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Amor desde la inocencia por darkwinter

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Era un día lluvioso, el pequeño se puso su impermeable amarrillo con botas del mismo color saliendo a jugar.

-Yugi, cuando vuelvas ve directo a bañarte- la cabeza de su madre se asomó desde la cocina.

-Si mama-se despidió saliendo cerrando la puerta detrás de sí.

Yugi vivía junto con su abuelo y su madre en un pequeño pueblo en las montañas, en donde las casas se encontraban separadas por pedazos del bosque, siendo verano las temporadas de lluvia llegaron, era la época del año favorita de Yugi, quien ahora brincaba felizmente sobre los charcos, no espero que al momento de brincar en uno el lodo lo haría resbalar y caer a sobre el áspero pavimento, al llevar puesto un short se había raspado la rodilla izquierda, le dolía y al ver la sangre no pudo evitar llorar, mientras lloraba sentado el piso una motocicleta paso a su lado deteniéndose, el conductor bajo encaminándose a Yugi.

-¿Estas bien?-alzo la miraba ante el hombre enfrente suyo.

-No te preocupes, no te lastimare-se agacho quitándose el casco, se sorprendió al ver lo casi parecidos que eran con la diferencia de los ojos rojos y los rizos rubios los cuales se alzaban por lo largo de su cabeza.

-Me llamo Yami ¿y tú?

-Yu…Yugi.

-Ok Yugi, ¿quieres que te lleve a tu casa?

Dudo recordando las advertencias de su madre sobre no confiar en desconocidos, pero, su deseo de volver a casa por su herida era más importante, asintió aun con los ojos llorosos, Yami le ofreció su mano para ayudarlo a levantarse, acepto siendo encaminado a la motocicleta, nunca se había subido a una estando un tanto nervioso.

-Descuida, no iré muy rápido-empezó a conducir, Yugi le indicaba la dirección a la cual ir y en cuestión de minutos llegaron, Yugi se bajó despidiéndose de Yami, mientras curaban su herida era regañado, sin embargo casi no prestaba atención, seguía pensando en Yami.

Con mucho pesar se levantó para ir a la escuela, de seguro Jonoichi se burlaría de el por su herida, sin mucha prisa ni emoción desayuno y salió de casa con mochila en mano, no le importaba si llegaba tarde y encontraba la reja cerrada, aun si eso significara que la escuela llamara y al volver a casa su madre lo regañara por irse de vago. Caminaba cuando algo llamo su atención, enfrente de la casa abandonada estaba la motocicleta de Yami, curioso se acercó, trato de asomarse por las ventanas dándose un gran susto cuando en una se abrieron las cortinas mostrando al ojicarmin.

-Yugi, hola-abrió la ventana recargado en el marco.

-Yami, ¿vives aquí?-el mayor asintió dirigiéndose a la puerta.

-Esta casa esta embrujada, si te quedas a dormir aquí morirás- advirtió alarmado apretando los puños.

-Ya he dormido dos noches aquí y no me ha pasado nada.

-Pero el fantasma de la anciana te atacara.

-¿Dónde escuchaste todo eso?, déjame adivinar en la escuela.

El pequeño asintió, Yami sonrió recargándose contra el marco de la puerta.

-Aquí solo hay ratones y hormigas, de hecho estoy teniendo un combate a muerte con un hormiguero en la cocina………..¿quieres pasar?-Yugi tembló ante la proposición asintiendo. Adentro los muebles lucían antiguos algunos tenían una capa de polvo, al entrar a la cocina el refrigerador fue separado de la pared y en el piso se notaba una mancha negra la cual se movía.

-No es como si fuera a usar el refrigerador, no hay electricidad, por suerte aún hay agua- abrió el grifo del lava traste permitiéndole salir un chorro de agua.

-He vivido en peores casas abandonadas, en algunas el techo se estaba cayendo-dijo regresando a la sala.

-¿Y porque no vives en una casa nueva?-pregunto inocentemente Yugi.

-Nunca me quedo mucho tiempo en un solo lugar  ven te mostrare las habitaciones-al subir algunos escalones rechinaban, al llegar a la segunda planta caminaron hasta unos de los cuartos con la puerta entre abierta.

-Las sabanas al estar en los cajones del closet siguen intactas y el colchón aún está en buenas condiciones, he limpiado y tirado algunas cosas, ahora que lo pienso vas de camino a la escuela, ¿cierto?, ven, tal vez aun no cierran- el ojiamatista negó cabizbajo.

-Por favor déjame quedarme aquí hasta la tarde-Yami se sorprendió arrodillándose.

-¿Por qué no quieres ir?-Yugi evitaba la mirada de Yami apretando el dobladillo de su playera.

-¿Alguien se mete contigo?-asintió como respuesta, Yami suspiro acariciándole la cabeza.

-¿Por qué no le cuantas a los maestros o a tu madre?-apretó los labios, sollozando alzo la cara.

-Porque serian peores, rompieron mis cuadernos, tiraron mis colores, no quiero que me hagan más daño-trataba dejar de llorar tapándose los ojos, sin esperar ser abrazado por el mayor, este continúo acariciando su cabeza con sumo cariño.

-Hagamos esto, tu vuelve a la escuela mañana, te acosaran, sí, pero yo hare algo al respecto, te lo prometo, por lo mientras, puedes quedarte, solo ayúdame a limpiar-Yugi asintió limpiándose las lágrimas.

La tarde llego, el pequeño tricolor partió de vuelta a casa, estaba agotado y tal como de predijo al llegar fue interrogado de donde estuvo todo el día, respondiendo sin mucho interés.

Al día siguiente en la escuela, en la hora del receso Yugi se encontraba sentado en una banca apunto de comer cuando alguien lo patea tirándolo al piso.

-Oye renacuajo, ¿Qué te paso en la pierna?-Jonoichi junto a un grupo lo rodearon.

-No me digas que por andar saltando te caíste, ja, estúpido-los demás niños se rieron.

-¡Ya basta! ¡dejame en paz!-se levantó saliendo entre burlas y abucheos, mientras, afuera de la escuela Yami observo todo. Jonoichi iba de regreso a casa junto con sus amigos, reían y platicaban, de pronto, una motocicleta se detuvo enfrente de ellos, el conductor bajo tomando al rubio de la playera alzando sobre el piso sacando un cuchillo.

-Vuelve a meterte con Yugi y te destripare-lo soltó no sin antes meter el cuchillo bajo la playera rompiéndola a la mitad, se fue dejando al pequeño en el piso paralizado. Yugi caminaba desanimado, no había comido nada desde el almuerzo ya que este término el piso.

-Yugi-se detuvo al oír esa voz familiar

-Ten-un paquete con galletas de arroz con pan de melón.

-Debes de tener hambre, ¿Qué tal cuando termines te llevo a casa?-con una gran sonrisa acepto, ambos se  sentaron, Yugi platicaba de juegos y otras cosas e Yami lo escuchaba atentamente.

 


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