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Cookies and cream por Yoshita

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Notas del capitulo:

Me di cuenta que había puesto el resumen, pero no la historia, así que aquí está.

Ushijima suspiró antes de entrar a la elegante joyería que tenía en frente y tan pronto ingresó, todos lo reconocieron como uno de los más grandes rematadores de la selección japonesa de volleyball profesional. Mucha gente lo miró de refilón y le pidieron fotografías, pero Ushijima les dijo que estaba algo ocupado y que le dieran un momento, que tal vez después podría sacarse fotografías y firmar unos autógrafos.

- ¡Ah, Ushijima-san! – Saludó uno de los encargados de la vitrina - ¿qué podemos hacer hoy por usted?

- Vengo buscando un anillo de compromiso.

Para nadie era misterio que Ushijima llevaba una relación sentimental bastante estable con uno de los maestros de la primaria más reconocida de la capital, Sugawara Koushi, a quién presentaba en público cada que tenía la oportunidad, porque Ushijima estaba orgulloso de ese hombre que se paraba a su lado todos los días hacía ya 9 años.

- ¡Así que es eso! ¡Sugawara-san estará muy feliz de dar el siguiente paso!

- También yo lo estoy - dijo, con una ligera sonrisa en sus labios.

El hombre del mostrador sacó varias cajas con argollas de distintos tamaños y estilos: doradas, plateadas, negras e incluso con incrustaciones.

- Todas vienen a juego, así que usted y Sugawara-san pueden usar la misma argolla.

Ushijima asintió y las miró todas con cuidado. Él no era un experto en joyas, pero al menos conocía a Koushi y sabía que no le gustaban las cosas tan vistosas, pero tampoco merecía una argolla sencilla sin nada que le demostrara lo valioso que era para él, así que eligió las argollas plateadas con incrustaciones de amatista y ópalo y le dio las tallas al sujeto.

- Muy bien, Ushijima-san, espere aquí un momento, le traeré las alianzas.

Ushijima suspiró profundo, ya tenía las argollas, ahora solo faltaba invitar al hombre a una rica cena en un bonito restaurante y eso sería todo. Salió del local y antes de que pudiera llamar a Suga, su teléfono timbró primero.

- Hola Kou- saludó con una suave tonalidad de voz, la que usaba siempre hablaba con el hombre de cabellos canos.

- Hola Toshi, ¿qué tal tu día libre?

- Productivo – respondió mirando la bolsita de la joyería.

- Lamento no poderte acompañar hoy.

- No hay cuidado, Kou, tienes tus responsabilidades.

- Sí, pero para que veas que no me olvido de mi querido Wakatoshi, necesito que despejes tu noche.

- ¿Qué? – Ushijima se sintió algo nervioso, no podía dejar en evidencia que tenía planes (con él) para la noche.

- Te invito a cenar – dijo – tú, yo, un buen lugar de comida española y la mejor cena hasta ahora, ¿qué dices?

No tenía corazón para rechazar una invitación como esa y aunque no hubiera sido él quien la hubiera hecho, lo que quería era que cenaran juntos y parecía que el plan era ese.

- Claro que sí, Kou.

- ¡Bien! Te enviaré la dirección del restaurante, por si no alcanzo a llegar temprano a casa y no podemos ir juntos.

- Está bien, Kou.

- ¡Adiós, Toshi! Te veré en la noche.

Oyó al albino colgar la llamada y se puso algo nervioso, no como los nervios previos a un partido, eran unos nervios inexplicables para él. Su teléfono vibró y vio en la pantalla el mensaje de Sugawara con la dirección y el nombre del sitio, su corto español no podía leer ni entender claramente el nombre del lugar, pero confió en el albino.

 

Estaba parado justo en la puerta del lugar, elegantemente vestido y mirando su reloj de tanto en tanto, Suga lo había llamado para avisarle que tardaba un poco en llegar, así que tenía tiempo para pensar cómo iba a decirle al hombre con el que vivía que ya era hora de que fueran un poco más allá. Ensayaba las palabras en su mente una tras otra, pero no lograba generar una frase coherente y bonita para decirle. Cuando, por un momento, logró pensar algo relativamente decente, la visión de Sugawara corriendo hacia él, con una vestimenta tan elegante como la suya y una preciosa y radiante sonrisa, apareció, todo lo que había pensado se hizo viento y esa diminuta cajita de terciopelo negro en su bolsillo se hizo más pesada que recibir un remate suyo. Si estuviera hablando, se habría mordido la lengua porque no lograba acostumbrarse a esa energía tan brillante y positiva que irradiaba la sonrisa de Sugawara.

- Lo siento, Toshi, ¿esperaste mucho?

- Para nada- logró articular- acabo de llegar.

- Perfecto entonces – Sugawara le dio un ligero beso en los labios y lo tomó de la mano – vamos allá.

Al entrar al restaurante, una bonita muchacha los recibió detrás de un mostrador de color madera.

- Buenas noches, ¿tienen reservación?

- Claro, a nombre de Sugawara.

La muchacha revisó en el ordenador e ingresó los datos que el hombre le acababa de pasar.

- Sugawara Koushi, mesa para dos, un momento- la chica habló por un comunicador- sigan por aquí, Akira los recibirá y llevará a su mesa, muchas gracias por elegir Cortés, que tengan una excelente velada.

Los dos hombres siguieron por la puerta que la recepcionista acababa de señalarles y al otro lado les recibió una entusiasta muchacha de cabello rojo que los condujo al segundo piso, a una pequeña terraza privada con vista a un riachuelo que pasaba cerca. La mesa estaba decorada con una vela violeta y rosas blancas.

- Kou…

- Nada, nada, nada –dijo el chico mientras tomaba asiento – siéntate mejor, déjame actual cool de vez en vez al menos, no puedes llevarte todo el crédito siempre, Ushijima Wakatoshi-kun.

Ushijima de por sí era una persona de pocas palabras, así que quedarse sin ellas era algo realmente extraño, ¿qué se traía ese hombre? ¿Por qué lucía tan confiado de sí mismo? ¿Por qué ese lunar bajo su ojo izquierdo le estaba enloqueciendo más que de costumbre? ¿Se estaba convirtiendo Sugawara al fin en el chico refrescante?

- Kou…

- No hay preguntas, cariño, mejor siéntate, ¿no tienes hambre? Ordenemos primero.

Suga ojeó con tranquilidad el menú, sus ojos pasearon por los platos y las bebidas.

- Quiero el corte de lomo fino de 250 gramos y deberíamos pedir una botella de esa sidra que dicen que es tan deliciosa, ¿qué quieres tú?

- ¿Cerdo? – pareció más una pregunta que una afirmación y Ushijima se comía los nervios por dentro, Koushi había logrado ponerlo aún más ansioso y eso no iba a funcionar para lo que tenía planeado, ¿habría dejado su tranquilidad afuera del restaurante? Tal vez.

- Vamos, Toshi, relájate, estamos cenando, como hacemos a veces, no es nada raro.

¡No podía relajarse! ¡Estaba por proponerle matrimonio, demonios! ¿Quién podía relajarse con esa presión encima? Ni jugar en las nacionales le había asustado tanto.

La misma muchacha pelirroja de antes se acercó a ellos y les tomó el pedido.

- ¿Podrías traer la sidra primero, por favor?

- Claro, con permiso.

Suga volvió la mirada hacia el moreno impasible que estaba sentado frente a él, aún le costaba un poco leer las emociones de Ushijima, porque su inexpresividad podía significar cualquier cosa.

- ¿Pasa algo?

- Creo que estoy deslumbrado por ti más de lo usual – soltó.

Sugawara rio de manera adorable.

- ¿A qué viene eso?

- Eh… no lo sé, solo que estoy viéndote con los ojos de estudiante enamorado de nuevo.

- ¿No es eso bueno? Me siento halagado – rio de nuevo y tomó una de las manos del muchacho – me está viendo el capitán de Shiratorizawa por primera vez, ¿eh?

No lograba entender qué tipo de poder tenía Suga sobre él mismo, pero era uno muy grande.

- Estoy viendo al armador de tercero de Karasuno otra vez – admitió mientras acariciaba la mejilla derecha de Koushi – es increíblemente guapo.

- Oh, charlatán – se carcajeó suavemente, confundiéndose con los ruidos de las copas de un brindis chocar en alguna mesa contigua – el capitán de Shiratorizawa está coqueteándome, ¿es algún tipo de estrategia? ¿Si no puedes derrotar a tu enemigo, enamóralo? – Koushi hizo un mohín que a Ushijima se le antojó de lo más adorable – no puedo creer que te haya funcionado.

- Por el contrario, creo que fue una estrategia de tu equipo. No sabes el arma que eres.

- Oh, supongo que así le ganamos a Seijoh, distrayendo a Iwaizumi, o a Nekoma, haciéndole ojos encantadores a Kuroo o…

- Y a Shiratorizawa, encantando a su capitán.

Al fin, en lo que llevaban de la noche, Wakatoshi pudo ver a Sugawara flaquear y enrojecerse. Apartó la mirada.

- Tienen suerte de que yo no fuera un regular – dijo entre pucheros – o habrías encantado al armador.

- Lo hice aunque no fueras regular.

Sugawara abrió la boca para reprocharle algo, pero no tenía palabras para pelear, así que la cerró y suspiró profundo.

- Bueno – recuperó su compostura de una manera ágil – no estamos aquí para recordar que te ganamos en la secundaria. Eso podemos hacerlo en casa. Estuve hablando con los chicos – sabía que se refería a los de Karasuno – y creen que soy un imbécil, lo cual era cierto hasta hace unas horas, pero no pienso dejar que Asahi me dé sermones. Así que el sermón me lo di yo mismo, antes de llamarte al medio día – Ushijima lo oía con atención sin realmente entender, pero sabía que, tarde o temprano, Koushi llegaría al punto – no era inseguridad ni mucho menos, era tal vez que olvidaba quién soy o qué soy o de lo que soy capaz, como de enamorarte a ti, por ejemplo. Así que me dije que si era capaz de enamorarte, también era capaz de hacer más cosas – con su mano izquierda se arregló el cuello de su camisa y luego sacó algo del bolsillo de su camisa – soy Sugawara Koushi y eso lo sé, pero quizá lo había olvidado, pero ya no, aunque hay ciertas cosas que me gustaría cambiar, ¿qué dices? – iba a preguntar con respecto a qué hasta que vio a Suga haciendo el gesto de “paz y amor” con su mano izquierda. Hubiera sido algo muy normal de no ser por el anillo que sostenía entre los dedos índice y corazón, el objeto redondo enmarcaba perfectamente ese lunar que Sugawara tenía y que Ushijima bien conocía - ¿te apetece casarte conmigo?

 

 Ushijima suspiró antes de entrar a la elegante joyería que tenía en frente y tan pronto ingresó, todos lo reconocieron como uno de los más grandes rematadores de la selección japonesa de volleyball profesional. Mucha gente lo miró de refilón y le pidieron fotografías, pero Ushijima les dijo que estaba algo ocupado y que le dieran un momento, que tal vez después podría sacarse fotografías y firmar unos autógrafos.

- ¡Ah, Ushijima-san! – Saludó uno de los encargados de la vitrina - ¿estuvo todo bien? ¿Las tallas eran las correctas?

Wakatoshi no dijo nada y puso la bolsita con las argollas sobre el mostrador.

-Vengo a devolverlas.

La cara de alegría de todos en la tienda cambió a un semblante pesado y triste.

- Oh, lo lamento, no pensé que le hubiera dicho que no…

- No exactamente – dijo y podía jurar que estaba sonrojándose – esta vez – mostró su zurda – fui yo quien dijo que si.

Notas finales:

Gracias por leer.


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