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Chewing-gum por AlesaBe19

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Notas del capitulo:

Perdón, olvide que tambien tenia cuenta en esta platofarma (?) Lo siento mucho

4 de Noviembre de 1986

—Chewing— su voz, dulce, calmada, tranquilizante.

—¿Si, maman?—preguntó mientras mantenía su atención en la ropa que estaba guardando.

Habían pasado una terrible noche escapando de un grupo de personas que no habían estado nada contentos con que ellos ocuparan la casa deshabitada de su calle. Fue suerte que no llamaran a la policía. Chewing estaba aterrorizado solo de pensar en lo que hubiera pasado si ese fuera el caso. Así que tuvieron que pasar la noche en un callejón enfrentándose al clima de noviembre con poco más que harapos y cartones.

Con desagrado miró la tela, siempre que sucedían este tipo de cosas maldecía su vida. ¿Por qué tenían que ser mendigos? ¿Por qué no tenían una casa? ¿Por qué tenían que sobrevivir y no vivir?

—Chewing— nuevamente fue llamado, está vez dejó lo que hacía para mirar a su madre, sin embargo, cuando giró no encontró a nadie

—¿Maman?— murmuró extrañado. Podía jurar que…

—Chewing...— su voz, lejana.

Chewing comenzó a preocuparse. Dejó caer el pedazo de tela de sus manos y miró con desesperación a su alrededor, una gota de lluvia cayó en su nariz haciéndolo estremecer antes que una torrencial lluvia lo mojara por completo

—¡Chewing, corre!— preocupado miró a todos lados, entrecerrando los ojos para identificar algo entre el agua helada que caía

—¿A dónde? ¿¡Maman!?— Respirar le dolía, ¿dónde estaba ella? ¿Dónde estaba su madre? Dio un giro más, mirando su alrededor, sintiéndose mareado y aterrorizado cuando supo dónde estaba, era ese callejón

El sonido de pisadas lo alertó junto con la vista de unas luces blancas. Un presentimiento le apretó la garganta. Era ese día.

Y como un espectador, observó cómo cruzaba ella, su cabello pelirrojo mojado, su ropa gastada, su mirada preocupada, y detrás de ella, estaba él

—Corre por ahí, Chewing, rápido, regresaras a la zona ¡Ve!— alentó ella deteniéndose —Ya vete. Iré detrás de ti— y como en ese entonces, Chewing reconoció la mentira

—Maman— Suplicó el Chewing del sueño, y el de verdad sintió su grito cuando el policía la golpeó justo en el cuello, ella de inmediato se desvaneció en el suelo —¡Maman!— gritó nuevamente pero cerró los ojos negándose a ver

Negándose a recordar la última vez que la vio.

|| Chewing-gum ||

—...an, ya levántate— quejó, pero se quedó quieto, tratando de aparentar que seguía dormido para evitar tener que abandonar la cama —La hermana Teresa no tardará en venir— suspiró, sintiendo tensos sus brazos como cada vez que tenía una pesadilla. Un cambio notable porque antes tenía músculos tensos por dormir en el suelo y enfrentando el aire frío

—Estoy muerto— murmuró enredándose más en la sábana que usaba para cubrirse en la noche. Ahora tenía una manta y dormía sobre una cama, contrario al montón de cartones

—Yo te escucho muy vivo— escuchó que respondía junto con el sonido de pasos —Levántate antes de que Steve llegué al comedor y decida que no eres merecedor del desayuno— ante la mención de comida, abrió los ojos identificando el lugar donde estaba, ya no era saludado por un sitio diferente cada vez que despertaba, ahora siempre lo saludaba la pared color crema de su habitación

Por el presidente, tenía una habitación.

—Ya voy— murmuró con desgano quitándose la sábana y enderezándose, había descubierto que era muy difícil despegarse de la cama cada mañana. Miró a la otra mitad de la habitación donde una cama similar a la suya residía, solo que estaba arreglada y no mostraba el desastre de la suya. Frente a la cama, un adolescente de ojos azules le miraba con fastidio

—Deja de ser perezoso, Evan, y muévete. No te guardaré comida esta vez— con esa última declaración el chico salió, ignorando la mirada de resentimiento que le dio por haber usado ese nombre. A pesar de que llevaba meses usándolo, lo odiaba y no se había acostumbrado.

Evan Damián Chaput. Ese era el nombre que le dieron en la comisaría, el nombre que le otorgaron antes de enviarlo aquí, al orfanato San Cristóbal.

Uno de los pocos orfanatos que aún existían y, por suerte, no seguía el plan de las casas de acogida, un lugar donde tenía un plato de comida tres veces al día, una cama, una habitación, ropa nueva.

Tenía todo. Menos a su maman

—Tardaste— fue el saludo que recibió cuando llegó al comedor y ocupó su lugar habitual en la mesa. Gruño por debajo, maldiciendo el horario del desayuno

—Para ser tan pequeño eres muy gruñón, Chew— intervino una voz más dulce y juguetona. Levantó la vista de la mesa para ver a una niña de cabellos rubios y ojos azules, Montana le dedicó una sonrisa tranquila y entusiasta

—No me gusta levantarme temprano, lo sabes— murmuró mirando los asientos de la mesa cercanos.

El orfanato era uno de los últimos, con el sistema de casas de acogida masacrando el sistema de adopción, el orfanato se había visto en la necesidad de acoger a aquellos que el sistema de acogido rechazaba, es decir, los niños cuyo papeleo no estaba en orden, como Chewing que había sido dado de alta por primera vez en el sistema durante su estadía en la comisaría. Este era un problema muy común cuando de niños sin familia se trataba, nadie quería que la basura de la que se deshicieron regresará, y un apellido o registro fácilmente haría ese trabajo, por lo que muchos de sus compañeros ni siquiera tenían un nombre antes de llegar aquí.

Lo que en conclusión hacía que cuarenta niños tuvieran que sentarse cada mañana en el desayuno

—Tienes más de un año aquí, ya deberías de haberte acostumbrado— con tono sabiondo, Terence, un niño de cabello rubio y ojos verdes, se sentó a su costado. Chewing simplemente resoplo

—Deja de hacer berrinches, Evan— intervino Jonathan, su compañero de habitación, Chewing ignoró la llamada de atención, concentrado en ver la mesa, escuchó un suave suspiro —No sé ni para que me esfuerzo—

—Buenos días, niños— saludo una voz adulta, Chewing de inmediato se levantó al igual que todos los niños presentes en el comedor.

La habitación poseía tres mesas, dos perpendiculares a la puerta donde los niños debían de sentarse cada mañana quince minutos antes de las siete, de lo contrario no obtendrían el desayuno; la tercera mesa se ubicaba al fondo de la habitación, con una vista directa de las otras dos y de la puerta. Esa era la mesa que ocupaban las hermanas y la madre Julia, las cuidadoras

—Buenos días...— comenzaron a coro, Chewing contestando de mala manera mientras miraba a la madre Julia y a las hermanas caminar por el pasillo medio a su mesa, un codazo llegó a su costado haciéndolo gruñir y mirar resentido a Terence que le dio una ligera sonrisa —…madre Julia— las mujeres llegaron a la mesa, y como cada mañana, las hermanas pasaron a detrás de la mesa mientras la madre Julia se mantenía al frente, preparada.

—¿Qué pasa con ese ánimo, chicos? ¿Acaso durmieron mal?— preguntó la más vieja de la habitación, Chewing se mordió la lengua cuando recibió miradas de advertencia tanto de Jonathan como Montana, que estaban frente a él, y sintió a Terence acercarse de manera peligrosa a su costado izquierdo —Intentemos otra vez— continuó la mujer al no recibir ninguna respuesta —Buenos días—

—¡Buenos días, madre Julia!— los más pequeños gritaron, entusiasmados. Los más viejos se limitaron a alzar un poco la voz. Chewing ni siquiera abrió la boca, y sus compañeros se dieron cuenta, Jonathan suspiro, Montana negó con la cabeza

—Muy bien, ese es el espíritu— alagó la madre Julia, sin percatarse de su negación —El día de hoy, como todos ustedes saben, se celebrará la segunda interacción del mes— algunos niños miraron entusiasmados a sus compañeros, Montana hizo una mueca que tenía pinta de sonrisa frustrada, Jonathan miró aburrido el techo —En esta ocasión contaremos con la visita de trece parejas, la cifra más alta conseguida del mes—

—O del año— murmuró entre dientes, Montana sonrió pero lo ocultó rápidamente, Jonathan juntó las cejas y esta vez fue el pie de Terence el que aterrizó en el suyo; pero por sobre todo, Chewing podía asegurar que vio la sonrisa de la madre volverse tensa

—Así que espero que todos ustedes se comporten como es debido— esta vez miraba en su dirección, al final de la mesa ubicada del lado izquierdo, Chewing entrecerró los ojos y sintió el cosquilleo del cambio, por el picor estaba seguro de que se trataba de un color anormal de ojos, la madre Julia volvió a mirar el frente

—Todos ustedes cumplen con alguno de los rasgos que alguna de estas parejas considera. Estoy segura, de que en una semana, estaré haciendo un formulario para permitir visitas— su sonrisa tranquila regreso, mientras se escuchaban murmullos emocionados, Chewing se sintió peor por la pizca de calor en su pecho que aplastó de inmediato

—Así que agradezcamos a Dios por este día más de vida, agradezcamos por está oportunidad que se les está brindando a ustedes, para poder obtener una familia— guío la madre Julia mirando con cariño y calidez a todos, Chewing lo odio cuando todos asintieron, incluso Jonathan, Montana y Terence

—Gracias, señor— sonó a coro

—Gracias, presidente— rompió Chewing, un par de risitas se escucharon al otro lado de la mesa, Chewing notó con desagrado que habían sido risas de Steve y Charlie, dos niños de catorce años que desde siempre la tenían contra él

—Señor Evan— exclamó la madre Julia con frustración, Chewing la ignoró —Señor Evan— repitió, avanzando dos pasos, Chewing se negó a voltear —Lo espero después del desayuno en mi oficina— Montana lo miró con miedo mientras Jonathan suspiraba otra vez, Terence lo ignoró —Sin nada más que añadir, el desayuno— exclamó la madre Julia moviéndose para ocupar su lugar en medio de la mesa, las hermanas Teresa y Rose se levantaron para salir de la habitación en busca de los carritos de acero en los que siempre transportaban el desayuno hasta el comedor, como uno todos se sentaron

—Te has pasado, Evan— recrimino Montana, pero una sonrisa simpática se quedó en sus labios

—Solo la estas provocando— añadió Jonathan tomando el plato que le extendía la hermana Rose —Gracias—

—¡Gracias!— agradeció Montana mientras recibía el suyo, a su costado Terence también recibía un plato de avena con dos rebanadas de pan tostado, sin embargo, antes de que fuera uno extendido en su dirección, la hermana Rose, una mujer vieja, de piel morena y ojos marrones, siguió empujando el carrito, prosiguiendo con la repartición ignorando su presencia. Chewing sintió su estómago retorcerse en hambre cuando el olor del desayuno llegó a su nariz

—Chew— murmuró Montana mirando de reojo a la hermana detenerse, con un solitario plato en el carrito que era suyo, sus ojos se encontraron con los ella y su estómago volvió a gruñir, ella debió de escucharlo porque mostró una sonrisa perversa

—No lo necesito— aseguró recargándose en la mesa, cerrando sus ojos para evitar ver la comida en el plato de sus compañeros —Comí basura más deliciosa en la calle— escuchó como la mujer gruñía y las ruedas viejas rodaban en el suelo de cerámica

—Malagradecido— Chew tarareo, ignorando el insulto por completo, había recibido peores en la calle.

Cuando estuvo seguro de que la hermana Rose se encontraba lo más lejos posible y que sus compañeros por lo menos habían comido la mitad de su plato, abrió los ojos mirando con aburrimiento a Montana, la niña de los ojos azules más brillantes que había conocido miraba en su dirección sin tocar el plato frente a ella

—Se te enfría el desayuno, Ana— murmuró ignorando cómo se le retorcieron las tripas de ver comida

—Si tú no comes, yo tampoco— respondió de inmediato, Chew gruñó

—Tendrás hambre el resto de la mañana— señaló tratando de aparentar indiferencia pero la niña siguió mirándolo obstinada, Chewing miró a Jonathan en busca de apoyo solo para encontrar que el adolescente tampoco había tocado su plato, sin sorpresa notó que Terence a su lado tampoco, a pesar de mirar con mucha añoranza la avena

—Te quedarás enano por siempre si no comes— habló Jonathan empujando su plato en dirección a Chewing

—Ya lo he dicho, no lo quiero, no me gusta la avena— respondió empujando de regreso el plato, a pesar de que sintió la necesidad de comer, Terence resoplo mientras Jonathan sonreía

—Te gusta cualquier comida, Evan, anda, come un poco— insistió

—No—

—Entonces nadie comerá— aseguro Montana empujando su plato al centro al igual que Jonathan, Terence miró su plato con detenimiento —Nadie— repitió la niña y de mala gana el chico rubio lo empujó, Chewing negó con la cabeza, a veces odiaba a sus compañeros

—Tendrán hambre— señaló obstinado, negándose a comer o sentir culpa por hacer que sus compañeros tampoco desayunaran.

Esta situación se repetía cada vez que por diferentes razones Chewing no comía cualquiera de las comidas, a veces porque las hermanas no le daban, a veces porque el mismo se castigaba. Pero ellos siempre hacían lo mismo.

—Ya sabes cómo es esto, Evan—recordó Jonathan mirando los platos al centro —Tú comes y todos comemos, ganamos todos o perdemos todos— Chewing miró a su compañero de cuarto unos minutos, sintiendo como Terence quería mandar al diablo la solidaridad y desayunar mientras que Ana, el apodo cariñoso de Montana, se mantenía firme al igual que Jonathan

—Como los odio— contestó tomando una rebanada de pan del plato de Terence antes de empujarlo en dirección al niño que no dudo en comenzar de inmediato

—En este grupo eres tú el niño, Chew, tenemos que cuidar de ti— recalcó Ana comenzando también a comer, más calmada que Terence.

Chewing frunció el cejo, y es que ella tenía razón, él pronto cumpliría los 9 mientras que Ana tenía once, Terence 13 y Jonathan 15, gracias a eso los tres se sentían responsables hacía él por ser menor, aunque Terence lo hacía más renuente que los otros, después de todo Chewing sabía que no le agradaba al niño.

—En otras cosas, necesito saber que se mantendrán juntos está tarde— comentó Jonathan mientras empujaba el plato de avena sin pan en su dirección

—¿Irás a trabajar, Jonathan?— Ana miró detenidamente al mayor asentir

—El señor Goght necesita mi ayuda, le diré a la hermana Teresa cuando el desayuno termine— explicó mientras juntaba avena con la cuchara y la extendía en dirección a él, Chewing arrugó la nariz pero aún así abrió la boca

—Pero es día de visita— replicó Terence mirando a Jonathan ofrecerle otra cuchara de avena, Ana asintió de acuerdo

—Ya hablamos de esto— Jonathan suspiro antes de ver a Terence y después a Ana —Soy demasiado grande, es casi imposible que me adopten a estas alturas—

—Casi. Ya lo has dicho, aún tienes una posibilidad— Ana replicó mirando con una pizca de súplica a Jonathan, el adolescente negó

—Una entre cuarenta y seis— contó mirando alrededor, Chew por impulso lo repitió; en realidad, Jonathan era el segundo más grande del orfanato, el primero era Gary con 16. Todos los demás tenían diferentes edades, el más joven hasta ahora era Diana, una bebé de un año —Siempre escogen a los pequeños, prefiero que ustedes consigan una familia bajando las opciones a cuarenta y cinco—

—cuarenta y cuatro— corrigió Chew, Jonathan miró en su dirección mientras que Terence tosía, ahogándose de repente con su comida, Ana lo vio con lástima

—No otra vez— murmuró Terence cuando se recuperó, Chew se tensó cuando Jonathan se recargo en la mesa con una mirada comprensiva

No

—Evan— Chew negó, agitó la cabeza de lado a lado con fuerza y cerró los ojos

—No— soltó por debajo —Ella algún día vendrá por mí, estoy seguro—

Era verdad. La hermana Teresa se lo había prometido, tu madre vendrá por ti cuando se recupere. Y Chewing le creía. La hermana Teresa le había enseñado a leer y escribir, ella lo había cuidado con empeño desde que llegó, y él confiaba plenamente en ella, así que si ella decía que su madre, algún día, volvería por él, entonces su madre volvería. A pesar de que nadie más lo creyera, como Ana, Terence y Jonathan

—Chew— sus ojos se encontraron con los de Ana, pero no quiso hacerse de la pena en esos ojos azules. Jonathan llamó su atención enderezandose

—Aun así necesito que te quedes con Ana y Terence en el patio, Evan, sin mi por aquí Steve andará merodeando y es mejor que nada pase— Chewing notó que Jonathan hablaba en serio pero su orgullo salió a flote

—Me puedo defender solo— declaró aumentando su altura un poco, de manera sutil. Jonathan lo miró alarmado

—Pero no puedes usarlo— frenó su transformación, Chewing lo retó con la mirada manteniendo la nueva altura —Te castigarán si te ven cambiando— Chewing sintió una punzada en el pecho, aguda

Oscuridad y el sonido de vigas, una pequeña ventana.

Ante las imágenes de su mente regresó rápidamente a su anterior altura, su piel se erizó de temor. Le dedicó una mirada lastimada a Jonathan quien lo miró firme.

—Evan, por favor, solo serán tres horas las que estén afuera. Cuando termine te encierras en el cuarto. Sin trucos, ni cambios— Chewing entrecerró los ojos, miró a Ana en busca de apoyo pero la niña miraba la mesa, ni siquiera se molestó en ver a Terence

—Está bien— accedió de mala gana. Jonathan suspiro. Ana levantó la vista y lo miró sospechosa, Chew fingió demencia

—Niños— llamó la hermana Rose ganando la atención de todos —Vayan a hacer sus labores— ordenó haciendo a todos levantarse de sus lugares. Chewing permaneció sentado, esperando a que todos salieran para salir último.

Terence se levantó murmurando sobre molestas hierbas que crecían muy rápido para su gusto. Jonathan tomó rumbo a dónde la hermana Teresa caminaba fuera del comedor. Chewing solo los vio antes de darse cuenta que Ana todavía lo miraba, sospechosa

—No estás pensando en hacer algo esta vez ¿Verdad, Chew?— preguntó con voz suave y tranquila

—¿Hacer qué?— preguntó de vuelta, levantándose ahora que la mayoría había salido. Ana lo siguió de inmediato

—Algo para que no te adopten— aclaró, Chewing permaneció callado mientras salía —¡Chewing!— llamó alarmada, el niño de cabellos rojos y ojos verdes resoplo molesto

—Es asunto mío, Ana. No te metas— antes de que ella pudiera decir algo, una garganta fue aclarada detrás de ellos, Chewing miró que la hermana Rose se mantenía de pie, imponente, con una sonrisa satisfecha en los labios resecos

—Señorita Montana, ¿no le tocaban hoy las camas?— Ana apretó las manos

—Si, hermana Rose— Chewing la vio irse de mala gana dejándolos solos en el pasillo, Chew presintió lo que iba a pasar cuando ella vio en su dirección y su sonrisa se volvió más grande

—Tú, la madre Julia te quiere en su oficina de inmediato— asintió de manera lenta, pero la mano de la hermana Rose ya estaba en su hombro, encajando las uñas en su piel y empujándolo a avanzar por el pasillo

El orfanato contaba con cuatro pisos, el tercer y segundo piso eran únicamente habitaciones, doce por cada uno, durmiendo dos o tres huérfanos por habitación, mientras que en el primer piso se encontraban la cocina, el comedor, la biblioteca, la sala, y por supuesto, la oficina de la madre Julia. Una habitación que Chewing había visitado más veces de las que quisiera admitir

La hermana Rose lo hizo detenerse frente a una puerta que estaba a solo un metro de la puerta principal del edificio. Chewing se negó a quejarse cuando las uñas se apretaron más en su piel mientras la mujer tocaba la madera barnizada de la puerta

—Adelante— llegó la respuesta amortiguada, de inmediato la hermana abrió la puerta y lo empujó dentro, veces de experiencia haciéndola rápida en tener a Chewing a la vista para que no escapará.

Chewing simplemente agradeció que ya no tuviera las garras de la hermana en su hombro, así que se mantuvo quieto en medio de la habitación llena de estanterías con archivos y olor a guardado, a medio metro del escritorio gastado de madera donde la madre Julia se mantenía ocupada revisando unas hojas, o eso parecía porque miraba de manera crítica en su dirección desde que entró

—Gracias, hermana Rose, yo me encargaré de él ahora— despacho rápidamente. Chewing solo escuchó el suave rechinido de la puerta cuando se cerró. Mantuvo sus ojos en la madre Julia, precavido, tratando de ignorar lo más posible la vitrina de vidrio a su costado, una vitrina donde tres varas de cuero estaban expuestas.

La mujer mayor se levantó despacio de su lugar bajo su mirada verdosa.

—Cuando llegaste, creí que eras un niño que había sufrido demasiado y que necesitaba únicamente amor y comprensión, Evan— comenzó con voz suave, Chewing no se dejó engañar, permaneció alerta, y más aún cuando ella caminó hasta él, pasó a su costado y se detuvo detrás

—Vivir en la calle es algo que no le deseo a nadie. Así que cuando fuimos puestas al tanto de tu situación te recibimos con los brazos abiertos, te brindamos amor, te enseñamos a leer, a escribir, te dimos comida, una cama, ropa nueva— Chewing se mantuvo callado y mirando al frente cuando ella apareció de nuevo en su campo de visión —Y así es como nos pagas— ella extendió sus manos, señalando todo a pesar de que no había nada, aún así él comprendió el mensaje

Sus rabietas, su desobediencia, sus cambios. Todo.

—Sé que es difícil para ti por tu edad comprender que no somos tus enemigas, Evan, solo queremos ayudarte a conseguir una familia que te quiera y sí pueda cuidar de ti...— Chewing lo presintió, y aún así no pudo evitarlo —… no como esa mujer que decía ser tu madre—

Fue rápido, en un segundo él sentía toda la ira acumulada surgir en protesta cambiando su cabello a un rojo fuego al igual que sus ojos, al segundo siguiente, la madre Julia sacaba de su manga la cuarta vara de cuero que faltaba en la vitrina y golpeaba sin miramientos su brazo derecho.

—¡Sin cambios, Evan!— ordenó la mujer con dura voz y Chewing trato de suprimir el cambio, tardando poco más de lo necesario porque un segundo golpe llegó a su costado —Controla ese poder demoníaco que posees— ella se movió con rapidez, rodeándolo, a la espera de una oportunidad que Chewing no le quería ofrecer

Con toda su fuerza sostuvo la imagen, aquella que había hecho suya, piel pálida, ojos verdes, cabello pelirrojo. Se imaginó sosteniendo una soga como si su vida se fuera en ello. Aunque tal vez así era

—Bien— alagó ella dando otra vuelta —Bien— repitió caminando al escritorio —Aunque...—

¡PUM!

Su mejilla punzo al igual que la mano sobre la que cayó. Inhaló con fuerza y apretó los ojos tratando de no llorar —¿No creíste que ese… desplante que hiciste en el comedor quedaría sin castigo, o si?— levantó la vista del suelo y le dedicó a la madre Julia una mirada llena de odio, pero su imagen se rompió cuando la vara de cuero negro apareció en su campo de visión y su cuerpo se estremeció de temor

Que ella se acercará no hizo más aumentar su miedo

—Escúchame bien, Evan— ella era vieja, con arrugas, con la piel morena por el sol y con ojos oscuros, Chewing siempre lo notaba cuando ella se acercaba a su rostro para que obtuviera toda su atención, se removió incómodo cuando la punta de la vara quedó en su mentón —eres un niño desafortunado, que fue usado por una loca mujer para cosas demoníacas—

Soltó la soga

— No, cariño, no puedo permitir que lo sigas usando— Un golpe certero a su pierna —El día de hoy es importante, y pese a lo que creas, yo no quiero quitarte la oportunidad de una familia que te quiera a pesar de tu… problema— Chewing gimió y un sollozo escapó de sus labios tras dos golpes consecutivos a diferentes áreas de su pierna

—Por eso necesito que te comportes, ¿puedes hacer eso, Evan?— bajó la cabeza, su vista borrosa por las lágrimas retenidas, su cuerpo adolorido, una voz en su cabeza le decía que dijera que sí, que se iba a comportar, que estaría tranquilo las tres horas que debía de pasar en el patio para ver a las familias que buscaban adoptar; que dijera que si solo para que el dolor se detuviera

Pero él no era Evan, y nunca lo sería. Él era Chewing-gum.

—Maman volverá por mí— exclamó con voz débil mirando a la madre Julia directamente, preparado para un ataque continuo de golpes, sin embargo, la mujer simplemente se limitó a sonreír mientras se enderezaba y lo miraba desde arriba, demostrándole que ella tenía el poder

—Necesita escapar primero del manicomio dónde está encerrada, Evan—

 

Notas finales:

Si bueno, ¿Quién tiene hambre?

¡Tarde milenios! Hasta yo me asuste y pensé que ya no continuaría con esto xd pero acá esta, la verdad del asunto es que no quería escribir una cosa horrorosa de 10 mil palabras (lo que llevó hasta ahora del capitulo 5, y me falta aun) y si le quitaba partes no tendría sentido, y realmente no quiero durar mucho describiendo estos años de la infancia de Chewing pero son necesarios. En fin, al mismo tiempo hasta yo me aburría leyendo el capitulo original así que me dije ¿y porque no lo divido en tres partes? de esa manera dejo todas las partes que quiero meter y no se vuelve tan aburrida la lectura

Así que la cosa no terminara aquí, esperen por más. Ya sé que se supone que Chewing-gum es el nuevo nombre de Harry pero ¿Quién en su sano juicio lo usaría para documentar a un niño de la calle? ¡Nadie! Así que viene Evan Damián Chaput ¿por que ese? ya lo sabremos después, en la parte tres. Sé que aun hay dudas sobre Severus, Petunia, Remus y Hogwarts pero awantenme tantito, mis ganas de escribir son muy nulas con toda la presión que tengo por la universidad (¿Si les dije que reprobé tres materias y casi me doy de baja? ¿no?) y tampoco quiero escribir una porquería mal hecha solo para publicar en el horario antes fijo (que ya ni sigo) pero les juro que la parte dos de este capitulo estará disponible antes de que termine abril

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Nos leemos después


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