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No debo decir mentiras por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Hola buenas vengo con nueva actualización para entretener un poco el mal tiempo.

Espero les guste y si quieren leer alguna otra historia pueden visitar mi perfil en wtp: https://www.wattpad.com/user/JEllioot

 

CAPÍTULO XV

 

 

— Los odio — replicó con ambas manos a los costados de su cabeza manteniéndola erguida como medida de seguridad extra para que no terminara dentro de su taza de té.

— ¿Que hicimos? — preguntó la rubia antes de llevar un trozo de pan a su boca.

— Fomentar conductas autodestructivas. Mi cabeza me está matando y mi celular no deja de sonar con mensajes de mamá preguntándome si estoy bien — 

Jioh rió bajo con sus ojos cerrados para evitar que la luz molestara a sus ojos, no podía decir que se encontraba bien, pero agradecía que él no era en esta ocasión el que se encontraba con más estragos de la noche anterior, esta vez no fue él quien terminó siendo llevado por sus dos amigos y lanzado a la cama sin delicadez alguna para que pudiera dormir. No fue él en esta ocasión pero tampoco estuvo tan lejos de serlo.

Llevó una cucharada de su cereal con leche con desgano hasta su boca, esperando que aquel ligero dolor de cabeza disminuyera y se fuese olvidando, como también esperaba que todo lo dicho la noche anterior fuese ahogado con las botellas de cerveza que terminaron regadas en la mesa del bar.

Aquella tercera botella había sido el principio del fin, aquella que adormeció y preparó su lengua para la cuarta que dejó que todo lo que llevaba dentro de él saliera para sus amigos sin filtro alguno, poniendo al día a Lisa sobre su desagradable encuentro con el estudiante de segundo año de ingeniería, sus últimos acercamientos con Pete que cada vez fortalecía su relación que aún no estaba del todo declarada, además añadió el vergonzoso encuentro que tuvo con Phrae hace tiempo atrás, dejó salir sus preocupaciones con el confuso pensar sobre la nueva relación de su amigo al no saber a qué atribuir su molestia interna con su castaño mejor amigo y aún no contento con eso destapó aquel secreto de haberlo visto desnudo por la ventana, lo cual se ganó risas por parte de ambos amigos.

Pero esa noche no fue el único al que el alcohol lo hizo hablar, no, esa misma noche Tim dejó salir su frustración al no saber qué decisión tomar, su preocupación de no saber si volvería estar cómodo junto a Phrae y Alice, y que sus sentimientos por ella se sentían no como un simple flechazo a primera vista.

Pero otra de las grandes revelaciones había sido por la mano de Lisa, en su pequeño secreto que había escondido de todo su grupo de amigos, donde confesaba que desde verano había comenzado a hablar más seguido con Nick y que en varias ocasiones habían salido a pasear pero aclarando que sólo como amigos, pero que aún no sabía si estaba del todo segura si quería mantener esa posición. Aquello había tomado por sorpresa a Jioh provocando que sus ojos se vieran más grandes de lo normal y que Tim casi dejará caer la botella desde su mano.

Se habían transformado en un ramillete de problemas emocionales en donde por ser el más afectado recientemente Tim era el botón principal y por lo tanto al que se le otorgaba el derecho de la embriaguez resguardada por ambos amigos.

— Deberían encontrar otra manera más amigable para distraerse de sus problemas ¿Han pensado en acampar? — Su voz era risueña y a la vez cálida como si quisiera entregar su consuelo al mismo tiempo que le causaba gracia la escena ante sus ojos.

— Buenos días tía Eve — pronunció Lisa recibiendo un saludo por parte de la matriarca de la casa.

— Buenos días tía. De eso mismo me estaba quejando — respondió el pelinegro sonriéndole al verla llegar.

— Buenos días mamá —

— A ver...el del problema esta vez... no fue Jioh — habló analizando los rostros de los tres universitarios que se encontraban sentados frente a ella.

— Gracias. — El castaño cobrizo levantó una de sus cejas al escuchar a su madre y entrecerró sus ojos con una mirada molesta.

— Es Tim ¿No? — concluyó.

— Que buen ojo, a Tim le robaron su interés amoroso y Jioh se peleó con Phrae. —

— Lo lamento querido, pero eres un gran chico, ella se lo pierde. —

— ¿No hay palabras de consuelo para mí? —

— Jioh, sé que tu enojo con Phrae no dura mucho tiempo — respondió la madre de Jioh mientras colocaba agua en el hervidor y colocaba una bolsa de té dentro de la taza frente a ella.

— Esta vez le pidió que no le hablara por un tiempo — Tim agregó ese pequeño detalle como una pequeña venganza por el dolor de cabeza que aún sentía y no se iba, aun cuando masajeara sus sienes constantemente.

— Al parecer es un poco más grave esta vez — La mirada avellana que compartían madre e hijo se encontraron, sintiendo el menor ser escudriñado por la de su progenitora haciéndolo sentir expuesto frente a ella.

— Cuando llegamos a vivir acá y conocimos a Emma, a la señora Rose y a Phrae, fue un gran alivio saber que tenía vecinos tan amables y sobre todo estaba contenta porque Jioh tendría un amigo para conocer. De pequeño era muy tímido con los desconocidos y donde vivíamos no había ningún niño de su edad para jugar— La madre de Jioh cerraba en ocasiones los ojos como si buscara traer a su memoria las imágenes de esos recuerdos antiguos.

— Pero al principio no resultó como esperaba, Emma y yo nos llevamos bien enseguida, pero en lo que respecta a nuestros queridos hijos no, Phrae lo ignoraba lo más que podía mientras jugaba con sus juguetes y Jioh lo miraba con enojo. —

— No han cambiado mucho desde entonces. — añadió Lisa provocando la risa en la mujer y Tim, y una mirada molesta de parte del castaño cobrizo.

— Eso fue sólo al principio, después derechamente no se llevaban, Phrae comenzó a molestar a Jioh diciéndole que su cabello lucía como si se estuviese quemando y Jioh intentaba ignorarlo aunque a veces terminaba llorando — rió la mujer al contar la última parte y ver la cara del su hijo enrojecer.

— ¿Y cómo se hicieron amigos? —

— Fue por que Jioh le tenía miedo al perro de la otra calle. Siempre jugaba dentro de casa pero un día decidió hacerlo afuera y mientras al parecer el perro se escapó y cuando yo salí a ver porque Jioh lloraba me lo encontré agarrado de Phrae mientras acariciaba por un lado la cabeza de Jioh y por el otro la del perro. — finalizó su relato mientras se sentaba junto a Lisa y bebía de la taza recién servida.

Jioh sabía de lo que madre hablaba, aún tenía muy presente aquel día, uno de los pocos recuerdos que guardaba de su niñez, agradecía que no hubiese agregado aquellos detalles que él no recordaba pero que sí conocía por la boca de su progenitora y la abuela y madre de su amigo del infancia, en cómo después no se separaban, comenzaban a jugar juntos y que probablemente durante esos primeros encuentros se dieron sus apodos que hasta ese día sólo unos pocos utilizaban.

Jioh trayendo su mente al presente e ignorando la conversación de la mesa sacó su celular del bolsillo, no le había prestado atención desde el día anterior dejándolo exclusivamente como reloj; con un temblor de sus manos y el comienzo de un palpitar más acelerado de su corazón abrió las notificaciones, no vio ninguna llamada perdida, tampoco un mensaje de que intentaron contactarlo, aquello provocó un sentimiento contrario a lo que pensó que sería, Jioh sintió algo como la aflicción, como si algo no estuviese bien, un sentimiento de contrariedad en donde no le gustaba que el otro castaño no le hablara a pesar de que él mismo se lo pidió.

Se metió al chat de grupo que tenían y el último mensaje escrito era de antes de que se destaparan los secretos, y más arriba el chat que compartía con Phrae al abrirlo notó mensajes pidiendo que contestara su celular, otros donde le contaba que habían subido un video suyo y de Alice a la página no oficial de la universidad y el último mensaje mandado consistía en tan un solo "por favor hablemos" que por la hora había sido enviado después de su discusión.

El apetito ya escaso había abandona por completo su cuerpo, Jioh quería dormir, quería descansar y aunque no lo admitiera abiertamente, también quería que el chico de ojos negros le hablara.


//**//


No lo sabía, porque si lo hubiese sabido antes se habría negado a ir, pero ya no podía salir de ahí, no cuando su amigo y el chico que le gustaba lo saludaban desde la pista para comenzar con su entrenamiento, porque sí, su amigo pelinegro se había decidido entrar al club de atletismo siendo compañero de equipo de Pete, pero ninguno de los dos chicos tenían que ver con sus ganas salir de ese lugar, no, aquel sentimiento de desagrado que emanaba de sus entrañas se encontraba dos hileras de chicos más atrás, con esa cabellera desteñida y amarillenta que ahora dejaba ver unas raíces oscuras dando una mirada de soslayo que daba en su dirección cuando notó su presencia entre las gradas.

Krist también pertenecía al club de atletismo, y si Pete o Tim hubiesen tenido decencia de informárselo antes no estaría ahí fijando su vista en cualquier otro punto que no fuese en su dirección, porque sólo ver a ese sujeto le causaba náuseas e ira, algo que no combinaba bien con los sentimientos que tenía desde antes de llegar a al entrenamiento del club.

Había pasado más de una semana, y para ser más exactos por que el castaño cobrizo sabía muy bien la cuenta habían pasado doce días en los que Phrae no había querido contactarse con él.

Nada, absolutamente nada, su presencia se había desvanecido, sabía que salía antes de casa por lo que nunca se lo topaba por las mañana y sabía que todos los días llegaba más tarde que él porque aunque no se lo admitiera a nadie, miraba en ocasiones desde su ventana cuando la luz de la habitación frente a la suya se encendía, tampoco se lo topaba en clases por que en un acuerdo silencioso entre Jioh y Tim habían decidido dejar de frecuentar la facultad de sus otros dos amigos al menos por un tiempo.

Si el chico de ojos de color avellana tuviese que desvelar que había sentido en toda esa semana la única palabra que podría converger todas sus emociones era en un sentimiento de abandono, era estúpido pensarlo, y cuando trataba de decirlo en voz alta, más tonto se le hacía, porque no había sido abandonado por Phrae, o al menos eso quería pensar, pero que los días pasaran y el no haya querido comunicarse con él le dolía a pesar de que él mismo había pedido que aquello ocurriera, que no se vieran, que no se hablaran, que no tuviesen ningún contacto hasta que él decidiera que ya era momento de hacerlo.

Pero Jioh no sabía si ya era el momento de hablar, no sabía si al intentar conversar con Phrae el querría hacerlo con él, y gran parte del porqué no le escribía para levantar aquella orden de alejamiento que había puesto entre ellos dictada por él, era el miedo que sentía ante la posibilidad de que Phrae en todo ese tiempo haya estado mejor sin su presencia, sin saber nada de él y que fuese el inicio del alejamiento de su amistad. 

Jioh suspiró e intentó no pensar en su mejor amigo, algo que estaba intentando hacer durante toda esa semana con pésimos resultados como podía notar.

Sus ojos se enfocaron otra vez en la pista y como los chicos corrían, Tim para la poca práctica que tenía no se le daba mal, incluso se encontraba a la par de varios otros miembros del club, pero Pete se notaba que estaba en otra categoría, llevando el primer lugar, con su rostro serio, corriendo estirando sus largas piernas como si en realidad no le estuviese tomando mayor esfuerzo hacerlo.

No creía que existiera una manera de que el pelinegro se viera más guapo de lo que era, pero se había equivocado todo ese tiempo, su cabello desordenado, la tensión de los músculos de sus piernas, la camiseta que se le empezaba a pegar al cuerpo demostraba todo lo contrario. Jioh comenzó a pensar en ese momento que quizás los chicos en uniformes atléticos le comenzaban gustar más de lo que pensaba y de verdad esperaba ver esa faceta de Pete más seguido en adelante.

El tiempo pasaba y su vista se iba de su celular esperanzado inconscientemente de que una notificación de Phrae aparecería de pronto, a pasar a la pista para reírse de vez en cuando de su amigo cuando quedaba desvalido sobre el suelo por el suelo y terminaba en la búsqueda de los ojos de Pete que cuando se encontraban le sonreía.

Cuando el sol ya se encontraba sumergido hasta la mitad del horizonte la práctica se había dado por concluida y con una seña por parte de ambos pelinegros se acercó al campo para hablar con ellos.

— Tengo mi inhalador en la mochila por si lo necesitas, Tim — La risa de Jioh no se dejó esperar al momento de hablar.

— ¿Inhalador? ¿Por qué llevas uno contigo? — preguntó Pete con curiosidad.

— Tengo asma y a pesar de que no he tenido crisis en años, siempre llevo uno conmigo. Vayan a cambiarse me está dando frío. —

— Bien, espéranos cerca —

— Tengo una sudadera extra en mi casillero te la traeré. —

— Gracias Pete. —

Jioh acompañó a ambos chicos hasta el pasillo cercano a las duchas y empujando la espalda de Tim para que se apresurara los esperó apoyando su espalda contra la pared y viendo alguna que otra publicación por internet, agradecía no haber seguido a la página de la universidad, no deseaba tener contacto con el montón de chismes que se propagaban para la entretención de algunos y la desgracia de otros, suficiente tenía con las constante reacciones y comentarios escritos en el comentario que él dejó bajo el video de Phrae y Alice, porque aún seguía siendo reproducido y comentado, sin intención alguna de los administradores de retirar la publicación.

Se volvió a recriminar por volver a pensar en aquello, en traer a su memoria los malos recuerdos y la incómoda sensación en su pecho que guardaba desde que fue a ver al castaño en la competencia amistosa.

A veces el chico de ojos avellana olvida algunas cosas importantes, como por ejemplo llevar ropa más abrigada, olvidar pedir un libro a la biblioteca que necesitaba para su próximo trabajo a entregar, o que Krist también pertenecía al club de atletismo y que la probabilidad de que también fuese a las duchas era alta, y cuando pudo tener alguna noción de todo aquello que olvidó por despiste tenía al chico mayor, un poco más alto que él, de cabello rubio amarillento con la raíz obscura y ojos marrones tomándolo del brazo.

— ¿Ya pensaste en mi propuesta? — Su corazón comenzó a palpitar, antes de siquiera verlo a los ojos su voz lo había dejado paralizado. Era él otra vez, tan asquerosamente cerca una vez más.

— Lárgate — su voz no tembló, su piernas tampoco, porque aunque ya dejaba de sentir la punta de los dedos de sus manos por el frío que comenzaba a sentir, y el sudor helado que acumulaba en su pecho, no dejó que Krist lo intimidara.

— Eso no suena a un completo no — respondió.

Jioh volvía sentir náuseas, sentía su cuerpo tensarse cada vez más sin atreverse a mover un músculo antes que el otro se moviera, y ese primer movimiento no tardó en llegar, su cuerpo siendo volteado provocando que su cara terminara contra la pared y atrapado por el cuerpo del mayor friccionándose contra él. Podía sentirlo, otra vez esa sensación de asco e ira, al contacto del otro, era peor, que la última vez, era más asqueroso aún, podía sentir la ingle despierta de su atacante presionándose contra su cuerpo al mismo tiempo que susurraba proposiciones de sexo en su oído.

Las ganas de llorar se acumulaban en sus ojos, y aunque quisiera dar un grito de su garganta no salía ni un solo sonido. Y en medio de aquella desesperante escena Jioh recordó sus propias palabras, de defenderse como pudiera, de encontrar fuerza aunque no la tuviese.

Un codazo sobre el estómago de Krist aflojó el agarre, el celular que llevaba en la mano terminó siendo estampado contra la cabeza de rubio dejándolo distraído por el dolor punzante por el golpe propinado, de seguro la pantalla ya no volvería a ser utilizable, pero lo valía, valía cada centavo que tendría que gastar para reparar el aparato con tal de encontrar una oportunidad de salir de ahí.

El segundo golpe no tardó en llegar esta vez directo a la nariz del agresor provocando el sonido de un crujido que llegó a sus oídos, no sabiendo en ese momento si era por una nariz rota o por su celular y Jioh esperaba que fuera la primera.

— No te atrevas a ponerme un dedo encima otra vez. — Jioh no corrió, no necesitaba hacerlo cuando tenía a Krist de rodillas tocándose la cara mientras gemía de dolor, pero tampoco esperó mucho tiempo para marcharse de ese lugar lo más rápido que pudiera.

No le avisó a Tim, no le habló a Pete tampoco, no quería hablar con ellos, luego se encargaría de disculparse por haberse ido sin decir nada, Jioh se dio cuenta mientras abandonaba la entrada principal de la facultad que quería llorar una vez más, y que necesitaba a Fá, necesitaba una vez más esa sensación de seguridad y mientras más caminaba la sensación más aumentaba y aquel sentimiento de abandono volvía resurgir con más fuerza desde su pecho.

Jioh maldecía en su interior al no saber por qué su camino a casa se sentía más largo que de costumbre, y porque su pecho no dejaba de doler. En el cuello de su camiseta se notaba aquella mancha de humedad que se hacía más grande a cada paso que daba y cada lágrima que secaba antes de que se atreviera a salir de sus ojos.

Unas cuantas calles más y podría relajarse, llorar si quería o maldecir en su defecto, apresuró su pasó aún más, sin importar que sus pulmones comenzaran arder y su respiración terminara en un ligero silbido, sentía que con cada paso el aire se le hacía más escaso pero prefería ignorarlo, Jioh sabía que sólo en casa podría respirar con normalidad.

Pero el chico no contaba con la figura de alguien en la vereda, no contaba con esa sonrisa en su rostro, sus cabellos grises meciéndose en la brisa mientras meneaba la escoba para quitar la tierra de la entrada a su casa.

Dejó de caminar y comenzó a correr en su dirección, como si todas las emociones que se había aguantado durante su trayecto se desbordaran, sus ojos se humedecieron nublandole la vista y esta vez no las secó con la tela que cubría la parte superior de su cuerpo.

Jioh sintió aquel calor maternal cuando sus manos se apoyaron sobre el pecho de la mujer, el olor floral de la crema corporal que siempre usaba adentrarse a su nariz trayendo consigo un sentimiento de bienestar y tranquilidad que opacaba todo lo malo por lo que había pasado.

— Tranquilo cariño, ya está todo bien. Estás en casa. — su suave voz calmó su dolor pero aumentó las lágrimas que comenzaron a caer, las caricias sobre su espalda le daban el calor que necesitaba y lo ayudaban a marcar la respiración para recobrar poco a poco el aliento de su carrera.

Las caricias no cesaron, aun cuando su llanto ya comenzaba a menguar, aun cuando su pecho había dejado de silbar.

— ¿Me acompañarías a probar el té nuevo que compré? — pronunció la mujer, levantando el rostro del castaño con su manos y limpiando una de las lágrimas que caía por su mejilla.

— Si, me gustaría — le sonrió.

— ¿Está Fá? —

— No, aun no llega de la universidad y Emma está en el trabajo, no habrá nadie que nos moleste — respondió guiñandole un ojo.

Jioh dejó su mochila sobre uno de los sillones y acompañó a la anciana hasta la cocina, no se atrevía a decir nada aún, quería contarle a Ma' Rose, sabía que ella no le pediría que le dijera nada si así lo decidía pero él lo quería, necesitaba sacar eso de su pecho y aquella mujer que era una abuela para él lo escucharía sin juzgarlo.

— Hoy alguien me acosó — no era la manera más suave de comenzar la conversación pero quizás no existía una manera suave de hablar de algo como ello.

— ¿Te lastimó? — la cara de preocupación de la mujer apareció en un instante dejando en ese mismo momento de lado las tazas para acercase al menor y revisarlo por todos lados.

— No, sólo se frotó contra mí pero me pude defender —

— Fue asqueroso Ma' Rose, yo... me congelé otra vez y no pude actuar de inmediato, tenía miedo, y sentía que no era lo suficientemente fuerte para defenderme — la humedad de sus ojos volvía a aparecer algo que la mujer mayor notó en un instante.

— Eres fuerte y mucho, estás aquí y te defendiste cómo pudiste —

— Pero... — intentó rebatir para ser cortado de inmediato.

— Jioh, se lo que se siente, se cómo el miedo te paraliza y no sabes cómo reaccionar, qué temes por lo que te puede llegar hacer, como también temes porque tu propia fuerza no es lo suficiente para enfrentarlo — la mujer tomó una de la manos del chico con las suyas apretándolas con fuerza.

— Pero aun así lo hiciste y tú solo, eres fuerte mi niño lindo, que nadie te diga lo contrario —

La mujer acarició los cabellos cobrizos del chico y limpio el resto de lágrimas que aún se querían escapar en medio de una sonrisa a la cual él respondió con un abrazo.

Tras esa conversación Jioh volvió a sentirse más liviano, como si lo que había pasado hace poco tiempo fuera sólo un recuerdo antiguo y amargo y se sentó en una de las sillas observando como la mujer de cabellos grises, preparaba el té y le contaba dónde lo había comprado y lo tentada que había estado al verlo.

La taza humeante no tardó en posicionarse frente a él dejando entrar un delicioso aroma dulzón dentro de su nariz, adoraba compartir su gusto por los té con Ma' Rose y que pudiese disfrutar una buena taza con una buena compañía.

Jioh escuchó la puerta de la entrada sonar, y el sonido de unas pisadas acercarse a la cocina, Jioh no alcanzó a dar el primer sorbo cuando sus ojos se encontraron con los orbes negros de su mejor amigo.

Su rostro lucía malherido, su labio inferior estaba hinchado, su ropa estaba desarreglada, aún tenía marcas de sangre seca, sobre su ceja otro corte más pequeño se asomaba y su cabello desordenado no siguiendo el peinado habitual que se hacía por las mañanas.

— ¿Phrae que te sucedió? — La mujer se levantó de la silla al ver a su nieto herido.

— Nada grave Ma'. Tuve un pequeño accidente hoy en la práctica, el piso estaba algo resbaloso y me caí, nada de qué preocuparse—

Jioh se comenzaba a sentir incomodo, no había dicho nada aunque en su mente se aglomeraban mil y un preguntas por hacer, pero de su boca no salió ni una sola sílaba dirigida a su amigo, mientras que ninguna fue dirigida para él a pesar de que sus ojos no se habían separado desde que se encontraron.

— Me iré a limpiar, enseguida vuelvo — pronunció dando media vuelta y saliendo de la cocina.

Jioh sólo agachó su cabeza oliendo una vez más el té para ver si es que aquel dulce aroma calmaba el amargor de su pecho.

— No sé qué hizo esta vez ese chiquillo, pero espero lo resuelvan pronto—

— Yo también lo espero Ma' Rose. —

 

 

 


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