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ONE SHOT por Artemisa El Britannia

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Notas del capitulo:

Perdonen la demora, sigo en examenes finales, terminó dentro de una semana, así que tengan paciencia. 

 

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo. 

Eight Shot.

 

Al decir esas palabras el pelinegro mayor vio cómo su pretendiente perdía el brillo en los ojos, se sintió tan culpable por lo que había hecho, pero sabía que era lo correcto aunque su corazón se estrujara y estuviera llorando al ver como ambos se alejaban del parque, algo le decía que no los volvería a ver.

Dejo la comida con sus hijos y regresó al minisúper a terminar de cubrir su turno, al entrar vio al dueño del mismo que lo veía con cierto dolor en sus ojos, para ese hombre entrado en años que lo había ayudado tantas veces en su vida y que podría decirse que era como un padre nada pasaba de ser percibido, pero no quería darle más explicaciones.

 

-          Por favor no diga nada – dijo mientras empezaba a limpiar la tienda aún con lágrimas en sus ojos.

-          Solo quiero entender ¿por qué dejas la oportunidad de volver a amar o de mejorar tu calidad de vida? – el señor de cabello lleno de canas y con sonrisa amable le entregó un paquete de pañuelos para que se limpiara las lágrimas.

-          Él y yo no tenemos nada en común, por dios jefe míreme – le mostro su figura deplorable como tratando de insinuar que no era más que piel y hueso, no podía ofrecer nada bueno para un joven que empezaba la vida – soy padre soltero,  tengo 27 años y no tengo un título universitario, en mi edificio me desprecian, en mi escuela sufro de bullying por todos mis compañeros, trabajo en un minisúper y le debo la vida a usted, ¿qué le puedo ofrecer? – esas palabras las decía con un nudo en la garganta, ya que también se acordaba que pagaba la escuela de sus hijos con un trabajo de prostitución con un mafioso que en cualquier momento podía matarlo a él y a sus hijos, lo cual lo hacía tener miedo.

-          Obviamente un amor sincero – el pelinegro se quedó pasmado por la respuesta tan simple que le había dado, pero que para él era imposible… ¿cómo iba a darle un amor sincero si él no podía ser honesto consigo mismo?

-          Créame jefe… fue lo mejor, somos de mundos completamente diferentes, si algún día le puedo ofrecer algo más adicional a mi deplorable situación tomare en cuenta su proposición.

 

Continuó limpiando y haciendo todos los deberes que le tocaban dentro del minisúper, al terminar su turno llegó al parque nuevamente donde sus hijos siempre lo esperaban y vio que cargaban la chaqueta del pelinegro en sus brazos, empezó a sentir nuevamente que le dolía el pecho por lo que le había dicho al pelinegro, pero se trató de convencer a si mismo de que había sido lo mejor.

 

Tomó la chaqueta del pelinegro y la guardo bien para devolvérsela, al llegar a su casa empezó a preparar la cena y se sintió más aliviado de ver su nevera más llena, desde que había recibido la beca su sueldo le rendía mejor para sus gastos y ya no tenía que preocuparse por pagar la renta o por pagar su colegiatura, aun recordaba que cuando había conocido al menor su situación había mejorado bastante, casi como si él fuera su amuleto de buena suerte.

Mientras esperaba a que la cena estuviera lista vio la chaqueta del menor en el sofá así que se acercó para verla mejor… al tomarla leyó la etiqueta y trato de recordar si en el supermercado donde el compraba sus insumos había visto la marca, pero no la recordaba, la sintió por dentro y era muy suave y tibia al tacto, la acercó a su nariz y pudo distinguir el suave aroma a loción era un aroma bastante masculino y fue ahí donde cayó en cuenta de que estaba olfateando la chaqueta del menor y se asustó, así que opto por volver a la cocina y fingir que nada había pasado.

Al caer la noche se sentía desecho por dentro, no podía dormir porque cada que cerraba los ojos podía ver como la mirada del pelinegro menor se apagaba frente a él por sus crueles palabras, estaba rodando por la cama y no lograba conciliar el sueño, así que optó por ir a tomar agua y ver que hacía para poder conciliar el sueño, al llegar a la sala se dio cuenta de que ahí seguía la chaqueta del pelinegro menor, entonces se acercó a ella, la tomo en su brazos y la abrazó como queriendo sentir el cuerpo del contrario a su lado, olvidó que iba por el agua y solamente se llevó la chaqueta a su cuarto, se recostó y se arropo hasta la coronilla abrazando la chaqueta del menor, pegándola a su nariz y así disfrutar del aroma inconfundible del pelinegro.

Había logrado conciliar el sueño y en había empezado a soñar que se encontraba atrapado en una habitación completamente a obscuras, la reconocía fácilmente era la habitación donde Giovanni Cornioli el famoso mafioso al cual le vendía su cuerpo y le hacía hacer cualquier cosa que se le viniera a la mente, cerró los ojos esperando a sentir las suaves manos que lo trataban con poca delicadeza y siempre se esmeraba en hacerle la mayor cantidad de daño posible, pero en lugar de sentir las manos sintió un aliento que quemaba como fuego su cuerpo, al abrir los ojos se dio cuenta que sobre estaba lo que parecía un demonio que transpiraba vapor que le quemaba la piel, se espantó al ver los ojos completamente negros sin parpados, la piel roja con grietas que parecía que expulsaba lava de las mismas, sus cuernos y sus uñas eran demasiado largas y de color negro.

Quiso salir corriendo, pero el demonio lo agarro por los brazos deteniéndolo en la cama y al sonreír por verlo llorar Ángelo se dio cuenta que sus dientes eran agujas llenas de sangre y al abrir la boca en donde debería de estar la campanilla se veía como si almas salieran para advertirle que se alejara o acabaría como ellos, la escena era tan escalofriante que empezó a gritar por ayuda y a removerse en la cama evitando a toda costa que el demonio lo mordiera, sus lágrimas y el sudor que le escurría era tan frío que podía sentir el contraste con el ardor que el demonio le hacía sentir, cuando pensó que todo iba a acabar empezó a gritar por ayuda y solo se le venía un nombre a la mente “Mokuba, por favor sálvame”, cuando lo pronunció por última vez porque ya sentía las afiladas agujas en su yugular apareció un dragón blanco iluminando el lugar causando que el demonio se retorciera del dolor.

Al estar libre huyo hacia el dragón, la vista del ser mitológico era imponente y hasta cierto punto podría aterrar a cualquiera, pero él no sentía miedo, al contrario en cuanto había aparecido se había sentido a salvo y algo le gritaba en su corazón que a su lado estaba a salvo, que debía de estar a su lado acomode lugar y al llegar a la altura del dragón de su corazón salió un “Te amo” y fue ahí que despertó con una sensación tan extraña entre dolo y felicidad que jamás había experimentado, cuando tuvo conciencia de donde se encontraba realmente se dio cuenta de que sus hijos estaban en la entrada de su cuarto y se le quedaban viendo con los ojos asustados.

 

-          ¿Qué hacen ahí? – se paró lentamente sintiendo el cuerpo pesado como si hubiera corrido por horas.

-          Nos asustamos por que estabas gritando… - hablo Suhail el mayor de los gemelos, era un poco más alto que su hermano, sus ojos eran grises como los de su padre y la manera de diferenciarlo es que en la nuca tenía una mancha de nacimiento, el doctor había dicho que seguro había sido algún golpe que había sufrido el mayor en su vientre durante la gestación y que había acabado en un moretón de por vida para el mayor.

-          Y cuando tratamos de despertarte empezaste a llamar a Mokuba – dijo Suhel el menor de los gemelos, era igual a su hermano, pero se podía diferenciar porque era unos centímetros más bajo que su hermano y en su muñeca derecha tenía una mancha similar a la de su hermano.

-          ¿Cómo? – el mayor se sonrojo y se sintió morir de que sus hijos lo hubieran visto llamar a alguien en sueños.

-          Sufrías mucho, pero al parecer él te ayudo porque dejaste de gritar su nombre y ahora lo susurrabas mientras abrazabas su chaqueta – Ángelo se quería volver chango y no podía con su propio sonrojo del cual era víctima por las palabras de sus hijos.

-          ¿Está todo bien pa? – preguntó Suhail ya que no quería que nada malo le pasara a su papá, ya que era la única familia que tenía.

-          Sí, perdonen creo que era una pesadilla – vio su reloj y se empezó a levantar – es hora de ir a la escuela.

 

Pasaron dos semanas y no había ido el pelinegro menor al parque, ni siquiera había ido Musa con su pa para jugar con los gemelos, la primera semana había pasado como si el tiempo no existiera y era porque de cierta manera esperaba que Mokuba volviera y fingiera que no le había dicho nada para así volver a intentar estar con él, pero no había pasado.

La siguiente semana el tiempo parecía un verdugo que lo torturaba haciendo que el tiempo avanzara cual tortuga de vacaciones y siempre volteaba a ver el estacionamiento del parque esperando ver la camioneta negra estacionada y así poder volver a hablar con el menor, pero no había suerte no había aparecido.

Los sueños se habían intensificado y se había hecho costumbre que sus hijos le dijeran que llamaba a Mokuba en sueños y también se había hecho costumbre que llevara puesta la chamarra del menor debajo de su propia chamarra para así sentirlo un poco más cerca, además de que se sentía a salvo al olerla, pero poco a poco desaparecía el aroma de la chaqueta y trataba de recordarlo en su mente, tenía miedo de no volverlo a oler por culpa de sus crueles palabras para el menor.

 

 

Llegó el tercer domingo y nuevamente el menor no se había presentado al parque, veía a sus hijos sentados solos esperando también poder ver a Musa sin perder la esperanza, había querido explicarles que posiblemente no volverían, pero los menores no entendían el por qué su papá decía eso, ya que la niña había prometido ir lo más seguido posible y ellos confiaban en los ojos sinceros de la rubia, así que desde el viernes esperaban a que apareciera para jugar con ellos y de cierta manera Ángelo se sentía culpable de que sus hijos hubieran perdido a su única amiga.

Había terminado su turno y se sentía más cansado que nunca, tenía ganas de tirarse a dormir y no despertar en una semana, esas tres semanas sin ver al pelinegro se habían vuelto el motivo de su estrés, de su cansancio y de su frustración, había llegado al punto donde cualquier cosa lo hacía enojar y después sentía culpa y ganas de llorar, decidió dejar de pensar en eso y camino hacia sus hijos con la misma sonrisa de siempre, no quería que lo vieran triste, apenas había llegado a la altura de los menores cuando sintió que lo tomaban del brazo y lo volteaban de manera brusca.

Sus ojos se abrieron cual platos al ver a Giovanni Cornioli justo frente a él con una sonrisa macabra, al ver detrás de él estaba acompañado por dos de sus fieles seguidores, los conocía por que en una ocasión lo había obligado a tener sexo con los dos mientras lo veía ser literalmente violado de manera salvaje.

 

-          Giovanni – la voz había salido quebrada tenía miedo, nunca le había dicho donde trabajaba ni donde vivía, jamás le había hablado de sus hijos y ahora se encontraba frente a él sonriendo y apretándole el brazo impidiendo que se moviera.

-          Iba pasando por aquí, te vi caminando por la calle – pasó su mirada por encima del pelinegro y vio a los dos menores que eran sus copias en miniatura de su juguete sexual – y quise pasar a saludarte, ¿son tus hijos? – Ángelo empezó a entrar en pánico, todas sus alarmas se habían encendido podía detectar la mentira de ese hombre, lo estaba buscando por algo y tenía miedo de saber lo que quería.

-          ¿Qué haces aquí? – su voz sonaba quebrada como si fuera a llorar.

-          Me canse de mantener tu lujoso sueldo, así que venía a cobrarte el dinero, pero creo que solo me bastara con los intereses – sus ojos se abrieron a más no poder, lo tomo de la mano para evitar que se acercara a sus hijos – siempre me pregunte que hacías con todo el dinero que te daba, al ver tu casa me di cuenta de que no lo gastas en lujos, pero ahora entiendo que mi dinero se ha invertido en intereses – Ángelo ato cabos rápidamente, Giovanni ya había ido a buscarlo a su casa, no estaba a salvo en ningún lugar.

-          A ellos no por favor – fue lo único que salió de su boca rogando que no se los quitara, él estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de que no tocara a sus hijos.

-          Te daré tres opciones, puedes pagarme en este momento el dinero que me debes, me das a tus hijos o le quemo el negocio al hombre que está en la puerta de ese minisúper, decide con sabiduría – Ángelo no sabía qué hacer, no podía elegir ninguna de las tres.

-          Yo no puedo… - no terminó la frase cuando sintió que lo separaban de manera brusca de Giovanni y una ancha espalda bloqueaba su vista, al voltear hacia sus hijos vio una cabellera rubia tomándolos y llevándoselos, lo cual hizo que entrara en pánico, pero al ver quien lo había separado de Giovanni se relajó, era Mokuba cubriéndolo con su cuerpo y detrás de él estaba Joey que había subido a los gemelos a la camioneta y ahí adentro estaba Musa saltando de felicidad abrazando a sus hijos, vio de nuevo hacia delante y solo alcanzo a ver la caballera castaña.

-          Giovanni, te molestaría no acercarte a mi cuñado – el mismísimo Seto Kaiba estaba delante del peligroso mafioso protegiendo a su hermano, al desconocido pelinegro y a los hijos del mismo que Joey y Musa parecían querer mucho.

-          Seto Kaiba – ese nombre fue lo último que escucho de la boca de Giovanni antes de que Mokuba lo arrastrara a la camioneta y lo subiera para dejarlo cerca de sus hijos, de Musa y Joey que le sonría con entusiasmo.

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW. 


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