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Olor a metal por addictyck

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No había caminado más de doscientos metros cuando la presión en su pecho lo comenzó a asfixiar. Se obligaba a caminar rápido pero el peso lo alentaba y eso lo frustraba. Tal como había visto en ese extraño sueño, los pasillos eran exactamente iguales y la salida se hallaba frente a él.

Debo salir, debo salir.

Se repetía una y otra vez esas dos palabras con desesperación. La luz de la salida inundó su vista, dio los últimos pasos para salir de los extensos túneles. El aire helado le pegó con fuerza en la cara y lo hizo cerrar los ojos. Al volverlos a abrir el cansancio volvió a apoderarse de él haciendo que su cuerpo se sintiera más pesado y entumecido. Pronto una interrogante cruzó por su mente – ¿Ahora qué? –Se preguntó.

La vegetación no crecía más de un metro, podía fácilmente ver kilómetros al frente sin que su vista se viera interrumpida por algún árbol. El suelo era en su mayoría de tierra, flores y grandes rocas. Su corazón comenzó a latir de prisa en cuanto una ráfaga de viento golpeó su cuerpo haciendo que se desestabilizara y pequeñas gotas de agua mojaron su cabello. De no ser por la terrible situación en la que se encontraba podía desear quedarse en ese lugar.

Su cuerpo húmedo temblaba con cada nube que pasaba en forma de niebla y el sol cuando no era ocultado por la neblina lo abrazaba hasta calentarle los huesos. Podía darle calor y en cuestión de segundos estar tiritando de frío. Caminó sin rumbo, queriendo alejarse de aquel lugar y a su vez sintiéndose desbordado por sus emociones. Sabía que se encontraba en una montaña con una altura elevada, pues si intentaba aumentar el ritmo al que iba se le iba el aire.

Decidió ascender, manteniendo la esperanza de que si se encontraba en un punto lo suficientemente alto se ubicaría.

Caminó horas sin descanso, había dejado de sentir sus manos y el entumecimiento de su cuerpo desaparecía a ratos dándole ráfagas de dolor. Guiándose esta vez por su oído llegó hasta una quebrada, una vez la encontró se sentó a la orilla con cuidado y soltó la mochila. Sasuke no pudo evitar soltar un quejido de satisfacción al dejar de sentir el peso extra en su espalda – ¿Cómo te encuentras? –Preguntó en apenas un murmuro sabiendo que no le responderían.

El pequeño apretaba la frazada con fuerza, en ese momento y gracias a la luz del exterior el azabache pudo reparar mejor en el aspecto del pequeño. Sucio, perturbadoramente delgado, su cabello azabache se resquebrajaba, con sangre salpicada en su rostro.

Sangre.

Inmediatamente el mayor dirigió su mirada a sus manos. Sangre, volvió a repetir en su mente. Se levantó deprisa sintiendo un profundo asco de sí mismo. Sin pensarlo dos veces se dirigió hasta donde caía el agua con fuerza. Casi pega un grito al sentir el contacto del agua en sus pies, sin embargo eso no lo detuvo. Continuó hasta meterse por completo bajo el agua, con sus manos comenzó a tallar con fuerza su piel, queriendo quitar toda la sangre que no le pertenecía a él.

En cuanto el oxígeno le hizo falta subió hasta la superficie para seguir tallando su piel, dando sonoros quejidos en cuanto levantaba sus brazos. Terminó quitándose la ropa con fuerza, ya que se le había pegado a las heridas y la arrojó fuera del agua. Una vez pudiendo ver su piel la talló con más fuerza abriendo las heridas que le había dejado Orochimaru. Debo limpiarlas bien para que no se infecten, pensó.

Miró sus manos, le faltaban varias uñas en sus dedos y la tela que le había enrollado el niño también se le había pegado a las heridas. Inhaló con fuerza y metió las manos debajo del agua para tratar de despegar la tela de sus manos. Dio un tirón y gritó al sentir el dolor, volvió a repetirlo con lágrimas en los ojos hasta que logró separar la tela ensangrentada de sus dedos.

Minutos después salió del agua tiritando de frío, el infante salió de la mochila y lo imitó tomando un baño. Sasuke aprovechó y sacó la muda de ropa que alcanzó a meter en la mochila y antes de vestirse se untó crema para el dolor muscular con cuidado de no tocar sus heridas abiertas. Se acostó en el piso al sentir de nuevo una oleada de dolor, cerró los ojos para dormir pero se arrepintió de ello.

Debía ayudar al niño y debía llevarlo a un sitio donde pudieran atenderle las heridas. Con dificultad se sentó y se dio cuenta de que su cuerpo llevaba rato temblando por el esfuerzo físico. Genial, Naruto sería el más indicado para estos esfuerzos físicos.

Su pecho se contrajo al pensar en el rubio, negó desviando sus pensamientos y se levantó para ayudar al pequeño ojiazul.

 

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Naruto reprimió otro grito con rabia, desde que encontraron la guarida habían perdido demasiado tiempo entre que llegaba la policía y les hacían preguntas, incluso trató de escaparse de ellos un par de veces. ¡Para empezar por culpa de ellos es que habían  llegado a esa situación!

Para cuando terminaron su pequeño grupo de búsqueda estaba exhausto y decidieron que lo mejor era acampar. Pero él simplemente no podía quedarse ahí sin hacer nada. ¡Podría estar con Orochimaru en estos momentos! Trató de convencerlos, pero el cansancio de los demás era mayor.

Tomó más sedantes para su pie mientras se levantaba. Simplemente no podía quedarse sin hacer nada, aun si había logrado escapar y que estuviera con vida la sangre en el piso no le indicaba nada bueno. No le importaba pasar en vela la noche mientras lo buscaba con una linterna pegando gritos.

Itachi interrumpió sus pensamientos encendiendo un cigarro, era su segunda caja en lo que iba de hora, la charla con los policías lo tenía de muy mal humor –Sasuke no está con Orochimaru.

El rubio se levantó del suelo con prisa – ¡¿Lo tienen?! –Preguntó alarmado – ¿Dónde está Sasuke?

El azabache negó dando otra calada –No está.

– ¡Estoy harto! ¡Iré a buscarlo yo mismo! ¡Dices que es mejor un grupo de búsqueda pero solo me atrasan y eso es bastante decir considerando que estoy enyesado!

El mayor hizo una pequeña mueca que asomaba una sonrisa –Te lo encargo entonces.

Naruto lo miró confundido – ¿De qué mierdas estás hablando? ¡Debes ayudarme a buscarlo! ¡Es tu hermano maldita sea! –Le gritó perdiendo los estribos.

Itachi lo miró sin inmutarse –No lo entenderás, Naruto.

El ojiazul lo tomó del cuello de la camisa – ¡Entonces explícame por qué no puedes ayudarme a buscar a tu preciado hermano!

 –Tú eres bueno buscando, conoces a la perfección la zona y de no hacerlo puedes ubicarte a una velocidad sorprendente, tienes tanta resistencia física como voluntad, cosa que los demás no tienen. Solo te estamos atrasando y –Tomo aire para seguir –Yo debo encargarme de Orochimaru.

El rubio lo soltó sin palabras, lo miró parpadeando varias veces, tratando de convencerlo de que era ridículo.

Itachi veía su indecisión –Kabuto trabajaba para él y está muerto. Es probable que Sasuke o alguien más lo matara. Si hay alguien más tras Sasuke debo saberlo y para eso debo encargarme de Orochimaru –Metió las manos en sus bolsillos y sacó su celular para hacer otra llamada –Si llego a enterarme de algo de Sasuke te marcaré. Si lo consigues primero llama al grupo de búsqueda más cercano y a los paramédicos.

Naruto iba a replicar, pero el mayor lo miró por encima del hombro antes de irse. El ojiazul enmudeció al ver los ojos del hermano de Sasuke. Estos lo miraron con tanta furia contenida que por un momento juró que se tornaron de un rojo carmesí.

 

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Conforme la noche caía la situación empeoraba para Sasuke, la gélida brisa le atravesaba los huesos como agujas interminables. Sentía que en cualquier momento colapsaría en el suelo, pero si se detenía a descansar el frío empeoraba.

La altura le ganaba a las nubes, el silencio del lugar era tal que lo hizo considerar si alguna vez había sentido tanta quietud. No escuchaba el cantar de los pájaros, ni el sonido de las hojas al pasar la brisa. De no ser por el constante golpeteo de los latidos de su corazón abría jurado que estaba muerto o que el tiempo se había simplemente detenido.

Se detuvo e inhaló el aire puro. Observó el lugar con cansancio, las rocas podían burlarse de los edificios de donde vivía, incluso eran más grandes que en los lugares donde lo había llevado el rubio. El poco bambú que crecía en las esquinas dejaban pequeñas guaridas invitado a la gente a quedarse.

Sasuke se sentó con cuidado –Llegamos –Susurró –Ya no puedo – Se quitó las mangas de la mochila y se recostó en el suelo importándole poco el frío que empezaba a amenazarlo.

Padre, madre, Naruto, pronto estaré con ustedes. Pero aún no, este niño debe vivir y después regresaré aquí y nos reuniremos todos de nuevo.

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Abrió los ojos al sentir la helada ventisca mover su húmedo cabello, Unos ojos azules lo miraban sin emoción – ¿Naruto? – Se incorporó dándose cuenta de que estaba enrollado en la manta térmica.

El niño negó, al repasar la mirada sobre el menor notó que estaba abrigado únicamente con su suéter. Suspiró con pesar e intentó quitarse la manta para dársela pero el pequeño lo detuvo con la mano y negó con la cabeza. A su vez se giró y le pasó una bolsa de maní con frutos secos.

El mayor no pudo evitar hacer una mueca por el parecido que tenía el pequeño a Naruto –Tú eres el que debería comer.

El infante negó y enseñó una bolsa vacía indicado que él ya había cenado. Agarró la bolsa que antes le había ofrecido y la abrió para volver a ofrecérsela sin aceptar negativas.

La aceptó suspirando, masticando lentamente y tragando con dificultad mientras se le secaba la boca. No tenía hambre en lo absoluto pero sabía que necesitaba comer. Miró la noche estrellada, desde ese lugar se veían tan bien las estrellas que lo más seguro era que Naruto se emocionaría por estar ahí. Su garganta se hizo un nudo al pensar en él, una parte de él quería quedarse en ese lugar para no tener que enfrentar la realidad.

Miró al pequeño sin nombre que lo vigilaba asegurándose de que se comiera todo el contenido de la bolsa –Este lugar debe ser lo más cercano al cielo –Murmuró.

Le costaba expresar lo que sentía y cuando lo hacía era similar a una explosión, casi nunca recordaba cuando eso pasaba. Los ojos azules asomaron un poco de curiosidad así que continuó –Soy como tú, o al menos lo era a tu edad. Tengo un hermano, al que le destruí la vida –Dijo con amargura.

 –En vez de hacer su vida ha perdido gran parte de ella cuidándome y protegiéndome. Estaba bien con eso, hasta que conocí un amigo –Exhaló el aire retenido con fuerza –Él también sufrió pero a diferencia de mí no le teme… no, no le temía a vivir.

Se recostó de nuevo en el frío suelo –Él quería que experimentara cosas y saliera. Entonces agarró mis temores y quiso enfrentarlos conmigo –Juntó sus manos temblorosas mientras inhalaba tratando de controlar el quiebre de su voz –Y eso lo llevó a la muerte.

 Cerró los ojos con fuerza sin poder contener sus lágrimas. Llevó sus manos a su rostro y tapó sus ojos evitando inútilmente que se vieran sus lágrimas –Estoy cansado, realmente cansado de vivir.

Una mano tocó levemente su hombro, al abrir sus ojos se encontró con un par de ojos que lo miraban con empatía.

 

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Los primeros rayos del sol iluminaron el lugar, pequeños pájaros cantaban suavemente avisando que había amanecido. Sasuke abrió los ojos por décima vez, no fue capaz de dormir por el frío y la sensación de que podían encontrarlos y los matarían. Por momentos el sentir que por fin moriría lo aliviaba pero a su vez temía por ello.

Se removió incómodo tratando de no despertar al pequeño que estaba acurrucado sobre él. Hizo un intento por levantarse pero su cuerpo adolorido no se lo permitió. El sol comenzó a subir la temperatura del lugar para alivio de ambos. El mayor suspiró cerrando de nuevo los ojos.

Sasuke

Escuchó que lo llamaban entre sueños, la voz de Naruto sonaba lejana, entre su inconsciencia trató de levantar su brazo sintiendo el punzante dolor. Quería ir con el rubio.

¿Quién eres? ¡No les haré nada!

La voz del ojiazul se hizo más audible, trayéndolo de nuevo a la consciencia. Abrió los ojos  cerrándolos casi al instante siéndole difícil enfocar la vista. El frío volvía a colarse causándole escalofríos. Escuchó cosas ser arrojadas, se reincorporó levemente apoyándose de su brazo menos lastimado.

El pequeño le lanzaba todo lo que encontraba en la mochila a un rubio.

Naruto. Pensó asombrado –Naruto –Dijo en murmullo.

El pequeño le lanzaba todo lo que encontraba en la mochila a un rubio.

Naruto. Pensó asombrado –Naruto –Dijo en murmullo.

El pequeño ojiazul apretó con fuerza la linterna que estaba dispuesto a lanzarle al desconocido y miró a su cuidador un instante antes de dirigir su mirada al rubio. Dudó unos segundos, gateó hasta el azabache que se había logrado sentar y se escondió tras él.

Naruto se acercó lentamente a ellos –Estás vivo –Dijo en un hilo de voz. Comenzó a llorar conforme se acercaba más – ¿Cómo terminaste aquí? –Lo regañó riendo levemente – ¿Cómo siempre te las arreglas para terminar en los lugares más ilógicos?

Sasuke fue rodeado por los brazos del rubio –Tú –Trató de decir, sus palabras morían en su boca. Correspondió con esfuerzo el abrazo –Me dijeron que habías muerto –Escondió su cabeza en el pecho del rubio, inhalando su aroma.

El mayor le acarició el cabello con cuidado sin romper el abrazo –Ya todo está bien, no permitiré que nadie te lastime.

El azabache asintió sintiéndose en un sueño, por primera vez en días se sintió seguro.

 

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Cuando volvió a la consciencia lo primero que supo fue que no estaba en el suelo y su cuerpo estaba menos adolorido. Sentía algo cálido en su mano y en un costado suyo, abrió los ojos  confundido.

Estaba en lo que parecía un hospital, Naruto estaba dormido en la silla frente a la cama mientras agarraba su mano. Giró el rostro suavemente al otro lado, el pequeño niño dormía pegado a él. Volvió a mirar hacia arriba suspirando levemente.

Si esto es un sueño quiero morirme y nunca despertar. Pensó con tristeza.

Deidara entró en silencio con una bolsa repleta de peluches y distintos tipos de dulces. Al ver al azabache despierto tiró todo lo que traía en sus manos asustando al ojinegro – ¡Despertaste! –Gritó saliendo corriendo de la habitación – ¡Itachi despertó! ¡Ven rápido!

Un instante después Naruto lo rodeó en otro abrazo mientras lloraba levemente –¡Maldición no vuelvas a pegarme ese susto imbécil!

Sasuke gimió del dolor –Me estás lastimando idiota –Pero el rubio no lo soltó, el pequeño se despertó abruptamente y al igual que el mayor lo abrazó.

Cuando pensó que los ojiazules le sacarían el aire entró Deidara a la habitación arrastrando de la mano a su hermano. Pronto fue rodeado por más abrazos.

 – ¡Eres un ingrato! –Le reclamaba Deidara –¡No vuelvas a intentar resolver las cosas solo! –Le reclamó después de un largo silencio.

Itachi suspiró –Deidara –Reprendió sin soltar a su hermanito.

El rubio mayor se separó del abrazo grupal permitiéndole a Sasuke respirar un poco –También va contigo –Le respondió a Itachi con un inusual tono frío.

Naruto suspiró enojado –Si van a seguir con sus estupideces váyanse de aquí –Advirtió.

Sasuke se removió incómodo –Me están asfixiando.

Una vez libre de los brazos de cada uno se sentó apoyándose del respaldar y de sus almohadas. Lo primero que hizo fue asegurarse de las heridas del pequeño –¿Te duele? –Le preguntó suavemente.

Este frunció un poco los labios. Buscó una pequeña libreta y un bolígrafo que estaba en la mesita de al lado. Con las manos temblorosas escribió y se lo entregó.

Sí.

Aún duele.

El azabache sonrió ligeramente fijándose en las vendas en los brazos del pequeño. Itachi carraspeó atrayendo la atención de todos –Necesito hablar con Sasuke.

Deidara asintió –Ven Menma, te compraré un helado.

El pequeño negó tomando el hombro del azabache. Sasuke le acarició suavemente la cabeza –No pasará nada malo, él te protegerá –Señaló a Naruto suavemente con la cabeza.

Menma lo soltó con desconfianza y tomó la mano de Naruto.

Una vez solos, Itachi se sentó en la silla frente a él. Lucía demacrado, unas grandes ojeras se asomaban debajo de sus ojos.

Se inclinó hacia adelante apoyando sus brazos en sus piernas –Estuviste dos días inconsciente, Naruto dijo que cuando te encontró simplemente te desmayaste –Suspiró pesadamente –Ese niño nunca se separaba de ti.

Un silencio incómodo siguió después de las palabras de Itachi. El mayor volvió a suspirar –Lo siento Sasuke.

El menor frunció el ceño –No lo hagas –Dijo en un murmullo.

Sin embargo Itachi continuó –Debí protegerte, aun cuando te encontrabas en peligro te abandoné.

El ojinegro negó apretando las sábanas – ¡Ya basta! –Alzó la voz –No necesito que me protejan –Lo miró enojado –Estoy cansado de que todos arruinen su vida por mí.

Itachi negó con suavidad –Aún eres un niño para entenderlo.

Sasuke iba a replicar cuando su hermano lo abrazó suavemente –Tonto hermano menor, no cometas mis errores y habla cuando algo pase. Lamento si en algún momento no te escuché –Sintió el temblor del azabache –Eso, llora. No te hace menos fuerte.

Tomó el rostro del menor para que lo viera –Nadie volverá a lastimarte, me aseguré de ello.

El azabache lloró más fuerte y se refugió en el pecho de Itachi –Tenía tanto miedo hermano.

Este lo abrazó con suficiente fuerza pero sin lastimarlo –Yo también Sasuke.

 

 

Notas finales:

Hola a todos, ha pasado un tiempo con este fanfic. Me alegra decir que este es el penúltimo capítulo (como dije no tendrá más de 15 capítulos).

Lamento muchísimo el hiatus fantasma que me lancé incluyendo también el hecho de que básicamente las abandoné hasta en los comentarios, que de hecho la mayoría de las veces me son de mucha ayuda para poner las ideas de orden o colocar cosas que simplemente paso por alto.

Muchas gracias por su paciencia, espero que el capítulo no les cause desagrado en sí, era difícil poner un reencuentro y que todo mágicamente estuviera bien. En fin, las quiero mucho.

Nos leemos pronto :)

 


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