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Senseless por OldBear

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Capítulo 14. La declaración.

Cuando abrió los ojos, estiró su mano para tocar el espacio de la cama a su lado, y no se sorprendió demasiado al encontrarlo vacío.

No podía quejarse de cómo había terminado su noche del baile, por lo menos no del todo. Si bien habría deseado que el momento con Snape durara más que unas tres canciones, era algo que no pensó que podría obtener desde un principio, así que no podía quejarse.

Tampoco podía quejarse de no haber recibido un beso, quería, pero no podía. Y aunque el ambiente que se había formado entre ambos fue el más propicio, en ningún momento intentó conseguir el beso que tanto deseaba por miedo a que Snape lo rechazara y rompiera su burbuja momentánea. La valentía de la que se llenó a mediados de octubre, creyendo que podría lanzarse sin miedo a Severus con la esperanza de que este no lo rechazaría estaba muriendo poco a poco en la medida en la que el hombre parecía no dejar nunca que los momentos llegaran a más.

Por supuesto que durmió en la habitación de Snape para hacer el ritual después del baile, pero de alguna forma la intimidad que habían tenido en aquel pasillo junto al Gran Comedor simplemente desapareció. Aquella mañana no fue tan diferente a las demás, el profesor de pociones se esfumó de su lado a primeras horas de la mañana, y él no pudo hacer nada para evitarlo.

De alguna forma, sentía que aquel baile de la noche anterior fue más por pena que por otra cosa en realidad, y eso provocaba que su resolución se quebrara aún más. Pero sus planes de declararse no se habían esfumado, solo que ahora estaba pensando en volver directamente a su plan original de esperar con paciencia el día de su graduación, y de esa forma no dolería tanto el rechazo que parecía inminente.

De todas formas por ese día debía intentar recomponerse de eso y no pensarlo demasiado, aquella mañana todos partirían a sus casas para pasar las vacaciones, y el necesitaba preparar su cosas pues partiría junto a Snape cuando el maestro terminara sus asuntos en el colegio.

Pasaría todas las vacaciones de navidad con la persona de la que estaba enamorado y con la cual al parecer no tendría una oportunidad.

Se cambió de forma rápida con la ropa que tenía en aquella habitación y cerciorándose que no había ningún estudiante en los pasillos, salió de la habitación.

Tenía otro detalle a tener en cuenta, Draco Malfoy le había pedido verse en la Torre de Astronomía y realmente estaba dudoso acerca de qué podría esperar. Había dormido poco pensando en eso durante una gran parte de la noche. Si bien tenía muchas razones por las cuales negarse a ir a hablar con la serpiente, las actitudes de los últimos días del rubio le tenían, en cierta medida, intrigado. Fue por eso que terminó esperándolo en el sitio indicado viendo el paisaje desde la Torre, la noche anterior había nevado y todo estaba cubierto por un manto blanco.

Draco llegó unos minutos después.

—Pensé que no vendrías—soltó, y por primera vez Harry vio en el otro un atisbo de sincero alivio—no me respondiste nada ayer.

—Tu novia te estaba llamando—respondió. Si había alguien más insoportable que Draco esa era Pansy Parkinson, y más en esos meses en donde sus burlas, y más desde el incidente con Ron, habían aumentado.

—No es mi novia.

— ¿Seguro?

—Estoy obligado—explicó Draco acercándose a Harry, no había pensado que otro obstáculo de declararse a Potter, era el hecho de que él tenía novia— mi padre me obliga a estar con ella.

—Cosas de Sangre Pura, supongo—dijo, sarcástico. Realmente no entendía a donde llegaría aquella conversación, y el hecho de que se estuviera sintiendo ligeramente mareado no ayudaba. — ¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?

—Acerca del beso…

—No menciones eso.

—Pero fue real. Y también es cierto todo lo que te dije, me importas. Quiero ayudarte. —hizo una pausa, tomo aire y agregó: — Me gustas mucho.

Aquello debía ser una broma, quizás la mejor broma que Slytherin había tramado para él. Pero el hecho de saberse completamente solos —pues Harry había aprendido a comprobar su alrededor en las clases con sus amigos— le hacía dudar del fin de aquella broma. Quizás Draco les enseñaría el recuerdo de ese momento a los demás, y se reirían del hecho de que un león creía en los engaños de una serpiente.

¿Pero por qué malgastar fuerzas en una broma de ese estilo? Los Slytherins eran astutos, pero no solían tramar algo de ese tipo solo para reírse de él. Les bastaba más con burlas directas o arruinar sus pociones en clase.

Ante el silencio de Harry y la incredulidad que se reflejaba en su rostro, Draco tomó la decisión de proseguir. Debía aprovechar el momento en el que estaban.

—Mira, no sé cómo diablos me enamoré de ti, pero sucedió. Nada de lo que te estoy diciendo es un engaño y créeme, de haber podido encontrar una forma de hacerte desaparecer de mi mente ya lo habría hecho. Pero supongo que uno no puede controlar de quien se enamora, y es una verdadera mierda ese hecho porque de haber podido, sé que no escogería a alguien que no me ve de esa forma.

En honor a la verdad, las palabras de Draco tocaron en Harry un punto sensible, porque ese mismo discurso él podría decírselo a Snape. Además aquellas palabras eran lo suficientemente humillantes para saber que una persona como Draco Malfoy no las diría por una simple broma.

Pero el pensar en eso —en que todo aquello podía ser real—no hizo las cosas más fáciles.

— ¿Cómo podría creerte? —preguntó Harry. — ¿o es que acaso las veces que has sido un idiota conmigo fueron una declaración de amor?

Por su parte, Harry aún seguía manteniendo la idea de que aquello no era más que una broma. ¿Y si no lo era? No creía en verdad que Draco Malfoy se hubiese enamorado de él. Quizás había algo más. ¿Y si aquello era un plan aún más elaborado por parte de Voldemort?

No, eso sería más descabellado. Voldemort no perdería el tiempo con ese tipo de trucos. Y no enviaría a la serpiente con la que más Harry peleaba para engañarlo de esa forma.

Draco resopló, exasperado. En perspectiva no se había comportado para nada bien con Harry, pero aquello había sido inevitable. Lo había hecho tanto para tener una forma de acercarse al Gryffindor, como para guardar las apariencias frente a sus compañeros.

— ¿Quieres ver dentro de mi mente? —Preguntó sin más ideas ya—tú sabes el hechizo, hasta un niño podría hacerlo. Vamos, adelante, compruébalo por ti mismo.

Quizás eso ayudaría a aclarar todo aquel asunto. El hechizo en verdad era sencillo, no le costaría demasiado y, aunque él no era bueno para la oclumancia, el leregemens sí que era un poco más fácil.

Pero aún tenía dudas.

—No—terminó diciendo—si es una broma muy elaborada seguramente estarás preparado para que lea tu mente. Y si es cierto—agregó, pensando que ese panorama seria aún más extraño— no sabría que decirte.

—Mira, yo no quiero que me respondas en seguida, y sé muy bien que probablemente ni siquiera sabes qué pensar acerca de todo esto, solo te pido que me des una pequeña oportunidad para acercarme, para demostrarte que soy sincero.

— ¿Cómo…?

—Déjame escribirte en estas vacaciones.

— ¿Para que sepas mi ubicación? —cortó receloso, cada vez que Draco decía algo no podía evitar sospechar que traía dobles intenciones.

—Maldición, ¿en qué momento piensas creerme? — Draco talló su rostro sintiendo toda la frustración acumulada explotando en ese momento. Necesitaba que Potter le entendiera de alguna forma, pero la terquedad de los leones no parecía querer dejarlo cooperar— Créeme, ¿Si?  Hay maneras de ocultar tu ubicación. Y ya te lo dije, me gustas, no quiero hacerte daño. De todas formas me imaginé que podrías pensar eso, y planee algo.

Harry lo miró, sin saber muy bien que hacer en ese momento, pero terminó por asentir e indicarle al rubio que escucharía lo que tenía planificado. Y eso para Draco significó que por lo menos estaba sopesando lo de permitirle acercarse, porque de otra forma ya se habría largado de ahí.

 

 

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— A mí me parece que tú le gustas también— exclamó Ron revisando debajo de su cama por si se le había quedado algo.

Claramente no les había dicho a sus amigos la conversación que tuvo con Draco, prefería que aquello se quedara como un secreto por lo menos hasta entender del todo la situación con el Slytherins. Sabía que Malfoy no era del agrado de Hermione y mucho menos de Ron, y eso significaba que ninguno de los dos seria imparcial en ese asunto.

Así que después de hablar con él, fue hasta la Torre de Gryffindor y le explicó a sus amigos que simplemente se había quedado dormido. Ellos no le cuestionaron demasiado, de todas formas Harry había dado indicios de cansancio y suponían que eran efectos de la maldición. Lograron conseguir un momento a solas mientras los chicos ordenaban sus cosas —Hermione lo había hecho el día anterior— y él pudo contarles lo que sucedió una vez salió del Gran Comedor la noche anterior.

— Hasta yo lo creo— apoyó Hermione, se había sentado en la cama de Harry junto con este, quien ya había terminado de empacar. —No creo que el maestro haga ese tipo de acciones muy seguido.

—No estoy seguro, después de eso se portó igual que siempre. Esta mañana desapareció por igual. Creo que solo lo hizo porque le doy…pena.

Ron intentó contar un chiste acerca de esa situación, pero solo consiguió que Hermione lo mirara con advertencia. De todas formas cambiaron el tema por petición de Harry y hablaron acerca de la noche buena y el día de navidad, los cuales sí podrían pasar juntos. Los Weasly estaban más que de acuerdo con que Snape pasara esa noche en la madriguera para no romper el ritual, y el maestro había aceptado en hacer aquello para que Harry pudiera pasar ese momento con su familia. Molly incluso les dijo que en ningún momento debieron dudar de que ellos aceptarían aquello. Aunque no sería lo mismo todas las vacaciones a solo esos dos días, por lo menos acordaron escribirse lo más seguido posible.

— ¿Estás seguro que Código S te dejara escribirnos? —preguntó Ron la duda que tenía desde unos días atrás. —Puede que no le guste la idea.

—No es como si me fuera a encerrar en un sótano. —Harry miró a su amigo, a veces no estaba seguro si él seguía dudando de las actitudes de Snape o solo lo hacía para engañarlo— de todas formas ya le pregunté, y me dijo que no tenía ningún problema.

—No lo sé Harry—interrumpió su amigo—él sería de los tipos que tienen una mazmorra personal en su casa. A veces me cuesta creer que no sea un vampiro.

—Sabes, ese es un chiste que debiste dejar en tercer grado— dijo Hermione habiendo escuchado ese comentario miles de veces ya.

Estaba seguro de que extrañaría a sus amigos, y más en la situación por la que estaba pasando donde ellos sabían bastante bien subirle los ánimos. Por lo menos esperaba no tener una navidad opacada por aquella maldición que seguía avanzando.

No fue sino hasta después de medio día que los estudiantes partieron a sus casas para pasar esas vacaciones. Cuando se quedó completamente solo en aquella habitación, sintió una extraña sensación que no pudo describir. Si bien aún quedaban algunos alumnos de Gryffindor en el colegio que no irían a sus casas, parecía que ninguno estaba en la Torre de Gryffindor. O quizás sí y estaban en sus habitaciones, pero el silencio era tan profundo que realmente dudaba lo último.

 

Sabía que tenía que esperar hasta entrada la noche para que su profesor lo pasara a buscar. Los profesores se irían hasta terminado el día, e incluso había planeado ver a Remus un rato antes de tener que irse. Había estado pensando en la posibilidad que tendría de ver al licántropo y a su padrino durante esas vacaciones. Sabía que era más que improbable que ellos pudieran visitarlo en la casa de Snape, pero Harry tendía prohibido el viajar a ningún sitio solo por orden de Dumbledore—ni chimenea, ni aparición, ni traslador—, por lo que si quería ir donde su padrino necesitaría la ayuda de su maestro. Su miedo era que se negara a ayudarlo por no tener que ver o estar cerca de Sirius, sabia el odio enorme que se tenían esos dos, pero quizás tendría una esperanza de conseguir que Severus le llevara por lo menos un día donde ellos. 

 


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