Tao, un joven en sus 30 años, soltero, y trabajador. Vivía en un edifico que no estaba nada mal, pero la fachada estaba en mal estado. No tenía familia, bueno, exceptuando su mamá que vivía en china. En cambio, él residía en korea por cuestiones de trabajo y estudios al principio.
Cada vez que sale del trabajo, coge el autobús, se baja en la parada, camina una distancia de 20 minutos y justo en la misma acera -a 4 minutos de su edifico- había un "punto" lo que se conoce como un lugar "caliente". Tao había visto mucho ajetreo últimamente, cuando la policía había allanado dos veces el lugar en lo que va del mes de septiembre.
Esa noche del jueves, nuestro protagonista salió a caminar. Estar encerrado en su apartamento lo abrumaba demasiado y más cuando no tenía nada que hacer. Pasó frente al "punto" pero no cruzó miradas con nadie. Escondió sus manos dentro de los bolsillos de su hoodie y siguió su camino hasta llegar a un parque. Donde tomó asiento en uno de los tantos bancos ahí vacíos.
La brisa que hacía era fresca, y el cielo azul estaba despejado de nubes. Dejando admirar así la hermosa luna que desprendía más luz que cualquier otra noche. Dejo salir un suspiro de sus labios y agacho la cabeza para posar su mirada en sus zapatos.
No se dio cuenta del movimiento al lado suyo o del joven vestido de negro que se sentó a su lado en silencio y con un cigarro encendido en manos. Daba pequeñas coladas y giró su rostro para observar a Tao.
— ¿solo? -preguntó con serenidad antes de dar otra calada a su cigarro-
— -Tao dejo salir un grito para nada masculino por el susto- ¡Dios mío! -exclamó, llevando sus manos a su pecho- u-uh algo... ¿tu también?
— -volteó su rostro hacia un lado para que Tao no notará su pequeña risa silenciosa por la reacción del mismo- algo
Tao suspiro y observó a su acompañante. Pelo platinado, lacio, y revuelto. Piel pálida comparada con la suya que tiene un poco más de color. Mirada afilada, pero peligrosa al igual que el aura que desprendía de su cuerpo. Labios finos al igual que los suyos. Era joven, pero alto por lo que se veía a simple vista. Y no olvidemos el tatuaje que recorría su cuello blanco hacia su brazo; perdiéndose bajo su camisa y jacket de cuero negro.
— no deberías fumar, hace daño
— tch -rodó los ojos y tiro el cigarro al suelo para aplastarlo con la suela de su zapato- ¿mejor?
— sí -sonrió- ya es tarde creo que debo volver
El extraño se levantó como resorte cuando Tao se levantó también del banco. Vio a Tao pasar frente a él, sin cruzar miradas como tantas otras veces pensó el extraño. Tenía que cambiar eso, así que tomó de la mano a nuestro panda para detener su caminar. Tao se volteó y le miró confundido.
— l-los dos estamos solos, así que ¿por qué no ser novios? Así no estaremos solos -soltó y sintió sus mejillas arder-
Tao parpadeó y sus mejillas también se tiñeron de rosa al captar la referencia del contrario. Soltó una pequeña risa como niño pequeño y asintió sin pensarlo mucho.
— esta bien, novio -sonrió tímidamente, pero abrió los ojos al ver al contrario acercase y besar su labios en un pico- ¡¡
— me llamo Sehun, oh Sehun -dijo mientras entrelazaba sus dedos con los de Tao y comenzaban a caminar de regreso-
Esa noche descubrió que había aceptado ser novio del líder de el punto -mencionado antes- que estaba cerca a su edifico.