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Senseless por OldBear

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Capítulo 10. Un sábado largo.


Tan solo un día había transcurrido desde que hizo el ritual con Snape y Draco le besó, y mirando en retrospectiva, esa quizás fue una de las semanas más extraña y tormentosa que había tenido en su vida.


Desde que había sido maldecido el domingo, hasta que fue el chisme principal del colegio —aunque eso no era gran novedad— porque los estudiantes especulaban acerca de su relación amorosa con sus amigos. Luego pasó a estar en la misma cama que Severus, —experimentando una gran vergüenza creyendo algo que no iba a suceder— hasta ser besado por Draco el viernes a mediodía.


Si aquello no era considerado extraño y tormentoso, no sabía qué podría serlo.


Por lo menos la semana parecía terminarse ya. Era sábado y gracias a Hermione habían adelantado la mayoría de sus deberes —ventaja número dos de tener a Granger como amiga—. Después del desayuno habían quedado con el equipo de Quiddicth para practicar, y ya en la tarde retomarían la sesión de estudios, como todos los sábados en la tarde.


Se estaban dirigiendo al campo de Quidditch, Ron y Harry con sus uniformes puestos mientras Hermione continuaba preocupaba.


— ¿Crees que sea una buena idea? —preguntó su amiga mientras los tres salían al campo de Quidditch. —puede que sea peligroso con respecto a la maldición que tienes.


Harry se encogió de hombros, dudaba bastante que montar su escoba le afectara en algo.


—Estará bien, — respondió Ron en defensa de su amigo, sabiendo lo mucho que este quería salir a volar— no parece que afecte su fuerza física.


—Dumbledore tampoco me prohibió nada. —afianzó Harry sabiendo que su amiga no se opondría si mencionaban al director.


—Tampoco le preguntaste. —dijo ella señalando un punto importante. Hermione no quería arruinarle en absoluto aquel momento de felicidad, pero no podía evitar preocuparse de que entrenar agotara a Harry o se lastimara de alguna forma. Era un hechizo antiguo, no podían saber exactamente como le afectaría.


—No creo que se oponga, además, la maldición no dice nada acerca de no poder montar una escoba. —contestó Harry dedicándole una corta sonrisa. Entendía muy bien la preocupación de Hermione, y hasta se sentía agradecido de que sus amigos se preocuparan tanto por su salud, pero él necesitaba aquello. Volar era una forma de escape ante todo lo que siempre amenazaba su vida, y en aquel instante, con una maldición sobre él, era lo que más necesitaba.


Cuando llegaron al campo se fijaron que aún no llegaban el resto de sus compañeros. Ron murmuró algo relacionado a la impuntualidad, a lo que Hermione rio debido a que su novio era quien solía ser el impuntual.


— ¿Oye, y crees que Malfoy quiera molestarte hoy? —preguntó Ron mientras comenzaba a estirarse ligeramente.


Al final no les dijo que Malfoy le había besado. Estaba plenamente convencido que aquello era una broma muy pesada para hacerlo sentir mal por su sexualidad o algo por el estilo, y quería evitar que Ron —cuyo enojo hacia Draco estaba en un tope muy alto— hiciera una estupidez y perdiera puntos por intentar vengarse del rubio.


Solamente les había contado —y porque lo consideraba demasiado importante— que Malfoy parecía saber acerca de la maldición que tenía.


Pero para ellos era algo fácil suponer que Draco lo sabían, pues los mayores no habían compartido con ellos la suposición de que probablemente Lord Voldemort no lo sabía.


Que difícil aprenderían que ocultar tantas cosas podía ser aún más letal que una maldición antigua.


— Hablando del tonto... —mencionó Ron y sus amigos siguieron su mirada.


Sentado en lo alto de las gradas estaba Malfoy acompañando de Blaise. Draco parecía mirar directamente hacia ellos, a Harry en específico, mientras Blaise le susurraba algo.


Harry fijó su mirada en él. ¿Qué estaba planeando Draco ahora?


Hermione pensaba comentar algo, pero en ese momento vieron a sus compañeros de equipo, y ella decidió irse a las gradas a vigilar que nada malo sucediera. Podrían olvidarse de Draco por aquel momento, dudaba mucho que intentara algo con tantos leones siendo ellos solo dos serpientes.


 


 


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— ¿Te convertirás en un acosador ahora? —preguntó Blaise haciendo una mueca.


Malfoy miró a su amigo y sin darle importancia siguió caminando.


—Te das un beso con Potter y ya andas como estúpido—chilló Blaise sin poder detenerse.


Draco lo miró con alarma, estaban en los pasillos de la mazmorra y, aunque su amigo no había hablado demasiado fuerte, podían haberlo escuchado.


— ¿Qué te sucede, maldición? —preguntó mirando hacia ambos lados, y todo el color se fue de su rostro cuando vio a Snape acercarse a ellos con paso calmado.


Pero el maestro tan solo pasó a su lado y casi pareció no haberlos notado.


— ¿Te has vuelto loco? —preguntó Draco con los ojos abiertos.


Blaise no estaba loco, estaba enojado. Sentía mucha furia por el beso que Draco le contó le había dado a Potter, y en verdad no estaba pensando las cosas con claridad. Ahora el rubio quería ir a ver el entrenamiento del Gryffindor ¡Como si fuera una novia que ve entrenar a su novio!


Malfoy no le habló en todo el camino hacia el campo de Quidditch y cuando llegaron, el rubio cruzó los brazos por encima de su pecho mirando hacia los tres Gryffindors— que ya estaban ahí— desde lo alto de las gradas.


—Esto ya es estúpido, ¿te das cuenta? —Blaise bufó, no podía creer que Draco decidiera vigilar a Potter, y menos de forma tan visible.


—Te dije que no tenías que acompañarme—respondió Draco sin mirarle— no es como si no pudiera estar aquí yo solo. Además, fuiste muy estúpido, Snape casi nos escucha.


Blaise lo miró por un segundo y suspiró. Realmente no dejaría solo al rubio, no podía, aunque eso significara acompañarlo para que viera a la persona que le gustaba.


Algo muy masoquista en verdad.


—Estoy seguro que no nos escuchó—dijo Blaise soltando el aire, intentando tranquilizarse. Él no tenía derecho a sentir celos de Draco, porque solo eran amigos, así que intentó desvanecer su furia.


—Ese no es el punto—respondió Draco sin mirarlo.


Se quedaron en silencio unos momentos, Zabini giró su cabeza para ver a su amigo, el rubio estaba totalmente concentrado vigilando a los leones en el campo.


—En verdad no puedo creer que hayas besado a Potter—Blaise quería parecer feliz por su amigo, pero en verdad no podía mantener una sonrisa del todo sincera, tenía suerte de que Draco no le estaba prestando demasiada atención.


—Sí, ni siquiera yo me lo creo. —dijo con una pequeña sonrisa en su rostro, su mejilla aun dolía y estaba ligeramente roja, pero aun así pensaba que había valido totalmente la pena.


— ¿Y qué piensas hacer ahora?


—En verdad no lo sé. Quiero apoyarlo ahora que sé que está enfermo y...ver si puedo lograr algún avance. Quiero saber qué es lo que tiene.


—Te has metido en tantos problemas por él, —en ese momento vieron como los compañeros de Gryffindors llegaban, y comenzaban a practicar—Pansy ha peleado más contigo que nunca.


—Es normal en esa bruja.


—Casi te metes en problemas con Snape—continuó, sin hacerle caso a la interrupción del rubio—tuviste suerte de que se creyó tu estúpida excusa de que queríamos hacer el trabajo extra, pero eso significa que tendremos que hacer un maldito trabajo extra.


—Ya te dije que pondré a Crabbe y Goyle a trascribir la mayor parte.


—Y te ganaste un golpe en la cara, ¿en serio vale la pena?


— ¿Alguna vez te has enamorado de alguien? —Preguntó Draco de la nada tomando a su amigo por sorpresa— es extraño, pero siento que cada cosa que haga por él, lo vale.


Blaise lo miró conteniendo las ganas de reír, ¿Qué si alguna vez se había enamorado? Quizás era por eso que aguantaba todas las estupideces del rubio, no podía ser de otra forma.


—Eres un idiota—murmuró mirando hacia otra parte.


Draco no le prestó atención, tan solo se quedó mirando al buscador de los leones.


 


 


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A su derecha, McGonagall parecía haber preguntado algo importante al director, ya que este torno su expresión en una de seriedad. Snape intentaba concentrarse en las palabras de Dumbledore, pero no podía. Estaban en el salón de profesores, donde el director había reunido a todos los maestros para discutir algo que verdaderamente no estaba entendiendo.


—Te das un beso con Potter y ya andas como estúpido.


Esas palabras de Zabini dirigidas a Draco le estaban martilleando en la cabeza con fuerza y determinación.


Más serpiente... recordó las palabras de Harry.


Si bien el muchacho había dicho que él y Ron no eran pareja, jamás desmintió que fuera homosexual, entones, ¿se sentía atraído por Draco?


Tenía la misma sensación de molestia y coraje cuando creyó que Harry estaba con Weasly, y eso le irritaba aún más. ¿Por qué no podía dejar de tener esos estúpidos sentimientos extraños por su alumno? ¿Por qué le molestaba ver o pensar en Potter con alguien más?


Potter era joven, tenía todo el derecho de estar con alguien, y más por todo lo que estaba sucediendo en su vida. Si quería que alguien se la alegrara, y ese alguien era otro estudiante de su edad, ¿Por qué entonces le molestaba tanto?


Sabía que de entre todo, Draco no era tan fiel seguidor del señor oscuro como quería aparentar. Severus ponía un ojo crítico en todos sus alumnos para saber cuál podría unirse a las filas del Lord, y Draco parecía estar más bien obligado por su padre a seguir esos pasos. Así que realmente no podía poner la excusa de que el rubio era un peligro para Harry, o por lo menos no sería una excusa del todo valida.


Remus, sentado a la izquierda de Snape, lo miró con preocupación. Normalmente, aunque no discutiera activamente en esas reuniones, Severus prestaba real atención. Pero ahora se veía abstraído, incluso podría decirse que cansado, o preocupado talvez. Leer las expresiones del maestro de pociones era realmente difícil. Bien podría estar cansado y ser el ritual del Minuere, el hombre estaba sirviendo como un proveedor de vida para Harry, era lógico que se sintiera cansado.


Cuando la reunión terminó, Remus colocó una mano sobre Severus para detenerle.


— ¿Te encuentras bien? —preguntó en voz baja el licántropo, intentando no llamar la atención de los demás profesores.


Severus asintió simplemente. Aquella pregunta le revelaba que no fue lo suficientemente bueno ocultando sus preocupaciones, y eso era malo.


El tema Harry Potter siempre le afectaba demasiado. Salió del salón seguido del otro, quien parecía estar legítimamente preocupado de que el Minuere fuera demasiado extenuante para el maestro de pociones y le estaba cuestionando acerca de su estado físico.


— ¿Hay noticias de Black? —preguntó Snape intentando desviar la conversación.


Los dos caminaban a través de los pasillos, aunque realmente no se dirigían a ningún lugar en específico. Lupin torció el gesto, recordando la carta que le dirigió Black y que había llegado aquella mañana. Sirius había partido la noche del jueves, y seguramente aun le faltarían varios días para obtener información.


—Por el momento no mucho—admitió Remus con cierta decepción, —pero hay posibilidades de que lo encuentre. Quien me dio la pista de su paradero es confiable.


En el silencio de aquel pasillo, Severus expresó un miedo profundo, el cual todos los involucrados compartían, y ninguno había querido expresar en voz alta.


— ¿Qué haremos si esa persona murió por la maldición?


Remus lo miró con detenimiento. Debido a su experiencia, y más siendo un gran maestro en defensa contra las artes oscuras, siempre había tenido un plan b.


Siempre había visto una segunda opción.


Pero en ese momento no sabía que harían si resultaba que su única esperanza había muerto a causa del Corpore Inclusus.


 


 


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A veces, las pequeñas cosas son las que resultan más complicadas dependiendo las circunstancias que se presenten; y una de las cosas más difíciles que le estaban sucediendo llegó: ir al Gran Comedor.


—Harry, debes intentar comer algo.


Él hizo una mueca ante la petición de Hermione, era verdaderamente difícil intentar comer. Ni siquiera sentía hambre, y probablemente era por el hecho de lo desagradable que le resultaba el pensar en cómo se sentiría la comida en su boca.


Había dejado de ser molesto para resultarle desagradable. Era algo más allá de simplemente no sentir el sabor. Pero tampoco podía dejar de comer completamente ¿o sí? Entonces sería peor todo.


Hermione vio en él la resignación de intentarlo, y le ayudó a poner en su plato cosas que él no tuviese que masticar demasiado. Harry sonrió ante su ayuda y le hizo creer a su amiga que estaba comiendo. Sus amigos comenzaron a hablar acerca del baile de invierno, al parecer los organizadores de las otras casas querían hacer una reunión para discutir unos detalles acerca de los premios que darían. Sería una reunión después de la cena, y Hermione y Harry asistirían. Mientras hablaban, solo llegó a comer un tercio de lo que tenía en el plato, sintiendo su boca pesada después de un rato. Decidió solo terminar su jugo, después de todo, por lo menos era algo que solo debía tragar.


 


 


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Después de comer se la habían pasado estudiando unos hechizos de Defensa que vieron la semana anterior en la biblioteca. Ellos se tomaban las sesiones de estudios bastante en serio, y más cuando comprobaban que al enfrentarse a los mortifagos no quedaban tan en desventaja como los demás alumnos.


—Ya quiero practicarlo en la sala de los menesteres. —Ron apuntaba información del hechizo en una hoja en blanco. Hermione lo miró con los labios apretados, si tan solo su novio fuera la mitad de aplicado en las clases regulares...


—Primero aprende la teoría Ron, eso es lo principal.


Harry los miró. Hermione se inclinó hacia Ron para ver lo que este anotaba, y el pelirrojo le dio un rápido beso antes de pasarle su hoja para que la viera con más detenimiento.


A veces tenía verdadera envidia de sus amigos. Envidia en el buen sentido, pues quería algún día tener lo que ellos tenían. Incluso su padrino tenía a alguien que lo quería de esa forma especial.


Y él no parecía tener tanta suerte en ese sentido.


Alejó esos pensamientos de su mente, había algo más que quería hablar con sus amigos y ese parecía ser un momento oportuno.


— ¿Creen que podríamos encontrar en algún libro la maldición que tengo? —preguntó llamando la atención de los otros dos, había algo que lo estaba molestando de todo aquello, aparte de la obviedad de que tenía una maldición, y quería ver si podía encontrar información por sí mismo.


— ¿Por qué no se lo pedimos a Dumbledore?


—No sé, —Harry dudó ¿Cómo explicarlo?— me gustaría buscarlo sin que él lo supiera.


— ¿Crees que oculta algo? —Hermione preguntó sin poder ocultar su asombro.


Harry se encogió de hombros.


—Quisiera que fuera algo entre nosotros, nada de preguntarle al director, ni a nadie.


Eso implicaba a Snape, Remus y su padrino. Era más bien unas ganas de comprobar algo, podía parecer que dudaba de lo que le estaban diciendo los demás. Pero él había sobrevivido al Lord Voldemort desde niño ¿Por qué no confiar ahora en sus instintos?


—Podríamos intentarlo—concilió Hermione—aún quedan bastante libros en la biblioteca.


—Y podemos buscar en la sección prohibida con tu capa—agregó Ron.


Hermione pensó esa idea por un segundo, por esta vez no tenía ganas de quejarse si de alguna forma conseguían el hechizo que golpeó a su amigo.


 


 


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Harry pensó que dentro de sus infortunios, habían cosas que solo podía catalogar como un golpe de suerte, y aquella situación lo fue. Llegó la noche y con ella, su deseo de no estar rodeado de personas.


Como él era parte de la comisión de preparación del baile tenía que ir a la reunión que harían después de la cena, pero siendo sincero no tenía mucha ganas de ir. Por suerte Ron, quien estaba celoso desde hacía un tiempo de un Ravenclaw llamado Robert Hollard porque decía que aprovechaba la situación de la comisión para acercarse demasiado a Hermione, le pidió el favor de dejarlo ir en su "representación", y de esa forma asegurarse que Hollard se mantuviese alejado de su novia.


— ¿En serio no te importa que tome tu lugar? —preguntó Ron cambiándose la camiseta. No quería parecer un novio celoso, pero en verdad quería estar ahí. —sé que a ti te gusta esto de ser parte de la comisión de organización y eso...


—En absoluto, solo lo tomo como algo para pasar el tiempo—respondió Harry viéndole desde su cama, aunque se alegraba de que Ron le supliera sin tener que pedirlo, había algo que debía comentar— pero sabes que Hermione jamás sería capaz de...


—Lo sé. —Cortó Ron, no dudaba de su novia, pero no soportaba la actitud de Hollard— Solamente quiero ir.


Harry se encogió de hombros. Solo esperaba que su amigo no hiciera una escena de celos que complicara las cosas.


—Vamos a cenar—dijo Ron con entusiasmo, ya estaba planeando como molestar a Hollard si intentaba acercarse a Hermione para enseñarle "algo interesante".


La cena fue casi la misma estampa que la comida y el desayuno, una situación difícil. Hizo todo su esfuerzo por tomar la bebida que Hermione le había pasado, pero no pudo comer nada de su plato realmente.


Cuando Ron y Hermione se fueron a la reunión de la comisión, Seamus le invitó a jugar Snap Explosivo con Dean y Neville en la habitación. Al parecer apostarían con retos ya que Dean había mencionado que nadie podría superarlo.


Harry declinó y viendo que su habitación no sería el mejor lugar para estar tranquilo, decidió ir a otro lugar donde pudiera estar a solas. En ese momento la Torre de Astronomía le parecía el mejor lugar para estar.


El aire frio le golpeó su rostro cuando se poyó en el barandal de la torre, y estuvo viendo el horizonte sin darse cuenta del tiempo, hasta que una voz lo alertó.


—Puede enfermarse si no come, Potter—Harry se giró y se encontró con los ojos oscuros de su profesor de pociones que lo veían fijamente.


Para Severus no fue una coincidencia encontrarse con el chico ahí, él lo había seguido. Cuando vio que Harry se separó de los otros dos, tomó la infantil decisión de vigilar y ver donde iba. Quizás tenía la idea de que se encontraría con Draco Malfoy, y quería ver por sus propios ojos si en verdad ellos dos tenían algo. Pero Harry solo permanecía ahí, de pie apoyado del barandal, y no parecía estar esperando a nadie más.


— ¿Que? —preguntó el chico sin entender lo que el mayor le había dicho.


—No está comiendo como debería.


— ¿Me espía acaso?


—No sea ridículo y respóndame—exigió con rostro serio.


—Me da asco intentar comer—respondió encogiéndose de hombros—va más allá de simplemente no sentir el sabor.


Severus se acercó colocándose junto al menor, sintiéndose tonto por no haber pensado en aquello.


—De todas formas, — dijo suavizando su tono— no puedes debilitarte dejando de comer. —Harry sonrió cuando escuchó el tuteo que le hizo — eso complicaría las cosas.


—Lo lamento.


Estando tan cerca, Harry podía sentir el aroma de la ligera fragancia de Snape. Sus ojos se conectaron y, aun con la poca luz que había, el mayor no pudo evitar pensar que aquellos ojos verdes eran increíblemente hermosos a su parecer. Severus quiso estirar su mano y tocarlo, pero no podía exceder ese límite, porque, aunque el Minuere los había involucrado en la misma cama, fuera de esta no sabía cuánto contacto físico podía permitirse con el chico.


Y no quería ponerlo en una situación más incómoda de la que ya estaban.


—Recuerde que hoy tenemos la sesión del ritual—dijo y dando media vuelta se fue de aquel sitió.


Harry asintió y vio como Snape se alejaba. Y se preguntó si algún día podría llegar a besarlo como tanto había soñado.


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