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Pasión en Cadenas por Alleisys

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"La sola idea de que un acto cruel pueda ser útil ya es de por si inmoral"


Marco Tulio Cicerón.


 


Desde su lecho pudo ver como los rayos del sol claudicaban ante el azulado ascenso de la noche. Lugar donde los astros — que reflejaban las proezas de los héroes y semidioses de antaño — empezaban a mostrarse en los cielos, haciendo que hasta la misma luna escogiese salir para brillar con luz propia, opacando a todas las estrellas a su alrededor con su inconmensurable brillo.


La indomable ráfaga de aire que entro por su balcón no logro causarle frió alguno. A pesar de que la blancura de su cuerpo se mostrase en su totalidad y que sus sabanas se hallasen arremolinadas en el piso. Ser sostenido por los fuertes brazos de Katakuri le producían el calor necesario para soportar las más fría de las heladas.


Solo deseaba quedarse en esa posición eternamente, siendo testigo del espectáculo que las estrellas les ofrecían.


Ya que esta noche bailarían únicamente para ellos dos.


Sentía la respiración de Katakuri sobre su cuello, haciendo que su corazón bombee a un ritmo descontrolado. Su escultural torso — Aquel que por mucho tiempo soñó con acariciar, morder y arañar — Pegado a su espalda. Y finalmente sus labios — que solo los dioses sabían cuánto había deseado sobre si —, degustándolo cual ambrosia, en un proceso lento y tortuoso.


Por primera vez en su vida se sentía libre...


Libre entre los brazos de un esclavo.


A la par, Katakuri jugaba con sus escarlatas cabellos, quedando fascinado por la forma tan inusual que estos tomaban, ya que a pesar de que tratase de forjarlos y mantenerlos lisos, estos siempre volvían a sus fascinantes rizos iniciales.


Eran indomables, como su portador.


Fue entonces que sintió la mano de Ichiji sobre la suya, levantándolas a la par que comparaba la gran diferencia de tamaños.


—Tienes manos grandes y ásperas. — Susurro el pelirrojo mientras besaba los nudillos del contrario.


—Son las manos de un hombre cuyas únicas posesiones son la tierra sobre la que camina y el aire que respira. — Hablo con la vista fija en el pelirrojo. — ...Es todo lo que tengo para ofrecerte si decides continuar con esta locura.


La sinceridad de sus palabras hizo que algo dentro de él se oprimiera, deshaciéndose del fuerte agarre de Katakuri para lentamente posicionarse sobre él.


Tener la desnudes de Ichiji sobre si, siendo bañado por la pavorosa luz de la luna, fue la visión más erótica que vio jamás.


—No necesito más. — Susurro sobre sus labios, iniciando un cálido beso que rápidamente permuto a uno más salvaje y necesitado.


Sin perder tiempo tomo las ya marcadas caderas de su pelirrojo amante. Buscando a través de los confines de su cuerpo, la forma de volverse nuevamente un solo ser. Practicando aquella danza tan apasionada como peligrosa, siendo los únicos testigos de su pecado las estrellas en el cielo.


. . .


Ambos se encontraban bañados por una perlada capa de sudor luego de aquella intensa lucha de voluntades sobre el lecho, de la que tanto Ichiji como Katakuri habían quedado exhaustos. El primero se hallaba descansando sobre el torso de Katakuri, sintiendo la relajada respiración de su pecho subir y bajar. Mientras que el granate lo sostenía sin cuidado de los glúteos, amasando su tersa piel — Enrojecida luego de soportar sus incansables manotazos — como si se tratase de una masa de pan.


Ichiji se encontraba de cierta forma abochornado por el recientemente descubierto habito de su esclavo, pero lo dejo pasar. Dicho acto tan impúdico no le molestaba en cuestión. Incluso desafiaría a los dioses al decir que ese era el lugar predilecto para las grandes y trabajadas manos de Katakuri.


«Supongo que por más que lo desee, una parte de ti jamás dejara de ser un salvaje»


Fue entonces que una interrogante aún más grande calo en su interior —¿Cómo fue que terminaste en Roma? — Pregunto en un ligero susurro, levantando ligeramente su cabeza, para enfrentar su mirada con la de Katakuri.


Por unos breves instantes pudo ver como el fuego en los ojos del moreno se apagaba de forma inquietante por el cuestionamiento, pero inmediatamente recuperaron su llama característica de siempre.


—No te gustara oírlo. — Alego recalcitrante. — No se trata de ninguna epopeya heroica.


Sino una trágica, llena de muerte y dolor.


—Quizás — Medito tomando el masculino e impoluto rostro de Katakuri entre sus manos. ¡Por Venus! Realmente era un hombre en extremo atractivo — pero aun así quiero oírlo.


Katakuri solo opto por rozar sus dedos contra su collar de esclavo, que aun posaba orgulloso sobre el cuello de Ichiji. En un silencio que el pelirrojo entendió como el luto a una vida ya olvidada.


—Solo si lo deseas— Añadió en un murmullo bajo el pelirrojo.


Si Katakuri aún no estaba listo para hablarle sobre ello, él no iba obligarlo.


—Nací en Britania— Pero de a pocos las palabras empezaron a salir de sus labios. — en una de las tantas tribus que habitaban en la isla, pero estoy convencido de que habrás escuchado hablar de mi gente, soy iceno.


Ichiji abrió fuertemente los ojos al procesar esa última palabra. Cualquier romano, o habitante del mediterráneo conocía bien el nombre de aquella tribu de bárbaros que habitaban más allá del mar del norte. Su rebelión contra Roma fue muy conocida en todos los confines del imperio.


—Pero eso no puede ser posible, se supone que los icenos fueron...—


—Exterminados— Fue el mismo Katakuri quien develo el oscuro destino que sufrió su gente —Como castigo por revelarse ante Roma — Suspiro — Por eso dije que la historia no sería de tu agrado.


La frialdad con la que Katakuri soltó esas palabras solo hizo que la curiosidad de Ichiji aumentara. — ¿Entonces cómo es posible que tu...?


Los rumores de que una tribu del sur de Britania se había levantado contra la magnificencia del Imperio se esparcieron como la lluvia por toda Roma. Sorprendiendo a todos los estratos de la sociedad cuando se supo que el responsable de aquella rebelión que unió a muchos de los pueblos que habitaban en esa isla, fuese nada más y nada menos que una mujer.


—Mi pueblo era una tribu guerrera. Que a pesar de orgullosa, no era estúpida. Sabíamos bien que jamás podríamos hacerle frente al deseo expansionista de Roma y a sus invencibles legiones llenas de una insaciable sed de sangre. — Era solo cuestión de tiempo para que tomasen sus barcos y llegasen hasta nuestras costas — Cuando finalmente desembarcaron en Britania, nuestro rey, Prasutago, acepto inclinarse ante el Cesar por la supervivencia de Icena. A cambio de nuestra lealtad, el emperador dio su palabra de no hacernos daño, pero pronto nos dimos cuenta de los estúpidos que fuimos... —Ichiji vio en la mirada de Katakuri una llamarada de odio tan grande que ni todos los mares de Roma juntos podrían apaciguar.


La palabra de un Romano, aunque fuese la de un emperador, no poseía valor alguno.


—Vivía con mis hermanos y hermanas en los fríos bosques de las orillas del rió Tas. — Recordó con nostalgia. Si cerraba los ojos incluso podía llegar a ver los frondosos árboles de su tierra natal y sentir el calor de su humilde hogar — Nunca conocí a mi padre, y mi madre falleció al poco tiempo de nacer la última de mis hermanas debido a sus múltiples embarazos. — A pesar de que recordaba a Linlin como una mujer impasible y dueña de un temperamento abrasador, sus múltiples desventuras amorosas eran ampliamente conocidas. Ella misma decía que todos sus vástagos eran hijos de la pasión, o alguna sandes similar. — así que junto con mi hermana, Smoothie, nos hicimos cargo de los más pequeños. Ambos éramos cazadores, y con lo que obteníamos de nuestras presas nos alcanzaba para proveernos de comida y pagar los tributos a Roma.


—¿Ambos? — Repitió sorprendido — ¿Tu hermana también...?


Katakuri le devolvió una mirada amarga — Si, Ichiji. — Suspiro molesto — A diferencia de tu gente, Icena no era una cultura misógina. Tanto hombres como mujeres eran vistos como iguales. No importaba si poseías testículos o no, lo único que valía era la bravura del guerrero en el campo de batalla.


Definitivamente estaba sorprendido, pensar que había culturas donde existía una equidad entre hombres y mujeres iba en contra de muchas de sus creencias. En Roma las mujeres estaban muchos peldaños por debajo de ellos. No poseían voz ni voto, desde que nacían sus destinos estaban escritos. Siendo sus padres, esposos, hermanos e incluso hijos los que dictaminaban su futuro. Ni Reiju, siendo tan inteligente y hermosa, se salvó de esa regla de oro.


—Por muchos años soportamos las humillaciones de los romanos, pagando sus exorbitantes impuestos y construyendo sus malditos templos paganos hasta rompernos los huesos. —Sirviéndoles con el fin de evitar la aniquilación. —Incluso llegamos a cooperar con ellos en sus campañas de conquista en el norte de Britania. Manchando la tierra con sangre de nuestra propia gente — Algo de lo que ahora se sentía inmensamente avergonzado — pero todo eso cambio cuando nuestro Rey falleció.


Prasutago, su valiente y tenas gobernante. Un rey honesto que siempre busco lo mejor para su pueblo, prefirió entregar su corona a un rey extranjero, que luchar y llevar a su gente a la extinción.


—El día de su funeral toda la tribu estuvo presente — El intenso olor a incienso y la fiereza llameante de la pira funeraria mientras elevaba las cenizas de su rey a la gloria de los dioses. Mientras que su reina viuda, Boudica, acompañada de sus dos pequeñas hijas le daban el último adiós a su padre — Fue entonces que el gobernador de Romano de Britania se presentó ante nosotros con una facción de sus legionarios, y alegando al hecho de que Prasutago no poseía hijos varones que heredasen sus tierras. Anuncio que por órdenes del Cesar, Icena perdería su estatus de aliado de Roma y pasaría a ser una provincia más de su imperio. Recibir esa noticia fue como ser acribillados por la espalda, — Todo lo que soportamos fue por nada — y fue nuestra misma reina fue la que alzo su voz contra aquel agravio. Asegurando que no iba a permitir que Icena fuese absorbida por Roma.


Boudica, su joven reina con una piel tan blanca como la niebla, de cabellos largos y rojos como los rayos del atardecer. Siendo muy admirada por todos en la tribu al ser el claro ejemplo de mujer Icena que representaba todos sus valores ancestrales.


Guerra inquebrantable y madre feroz.


—Ella y Prasutago eran las únicas dos razones por las que habíamos soportado por tanto tiempo las humillaciones de Roma, jurándoles lealtad, pero incluso la lealtad tiene un límite... — Sus nudillos se encontraban tan blancos por la presión que ejercía sobre sus manos que incluso empezó a brotar sangre de sus manos — y ese día la depravación de Roma se mostró ante Icena en su estado mas puro.


Ichiji sintió un nudo en el estómago al escuchar la oscura voz de Katakuri, incluso podía escuchar su sangre bullir. Sus ojos mostraban el mismo odio que hace solo unas horas casi le arrebata la vida.


—...¿Qué fue lo que paso?


Luego de un prolongado silencio por parte de Katakuri, finalmente lo revelo.


—Los romanos castigaron a Boudica por su osadía, azotándola hasta dejarla al borde de la muerte y violando a sus hijas frente a toda la tribu...


Los gritos de la reina retumbaron cual relámpagos. Amenazando con lágrimas de sangre a todos esos hombres que osaron ultrajar a su propia sangre con la peor de las muertes si salía con vida. Mientras que los sollozos de aquellas niñas que ni siquiera habían llegado a florecer, se volvieron tan desgarradores que incluso trato de reventarse los tímpanos para no oír más de aquel inhumano acto que estaba ocurriendo frente a él.


—Nosotros éramos los salvajes, pero los que cometían la barbarie eran ellos.


Apenas tuvo tiempo de cubrir los ojos de sus hermanos más pequeños cuando los legionarios presentes en aquel infame acto los acorralaron de inmediato en una de sus impenetrables formaciones. Asegurándoles que si alguno cometía la estupidez de interferir, el destino de la reina y sus hijas seria compartido por todos los miembros de la tribu, por atreverse a desafiar la soberanía de su imperio.


—Pero cometieron dos errores garrafales aquel día — Recalco con énfasis — El primero fue haber dejado viva a nuestra reina, y el segundo, no haber matado hasta el último de nosotros en ese preciso momento.


Fue así que la rebelión de Britania dio inicio. Hombres, mujeres, niños y ancianos, nadie más estaba dispuesto a seguir de brazos cruzados luego de tal humillación. Y de a pocos, lo que el creyó imposible, sucedió.


Primero los Trinobantes, le siguieron los Dobuni, luego los Cantici y muchas otras tribus mas se unieron a la causa Icena.  


Siendo comandados por la bravura y fortaleza de su reina, que a pesar de sufrir la peor de las humillaciones por parte de Roma, logro levantarse de sus propias cenizas y dirigir a su pueblo contra la tiranía de aquel Imperio.


—De a pocos fuimos ganando terreno contra los romanos, hasta llegar al corazón mismo del poderío romano en Britania.


Camulodunun, capital Romana de Britania, fundada por nada más y nada menos que el mismísimo emperador Roger.


—La quemamos hasta las cenizas... — Susurro — Matamos a todos los romanos que habitaban la ciudad, no dejamos a nadie con vida. Si ellos nunca nos mostraron piedad, ¿Por qué habríamos de mostrarla nosotros?


A pesar de que trato de ocultarlo, su cuerpo fue envuelto por un estremecimiento. Katakuri también lo sintió, y acaricio levente su mejilla.


Ichiji sabía bien lo que paso después. A partir de ese momento, la racha de victorias de los Icenos no hizo más que aumentar. Luego de Camulodunun, le llego el turno a Londinium y finalmente Verulamium.  Su ejército rebelde crecía con el correr de los días. Llegando a volverse un serio problema para la estabilidad de Roma con cada ciudad que tomaban.


Y en la capital del imperio las cosas no pintaban mejor. La cúpula del emperador y el senado eran conscientes de que tenían que suprimir esa rebelión de raíz, antes de que esos salvajes inspiraran a otras provincias aledañas a levantarse en armas.


La Pax Romana corría peligro sino le daban fin a las revueltas ocasionadas por esos bárbaros.


Fue entonces que el Emperador Roger tomo una decisión, anteponiendo los intereses de Roma. Ordenando que una de sus más leales, e igualmente mortales legiones se trasladase hasta el mismo corazón de la rebelión, con el objetivo de darle fin a aquella revuelta.


A como dé lugar.


—El día de la batalla final llego, estábamos seguros de que ganaríamos y bañaríamos los campos con sangre romana. Los superábamos cinco a uno, nuestra ventaja era inmensa. Con nuestra victoria asentaríamos un golpe fatal a Roma. Y con el espíritu que caracterizaba a mi gente nos lanzamos a la batalla... Que ilusos fuimos — Razono amargamente. — Ninguna de las anteriores batallas, ni el orgullo guerrero de nuestra gente nos preparó para lo que aconteció en los campos de Verulamium.


Aprendió de la peor forma posible que no por nada Roma había conquistado todo el mundo conocido. La muralla impenetrable que representaron los scutum, y la férrea disciplina que mostraban sus legionarios, sumada a la maquinada estrategia bélica de sus generales marco la tumba de su gente.


—Poco a poco caímos como moscas, siendo envueltos por una lluvia de flechas sin fin. — Ver los cadáveres de sus hermanos sobre la tierra sería una imagen que lo perseguiría hasta su muerte — El avance del enemigo ya era imparable, ese campo sería la última morada de todos nosotros— Sería la más honorable de las muertes, aceptar el filo de la espada y abrazar a la parca con orgullo. — ...pero algo me hizo bacilar en el último instante.


No fue cobardía, ni sus deseos por aferrarse a la vida, sino el trágico final que les esperaba a sus hermanas de caer en manos de los romanos.


—A pesar de que dos flechas ya me habían alcanzado, logre reponerme y usar lo poco que me quedaba de fuerza para volver al campamento que habíamos armado a unos kilómetros del encuentro.


—¿Abandonaste el campo de batalla?


—...Llámalo como quieras. — Contesto sin darle importancia — Ya había presenciado lo que Roma era capaz de hacerle a aquellos que en antaño fueron sus aliados. Sabía que el destino de mi gente seria incluso peor que la muerte de capturarnos con vida.


—¿Lograste encontrarlas? — Ni bien termino su pregunta, Katakuri retiro su cuerpo de él. Alejando su tacto para acto seguido sentarse a un extremo de la cama. Desviando su mirada del pelirrojo y centrándose en la nada.


—...Hubiera deseado no hacerlo. — Asevero en un hilo de voz.


Fuego.


Todo a su alrededor estaba siendo consumido por las llamas.


Legionarios quemaban con sus antorchas campamentos y tiendas enteras... Sin siquiera importarles que hubiesen personas dentro.


Los gritos de terror eran ensordecedores. Podía ver a gente corriendo mientras sus cuerpos eran bañados por las llamas, personas mutiladas, niños gritando del pavor, y a mujeres rogando a los dioses por ayuda.


Locura.


Locura y perversión en su estado más puro.


—¡Pudding! ¡Nana! — Pero era inútil, por más que sus gritos se asemejaran los rugidos de una bestia. Estos palidecían ante el bullicio desenfrenado de las personas que rogaban por su vida a aquellos soldados de capas rojas, pero aun así no se rindió. — ¡Cusart! ¡Angel! ¡Pudding! ¡Nana!


Su visión empezaba a oscurecerse, las heridas provocadas por esas malditas flechas lo hacían perder más sangre a cada minuto que pasaba.


¿Acaso ese sería su final?


Fue entonces que lo escucho, era un llanto apenas perceptible, pero le dio las fuerzas necesarias para levantarse y empezar a correr hacia esa voz. La adrenalina que inundaba su cuerpo fue tal que a pesar de contar con dos flechazos en su tórax y estar desangrándose a chorros logro asesinar a tres legionarios. Decapitándolos con un solo tajo de su espada.


Solo entonces fue que finalmente la vio.


Anana, su hermana más pequeña, abrazaba el cuerpo sin vida de Pudding mientras lloraba desconsoladamente. La castaña tenía la espalda llena de flechazos. Como si hubieran jugado tiro con su cuerpo. Tomo el cuerpo de la niña sin importarle sus berrinches y empezó a correr.


De inmediato se percató que el largo cabello rosa de Anana había sido cortado — ¿¡Anana, que fue lo que paso!? — Pero fue inútil. Su hermanita estaba tan sumida en el miedo que había perdido la capacidad de hablar — Anana, necesito que te calmes y me digas donde están las demás...


Pu-Puding está muerta... — Sollozo, aun sin poder asimilarlo. — Cu-Cuando los romanos empezaron a avanzar... Smoothie dijo que iría a apoyar al frente... Tomo su espada y se fue...


¡Carajo!


Una... Una legión entera embosco el campamento por detrás... — Era inútil, su hermanita apenas y podía articular dos palabras juntas sin romper a llorar nuevamente— Pudding me tomo en sus brazos y empezó a correr con Cusart y Angel... pero de un momento a otro las perdimos. N-No sé dónde están. N-No se c-cuanto tiempo corrimos, en un punto Pudding me soltó y... con un cuchillo que tenía guardado corto mi c-cabello... Me dijo que si los romanos llegaban a capturarme no les revelara que era una niña...


«—¡Nana! Si se dan cuenta de que eres una mujer, se terminó. ¡Nadie puede saber que


—Ni siquiera pudo terminar... una flecha la atravesó por la espalda ... ¡Fue por mi culpa, Katakuri! — Cuando sus gritos empezaron nuevamente tuvo que cubrir su boca con fuerza. Había logrado ocultarse entre el espeso bosque, si Anana continuaba llorando los pondría en grandes aprietos.


—Cierra la boca.


De repente, las pisadas de unos caballos se escucharon a lo lejos. Una guarnición de soldados con el estandarte de un águila se abrían paso entre todo el tumulto con sus imponentes caballos, haciendo que sus bestias pasasen por encima de todo, tanto vivos y muertos. De entre todos ellos, había un soldado que destaca por encima de los demás. Sus ropas lo delataban, pudo reconocerlo como el general de la legión.


Un hombre extremadamente alto, casi asemejándose a una montaña y sumamente corpulento. De interminables cabellos rubios ensortijados, y una mirada impasible.


—¡Dux, Señor! — Llamo uno de sus soldados, un hombre moreno y con un extraño cabello negro.


Legado Aokiji. — Pronuncio con su oscura voz.


—La batalla en el frente acaba de concluir con victoria Romana.


Pero a pesar de haber recibido la noticia de su reciente logro militar, el general la tomo con tirria —No manches la magnificencia de Roma llamando aquel juego de niños "Batalla", Aokiji. En ese ejercito de salvajes habían más mujeres y niños que hombres. ¡Fue un insulto a nuestro imperio que manchen la honra de Marte con su sola presencia! — Escupió furibundo. — ¿Hay noticias de la zorra de su reina?


El moreno levanto una ceja, exasperado por la actitud de su superior. —Aparentemente murió en batalla. — Informo.


—¡Maldita puta! Los dioses fueron muy benévolos con ella luego de todo el revuelo que causo. ¡Busquen el cuerpo! Lo descuartizare con mis propias manos y se los daré de comer a sus hijas. — Ordeno mientras tomaba las riendas de su caballo.


El rechinido de sus dientes fue tan fuerte que le sorprendió que estos no se destrozaran por la fuerza que ejercía.


—¿Qué hacemos con los sobrevivientes? —Cuestiono Aokiji antes de que su superior se retirase.


—¿Perdón? — El Legado titubeo cuando su superior le devolvió la mirada indignado. — Te equivocas Aokiji. No debe existir la palabra "sobrevivientes". — Declaro encolerizado — Quiero muerto hasta el último de esos condenados Icenos.


Aokiji abrió los ojos desmesuradamente al escuchar el infame mandato del Dux — Disculpe, pero las órdenes del Cesar únicamente fueron controlar la rebelión y recuperar los territorios tomados por los Britanos insurgentes.


—Esto será un mensaje para Britania y todo el imperio, Legado. ¡El exterminio de los Icenos será la prueba fidedigna de lo que ocurrirá si se atreven a revelarse contra el magnánimo pueblo de Roma! Ahora, de la orden Legado. ¡Quiero las cabezas de cada uno de estos salvajes en una pica! ¿Escucho bien?


Las lágrimas de Anana se acumularon en su mano al escuchar el oscuro destino que tendrían.


Iban a morir.


¡Mi señor! — De repente un soldado irrumpió entre los presentes — ¡Encontré algo que de seguro le gustara ver!


—Si no es la perra de Boudica entonces largo. Tu sola presencia es insultante para mí, Arlong.


—No general, no es una reina, pero, yo diría que de igual forma le puede interesar.


Cuando el romano recién llegado hizo caer un cuerpo de su caballo, Katakuri y Anana se quedaron congelados. Estaba amordaza de pies y manos, con uno de sus ojos muy hinchados por lo que Katakuri supuso fue un golpe, y sus largos cabellos albinos estaban empapados de sangre.


Esta Icena logro asesinar a dos docenas de nuestros soldados solo con una espada y un puñado de flechas, señor. — Señalo el soldado.


Solo al oír la última frase fue que descendió de caballo. Acentuando su abominable altura se dirigió a paso lento hacia aquella mujer de atrapantes cabellos blancos. Sin cuidado alguno tomo uno de sus mechones con rudeza — Responde mi interrogante, salvaje, ¿Cómo es posible que un ser inferior como tu haya podido darle muerte a veinticuatro de mis hombres? — Al momento de acercarse para quitarle la mordaza de la boca, esta aprovecho para morder la mano del Dux — ¡Agh! ¡Maldita zorra icena! — Soltó un quejido de dolor para seguidamente golpear de lleno su rostro, impactando con toda la fuerza de sus nudillos su fino rostro. — ¡Mi espada! — Ordeno — Tu cabeza será la primera de cientos de Icenos que adornaran mi glorioso camino de regreso a Roma.


Al ver que el general romano desenvaino su espada, no pudo permanecer oculto por más tiempo. Instantes antes de que rebanasen la cabeza de Smoothie, un choque de metales resonó en todo el bosque.


—No me importo nada, y a pesar de saber que mis heridas podían ser mortales, logre llegar a tiempo para salvarla. — El ligero atisbo de esperanza que denoto la mirada gris de Smoothie cuando se mostró frente a ella, fue apabullante — pero lejos de salvarle la vida... la condene.


A pesar de que la alegría que sintió de ver vivo a su hermano mayor fue incalculable, duro pocos segundos, ya que en un parpadeo Katakuri fue apuntado por más lanzas de las que ella podría contar.


¡Suelta tus armas, Iceno! — Ordeno el Legado desenfundando su espada.


Levanto la mirada desafiante, y en un acto suicida tomo la espada del Legado con sus propias manos, haciendo que sus dedos empezaran a desprender sangre debido a la fricción del metal con su piel, solo para apuntar la punta de aquella arma contra su cuello. —...Prefiero morir con una espada que bajo tu compasión, romano. — Desafío con la mirada.


Aokiji sonrió ante su osadía —Honorable tonto, cumpliré tu deseo.


—Si el filo de su espada no me corto la garganta de un tajo fue únicamente porque su superior le ordeno detenerse un segundo antes de rozar mi cuello. Por lo visto, aquel Dux había quedado muy asombrado de que mi hermana y yo se nos diera tan bien el arte de matar, a pesar de estar ambos con un pie en el otro mundo... Y para nuestra desdicha, eso no fue lo único que noto.


¡Observen bien soldados! Sus rasgos difieren mucho del resto de salvajes a los que les dimos muerte. — Reconoció — Esa piel canela... y los extraños tonos de cabello. Son un rasgo muy atípico. Sería una pena darles muerte... sin haber hecho uso de ellos antes, en especial a la chica. — Rio perversamente. Definitivamente eran muy atrayentes.


—¿No me digas que ellos...? — Ichiji siquiera pudo terminar su frase del asco que le causo la idea.


—Me clavaron una lanza en la espalda antes de que pudiera hacer algo y uno de esos mugrosos soldados arrastro a mi hermana de los cabellos hacia su caballo.


Que los soldados la disfruten, es mi regalo por su victoria — Rio divertido — Y en cuento a ti... Iceno. Esas heridas de flecha son muy profundas. Veo muy poco factible que no hayan impactado en órganos vitales. Lo más probable es que mueras desangrado. Así que... ¿Por qué alargar tu agonía? ¡Aokiji! — Al escuchar el filo de la espada, solo opto por levantar la mirada, pero no para ver el rostro de su ejecutor. Sino para buscar el cielo azul de su amada Britania por una última vez. Desgraciadamente, este se hallaba inundado por un espeso humo gris.


Las llamas de Roma habían bañado a todo Britania de fuego y sangre.


¡No! — El desgarrador grito de Anana, saliendo de los árboles para tirarse a los pies de Aokiji, y rogarle a cantaros de lágrimas que no matase a su hermano dejo sin palabras al romano.


No... No... ¡No! ¡No! ¡Anana, no! ¿¡Porque!? ¡Maldita sea! ¿¡Porque tenías que salir!?


¿Qué acaso no te das cuenta que voy a morir sin importa qué?


Smoothie vio horrorizada la escena. Jamás pensó que Anana siguiese viva luego de ver como el campamento fuese calcinado por los romanos.


Aokiji fue invadido por el desconcierto al ver tal acto de parte de un pequeño niño de no más de cinco años, pero aparentemente fue el único de todos esos hombres con algo de humanidad en su corazón, ya que el resto no hizo otra cosa que no fuera mofarse. Siendo la risa de su señor la que más inundaba el ambiente.


— Valla que los Icenos son un pueblo muy obstinado. Se aferran a la vida a pesar de saber que su destino es ser exterminados.


Solo entonces realizo aquello que jamás hubiera cometido antes en su vida.


—...Por favor... — Arrastrándose como pudo hasta los pies de aquel general —Por favor se lo pido, no la mate. Es solo una niña. Fuimos nosotros los que iniciaron la rebelión, no ella.


Rogo... pero no por su vida, sino por la de su pequeña hermana.


Sin embargo, aquella mirada no hizo más que iluminarse ante sus plegarias — ¿Una niña?


¡Quiso tomar su daga y abrirse a si mismo el tórax cuando se dio cuenta de su error!


—...Llévenla al campamento. — Sentencio ante su atónita mirada — Descuida Iceno, la suerte de tus hermanas y la tuya será la misma, los tres se rencontrarán en el Hades. Solo que a diferencia te di, antes de matarlas haré que mis solados las violen hasta que se les hinchen las pelotas.


Sintió ganas de vomitar al escuchar tales palabras. — ¡No por favor! Si quiere llévenme a mí, pero no a ellas.


—Aokiji, toma a la niña y larguémonos de aquí. Quiero estar de regreso en Roma antes de que el maldito de Edward Newgate vuelva de su campaña en Cartago. 


—Señor — La indignada voz de Aokiji no se hizo esperar — Con todo respeto... Es una niña. — Trato de llamar a la razón a su superior. De no haber sido por la insensatez de ese Iceno, lo más probable hubiera sido que jamás se dieran cuenta de que ese niño en realidad era una niña y los hubiesen eliminado a ambos. — Matarla sería un destino más... apropiado. —Muchas veces lo que tenía que ver en el campo de batalla distaba mucho de la gloria con la que eran reconocidos.


—Por las pelotas de Marte, Aokiji. ¿Cuándo entenderás que el miedo es la única forma de mantener la paz? ¡Mira a este salvaje! — Señalo despectivo. — Hace unos segundos desbordaba bravura, y ahora se encuentra a los pies de mi caballo, rogándome que no violemos a su hermanita. ¿Eso no te dice algo?


Pero a pesar de sus palabras, su legado pareció no ceder ante sus argumentos, rasgando su mirada, viéndolo como si él fuese el salvaje, y no aquel moribundo que se hallaba en el piso.


—No encuentro la Pax Romana en ultrajar niños, señor.


Gruño cual animal enjaulado ante la obstinación de su Legado. — De acuerdo Aokiji, tu ganas.


Fue solo entonces que se atrevió a levantar la mirada del suelo, ¿Había escuchado mal? ¿Acaso ese hombre realmente le perdonaría la vida a su hermanita?


—Gracias señor. — Agradeció soltando un suspiro.


Él ya estaba preparado para la muerte, pero si al menos podía evitar que Anana fuese violada y asesinada. Estaría bien.


—Pero los dioses solo quisieron burlarse de mi al darme esperanzas.


—Iceno — La voz que aquel general, hizo que por primera vez en su vida sintiera miedo —Quiero que mates a la niña con tus propias manos. Si te reúsas, ordenare a todos mis soldados que violen a tus hermanas aquí mismo. ¡Empezando por ti Aokiji! — Señalo encolerizado a su Legado — ¡Y juro por la «Triada capitolina» que si te niegas a seguir mis ordenes nuevamente te matare yo mismo!


Ichiji quedo sin palabras al escuchar lo que Katakuri acababa de rebelarle... ¿Cómo fue posible que llegaran hasta ese punto?


—T-Tu... Tu no....


—Si. —A pesar de que rogo con lágrimas en los ojos, ese malnacido le dijo que esa era la voluntad de Roma — Si lo hice. Ahorqué a Anana con mis propias manos... — Admitió — Vi como sus ojos se enrojecían del llanto y la confusión mientras que la vida abandonaba su cuerpo. — El pesar en sus palabras era incalculable — Con cada segundo que pasaba, su cuerpo dejaba de luchar y yo moría un poco más. — Suspiro derrotado — Mi único consuelo fue saber que al menos tendría una muerte rápida. Preferí matarla yo mismo a que muriera desangrada y ultrajada por miles de romanos. Supuse que ya nada podría destrozarme más que aquel indigno acto... pero de nueva cuenta me equivoque.


El cuerpo de Anana se encontraba tieso entre sus brazos, siendo su mirada desencajada el ultimo recuerdo que cargaría de ella. Los gritos de Smoothie de fondo, siendo corrompida por la locura y el dolor de ver como su propio hermano le había dado muerte a su pequeña hermanita fueron irrefrenables.


Sus lágrimas se habían vuelto tan pesadas como su sangre, cayendo sobre el dulce rostro de su hermanita, rogando a los cielos por una expiación ante el macabro acto que acababa de cometer.


Aokiji tuvo que desviar la mirada, no fue capaz de ver tal acto por más tiempo.


—¡¡Aprendan de lo que acaba de acontecer frente a ustedes, soldados!! — Rugió su Dux — ¡En especial usted, Legado! El pueblo de Icena se levantó ante el magnánimo pueblo de Roma, y este únicamente respondió ante su insurgencia ¡Que esto sirva como lección para todas las provincias del Imperio! ¡Aquel que se revele ante nosotros, será aniquilado! — Declaro mientras su caballo de alzaba indomable ante las llamas que rodeaban el bosque. — ¡Maten a cada anciano que vean! ¡Decapiten a todos los hombres! ¡Violen a sus mujeres! ¡Empalen a sus niños! No quiero a ningún Iceno vivo cuando la luna se alce, ya cometí el error de dejar viva a la zorra de Boudica una vez, ¡No volveré a cometer tal equivocación!


Los extasiados gritos de los legionarios no se hicieron esperar, y con ellos dio inicio una carrera contra el sol para dejar la mayor cantidad de montañas humanas posible. Su general les había dado libre albedrío, y lo iban aprovechar.


Pero el simplemente ya no era capaz de asimilar nada más. Solo deseaba sentir el acero de la espada cortándole la garganta y terminar de una vez por todas con su maldita existencia.


Y al mostrarse frente a el aquel mismo hombre que había condenado a su pueblo, solo agacho la cabeza. Aceptando su destino de una vez por todas.


Me doy cuenta de que acabando con tu vida en este preciso momento, te haría un favor ¿No lo crees, Iceno? — Escucho su susurro al oído cual víbora — Por lo que en vez de darte el placer de morir, se me ocurre algo mucho mejor. — Escupió — Aferrarte a la más cruda de las vidas. Vive con el pesar de ser el último de tu raza... Vive con el tormento de haberle dado muerte a esa pequeña con tus propias manos... Experimenta cada día la agonía de saber que por tu idiotez, tu hermana será violada hasta la muerte por mis cinco mil legionarios... ¡Vive Iceno! ¡Ese será mi castigo para ti! ¡Que vivas para saber que fuiste derrotado por algo a lo que jamás podrás hacerle frente! ¡Vive para saber que Roma te quito todo! Y jamás olvides el nombre del hombre que te condeno a esta vida... Dux Douglas Bullet.


—Fue entonces que uno de los soldados me golpeo con su escudo directo en la cabeza, lo ultimo que pude escuchar antes de perder la conciencia fueron las incansables suplicas de mi hermana, llamándome. — Y aun los escuchaba, en sus sueños, podía escucharla llamándolo, y rogándole que la salvara. — Cuando desperté, lo hice en un barco. Unos esclavistas me habían capturado, y nuestro destino final, como ultima treta de los dioses hacia mí, no era otro que Roma.


Ichiji se había quedado sin palabras al oír la historia de Katakuri, creyó estar preparado para escuchar cualquier relato que el tuviera que revelarle, pero nada como esto.


Durante años le enseñaron que no había nada más grande que Roma, y que sus continuas conquistas, más allá de la necesidad de expandir el imperio, eran para llevar la cultura y grandeza de Roma a los confines del mundo.


La magnifica, la magnánima, la gloriosa.


Pero no había nada de glorioso en un acto tan brutal y encarnizado.


El Dux Bullet fue recibido como un héroe de Roma cuando regreso a la capital, siendo adornado por una corona de laureles bañadas en oro, entregado por el mismo emperador en su arribo a la Domus Augustana. El senado e incluso su padre felicitaron con gran alegoría su victoria sobre los Icenos insurgentes.


—Lo lamento. — Susurro — Se que mis palabras no traerán a tu familia de regreso, ni restaurarán la gloria caída de tu gente, pero...— Callo al ver las cicatrices que marcaban la espalda de Katakuri. Dos agujeros de flechas y otra mucho más profunda, la marca de la lanza que transfiguro su cuerpo se veía muy profunda. Debió haber sido en extremo dolorosa.


De solo pensar que esa cicatriz estuvo en algún momento abierta lo hizo estremecer.


—Ese día burle en incontables ocasiones la muerte — Hablo para si — Desde entonces vivo sin estarlo realmente.


Pudo sentir el abrazo de Ichiji en su espalda. — Eres mucho mejor hombre de lo que yo creí. — Pudo sentir los jugosos labios de Ichiji sobre si mientras este entrelazaba sus manos, su caricia duro solo unos segundos, pero cuando se alejó, cayo en cuenta de que había dejado algo con él. 


Al abrir su mano, lo hallo.


La llave de su collar.


—Es tuya si decides usarla — Susurro — En caso de que lo vallas a hacer, procura que sea en el cambio de guardia que se da a la media noche, los soldados suelen estar más distraídos por esas horas. Tendrás el tiempo suficiente para escapar.


—...Ichiji. — Pero antes de que pudiera decir algo mas su mirada se desvió por unos instantes hacia el oscuro balcón de la alcoba, y en cuestión de milisegundos atrajo a Ichiji hacia si para retirarle su collar de esclavo.


—¿Qué haces? No quiero que me lo quites aún.


—Alguien viene. — Aseguro y en instantes la de por si blanca piel del pelirrojo palideció aun más. 


Cuando se hubo liberado de aquella incomoda pieza de hierro, corrió a colocarse su interminable toga mientras Katakuri hacia lo mismo con su maltrecho taparrabo.


—Usa el pasadizo secreto de la cocina para volver a las barracas ¡Date prisa!


—No debí haberte quitado ese collar, te vuelves mas insoportable de lo que ya eres sin el.


—¡Cállate! Si mi padre nos encuentra, ten por seguro que te azotara hasta—


No pudo continuar cuando los impetuosos brazos de Katakuri lo acorralaron raudamente contra una de las paredes de su alcoba mientras era besado salvajemente por este. Acariciaba su lengua con tal desesperación que casi lo hace ahogarse, e Ichiji, quieto cual escultura de mármol, temblaba ante el raudo tacto de su esclavo ahora y amante.


Llegado a ese punto, le daba igual que lo descubrieran en pleno acto con Katakuri, pero si eso ocurría, no seria su cabeza la que Judge cortaría.


Y no iba a permitir que la persona de la que se había enamorado sufriera más por culpa de otro Romano...


¿Para que negarlo mas tiempo?


El, un patricio, se había enamorado perdidamente de un esclavo.


Recibió una última mirada de sus ojos borgoña antes de que Katakuri desapareciera de su vista.


¿Acaso eso era posible?


Valla que eres cruel cupido, pensó para sus adentros mientras acariciaba sus labios.


. . .


El Anfiteatro Flavio, la edificación cumbre de la civilización Romana, la prueba viviente de la magnificencia del Imperio se alzaba orgullosa ante sus habitantes. Mostrando sus colosales puertas, con estatuas de héroes y diosas por todo lo alto, decorando cada uno de los arcos que eran solo una pequeña muestra del fascinante espectáculo que se desarrollaba dentro de sus puertas.


A pesar de que hoy la ausencia del Cesar era sentida, eso no evito que la plebe rebosara de excitación ante aquel espectáculo. Los gritos de locura y la sed de sangre que aclamaban eran insaciables.


Los rugidos agónicos de las exóticas bestias que dé a pocos empezaron a caer en la arena marcaba marcaban el fin de una bien encarnizada batalla entre hombres y bestias. Mostrándose en el centro de la arena un grupo conformado por cinco gladiadores, que se alzaban victoriosos ante las fuerzas de la naturaleza. Destacando uno en particular, al ser aclamado al unísono por toda la muchedumbre bajo un mismo lema.


Ragnarok.


El gladiador levanto las manos al cielo en agradecimiento, mientras era bañado por las masas y la sangre de sus oponentes — Que pertenecían tanto a hombres como bestias — Procedió a quitarse al casco en un acto de respeto, revelando sus indomables cabellos rojos a la multitud.


Niji contemplaba extasiado la escena desde el pulpitum perteneciente a su noble familia. Las peleas de gladiadores se habían convertido en una parte esencial de su vida, y ese gladiador en particular, Ragnarok, el guerrero venido de las lejanas tierras de Escandinavia, su mayor adicción.


—Un espectáculo memorable, Vinsmoke. — Llamo Bellamy Donquixote, honorable patricio al igual que él, y único hijo de Donquixote Doflamingo. ¡Por Júpiter! Su parecido físico era innegable. Lamentablemente, eso era lo único que el joven Donquixote había heredado de su padre.


—...Sin duda — Respondió corto.


—Por lo visto el banquete de sadismo que nos ofrecen los juegos se ha vuelto lo único destacable que esta pútrida ciudad tiene por ofrecer. — Señalo — Quizás ya sea hora de un cambio.


Niji rio hondamente por tal declaración — Supuse que no sería el único en notar la clara ausencia del Cesar y la cúpula imperial en los juegos. — Comento mientras observaba palcos pertenecientes a otras familias patricias sin sus Pater Familias.


Se levanto sin cuidado de su asiento y procedió a retirarse del lugar. La plataforma donde Raganrok y el resto de los gladiadores se hallaban ya había descendido. No tenía sentido prolongar su estadía por más tiempo.


—Se acercan tiempos de incertidumbre y desasosiego, Vinsmoke — Murmuro Bellamy mientras tomaba una copa de vino — En cuanto más larga sea la lista de aliados, mejor.


—Bellamy, ya deberías saber bien que en Roma los aliados son tan cambiantes como los vientos del oeste. — Declaro para finalmente retirarse.


. . .


La habitación desprendía un atrapante aroma a sudor y sexo. Siendo tan desgarradoramente intenso y más provocativo que el de cualquier mujer.


Sus encuentros con Zoro siempre terminaban de la misma forma. Siendo exageradamente invasivos, fogosos y violentos, pero la larga espera siempre valía la pena.


Porque sabía que cada vez que Zoro pusiera un pie en Roma, sus brazos siempre serían lo primero que el siempre buscaría.


—Te he extrañado en demasía. — Susurro pegado a un extremo de la cama para el peliverde que se hallaba echado a su lado boca arriba, con su oscura mirada pegada al techo. — Tu ausencia se hace notar.


—Ya estoy aquí. — Afirmo mientras tomaba el rostro del rubio — Es lo único que importa.


—¿Por cuánto tiempo? — Pregunto claramente contrariado.


Zoro suspiro pesadamente, ni todas las batallas que había librado terminaban de prepararlo para esto.


—Partiré al alba, pero... ¡Sanji, aguarda! — El rubio ni siquiera lo dejo terminar y se levantó de inmediato del lecho para tomar sus prendas. Tuvo que hacer uso de la fuerza para evitar que se pusiera todas sus ropas encima y se largase.


—¡Suéltame! ¡Siempre es la mierda contigo, Zoro! — Le reto furioso mientras trataba de deshacerse de su agarre.


—Sabes perfectamente que tengo una responsabilidad como... — No supo en qué momento su rostro fue traspasado por la fuerte bofetada que Sanji le propino.


—¡No Zoro! ¡Siempre es lo mismo! — Lamento ofuscado — ¡Ya soporto demasiado con tener que compartirte con otra como para soportar esta basura por más tiempo! ¿Tienes idea de lo horrible que es vivir sabiendo que tu vida puede terminar en cualquier momento? ¿Qué acaso no le has dado suficiente gloria a nuestro Imperio ya? — Poco a poco su voz fue decayendo hasta terminar en una tenue plegaria —No te vayas otra vez... — Suplico — Si algo llegara a pasarte... yo...


Zoro no pudo resistirse por más tiempo y beso con furia los carnosos labios de su rubio, sintiendo las cálidas lágrimas de su pareja deslizarse por su rostro.


—Sanji, te amo. Te amo a ti, y solo a ti. — Recalco sobre sus labios — Te amo como jamás he amado a nada ni a nadie en mi vida — Tanto los dioses como él lo sabían bien— pero no puedo rechazar esta misión, ya que de hacerlo no solo te condenaría a ti, sino a la misma Roma, y jure por mi vida protegerlos a ambos. Trata de entender, por favor.


¿Si tenía ganas de abofetearlo nuevamente? ¡Claro que sí! Pero lo amaba demasiado como para volver a dañar su rostro nuevamente.


—¿Qué es eso tan importante que no puede esperar?


—Sanji, — ¡Maldita sea! ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil con él? — No puedo decírtelo.


—Sino me lo dices, no me pidas volver a este lugar nunca más. — Si iba seguir esperando por el peliverde, necesitaba al menos saber que era lo que iba a enfrentar.


Esto no podría ser posible, Zoro realmente lo estaba pensando. ¿Acaso dudaba de él? ¡Por todos los dioses! Ya estaba empezando a asustarse en verdad.


—Júrame que ni una palabra saldrá de tu boca. — Lo vio extremadamente serio.


—Sabes bien que preferiría la muerte a delatarte.


La pesadez de su respiración solo hizo impacientar a Sanji.


—El Cesar agoniza. — Soltó sin reveses.


—¿¡Que!? — ¿Acaso había escuchado mal? ¿El Emperador Roger iba a morir? Eso no podía ser posible.


—El cónsul Rayleigh me ordeno ir a Tusia. Quieren que traiga al hijo del Emperador sano y salvo a la capital para que pueda asumir el poder de su padre antes de que el senado proponga a un nuevo Cesar.


—E-Espera ¿Qué? — Si la primera noticia lo desencajo, esta última volvió su cabeza un torbellino — ¿El emperador tiene un hijo?


Creía que el Emperador y la emperatriz jamás llegaron a ser bendecidos con un heredero, pero por lo visto ese no era el caso... ¿Qué era lo que estaba sucediendo?


—Lo sé, yo también tuve la misma reacción — Tal y como Rayleigh les explico a él y a Drake, solo unos pocos privilegiados conocían la existencia del heredero de Roma — Aparentemente el Emperador quiso mantener la identidad de su hijo oculta para protegerlo de cualquier peligro. Ambos sabemos que el emperador Roger es bien amado por el pueblo pero ampliamente odiado en el senado, e incluso por algunos miembros de su rama militar.


—...Por Jupiter... eso quiere decir que... —Instantáneamente la imagen de su padre se le coló por la mente. — Mierda — De ser cierta la condición del emperador, estaba convencido de que Judge ya estaría haciendo de las suyas en el senado.


—Tengo que hacerlo, Sanji. Sin importar cual sea el costo, la Pax Romana debe prevalecer.


«—¿¡Realmente vas a arriesgar tu vida de esa forma!? ¿¡Acaso tienes idea de donde te estas metiendo!? ¡Si mueres nunca te lo voy a perdonar!


Quiso gritarle todas esas cosas y más, pero la mirada de Zoro lo hizo desistir. Esa era una de las tantas razones por la que se había enamorado tan profundamente de él.


Su inquebrantable voluntad.


Era uno de los pocos hijos de honor que le quedaban a Roma, y entendía que esa era la razón por la que lo habían escogido para tal noble misión.


El sería incapaz de romper una promesa.


—Solo dame dos días más, y te juro que volveré a tus brazos.


. . .


—¿Comprendes la importancia de tu cometido, hija mía? — Inquirió Cobra.


—Por supuesto, mi faraón. — Contesto una agraciada joven poseedora de una blanca piel y de unos cabellos tan largos y azulados como el mismo Nilo. — Cumpliendo tu voluntad partiré hacia Roma esta misma noche y volveré a Egipto con la libertad de nuestro pueblo en mis manos. — Se arrodillo en un gesto de respeto hacia su rey y padre, y se retiró del salón del trono sin devolver la mirada a su rey.


Vivi Ptolomea Nefertari, princesa y heredera del reino de Egipto, ahora tenía una nueva misión de vida, y no sería capaz de volver a enfrentar la mirada de su padre hasta que cumpliese el mandato que se le había encomendado.


Liberar a su pueblo.


Cobra soltó una última lagrima al ver a su adorada única hija partir, aceptando con orgullo su destino. — Que la sabiduría de Thoth y el temple de Amon guíen tu camino, hija mía. Egipto ahora está en tus manos. — El riesgo que corría en enviar a su heredera hacia el nido de serpientes que era Roma sin duda era altísimo, pero confiaba en que Vivi lo conseguiría.


—La historia aún recuerda aquel general, que siendo el hombre más poderoso del mundo, se arrodillo ante Egipto haciendo que la mismísima Roma se posase a los pies del Nilo. — Canto a los vientos — Estoy convencido de que tu conseguirás algo incluso más grande...


. . .


Cuando Niji volvió a la Domus Vinsmoke, se encontró con un panorama algo inusual. Su madre se hallaba dando el grito al cielo porque el estúpido de Ichiji tuvo alguna especie de reacción alérgica que hizo que su cuello se pusiera tan rojo como su cabello. — O al menos esa había sido la explicación que dio el mayor.  Mientras que Sanji se hallaba tumbado en una de los lectus triclinaris del Triclinium, con un rostro que hacia pensar a cualquiera que el rubio tuvo algún encuentro con Plutón mismo.


¿Qué carajos les pasa a estos dos?


—¡Madre, ya fue suficiente! — Exclamo irritado el pelirrojo. — ¡No es necesario buscar a ningún médico, y mucho menos llamar a Law! Solamente hay que tratarlo como lo que es, una maldita reacción alérgica.


—¡Pero Ichiji! Desde que saliste de mi vientre nunca vi nada parecido en ti ¿Estás seguro de que estas bien? ¡Por Juno! No debí haber ido a la Villae de saber que esto pasaría.


Sora, matriarca de la familia Vinsmoke era una hermosa y afable joven romana, patricia de nacimiento, pero con una fortuna familiar caída a menos con el pasar de los años. Sin embargo, contaba con una gran ventaja a su favor, ya que era una de los pocos miembros vivos pertenecientes a la dinastía Julio-Claudia, haciéndola descendente directa del mismísimo Cesar Augusto, primer emperador de Roma.


Fue por eso que a pesar de las carencias económicas de su familia, Judge deicidio enlazarse con ella. El linaje de su esposa le seria de mucha utilidad en un futuro de jugar bien sus cartas.


—Madre, no gastes tus palabras en alguien que no desea escuchar. — Clamo el peliazul haciendo acto de presencia — Si tenemos que colocar una moneda debajo de su lengua, que así sea. Al menos padre no se tendrá que preocupar por buscar otro heredero.


—¡Niji! ¿Pero qué insensateces estas diciendo? — Resondro su madre.


—¿Volviste tan pronto de ese espectáculo tan vulgar tuyo? — Coacciono ácido el pelirrojo.


—Yo lo llamaría un desfogue de emociones — Recapacito taciturno mientras se acomodaba en su respectivo lectus triclinaris— Si quieres que hablemos de un espectáculo vulgar podríamos empezar por esas insidiosas obras de teatro protagonizadas por prostitutas que tanto admiras.


—Como se nota que no sabes apreciar el arte detrás de este. — Desafío despectivo mientras un par de esclavas se presentaban ante Niji para retirarle las sandalias y limpiar sus pies del mugroso barro.


—Ambos son espectáculos estúpidos y denigrantes — Aclamo el rubio con un aura depresiva — Unos son idiotas sin cerebro que se matan por diversión, y otras muestran su cuerpo desnudo a cambio de un par de monedas luego de representar burdas comedias griegas. ¿Qué acaso no se dan cuenta del verdadero problema? — No había podido dejar de pensar en Zoro ni en todo lo que se estaba jugando desde que sus caminos se separaron.


—¡Por Júpiter! Sanji, solo con verte siento que estoy frente a la jodida medusa ¿Qué es lo que... ¡Carajo! — El peliazul bramo molesto cuando una de las esclavas que lavaba sus pies ensucio por error su fina toga. — ¡Maldita sea! Mira lo que has hecho ¡Eres una inútil, Cosette! — Encolerizado golpeo a la pobre chica en el rostro.


Sanji estaba a punto de recalcarle lo exagerado de su reacción, pero para la sorpresa de todos los presentes, no el rubio quien alzo la voz.


—Niji, no es para tanto. — Pronuncio el mayor de los cuatrillizos mientras se inclinaba a la altura de aquella chica de castaños cabellos. Tendiendo su mano para ayudarla a reponerse ante la mirada absorta de sus dos hermanos y madre. — Ni que fuera la última de tus togas, tienes miles ¿Qué acaso no ves que el verdadero problema son tus pies de gigante?


—G-Gracias Dominus — Pronuncio la castaña aun sin poder asimilar lo que acababa de acontecer.


—Retírate.


—¡Mierda! — Exclamo horrorizado el peliazul — ¡Madre, haz que traigan a Law, es peor de lo que pensamos!


Quizás Sanji no tuvo una reacción tan exagerada como la de Niji, pero igualmente quedo muy confundido ¿Qué habían hecho con el cretino de su hermano? — Ichiji... ¿Estás seguro de que estas bien?


—¡Ya cállense los dos! — Grito exasperado — ¿¡En qué momento traerán la cena!? ¿Acaso esperan matarnos de hambre, esclavos?


Sora fue la única que presencio en absoluto silencio la reciente actitud de su hijo, y había de reconocer que aquella acción distaba mucho de la que Ichiji poseía.


¿Pero qué es lo que le ocurre a este muchacho?


Poco a poco media docena de esclavos empezaron a circular en el Triclinium trayendo consigo bandejas de oro repletas de los manjares mas variados y ostentosos traídos desde los confines del imperio. Dichas bandejas eran colocadas en orden sobre la mensa para que dé a pocos y por raciones, sus amos empezaran con el distintivo ritual de la cena.


—¿Puedo preguntar donde se metió padre? — Cuestiono Niji mientras ingería unos moluscos traídos de Creta.


—Fue a una reunión de emergencia a la Curia —Comento Ichiji sin cuidado.


El cuello del rubio se tenso ligeramente al escuchar a Ichiji, lo sabía, pero que su padre aun no volviera a la Domus solo lo impacientaba mas y más.


De repente la llega de Eponi, una de las esclavas más longevas de la Domus y esclava personal de su madre, llamo la atención de todos los presentes.


—Domina — Llamo a su señora mientras le tendía un pergamino. — Es del amo Yonji. Acaba de llegar a la Domus hace unos minutos.


De inmediato la rubia tomo el rollo y agradeciéndole a su esclava, abrió el rollo para leer su contenido.


—¿Qué dice, madre? — Pregunto Niji — Aunque me sorprendería que ese idiota supiera escribir.


—Niji, no hables así de tu hermano. — Regaño Sora.


A diferencia de ellos tres, cuyos destinos estaban ligados a cargos públicos y sociales de gran renombre dentro de Roma. Judge opto por un camino diferente para Yonji, enlistándolo en el ejército imperial. Lo cual resulto dar frutos rápidamente, ya que con solo diecinueve años, el peliverde ya había alcanzado el puesto de Centurion, asentándose en Hispania para cumplir sus deberes con el ejército.


Cuando Sora enrollo de nueva cuenta el pergamino, una sonrisa invadió su rostro — Su hermano esta de camino a Roma. — Enfatizo dichosa — Aparentemente sus superiores han solicitado su presencia en la capital y—


—¿¡Que!? — Sanji fue el único en reaccionar tan exaltadamente, ya que podría entender que Zoro regresase a Roma, pero ¿También Yonji? Eran demasiadas coincidencias.


¡Maldita sea! ¿¡Que es lo que esta pasando aquí!? ¿Judge estará detrás de esto?


—Madre — Llamo Niji — Dinos la verdad, no te juzgaremos ¿Pero realmente eso... — Cuestión señalando a Sanji — ...salió de tus entrañas junto a nosotros?


—Niji, por favor — Pidió cortésmente Sora — Bueno, finalmente toda la familia estara reunida después de tanto tiempo — Señalo alegóricamente — Esto debe ser una señal de lo dioses.


. . .


El debate en el senado se había ampliado por más horas de las anticipadas por cualquiera de los presentes. Miles de soldados leales a los padres de Roma se encontraban resguardando las entradas de la Curia, impidiendo el paso a cualquiera que osase acercarse.


La cuna de lo que en su momento fue la república romana, ahora discutía sobre el destino que guiaría la vida de más de tres continentes.


—¡Según tengo entendido el heredero del Emperador apenas posee 21 años! ¡Jamás antes en la historia de nuestra nación ha existido un gobernante tan joven! Ese niñato fue apartado de la gloria de Roma siendo apenas un niño ¿Qué sabe el de la magnificencia del imperio? ¿Qué sabe el del Senado y la plebe? — Exclamo rotundo Sengoku. Dando su punto de vista como uno de los padres más longevos y sabios que Roma poseía. — Durante muchos años la gloria de Roma a radicado en el principio de escoger al más apto para el puesto de Emperador, no "heredar" nuestro imperio como si fuéramos alguna clase de reino tiránico que no respeta los clamores de su pueblo. — Muchos alzaron su voz a favor del respetado senador, y muchos otros permanecieron callados ante sus palabras.


—¡Por las llamas del jodido tártaro! — Gruño Cavendish — El viejo se explayo por más de dos horas hablando de la historia de Roma desde que Rómulo y Remo salieron del coño de Rea Silvia ¿¡Solo para terminar en eso!? Hubiera empezado desde allí y nos hubiera ahorrado las ansias suicidas que llevamos cargando desde que empezó la lectura de su testamento.


—Me doy cuenta de que el arte de la extracción es un término que el sabio Sengoku desconoce — Reconoció Iceburg. Dándole la razón al joven rubio.


—¡Kishishishi! Concuerdo contigo Iceburg —Razono Gekko Moria — A este paso cuando termine la asamblea el hijo del emperador ya hasta descendencia habrá tenido.


Entonces, llego el turno de dar su opinión a Dracule Mihawk, otro de los padres más aclamados del imperio. Tanto por sus noble familia como por su sabio papel dentro del Senado.


—Vivimos épocas de incertidumbre y temor —Inicio — Hace no muchos años, un pequeño pueblo al sur de Britania casi logra socavar nuestra autoridad en dicha isla. Finalmente fue detenida gracias a la gloria de nuestros legionarios, ¿¡Pero a que costo!? — Exclamo enardecido — Nos hacemos llamar los padres de Roma, pero no somos capaces de perdonar ni dar una segunda oportunidad a nuestros hijos cuando estos obran mal. — Señalo viendo directamente a Sengoku y la facción de los Optimates. — El Emperador Roger devolvió la estabilidad al imperio luego del desastroso reinado del innombrable Xebec. ¡Ahora, está ante nosotros la oportunidad de crear una nueva Roma que valla de la mano con el poder del Cesar! Se que muchos de mis iguales aquí presentes tienen sus discrepancias con el emperador Roger, y sus razones de peso tendrán, ¿Pero porque eso habría de ser un impedimento para eclipsar lo que podría ser una nueva era de esplendor para nuestro imperio? ¡Si tanto se hacen llamar los padres de Roma, no piensen en su gloria personal, sino en la gloria del Senatus Populisque Romanus


El reflexivo silencio que acontecieron a sus palabras lo conforto en sus adentros. Mas allá de defender el ascenso al poder del hijo del emperador, quería evitar a toda costa una guerra civil por el titulo de Cesar.


Y sabía que la única forma de lograrlo sería que ninguno de los allí presentes se volviese su futuro gobernante.


Marco esbozo una sonrisa ante las palabras de Mihawk. Solo un hombre de ese porte y con tal reputación entre los suyos lograría dicho impacto, y valla que lo estaba consiguiendo.


Judge sabiamente había permanecido impasible durante toda la asamblea. Sabia que el momento para hacer su jugada aun no había llegado, hasta que de repente, los pausados aplausos de cierto individuo empezaron a resonar entre toda la curia.


— Fufufufu... Felicidades senador Mihawk, estoy seguro de que el Dux Shanks estará complacido de saber que recito su discurso a la perfección. — Donquixote Doflamingo, líder de los Optimates finalmente desidia mover sus fichas dentro de aquel peligro juego de poder — Senatus, hoy quiero presentarme ante ustedes. — Anuncio a medida que se levantaba de su puesto y descendía de a pocos hacia el centro de la curia — No como un senador, ni como un patricio, mucho menos como un Donquixote. Sino como un simple ciudadano romano.


—¿Simple? ¡Tsk! — Reitero para sí mismo Jimbei— ¿Por dónde?


Ignoro aquella aseveración y continuo con su discurso —Un ciudadano que se pregunta ¿Qué es lo que dirá la historia de nosotros en un futuro? ¿Seremos recordados como los hombres que permitieron el ascenso de un tirano? ¿O como los que guiaron sabiamente a Roma en sus épocas más oscuras? Senator Mihawk, hace instantes hizo referencia a la rebelión provocada por los Icenos en el norte del Imperio. ¿Sera que ha olvidado que fue uno de los hombres de mayor confianza del emperador el que orquesto la masacre indiscriminada, y por consiguiente, exterminio de una raza entera? ¡Que por si lo olvidan, fue aliada de Roma! ¡Del propio emperador! — Llamo a la reflexión, y con eso muchos de los presentes empezaron a murmurar — Sabemos bien que apenas el futuro Cesar ponga un pie en Roma será resguardado por los hombres de confianza de su padre, restringiendo todo contacto con el senado ¡La representación de su pueblo! — Alzo su timbre de voz en aquella frase final — Por consiguiente, ¿No sería justo y necesario que tomemos cartas en el asunto, por el bien de Roma?


—Querrás decir por tu bien. — Clamo Mihawk, pero desgraciadamente muchos de los senadores presentes quedaron muy pensativos con esas últimas palabras.


Por otro lado, Judge sentía su sangre hervir. ¡El maldito de Donquixote había conseguido dejar sin palabras al senado! Sino hacia algo pronto empezaría a ganar más adeptos para su llegada a la silla del Cesar.


¡No! ¡Eso jamás lo iba a permitir!


—¡Valla! ¡Valla! — Instantáneamente una escandalosa y animada voz retumbo entre los presentes — He de decirles, Senatores, que Somnia me tomo desprevenido a la mitad del discurso de nuestro excelentísimo Sengoku, y es que no era para menos ¡Por las pelotas de Mercurio! Fue insidiosamente aburrido ¿Sabe? Creo que ya es tiempo de considerar su retiro. — Cavilo en voz alta mientras se sobaba los ojos — Para deleite de la Curia, mi cerebro reacciono a tiempo para escuchar atentamente las palabras de nuestro estimado Quixote y de mi bien aventurado consuegro, y solo tengo tres argumentos para decir al respecto — Hizo una pausa — El primero, estimado senador Donquixote ¿No cree que es muy cínico de su parte el compararse con un ciudadano romano promedio? Siendo usted el hombre más pudiente de toda Roma. — Algunos de los presentes tuvieron que ahogar la risa ante la franca aseveración — El segundo, a mi poco me importa lo que quede para los anales de la historia. Cuando llegue ese día nosotros no seremos más que huesos y polvo. Mi principal preocupación es lo que se encuentra frente a nosotros, el erróneamente llamado "Imperio más majestuoso que el mundo haya visto", ya que estamos lejos de alcanzar tal título si ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo en algo tan simple como lo siguiente, que dicho sea de paso es mi tercer punto, ¿Por qué este senado que dice representar al pueblo se halla tan renuente a aceptar una joven promesa como lo es el hijo del emperador? Nuestro deber como representantes de la plebe debería ser apoyar a dicho joven, y trabajar en conjunto con la cúpula del emperador Roger para convertirlo en el mejor gobernante que nuestro imperio haya visto. ¿No opinan lo mismo que yo? — Sostuvo levantando ambas cejas en un destellante gesto de convicción y júbilo.


El silencio que aconteció en la Curia fue sepulcral, y el hombre que había conseguido tal impacto con sus palabras respondía al nombre de Oden Kozuki. Quien quizás era uno de los senadores mas excéntricos que habían pisado la Curia. Dado que no se identificada con ninguna de las dos facciones políticas que predominaban en el senado. Puesto a que las creencias de Oden iban mucho más allá que una estúpida rencilla ideológica, que a su pensamiento poco o nada aportaban a la verdadera causa del imperio.


La Pax Romana.


—Fufufufu... ¿Qué podemos esperar de alguien que vive lamiendo el piso por dónde camina el emperador? — Desafío Doflamingo.


Pero Oden, lejos de sentirse intimidado, respondió — Se que también deseas a muerte que te de tal honor Quixote, pero aceptémoslo, la única forma de que consigas el titulo de emperador seria sobre los cadáveres de todos nosotros.


Doflamingo sonrió de vuelta ante su amenaza. Sabía que su camino hacia el titulo de Cesar no seria tan sencillo, y eso resultaba ser lo mas entretenido de todo. —Y ante ustedes se alza una de las principales razones por la que desde un principio mi facción se rehusaba a la incorporación de Homos Novus al senado. — Recalco despectivo, resaltando el origen humilde de aquel falso romano nacido fuera de las fronteras de la majestuosa Italia.


—¡Mide tus palabras Donquixote! — Inmediatamente Jimbe, líder de la oposición, alzo la voz. — Insultas al senado al faltarle el respeto a uno de sus miembros.


—Jinbe, — Crocodile intervino —¿Desde cuándo decir la verdad es una falta de respeto?


De nueva cuenta otra disputa se volvió a desatar en la Curia. Optimates y Popularis no perdieron tiempo para despotricaron unos contra otros cuando la enardecida presencia de Jimbei se levantó de su butaca para tratar personalmente con Crocodile.


—¡Carajo! Nunca nos iremos de aquí — Resonó altivo Moria, ya harto de la situación.


—No es momento de darle voz a las dudas, jamas llegaremos a un punto de equilibrio de seguir así — Razono Marco mientras se sobaba el entrecejo. — Agradezco a los dioses que las puertas de la Curia se hallen cerradas y el pueblo no tenga que ser testigo de un acto tan paupérrimo.


—En este senado, al igual que en el mundo, convive el esplendor con la depravación, Marco. — Señalo Lucci mientras su oscura mirada brillaba latente — Es necesario que coexistan y se fagociten entre si para obtener el verdadero balance.


—¿Acaso cantaras el Iliupersis mientras arde Roma, Lucci? — Coacciono el rubio a su igual.


—Mmm... ¿Quién sabe? Con el panorama actual no descarto ninguna posibilidad.


—¡Ya fue suficiente! —El denodado clamor de Doldo Riku, magistrado presidente y cónsul del senado, marco el fin de la debacle. — No permitiré que la sede del senado se convierta en un campo de batalla entre Pupularis y Optimates ¿He sido claro? — Demando enardecido desde su bien acomodado podio de mármol, estratégicamente posicionado en el centro de la curia — Doflamingo, poco me importa que seas mi hijo en ley, si vuelves a faltar al honor de otro senador ¡Te suspenderé indefinidamente por desacato! — Remarco, haciendo aun mas evidente la ya bien conocida tirria que sentía por el rubio. — y lo mismo va para usted senador Oden. — Había permanecido en silencio durante todo el debate. Tomando en consideración cada una de las perspectivas de su senado, y finalmente después de ocho largas horas de debate había llegado a una conclusión. — La moción será pospuesta hasta el próximo concilio dada la marcada diferencia de caracteres entre los presentes. — Los reclamos no se hicieron esperar, pero el cónsul hizo oídos sordos y se levanto de su lugar dispuesto a retirarse —Eso es todo, se levanta la sesión.


—¿¡Eso quiere decir que todas estas horas escuchando a puros viejos amargados y seniles fue para nada!? — Demando incrédulo Cavendish tomando su larga cabellera rubia de la impotencia.


—Si Cavendish, toda Roma te agradece el arduo trabajo que haces al solo tener que sentarte y escuchar. — Soltó Marco incapaz de entender la compleja mente de alguien tan burdo como el rubio.


Mihawk soltó un suspiro ahogado de cansancio, levantándose de su lugar y hallando la figura de Jinbe frente a sí.


—Buen discurso senador Mihawk. — Felicito mientras tomaba el hombro de su igual en una clara muestra de respeto y aprecio.


—Gracias Jinbe, — Reconoció con un ligero gesto — pero creo que se necesita mas que unas palabras para convencer al grueso del senado a respaldar el asenso del nuevo emperador.


—Estoy completamente de acuerdo contigo. Es vital para el imperio que tengamos una transición de poderes pacífica. Roma no se puede permitirse otra guerra civil, y es lo que terminara por acontecer si algún miembro de la Curia se le da por imitar a Icaro y volar muy cerca del sol.


. . .


Doldo Riku se hallaba siendo escoltado por su guardia personal a través de los largos pasillos de la curia, pensando en todos los hechos acontecidos a lo largo de su día, cuando de repente una sombra se alzo de entre el frondoso pasaje de columnas toscanas.


—Senador Vinsmoke — Reconoció de inmediato el cónsul. — He de decir que en el debate de esta tarde estuvo muy reservado. Es algo extraño en usted. Normalmente sus argumentos son un acontecimiento que muchos en la Curia esperan, yo incluido.


—Me halaga Cónsul Riku —Saludo con una sonrisa hipócrita — pero considero que mi silencio ha sido la mejor forma de expresar mi postura sobre los recientes sucesos que envuelven a nuestro excelentísimo Imperio.


—Interesante — Dilucido Riku, mientras le hacia una seña a sus hombres para que montaran guardia mientras sus pasos se acompasaban con los de Judge. — Dígame, ¿De que se trata?


—Veo que usted y yo tenemos un claro enemigo en común. — Argumento — Y me gustaría proponerle una alianza de la que ambos saldremos inmensamente beneficiados.


Había llegado el momento de poner en marcha su plan. Finalmente todos sus sacrificios darían frutos. El primer paso sería anteponerse de todos sus competidores por el titulo de Emperador, y para eso el estúpido de Riku sería el arma ideal.


. . .


Experimento un extraño sentimiento de nostalgia al encontrarse con los jardines de su hogar tras casi un año de ausencia. Ya era pasada la media noche, así que no esperaba encontrarse a ningún esclavo despierto. Por lo que se dirigió en persona a los establos para entregarle su merecido descanso a Heracles.


—Descansa compañero, te lo mereces, mañana nos espera un largo trecho. — Pronuncio mientras liberaba al su venerable caballo de la montura.


A medida que se adentraba a su Villae y subía por las ostentosas escaleras de la vivienda de su familia pudo escuchar un coro de risas discretas provenientes del ultimo salón del pasillo, la habitación principal.


¿Sera posible?


Se apresuro para abrir las puertas de la que era su alcoba y en se encontró con la presencia de dos hermosas mujeres sobre su lecho, siendo la más pequeña la que reacciono al instante que cruzaron sus miradas.


—¡Abuelito, finalmente regre...! ¡Padre! — Rápidamente una hermosa niña de ocho años poseedora de un largo cabello violáceo se abalanzó contra él. — ¡Regresaste! 


Se quedo sin habla al ver lo rápido que había crecido su hija. Tama no guardaba parecido alguno con la pequeña niña que dejo un año atrás. Quizás Sanji tenia razón, su compromiso con Roma le estaba quitando de a pocos los mejores años de su vida.


Correspondió fuertemente al abrazo de su hija, —Oh Tama, no tienes de la falta que me has hecho. — pero mientras la pequeña se perdía en el júbilo por el inesperado retorno de su progenitor, la mirada de Zoro permaneció impasible al ver a la persona que lo veía como si de del mismo Sísifo se tratase.


—Hiyori. — Saludo cortésmente a su esposa.


—Z-Zoro... ¿Realmente eres tú? — Cuestiono incrédula al ver al tribuno, para de inmediato levantarse de la cama y tomar el rostro de su marido entre sus brazos. Necesitaba sentir la textura de su piel para estar convencida de que la persona que se hallaba frente a ella no era otro que su esposo — Por Juno... Realmente eres tú. — De a pocos, lágrimas de alegría empezaron a decorar su divino rostro.


Trato de ser lo mas precavido posible al alejar discretamente el tacto de su mujer — ¿Qué hacen despiertas a esta hora?


Por unos instantes la mirada de Hiyori decayó ante el rechazo de su esposo, pero lo camuflo para que Tama no lo notase. — Bueno...—


—¡Mi abuelito tuvo que ir a una reunión de emergencia a la Curia! — Se adelanto risueña la menor — y como es el quien siempre me lleva a la cama, madre dijo que no habría problema si nos quedamos despiertas hasta que volviese.


La mirada de Zoro se desencajo por las palabras de su hija ¿El senado se había reunido? ¡Maldita sea! Lo mas probable es que ya tuvieran conocimiento del estado del Emperador. De otra forma seria imposible que Mihawk tardase tanto en volver a casa.


Hiyori de inmediato pudo sentir el cambio de humor en Zoro — ¿Paso algo?


—En lo absoluto. — Negó rápidamente. Al instante se dio media vuelta dispuesto a salir de la alcoba principal para tomar rumbo a la de su hija — Bueno, mi pequeña, como el abuelo aun no llega. Permite ser yo quien te escolte hasta las tierras de Somnia.


La suave risa de Tama fue muy reconfortante para el peliverde — Claro que si padre.


Sin embargo, nada mas poner un pie fuera de su habitación ambos se vieron expuestos ante un par de ojos de halcón. Las reacciones de padre e hija fueron variadas, ya que mientras Tama recibió la llegada de su abuelo con júbilo, Zoro tomo la mirada de su padre con cautela.


Mihawk, quien recientemente acababa de retornar de la Curia — Luego de un muy largo día de argumentos y debates — Esperaba llegar a su Domus, tomar una copa de vino y finalmente ir a la cama, pero al darse con la sorpresa de que no solo su nieta permanecía despierta esperando, sino que su adorado único hijo había regresado desde la lejanía Galia — ¡Con su total desconocimiento! — Lo tomo desprevenido.


—¡Abuelito!


—...Padre — Zoro mostró sus respetos como era debido ante el hombre que lo había criado, valla que también lo había echado de menos, en especial sus consejos, pero la mirada de Mihawk permaneció inexorable.


—¡Padre! Que alegría ver que volvió sano y salvo de la Curia — Clamo cariñosamente Hiyori a su padre en ley, apareciendo entre ambos hombres para tomar a su menor hija en brazos y mantenerla lejos de aquella conversación — Tama, mi dulce estrella, ven conmigo. Yo me encargare de velar tu sueño esta noche. — Estableció mientras le quitaba la niña a su marido y se le alejaba de ese choque entre padre e hijo.


—Pero madre...— Antes de que los reclamos de la niña se difundieran, su imagen y la de Hiyori se perdieron en el pasadizo de la Domus.


Zoro permaneció expectante ante las palabras de su padre, sabia que si Mihawk se llegaba a enterar de la misión que le había impuesto el cónsul Rayleigh, metería en grabes aprietos a Shanks.


—Antes de darte mi bendición, considero que esto merece su debida explicación, hijo mío. — Demando con el ceño notoriamente fruncido.


Soltó todo el aire que llevaba contenido en sus pulmones, debió haber previsto esto con anticipación y haberse quedado en su maltrecha vivienda a las afueras de la ciudad, pero una parte de el desfallecía por ver a su pequeña hija.


—Debo suponer que ya estas al tanto del estado del Emperador. — Expuso, claramente irritado.


—Desde luego. Ese fue el tópico de toda la tarde en la Curia, pero sigo sin comprender. ¿Qué tiene que el estado de salud del Cesar con tu regreso? Recuerdo haber sido muy explicito en mi ultima carta. La situación de Roma no presagia nada bueno a futuro, y a menos que no estés aquí para llevarte a Hiyori y Tama a contigo a Galia, no le veo sentido alguno a tu regreso.


Sabía que Mihawk tenía las mejores intenciones con sus palabras, y no deseaba que corriera riesgo alguno permaneciendo en Roma por más tiempo de lo debido, pero desgraciadamente para el senador, ya era tarde.


Estaba metido hasta las castañas en el meollo del asunto.


. . .


Los rayos del alba empezaron a iluminar el valle, llenando de luz los frondosos arboles que ocultaban una majestuosa Villae en lo alto de un acantilado. Una facción de soldados de la mismísima Guardia Pretoriana , los soldados de élite del imperio, custodiaban la imponente vivienda de verano. En sus adentros, se respiraba un aire de tranquilidad y armonía. Los sirvientes preparaban contentos el esplendoroso desayuno mientras que las esclavas decoraban la terraza con flores rojas y blancas.


Cerca de allí, en la monumental piscina abierta al aire libre y cubierta por arboles de pino, los ladridos de un perro se escuchan jubilosos, mientras era perseguido por su amo.


—¡Stefan! — Se oyó una risueña voz acompañada de unas deleitables carcajadas —¡No huyas, cobarde! ¡Hoy nos toca baño!


Cuando finalmente logro tomar a su fiel compañero y amigo, procedió a dirigirse hacia su alberca personal. Sin cuidado lanzo al animal al agua haciendo que los ladridos de su perro de blanco pelaje bramaran molestos.


—¡Hahaha! Lo siento mucho, Stefan. — Se disculpo mientras procedía a quitarse su ligera túnica. Haciendo que las esclavas y soldados que se hallaban a solo metros de él, se les fuera el aliento ante tal perfección.


Su cuerpo se exhibía tal y como había llegado al mundo, mostrándose sin ninguna imperfección y llena de vida. Siendo poseedor de una piel tan brillante y ominosa que hasta el mismo sol irradiaba su calor solo para tener la oportunidad de tocarlo. Su musculatura estaba perfectamente cincelada, desde la punta de sus hombros hasta los talones, como si fuese el mismo Dédalo quien le dio tales proporciones. Sus cabellos tan negros como la noche eran hondeados al viento y destilaban un aroma a lavanda que tentaba hasta al mas casto.


Y lo mas esplendoroso de aquel joven, sin duda era su rostro, uno que develaba una inocencia que no iba acorde con todo lo que el provocaba. Siendo poseedor de unas exóticas pecas que le daban un aire mucho mas infantil del que sus veintiún años reflejaban.


Dicho joven no podía ser otro que la rencarnación de Adonis en la tierra.


Al zambullirse en las profundidades del agua y salir al exterior siendo bañado por gráciles gotas de agua surcado su cuerpo, hacían su imagen aún más irreal de lo que ya era.


—¡Hahaha! ¿Ves Stefan? No es tan malo — Sonrió de oreja a oreja mientras era rodeado por su fiel amigo quien nadaba en círculos alrededor de su dueño.


Fue en ese preciso momento que Thatch Newgate, uno de los soldados más leales de su padre, — Además de su más fiel amigo y confidente. — Se acerco hacia el con una mirada muy preocupada.


—¡Thatch! ¿Pero que clase de temple es ese? ¿Acaso no ves el hermoso día que nos ha entregado Helios? ¡Anímate, amigo mío! ¡Vamos! ¡Quítate esa fea armadura y entra a la piscina conmigo y Stephan! — Pero la tensa postura del castaño lo hizo recapacitar — ¿Qué ha pasado Thatch?


Un gran dolor embargo a Thatch al ver a su joven amigo, el destino que le esperaba seria sin duda muy duro. Tenia una responsabilidad muy grande que cumplir, y temía que la crueldad de Roma terminase destrozando a aquel risueño joven que había brillado con luz propia desde su nacimiento.


—Un par de soldados acaban de arribar a la Villae, los tribunos Zoro y Drake de Galia — Anuncio, e inmediatamente pudo sentir su anonadada mirada — Me acaban de hacer entrega de un pergamino firmado por el mismo emperador.


—¿Mi padre se encuentra bien? — Cuestiono preocupado por la salud de su progenitor.


—Desconozco lo que acontece en la capital. — Hablo con el corazón, no tenia ni idea de lo que estaba sucediendo en Roma, pero por la urgencia del mensaje entendió al instante que al emperador Roger no le quedaba mucho tiempo. — No obstante, la misiva señala explícitamente que debemos escoltarte a Roma de inmediato.


—¿¡Eso quiere decir que....!?


Thatch asintió en silencio, procediendo a hincarse frente a la mirada incrédula del joven — Así es, — Cuando enuncio esas palabras inmediatamente todos los solados y esclavos que rodeaban el eterno jardín se arrodillaron de igual manera — Llego el momento de que seas ungido como el nuevo emperador del Imperio romano, Ace.


 


 

Notas finales:

Aclaraciones del Capitulo :

Ambrosia: Era el néctar de los dioses griegos.

Prasutago: Fue el Rey de Icena en el 60 d.C, gran parte de los hechos que se contaron en este capitulo son hechos reales. Según Tácito, fue un gobernante con un reinado largo y próspero, pero tal como menciona Katakuri, a su muerte su testamento especificaba que sus dos hijas fuesen corregentes de Icena junto con Roma, algo que a los romanos se lo pasaron por el arco del triunfo.

Boudica: Aquí es donde quería llegar, considero que no muchas personas conocerán el nombre de esta mujer, y es normal ya que Boudica quedo en los anales de la historia por culpa de los Romanos. Verán, esta mujer fue quizás de las primeras en levantarse contra el imperio romano. La rebelión que llego a comandar realmente se volvió un serio problema para los Romanos. La «Casus Belli» del alzamiento de Britania en el 61, es la misma que menciona Katakuri, realmente violaron a sus hijas frente a toda su gente y a ella la azotaron, — See.. digamos que los romanos no fueron muy inteligentes con eso — pero sobrevivió para unir a Britania y luchar contra Roma por la libertad de su pueblo (Dios, se me sale una lagrima de imaginar a esta gran mujer). Lamentablemente cayo en la Batalla de Watling Street.

Trinovantes, Dobuni y Cantici: Son tribus del sur de Britania al igual que los Icenos.

Camulodunun: Antigua capital administrativa de Roma en Britania, fue destruida por los Icenos en su rebelion. Actualmente es la ciudad de Colchester en Essex, UK.

Londinium: La actual capital de Inglaterra, Londres. Aunque en los tiempos de Roma no era una ciudad tan importante, igualmente cayó ante el ejército de Boudica en el 60 d.C

Verulamium: Otra ciudad Britana en manos de los romanos, sus restos yacen junto a la ciudad de St Albans.

Batalla de Watling Street: Fue el choque final entre las fuerzas de Boudica y el ejercito romano. A pesar de que había una gran diferencia numera entre los beligerantes, el factor decisivo fue la impenetrable resistencia Romana. Para aquellos que desconocen la forma de combate de los romanos, les voy a explicar cual fue la verdadera razón por la que los Icenos perdieron. Veran, en el ejercito romano solo había una cosa que ningún legionario podía romper, su formación. Esto era la pieza clave de todo. Los romanos peleaban de tal forma que hacían columnas de 6 hombres por pelotón con 8 filas de hombres cada una. Ahora ¿Por qué se daba eso? Porque hacían formaciones impenetrables con sus enormes escudos, soportando de esta forma los ataques de sus enemigos y acribillándolos en el proceso con sus lanzas o espadas, usando sus mismos escudos como defensa. Cada columna tenia que soportar un promedio de seis minutos y luego era remplazada por la siguiente y así sucesivamente ¡Lo cual era brillantísimo! Ya que los legionarios solo tenían que pelear cada 46 minutos, eso les daba el tiempo suficiente para descansar y reponer fuerzas. Realmente la disciplina y estrategias bélicas de los Romanos fue lo que les permitió expandir sus territorios llegando a tres continentes. ¡Era unos genios!, y por otro lado, las fuerzas de Boudica, a pesar de ser tribus guerreras no contaban con la disciplina ni estrategias necesarias para vencer aquella inamovible formación. La derrota era inevitable. Lamentablemente, luego de la batalla los romanos no tuvieron piedad y masacraron a todos los sobrevivientes, Tácito afirma que incluso asesinaron a mujeres embarazadas y niños sin piedad. El grado de la barbarie fue tal que Britania no se volvió a alzar contra roma ¡En cuatro jodidos ciclos! Algo sorprende es que hasta el mismo Emperador Nerón — ¡Si! ¡El puto loco de Nerón, el mismo que quemo Roma! — Califico el castigo de "Extremo". ¿Imaginan el grado de perversión que ejercieron los Romanos contra los Icenos? ¡Realmente los quisieron borrar de la tierra!

Scutum: Escudo de guerra con forma semicilíndrica que llevaban los legionarios.

Dux: Rango de mayor jerarquía designado al ejercito romano, eran nombrados por el mismo emperador.

Legado: Es el equivalente a un general, estaban por debajo de los Dux pero igualmente contaban con gran poder en el Imperio.

Triada capitolina: Eran los tres dioses mas importantes de la cultura romana. Los cuales estaban compuestos por Júpiter (Zeus), Juno (Hera) y Minerva (Atenea).

Anfiteatro Flavio: Quizás este nombre no se les haga muy familiar pero en la antigua Roma así era como se le conocía al Coliseo Romano, que deriva su nombre del Coloso de Nerón que se hallaba al lado del Coliseo, inaugurado en el 80 d.C por el Emperador Vespasiano. Obra cumbre de la arquitectura Romana junto con el circo máximo. Como casi-arquitecta que soy, debo reconocer que cuando estuve frente al Coliseo se me cayeron las lágrimas de la alegría al ver tal coloso. Es una verdadera maravilla por todo lo que representa para nosotros, teatros, cines, explanadas, estadios. Quizás no tendríamos nada de esto de no ser por los Romanos y Griegos que sentaron las bases de nuestra sociedad actual. Esta joya de la arquitectura tiene mucho mas valor para mi que todas las construcciones actuales, ya que a diferencia de ahora que contamos con toda la tecnología y recursos del mundo, en esa época los romanos solo contaban con su ingenio y fuerza física. ¡Por eso digo que son unos p*tos genios!

Ragnarok: Según la mitología Nórdica — Porque si, también habra un personaje, que supongo yo que ya pueden adivinar, el cual viene de las lejanas tierras de mas allá de norte. — Es la batalla del fin del mundo, algo así como el apocalipsis, en el que todos los seres vivientes del universo morirán.

Pulpitum: Palco para la gente nice del imperio. Las grandes familias patricias y militares de alto rango poseían el suyo muy cerca a la arena. Mas que nada para no mezclarse con la plebe, ósea lo mismo que en nuestros días (¿Ven que no hemos cambiado mucho desde esas épocas?)

Escandinavia: Era en nombre por el que los romanos conocían a las lejanas tierras del norte de Europa, que actualmente componen lo que son Dinamarca, Suecia y Noruega. Si bien estos nunca llegaron hasta allá, si hay registros de contacto entre romanos y las tribus del norte, como lo son los Suioes y Gautas.

Pater familias: Traducido del latín como Padre de Familia — No, no Peter Griffin por si se lo preguntan.  Era el jefe de la familia romana, ejercía de autoridad y máxima figura dentro de la casa. Decidía absolutamente todo lo concerniente a su familia. Teniendo la patria potestad de su esposa e hijos. (Osea un rol hecho a la medida para Judge)

Tusia: La actual región de la Toscana.

Ptolomeos: Esto es algo que si me moria por introducir. Verán los Ptolomeos fueron la ultima familia reinante de Egipto hasta la llegada de los romanos, y ojo, si creían que GOT era bravo, es porque no conocen la historia de los Ptolomeos, ellos eran los descendientes de Ptolomeo I Soter, general de Alejandro Magno y quien se quedó a cargo de Egipto cuando este falleció. Ahora, esta familia fue una de las mas sanguinarias del mundo, ya que se mataban entre ellos como el pan de cada día para llegar al puesto de Faraón. Fueron unos locos asesinos, sino estabas en el trono, no estabas a salvo, así que no les quedaba otro que matarse entre ellos por el poder. Y a diferencia de lo que muchas personas puedan pensar, los Ptolomeos no tenían los rasgos típicos de los egipcios, su lengua materna era el griego y muchas de sus costumbres estaban influencias por esa cultura. Lo cual me lleva a otro de los puntos más importantes, la ultima reina de los Ptolomeos fue Cleopatra VII. Y aquí va una cosa que a mi me saca de mis casillas y me produce una furia colosal, yo realmente no suelo ver muchas series o películas históricas sobre Roma, porque realmente están pesimamente representadas y me queman los ojos de solo verlas, y necesito mi vista así que me abstengo de esa tortura. Sin embargo, hay una serie muy buena que es Rome de HBO, ya que considero que plantea muy bien lo que era la Roma de los inicios del impero, pero sin embargo, hay algo donde la cagan ¡Y la cagan bastante! Es con la representación de Cleopatra, ya que la sacan como una puta Yonqui ¡Y repito, UNA PUTA YONQUI! Que no sabe ni donde esta parada y comete decisión estúpida, tras decisión estúpida, y la realidad en que Cleopatra no fue para nada así. Ella era una mujer en extremo inteligente y muy culta, que dominaba artes como la filosofía, arte y música a la perfección. Era una genio y fue esa misma mente maestra la que le permitió ascender al trono y aliarse con Roma, por eso entiendo cómo pudieron destrozar de tal forma un personaje tan importante.

Uff... bueno ya se me paso el Rage, lo siento, pero cosas como estas realmente me producen insomnio por las noches. Bueno, volviendo al fic. Estoy muy consciente que la dinastía de los Ptolomeos se disolvió con la muerte de Cesarion, hijo de Cleopatra y Julio Cesar, a manos de Octavio en el 30 d.C , pero por fines del fic. haremos como que eso nunca paso. Aunque bueno si nos ponemos técnicos, los hijos de Cleopatra y Marco Antonio, Alejandro Helios y Cleopatra Selene, sobrevivieron y fueron llevados a Roma por Octavio. Se cree que su hermana Octavia, viuda de Marco Antonio, cuido de ellos para que en futuro Octavio los usara con el fin de sellar alianzas políticas, pero bueno, mejor no hondo mas en el tema, ya que de esto se hablara mas adelante.

Thot: Dios del conocimiento del Antiguo Egipto.

Amon: Dios de la creación y principal divinidad de la cultura Egipcia.

Lectus triclinaris: Eran unos sofás alargados que usaban los Romanos para comer, ellos no comían sentados como nosotros, sino bien echaditos.

Triclinium: Digamos que era el comedor de la antigua Roma.

Julio-Claudia: Esto es otro tema picante y que también será importantísimo para el desarrollo del fic. La dinastía Julio-Claudia fue la primera casa de Emperadores romanos. Fundada por no otro que Octavio — Si yo se que se llama Augusto, pero a mi me conquisto como Octavio. — Gobernaron Roma desde el 27 hasta el 68 d.C. Siendo sus regentes Octavio, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón en ese orden. — See digamos que no todos fueron muy buenos — Se sabe que la dinastía llego a su fin con el suicidio de Nerón en el 68, pero aquí ocurrirá lo mismo que  con los Ptolomeos. El linaje de Sora será muy importante de cara al futuro, ya que eso hace a los cuatro Vinsmoke descendientes directos de Octavio — Y de locos como Calígula y Nerón — ¡Dios, lo que se viene! ¡Ni yo misma puedo esperar! No olviden este dato porque será muuuy importante.

Ahora otro tema importante que quiero tratar es el de las obras de teatro en Roma, tal y como Niji le insinúa a Ichiji, en Roma si bien el arte de la dramatización era bien conocido, no tenia la mejor fama del mundo. En su mayoría se presentaban obras de Comedia y los actores pertenecían a los bajos estratos de la sociedad romana, aquel trabajo era sumamente denigrante a ojos de los Romanos, ¿Qué puede decirles? Eran una sociedad muy particular.

Mensa: Mesa en latín.

Centurión: Oficial dentro del ejercito romano. Estos eran escogidos por su resistencia y habilidad en combate. Comandaban las centurias, que eran conformadas 80 hombres. Estaban por debajo de rangos como Tribuno, Legado y Dux.

Hispania: Región de la antigua Roma, actualmente la madre patria España.

Senatus Populusque Romanus:  "El senado y el pueblo romano" Famosa frase que se atribuye a las épocas de la república romana. 

Somnia: El Morfeo de los Romanos.

Homo Novu: Hombres nuevos de su traducción del latín. Se podría decir que era un termino despectivo usado para dirigirse a los hombres que ascendían a altos cargos públicos a pesar de no contar un pasado noble.

«¿Acaso cantaras el Iliupersis mientras arde Roma?» : La frase de Marco hace una referencia al poema helénico Iliupersis que relata los horrores de la guerra de Troya, y según Suetonio, Nerón recito dicho poema mientras veía como las llamas del incendio de Roma del 64 d.C quemaban la ciudad hasta sus cenizas. Se cree que fue el mismo Nerón quien inicio el siniestro, pero no estuve allí así que no les puedo confirmar con exactitud.

Magistrado presidente: Bueno, era de esperarse que hubiera alguien que fuera la voz de la razón dentro del senado, y este era el magistrado presidente y cónsul de la curia — Que en este caso es nuestro estimado Doldo — Veran, en Roma no había solo un cónsul, normalmente eran dos, y mientras uno se encargaba de dirigir al ejército, el otro tenia que pelearse de tu a tu con el senado. En este caso, nuestros dos ganadores son Rayleigh y Doldo, mientras que uno controla todo el brazo militar Romano, el otro "controla" al senado. Igualmente ambos responden ante la voluntad del Cesar, pero no nos adelantemos.

Moción: Es una propuesta presenta por un grupo de parlamentarios, o en este caso senado. Se necesita la mayoría de los votos para que esta sea aprobada.

Icaro: Dice el mito que cuando Icaro y su padre Dédalo, afamado arquitecto del que hablaremos más abajito, fueron encerrados en Creta por el Rey Minos. Dédalo creo un par de alas con cera para que de esta forma tanto el como su hijo puedan huir de la torre que los tenia cautivos. Sin embargo, al alzarle al vuelo Icaro desobedeció las ordenes de su padre de mantenerse alejado del sol al sentirse tan abrumado por el hecho de volar y termino por derretir sus alas con el calor del mismo, para finalmente caer al mar y morir ahogado. A decir verdad estoy resumiendo bastante el mito, porque la historia de estos dos es mucho mas larga, pero bueno, como dice el lisiado de Bran Stark "We dont have time for all this".

Sísifo: Otro protagonista de un mito griego, Sísifo fue otro de los que se quiso hacer el chistoso con los dioses, pero como aquí llevamos la onda del lisiado, el punto del mito es que el chistoso engaño a Hades diciéndole que su esposa no le había realizado los funerales correspondientes y le pidió al señor del inframundo si podía darle un par de horas para subir a la tierra y cagar a palos a su esposa. Así que Hades todo jeropa, acepto. Pero Sisifo como buen pendejo no volvió. Así que Hades fue a traerlo del pescuezo y lo condeno a levantar una monumental roca por una montaña por el resto de sus días. ¡Fin!

Guardia pretoriana: ¡Ojo con esto! Los pretorianos eran los S.W.A.T.S de la antigua Roma, la KGB de los Emperadores, la CIA del Imperio. Estaban conformados por los soldados más diestros y de mayor linaje del imperio. No cualquiera podía llegar al puesto de Pretoriano, ya que tenias que ser un asesino por naturaleza y provenir de una gran familia noble, dado que estos eran la guardia personal del Emperador. Recuerden bien a estos compas, porque tendrán una gran influencia en la historia de ahora en adelante.

Stefan: Quizás no muchos sepan este dato porque es super rebuscado, pero Stefan es el perro de Barbablanca ¡Si, aunque no lo crean el perrito es canon! El mismo Oda lo creo en el SBS 58 a solicitud de un fan. Ahora, ¿Por qué el perro de Barbablanca esta con nuestro niño de fuego? Digamos que el mismo Shirohige se lo dio cuando este era pequeño.

Dédalo: Bueno terminemos las aclaraciones DON Dedalo, arquitecto nivel dios de Grecia. Era un arquitecto y artesano muy famoso, conocido por crear la carpintería y todas las herramientas que se usan para esta, la primera casa de baños, la pista de baile, el laberinto de Creta que encerró al Minotauro, juguetes que parecían reales y los barcos. Además de mencionar que sus esculturas eran tan reales que incluso Heracles pensó que eran verdaderas y termino por arrancarle la cabeza a unas cuantas. Se podría decir que era el Da Vinci del periodo clásico. 

Ufff... toda la investigación me toma mas tiempo que el fic en si, así que dejen su review si les sirvió. 

N/A:

¡Hola bellezas! Por lo visto alguien estaba con muchas ganas de escribir jijiji...

Bueno, antes que nada me gustaría agradecerle a mi estimada AcidRain9 por la inspiración! Cariño, eres lo máximo, gracias a ti toda esta locura empezó <3

Ahora, con todo el embrollón que esta empezando en este capítulo, empezando por el pasado de Katakuri. Bien, he de decir que escribí tres versiones sobre lo que paso, la primera, — y la mas explicita, — Detallaba todo lo que paso desde que nuestro Katabebe era un hombre libre hasta que llega a Roma, pero digamos que era demasiado explicita. Aquí si explicaba todo lo que pasaba en la guerra y a decir verdad, me pareció demasiado sádica. Pero es porque lamentablemente los romanos eran unos malditos monstruos, y como dije en un principio, este fic no buscar solo glorificarlos, sino mostrar lo brutales que podían llegar a ser. Al final termine por descartar esa versión porque era too much y tmb xq era en extremo largo, solo esa parte tenia como 10k y no deseo que este fic se vuelva un BL 2.0. En cuanto a la segunda, trate de reducirla un poco y condensar los acontecimientos de la guerra, pero termino en lo mismo. así que finalmente me decante por la última versión, que era mezclando escenas del pasado de Katakuri con sus pensamiento actuales sobre todo lo ocurrido. Digamos que me agrado un poco más, no lo sé, ustedes tendrán la ultima palabra, y si quieren leer todo su pasado explícitamente y bañarse de sangre los ojos escriban aquísito  -> y quizás pueda subirla como un One-Shot aparte. Otra de las razones por las que no me anime a subir todo el grueso de lo que ocurrió en Icena fue xq sentía q las muertes de los demás Charlotte no tendrían el impacto que buscaba al ser personajes que solo saldrían en un episodio, para mi las muertes que duelen de verdad son las de aquellos personajes con los que convives y llegar a empatizar, de esa forma logras crear un vinculo con ellos y te duele como patada en las bubies cuando se van — *Tose* Meruem *tose* — Luego la interacción de Ichiji y el conjunto de emociones que sintio con el relato de Katakuri. Al darse cuenta que quizás Roma no era todo lo que a el siempre le habían mostrado, ya que seamos honestos, a Ichiji jamás se hubiera enterado de las atrocidades que cometió su propia gente si Katakuri no se lo decía.

La situación con Zoro y Sanji es igualmente completa, ya que nuestro marimo es un hombre de familia, casado y hasta con una hija — ¿Se esperaban esa? xd — Su situación es algo complicada, sobretodo porque Hiyori es hija de otro patricio bravo como lo es Oden.

Otra de las escenas que me moría por mostrar era la del Anfiteatro Flavio. Creo que ya se pueden hacer una idea de quien en nuestro sexy Ragnarok, pero ¿Quiénes serán los otros cuatro que lo acompañan?

Luego tenemos a Vivi, que campante se va abriendo camino hacia Roma con un solo propósito, llevarse consigo la libertad de su pueblo a cualquier costo. Así que prepárense porque será una mujer de armas tomar.

Llego el momento de hablar de nuestros queridos políticos, si les soy honesta la escena del debate fue la que más disfrute escribir ¿Qué opinan ustedes? ¿Les gusto, o fui la única que se rió sola mientras veía como los padres de Roma de daban trompadas verbales? Hay que tener cuidado, porque Judge no ha permanecido en las sombras por nada, y es ahora cuando empezara a mover su baraja.

Finalmente quería terminar con la aparición de nuestro hermoso niño de fuego, ¡Dioses! Me moría de ganas de que Ace saliera de una buena vez, ya que alrededor de el giraran muchas de las cosas que empezaran a desatarse a partir de ahora. Recuerden, Ace es luz, pero lamentablemente el camino que le espera esta plagado de sombras. El pecoso es un ser sin maldad en su corazón, y tendrá que aprender a caminar entre las sombras sino quiere terminar siendo absorbido por estas.

¡Bueno mejor me callo y no hago mas spolier!

Ahora, muchas gracias a todas estas personitas llenas de luz en su corazón como nuestro dulce Ace que dejan sus comentarios. 

Nos leemos en la prox. Actu y la ultima sorpresa de la noche.... *Tambores*

¡La actu que sigue es BL! ¡Estén atentos! Besos mis amores, los amo :D

 


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