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Senseless por OldBear

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Notas del capitulo:

https://www.youtube.com/watch?v=GZGFkPBvRbE

 

Capítulo 13. EL baile.

Cuando abrió los ojos aquel diez de diciembre sintió su cuerpo pesado. Estaba en la cama de Snape, como desde hacía ya más de un mes, y se encontraba solo, como siempre lo había estado durante todo ese mes.

Cuando supo que tendría que realizar el ritual con el maestro de pociones de forma diaria, una parte suya creyó —ingenuamente al parecer— que podría tener una oportunidad de que la relación de amistad que tenían diera el siguiente paso.

¡Qué equivocado estuvo!

Realmente no sabía que les había sucedido, si su amistad se había estancado, o había involucionado.

Quizás fue lo último.

Seguía yendo a la sala común de Gryffindor, y se iba temprano para que nadie notara que salía muy tarde. Sus amigos solían acompañarlo y daban un par de vueltas hasta que él se dirigía a las mazmorras. Era extraño, pero Snape le dirigía más la palabra cuando entrenaban —porque habían retomado su entrenamiento— que cuando estaban en el ambiente íntimo de la habitación, a punto de realizar el Minuere.

Era como si Snape quisiera evitarlo, pero no demasiado. Incluso en las mañanas se levantaba temprano, más temprano de lo que necesitaría levantarse, y Harry pensaba que lo hacía para no tener que toparse con él en las mañanas. Porque cuando él se despertaba, ya el maestro de pociones había salido de la habitación.

Y no podía negar que aquello lo tenía deprimido.

Tal parecía que él no le atraía a Severus de esa forma.

Decidió levantarse de la cama y vestirse, solía tener parte de su ropa ahí para cambiarse sin necesidad de ir a su sala común. No subió a la Torre de Gryffindor, ni siquiera fue hasta el Gran Comedor. Decidió que saldría al lago. Todos estaban emocionados y ocupados, en la noche se llevaría a cabo el tan esperado baile, así que nadie le prestaría demasiada atención. Ni siquiera Hermione, que seguramente estaba más atareada de la cuenta, y Ron indudablemente estaría ayudándola y evitando que Hollard le ofreciera ayuda.

Había nevado la noche anterior y como no iba bien abrigado —solo tenía puesto uno de los sweaters que le había dado Molly— convocó un hechizo para no morirse de frio.

Era divertido, había practicado tanto que pudo hacer ese hechizo sin varita. Era un mago más poderoso que la media, y en aquellos momentos se sentía inmensamente vulnerable.

Se alejó lo más que pudo y se apoyó del tronco de un árbol.

Tenía un dilema en su cabeza.

¿Cómo decirles a sus amigos que no quería ir al tan esperado baile? Esperaba no estarse viendo como un niño berrinchudo, pero ciertamente sus ánimos no daban para demasiado. Esa mañana, mientras todos revoloteaban a su alrededor con la felicidad del adolescente que no tiene más preocupaciones que el de terminar sus exámenes e invitar a quien le gusta al baile, él solo pudo pensar en el tiempo.

El primer sentido lo había perdido alrededor de tres días luego de ser maldecido. El segundo, aun con el Minuere, lo había perdido tan solo 15 días después—justo el 30 de octubre—.

De eso habían pasado más de 30 días, ¿Cuánto tiempo le quedaba entonces para perder el tercer sentido? Era un hecho que por ese motivo habían aumentado las sesiones del ritual, de no haberlo hecho seguramente ya habría perdido dos sentidos más, pero recordaba demasiado bien que el Minuere solo era un desacelerador, no la cura.

Le aterraba, eso no podía negarlo. El hechizo que estaban utilizando no detenía el avance, solo la retrasaba, y a juzgar por la velocidad del avance de la maldición, el Minuere estaba funcionando bien, pero eso no significaba que dentro de poco no perdería la siguiente facultad.

¿Cuál sería?

¿Y si ahora dejaba de ver?

Él había tenido dificultades visuales casi toda su vida. Cuando se quitaba las gafas todo le parecía borroso, pero aun así, podía ver. ¿Qué pasaría cuando todo a su alrededor se volviera oscuro?

Lanzó su cabeza hacia atrás, frente a los demás intentaba no mostrarse tan preocupado, pero le era inevitable estando solo.

A sus pensamientos también llegó el detalle de que al día siguiente comenzarían las vacaciones de navidad y los alumnos irían a sus casas y él tendría que ir con Snape.

Suspiró.

Volvió a entrar al castillo después de la hora de comida, ni siquiera se había dado cuenta del paso del tiempo.

 

......................................................

 

 

Severus no pensó vivir lo suficiente para ver aquello, incluso pensó que estaba soñando o teniendo una alucinación debido al cansancio que su cuerpo experimentaba por tener que realizar el Minuere constantemente. Era un hombre fuerte y podía manejar la situación, además Remus se había ofrecido a ayudarle con su carga de trabajo en cuanto a la corrección de exámenes y trabajos. Al principio Snape se negó —no podía ser de otra forma— pero luego de 20 días desde el primer ritual del Minuere, tuvo que ceder. Entre dar sus clases, seguir haciendo pociones y el ritual, además de las llamadas de Voldemort —que por lo menos no habían sido tan frecuentes—, tuvo que admitir que era agotador.

Y no solamente estaba agotado físicamente. En ese mes también había descubierto o mejor dicho, aceptado, porque era algo que ya sospechaba e intentaba ocultar, que se sentía atraído por Harry de una forma más allá de una simple amistad. Con el paso de los días y la cercanía con el muchacho, con tenerlo abrazado cada noche, aspirando su aroma, viendo su sonrisa y cayendo en la profundidad de esas esmeraldas ¿Quién no termina sucumbiendo?

Y el hecho de saber que seguramente Harry ya estaba con alguien más —muy seguro que con Draco Malfoy— le llenaba de un dolor profundo. El chico no le había comentado si tenía pareja, pero tampoco le había mencionado acerca de su preferencia sexual, así que seguramente le gustaba mantener esos temas en privado.

Y Severus no preguntaría, aquello no le concernía. Fue por eso que tuvo que intentar poner una distancia entre él y el chico. Algo que fue más agotador de lo que creyó. Se despertaba temprano para no verlo recién levantarse, intentaba no tocar temas personales cuando estaban en sus aposentos —porque el ambiente era demasiado íntimo— y, aunque parecía sencillo, sus ganas de acercarse y no alejarse le complicaban las cosas.

Quería abrazarle, besarlo, tocarlo.

Y sabía que todo aquello lo estaba agotando.

Pero ahora, con lo que sucedía frente a sus ojos, en verdad pensaba que necesitaba descansar más, por que ver a Sirius Black rogar frente a él solo podía ser causa de un delirio.

Después de que el primer viaje de Black buscando a la persona que había padecido la maldición fuera infructuosa, se dedicaron a seguir buscando alguna pista, pero nada. Buscaron en casi todos los libros existentes de magia oscura, pero no encontraban información más allá de la que ya sabían.

Sirius estaba desesperado, cada día que pasaba era un avance para la maldición. Estaba bastante claro que solo era cuestión de tiempo para que Harry perdiera el siguiente sentido, y luego, cuando ya no quedara nada, lo verían morir. ¿Cuánto podía esperar hasta que llegara ese momento?

Sin el Minuere la maldición había avanzado en solo tres días, con el ritual, en quince. Con el aumento de la frecuencia habían conseguido ganar más de un mes, pero seguramente el día llegaría pronto. No había que ser un genio para calcular el tiempo, si no encontraban una cura, su ahijado moriría en menos de un año. Habían ganado tiempo gracias al hechizo desacelerador, pero eso no era suficiente.

Entonces el corazón de Sirius estaba dividido en dos caminos, el que quería ser fuerte y convencerse de que pronto encontrarían la cura y de nada valía preocuparse, y la otra parte, que le gritaba de forma dolorosa y despiadada que debía ser realista y que su Harry, su precioso niño al cual quería como un hijo propio, moriría en un año.

No había podido conciliar el sueño en ese tiempo, ¿Quién podría dormir tranquilo sabiendo que una de las personas más amadas tenia los días contados?

Remus sabía de sus insomnios y los compartía, pero nada podía calmarlo.

Fue por eso que ese 10 de diciembre, sabiendo que al día siguiente iniciarían las vacaciones de navidad, hizo lo que nunca pensó hacer: rogarle a Severus Snape. Él sabía que habían tenido que hacer el ritual diario para que funcionara mejor y que por ese motivo Harry tenía que quedarse con Snape en las vacaciones. ¿Pero y si aquella eran las últimas vacaciones que tenía con su ahijado?

Cuando Severus le abrió la puerta de sus habitaciones y vio quien era, estuvo tentado a decirle que lo dejara en paz pues estaba demasiado cansado para los reclamos de Black, pero se detuvo al ver el semblante del hombre. Lo dejó pasar sin decir una palabra, sabiendo que lo que tenía que decirle era sumamente importante.

—Yo sé que me odias—dijo Black sin esperar demasiado cuando la puerta se cerró tras de él, tenía los puños tan apretados que sus nudillos estaban blancos, —y eso está bien, nos hemos hecho demasiadas cosas como para que sintamos algo diferente al odio el uno por el otro, pero ahora necesito, no, te imploro que me escuches.

En cortas palabras, Black le suplicó que le permitiera pasar navidad con él y con Harry. Sabía que el chico necesitaba a Severus para continuar el ritual, y que seguramente lo último que quería Severus era pasar navidades con Sirius, pero el animago tenía miedo.

—Yo sé que hay que tener esperanza—siguió diciendo el Gryffindor. Severus estaba en completo silencio, jamás se esperó aquello, y era tan increíble que no sabía ni que decir. El semblante de Black era de furia, pero de temor en partes iguales—pero debo ser realista, si es su última navidad dame la oportunidad de pasarla junto a él— una lágrima se escapó de los ojos de Sirius, haciendo que Snape se sorprendiera aún más ante esa muestra de debilidad frente a él— si quieres dinero, te daré toda mi bóveda. Te daré lo que me pidas, yo solo... yo necesito...

Sirius intentó controlarse y limpió la solitaria lágrima que se le había escapado.

—Black...

—Si tan solo le queda un año—continuó Sirius—déjame pasarlo a su lado, es lo único que me queda de James y Lily—el animago hizo una pausa, respirando profundamente—es mi hijo.

Un año, Severus también había pensado aquello, aunque le resultara sumamente doloroso.

Según el avance del Corpore Inclusus, si no encontraban la cura, esta sería la última navidad del chico ¿No debería Harry pasar ese tiempo con sus seres queridos también?

Miró hacia Sirius y asintió. Y cuando creyó que nada podría sorprenderlo ya, el hombre frente a él le susurró un "gracias" con la voz quebrada.

Quizás el primer agradecimiento que Sirius le daba en su vida.

 

......................................................

 

Sus compañeros ya habían bajado al Gran Comedor para la fiesta de disfraces, y Ron seguramente estaba dándole los toques finales a su disfraz junto a Hermione. Él estaba sentado en su cama, con su disfraz ya completo y un sentimiento de extrañeza sofocándole.

Sintió que alguien abrió la puerta y Ron entró a la habitación seguido de Hermione. Vio el disfraz de sus amigos, se veían mucho mejor de lo que había imaginado con sus disfraces de Morticia y Homero Addams.

Harry había descubierto a través de su amiga que la historia de la Familia Addams también se había originado inicialmente una historia muy antigua del mundo mágico.

¿Había algo que no fuera originario del mundo mágico?

La historia era bastante diferente: Había una bruja llamada Eudora que tenía una hija, Moritia, la cual se enamoró de un Muggle. El Muggle, que se llamaba Heros, también se enamoró de Moritia. Eudora no aprobaba aquello, y durante mucho tiempo intentó separarlos, pero jamás pudo.

El amor de ellos dos era tan grande, que se iban a sacrificar en un ritual para reencarnar en otra vida juntos, lejos de las maldiciones de Eudora, pero esta última, por amar tanto a su hija, cedió ante el amor de la pareja, solo que llegó a detener el ritual a la mitad. Y Moritia y Heros quedaron en una especie de muerte y vida para siempre. Eran como humanos de ultratumba, y se decía que habían quedado ligeramente locos también. La historia del amor entre la pareja llegó a ser tan famosa en el mundo mágico, que fue cuestión de tiempo para que los muggles lo tomaran como un cuento, y naciera la Familia Addams.

—Quedaste muy bien con ese bigote, Ron—rió Harry.

Ron se veía bastante raro sin su característico pelo rojo, pero el hechizo que Hermione les había puesto para que se mantuvieran negros — y lacios— realmente se veía bien, al igual que el bigote de Homero que Ron llevaba y el cual parecía disfrutar grandemente.

—Solo tienes envidia—se defendió Ron mientras se lanzaba en la cama. —de que a mí me queda bastante genial.

Hermione rodó los ojos ante las palabras de su novio y miró detenidamente a Harry.

—Tu disfraz también se ve genial, Harry.

—Aunque es algo...aburrido. Supongo que entonces le diste al clavo—mencionó Ron terciando el gesto.

—A mí me gusta—sentenció Harry.

No esperaron mucho más para reunirse con sus compañeros, y Harry no pudo evitar un sonido de aprobación cuando contempló el excelente trabajo que había hecho la comisión de organización. El Gran Comedor estaba espectacular. Para que no pareciera una simple fiesta de Halloween los chicos se habían encargado de colocar bastantes y variadas decoraciones navideñas, y el director les dio una mano con la nieve fina que caía desde el techo sin parar, pero que al tocar el suelo simplemente se desvanecía.

Al principio los tres permanecieron juntos, y no podía negar que en verdad se la estaba pasando bien. Veía a Snape a lo lejos, los maestros se habían disfrazado también, menos el maestro de pociones —lo cual no fue sorpresa para nadie—. Harry quería acercársele, pero cada vez que lo intentaba alguien le impedía el camino para comentarle o compartirle algo. Hasta que en un punto simplemente lo perdió de vista.

En un punto de la noche, cuando se acercó solo a la mesa de bebidas, sintió que alguien le tomó del brazo, era Draco.

El rubio se había disfrazado de lo que parecía ser un cazador, y le miraba con seriedad.

— ¿Qué quieres ahora Malfoy?

—Mañana, antes de que vayas a casa, sube a la Torre de Astronomía.

Harry lo vio receloso, si bien Draco estaba actuando de una forma más amable, extraña sí, pero amable, no confiaba demasiado en él.

Y menos después de aquel beso, seguía sospechando que tramaba algo. Pero el rubio no parecía querer soltarlo hasta no obtener una respuesta, y Harry asintió para quitárselo de encima.

Malfoy no lo soltó, pero suavizó su agarre.

—Draco—escucharon una voz chillona, era Pansy quien llamaba a su novio.

Draco puso los ojos en blanco ante la presencia de su novia, pero antes de irse le dio una pequeña sonrisa a Harry, una sincera, con la alegría subiendo hasta sus ojos, y luego dio media vuelta para irse con Parkinson.

El resto de la noche fue menos extraño para él. Sonrió cuando vio que Ginny y Neville ganaron uno de los premios como disfraz de pareja por la temática que habían creado. En verdad se veían bien juntos, y al parecer la chica le había dado el sí a Longbottom, a juzgar por que se la habían pasado con las manos agarradas casi toda la noche.

Sin que sus amigos se dieran cuenta, fue dándoles un poco de espacio. El había notado que ellos no querían dejarle solo, y lo agradecía, pero tampoco le agradaba ser la tercera rueda que evitara sus momentos normales de noviazgo.

Mientras la noche iba avanzando, terminaron de dar los premios, la mesa se quedó sin comida y la música comenzaba a ser más calmada. La mayoría de las parejas bailaban las lentas canciones y algunos otros solo estaban sentados mientras descansaban y hablaban de lo que harían una vez iniciaran las vacaciones al día siguiente.

A lo lejos vio a sus amigos bailando de forma tranquila, y sonrió ante aquello. Decidió que para él ya había sido suficiente baile y lo mejor era salir de allí.

Caminó directo a las puertas, sintiéndose verdaderamente triste de que a pesar de haber bailado bastante, no pudo hacerlo con quien en verdad quería. Pero, en cuanto dio unos pasos fuera del salón, una presencia cortó su camino. Era Severus quien con un rápido movimiento tiró de él hasta un pasillo solitario. No estaban muy lejos, seguía escuchando la música del Gran Comedor, de forma muy tenue, pero aún se comprendían bien las canciones.

—Profesor yo...

— ¿Me permites esta pieza? —preguntó Severus estirando su mano.

Harry tardó en reaccionar y solo pudo asentir ligeramente.

Severus tomó al chico de la mano y con su otra mano libre, le tomó delicadamente de la cintura y para apegarlo a su cuerpo. El eco de la música llegaba hasta ellos apaciguado por las paredes, pero por lo menos estaban solos, y eso era más que suficiente. Se había pasado toda la noche dominando unas enormes ganas de acercarse a Harry, pero en ese momento, ignorando su sentido común que le enumeraba una lista de todas las razones por las que no debería hacer aquello, aprovecharía aquel momento.

En ese momento una nueva canción empezó.

Wise men say only fools rush in
But I can't help falling in love with you

La cabeza de Harry descanso en el pecho de Snape.

Shall I stay?
Would it be a sin
If I can't help falling in love with you?

Harry estaba triste, decepcionado, incluso furioso. Estaba tan cerca de su profesor, con su cabeza recostada en el pecho del hombre, y se estaba perdiendo del seguramente embriagante aroma de su perfume.

Like a river flows surely to the sea
Darling so it goes

Pero, también se sentía tan bien estar rodeado entre los brazos de Severus, dando vueltas lentas, ellos solos...


Some things are meant to be
Take my hand, take my whole life too
For I can't help falling in love with you

—Supongo que debo considerarme un hombre tonto—dijo Severus en un susurro, pero Harry no comprendió el significado exacto de aquello.

Like a river flows surely to the sea
Darling so it goes
Some things are meant to be

Harry sintió como el mayor soltaba su mano y lo abrazaba completamente por la cintura sin dejar de moverse.

Take my hand, take my whole life too

¿Cuántas veces había soñado con ese momento? Muchas. El momento en el que estuviera tan cerca de Snape que pudiera apreciar sin problemas cada línea de su rostro, que sintiera sus brazos envolverlo, que la música guiara pasivamente sus pasos mientras ambos se concentraban el uno en el otro, que su aroma se quedara para siempre en su memoria.

Ya no podía recordar el aroma de Snape ni siquiera. Y era tan confuso, doloroso y molesto.

For I can't help falling in love with you

— ¿Qué sucede? —preguntó Severus en voz baja, casi susurrando en su oído.

Harry negó con la cabeza, en ese momento se dio cuenta que tenía peligrosas lágrimas en sus ojos amenazando con escapar. Parpadeó varias veces para intentar alejarlas.

For I can't help falling in love with you

—No me mientas, somos...—Severus dudó, no sabía si continuar con aquella oración —amigos ¿o no?

Amigos... pensó Harry.

Era increíble lo que dolía y reconfortaba esa palabra al mismo tiempo.

—Yo solo, estaba pensando.

—No pienses mucho Harry, los leones no están diseñados para eso.

La broma, acompañado del uso de su nombre, provocaron que se relajara un poco. Snape tenía un efecto increíble sobre él.

 

 

Notas finales:

Nota: por si alguien no entendió lo que quiso decir Severus por que la canción esta en ingles, en la canción dice "Wise men say only fools rush in" lo que viene a significar que solo los tontos se apresuran o caen, en otras palabras que se enamoran, es por eso que él dice "supongo que debo considerarme un hombre tonto"


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