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Olor a metal por addictyck

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Notas del capitulo:

¡Hola a todas! He actualizado rápidamente, mencionaré varios detalles al final del capítulo.

Itachi miraba con impaciencia la hora, pasaban de seis de la tarde y su hermano no llegaba. Marcó una vez más su número, directo al buzón de voz –Mierda –Murmuró con enojo.

Se sentó en la mesa observando cada tanto la puerta, esperando que cierto azabache entrara. Su celular sonó y lo contestó al momento – ¿Está allá?

Al otro lado de la línea Deidara negó –Tampoco está Naruto, probablemente estén de camping o algo así.

 –Solo a ti se te ocurre dejar que se fuera solo –Explotó el azabache –No te quiero ver hasta que se resuelva este asunto.

 – ¿Y qué querías que hiciera? ¿Dejarlo encerrado en mi taller? ¡Parte de su maldita paranoia es tu culpa! –Se defendió el rubio

El Uchija se puso de pie y le dio un golpe a la mesa – ¡Mataron a nuestros padres! ¡Estuvo conviviendo con sus cadáveres! ¡Vio cosas horribles por semanas! Y ahora debe recordarlo con perfecta claridad ¡No está seguro!

–Deja de desviar el maldito tema –Respondió el rubio alzando la voz –No sabes siquiera que recordó. No sabes dónde está pero al menos sabes que está con Naruto –Suspiró – Si de verdad quieres sentir que está protegido entonces termina de buscar las pruebas para meterlo preso.

Itachi colgó la llamada y volvió a sentarse. Prendió un cigarrillo mientras tomaba uno de los cientos de papeles. En él se mostraba distintas fotos de cadáveres, asesinados de manera brutal. Todos tenían en común una marca en el cuello, según el reporte confidencial lo llamaron la marca de maldición y cada cadáver que lo poseía era justificado como ataque animal.

Llevó sus manos a su rostro y ahogó un grito de frustración.

Siete años, siete malditos años y aún no consigo dar contigo. Pensó exasperado.

Sabía que si sus sospechas eran ciertas, su hermano había descubierto algo que él no. Lo cual era posible considerando que estuvo semanas conviviendo con los asesinos de sus padres. La culpa volvió a esparcirse sobre él como un veneno mortal.

Él solo seguía con vida porque había huido de ese pueblo al ver que su padre no aceptaba su orientación sexual. Dejó de contactarse con Sasuke por completo hasta que recibió la llamada notificándole de la muerte de sus padres. Debió irse con su hermano a otro lugar, lejos de ahí. Y en vez de eso se obsesionó con encontrar al asesino a cualquier costo. Permitió que su único familiar con vida viviera encerrado la mayor parte de su vida encerrado en un armario por temor a morir.

Si lo hubiera apoyado, si hubiera hablado con él las cosas podrían ser distintas. Pensó con amargura. Observó con detenimiento los archivos, debía de haber algo que se le escapaba

 

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Abrió los ojos con pesadez, tenía dudas sobre en qué día estaba. Seguía en aquella extraña habitación cuyas paredes parecían de piedra y tierra. Había tanta humedad en ese lugar que su cabello goteaba agua, haciendo más insoportable el frío. Había perdido la cuenta de cuantas veces se despertó temblando pensando que moriría de hipertermia.

A pesar de ello, se mantenía sereno. En sus peores pesadillas una situación similar lo habría hecho entrar en un ataque de pánico, pero desde que vio el rostro de aquel hombre algo en él termino de romperse. Estaba aceptando su muerte de manera muy tranquila.

Miró a su compañero de celda, un pequeño niño de cabello negro lloraba silenciosamente. Observó los ojos del infante y su corazón se estrujó, eran del mismo azul que los de Naruto.

Él encierra a sus víctimas con un compañero, de esa forma crean un vínculo y vivirán más tiempo sin caer en la locura. Pensó amargamente, gracias a los archivos del hospital sabía exactamente su modo de tortura –Deja de llorar –Dijo en voz baja –Sabrá que lloraste y eso le dará placer.

 El ojiazul se limpió sus lágrimas – ¿Cuánto llevas aquí? –Le preguntó el mayor.

El niño no respondió, solo se le quedó observando como un muñeco sin vida

Sasuke se levantó con esfuerzo y se sentó a su lado – Yo tengo un hermano mayor –Comenzó a decir –En noches así trata de consolarme – No te encariñes, igual va a morir. Suspiró –Puedes hacer de cuenta que soy tu hermano, de todas formas ya los dos sabemos que no saldremos de aquí con vida.

El pequeño se apoyó sobre el brazo del mayor buscando calor. El azabache cerró los ojos, esperaba que la extraña neblina apareciera y tuviera que resolver acertijos para salir del lugar. Pero sabía que esta vez el aprieto era real.

¿Cuál fue el sentido de haber visto eso si terminaré de la misma forma?

Pensó antes de volver a dormirse.

 

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El rubio se arrastró con esfuerzo hasta llegar a la orilla. Daba grandes bocanadas de aire entre tosidas. Se quedó tendido en el húmedo suelo con la mitad de su cuerpo medianamente sumergido en el agua.

Una vez lo suficientemente recuperado se levantó y buscó al azabache –Sasuke –Llamó en un susurro.

Cerró los ojos un instante, sabía que se lo habían llevado y no fue capaz de evitarlo. Revisó rápidamente su cuerpo, solo tenía moretones. El grupo que había salido de la nada lo golpeó, lo amarró a una roca para hundirlo y lo lanzó al rio. Sin embargo tuvo la suerte de que la corriente lo arrastrara lo suficiente como para alejarlo de sus captores.

Se levantó lo más rápido que pudo. No puedo perder tiempo, debo volver. Pensó mientras observaba el lugar. El lugar estaba lleno de densa vegetación, poco usual a los lugares que solía ir. Vio con horror como el atardecer se disipaba y anunciaba la noche. Estaba solo, sin su mochila, hambriento y con frío.

Se subió al árbol más cercano, con agilidad llegó casi a la copa. Miró a su alrededor, estaba completamente rodeado de árboles. No logro visualizar ningún camino a lo lejos tanto de senderismo como de asfalto. Bajó del árbol igualmente decidido, comenzó a caminar río abajo. Daba pasos rápidos y cuidadosos, desconocía el terreno y debía aprovechar la poca iluminación que quedaba. Si tenía suerte la noche sería clara y podría seguir caminando hasta llegar en algún lado conocido. También aprovechaba el ruido que generaba el río para silenciar sus pasos. En este punto, el rubio no sabía en quién confiar.

Debo conseguir un teléfono y llamar a Itachi para alertarle, antes de que sea demasiado tarde.

Su caminata rápida terminó pasando a un trote. Cada segundo que pierdo aquí Sasuke estará con ellos. El ojiazul estaba seguro de que si se lo llevaron no lo matarían rápido.  

Después de recorrer unos cuantos kilómetros la noche terminó pintar el cielo. Las estrellas brillaban con intensidad, no había presencia de nubes. Naruto se detenía cada media hora para tomar aire. Su cuerpo empezó a sentir la intensa fatiga por todo lo vivido ese día. Sin embargo, la adrenalina que sentía lo hacía seguir.

Tuvo que bajar la velocidad, a pesar de la claridad de la noche igual se le dificultaba la visión. Chocó varias veces contras las pequeñas rocas en la tierra y estuvo a punto de resbalar en contadas ocasiones. Paso tras paso, inhalada y exhalada.

Escuchó como poco a poco el ruido de la civilización se hacía presente. Se desconcentró y cayó al suelo – ¡Ahh! –Gritó al sentir como al caer sobre las pequeñas le taladraron el pie.

Se sentó sintiendo como todo el cansancio le pegaba como una ola. Revisó su pie con temor. Solo es un esguince. Pensó con alivio, Se levantó ignorando la fatiga y el dolor. Respiró profundamente por diez segundos mientras apoyaba el pie. Cerró los ojos un instante, al abrirlos ya se encontraba enfocado.

Estoy al menos a veinte kilómetros del pueblo. Pensó mientras daba pequeños pasos, seguido de pasos largos y rápidos. Ahogó un grito al sentir el dolor al apoyarlo – ¡No me rendiré! ¡Esto no es nada! –Gritó mientras corría – ¡Iré lo más rápido que me den las piernas!

 

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El de ojos color ámbar le propinó otro golpe al azabache –Te lo preguntaré una vez más. ¿Cómo lograste encontrar los cuerpos?

Sasuke se encontraba en una silla atado. Miró con desdén al hombre –Ya te lo dije –Escupió saliva con sangre –Un fantasma me guió al lugar.

Orochimaru rió levemente –Los fantasmas no existen, niño.

 – Seguro que dices eso cada noche para poder dormir –Se burló del mayor.

El de cabello largo le propinó otro golpe –Llevo más de cuarenta y siete años cometiendo asesinatos y torturas –Le susurró al oído –Si existiera alguna alma en pena enfurecida ya me habría dado cuenta –Tomó el cabello del menor y lo haló de lado, dejando el cuello expuesto –Todo aquel que porta esta marca muere en mis manos.

El ojinegro le escupió en respuesta. El hombre despiadado sonrió de manera sádica –Vamos a jugar, hasta que recuerdes quién te dijo la información de los cadáveres –Se acercó al estante y sacó diversos instrumentos –Me encanta tu actitud, veremos cuanto duras con ella.

 

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El amanecer comenzó a hacerse presente, los primeros rayos de luz se filtraban por el cuarto que le pertenecía a Sasuke y este se encontraba completamente revuelto. Itachi vació cada cajón y cada estante, buscó bajo la cama y entre las páginas de los libros de menor. Si llegó a recordar algo siquiera se tomó la molestia de anotarlo. Pensó desesperado.

Deidara entró al departamento con las mismas ojeras de su pareja. Buscó por el departamento al azabache hasta encontrarlo en el cuarto del menor, en medio del suelo –Le he explicado la situación a la abuela de Naruto – Dijo captando la atención del ojinegro –Tiene ciertos contactos en la policía, llevan algún tiempo notando que están falsificando los informes.

–Evidentemente, hay que ser un idiota para no notarlo –Respondió el azabache tratando de serenarse –Supongo que podemos confiar en ella, su nieto también está en peligro.

El rubio asintió –Contamos con menos de un par de días para que tengamos que notificar las desapariciones.

Itachi asintió, iba a agregar algo a la conversación cuando un portazo en la puerta de la entrada en el piso inferior los alertó. Sin pensarlo de veces bajaron al recibidor y vieron como un rubio de aspecto lamentable se adentraba y colapsaba al suelo agotado.

Rápidamente fueron a socorrerlo – ¿Qué demonios? –Preguntó Deidara en un murmullo. El azabache por otro lado, lo tomo del rostro evitando que cayera en la inconsciencia – ¿Dónde está?

Naruto respiraba agitadamente, en cuanto se tiró al piso su cuerpo le empezó a pasarla factura. Aceptó el vaso de agua que le brindaron y dio varios tragos entre jadeos para humedecerse la garganta –Un grupo de cuatro nos abordó –Dio otro trago de agua –Me tiraron al rio pensando que moriría, se llevaron a Sasuke.

El menor gimió de dolor al sentir como lo ayudaban a levantarse y lo acomodaban en una silla –Necesitas atención médica –Dijo el rubio mayor.

Sin embargo, este negó –No he terminado de contarles todo –Los miro con una seriedad muy poco habitual en él –Será mejor que se sienten.

En la siguiente hora el rubio les contó todo desde el inicio, de cómo Sasuke le había confesado su extraña interacción con cosas en planos que no eran reales y como él había ideado un plan para que este viera que no era real y solo estaba en su mente. De cómo ingresaron en la madrugada a la secundaria y los eventos que empezaron a ocurrirle a ambos ahí.

Trató de ser conciso y no entrar tanto en los detalles de cómo resolvieron ciertos rompecabezas. La peor parte para el menor fue explicar los ilógicos eventos del hospital. El rubio de cabello largo se levantó antes que terminara su relato a hacer una extensa llamada, el azabache por otro lado escuchó cada palabra que salía arrastrada con rapidez de su boca.

Una vez que Naruto terminó de explicar la gravedad de la situación se levantó de su asiento en completo silencio, tomó los papeles que estuvo releyendo la noche anterior y  los arrojó sobre la mesa, entre ellos un mapa –Marca cada lugar que en el Sasuke y tu tuvieran algún evento de ese tipo.

Deidara se unió a ellos –Ya hablé con ellos, están alertando a los demás –Miró a Naruto – ¿Un encendedor de serpiente? ¿Estás seguro?

El ojiazul asintió –Es él, hizo una serie de investigaciones en humanos y lo adornó para poder publicarlos.

 

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Orochimaru era un científico, un médico y sobre todo un sádico. Desde los tres años comenzó a matar animales, desde pequeños pájaros, conejos y hasta gatos. Solía ahogarlos o amarrarlos y quemarlos, después de un año con ese tipo de afición se empezó a aburrir y recurrió a experimentar nuevos métodos. Su padre, un hombre de mediana edad que era el doctor del pueblo lo descubrió en varias ocasiones y notó rápidamente el talento de su joven hijo. Le enseñó con paciencia formas de prolongar el sufrimiento de cada animal.

Para su cumpleaños número siete, su padre preparó una sorpresa. Ambos matarían a la mujer que le dio la vida, una experiencia que aún hoy en día el de ojos color avellana recuerda con mucho cariño. Torturaron a la mujer por más de año y medio hasta que su corazón dejó de latir. Después de eso, el pequeño niño encontró una nueva afición. Los animales dejaron de interesarle y estudió junto a su padre el cuerpo humano.

A sus quince años ya estaba graduado y becado en varias universidades. Evidentemente eligió la medicina como carrera y para celebrarlo mató a su padre. Ocultó el cadáver entre las paredes de su viejo hogar junto a su madre. Se graduó a la corta edad de veinte años y rechazó varias ofertas de hospitales ya que sus interesantes métodos de asesinato habían llamado la atención de las autoridades dándole diversos apodos, pensando inocentemente que era más de un asesino en serie.

Regresó a su antiguo pueblo y montó una serie de hospitales, entre otras construcciones para cometer sus crímenes. Conoció gente con su misma pasión por la investigación, se alió con ese pequeño número de personas y crearon un pequeño grupo. Sin embargo, fue hasta unos años después que un hombre causo por primera vez su ira.

 El hombre en cuestión era el patriarca de los Uchijas. En poco tiempo investigó y descubrió todo sobre él y su grupo, siendo el jefe del departamento de policía era sumamente peligroso. Sin embargo aquél azabache cometió un solo error que le costaría su vida y la de su mujer.

Orochimaru siempre estaba dos pasos adelante y tenía gente infiltrada que rápidamente le informó que el hombre llevaba esa investigación en secreto. Así por primera vez en muchos años, el de ojos avellanas preparó algo extra especial. Pero no contó con conocer al pequeño Sasuke.

Había algo en ese niño que le recordó a él y por primera vez en su vida le perdonó la vida a alguien. Trató de enseñarle en esas dos semanas de la misma manera que su padre le enseñó, sin embargo este se reusaba constantemente a aprender. Lo dejó libre, sabía que el pequeño tarde o temprano lo buscaría y él volvería a enseñarle.

Las cosas sin embargo le salieron mal, de alguna manera descubrió junto con el rubio irritante lo que la policía y el restante de familiares de sus víctimas no: cuerpos y un objeto que lo ligaba directamente con los crímenes. Ahora debía mantenerlo encerrado junto a su pequeño despacho y sacarle la información. Pero el chico había perdido la cabeza repitiendo constantemente historias de fantasmas.

Volvió a propinarle un golpe con el cepillo de hebras de metal. El roce con la piel del azabache hacía que le arañara la piel hasta hacerlo sangrar. Bufó aburrido, el chico se negaba a hablar y él se estaba impacientando.

Su lacayo tocó levemente la puerta interrumpiendo su interrogatorio –Orochimaru –Lo llamó.

Exhaló aire irritado –Espero que sea importante.

Kabuto miró al chico atado a la silla, estaba tan amoreteado que no se distinguía si su piel era blanca o lila pasando a tonos negros. Su ropa estaba casi hecha jirones y tenía varios cortes leves, también notó que cuatro de las uñas de sus manos habían sido removidas –Desde hace un par de horas varios grupos de personas han causado desastres en zonas principales de entrada. Tenemos a lo mucho un par de días para que nos encuentren.

El oji avellana sacó su encendedor y comenzó a jugar con la llama – ¿Específicamente en cuales zonas han puesto más empeño?

 –El parque abandonado de la zona este, las ruinas del colegio y el hospital. El grupo de limpieza no tuvo tiempo de retirar por completo los cadáveres del lugar –Respondió el detective con cierto temor.

Orochimaru se acercó a la mesa y tomó los objetos que le confiscó al azabache al secuestrarlo –Que interesante – comenzó a decir con calma mientras agarraba la pulsera que Sasuke había tomado del cadáver niña en el hospital – ¿No es esta la pulsera de aquella irritante niña que secuestramos hace unos años en ese parque? –Preguntó elevando su tono de voz. Agarró el llavero de panda – ¿No es este el llavero del niño que logró escapar unas horas de nosotros?

El peligris tomó ambos objetos y asintió anonado –Has fallado, Kabuto –Agregó el de piel pálida –Encárgate del niño de la habitación continua –Señalo a Sasuke –Y de él, ya no nos sirve.

 

 

Notas finales:

Esto es todo por esta semana, fue sumamente duro escribirlo. Me he sentido mal e incómoda con cada capítulo que pasa, así que decidí darle el desenlace más rápido posible. Como habrán notado, resumí varias cosas. Ni siquiera fui capaz de describir la paliza que le dieron a Naruto y a Sasuke cuando los abordaron, ni hablar del pasado de Orochimaru o de cómo hace hablar a Sasuke, o del hecho de que le falta yaoi a mi soft yaoi.

 Por eso no va a tener más de tres capítulos nuevos. Sé que todo está tomando un ritmo sumamente apresurado pero es eso o ponerlo en hiatus, cosa que me parece sumamente injusta para uds que han estado siguiendo el fanfic desde el primer capítulo.


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