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Entre mares y tierras por Dantalion118

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Una persona con el anhelo de formar una familia es fácil de manipular y más si tú eres la persona que él siempre espero, puede sonar arrogante pero tienes a ese ser en la palma de tu mano, o eso dicen las personas con experiencia en ello, el punto aquí es que Deidara, él…, él puede darle eso a Itachi, sin duda, si tú mismo, tu mi estimado lector, lo vieras, llorarías, llorarías de tristeza, Itachi porta el rostro de un niño al cual le están comprando con un caramelo, el caramelo mas deseado de su corta vida y a su vez el más caro.

 

Deidara lo mira nervioso y ansioso, realmente espera que acepte, no quiere volver a esa asquerosa celda, quiere tener poder, lo había pensado durante mucho tiempo, Sasori tenía poder y dinero en el lugar donde Vivian, esa era la verdadera razón tras aquel compromiso era verdad que le quería pero no era aquello que las personas cursis llamaban “amor de verdad”, por el contrario Itachi era mucho más masculino que cualquiera, era adinerado y siempre estaba viajando, solo debía aprender a manejarlo y lo tendría bajo su poder o eso esperaba, no había forma de escapar pero si de disfrutar su prisión.

Itachi asintió mirándole a los ojos –no me quites a mi hijo, no te vayas… se hará lo que tú quieras –susurro besando su vientre mientras le abrazaba de la cintura, era el hombre más feliz del mundo, seria padre, se sentía completo, realizado, su madre seguramente estaría orgullosa de él y ni hablar de su progenitor, sería el más contento con tal noticia.

Deidara por su parte sonrió complacido, tomo el rostro de Itachi, ahora solo faltaba algo importante, írselo asegurando, beso sus labios, el mayor correspondió, Deidara se acostó con cuidado y dejo al mayor sobre él, este le miro embelesado, acaricio sus muslos, al fin lo tenía, por voluntad propia sin tratas, sin malas decisiones, seria padre, tendría un hijo y un hermoso omega.

 

-hazme el amor- pidió en un susurro Deidara sobre los labios ajenos, besando su cuello, acariciando su espalda con cuidado, Itachi sintió aquella pequeña esperanza florecer en su corazón.

La ropa que estorbaba quedo en el piso, la mullida cama rechinaba ante cualquier movimiento, Deidara deslizo con lentitud sus manos hasta sus piernas, abriéndolas para levantarlas haciendo una clara invitación al azabache de colarse entre ellas, su rostro era cubierto un rojo carmín debido a la vergüenza, Itachi relamió sus labios, era una escena sumamente erótica.

Bajando con lentitud dejando un rastro de chupetones llego al miembro semi erecto de su amado rubio, dio una leve lamida con su lengua caliente, Deidara podía sentir como el mayor llevaba todo su miembro al interior de su boca dando unas excelentes y placenteras lamidas.

-Ita...- susurro acariciando sus cabellos –mas…- pidió con los ojos llenos de placer, el azabache cogió con firmeza la cadera ajena apoyándose para poder mover mejor sus labios, Deidara gemía sin pudor alguno, Itachi era sumamente bueno con su boca, era algo delicioso, su lengua capturaba casi todo y entonces su cabeza le jugó una mala treta, para que alguien fuera así de bueno debía tener mucha experiencia y es que no se necesitaba ser un experto para saber que aquel hombre que se hallaba sobre el había estado con más de un doncel o mujer, aquello le hizo gruñir.

 

-sucede algo? - cuestiono Itachi había logrado sentir como su amado rubio se tensaba –puedo parar si eso te calma- sugirió y no es que quisiera detenerse, todo lo contrario, pero no lo lastimaría y mucho menos lo forzaría a algo que pusiera en riesgo a su hijo.

 

-No te he dicho que pares- se defendió el rubio mientras le veía ligeramente molesto –acaso debo solicitar que alguno de tus marineros venga a complacerme? - soltó con toda la intención de molestarle, pudo apreciar como Itachi Fruncía el entrecejo y aquello…, aquello que hizo le dejo cautivado.

 

Itachi abrió sus piernas nuevamente tomo su propio falo con su diestra masajeándolo desde la base hasta la punta ante la mirada ajena, de la punta salieron unas gotas de pre-semen, batió su índice con ellas llevándolo ese dedo a la entrada ajena, lo introdujo completamente mojado de su propio esperma, el doncel se avergonzó, no se esperó aquello, aquel largo dedo se resbalaba en su interior y su cuerpo lo aceptaba gustoso.

-vaya que estas ansioso por tenerme dentro- soltó con sorna mientras sacaba aquel dedo y lo llevaba a la boca ajena –lámelo- pidió mientras frotaba su erección con ansias sobre la ajena, aquello provocaba descargas eléctricas en el menor, se movía ansioso, sus labios habían aceptado aquello, lamia aquel dedo, tenía un sabor salado, debía ser por aquella viscosa sustancia, no supo cuándo, ni como pero Itachi ya estaba dentro de él, moviéndose y su cuerpo, su propio cuerpo se movía en busca de más de aquellos movimientos.

El mayor se sujetaba de la cabecera, ambos cuerpos chocaban haciendo eco en la habitación, Deidara se aferró a la cadera ajena con sus piernas, sus labios estaban entre abiertos y sus ojos veían atentos al mayor –vamos…-va-vamos Ita mas- pedía inconscientemente al mayor el cual dejando de contenerse más lo coloco en cuatro, enrollando su diestra en aquellos largos cabellos rubios obligándole a echar su cabeza hacia atrás, se movía, su pelvis golpeaba los glúteos ajenos.

 

El acto culmino caída la noche, Deidara parecía un lienzo que había sido cubierto por manchas, su cuerpo tenía mordidas, chupetones, la palma ajena grabada en sus muslos, glúteos y cadera, su cuello era adornado por los dedos ajenos en señal del que sexo no había sido nada suave, pero si muy placentero.

 

La noche cayo, Deidara estaba aferrado al mayor, su rostro reposaba sobre su pecho, Itachi dormía profundamente, hacía rato no podía descansar bien pero ahora con toda la conmoción del día había logrado quedar dormido, Deidara se puso de pie y se miró en aquel espejo, se veía horrible, enserio necesitaba algunas cremas, pomadas algo de maquillaje y un corte y seguramente se vería bien, busco algo de ropa cómoda para el pero no encontró aunque eso a su vez le tranquilizaba, no había ninguna puta que hubiese durado como para que SU Itachi le dejase llevar ropa o sus cosas a su camarote, suspiro y sonrió colocándose la camisa  de Itachi para mirarse al espejo con aquel vientre, dejaba ver sus muslos y parte de su trasero, sin duda se divertiría fuera de aquel horrible lugar, lavo su rostro y cepillo su cabello para recogerlo, salió de esa manera mirando el paisaje, aún seguían en ese lugar hacia un mes, sin duda tenía curiosidad del por qué.

 

-señorito? - le llamo uno de los marineros viéndole –que hace fuera de su celda? – interrogo serio sacando su espalda

 

-cálmate y baja eso o juro que are que Itachi te eche- amenazo serio al sentirse en peligro el no volvería aquel lugar le había costado tanto salir como para que un cualquiera quisiera devolverlo.

-claro, como si le fuera a creer eso- sonrió suave viéndole

-I-Ita..- estuvo a punto de llamar al mayor cuando una mano le obligo a guardar silencio

-disculpe a este idiota señorito Deidara- pidió soltándole –no es al tanto de que el mismo jefe le saco- dijo Kiba mirando a su compañero el cual sintió miedo al escuchar eso –no es necesario que llame al capitán, por favor déjele descansar- pidió y es que la verdad no querían tener problemas y mucho menos arruinar la felicidad que tenía.

-está bien- suspiro zafándose –no me vuelvan a tocar- ordeno serio –oh juro que le diré a Itachi que atentaron contra mí y nuestro bebé y juren que se enfadara- exclamo orgulloso de decir esas últimas palabras –por cierto, tú- señalo a Kiba serio – mi comida, no me la llevaste y muero de hambre- murmuro acariciando su vientre
-Ita!!- sonrió al verle salir para abrazarle mientras veía como aquellos le veían molestos, no entendían como su capitán le había perdonado.

 

-Dei..- susurro sonriendo acariciando su vientre, entonces todo lo entendieron, entendieron aquí se debía ese cambio de actitud de su segundo capitán.

-capitán…- le miro sorprendido Kiba –u-usted- susurro

-seré padre- confirmo con una sonrisa abrazando a Deidara el cual se dejó mientras sonreía –Itachi ya tenemos hambre- murmuro el donde abrazándole del cuello –ven, el cocinero debe tener algo ya echo- dijo el mayor sujetando su mano pero el rubio negó serio.

-allí- señalo aquel pueblo –llévame a comer allí, también quiero ropa, no tengo nada-

-Deidara, es tarde ya amor- susurro el azabache abrazándole

-que no quiero, quiero ir a comer allí, ropa, tengo frio, pasamos mucho frio en ese lugar Itachi por favor, prometiste cuidarnos-


suspiro abrazándole de la cintura –vamos, tienes razón no te he comprado ropa –dijo besando su vientre

-y compraras una mudita para nuestro bebé?- interrogo curioso abrazándole besando sus labios mientras acariciaba sus cabellos juguetón.

-si- sonrió suave, todos veían asombrados como lo había logrado dominar en cuestión de momentos.


lo cogió con cuidado en brazos, de esa forma lo bajo a tierra firma, Deidara se sentía demasiado feliz, por fin estaba libre de esas paredes, no se apartó del mayor en ningún momento, estaba descalzo y eso le lastimaba.

 

Itachi lo vistió primero, con ropas finas seguidas de un calzado cómodo, esa noche cumplió cada deseo del menor, las mujeres, omegas veían como aquel alfa trataba a ese omega, se sentían celosos, llenos de envidia y eso… eso engrandecía a Deidara.

 

 

En otra parte, al extremo del continente exactamente en américa se hallaba Gaara, un importante magnate, rico y codiciado por muchos bellos donceles y mujeres, sin embargo él tenía en mente algo, cogió sus cosas, subió a aquel barco y sonrió.

-Naruto, voy por ti mi amor- sonrió viendo aquella vieja foto-


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