Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Senseless

Desastre

Capítulo 1. Desastre.

Ese domingo había sido apacible, demasiado a ojos de Severus, pero no había razón para sospechar que algo malo pasaría. Craso error.

Cuando el año escolar recién comenzaba, los de séptimo se reunieron entre ellos para planear algo importante, o por lo menos, importante para adolescentes de 17 y 18 años. Lograron pedir un permiso especial para tener una salida "extra" a Hogsmeade porque estaban planeando una especie de baile para Navidad antes de que las vacaciones comenzaran el 10 de diciembre. Y, aunque todavía estaban a mediados de octubre, explicaron al director y a los jefes de casa que necesitaban adquirir las cosas con tiempo, porque entre exámenes y estudios, el tiempo era lo que menos tenían.

Obviamente, Dumbledore aceptó con alegría. El viejo estrafalario estaba encantado con la idea del baile-fiesta que sus alumnos estaban planeando y entendía el motivo de comprar ciertas cosas con anticipación. Incluso muchos de la casa de las serpientes estaban emocionados por el baile y, de cierta forma, dejaban de lado las diferencias con otras casas para colaborar, lo que le alegraba aún más.

Los de último año habían vivido tantos malos ratos gracias a Voldemort—y vivían, porque aún seguía vivo— que decidieron pasar su último año de la mejor forma que pudieran y así, entre Voldemort y exámenes, podrían tener algo bueno que recordar. Aunque no era sorpresa que los seguidores del señor oscuro, que en su mayoría pertenecían a las serpientes, no parecían que fueran a intervenir.

El plan era simple: dos bailes inolvidables, o al menos pretendían que lo fueran. Uno se celebraría antes de las vacaciones de Navidad y sería un baile de disfraces con un añadido especial: tendría una temática. Por grupos, se disfrazarían de algo que les gustara y lo representarían en el baile. Aquellos que no quisieran participar en la temática podrían elegir un disfraz cualquiera, pero muchos ya estaban emocionados con la idea. Algunos iban a ser un grupo de piratas, unas chicas de Hufflepuff serían princesas Disney, otros representarían series o películas, e incluso los profesores podrían participar. No solo sería importante el disfraz, sino también la pequeña presentación que cada grupo haría. Se estaba considerando incluso la posibilidad de un concurso con premios.

En el baile incluirían a los de sexto curso también, pero solo los de séptimo estaban dentro de la planificación.

El segundo baile, que se haría antes de la graduación, tenía temática de “una noche en parís”. Una idea mucho más sencilla y repetida, pero que a las chicas les hacía mucha más ilusión.

Dumbledore les ofreció ayuda con la decoración, pero los encargados dijeron que era algo que querían hacer entre ellos y el director entendió.

Así que, ese domingo a mediados de octubre, un grupo de estudiantes de séptimo año fue a Hogsmeade, acompañado por un reacio Severus Snape. La mayoría de los chicos compraría su disfraz el 30 de ese mes, durante la salida general a Hogsmeade, pero la comisión de organización debía ir antes para adquirir los preparativos. En la salida general, comprarían sus disfraces.

Por supuesto, en esa comisión estaba parte del trío de oro. Hermione Granger era una de las encargadas principales de la organización del baile, y Harry, aunque no solía entusiasmarse con ese tipo de cosas, le hacía ilusión participar en actividades comunes de adolescentes cómo organizar un baile, y estaba ayudando mucho en la preparación. Ron no se involucró demasiado; aunque la salida le parecía atractiva, decidió quedarse en el castillo a “estudiar”, aunque todos sabían que solo se quedaría a dormir.

La comisión que había salido era pequeña: dos Slytherins, tres Hufflepuff, cuatro Ravenclaw y cuatro Gryffindors. Dumbledore, al ver esto, pensó que solo necesitaban a un maestro para acompañarlos. Como Minerva estaba resolviendo unos asuntos fuera del colegio y Lupin estaba débil porque el día anterior había sido luna llena, el director declaró que Snape sería el más adecuado para acompañar al pequeño grupo.

—Tienes más profesores—Snape había dicho de mala gana cuando el director le contó la noticia en su despacho.

—Sí, pero en estos tiempos de guerra no quiero que los estudiantes estén con alguien que no sepa actuar rápido. Y mis otros profesores no están tan capacitados como tú.

Y Snape tuvo que callar y aceptar.

Por lo menos, los alumnos que conformaban la comisión entendían que debían comportarse, especialmente cuando les informaron que sería Snape quien los acompañaría. Y allí estaba él, vigilando desde fuera de las tiendas. Al principio, todos entraban juntos en la misma tienda, y él podía verlos desde las puertas. Pero luego empezaron a separarse según lo que llamaba su atención, y se le hizo más sencillo quedarse fuera, a pesar del frío que hacía ese día.

Hermione revisaba la lista de cosas que aún les faltaban; por suerte, no eran tantas, ya que el tiempo de la salida se les estaba agotando. Harry la observaba con una expresión divertida; su amiga se estresaba demasiado hasta por cosas no académicas.

— ¿La azul o la gris? —preguntaba ella mientras señalaba dos cintas de decorar.

—La gris—respondió sin dudar—. Combina mejor con lo demás.

Ella asintió dándole la razón y tomó cinco rollos de cinta mientras veía la lista. Los demás se estaban encargando de otras cosas, así que debía preguntarles cómo iban sus avances.

— ¿Crees que Snape esté sufriendo allá afuera? —preguntó Harry de repente, mirando a través de la ventana de la tienda, desde donde podía ver la silueta del maestro de pociones.

— Probablemente — respondió ella con una risilla—. No parecía muy contento de acompañarnos.

—Quisiera salir a hablarle un momento.

Hermione lo observó mientras alzaba una ceja. Sabía los sentimientos que su amigo tenía hacia el profesor, pues él se los había confesado cuando buscó en ellos algún apoyo. Al principio, ella pensó que se trataba de una especie de capricho, un impulso de los que siempre dominaban a su amigo. Pero luego entendió que él parecía estar realmente flechado. Aunque intentó explicarle a Harry todos los problemas y complicaciones de albergar ese sentimiento, y más si Snape algún día lo descubría, él parecía cada día más perdido.

Por lo menos Harry y Snape tenían una especie de amistad y compañerismo que nació cuando el mayor tuvo que darle lecciones privadas de hechizos desde el sexto año. Entre clase y clase, y el conocimiento de que el mayor era un espía para Dumbledore, la hostilidad entre ambos dio paso a una tregua amable. A partir de ahí, pasaron a tener cierta camaradería, pero Hermione no creía que el corazón de su amigo saldría bien parado después de desarrollar esos sentimientos.

Durante esas lecciones privadas Harry comenzó a sentirse atraído por la clara inteligencia del hombre mayor, luego por su voz y por la calma que le transmitía tenerlo cerca. Después, solo esperaba ansioso las sesiones de entrenamiento para verlo y hablar con él.

Fue muy duro aceptar que se había enamorado. Se sentía prisionero de ese sentimiento y, para las vacaciones de verano, se lo contó todo a sus amigos como una forma de desahogo. Ron lo tomó con claro desagrado y Hermione intentó disuadirlo. Pero, conforme pasaban los días y veían en Harry una felicidad y esperanza que no tenía desde que Sirius casi muere y las pesadillas se volvieron recurrentes, ellos entendieron que quizás era un escape para su amigo de la cruel realidad que le había tocado vivir y decidieron apoyarlo. Bueno, intentaban no alentarlo, pero al menos no lo detenían. Pasara lo que pasase, estarían ahí para ayudarlo a recoger las piezas de su corazón roto.

—No puedes hablarle frente a todos.

—Lo sé—suspiró Harry, pero sin apartar su vista de lo que podía ver de Snape.

Hermione mordió su labio inferior, insegura. Parte de no alentarlo implicaba no ayudarle a encontrar formas de hablar con Snape más allá de las necesarias, pero detestaba ver a su amigo triste. Suspiró y se acercó lo suficiente para que nadie más en la tienda los escuchara, le susurró algo que hizo que él se riera y asintiera. Harry salió asegurándole que solo tardaría unos minutos.

Snape lo vio salir de la tienda sin Hermione y levantó una ceja con duda. Desde que habían llegado a Hogsmeade, esos dos no se habían separado para nada. El chico le lanzó una mirada rápida y se dirigió a una tienda de libros antiguos. Era más que obvio que no necesitaban nada de esa tienda para la fiesta. Snape observó las calles llenas de personas que iban y venían; no había ningún peligro cercano y lo más probable era que continuara así. Entonces, encaminó sus pasos hacia la tienda en la que Potter había entrado y lo vio revisando uno de los libros de la estantería.

—Dudo mucho que necesiten un libro acerca de los distintos grosores de cristalería en pociones, señor Potter —dijo al leer el título de lo que estaba leyendo el otro.

Harry dio un ligero brinco al escuchar aquella grave voz, pero sonrió al ver que la idea de Hermione de entrar a una tienda que estuviera vacía y de la que fuera obvio que no necesitaban nada funcionaba.

—No sabe si quiero disfrazarme de maestro de pociones. —respondió ocultando su sonrisa tras el libro.

La tienda se encontraba vacía, tan solo estaba un hombre bastante mayor detrás del mostrador que parecía estar leyendo, y de todas formas estaba muy lejos para escucharlos o interesarse en ellos.

— ¿Y ya compró su disfraz? —dijo Snape con clara diversión, aunque manteniendo su rostro inexpresivo.

—Aún no —bajó el libro y le dedicó al otro una media sonrisa—. Pensé que tal vez podía usar una de sus túnicas.

Snape se quedó en silencio por un momento; lo que acababa de oír le había parecido bastante sugestivo, demasiado incluso. Quizás estaba confundiéndose, aunque últimamente había estado interpretando las palabras de Potter con un doble sentido, pero ¿acaso podrían tenerlo?

Iba a responder, pero lo peor que podía pasar hizo su aparición: mortífagos.

Escucharon gritos provenientes de la calle, y Severus supo lo que significaba cuando la marca comenzó a dolerle.

—Quédate aquí —le dijo a Harry de forma severa antes de salir de la tienda.

Harry no le hizo caso, como era de esperar, y lo siguió.

Era un grupo de mortifagos, cinco para ser exactos, con las caras descubiertas atacando a las personas. Severus solo pensó en dos cosas: proteger a los alumnos y no descubrir su fachada. Fue difícil en verdad, pero con la ayuda de los que estaban atacando a los mortifagos pudo lanzar hechizos sin tener que enfrentarse a ellos cara a cara. El problema fue que eran fuertes y unos minutos después llegó Voldemort con más atacantes.

Los chicos se habían escondido en una de las tiendas junto con un grupo de personas, Severus ya había activado un prendedor hechizado que Dumbledore le había dado para casos como ese, pero lógicamente la ayuda tardaría en llegar.

Dos de los mortifagos estaban muertos, pero la llegada de Voldemort empeoraba aún más las cosas. El señor oscuro vio a Snape emerger de un callejón y erróneamente pensó que el maestro de pociones se había unido a sus mortifagos para ayudarlos.

Harry estaba luchando. Desde que lo vieron, se había convertido en el blanco de los mortífagos. Sin embargo, a su lado estaba Hermione, apoyándolo, junto con dos hombres que protegían a sus familias ocultas.

El Señor Tenebroso lo vio y lanzó un hechizo en su dirección, hiriendo a uno de los hombres que estaba junto a Harry.

—Al parecer no tengo que esperar mucho más para eliminarte —dijo Voldemort, y Harry se adelantó para enfrentarlo, dejando a los demás combatiendo contra los mortífagos restantes.

Por suerte, llegaron refuerzos del lado de la luz, entre ellos el director. Mientras Severus luchaba por controlar a los mortífagos (sin revelar sus verdaderas lealtades) y vigilaba a Harry, este y dos aurores se enfrentaban a Voldemort. Cuando el Señor Oscuro se dio cuenta de que quizás no podría ganar esa batalla, decidió retirarse, aunque no dejó de lanzar maldiciones. Muchas de las infraestructuras estaban siendo golpeadas, y tuvieron que evacuar a las personas que se escondían porque el lugar estaba a punto de colapsar. Snape intentó poner a salvo a los estudiantes y no vio que, en medio de la batalla, Voldemort lanzó su último hechizo en su dirección —el hechizo iba destinado a Dumbledore, que se había acercado para evacuar a los alumnos. Sin embargo, Harry lo vio y reaccionó a tiempo. El Lord se había girado para desaparecer y no notó cuando Harry se lanzó para proteger al maestro de pociones, recibiendo todo el impacto del hechizo.

Después de recibir el impacto completo en el pecho, Harry se desmayó, sintiendo cómo Severus intentaba levantarlo en brazos y escuchando a Hermione gritar su nombre.

 

…………………………………………………………

 

 

—Señor Potter, ¿es que usted no puede durar más de dos meses sin tener que dormir en una cama de la enfermería?

Snape había visto a Harry despertar ligeramente y, al fin, se sintió un poco más relajado, pero eso no iba a evitar que dijera uno de sus habituales comentarios sarcásticos. Harry parpadeó varias veces hasta acostumbrarse a la luz que lo rodeaba e intentó enfocar su vista en la persona que estaba a su lado. Reconoció la voz de Severus. Buscó sus lentes, que estaban a un lado de la cama, antes de contestar.

—Cuanto más tiempo pase en la enfermería menos tengo que estar en su clase, profesor Snape.

El maestro levantó una ceja.

—Al parecer el hechizo no le golpeó lo suficiente—dijo, chasqueando la lengua ante la sonrisa de Harry.

Severus quiso agregar algo más, pero sintió la llegada de alguien a la enfermería y cambió su rostro relajado por su expresión habitual. Madam Pomfrey entró acompañada de Albus Dumbledore.

El director le hizo un asentimiento a Severus, sonriendo ligeramente.

—El hechizo que le coloqué me avisó que había despertado, joven Potter —dijo la bruja, acercándose a la cama con premura. No perdió tiempo y comenzó a pasar su varita por encima de Potter, revisándolo—. Ya lo había revisado antes y no encontré nada; esto es solo un último chequeo de rutina.

— ¿Entonces puedo irme?

Ella le dijo que tendría que quedarse hasta después del mediodía, solo para estar seguros, pero que no tendría que estar mucho tiempo en la enfermería.

—No perderás tus clases de pociones en la tarde—dijo Albus con un tono jocoso.

Poppy no entendió mucho el doble significado y pensó que Harry estaba preocupado por perder clases —era su último año, así que era normal que le preocupara eso—. Severus bufó y Harry solo apretó los labios intentando no reír.

Harry había pasado un día completo durmiendo. Era lunes cuando despertó, y aunque Pomfrey decía que los análisis estaban bien, todos estaban preocupados por el hecho de que no hubiera despertado antes.

Severus entendió que ya no necesitaba preocuparse y dijo que solo estaba allí para verificar si las pociones que le habían suministrado estaban funcionando bien. Ahora que el muchacho se encontraba recuperado, volvería a su aula para prepararse para la siguiente clase. Cuando se dirigió a salir de la enfermería, se encontró de frente con dos Gryffindor que lo miraban expectantes.

—Ya despertó —dijo simplemente, y siguió su camino tras ver la cara de alegría que ponían los dos.

Cuando llegó a su aula, se preparó para recibir a los Hufflepuff y los Slytherin de quinto año. Ese día tocaba repasar una poción sencilla —por lo menos a ojos de Severus—, así que no esperaría demasiado de su capacidad de vigilancia.

Los chicos llegaron, se colocaron en pareja y empezaron a trabajar. Mientras pasaba de un lado a otro a través de las mesas no pudo evitar pensar en Harry. Ese terco Gryffindor que el día anterior había recibido un hechizo que iba directo a Severus.

“No tenía que haberme protegido” pensaba mientras corregía a un alumno la forma de cortar un ingrediente “No entiendo por qué lo hizo”.

Snape decidió dejar de pensar en ello. Los lunes a las 8 tenía programados entrenamientos con Harry. Aunque el chico había estado en la enfermería y no practicarían para que descansara, aprovecharía la oportunidad cuando fuera a su despacho para decirle que no volviera a arriesgar su vida de esa manera. No conocían el hechizo que lo había golpeado; ni siquiera escucharon a Voldemort pronunciarlo, y por un momento temieron que fuera algo letal. Potter no debía ponerse como escudo humano tan fácilmente. Y mucho menos por alguien como él. Él era el espía, el que se suponía que debía arriesgar la vida por el muchacho, no al revés.

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).