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Siempre tuyo por 1827kratSN

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—No eres de por aquí, ¿verdad?

 

Tsuna se asustó porque de nuevo se vio frente a alguien salido de la nada, pero esta vez no fue el único, ya que esa figurilla también parecía sorprendida. Ante él se hallaba su reflejo, su par, su representación en ese mundo. Eran idénticos y la única diferencia estaba dada en que el individuo que lo confrontaba, era su “yo” adolescente, de no más de dieciséis años, que vestía con pantalones cortos, una larga capa negra, y un sombrero puntiagudo del que colgaba una perlita brillante y que parecía cambiar de color.

Fue raro.

Más raro fue que aquel Tsunayoshi sacara una varita de entre su ropa y con ésta hiciera algo parecido a un encantamiento cantado, de esa forma la criatura ligada a su sombra se alejó dando un chillido agitado, y el peso sobre sí mismo se desvaneció. No dijo mucho o miró al chico, no sabía si estaría bien interactuar mucho con él sin causar un desbarajuste en ese universo, pero al final no tuvo que decir nada porque el muchachito le leyó la mente, o eso dijo.

 

—Qué descortesía de mi parte, pero creo que me dejé llevar —sonrió divertido guardando su varita—. Leí tu mente, vi tus recuerdos, lamento eso… —agitó sus manos en disculpa—, pero creo que así nos ahorraremos algo de tiempo.

—¿Te llamas igual que yo en este mundo?

—Sí —sonrió—, ah, pero envidio tu estatura. Yo me quedé así desde que Giotto-san me devolvió junto con Reborn.

—¿Aquí también existe un Reborn? —animado, olvidó los últimos incidentes y se centró en su par de ese universo.

—Oh sí —sonrió con las mejillas rojas—, es mi lazo en este mundo, mi señor, mi tutor, y mi esposo.

 

Tsuna vio a su yo más joven hablar con tanta seguridad y sinceridad que poco pudo hacer más que sujetarse el pecho. Lo peor era que ni siquiera pudo aclarar la última palabra dicha por el más pequeño, porque sintió sobre sí el peso de una mirada furibunda que desencadenó en un ataque certero y que esquivó automáticamente, porque no sería la primera vez que una bala amenazara con destrozarle el cráneo o alguna parte de su cuerpo. Sin embargo, también fue diferente, porque a más de su movimiento para esquivar el ataque, las manos del Tsunayoshi de ese mundo se movieron con agilidad formando lo que parecía una esfera que lo rodeó en protección.

Ah, ¡carajo!

¡Era un mudo de locos!

¡Era divertido!

 

—Es obvio que es otro engaño de Ricardo —bramaba el recién llegado, un adulto de azabaches cabellos, mirada abismal y esas patillas inconfundibles.

—Ay, no —murmuró sin creerse lo que estaba viendo, pues ante él veía al Reborn de ese mundo.

—No lo es —el castañito suspiró—, es un visitante especial que solo está aquí para averiguar algunas cosas.

—No me fio de esa mierda.

—Reborn por favor —suspiró el menor de ellos—. Presiento que el chico no estará aquí mucho tiempo, así que debo ser rápido.

—¿También posees intuición? —Tsuna miró a su otro yo.

—No le decimos así aquí —sonrió antes de liberar la barrera y acercarse al castaño mayor, eso a pesar de los regaños del azabache—. Pero escucha, te daré tu respuesta.

—No he preguntado nada.

—Lo que diferencia a tu mundo y al mío —sonrió mostrando sus manos que brillaron suavemente—, es que aquí, mi magia… es distribuida a todos como un manto que les da sus características especiales… Lo que no pasa en tu mundo —señaló la frente del mayor—, porque tú solo puedes usar tu magia para ti mismo y en muy contados casos para los demás.

—Espera, antes de que me vaya tengo una pregunta más.

—No se puede —dijo el más joven—, porque te acaban de llamar —sonrió.

—Pero Reborn es…

 

Dos segundos después, Tsuna sintió aquel estremecimiento extraño que recordaba del viaje hacia ese mundo paralelo, y los mareos dados cuando tocó tierra firme. El cambio fue tan brusco que apenas pudo ver al científico que lo esperaba en la puerta del compartimento, y quien lo sacó a tiempo para que nuevamente pudiera vaciar su estómago fuera de tan costoso equipo. Fue tanto caos en tan poco tiempo que cedió a un agotamiento casi irónico y no supo más.

Durmió seis horas después de eso.

Despertó cuando, al parecer, lograron que Verde dijera la verdad, así que aprovechó y durmió seis horas más hasta que el científico boquiflojo afrontara las consecuencias de desobedecer una de sus órdenes. Ya después se preocuparía por hacerles entender a todos que financió un proyecto interesante, que le llevó a crear un sinnúmero de teorías de lo que hubiese pasado bajo ciertas circunstancias englobadas solamente en sus llamas de la última voluntad. ¿Cuántas posibilidades más habría si contaba con otra variante que no fueran sus llamas?

 

—No harás esos viajes solo —sí, se esperaba eso, pero no al protagonista de esa “charla”.

—De ser otros tiempos, Reborn —Tsuna miró al adolescente al que vio crecer durante esos años desde que rompieron la maldición—, me abrías mandando como experimento para que forjara mi carácter.

—Ya no son esos tiempos.

 

Reborn se hallaba cruzado de brazos, con los labios apretados, e intentando parecer amenazador, cosa que no podía darse muy bien porque su madurez aun no llegaba por completo. Seguía siendo un adolescente ante la vista de todos, eso a pesar de que todos sabían que tendría más años que el propio Tsuna. Reborn ni siquiera tenía una voz gruesa, como Tsuna recordaba lo fue en la versión de su tutor en el universo que visitó esa mañana.

 

—Eres el líder de una mafia poderosa, único heredero, y nuestra prioridad es tu seguridad.

—No pasó nada —quiso olvidar las cosas que vio y escuchó en ese universo—, además, fue divertido.

—No lo fue para los enfermeros que no sabían qué te pasaba, ni para todos tus guardianes que empezaron a entrar en pánico y armar un alboroto.

—Verde tiene que hacerle algunos ajustes a esa máquina —suspiró—, eso es todo.

—¿Y si esa cosa te hacía daño? ¿Te lastimaba o algo así?

—¿Te estas preocupando por mí? —le sonrió entre divertido y enternecido.

—No —hizo una mueca de fastidio—. No tienes tanta suerte, dame-Tsuna.

 

Tsuna suspiró por décima vez desde que despertó, las contó, porque tuvo que lidiar con todos sus amigos preguntándole mil cosas en medio de su preocupación casi exagerada, además de salvar a Verde para que no lo acribillaran, y de paso, detener todo intento por romper esa máquina de viajes a través de tiempo-espacio, porque simplemente no dejaría que le quitaran la mayor diversión que pudo haber conseguido. ¡Carajo! Y es que esa máquina podría generarle tantos momentos divertidos, así como responderle ciertas cuestiones hipotéticas en su cabeza.

Como, ¿Cómo logró su yo jovencito casarse con Reborn?

Joder, eso sí fue una sorpresa muy intensa.

Quería volver y preguntarle.

La cosa era que ni loco dejaba de lado la investigación de Verde, mucho menos iba a permitir que alguien más tomara su lugar como objeto de prueba, y más importante que eso, no autorizaría que alguien más lo acompañara en esa travesía.

¡No señor! ¡Quería hacer eso solo! Porque su descubrimiento tenía que vivirlo por sí mismo, para así cuestionarse su propia existencia en solitario. Además, no quería que sus amigos armaran un alboroto en los otros universos, pues había que aceptar que seguían siendo los impulsivos de siempre y eso no le convenía.

 

—Dije que lo seguiré haciendo —se levantó, dándole frente a Reborn—. Y ni tú ni nadie me lo va a impedir.

—¿Qué hallaste allá para que te interesara tanto? —criticó enfadado.

—Muchas cosas —evitó mirar a esos ojos que le trajeron momentáneamente la visión del Reborn del otro universo.

—¿Por qué haces esa expresión tan… patética?

—No te escucho, Reborn —empezó a alejarse mientras intentaba no sonreír o sonrojarse. No debía pensar en la versión adulta de Reborn.

—Te has vuelto atrevido, dame-Tsuna.

—Tú me volviste así, Reborn —sonrió antes de agitar su mano en despedida—. Y me gusta.

—¡Vuelve aquí, niño!

—El único niño aquí, eres tú —canturreó antes de apresurar su paso y evitar la furia del adolescente.

 

Si, Tsuna adquirió ciertas manías extrañas por molestar a su joven tutor. Aunque su justificante correcto debería ser que: le gustaba jugar con fuego.

Tantos años en ese mundo mafioso le tenían que dejar un rastro, y fue su dulce forma por joderle la paciencia a sus aliados más cuadrados y a su muy adorable tutor, porque nadie se atrevería a decir que Reborn no era la criatura más adorable que creció en la mansión. Sí, muchos no entendían como aquel pequeño niño seguía siendo la máquina asesina más letal de su mundo.

 

 

 

Notas finales:

 

Creo que es obvio que el segundo universo se llevará el mayor protagonismo en este fic XD

Bueno… no lo pude evitar.

Perdonen a Krat~


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