Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La isla del Fin del Mundo por EvakForever

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno por fin el segundo capítulo, literalmente lo estoy subiendo antes de dormir xd, espero que les guste tanto como a mí :)

Referencias a "Scum" de Alan Clarke.

“Había una vez un niño que vivía en un mundo de blanco, negro y gris. No sabía que el mundo en realidad, sólo era de blanco, negro y gris, cuando una cosa es todo lo que sabes, no hay palabras como ‘solo’. Vivía como debía, hablaba como debía, actuaba como debía y nadie pensaba que era diferente al resto. Sin embargo él lo sabía. A veces miraba hacia el horizonte, y se preguntaba que había más allá. Pero, no de la misma forma en que su gente se *lo* preguntaba. Así que mantuvo sus pensamientos para sí mismo.”

 

 

 

LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO

 

 

 

Ed despertó sobresaltado cuando resonaron fuertes golpes en la puerta, pudo escuchar la voz de Strand en el pasillo, gritando un “arriba perezosos que ya amaneció”, miró hacia la cama de Alek y el rubio parecía igual de agitado que él, después, ambos bufaron casi al mismo tiempo.

 

Ed se levantó de la cama de un salto y observó el mísero paisaje que se dibujaba en la pequeña ventana a su izquierda, no pudo evitar perderse por un segundo en ella, al tiempo cerró los ojos, dando un largo suspiro para finalmente negar con la cabeza y después dirigirse a la puerta que ya se encontraba abierta en ese momento, escuchó a Alek decirle que lo esperara pero lo ignoró y no detuvo su andar, aventurándose en el pasillo.

 

Ya en el camino vio cómo, en todas direcciones, los demás internos salían de sus cuartos, se topó rápidamente con Jakob y fue hasta él, saludándolo con un movimiento en la cabeza, que el niño no devolvió, sin embargo, Ed no sintió rechazo cuando ambos comenzaron a caminar juntos en dirección a los lavaderos, al parecer los baños consistían solo en un pequeño aseo con toallas mojadas, aunque por lo menos si les habían dado pasta de dientes y un cepillo.

 

Cuando sintió la presencia de Alek, ellos ya habían cruzado el umbral de la puerta del “baño”.

 

—Oye hombre, no dejes a tu amigo con la palabra en la boca—gruñó Alek.

 

— ¿Amigo? —preguntó incrédulo Ed, pensando en que el rubio definitivamente se tomaba muchas libertades para etiquetar su pequeña interacción como una “amistad”.

 

—Pues claro—Alek le palmeó el hombro—además, te puedo asegurar la grandiosidad de la compañía de personas geniales como yo, ¿sí o no leoncito?—se dirigió a Jakob y el niño evidentemente estaba tratando de ignorarlo.

 

—Lo que sea—Ed puso los ojos en blanco y se dirigió hasta uno de los recipientes con agua, para tratar de lavar sus dientes con tranquilidad, echó un último vistazo a Alek y Jakob y fue testigo de  cómo el rubio tomaba al más pequeño y le apretaba sus rosadas mejillas, sintió pena por Jakob, aunque al mismo tiempo, también le pareció entrañable que Alek tratara de distraerlo con su accionar tan irreverente.

 

Continuó con lo que estaba haciendo y colocó un poco de la pasta barata en el cepillo, apenas se iba a inclinar para llevárselo a la boca cuando escuchó un gemido acompañado de un leve estruendo. Todos los que se encontraban alrededor de la larga habitación se habían quedado en silencio, Ed volvió su vista hacia el origen de dichos sonidos y vio como el mismo tipo que le había cortado el paso el día anterior, tenía tomado a Alek por el cuello de la camisa mientras lo mantenía estampado en la pared, cerca de donde se colocaban las toallas, Jakob estaba acurrucado cerca de la repisa de madera, con evidente miedo en su rostro y el rubio, que antes sonreía grandemente, ahora trataba de mantenerle la mirada al tipo más grande, intentando emular el anterior acto de valentía de Ed, sin llegar verdaderamente a lograrlo.

 

—Y ese comportamiento, ¿acaso eres un maldito marica?, ¡he pedazo de mierda!—Ed se dio cuenta de cómo se apretaba el agarre en la camisa de Alek y casi al instante, apretó el cepillo de dientes en su mano— ¡¿sabes lo que les hacemos a las princesas maricas como tú aquí?!—gritó el tipo, escupiendo saliva en el rostro de Alek haciendo que apartara la vista a un lado con evidente asco y miedo.

 

Ed comenzó a dirigirse a ellos, hasta que un golpe proveniente de la puerta lo detuvo, ahí se encontraba parado uno de los oficiales del día anterior, con un garrote en su mano y los miraba con el ceño fruncido.

 

— ¿Qué demonios esta pasado aquí?—dijo Strand entrando al lugar— ¡ustedes definitivamente no pueden estar un minuto sin estar causando problemas!—gritó enojado—B-3, ¿qué ocurre contigo?, ¿acaso quieres que llame al jefe?

 

—No ocurre nada señor—habló el tipo B-3—este chico estaba por caerse y… trataba de detenerlo—Ed pensó que era la excusa más estúpida que pudo haber escuchado.

 

Strand solo los miró con despreció, se dirigió a Alek y lo tomó por los hombros agitándolo bruscamente—pues entonces B-21, tal vez quieras unas aporreadas en los pies con el garrote del oficial, ¿eso te ayudaría a caminar mejor?—dijo con saña.

 

Alek apretó los labios y luego suspiró—No, señor, yo tratare de caminar bien para que no me pase de nuevo.

 

—Eso espero infeliz, ¡continúen o irán a trabajar sin desayunar!—Strand soltó a Alek, haciéndolo caer y desapareció por la puerta, pero el oficial de antes se mantuvo ahí, dándoles la espalda después.

 

Ed echó un último vistazo al rubio y se dio cuenta de que este no se había movido del piso.

 

Sin embargo, al poco tiempo, Alek se levantó nuevamente, tratando de volver a su habitual rostro animado y pasó junto a Jakob dándole una amistosa nalgada, que hizo saltar al niño, después caminó hasta colocarse justo en el lugar contiguo a Ed.

 

—No sé si eres valiente o solo un tonto—le murmuró Ed a Alek, pues este no mostró signos de cambiar su actitud, incluso con la escena pasada que evidentemente era alarma de peligro.

 

—Ya he visto a otros pendejos como ese, no le voy a dar el gusto de arruinarme… lo último que me queda es mi espíritu y no me lo van a quebrar—Ed esbozo una pequeña sonrisa de lado ante las palabras de Alek.

 

El chico se dio cuenta y también sonrió—Oh, ¿ahora te caigo un poco mejor?

 

Ed negó con la cabeza e ironizó—si… eres un pendejo, tientas mucho a tu suerte.

 

—Amigo, eso dolió—dijo Alek llevando su mano al pecho con dramatismo.

 

— ¿Qué pasa si te ganas una golpiza de ese imbécil?

 

Alek no dijo nada, hasta que soltó bajito—por eso somos amigos ¿no?

 

Ed escuchó las palabras del rubio y esta vez no negó nada—mejor no me distraigas más y apúrate a limpiarte, no quiero perder el desayuno por tu culpa.

 

Alek le sonrió— ¡como ordene capitán!

 

Ninguno de ellos se dio cuenta que, a unos metros, el chico B-3 no les había quitado la mirada de encima en todo el rato.

 

***

 

Resultó que no fueron directamente al comedor después del “baño”, si no que Strand los dirigió afuera del edificio, sobre la explanada para hacer una formación en cuadrado, Jakob fue colocado en una fila a lado de Ed y Alek a dos internos más enfrente.

 

A unos metros de ellos cerca de las escaleras estaban parados, Strand y Casper, junto a un hombre más que Ed no había visto antes, pero dedujo que podría tratarse del jefe del ala A.

 

Ed pudo ver que ellos, el ala B, formaban un cuadrado y el ala A otro, ambos separados por un espacio más ancho que los diferenciaba mejor. Escuchó después como la puerta principal del edificio se abría y vio salir a un hombre mayor, pero de fuerte presencia, era muy alto y vestía un abrigo negro que le daba cierta sofisticación, a su lado lo acompañaba una mujer muy bonita, era de la misma edad que el hombre, “es su esposa” pensó el chico, ella llevaba puesto un largo vestido gris y también un abrigo de piel color café, su vientre abultado anunciaba la presencia de un embarazo.

 

El hombre se dirigió hacia el frente y bajo dos escalones—bien, un día más en Bastøy—tenía una voz profunda—me alegra que hasta ahora no haya habido más altercados entre ustedes jóvenes, esto habla de la evolución en su carácter durante su estancia aquí y es a lo que Bastøy se propone lograr.

 

Los miró a todos por un breve momento, Ed sintió cuando su mirada cayó en él—ayer se anexaron 3 nuevos nombres al historial de este Centro juvenil, me gustaría presentarme a ellos en este momento, me llamo Andreas Erickson y soy el director de Bastøy, por cuestiones de tiempo no los pude recibir el día de ayer y me disculpo—inclinó ligeramente la cabeza—sin embargo espero que todos les hayan dado una bienvenida decorosa—hizo una pausa para toser— y también me gustaría que no hubiera exaltaciones entre ustedes a futuro, recuerden, malas acciones atraen terribles consecuencias—su voz se profundizo aún más con estas últimas palabras, aunque después les brindo una sonrisa—bueno, sin más que decir, espero que sea un día muy productivo para todos.

 

El hombre volvió junto a su mujer y ambos entraron al edifico, Ed escuchó a Strand gritar que entraran en orden y se dirigieran al comedor, él siguió al flujo de chicos para llegar hasta ahí.

 

El comedor estaba situado en el primer piso, casi al fondo del pasillo del ala B, donde se abría una gran puerta que daba a un espacioso salón, sobre el cual descansaban cerca de 5 largas y anchas mesas de madera, con sillas, igual de madera, colocadas a cada extremo de estas, frente a todas las mesas, a su izquierda, había una más, era pequeña y estaba sobre una plataforma no muy alta, a la derecha Ed observó un muro de separación con una gran ventana enrejada y una pequeña puerta para acceder al otro lado, por el aroma que le llegaba supuso que era la cocina y que la ventana debía ser donde se pasaba la comida, en la pared del otro lado, frente a él, habían tres grandes ventanales que daban hacia un ancho patio trasero y desde su posición podían observarse los arboles de pino del bosque.

 

Ed se formó en la fila junto a la ventana de la cocina y esperó su turno para tomar una bandeja de comida, en el otro extremo del ventanal, cerca de la puerta, había una pequeña mesa donde estaban colocadas tazas de café, divisó a Strand y a otros hombres entrar por la gran puerta del salón pero no les hizo mucho caso ya que le entregaron la comida poco después, lo tomó en sus manos y se dirigió a la mesa de las tazas para tomar una también, buscó un buen lugar para sentarse y se decidió por la silla de la parte final de una mesa cercana a las ventanas.

 

Entre los hombres que habían entrado antes, Ed pudo ver además de Strand, a los dos jefes de ala, a un hombre mucho más joven, y al director, se sentaron en la mesa que estaba frente a todo el salón, sobre la plataforma y al cabo de un rato, unos chicos salían ya de la cocina con bandejas especiales para ellos, Strand fue el único que no se sentó a comer si no que se dedicó a rondar entre las mesas, vigilando a los internos.

 

El desayuno consistía en un plato de huevos con jamón, un par de tostadas con mantequilla y un poco de queso, “por lo menos es algo decente” pensó Ed, comenzó a comer casi atragantándose por el hambre que tenía desde antes de llegar a la isla.

 

Ed estaba concentrado en llenarse la boca, hasta que escuchó la molestosa voz de Alek acercándose, alzó la mirada para buscarlo y vio cómo se dirigía cada vez más rápido hasta el lugar donde se encontraba, junto al rubio venia Jakob, que era arrastrado por el brazo, cuando los chicos se sentaron en las sillas frente a él, Ed volvió a dirigir su mirada a la bandeja de comida.

 

—Uff, amigo ya me moría por probar algo de comida—habló feliz Alek—me voy a dar un gustazo con esto—finalizó antes de que se escuchara un manotazo, Ed alzó la vista nuevamente y se encontró con Alek arrugando la cara y Strand detrás de él.

 

—No se habla en la mesa B-21—dijo el hombre con molestia.

 

—Sí señor, lo siento señor—Alek se sobó la cabeza.

 

Cuando Strand se alejó de ellos Alek habló más bajito—la mierda de Strand definitivamente tiene algo contra mí.

 

— ¿Te dolió mucho?—preguntó Jakob con preocupación en su rostro.

 

—Me han dado peores palizas leoncito—Alek le apretó un cachete al niño, que se ruborizó casi al instante—eres tan dulce, te preocupas por tu hermano mayor.

 

Ed sonrió al ver que Jakob se había desenvuelto un poco por la insistencia de Alek, después miró al rubio con seriedad.

 

—Definitivamente es una mierda, debes andar con cuidado cuando este cerca.

 

Alek asintió para después comenzar a comer con ganas y Jakob de vez en cuando le dirigía algunas miradas temerosas a Ed, cuando el chico notó esto supo que debía decirle algo al niño.

 

—Jakob no te preocupes, yo soy más amigo tuyo que cualquiera de aquí.

 

—Excepto yo—interrumpió Alek—ya dije que eres mi hermanito menor.

 

Ed solo suspiró resignado por la intrusión y continuó—de mí no debes tener miedo, ¿de acuerdo?

 

Jakob asintió ante las palabras de Ed y este se dio cuenta del alivio del niño en la forma en que sus hombros perdieron parte de su tensión.

 

Ed lo pensó un poco y después preguntó—Y… ¿porque estás aquí?, ciertamente no te veo cometiendo ninguna “fechoría”—esperó que su curiosidad no hubiera sido demasiado intrusiva.

 

Sin embargo, Jakob solo tardó un poco en contestar—yo… soy huérfano, me atraparon… me atraparon robando, solo era algo de comida y al final terminé aquí—finalizó con una voz apagada.

 

—Entiendo—habló Ed, sintiendo algo de lástima por él.

 

—Hey… tranquilo—escuchó decir a Alek, quien al momento, colocó una mano en el hombro del niño—yo tampoco tengo a nadie, así que por eso somos hermanos a partir de ahora, ¿bien?

 

Jakob asintió ante las palabras del rubio y Ed le dirigió una mirada de gratitud, que Alek devolvió con una sonrisa.

 

***

 

La hora de lectura se llevó a cabo en el primer piso del ala A, el salón estaba prácticamente en la primera puerta a la derecha al adentrarse en el pasillo y era un espacio lo suficientemente grande como para albergar varios viejos mesa-bancos de escritorios inclinados, frente a todos estos había un escritorio grande pero sencillo y en la pared un sucio pizarrón, al lado de este, pegada con dos clavos oxidados se extendía la bandera de Noruega.

 

El tiempo se le había hecho eterno a Ed pues no sabía leer, el hombre joven que había visto antes en el comedor era un profesor improvisado y le dijo que lo llamara señor Olav, era del tipo bajito con un poco de sobrepeso, ese día llevaba un suéter de cuadros y unos pantalones de tela cafés, que le daban un aspecto muy maduro.

 

Olav solo puso a leer a algunos chicos en voz alta hasta que el tiempo acabó, entre esos chicos estuvo Alek, quien leyó muy bien un párrafo de “El sabueso de los Baskervilley Ed, un poco  sorprendido, decidió que más tarde podría preguntarle cómo había aprendido dicha habilidad.

 

***

 

Cuando el momento de la repartición de trabajos llegó, todos los chicos fueron colocados en el patio trasero del edificio, sobre el pasto creciente, Strand los había llevado hasta ahí formándolos en línea.

 

Junto a Strand se encontraba el viejo celador de la carreta, Ed supo que el hombre mayor se llamaba Otto por la conversación que Strand mantuvo con éste durante un rato.

 

Al poco tiempo aparecieron dos hombres más, quienes llegaron a paso lento hasta posicionarse frente a los internos, uno era casi igual de mayor que Otto, con una barba blanca adornando su rostro y portando una chaqueta gris de botonadura, el otro hombre era más joven que Olav, pero al contrario de éste, se veía todo desaliñado y sucio, su postura era un poco jorobada y su rostro tenía cierta facciones que le daban un aspecto de fealdad, de una forma que Ed no se pudo explicar.

 

El cielo estaba igual de gris que el día anterior e incluso se sentía como si en cualquier momento pudiera comenzar a llover, por lo cual Strand se apresuró a repartir las tareas.

 

A Jakob lo mandaron, juntó con Alek, al sótano, donde se encontraba la lavandería. Strand les dijo que los llevaría cuando terminara la repartición y Ed pensó que tenían suerte de haber quedado juntos.

 

—De 3 a 7 de ambas alas, les toca limpieza del campo norte, ¡muévanse!—gritó Strand.

 

—B-20 y B-8, a vaciar la mierda de las letrinas—Strand miró a Ed y a un chico rubio que se encontraba a unos metros—B-8 ya sabes dónde enterrarlas.

 

—Sí señor—habló el chico—vamos—se dirigió a Ed haciendo una seña para que lo siguiera.

 

Caminaron hacia una pequeña choza, el chico le dijo que esperara un momento y después entró en el lugar, pasados unos minutos salió empujando una carreta, sobre la que llevaba un gran bote de aluminio y un par de palas. Comenzó a andar hacia el bosque y Ed fue tras él, avanzaron por un angosto camino entre los árboles y subieron una larga colina.

 

—Eres B-20 ¿verdad?—dijo el chico, Ed lo miró y asintió—yo soy B-8, o bueno, soy Hummel, Jan Hummel—detuvo su andar con la carreta y le extendió la mano a Ed, quien vaciló en corresponder el saludo pero al final le dio un apretón rápido.

 

—Edvard.

 

—Ya eres algo famoso entre los chicos de Bastøy—Jan empezó a caminar nuevamente empujando la carreta.

 

—Uh, ¿qué quieres decir?—preguntó Ed.

 

—Pues ya sabes… no te amedrentaste ante Georg.

 

— ¿Georg?—Ed alzó las cejas.

 

Jan asintió con la cabeza—Georg o B-3, para que entiendas… él es el far.

 

— ¿El far?, ¿así es como se hace llamar ese imbécil? —Ed pensó en lo tonto que sonaba tal cosa.

 

Jan asintió—Es como un estúpido título en el ala… él es algo así como el “padre” del lugar y quien pone orden entre los demás, básicamente un maldito perro de los oficiales—finalizó.

 

Ed suspiró—No me importa, solo estoy tratando de pasar en paz el corto tiempo que tenga en este lugar—su voz sonó algo hastiada.

 

—Wow, estás pensando de forma muy optimista, ¿no crees?

 

El chico alzó los hombros en respuesta.

 

—Sabes Edvard… lo que hiciste, la razón por lo que estás aquí, fue un rumor muy sonado entre todo el ala—Jan le dio una mirada rápida—que casi mataras a un hombre, era seguro que Georg iba a tratar de marcar su territorio e imponerse a ti.

 

—Entonces será un dolor en el culo de todos modos.

 

Jan suspiró—debes andar con cuidado, eso es todo lo que te digo, nadie desea que se extiendan problemas por poder.

 

—De todas maneras no planeo responder a las provocaciones de ese imbécil.

 

Ahora fue Jan quien alzó los hombros, finalizando su conversación.

 

Siguieron caminando hasta que visualizaron una pequeña casa de madera donde, desde lo lejos, se podía contemplar el cielo gris y el mar en toda su extensión, Ed pensó que era un paisaje sumamente impresionante, pero que al mismo tiempo guardaba una esencia depresiva.

 

Ambos chicos se dirigieron a la parte de la casa que daba al bosque, ahí se encontraban 4 compartimentos de madera sellados, cuando Jan destapó el primero, un terrible olor a heces acumuladas se soltó por todo el aire. Ed arrugó la nariz, con evidente asco y se cubrió con una mano, Jan solo alzó los ojos burlón por tal reacción.

 

— ¡Vamos! que entre más pierdes el tiempo parado ahí sin hacer nada más hueles la mierda—tomó una pala y comenzó a sacar los desechos para después colocarlos en el bote de la carreta, Ed tardó un breve momento, pero al final hizo lo mismo que el rubio.

 

Jan podía describirse como una combinación pues era rubio y de ojos azules como Alek, se veía un poco mayor que Ed y básicamente tenían la misma estatura y complexión física musculada, pero era un poco más parecida al de Georg y en su ovalado rostro masculino se reflejaba la misma amabilidad de Jakob.

 

Tardaron un rato en poder cargar el bote y se dirigieron nuevamente al bosque hasta un lugar en el que Jan le dijo que podían enterrar su contenido, mientras escarbaban, Ed decidió que tal vez podía hablar con el chico.

 

—Y tú… ¿por qué estás aquí?—Jan lo miró algo sorprendido y Ed pensó que tal vez se estaba volviendo un poco entrometido, como esa mañana con Jakob.

 

—Oh vaya, no pensé que quisieras socializar más—el rubio rio bajito—Yo… yo era huérfano, me trajeron aquí cuando tenía 12 años—Ed se asombró.

 

— ¡Mierda hombre!, entonces llevas aquí, cuanto, ¿5 años?—Jan asintió

 

—Pero estoy a unas semanas de poder irme, ya soy lo suficientemente “apto” para volver al continente.

 

—Bien por ti, yo también espero irme pronto.

 

— ¿Cuantos años te dieron aquí?

 

—4 años—dijo Ed con molestia y algo de pesar.

 

—Entonces… no es tan pronto, ¿no crees? —el tono de voz de Jan mostraba incredulidad.

 

—Nunca dije que me iría porque ellos quisieran.

 

—Edvard, solo puedes abandonar la isla con la firma del director y un supervisor—el rubio mantuvo su escepticismo.

 

—Me da lo mismo, sé que me iré antes… tengo que hacerlo—finalizó Ed con seguridad.

 

—Está bien… lo que digas.

 

Cuando terminaron de enterrar los desechos, se dirigieron nuevamente a las letrinas, aunque antes de llegar hasta ahí, Ed echó un vistazo a su alrededor y pudo observar otras construcciones a lo lejos.

 

Lo que él chico logró ver fueron viejas cabañas, apenas en pie a causa de la humedad y el tiempo, casi todas estaban escondidas entre los árboles, pero había una que prácticamente se encontraba  en la costa, a unos metros del mar y Ed no pudo creer no haberle prestado la debida atención antes. Fue hasta Jan y lo tomó del hombro, deteniendo su andar.

 

—Esas de allá—señaló— ¿cómo se supone que llegaron ahí?

 

Jan siguió con la vista el lugar que señalaba Ed con su dedo, topándose con las casas de pútrida madera.

 

—Esas pertenecieron a los primeros colonos de la isla, se fueron hace mucho y el tiempo hizo lo suyo con lo que construyeron aquí—Jan miró a Ed a los ojos—no es nada que pueda interesarte.

 

Sin embargo, Ed no hizo caso a las últimas palabras y continuó— ¿y la que está sobre la playa?—preguntó incluso más interesado.

 

Jan parecía no querer responder esta vez, pero ante la insistente mirada de Ed, no sintió tener otra alterativa—Esa de ahí… era usada para guardar lanchas o botes.

 

—Botes y…

 

— ¡No puedes ir ahí Edvard!—interrumpió Jan con voz seria—no está permitido.

 

— ¿En serio?—respondió Ed retando al rubio—pues a la mierda.

 

Ed solo escuchó un “¡Hey, que demonios!” de Jan mientras se alejaba de él, corriendo, atravesó lo que quedaba del bosque, lo bordeó buscando la parte más baja de la colina y cuando lo encontró, de un salto cayó sobre la arena de la playa, corrió más rápido y sintió como el viento frío le enrojecía la cara y pequeñas gotas lluvia caían sobre su piel, la cabaña estaba cada vez más cerca y el nunca miró atrás.

 

Cuando llegó y tuvo la dichosa estructura frente a él, se dio cuenta que era más como un garaje y en la gran puerta, tenía clavada una larga tabla cruzada que impedía poder abrirla.

 

Ed calmó su respiración antes de tratar de ver hacia adentro, entre las rendijas de la vieja madera de la puerta, donde efectivamente había un bote, uno grande y que le serviría para poder huir de ese lugar. El chico sonrió y después comenzó a reír fuerte por la emoción.

 

Sintió una mano posarse en su hombro y se encontró a Jan mirándolo con desaprobación.

 

—Te dije que no está permitido venir aquí.

 

— ¿Me vas a delatar?—Ed miró al rubio con desafío.

 

Jan solo puso los ojos en blanco y negó—lo que sea—suspiró—solo… por favor no lo vuelvas a hacer, vamos, que aún no terminamos de vaciar la mierda.

 

—Bien—Ed siguió a Jan, quien se dio vuelta para dirigirse nuevamente a las letrinas, pero en su mente ya estaba maquinando como podría sacar el bote de ahí, necesitaba algo para cortar y no dudo en que lo encontraría tarde o temprano.

 

***

 

Durante la cena, que había consistido en algo de carne y papas, Jan se sentó con ellos y Alek se presentó rápidamente con su entusiasmo de siempre, recibiendo por parte de Strand otro golpe en la cabeza. Después de que el hombre se alejó y el chico se hubo calmado, le presentó también a Jakob con una mirada brillante en los ojos, el niño solo murmuró un “hola” muy bajito, volviendo su atención a la comida después.

 

Alek comenzó a narrarles sigiloso, pues no quería otra llamada de atención, sus tareas en la lavandería, les dijo que la mayoría de los chicos del ala eran verdaderos cerdos con la ropa, “encontré mucha ropa interior y calcetines con semen seco” anunció Alek indignado.

 

Ed trató de no hacerle caso y se compadeció de Jan que estaba sentado prácticamente al lado del chico hablador, sin embargo, éste no parecía fastidiado en absoluto, o si lo estaba lo disimulaba muy bien, pues escuchaba a Alek con atención y una sonrisa en su rostro.

 

Ed pensó en que algo debía de andar mal con el rubio más bajo pues era obvio lo fastidioso que estaba siendo Alek. Bufó resignado a no poder cenar en paz pero de todos modos lo mandó a callar, haciendo que el rubio más alto sacara la lengua, no dijo nada más después de eso. No obstante, al cabo de un rato pudo sentir una mirada sobre si y cuando alzó la vista se topó con los ojos de Georg clavados fijamente en su dirección, decidió que no haría caso a tal provocación.

 

Terminada la hora de la cena, Jan alcanzó a Ed por los pasillos y le preguntó si estaría en la sala de descansó, Ed le dijo que prefería ir a su habitación pues no quería toparse con personas indeseadas, Jan asintió despidiéndose y desapareciendo por el pasillo del ala A.

 

Ed subió las escaleras al segundo piso y al llegar al pasillo había un oficial parado en la esquina, quien lo miró desinteresado, el chico pasó rápido y cruzó la puerta del jefe de ala, donde pudo escuchar que hablaba con alguien, se dirigió a su cuarto y al entrar se sorprendió de encontrar a Alek ahí acostado sobre su cama.

 

—Uh, hola Ed—Alek le sonrió mientras se levantaba de la cama para sentarse.

 

—Pensé que estarías abajo—dijo Ed, un poco extrañado por haber escuchado a Alek llamarlo de esa forma, sin embargo casi al instante rememoró lo fastidioso que había sido la escena en el comedor, de Alek hablando sin parar con Jan y de cómo no pudo comer en paz por esto, sintió solo un poco de enojo.

 

—No quería ir allá y toparme con el gorila.

 

—Está bien—cortó Ed con desinterés, se dirigió a su cama y se tumbó sobre ella.

 

No pasó ni un minuto cuando escuchó la puerta abrirse bruscamente golpeando la pared, Ed se levantó sobresaltado como en la mañana, antes de que un brazo lo devolviera con violencia hacia abajo tumbándolo sobre el colchón, haciendo que la base produjera un chirrido.

 

—Bueno, supongo que ya es el momento de hablar claro B-20—dijo Georg con ojos ensombrecidos y una voz ansiosa por hacer lo que fuera que estuviera pensando.

 

Ed lo vio y supo que todo terminaría mal.

Notas finales:

Hasta la próxima...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).