llamas por mi nombre te lo diré – tal vez no lo pareció, pero hasta respirar me costó trabajo, ¿cómo era posible que le pidiera tal cosa?

-          Está bien, Seto ¿por qué me invitaste a salir? – lo dije tratando de sonar lo más tranquilo posible.

-          Porque me gustas pensé que era obvio – y deje de respirar… por primera vez en mi vida no supe que pensar y mi ardilla dejó de girar - ¿y bien?, también te gusto no – sentí como la sangre se me subía a la cabeza y lo único que atine a hacer fue salir corriendo a la habitación que me habían asignado y me encerré, no quería pensar, no quería saber de mí mismo, tenía miedo de que las palabras de Kaiba las hubiera imaginado mi locamente enamorada.

 

A la mitad de la noche después de no poder dormir decidí que debía averiguar si lo que había dicho Kaiba era realmente cierto, así que me levante para irle a preguntar directamente, al llegar a su habitación lo sacudí un poco para despertarlo, pero de manera desprevenida me tomó de la cintura y empezó a besarme, me quitaba la ropa, no iba a negar que todo me gustaba en sobre manera, pero las dudas asaltaban mi mente “¿de verdad te gusto Seto?”, solo hasta ese momento los ojos de Kaiba chocaron con los míos y me vieron con cierto miedo, no supe cómo interpretarlo y también tuve miedo, así que empezaron a salir las lágrimas en mis ojos.

 

-          Perdón – se quitó de encima de mí y se alejó tratando de recupera su respiración, yo me sentía desprotegido y no sabía cómo reaccionar - por supuesto que me gustas, sueño contigo todas las noches, eres como una droga que no puedo dejar, te veo y pierdo los estribos… esto no puede ser así, quiere que sea especial para ambos… - me empezó ayudar a vestirme y podía sentir como me regalaba caricias al hacerlo, para así poder calmarme –

-          Gracias – me sentí tranquilo de que Seto no me presionara para hacer nada, así que supuse que mínimo podríamos empezar paso a paso - ¿puedo dormir contigo? –

-          Claro –

 

Después de eso ya no me dedique a evitar a Seto, al contrario me había dedicado a dar todo de mi parte para que nuestra relación se diera de la mejor manera, el jamás me presiono a hacer nada de lo que yo no quisiera, siempre me respeto y espero de manera paciente en que el amor se consumara.

 

 

-          Con decirte que en una ocasión me escondí entre unos arbustos cuando lo había visto salir de una tienda de cartas donde iba a comprar de manera seguida – Joey reía mientras le ayudaba a Mokuba a pelar su naranja, que era el postre después de la cena – fueron días difíciles para mí, después de todo Seto es el dueño de una de las empresas más grandes del mundo y yo era el chico que siempre tuvo que trabajar para no morir de hambre – Mokuba veía a su cuñado con mejor semblante por que le había dado esperanza – ahora imagínate si yo hubiera tenido un par de gemelos y apenas tuviera dinero para comer, es difícil para una persona de clase baja tratar de imaginar una vida a lado de alguien que lo tiene todo, la inseguridad nos carcome y a diario, incluso a estas alturas me sigo preguntando ¿qué vio Seto en mí? ¿esto será un sueño? Y muchas preguntas más me asaltan cuando no me siento seguro de mí mismo, pero tu hermano se encarga de hacerme saber que me ama a diario, así que tu no debes de perder la esperanza por un desaire – Joey le sonrió a Mokuba y se sintió feliz de ver a su pequeño hijo adoptivo comiendo, se sentía más tranquilo ahora que por fin tenía su brillo de nuevo en los ojos –

-          Muchas gracias Joey… jamás lo vi de esa manera… supongo que debo de ir más despacio… darle su tiempo – Mokuba empezó a idear un plan en su mente prodigiosa –

-          Muy bien, ahora vamos a casa para que puedas dormir y así pensar mejor, además Musa extraña verte – Mokuba se levantó con una nueva actitud esperando que pronto fuera sábado para poder volver a intentar acercarse al escurridizo pelinegro.

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW.


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