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Siempre tuyo por 1827kratSN

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—Deben dejarme hablar —les dijo Tsuna cuando salieron de aquel horrendo lugar hacia un claro menos dañado, con estructuras casi intactas, pero que reflejaban el abandono.

Mamma —la más jovencita lo miró con aquellos ojos marrones fulgurantes de inocencia—, estás actuando raro —dejó de lado a su hermano que empezó a asegurar las puertas y vigilar las ventanas—, por lo general estarías más alerta y me regañarías porque me alejé de tu lado.

—Es que…

—Ai —mencionó el otro niño mientras señalaba el piso junto a él—, ven acá.

—¿Qué pasa? —pero siguió la orden de su hermano.

—No me fijé antes —la mirada de aquel chiquillo se tornó más osca, amenazante—. Él no huele como mamma.

 

Las alertas saltaron en esos dos niños, Tsuna lo supo cuando un aura amenazante rodeó al varón y la timidez innata envolvió a la jovencita, quien con temor corrió para colocarse detrás de su hermano. Tsunayoshi sintió pena por esos niños y por ese mundo. Pero no podía hacer mucho, porque su visita no duraría o su influencia sería casi nula en ese mundo. Aun así, intentó explicarse lo mejor que pudo, expresando no ser una amenaza y no estar armado, mostrando sus manos desnudas en son de paz y el aura más suave que pudo emitir.

Pero fue complicado.

 

 

Terzo…

 

 

—Tú no eres mi Reborn.

—Y tú no eres el Tsuna que estoy buscando.

 

Reborn había desconfiado de aquella salida matutina por parte del décimo Vongola, lo siguió obviamente, y terminó descubriendo el jueguito a escondidas del que alguna vez fue su alumno. Cuánta furia dada por una simple mentira, pero en realidad era impotencia al saber que, el chiquillo que siempre tuvo en las manos, ahora se le estaba escapando. No admitiría que enterarse de que Tsuna era un fanático de los experimentos de Verde, fue mejor que la posibilidad —que él imaginó— de que aquel castaño tuviese alguna aventura con alguien que —obviamente—, iba a silenciar indefinidamente.

Pero después todo fue un pequeño lio que terminó cuando se halló en el que era un mundo paralelo —mismo al que Tsuna había viajado minutos antes—, reflejo de un caos que no le gustaba y del cual quería largarse lo más pronto posible. Sin embargo, ahí estaba, frente a un castaño completamente igual a su exalumno, pero que a la vez era diferente, porque esa sed de sangre en la mirada no era lo que había en los ojos del décimo Vongola que el azabache conocía.

Y, sin embargo, Reborn no pudo decir mucho, ni protestar, o pelear, como pareció ser la idea de su adversario, porque un sonido seco se dio a lo lejos y después solo un temblor y gritos. «Kiji, Yume» fue lo que escuchó decir al Tsuna de ese mundo, mismo que sin decir algo más, empezó a correr con tanta velocidad que a Reborn le fue difícil seguirlo.

Pero no se rindió. Persiguió al muchachito que apenas y llevaba la mugrienta ropa destrozada que alguien usaría en un hospital. Lo hizo a sabiendas de que su Tsunayoshi buscaba a su reflejo en ese universo como única misión. Entonces, si perseguía al Tsuna de ese mundo, en algún momento encontraría al exalumno idiota que últimamente había estado alejándose de su alcance.

 

—Grave error, niño —el castaño de ese mundo miró mal al adolescente quien lo había seguido hasta allí, y le gruñó como un animal haría en advertencia.

—Un paso en falso y disparo —fue el reto que Reborn le dio al desconocido mientras empuñaba una glock alterna, porque dejó a Leon en su mundo.

—Hazlo y antes de que la bala me llegue, te habré rajado el cuello —amenazó al niño de aparentes quince años.

—¿Es una apuesta?

—Es una maldita afirmación… —olfateó el aire suavemente antes de afirmar—, humano.

 

Reborn vio entonces cómo ese castaño se inclinaba en una pose de ataque muy ligera y hasta semejante a uno de los lacayos de Mukuro. Era un animal el que lo tenía en la mira, pero ni así se amedrentó, y siguió empuñando su arma. Escuchó el gruñido del castaño semejante —en apariencia— al Tsuna de su mundo, lo vio apretar los dientes afilados, y sintió sobre si el miedo de quien sabe su destino ante la furia de una bestia. Hace tanto que Reborn no había sentido eso, que simplemente sonrió. Sin embargo, no disparó, sino que bajó el arma, y se quedó mirando a la pequeña rendija de la puerta de un armario de cocina que se abrió de pronto.

 

—Proteges a unos niños —recalcó Reborn cuando elevó sus manos y quitó su dedo del gatillo—, respeto eso.

—El honor no es parte de los humanos de este mundo —volvió a gruñir y a deslizarse para que su cuerpo ocultara a los que protegía.

—En mi mundo sí lo es —sonrió, porque obviamente ambos se dieron cuenta de lo que pasaba, o al menos lo imaginaban—. Por eso… no te atacaré.

 

A riesgo de ponerse en peligro, Reborn soltó el arma y la dejó caer para que hiciese un leve sonido. No esperó mucho para que aquel castaño se le acercara con una velocidad casi alarmante, y le sujetara del cuello para mirarlo fijamente con esos ojos marcados por las venas oculares rojizas de quien pasa por una etapa de enfado. Sonrió prepotente sin importarle que siguiese siendo de una estatura inferior a ese Tsuna también, y luego miró a la rendija lejana que se abrió un poco más para mostrar dos pares de ojitos curiosos.

 

—Puedes parecerte mucho a él —murmuró ese Tsuna—, pero apestas diferente.

—No sé si ofenderme.

—Hueles diferente a mi familia… y a mis enemigos —el castaño soltó al azabache—, por eso… te dejaré vivir.

—Qué amable.

—Pero tu actitud es casi la misma —bufó antes de darle la espalda.

 

Reborn se quedó en su posición, sin levantar el arma, con los brazos cruzados, esperando a ver algo interesante, y lo vio. Dos niños, azabaches como él mismo, con las mismas patillas que lo caracterizaban a él, de mirada curiosa y diferente entre sí. Era una niña y un niño, gemelos o mellizos, que no sobrepasarían los once años, quienes le saludaron divertidos mientras preguntaban por qué su padre se hizo más chiquito. Los niños fueron ignorados por el castaño mayor, quien se agachó para tomar en brazos a un pequeño que aun balbuceaba y quien reía con la inocencia que solo alguien de tres años podía tener. El pequeño era un castaño de cabellos alborotados y de mirada tan oscura como la noche.

Eso era lo que protegía esa bestia.

Reborn fue ignorado poco después, porque era obvio, estaban en medio de lo que parecía una guerra y una huida. Tomó su arma sin que el castaño se alterara, fingió no notar que ese Tsuna lamía las mejillas de los niños que le denominaban como “mamma”, y se mordió la lengua para no preguntar cosas que no eran de su incumbencia. Porque su prioridad era encontrar al Tsuna de su mundo, verificar que estuviera bien, y después darle una patada para hacerle entender que esas estupideces no eran acorde al puesto que ocupaba en su mundo.

¡Carajo! Hasta parecía que Tsuna lo hacía a propósito para llamar su atención.

 

—¿No nos llevaremos a la versión chiquita de papà? —preguntó la niña, quien tomaba la mano de su hermano.

—Que se muera si quiere —el castaño mayor miró al azabache de quince por un segundo—. No es de los nuestros.

—¿No podemos conservarlo? —preguntó el niño tirando levemente del pantalón del castaño.

—No… Ahora tenemos que buscar a tus hermanos e irnos.

—¿Y papà?

—Yume —el castaño le acarició la cabecita a la pequeña azabache—. Si tu papà llega y ve a su versión pequeñita, se lo comerá.

—Como si pudiera —bufó Reborn, enfadado por la denominación que le dieron.

—Ja —el castaño se burló—, cuando llegue y te raje la garganta, disfrutaré también —tomó la mano de su hija—. Me basta con tener a un idiota, no soportaría lidiar con dos.

 

Reborn quiso ofenderse, insultarlo, tratarlo como lo haría en su mundo, pero cuando intentó siquiera pronunciar su nombre, la puerta detrás de él se abrió con tanta fuerza que hasta le molestó el ruido. Fue el mejor reencuentro de la vida. Porque fue divertido ver a su exalumno castaño siendo empujado con fuerza por dos jovenzuelos molestos, quienes gruñían e insultaban por la imitación tan “mala” del extraño bajo la figura de su “mamma”.

Les reconocía que al menos en ese universo parecían hablar varias lenguas, como si tuvieran algo de cultura, idea que fue completamente errónea y lo supo demasiado pronto.

 

—¡También hay una versión chiquita de papà!Se alarmó el mayor de los hermanos.

—¿Qué está pasando aquí? —susurró el castaño de ese universo al verse reflejado en el recién llegado, aunque diferenciado por las ropas pulcras del mismo.

 

 

 

Notas finales:

 

Me reí feo al imaginarme a Reborn siendo confrontado por el Tsunayoshi del universo de “Problemas de clase”.

Hay que recordar que aquí los exarcobalenos tienen como quince años en apariencia, los demás bordean los veinticinco. En el mundo de PDC es otra cuestión, Tsuna aparenta los veinticinco a pesar de que tiene muchas décadas más, Reborn aparenta los treinta y es mucho mayor al Tsuna de ese universo.

Nos vemos mañana~

Besitos~


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