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Entre las cuerdas de tu violín por kiba25

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Notas del capitulo:

Holaaa! Mil perdones por haber desaparecido, creo que el intentar establecer un día de actualización no es buena idea, con la Uni no doy a basto, pero procuraré no tardar en exceso, de verdad <3

 

Disfruten :D

 
Aquella noche fue sin duda alguna la más extraña que el Omega había tenido a lo largo de su vida. Incapaz de conciliar el sueño sentía un cosquilleo recorrer todo su cuerpo, no era algo molesto, pero si algo incómodo y nuevo para él. Suspiró rendido, más o menos se había hecho ya a la idea de no dormir por lo que giró su cuerpo con mucho cuidado y se quedó quieto varios segundos. Mihwak estaba a su lado, el Alfa sí que podía dormir, se le veía tan tranquilo que el Omega procuró hacer el menor ruido posible, no quería despertarlo.  Siguió mirándole durante un rato más en absoluto silencio, parpadeó rápidamente y sintió su cara arder. A veces vas por la calle y te quedas embobado con alguien por lo guapo que es, pero el Alfa era diferente, es decir, Zoro no sabía muy bien como describir aquello. Incluso dormido, su barba estaba bien peinada, su cara reflejaba tranquilidad y el Omega sintió como algo se revolvía en su estómago… ¿Estaría bien estar con él? Arrugó la expresión de su cara y con cuidado salió de la cama, estiró el brazo para agarrar la bata que había usado la otra vez y salió de la habitación.
 
 
 
 
Bajo las escaleras con un ritmo algo lento y encendió una luz para no matarse, arrastró los pies por toda la casa buscando la cocina y por un segundo odió que fuese tan grande ¿Dónde estaba? Mihwak tenía muchas puertas cerradas, tanto en la planta baja como arriba por lo que el Omega iba abriendo alguna de ellas para ver si daba con la cocina. Pues no era el caso. Abriendo otra de nuevo encendió la luz y giró la cabeza algo sorprendido, era una habitación pequeña, la verdad. Al principio pensó que podría ser un estudio, pero el Alfa le había dicho que tenía uno al lado de su habitación por lo que entrando descartó la idea. Parpadeo despacio mientras recorría el cuarto con la mirada y cruzó los brazos algo pensativo. Aún con la luz encendida la habitación se veía algo oscura, la ventana del fondo no era muy grande y las cortinas la tapaban por completo, la estantería de la izquierda era absurdamente grande lo que hacía que aquel espacio se viese aún más pequeño y la mesa del centro daba un aspecto algo triste.
 
 
 
 
- ¿Señorito? -  Zoro saltó del susto y se llevó ambas manos al pecho, estaba tan absorto en la habitación que cuando notó una mano sobre su hombro juraría haberse quedado sin aire. Trago saliva cuando se dio la vuelta y vio al mayordomo en la puerta. - ¿Le he asustado? Perdón, no era mi intención. -  El Omega negó con la cabeza lentamente y el hombre sonrió. Zoro parecía un niño al que acaban de pillar haciendo alguna trastada. – El señor me informó que se pierde con facilidad ¿Buscaba algo?
 
 
 
 
-La cocina… -  El mayordomo sonrió y con el brazo hizo una señal para que le siguiese. El Omega se puso en camino y antes de salir de la habitación miró hacia tras. Se moría de curiosidad, pero no iba a preguntar. Al llegar a la cocina el mayordomo se detuvo en la puerta y el Omega agradeció con un leve movimiento de cabeza.
 
 
 
 
-Puedes preguntar, se te ve en la cara que quieres saber sobre ese cuarto. -  Zoro se rascó el puente de la nariz y asintió con una sonrisa nerviosa en la cara.  – Todas esas cosas pertenecían al señor Dracule.
 
 
 
 
- ¿El padre de Mihwak…? – El mayordomo asintió y Zoro se sirvió un vaso de agua.
 
 
 
 
 
-Falleció hace unos años, en un accidente de tráfico. – Zoro agachó la cabeza y removió el líquido del vaso con lentitud.
 
 
 
 
-Es una pena…
 
 
 
 
-Depende. – Zoro se giró a mirarle con curiosidad y el mayordomo se puso nervioso. – Yo no debo hablarle sobre eso. – A Zoro le pareció lógico y le quitó importancia con una sonrisa. – Si todo está bien me marcho. – El Omega asintió y el otro se retiró dejándole solo. Zoro clavó la vista en el suelo y algo preocupado pensó en el Alfa.
 
 
 
 
 
Mihwak despertó y respiró el aroma que Zoro había dejado en las sábanas. Sabía que se había levantado hace rato y lo confirmó al no ver su bata. Bostezó y se arrastró fuera de las sábanas sintiendo una suave pero refrescante brisa acariciarle el cuerpo entero, ignorándola un poco buscó sus zapatillas de estar por casa y salió de la habitación olisqueando un poco el aire para encontrar al Omega. Estando ya abajo fue hacia la cocina y efectivamente las luces estaban encendidas, asomó la cabeza y vio a Zoro sentado en la silla mirando el techo distraído. Carraspeo la garganta y el Omega giró la cabeza hacia la puerta de la cocina.
 
 
 
 
- ¿Estás bien?
 
 
 
 
-No podía dormir. – Sonrió sin mostrar los dientes y Mihwak caminó hacia él para agacharse y después acariciarle la nuca con lentitud. El Omega cerró los ojos ante el tacto y el ambiente se volvió algo más tranquilo.
 
 
 
 
- ¿Qué piensas? – Zoro meditó varios segundos y apretó los labios en una línea. MIhwak le miraba desde abajo y pacientemente esperó por la respuesta.
 
 
 
 
-No estoy seguro. – Zoro resopló algo molesto y terminó haciendo una especie de puchero con la boca. – Pienso muchas cosas, pero al mismo tiempo en ninguna… - Mihwak parpadeó en silencio y cuando se levantó del suelo estiró ambos brazos para rodear al Omega y darle un abrazo.
 
 
 
 
-Lo siento, no sé cómo puedo ayudarte. – Zoro tragó saliva y busco absorber el aroma que Mihwak desprendía para intentar calmarlo. Funcionó, el Omega sintió su cuerpo algo más ligero y pasados unos minutos el Alfa escuchó una respiración fija y tranquila. Zoro se había dormido. 
 
 
 
 
Lo cogió en brazos y subió a la habitación en silencio intentado no despertar al Omega, giró el pasillo y cuando entró en la habitación llegó hasta la cama para dejar a Zoro sobre ella y con lentitud arrastrar su bata fuera del cuerpo del Omega. Mihwak irguió su cuerpo al darse cuenta de lo que estaba haciendo, pero no se detuvo, sacó fuerzas de algún lugar y desató el nudo de la prenda mostrando gran parte del pecho de Zoro. Trazó el camino de esa enorme cicatriz y cuando se deshizo de la bata la colgó en su respectivo lugar, se quitó la que llevaba puesta dejándola en el mismo lugar y tras dar una corta mirada al Omega se subió a la cama y le rodeó con los brazos.
 
 
 
 
-Descansa…
 
 
 
 
Cuando el móvil sonó de golpe Zoro gruño con odio, obligó a su cuerpo a girarse y con la almohada se tapó la cara. No quería levantarse, tenía sueño y quería seguir durmiendo, era uno de sus placeres en esta vida. Perona le decía muchas veces que le recordaba a un gato ya que cuando podía buscaba cualquier lugar para dormir un rato. Bufó molesto ya que nadie apagaba aquel trasto y cuando por fin paró levantó la cabeza para mirar a Mihwak, que tenía el móvil en la mano y lo miraba atento.
 
 
 
 
-Tu hermana, una de ellas, dice que va a matarte… Intuyo que sabrás cuál de las dos es. – Zoro parpadeo varias veces y abrió los ojos con fuerza a la vez que saltaba de la cama asustado y rojo al mismo tiempo. El Alfa acaba de salir de la ducha, tenía una toalla alrededor de su cuello con la que estaba secándose el pelo con la mano libre y para colmo solo llevaba calzoncillos. El peliverde sintió como su boca se hacía agua y como cierta parte de su cuerpo empezaba a recriminarle varias cosas al mismo tiempo. Estiró el brazo queriendo recibir el móvil mientras incomodo intentaba esconder su situación y Mihwak le ofreció el cacharro sonriendo con algo de soberbia, se había dado cuenta perfectamente.
 
 
 
 
Zoro le arrebató el teléfono de la mano y arrugó los labios con fuerza ante aquella sonrisa, quiso fulminarle con la mirada, pero Mihwak ya se había dado la vuelta y ahora se encontraba en el marco de la puerta.
 
 
 
 
-Iré a que preparen el desayuno, date una ducha tranquilamente y luego baja, te esperaré. – Zoro apretó sus puños con fuerza por debajo de la sábana y cuando la levantó para mirar que escondía bufó mandando una almohada contra la pared. Respondió a su hermana sin pensar mucho en ello y tras mirar la hora se fue a la ducha, luego iría a trabajar, aunque hasta que tuviese turno de noche faltaban un par de días, casi lo mismo que para el concierto del Alfa.
 
 
 
 
Sacó la ropa de la mochila y tras vestirse salió de la habitación para bajar las escaleras siguiendo el olor a comida hasta llegar al salón y dar con Mihwak como el otro día sentado con una pierna sobre la otra leyendo el periódico. El Omega tomo asiento y pidiendo permiso le arrebató el periódico logrando que Mihwak por primera vez, le mirase con reproche.
 
 
 
 
-La familia Nefertari otra vez… - Mihwak prestó atención al ver que el Omega se interesaba en aquel artículo y Zoro le miró de reojo. – La familia Nefertari suele tener muchos roces con nosotros. Bueno, mi padre al igual que Cobra no pueden verse ni en pintura. – El Omega se encogió de hombros y Mihwak asintió con la cabeza.
 
 
 
 
 
- ¿Alguna razón en especial?
 
 
 
 
 
-Creo que, por temas económicos, la verdad es que me da un poco igual. Me parece absurdo, siempre que se ven es como si fuese a caer un meteorito del cielo. – El desayuno llegó segundos después y el Omega se relamió los labios, dejó el periódico a un lado para que Mihwak lo recogiese y empezó a comer. Otro de sus placeres de la vida.
 
 
 
 
-Te llevo a trabajar
 
 
 
 
-Te diría que no hace falta, pero no sé como salir de aquí y no tengo mi moto. Aún así estoy seguro de que lo harías de todas formas. – Mihwak le miró atento y el Omega se encogió de hombros. – No preguntas muchas veces
 
 
 
 
- ¿Te molesta?
 
 
 
 
-Básicamente me da igual, cuando quiera hacer algo yo solo lo sabrás enseguida. – Mihwak parpadeó lentamente mientras Zoro seguía comiendo y se cruzo de brazos pensativo ¿No preguntaba las cosas? El Omega terminó de comer y sonrió acariciando su estómago. – Aah estoy lleno…
 
 
 
 
-Normal…Comes demasiado. – Zoro infló los mofletes y Mihwak escondió una sonrisa detrás del periódico, desvió la mirada al reloj y tras dejar el periódico en la mesa se levantó y se colocó el cuello de la camisa negra que llevaba puesta. - ¿A qué hora empiezas a trabajar?
 
 
 
 
-A la una
 
 
 
 
 
-Bien, tenemos tiempo. Puedes aprovechar para hacer lo que quieras, debería practicar para el concierto. -  Zoro hizo el amago de fruncir el ceño y se detuvo en el acto, meditó unos segundos y después imitó el gesto del alfa de levantarse.
 
 
 
 
 
- ¿Puedo acompañarte?
 
 
 
 
 
-No. - Fue demasiado rotundo, demasiado cortante. Al Omega le recordó a la mañana después de trabajar por la noche cuando se lo encontró llegando a su casa. Zoro tragó saliva y Mihwak se marchó por la puerta con largos pasos mientras el mayordomo asomaba la cabeza por el otro lado y la desviaba al Omega.
 
 
 
 
-Será mejor que no piense mucho en esto…El Sr.Mihwak es muy reservado cuando tiene que practicar.
 
 
 
 
-Entiendo…- Se sentía mal por dentro, agachó la cabeza y se mordió la mejilla por dentro. Sin saber muy bien que hacer salió de la cocina, dió un par de vueltas y cuando llegó al salón parpadeo lentamente dando una corta mirada al lugar, grande y espacioso. Entró sin pensar mucho y se acercó a la enorme estantería del fondo, recorrió el mueble con la mano saltando con la vista los títulos de cada libro, deteniendose en alguno que le llamase la atención y bajó la cabeza al chocar con el marco de una fotografía. Era antigua, o al menos es como se veía tras el crsital. El Omega clavó los ojos en el jóven de la foto, estaba claro que era Mihwak, hace por lo menos 20 años, le hizó gracia ver que mantenía exactamente la misma postura recta y severa y  luego miró al hombre, diría que era la viva imagen del Alfa pero estaba claro que era al réves, que aquel hombre era el padre del pelinegro y que ninguno sonreía. Era como si aquella foto hubiese sido una obligación ¿Igual Mihwak también mantuvo una relación complicada con su progenitor? ¿Sería apropiado preguntar? Zoro suspiró pensando y dejó la foto en su sitio depsués de cogerla un segundo y mirarla en absoluto silencio. Se apartó del mueble y dejando su cuerpo caer sobre el sofá se cruzó de brazos buscando una postura medianamente cómoda y cerró los ojos, a los pocos minutos ya roncaba sutilmente.
 
 
 
 
Mihwak salió de la cocina buscando al Omega, cerró los ojos y buscando el olor del chico cruzó rapidamente su casa para ir al salón, asomó la cabeza y curvó los labios levemente. Aquella cabellera verde resaltaba un poco con el color del sofá y dando cortos pasó miró al chico dormir sentado y con los brazos cruzados. Zoro respiraba suavemente, su cabeza hacia ligeros movimientos y Mihwak, estirando la mano le sacudió levemente el hombro.
 
 
 
 
-Zoro...- El Omega dio una cabezada y abrió los ojos, arrugó la nariz y cuando cruzó la mirada con el ambar del Alfa se apartó con fuerza dándose un cabezazo ligero con el sofá. Mihwak apretó los labios, no iba a reirse, casi, le costó un rato mantener el semblante serio de siempre.- Es la hora...Deberías ir a lavarte la cara.
 
 
 
 
-S-si....- Zoro se estiró aún sentado y cuando pudo levantarse frunció el ceño comprendiendo que por muy comodo que fuese el sofá, dormir sentado no había sido buena idea. Mihwak parecía volver a ser el de siempre, bueno, más bien el hombre serio que Zoro aún no conocía del todo, pero, internamente agradecía que su voz no fuese severa como hace un rato. Tras salir del baño caminó siguiendo el olor del Alfa y cuando llegó a la puerta Mihwak le esperaba con su mochila colgada al hombro. Subidos en el coche del pelinegro el ambiente se volvió algo más tenso, Mihwak conducía en silencio y Zoro miraba de vez en cuando por la ventana, alejando sus ojos al segundo para trazar el perfil del mayor. Quería preguntar, saber más cosas de aquel hombre y aún así todo se le atragantaba cuando iba a decir algo. Terminando el camino Zoro no sabía donde meterse, estaba nervioso, restregaba las manos una y otra vez por la tela de sus pantalones y su cabeza iba a cien por hora, quería que se destuviera y por un segundo no pensar en nada.
 
 
 
 
-Mihwak....
 
 
 
 
 
-Ya hemos llegado.- Zoro abrió la boca, se sentía imbécil, giró la cabeza y efectivamente estaban en el barrio, su trabajo estaba tán solo a media manzana y había demasiada gente mirando el coche de lujo del Alfa. Mihwak se giró a verle y levantó las cejas.- ¿Ibas a decir algo?
 
 
 
 
-No...
 
 
 
 
 
-¿Estás bien? Te noto...Tenso.- Zoro negó con rápidez y le dedicó una sonrisa algo forzada. Con velocidad se deshizó del cinturon y estirando el brazo a la parte trasera agarró su mochila dispuesto a abrazarla como si estuviese llena de oro. El Alfa siguió todos los movimientos del Omega con la mirada y se revolvió algo incómodo en su asiento. Zoro tenía clavada la mirada en el cristal delantero del coche y el Alfa cogió aire con fuerza por la nariz. 
 
 
 
 
-Mihwak...- El Alfa movió la cabeza y sintió un escalofrío, Zoro le dedicó una mirada rápida y pasaron dos cosas, Mihwak sintió un leve beso sobre sus labios y el ruido de la puerta abriéndose. Queriendo estirar el brazo, el Omega se adelantó y literalmente cerró la puerta por lo que Mihwak bajó la ventanilla y le miró rojo, no sabía si era de vergüenza o de otra cosa pero se sintió en una nube cuando el peliverde le miraba de la misma forma.- Nos vemos en tu concierto.- Zoro salió corriendo y Mihwak se quedó con la boca exageradamente abierta, lo más probable es que si Shanks hubiese estado ahí sus risas se escuchasen hasta en el otro lado del planeta. No entendía una mierda.
 
 
 
 
 
Zoro entró su trabajo corriendo como un loco, Ace que estaba detrás de una barra limpiando un vaso le miró con curiosidad y cuando logró llamar la atención de su amigo, el peliverde levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa tonta.
 
 
 
 
 
-¿Todo bien? ¿Te persiguen ladrones? - Zoro rodó los ojos y cuando se cambió de ropa salió a la barra con un trapo al rededor de su cintura donde solía llevar una carpeta pequeña y un bolígrafo.
 
 
 
 
-No, no me persigue nadie, corría por si llegaba tarde
 
 
 
 
-Ya claro, ¿Y el cochazo de ahí fuera es de plastilina, no?
 
 
 
 
-Cállate, Mihwak me hizó el favor.- Ace le puso ojitos y Zoro levantó el brazo con intención de atizarle pero se detuvo en mitad del camino y se fue a atender a una pareja que habñia tomado asiento segundos después de que el saliese del vestuario. 
 
 
 
 
 
El resto de la tarde Zoro anduvó algo distraido, no mucho, pero a veces se queda quieto con la mirada pérdida en algún rincón y terminaba soltando un largo y lastimero suspiro. Por otro lado, Mihwak, nada más llegar a su casa caminó hacia el salón, se acercó al sofá y buscando el sitio donde el Omega había descansado se tiró con los ojos cerrados. El mayordomo abrió los ojos con una sonrisa en la cara, hacía mucho, demasiado tiempo quizá desde que había visto así al pelinegro. Carraspeó su garganta y Mihwak, tumbado bocabajo giró la cabeza con el ceño levemente apretado.
 
 
 
 
 
-Ese chico es como una brisa veraniega en casa ¿No lo cree? - Mihwak soltó un gruñido y girando de nuevo la cabeza aspiró con fuerza el olor que aún quedaba de Zoro en el sofá.
 
 
 
 
 
-He sido un imbécil...
 
 
 
 
 
-Si me permite opinar, puede que su tono de voz no fuese el adecuado...El chico parecía un cervatillo asustado. - Mihwak hizó un ruido extraño, una especie de gemido de dolor, pero no quedó muy claro.- Aunque no tengo duda de que usted será capaz de solucionarlo.
 
 
 
 
-.....
 
 
 
 
 
-Debería hablar con él, aún no se conocen al fondo y es agradable tenerle rondando por aquí.... Parece un buen chico, quiero decir, novedoso y alegre
 
 
 
 
-Thomas...
 
 
 
 
 
-Come mucho, eso está bien, alguien jóven debe tener ese apetito y parece muy curioso ¿Cree que sería un buen compañero de aventuras?
 
 
 
 
-Thomas...¿Te estás burlando de mi?
 
 
 
 
-Oh no señor, eso nunca. Intento ayudarle. - Mihwak se separó del sofá y con mala cara terminó de levantarse y tras ajustarse la camisa algo arrugada pasó al lado del mayordomo y rodó los ojos.
 
 
 
 
-Voy a prácticar, prepara algo ligero, por favor.
 
 
 
 
-Por supuesto señor.- El Mayordomo le sonrió con suavidad y Mihwak aceleró el paso y cuando llegó a la pequeña sala cerró la puerta y colocándose una nueva máscara todo su cuerpo se tensó, sus ojos perdieron todo el brillo que tenían y perdió toda expresión en el rostro hasta que empezó a sonar la música...Una melodía suave y sencilla, el Alfa se sintió ligero y cerrando los ojos sus labios dejaron escapar una sonrisa sincera. El rostro del Omega apreció en su mente y su música cambio, era más alegre, quizá más viva...El mayordomo se detuvo en la puerta y relajando su cuerpo se permitió admirar aquel sonido. Si Mihwak era feliz, él también lo era...Dejo la bandeja de comida en el suelo con una pequeña nota y pasados unos minutos se alejó sin hacer mucho ruido sintiéndose algo más tranquilo.
 
 
 
 
Zoro movió su hombro con una mueca de molestia y estiró algunos de sus músculos mientras escuchaba a Ace quejarse sin parar, estaba seguro que su amigo ni debajo del agua sería capaz de cerrar la boca. Miró su móvil e hizó un puchero al ver que tenía algunos mensajes de Perona, decía que se iba con Nami a cenar y algunos de sus hermanas pero Mihwak no daba noticias. Guardó el aparato en su pantalón y se rascó la nuca con fuerza.
 
 
 
 
-Oye, hoy que hemos salido pronto ¿Te vienes a buscar a Otama?- Zoro asintió con una sonrisa en la cara y Ace le devolvió el gesto.- Seguro que la alegrará verte
 
 
 
 
-Es que conmigo se divierte
 
 
 
 
 
-Tú la malcrías.- Ace le señaló con le dedo, sonaba como una madre enfadada y el peliverde no pudo aguantarse la risa y ahora era el pelinegro quien quería atizar al otro.- Venga, date prisa, no quiero que Otama esté esperando mucho tiempo.
 
 
 
 
-¿Y eso?
 
 
 
 
 
-Los chicos de su clase son odiosos y pegajosos, los odio, los quiero lejos de mi estrellita.- Zoro le miro parpadeando rapidamente y con el ceño arrugado.
 
 
 
 
-Eso es de celosos
 
 
 
 
-No, tú no lo entiendes, los niños son como sanguijuelas
 
 
 
 
-No creo que nadie chupe a Otama para quitarle la sangre.- Ace se giró y tras soltarte una colleja pidió silencioso mientras caminaba soltando humo por la cabeza. Zoro negó lentamente, pero podía entender la protección que Marco y Ace le daban a aquella chiquilla...Sobretodo porque Otama, literalmente era un peligro....
 
 
 
 
-¡Vamos! ¡Ve más rápido! ¡Mi córcel!- Zoro se quedó a cuadros cuando llegaron a la casa donde algunas tardes se quedaba Otama cuando la pareja trabajaba y la vió subida a la espalda de un chiquillo que probablemente tenía la misma edad que ella. Ace soltó una fuerte carcajada y cuando Otama se percató de la presencia de los Omegas giró su cabeza y con una enorme sonrisa se bajó del chico-córcel y corriendo saltó tirándose a los brazos del pelinegro.
 
 
 
 
-¡Aceeeee!- El pelinegro la atrapó entre sus brazos y alejándola del suelo buscó su mejilla para pegar la suya propia y así envolver a la pequeña con su olor logrando que la chica respondiese al acto revolvíendose entre risas haciendo exactamente los mismo. Zoro se quedó algo más apartado y sintiendo algo cálido en su pecho dejó escapar el aire con una breve sonrisa. Otama se asomó por los hombros del pelinegro y con una sonrisa maliciosa se escapó de Ace y correteó hacia el peliverde quien también la tomo en brazos.
 
 
 
 
-¡Hongo verde!
 
 
 
 
 
-Hola, moco morado.- Otama soltó una risa y le revolvió el pelo. Zoro se dejaba hacer mientras Ace mantenía una conversación con Koala, una muchacha que tendría más o menos la misma edad y que adoraba cuidar de niños, daba igual la edad que tuviesen, siempre acogía a todo mocoso con patas que puediese. Otama se despidió de la chica con un efusivo movimiento de manos y cuando Ace se acercaba extendió los brazos para que fuese el pelinegro quien la llevase ahora.
 
 
 
 
-Oye, ya estás mayorcita para andar sola
 
 
 
 
 
-Pero me da pereza.- Zoro se rió de la desgracia de su amigo y le acercó aún más a la chica que un movimiento agil se colgó del cuello de Ace quien suspirando con una sonrisa termino cargandola, rezando para que se quedase dormida. Lo hizó gracias a Dios.
 
 
 
 
Cuando llegaron a casa del pelinegro Zoro se despidió sin hacer mucho ruido y Marco abrió la puerta para tomar al bicho morado tras darle un suave beso a su Omega en la frente. El peliverde se quedó unos segundos ahí parado después de que Ace se despidiese de él y cerrase la puerta ¿Podría tener él una familia? Institivamente levantó la cabeza buscando el olor de Mihwak, que aunque sabía que sería imposible encontrarlo estando a esa distancia se sintió relajado cuando un cosquilleo se adentró en sus fosas nasales. Sonrió nervioso y dando pequeños trotes se alejó de allí en dirección a su casa pensando cual sería su cena teniendo en cuenta que Perona no estaría y lo más probable es que no pudiese dejar nada por el trabajo.
 
 
 
 
Zoro se sentía ansioso por muchas cosas y ni siquiera lo sabía.
 
Notas finales:

Tengo la sensación de que me ha quedado algo corto, procuraré que en el su¡iguiente se estiré algo más, pero bueno, lo que importa es que os guste jejeje

 

Muchas gracias y en nada nos vemos :D


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