Primera vez:
Cuando Bruce Wayne sonreía todos a su alrededor parecían cegados al instante por una belleza descomunal. Cuando Clark Kent sonreía era solo porque un hombre común reía. Superman sonreía, entonces el mundo entero se iluminaba, Batman no sonreía, porque así era él, oscuro, amargo, la noche y el terror encarnados bajo una manta negra, al menos eso era lo que la gente pensaba.
La gente podría pensar que ver sonreír a Batman no era una imagen que quisieran tener en sus mentes, a decir verdad, ni siquiera era una imagen que Superman tenía en su mente, sin embargo, en más de una ocasión, que probablemente podría contar con los dedos, Superman había escuchado sonreír a Batman.
No era nada esperable, las comisuras de sus labios no subían levemente hacia arriba formando un medio arco descubriendo los blancos dientes, sus ojos no parecían iluminarse ni las pupilas se dilataban, la mirada no se desviaba hacia ningún lado evitando el contacto y mucho menos las mejillas se teñían de color rojo.
Su corazón latía, era tan simple y tan sincero como el latido de su corazón aumentando el ritmo de las palpitaciones a cada minuto.
No era como cuando luchaba, que estaba alterado, no, era un latir desprevenido y sincero, que empezaba siempre con un ritmo normal y de pronto se desbocaba llenado a los oídos del superhombre de pura música celestial. Batman tenía esa forma de sonreír que era tan sincera e imposible de ocultar que a Superman lo volvía casi loco y hacía que su corazón también latiera, aunque el otro no pudiera escucharlo.
Y lo sentía sonreír cada vez que susurraba desprevenidamente Te Amo, a solas, solo ellos dos, sin ni siquiera mirarse a los ojos. Cualquiera podría pensar que Batman era la noche y el terror envueltos en una capa negra, pero Superman, él pensaba que Batman era luz y sol para él y su sonrisa la fuente más sincera de su amor correspondido, y por eso cada vez que tenía la oportunidad:
—Te amo.
Y el corazón no dejaba de latir apresurado.
Segunda vez:
De acuerdo, Batman podría decir que no era amor ¿Y qué? Era algo, para Superman era algo y eso no estaba entrando en la discusión.
La liga de la justicia sabía que la relación entre Batman y Superman era diferente a la que tenían con el resto de miembros. Si le preguntaban a casi todos los miembros era una amistad tan pura y tan extraña que hasta daba miedo, si le preguntaban a Detective Marciano o a La mujer maravilla había algo más allá que una sola amistad y café algunos días.
Era solo ver cuando hablaban a solas y se quedaban en medio de la Atalaya, mirándose, a veces sin notar que no decían nada pero que se lo decían todo. A veces simplemente era el lenguaje inteligible de Batman que nadie entendía pero que Superman sí o las veces en que ante alguna idea de el superhombre el murciélago de Gotham rugía como no estando de acuerdo y de inmediato el hombre cambiaba de opinión. También las veces en las que Batman desaparecía, como era su costumbre, y de repente el hombre más brillante del planeta lo hacía y entonces alguien los divisaba juntos.
La primera en captar que no era una amistad fue Diana y siendo ella una guerrera, defensora de la verdad no iba a dejar que la curiosidad la carcomiera para siempre, por eso había enfrentado a Batman primero preguntando por la verdad y el hombre tan solo había dicho ‘’Diana, la Tierra te está afectando’’, ante la respuesta había acudido al otro hombre que con una sonrisa sincera y sin importancia le había dicho ‘’Amor, definitivamente’’, entonces ella le había dado felizmente la enhorabuena.
Entonces el relato de la perturbante relación, como la apodó Flash corrió rápidamente por la boca de los superhéroes, algunos extrañados de que tan disparejas ideas pudieran unirse, otros pensando que era realmente adorable que Batman pudiera sentir algo y el resto simplemente no se lo habían creído.
Batman lo había negado todo, Superman lo había aceptado todo alegremente con una sonrisa. Y cuando sus propios comentarios chocaron frente a frente entonces habían pasado por lo que Kal-El llamó ‘’La primera crisis’’.
—Que no. Y déjame en paz — Batman señaló la salida de la baticueva por donde el hombre de azul y rojo solía entrar. Superman se cruzó de brazos.
—¿Me estás diciendo que todo lo que hemos pasado, hecho y vivido simplemente no es amor?
—Ni siquiera lo digas, es ridículo hasta para ti —Superman aterrizó frente a él, mirándolo fijamente.
—Es amor.
—Que no.
—Que sí.
—Lárgate.
—Te amo.
Y entonces allí estaba, esa sonrisa sincera en forma de palpitaciones que confirmaban sus sentimientos. Superman sonrió.
—¿Sabes? Hay cosas en las que definitivamente Batman no puede mentir.
Y lo besó.