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RinHaru week 2019 por Yaoi lovers

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Notas del capitulo: ¿Quién publica un capítulo con más de seis meses de retraso...? Pues sí, yo. Estoy sorprendida de que haya pasado tanto tiempo ya y aun no puedo concluir con esto...
 
Pero bueno, han pasado cosas y no he estado del todo bien para escribir. Aun así tengo intenciones de terminar aunque sea para navidad(? Así que nada, los dejo con la historia. 

Era extraño, demasiado a decir verdad, y aún así ese chico pelirrojo y de afilados dientes seguía ahí de pie frente a él mirándolo con ese sonrojo inocultable y sus ojos mostrando tanta determinación como el día en que pidió que compitieran juntos en los relevos.


No podía hacer más que mirarlo, todo había ocurrido tan repentinamente que no podía entender el significado de esas palabras y, sin embargo, no dejaba de pensar en el suceso.


Sólo quería que lo supieras antes de que me vaya, no necesito que digas nada al respecto —estaba nervioso y entendía que su acompañante no hablara, simplemente quería desaparecer así que tomó sus cosas y corrió en la dirección opuesta mientras se despedía.


Haruka nunca se había cuestionado que era lo que le causaba la presencia de Rin pues estaba seguro de que su sentir no cambiaría. Le molestaba esa actitud ruidosa e insistente y mucho más lo hacía el que llegara a invadir su mundo y su espacio obligándolo a salir de su zona de confort para hacer cosas que nunca hubiera pensado.


Sin embargo, no podía negar que algo en él lo hacía sentir extraño, diferente a como cualquier otra persona con esa misma actitud le haría sentir. Simplemente terminaba siendo arrastrado por sus acciones e involucrado en sus locuras sin poder evitarlo.


Se preguntaba una y otra vez que intentaba decir con esas palabras tan repentinamente. "Me gustas" fue lo que salió de sus labios, sólo dos palabras que representaban los puros sentimientos del pequeño tiburón quien por fin había reunido el valor suficiente para prácticamente gritarlas frente a él sin la más mínima consideración.


Porque sí, era egoísta que a sabiendas de lo inexperto que era el de ojos azules en esos temas y luego de anunciarle que partiría y pasaría un largo tiempo antes de que volvieran a verse, llegara tan confiado a abrumarlo con sus sentimientos sin darle tiempo siquiera para reflexionar sobre los propios.


Estaba molesto por lo apresurado que todo había ocurrido, tanto que no se dio tiempo para entristecerse o pensar en lo solitario que sería dejar de tener la molesta presencia de Matsuokarondándolo día tras día. Simplemente seguía con ese mismo sentir ignorando los sentimientos que intentaban salir a flote.


Era difícil contenerlos y probablemente la molestia hubiera crecido de no ser por ese día en que se encontró a Yamazaki, quien terminó por entregarle una carta de parte de Rin, asegurando que era el destinatario y que debía tenerla.


No hubiera hecho caso en un principio pero, aunque no lo aceptara, saber que a pesar de todo el chico también pensaba en él le llenaba de entusiasmo y tenía esas ganas incontenibles de saber lo que estaba sucediendo en su vida y ¿Porqué no? mantener la esperanza de que el tiempo pasaría rápido y antes de lo previsto pudieran reencontrarse.


Con cada palabra su pecho se estremecía y la emoción crecía en su interior, deseaba más que nunca por fin encontrarse para decirle todo lo que estaba sintiendo mientras leía. Estaba entusiasmado y esperaba con anhelo el día en que sus caminos volvieran a cruzarse, tanto que no dejaba de pensar que el encontrarse con el chico en el cruce del tren era cosa del destino.


Había tantas cosas que quería decir, pero el insistió en que sólo quería nadar, competir como en tantas otras ocasiones y sólo se dejó llevar. No fue hasta que vio las lágrimas corriendo por su rostro que supo que algo no estaba bien, y todas sus ilusiones se derrumbaron cuando un débil "Dejaré la natación" escapó de sus labios mientras se alejaba a toda velocidad sin que nada ni nadie pudiera detenerlo.


No entendía que había ocurrido, pero se sentía responsable por provocar el sentimiento que lo llevó a tomar esa decisión, por más que intentó detenerlo era demasiado tarde y no quiso saber más sobre la natación.


Pasó muchos años sin siquiera acercarse a una piscina hasta que se reencontró con Nagisa en la preparatoria, quien insistió en revivir el club de natación, haciendo para ello que regresaran a donde antiguamente practicaban. Haru no estaba especialmente entusiasmado pero había accedido a ir, llevándose una gran sorpresa al encontrarse con Rin una vez más.


El encuentro no fue lo que esperaba y tampoco lo fueron los posteriores pero tenía claro que mientras siguiera nadando él y Rin volverían a encontrarse así que no era momento de perder las esperanzas. Claro que le había dolido escuchar al chico diciendo que no necesitaba volver a nadar con él pero tenía una meta clara y no iba a rendirse fácilmente.


Los días pasaban y por fin llegó el tan ansiado encuentro, aún no era momento de los relevos y sus compañeros estaban junto a él mirando el resto de competencias. Era turno del tiburón pero algo no estaba bien, sus movimientos eran muy diferentes a los acostumbrados y su velocidad disminuía mientras el resto avanzaba.


Perdió la carrera y era evidente su pesar, todos estaban sorprendidos por ello pero solo Nanase había sido capaz de salir de la conmoción y correr a buscar al chico. No pudo llegar a tiempo y para cuando se reunió con el resto de su equipo recibieron la noticia de que no participaría en el equipo de relevos sintiendo que nuevamente había perdido su oportunidad.


Fue entonces que Rei habló sobre la conversación que anteriormente tuvo con él y entre todos decidieron dividirse para buscarlo. No había señales de su paradero pero el azabache de pronto recordó ese lugar tan similar al mismo en que había recibido la confesión en su infancia.


Corrió tan rápido como le fue posible hasta allí y por fin lo encontró; para el chico no era nada agradable el encuentro y una vez más comenzaron a discutir hasta que vio el mensaje que el delfín había escrito en el suelo cuando llegaron. Los sentimientos fluyeron y esta vez fue Haruka quien tomó la iniciativa y llevó al chico a seguir sus planes.


Luego de eso su relación logró mejorar, volvieron a ser más cercanos e incluso el pelirrojo pasó algunas noches en su casa y uso la camiseta de Hosoe-son-kun.


No entiendo porqué te gusta tanto, es extraño —es lo que decía cada vez que miraba el estampado con ese pez en la prenda.


Aún así no se había negado a usarla, era tan peculiar y parecía tan preciada para el azabache que no podía rechazarla pese a lo extraño que le pareciera el personaje.


El tiempo seguía pasando y pese a que ninguno había vuelto a mencionar lo ocurrido en su infancia, Haru tenía muy presentes las palabras del chico. Definitivamente no lo odiaba y luego de que todo se solucionara supo que él tampoco lo hacia. Sin embargo, y pese a que él había tomado una decisión sobre sus sentimientos, el tema no había vuelto a surgir y no quería ser quien lo mencionara.


La preparatoria había terminado y Matsuoka partiría a Australia nuevamente, muchas cosas habían pasado, incluso el malentendido que los llevó a reunirse por la noche en una banca cerca del mar y la competencia por el juguete que Momotaro deseaba.


Estaba a punto de partir del lugar para volver por sus maletas cuando el resto se dispersó, dejándolo sólo con el azabache. Ambos permanecieron en silencio sin ser capaces de decir algo, se sentían extraños y no podían evitarlo.


Espera, tengo algo para ti —de pronto el pelirrojo rompió el silencio mientras buscaba en sus bolsillos un objeto. Aquí tienes —le extendió una figura bastante similar a la que entregó momentos atrás al menor de los Mikoshiba.


Eres quien se marcha, debería ser yo quien te diera algo —estaba sorprendido por la acción, pero sus manos avanzaron hasta sostener la pequeña criatura que le entregaba.


Eso que más da, no es como si debieras darme algo por ello... Además, esto no es algo especial. Lo vi y recordé a Hosoe-son-kun, sé cuanto te gusta y... Lo compré sin pensar, sólo tómalo de una vez soltó por fin el objeto dando unas cuantas quejas más sobre el objeto y la reacción que tuvo hasta notar el casi imperceptible sonrojo y la sonrisa que le dedicaba.


Gracias, voy a atesorarlo...


Sólo pudo ver al chico intentar en vano ocultar su sonrojo mientras le repetía que ahora que era suyo no tenía nada que ver con él y no necesitaba saber que haría con el objeto.


Se despidieron después de aquello con la promesa de volver a encontrarse en el escenario mundial; sería un largo tiempo sin verse, lo sabían, pero estaban seguros de que aquello no era grave pues de una u otra manera seguirían conectados, aun con la distancia.


El tiempo no se detuvo y antes de poder darse cuenta el día de su reencuentro llegó, Matsuoka estaba de vuelta y no tardaron en reunirse. La conversación había fluido rápidamente y ahora se encontraban observando la puesta de sol junto con Makoto.


Haruka insistió en invitar al recién llegado a pasar la noche en su departamento pese a lo mucho que él intentó negarse. Llegaron al lugar y Matsuoka no podía ocultar lo extraño que se sentía estando ahí, no era su primera vez durmiendo en casa del azabache, pero había pasado tanto tiempo desde la última que simplemente no sabía que hacer.


Como era costumbre, Haru lo había dejado usar el baño primero mientras se encargaba de un par de pendientes, tiempo que utilizó para relajarse y dejar de preocuparse. Volvió a la habitación cuando estuvo listo y miró con atención cada uno de los rincones del espacio con una disimulada sonrisa hasta que sus ojos se posaron en el extraño ser que descansaba en la mesita de noche.


¿Aun lo conservas? —se acercó hasta el lugar tomándolo con cuidado mientras lo observaba. Quizá no había pasado mucho tiempo, pero le sorprendía que estuviera en un lugar tan visible.


Dije que lo atesoraría —respondió sin darle mucha importancia antes de salir de la habitación—. Utilizaré el baño.


El pelirrojo permaneció ahí con el objeto entre sus manos sin ser capaz de soltarlo. Recordaba a la perfección que en cuanto lo vio en el aparador de aquella tienda había recordado a Haru y no pudo evitar comprarlo para dárselo, claro que no esperaba verlo entre sus cosas y menos aun tras la mudanza a su departamento en Tokio.


Una vez que Haru volvió siguieron conversando mientras preparaba el futón para dormir. Cuando las luces estuvieron apagadas Rin siguió despierto observando de vez en cuando el último obsequio que le había dado.


¿Creíste que me desharía de él? —la voz del azabache lo sacó de sus pensamientos, creía que estaba dormido pero al parecer se percató del interés que seguía mostrando por el objeto.


No creí que lo traerías a Tokio, pensé que seguiría en Iwatobi —no quería darle mucha importancia, pero tampoco podía fingir que no sabía de que hablaba.


Me lo diste ante de irte y prometimos encontrarnos en el escenario mundial, sirve de recordatorio —no podía ver su rostro debido a la diferencia de altura entre la cama y el futón, pero por su voz sabía que lo que dijo era cierto—. Y me recuerda a Hosoe-so-kun, no podía dejarlo.


Ahora que lo mencionas ¿Aún tienes esa camiseta? Me alegro de haber estado preparado o seguro hubiera tenido que usarla de nuevo —intentaba bromear, de pronto el ambiente parecía demasiado serio y era extraño.


No la traje conmigo, no pensé que vendrías tan pronto y te quedarías a dormir.


El pelirrojo no supo que responder, su comentario lo había tomado por sorpresa y definitivamente no era lo que esperaba escuchar. Prefirió cambiar de tema y seguir diciendo algunos comentarios al azar esperando que pronto olvidara el tema de la camiseta.


Luego de unos minutos ambos permanecieron en silencio sin saber que más decir. Matsuoka creyó que era el momento indicado para dormir pues al día siguiente tendrían una competencia y debían descansar. Luego de eso volvió a guardar silencio aunque sin ser capaz de dormir, con demasiados pensamientos rondando su mente.


Pensé que habrías hecho una reservación en algún hotel o algo parecido, no creí que aceptarías mi invitación para quedarte y menos después de todas las veces que insististe en que no era necesario —Nanase rompió el silencio sin estar seguro de ser escuchado—. Es extraño tenerte aquí luego de tanto tiempo, pero supongo que quería conversar un poco antes de mañana.


Rin prefirió no responder, no estaba seguro de lo que el chico intentaba decir y creyó que si hacía cualquier comentario podría interrumpirlo.


He estado pensando en muchas cosas desde que volvimos de ver al resto, han crecido y nosotros también, nuestros mundos se expanden cada vez más y no podemos mirar atrás... —hizo una pequeña pausa, como dudando de lo que estaba a punto de decir-. Y aun así a veces sigo pensando en lo que dijiste antes de ir a Australia la primera vez.


No recordaba con exactitud sus palabras y tampoco entendía a que quería llegar el chico con un comentario así. Estaba a punto de intervenir pero las palabras que escuchó le impidieron seguir.


Cuando dijiste que te gustaba no logré entenderlo del todo, no sabía que intentabas conseguir si ibas a irte de cualquier manera. Intenté no pensar mucho en ello pero hace rato, mientras descansábamos antes de llegar a la competencia pensé en ello. Quiero que sigamos viendo nuevos paisajes, juntos. En el escenario mundial y hacia donde vayamos después, quiero verlos todos contigo.


Escuchó su nombre un par de veces mientras mantenía los ojos cerrados, el llamado era insistente pero no se sentía capaz de mirar a Haru luego de escuchar todo aquello.


Ni siquiera recordaba haberse declarado y menos aun podía creer que lo que escuchó era real. ¿Qué se supone que debía decir ante algo como eso? Ni siquiera lograba entender que es lo que quería decir, y aún así su corazón no podía dejar de latir mientras seguía ignorando los llamados del chico.


Apenas pudo dormir mientras las palabras resonaban en su mente, no era capaz de entender lo que acababa de pasar y tampoco se sentía capaz de enfrentar a Haru para intentar darle sentido a sus palabras.


Al día siguiente ninguno volvió a mencionar el tema y simplemente se dedicaron a seguir con sus actividades programadas sin mucho por decir aunque Rin seguía sin olvidar del todo lo que había pasado.


Quizá le estaba dando demasiadas vueltas al asunto y no tenía caso seguir pensando en ello. Después de todo, Haru tampoco le había dado importancia así que no había razón para pensar más sobre ello.


El tiempo siguió su curso y antes de que pudieran darse cuenta se encontraban a punto de iniciar su primera competencia como nadadores profesionales. Ambos estaban emocionados y no sólo por la competencia, sino también porque era la primera competencia en la que volverían a competir en el carril contiguo.


—Espero que no estés preocupado —estaban a punto de dirigirse a la piscina y Rin no quería perder la oportunidad de bromear un poco.


—Lo estás mucho más que yo —sabía lo que intentaba con su comentario y estaba seguro de que desafiarlo de vuelta era la mejor opción.


Ocuparon sus respectivos lugares y mientras esperaban la indicación para lanzarse al agua sus miradas se cruzaron. La determinación en los ojos azules era evidente y el pelirrojo sonrió ampliamente satisfecho por haber logrado lo que buscaba.


—Hay algo que debo decirte —la voz de Haru rompió el silencio y Rin no pudo evitar mirarlo extrañado—. Hablaremos luego de la competencia...


No entendía la razón de su comentario en un momento así, pero por la forma en que lo dijo suponía que era algo importante. Sin embargo, no podía dejar que eso lo distrajera, debía esforzarse y esperar para saber de que se trataba.


Luego de la competencia ambos se felicitaron por su desempeño dentro de la piscina e intercambiaron una sonrisa llena de satisfacción por los resultados conseguidos. El pelirrojo incluso había olvidado el último comentario que le hizo el chico antes de entrar al agua y no volvió a mencionar el tema.


Pero para Haru era importante, había tomado una decisión desde hacía varios días y no iba a dejar las cosas así.


Rin, no olvides que hay algo que debo decirte. Te veré más tarde ¿De acuerdo? —y sin esperar más respuesta siguió con lo que hacía.


Claro que lo tomaba por sorpresa, no era común que el azabache fuera tan misterioso pues siempre era directo con sus palabras y verlo actuar de esa manera lo intrigaba.


Aunque también era consciente de los pendientes que surgían luego de las competencias, y ninguno de los dos podía ni debía incumplir con sus deberes. No había más opción que esperar a que hubieran terminado para poder hablar.


Una vez que ambos terminaron con sus labores se reunieron. Fue Haru quien acordó el lugar y para cuando el pelirrojo llegó él ya estaba ahí. Parecía que estaba demasiado concentrado en algo pues ni siquiera notó la presencia del otro.Se acercó en silencio hasta él intentando descubrir que tenía al chico tan absorto.



—Creí que lo que debías decirme era importante —seguía sin saber que tenía a Nanase tan concentrado, pero sentía demasiada curiosidad sobre lo que tenía por decir como para esperar más tiempo—. ¿Qué sucede? No es propio de ti darle vueltas a las cosas.




—Creo que no escuchaste lo que dije cuando te quedaste conmigo en Tokio —quizá sería demasiado repentino decirlo de esa manera, y más considerando todo el tiempo que había pasado ya, pero ya que para Rin también parecía importante escucharlo lo mejor era decirlo rápidamente—. De verdad quiero ver muchos más paisajes juntos, todos los que nos depare el futuro.




—Lo haremos, nos espera el escenario mundial y seguramente formaremos el mejor equipo de relevos una vez que seamos seleccionados...




—No sólo me refiero a eso —la interrupción fue tan repentina que ambos se mantuvieron en silencio unos instantes como esperando que el otro hablara—. Eres importante para mí y lo supe luego de que fueras a Australia la primera vez, cuando Sousuke me dio esa carta y cuando volvimos a encontrarnos en el cruce de tren. Cuando volvimos a nadar un relevo juntos, después de que fuéramos a Australia y descubriera lo que quería hacer.




—Oye, oye. Hemos pasado muchas cosas y seguiremos compartiendo más recuerdos, ya te he dicho lo importante que eres para mí así que no es necesario que digas todo esto —se sentía confundido y no entendía a que quería llegar con tantas palabras.




Rin... —sin que pudiera evitarlo o siquiera darse cuenta esos profundos ojos azules se encontraban a escasos centímetros de él sin darle espacio para alejarse—. No entendí de que hablabas cuando dijiste que te gustaba y quizá seguiría sin entenderlo si no hubiera pasado todo eso entre nosotros.




—Haru, esto comienza a ser extraño —la cercanía lo estaba poniendo nervioso, los latidos de su corazón se habían acelerado y la penetrante mirada que no se apartaba de él volvía todo más raro—. Ni siquiera entiendo que quieras decir con todo esto y...




—También me gustas, Rin —quizás estaba siendo demasiado directo con sus palabras, pero no tenía ningún sentido ocultar un sentimiento que llevaba tanto tiempo formándose y al que por fin podía darle un nombre.




Un tenue carmín invadió el rostro del chico haciéndolo incapaz de decir o hacer algo. Su expresión era de completa sorpresa y por más que intentara alejarse era incapaz de moverse un solo centímetro mientras sentía que la vergüenza se apoderaba de él mientras más tiempo pasaba.




—Me gustas, Rin. Quería que lo supieras, no importa si tus sentimientos han cambiado porque no estoy pidiendo una respuesta, solo creo que debía decirlo correctamente.




—Haru... —eran demasiadas las emociones que estaba experimentando en ese momento y no se sentía capaz de decir algo más.




Todo había sido tan repentino y tan confuso que apenas pudo escuchar al chico repetirle que no necesitaba que respondiera y que si se sentía más cómodo podía hacer como si nada hubiera pasado.




Pero definitivamente no podía hacer eso, no mientras de su mente no pudiera borrar todas y cada una de las palabras de Haru y la mirada tan determinada que le mostraba. Fingir que nada de eso había sucedido sería demasiado egoísta pues estaba seguro de que llegar hasta ese punto no había sido nada fácil.




Apenas pudo dormir esa noche, pensaba en tantas cosas que era difícil conciliar el sueño. Sabía que debía hacer o decir algo al respecto pues después de todo incluso si no podía recordar el haber dicho que le gustaba era consciente de que sus sentimientos por el chico eran profundos y no era únicamente por su amistad.




Haru era especial en muchos sentidos, no había una sola vez en que esa mirada azul y distante no lo hiciera estremecerse y ni siquiera podía llevar la cuenta de todas las veces en que sus ánimos estaban por los cielos mientras nadaba o compartía algún momento con él.




Debía ser sincero, también consigo, y expresar todo aquello que no pudo decir ante la sorpresa así que citó al chico tan pronto como le fue posible.




Rin, si es por lo que dije antes no tienes que decir nada, te dije que no es necesario...




—Lo es, es necesario que diga algo —lo había interrumpido porque sabía que si no lo hacía probablemente no podría hacerlo en otro momento—. Creo que sabes mejor que nadie lo mucho que te admiro y lo importante que eres para mí... Has estado presente en tantos momentos de mi vida que es difícil pensar como serían las cosas si no te hubiera conocido —una gran sonrisa iluminó su rostro, ni siquiera intentaba disimular la sensación de plenitud que le causaba estar a su lado.




—Rin...




—Me sorprendió mucho que dijeras que te gusto, incluso por un momento creí que podía estar entendiendo todo mal. Si alguien me hubiera dicho que te escucharía diciendo eso no lo habría creído —sus ojos rojos se posaron en él aun sin ser capaz de expresar correctamente lo que estaba sintiendo—. Es extraño, porque nunca pensé que escucharía eso viniendo de ti... —Haru intentó intervenir pero no se lo permitió—. Lo más extraño de todo es que mientras intentaba dormir no podía dejar de pensar en eso y de pensar en todos los momentos que hemos pasado, lo mucho que hemos crecido juntos y esa sensación desbordante que se apodera de mí cada que vamos a competir.




Se miraron durante unos instantes sin que ninguno pudiera decir algo, sólo compartían ese momento tan íntimo en el que sobraban las palabras pues ninguna sería capaz de acercarse al significado que tenía para ambos.




—Supongo... Que también me gustas —se sentía demasiado abrumado y avergonzado por sus propios sentimientos y creía que en cualquier momento sería incapaz de hablar—. No es fácil poner en palabras lo que siento por ti, pero creo que decir que me gustas es bastante cercano —hizo una larga pausa, el azul y el rojo volvieron a encontrarse y por un momento no existió nada más que ellos dos



Sintió unos brazos rodear su cintura mientras sus cuerpos se acercaban y el mentón del chico se apoyaba sobre su hombro antes de depositar un cálido beso en su mejilla mirando hacia donde él lo hacía.


—Es hora del brindis, se supone que estemos ambos presentes para ello —hizo una pequeña mueca para reprocharle por su ausencia a lo que el de ojos azules dejó descansar su peso contra su cuerpo con los ojos cerrados—. Hablo en serio Haru, debemos volver. Sé que te gusta ver el mar pero podemos caminar en la orilla en cuanto termine la fiesta ¿Sí?


Sólo recibió como respuesta el suave contacto entre sus labios y una disimulada sonrisa antes de que el chico se separara y comenzara a caminar hacia el interior del recinto.


—Dijiste que debemos estar ambos, deja de perder el tiempo —extendió su mano hacia él mientras lo miraba, amaba la expresión que el pelirrojo hacía cuando lo retaba—. Sólo salí a pensar, no iba a tardar.


—¿En qué pensabas? Ni siquiera escuchaste todas las veces que te llamé —lo miró con curiosidad mientras lo seguía entrelazando sus dedos, le gustaba la sensación de los anillos chocando cuando sus manos se encontraban.


—¿Importa...? —lo miró de forma retadora mientras dejaba que el chico comenzara a quejarse por su actitud tan despreocupada mientras todos sus amigos esperaban para celebrar junto a ellos un momento tan importante hasta regresar al lugar donde la recepción se llevaba a cabo y los invitados no paraban de preguntar donde estaba la pareja.


Los ojos rojos no se habían posado ni un instante en él mientras subían a la plataforma para realizar el brindis, seguía molesto por la aparente indiferencia de su pareja y no pensaba disimularlo ni aunque su hermana insistiera en lo mal que saldrían las fotografías si no cambiaba esa expresión.


Los invitados comenzaron a voltear hacia la pareja un poco desconcertados por el aura que los rodeaba. Y ante la mirada de sorpresa de todos los presentes el azabache tomó la mano de su ahora esposo para atraerlo hacia su cuerpo y besar con ternura sus labios mientras susurraba un suave te amo mirándolo a los ojos.


Recibió una última mirada de reproche acompañada de un ligero sonrojo mientras sus manos volvían a entrelazarse y con la que mantenían libre tomaban una copa para realizar el brindis que sellaba su unión.


—También te amo, aunque no hayas parado de bromear en todo el día —susurró antes de acercarse junto con él para dar el discurso de agradecimiento por acompañarlos en un día tan especial.


No había podido separar la vista ni un sólo segundo de su pareja, parecía increíble que luego de todo lo ocurrido durante su infancia y adolescencia ahora estuvieran casados y mucho más enamorados que nunca.


Porque si le daban a elegir entre alejarse o mantenerse unido a esa presencia molesta que invadió su vida sin consideración alguna, una y mil veces volvería a elegir estar a su lado, descubriendo paisajes nunca antes vistos.

Notas finales: Y nada, pues aquí la penúltima historia de esta serie de one shots (que prometo terminar por más difícil que parezca todo) para una de las parejitas que más quiero.
 
Espero que nos sigamos leyendo.

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