Día 3: Comodín Familia
“Grupo de personas formado por una pareja que convive y tiene un proyecto de vida en común, y sus hijos, cuando los tienen. O conjunto de ascendientes, descendientes y demás personas relacionadas entre sí por parentesco de sangre o legal”. Esa era la definición tradicional de familia. Burda y simple. Naruto no conocía personas que compartieran su sangre. El tercer Hokage había sido estricto respecto a ese asunto y guardó en secreto la identidad de sus padres. ¿Por qué? Nunca lo supo. Se enteró de la identidad de su padre cuando se encontró con su espíritu la vez que el Kyubi se descontroló.
—¿Por qué no tengo mamá y papá? —preguntó una vez al anciano.
—No puedo responder a eso —respondió Sarutobi fumando su pipa con tranquilidad.
No hubo más preguntas al respecto desde ese día. ¿Para qué? Fueran quiénes fueran estaban muertos o desinteresados de su persona. Fueron esos amargos recuerdos los que lo llevaron a la decisión de adoptar al pequeño huérfano. La guerra había dejado decenas de pequeños sin familia. Motivación principal para mandar a construir el orfanato. No obstante había un pequeño niño rechazado por todos. Le recordó a él mismo. No podía darle la espalda como hicieron con su persona.
—¡Hokage-sama! —llamó uno de sus consejeros—. Ese niño es un peligro latente.
—Es tan sólo un pequeño asustado y perdido —dijo firme. Su mandíbula se tensó fuertemente conteniendo sus deseos de gritarles.
—Algún día crecerá y sabrá la verdad tras la muerte de su clan —advirtió Koharu.
—Correré el riesgo —aseguró con seriedad dándoles la espalda para fijarse en la ventana de su oficina—. Si no hay nada más que hablar, lárguense ―ordenó sin interés en seguir con esa absurda discusión.
Dicha orden fue acatada casi de inmediato. Los consejeros podían entender un poco la postura del Hokage. Después de todo se trataba de un superviviente perdido del clan Namikaze. Alguien con habilidades peligrosas e incontrolables. Mas, ellos sabían del carácter terco del jinchuriki. Era mejor retirarse y planear algo mejor. Quizás alguna estrategia o propuesta imposible de rechazar. Sólo por ello abandonaron la oficina dejándolo solo. Solo, si se exceptuaba al Uchiha. Estaba oculto en las sombras. Su presencia fue indetectable para todos dejándolo escuchar cada detalle de la conversación.
—¿Me regañaras también? ―preguntó Uzumaki a su acompañante.
—Seguramente ya sabes mi opinión al respecto —respondió serio—. ¿Por qué esos consejeros siguen en su puesto? Han sacrificado un clan a tus espaldas.
—Mi autoridad no está sobre la de ellos ―suspiró con cansancio―. El señor del fuego es quien puede sacarlos.
—Siguen viéndote la cara ―regañó Uchiha, pues se enteró de ciertos por menores sobre los altos mandos.
—Por ahora dejemos eso de lado y ayúdame con el pequeño ―pidió Naruto acercándose a abrazarlo.
—Adoptaste un niño sin consultarme primero ―protestó apoyando su mejilla en el hombro del otro.
—No creo que sea difícil para ti adaptarte ―comentó Naruto alegremente mientras acariciaba los negruzcos cabellos del otro―. Además sé que querías un hijo y aunque no es en las mejores circunstancias... podemos ser su familia ahora.
―Un niño emparentado contigo con un clan masacrado por el consejo de Konoha ―le recordó el dueño del sharingan con genuina pena por el pequeño―. Estarás en serios problemas con los demás cuando se sepa que adoptaste un niño para criarlo conmigo.
―No importa ―respondió Naruto rompiendo el abrazo para mirarlo directamente a los ojos―. Nosotros seremos una familia. La que el niño necesita y la que a nosotros se nos negó.
Sasuke lo miró con ternura por aquel deseo de su pareja. Hacia mucho tiempo que sus ojos habían perdido ese brillo de anhelo por el mañana y ahora de nuevo podía disfrutar del mismo. Fue en ese momento en el que se propuso cumplir con su petición. Siempre perdía contra las miradas y muecas de Naruto cuando le pedía algo. Y mientras pudiera ver su sonrisa haría lo mejor posible por criar al pequeño juntos. Sólo por él podía sentirse pleno formando una nueva familia sin sentir que traicionaba a la perdida. Y esperaba conseguir ese mismo sentir en el niño recién adoptado.