Si bien admito que fui yo quien dio la idea a Itachi, y que fui yo quien deseaba desde hace rato este tipo de toques; jamás esperé que terminásemos teniendo un sexo tan desesperado como lo tuvimos ahora.
Estaba tan agitado que se me dificultaba respirar, tenía el pecho humedecido y sonrojado de tan candado que estaba.
Miré a Itachi y le vi igual que yo, sonreí y reí un poco. —Eres un bruto... sabías que era mi primera vez.
—Vamos, Sasuke. No fui yo quien suplicaba porque se la metiera más al fondo.
—Cállate, tarado. No entiendes nada de palabras sucias.
Sin muchas más quejas nos quedamos acostados un rato, mientras Itachi tenía que ver la hora de vez en cuando. Debíamos tener cuidado de nuestros padres, si nos veía nuestro padre... no sería nuevo que nos amenazase incluso de muerte. Era un hombre enfermo con respecto al amor de igual sexo, mejor prevenir.
Fuera de toda situación con respecto a lo qué pasó luego de tener sexo, fue otro problema el que dio lugar en nuestra situación.
Que en vez de apaciguar nuestro problema, el sexo se comenzó a volver una necesidad para ambos.
Faltaban solo 4 días para que Itachi se fuese de viaje durante dos semanas, y esos días fueron dedicados a, nada más y nada menos, que a tener sexo.
En nuestra casa, en la habitación de Itachi y el mío, en el baño, en la universidad en lugares escondidos. Inclusive llegó un punto donde debimos salir de la universidad directo a algún motel extremadamente lejano de nuestra casa.
Era simplemente una necesidad que nos tenía atados, si antes por lo menos manteníamos la compostura, ya ni eso quedaba de nosotros.
—Sasuke, ¿Te encuentras bien? Te siento... diferente. —Dijo Sakura cuando estábamos en su habitación, luego de haber tenido sexo. —Estas distante... ¿Quieres terminar conmigo? —Preguntó preocupada, solte un suspiro y le miré de reojo.
—No, Sakura. No es así. —Claro que pasaba algo. —Estoy cansado, la época de exámenes es difícil. Solo deja que pasen estas fechas y acabará mi mal genio, ¿si?
Claro que pasaba algo, no podía ser que estuviese comenzando a sentir asco de tener sexo con mi novia. Me di cuenta en medio del sexo que tenía que pensar en itachi para que se me pusiese dura. ¿Como mierda era esto posible? No era capaz de aceptarlo... creí que sólo era una relación de abstinencia mutua, ¿pero de aquí a llegar a deber pensar en el otro para endurecerse? Dios, suficiente con tanto castigo.
Para agravar más aún las cosas, mañana Itachi se iba. ¿Como lograríamos sobrevivir dos semanas sin el cuerpo del otro? Es ese sentimiento de sentirse reprimido, ahogado en tantas cosas desconocidas, y el sexo fue un detonante a los deseos que exigía nuestro cuerpo.
Definitivamente no lo soportaría. No, claro que no.
Cuando volví a casa, Itachi estaba esperándome en mi habitación con sus ojos brillantes de lo deseoso que estaba. Aún era temprano, así que mientras comenzaba a sacarme la ropa, Itachi comenzaba a comerse mi cuerpo entero.
Y así repetíamos nuestra deseada rutina, que, terriblemente, aún sentíamos que algo faltaba.
Las horas pasaban, y nos mantuvimos acostados en la cama abrazados.
—¿Tienes alguna idea de cómo vamos a vivir sin hacer esto dos semanas? —Pregunté mientras jugaba haciendo círculos en el pecho de Itachi, igual que una mujer.
—No... supongo que la fuerza de voluntad tendrá que ayudarnos. No nos queda de otra.
—¿Tu entiendes lo que eso significa, cierto? De niños lo vivimos... Itachi, ¿Estas seguro que no puedo acompañarte? Quedarme en algún hotel cerca... decirle a nuestros padres que salí con Sakura. De hecho, incluso podría pedirle que me acompañara.
—Tampoco es como si tuviese el tiempo de poder pasármela teniendo sexo a escondidas, Sasuke. Voy para allá solo con el fin de estudiar, nada más. Mi cabeza estará llena de solo estudios, no tendré tiempo de prestarte atención. Estas en época de exámenes, ¿Por que no mejor te mentalizas en ello? Eso te ayudará, ciertamente.
Ese comentario que dijo Itachi provocó que me hirviera la sangre. Pasaba días despierto estudiando, y aún así no podía sacármelo de la cabeza. ¿Que esperaba? ¿Que me ahogara en textos para así por fin dejar de pensar en el cuerpo de el? —Eres un imbecil. —Dije separándome de él, sintiendo como mi corazón se apretaba ante esa acción.
Sentía mi corazón latir con furia, y mientras luchaba conmigo mismo para calmarme, comencé a vestirme. —Eres un maldito inconsciente si crees que no hago lo suficiente como para dejar de pensarte. Es una maldición... definitivamente esto lo es. Y ya no lo soporto más.
—Sasuke, no te enojes. Estoy haciendo lo posible por contenerme también... —Dijo Itachi levantándose se la cama acercándose a mi para abrazarme por la cintura. Pero no, no iba a aceptar otro toque más. Estaba cansado, de esta abstinencia, de la inconsciencia de Itachi al creer que no hacía lo suficiente.
Problemas desesperados, requerían soluciones desesperadas.
—¿Ah si? Pues te veo tan calmado. Mantente así, fijado en tus estudios durante estas dos semanas. "Contente", imbecil. —Escupí aquellas palabras y ya listo salí de mi habitación dando un golpe detrás de esta, saliendo de mi casa para tomar algo de aire.
Me compré un helado, y me senté en un parque cercano a mi casa. Estaba dolido, hice lo posible por solucionar nuestro problema, incluso era capaz de dejar la universidad dos semanas solo para estar con el, pero al parecer poco le importó.
Comenzaba a olvidar que esto era un síndrome de abstinencia, y no una relación romántica como estaba comenzando a tomarlo.
Itachi no era mi pareja, era mi hermano. Y no estábamos unidos al otro por placer, si no por obligación de nuestros cuerpos.
En el fondo, me estaba dando cuenta que me comenzaba a enamorar, y comencé a temer por mi. Itachi sufría lo mismo, pero era claro que no tenía el mismo sentir mío. No era tan retorcido como para enamorarse de su hermano, a comparación mía.
Y por primera vez en mi vida, sentí miedo. Que iba a ser de mi después de unos años, cuando Itachi se casase y tuviésemos que seguir con nuestra relación a escondidas de su esposa... y yo, un pobre solterón enfermo que no fue capaz de casarse porque estaba enamorado de su hermano.
¿Moriría? ¿Realmente moriría de amor?
Temi tanto por ello, que decidí pasarme la hora de llegada obligatoria a mi casa por dedicarme a pensar que sería de mi. Paseándome incluso por mi mente la historia que mi abuela nos contaba a él y a mi, ¿Estaba viviendo acaso esa historia?