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Senseless por OldBear

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Capítulo 16. Cosquillas.

—Hay dos habitaciones en la parte superior. —Explicó Severus en tono serio y luego se giró a Remus y Sirius— ustedes pueden tomar la de la izquierda. Y nosotros tomaremos la de la derecha.

Ahí estaba nuevamente la mirada de Sirius que demostraba que no le agradaba nada el escuchar el “nosotros” que incluía a Harry y a Severus en una misma oración. Pero, recordando que no estaba en ninguna posición de reclamar, simplemente se giró para ver a Harry y preguntarle si necesitaba ayuda.

Desde la pesadilla que había tenido aquella tarde Harry se sentía ligeramente mareado. No, a decir verdad se sentía de esa forma desde la mañana, cuando habló con Draco. Lamentablemente tuvo que reconocer que su ingesta alimenticia había sido precaria desde que perdió el sentido del gusto y, aunque quería evitarlo, era malditamente difícil forzarse a comer y más agregado a que ni siquiera podía engañar a su cerebro con los olores. Porque tampoco podía hacer eso.

Se excusó diciendo que necesitaba usar el baño y Severus lo llevó hasta arriba ayudándole a levitar su baúl bajo la atenta mirada de Sirius. Snape le mostró la habitación rápidamente y, dándole privacidad, volvió a la sala de estar donde se habían quedado los otros dos.

—Supongo que podrán actuar con madurez estos días, por el bien y la paz mental de Harry. —aclaró Remus en cuanto vio a Severus bajar la escalera, sintiendo que aquello probablemente sería muy difícil de lograr.

—Si el no rompe nada—respondió el maestro de pociones, mirando fijamente a Sirius— ni deja sus pulgas por ningún sitio, estaremos más que bien.

— ¿Quieres empezar desde ahora? —exclamó Sirius.

—Ninguno empezara ni ahora ni luego.

El rostro de Remus era serio y pretendía ser intimidante. El momento de debilidad de Sirius frente a Snape no iba a durar demasiado. Por más que lo intentara, eran más de quince años de rivalidad que había entre ellos el cual no se resolvería de la noche a la mañana.

Pero, por la paz mental de Harry y de todos, hicieron un acuerdo silencioso de, por lo menos intentar, no matarse en lo que duraran esas vacaciones.

Como habían llegado ya de noche Remus se ofreció a preparar algo para que todos cenaran y ver si de esa forma se relajaban los ánimos. Severus le ayudó, indicándole donde podría conseguir todo en la cocina hasta que el licántropo se adaptara. El maestro de pociones había decidido dejar que ellos comieran juntos y mantenerse apartado. Estuvo pensando en el transcurso de aquel día que lo mejor que podría hacer seria mantenerse alejado para que Harry pudiese pasar ese tiempo con su familia. No podía negar que ese pensamiento se le hizo bastante molesto, pero debía de aceptar que él no era parte de la familia de Harry aun si así lo quisiera. Simplemente tenían una especie de amistad que no estaba del todo seguro que tan fuerte era.

Decidió que estaría en la biblioteca mientras tanto pero, como sus planes nunca se cumplían como era su voluntad, Harry bajó en ese preciso instante atraído seguramente por el olor de la comida y exclamó:

—Supongo que cenaremos todos juntos—su voz se escuchó lo suficientemente feliz como para provocar que ninguno de los presentes pudiera negarse.

Se iban a la mierda los planes de distanciamiento de Severus.

—No veo por qué no—asintió Remus sonriéndole, evitando que ninguno de los otros dos tuviera algo que decir.

No pasó mucho tiempo para que los cuatro estuvieran sentados en la mesa de la cocina. Sirius y Severus quedaron uno frente al otro, y si bien aquello era peligroso, lo era más si quedaban uno al lado del otro.

La ligera tensión que había en el ambiente podía sentirse a bastante. Remus suspiró y se dispuso a mantener aquella primera cena a flote y sin sangre de por medio. Colocó temas de conversación neutros, principalmente acerca de los estudios de Harry y este, notando lo que sucedía, le siguió la corriente. También hablaron de la broma que seguramente planearían los gemelos para noche buena y, siguiendo con temas neutros, sobre la temporada de Quidditch. Tanto Severus como Sirius comentaban, pero no se dirigían realmente la palabra entre sí.

Mientras la cena avanzaba por buen camino, Severus veía de reojo a Harry quien fingía comer cuando realmente no había tocado ni la tercera parte de su plato. Eso le hizo recordar una conversación que tuvo con el muchacho en la Torre de Astronomía donde este le comentó que comer le daba asco.

No había sido su imaginación que lo estaba notando más delgado los últimos días.

Casi a mitad de la cena y cuando todo parecía ir bastante bien, a Sirius no se le ocurrió otra cosa que mencionar una palabra que debió haber sido vetada de toda conversación: mortifago.

Quizás no habría sobrepasado a mayores de no ser porque la dijo en tono agrio, en una oración muy general que involucraba las palabras traidores, asesinos y sin escrúpulos, y por qué lo hizo mirando a Severus.

Severus lo miró, sintiendo que el cuchillo que tenía en su mano sería bastante más útil que su varita.

—No soy el único en esta mesa con un pasado, Black.

—Mi pasado no costó vidas, Snape.

— ¿Te ayudo a recordar?

—Harry, — interrumpió Remus sintiendo como los otros dos parecían querer atacarse con algún hechizo—creo que dejé una jarra en la sala. ¿Puedes ir a buscarla para servir el jugo?

Harry no tenía que pensarlo demasiado para darse cuenta que Remus le estaba pidiendo de forma poco sutil que los dejara a los tres un momento a solas. ¿A caso al hombre se le olvidaba que él tenía 17 años ya? No se trataba de un niño que no podía escuchar una discusión de personas mayores.

—Yo…—intentó protestar.

—Tráela—le cortó Severus, sabiendo lo que había querido Lupin desde un principio y estando de acuerdo en que Harry no necesitaba ver ese tipo de rencillas.

Sirius entrecerró los ojos. No le agradó para nada que Snape le exigiera algo a Harry, y menos en ese tono de voz.

—Él no es tu maldito elf… ¡Mierda!—exclamó Black con los dientes apretados cuando sintió un fuerte golpe en el pie que no le dejó terminar la oración.

Debido a la dirección del golpe, supo rápidamente que aquello fue una patada provocada por Remus, así que lo miró con los ojos abiertos. Remus le había pisado para que se callara.

—Me tropecé—se disculpó el licántropo intentando controlar su tono de voz, pero con una clara advertencia en su mirada.

— ¿Te tropezaste sentado? —preguntó Black. Aquella pisada le recordaba que tenía a su lado a un hombre lobo, con todo y fuerza mayor a la del promedio incluido.

—Sí, Sirius.

— ¿Y por qué no te tropiezas con él? —reclamó apuntando a Snape. —Él es quien empieza.

—Aquí el que comienza toda esta mierda eres tú, Black.

El ruido que hizo Harry al arrastrar la silla cuando se levantó de golpe obtuvo la atención de los tres hombres presentes.

—Harry…

—Tengo suficiente con Voldemort como para verlos a ustedes pelear también. Me voy a dormir.

Ninguno de los tres dijo nada y, cuando después de subir a la habitación azotó la puerta, un estallido de magia provocó que todo el interior de la casa se agitara por un segundo.

 

……………………………………………………………….

 

Harry se lanzó sobre la cama, dándole la espalda a la puerta y esperando fundirse entre las sabanas para no tener que ver a los otros por un largo tiempo. ¿Había actuado de una forma inmadura? Ciertamente quizás fue un poco exagerado con su salida dramática. Tal vez debió intentar conciliar más entre ellos dos y ver si lograba que dejaran de pelear de una vez por todas.

Pero es que le frustraba verlos peleando. Se trataba de su padrino —la familia más cercana a sus padres que le quedaba— y la persona que quería. Nada le habría hecho más feliz verlos llevándose bien, pero suponía que aquello era demasiado pedir.

Sintió la puerta abrirse y se reclamó a sí mismo que debió haberla asegurado. El problema es que aquella también era la habitación de Snape, y si era él por obvias razones no podría decirle que no entrara.

— ¿Puedo pasar? —era Remus y, por lo menos, con él no estaba enojado.

—Solo no quiero verlos a ellos.

Remus asintió aunque Harry no podía verlo, terminó de entrar a la habitación y cerró la puerta. Se acercó a la cama y se sentó a un lado del muchacho en la cama.

—Dales tiempo, —soltó con voz suave, colocando una mano en el hombro del otro—algún día aprenderán a comportarse.

— ¿No ha pasado el suficiente tiempo para que aprendan a comportarse?

—Sus rencores están muy arraigados—explicó Remus. Pero eso no hizo que Harry los entendiera más. —es una pelea que viene desde sus años de escuela.

—Sigue siendo frustrante. No ha pasado un día y ya se pelean. ¿Qué nos queda el resto de las vacaciones? Estaba bastante emocionado creyendo que podríamos pasar las vacaciones bien, pero ahora…

—Te gusta Severus, ¿cierto? —preguntó Remus de la nada, tomando a Harry por sorpresa— tu emoción no solo era por Sirius y por mí, sino también por él.

Harry parpadeó varias veces, sintiéndose expuesto e incapaz de decir una mentira que sonara convincente.

— ¿Como?

—Instinto de lobo. — Remus se encogió de hombros, sonriéndole de forma tranquila— Podemos sentir las fluctuaciones del estado de ánimo de las personas que pertenecen a nuestra familia. No es como si te leyera, pero puedo saber la diferencia de cuando estas relajado, asustado, cómodo en alguna situación o…con alguien. Es una especie de sexto sentido.

— ¿Eso te permite saber que me gusta?

—No del todo, — admitió, y no pudo evitar que su sonrisa se ensanchara más al agregar lo último: — pero la forma en la que lo miras también ayuda mucho a fomentar mi hipótesis.

Inevitablemente Harry se sonrojó. ¿Acaso había sido tan obvio que Remus se había dado cuenta? ¿Eso significaba que alguien más lo había notado? Por su bien, esperaba que no.

—Yo… no le digas a Sirius—soltó. No valía la pena negar algo que Remus ya sabía. —no quiero que haya una discusión por algo que probablemente no ocurra.

— ¿Crees que él no te corresponde? —Ante el asentimiento de Harry, Remus hizo una mueca en desacuerdo —ciertamente mi instinto no funciona con él porque no somos tan cercanos, pero eso no significa que no me doy cuenta cómo te trata o se comporta cuando estas a su alrededor.

—Estas exagerando.

— ¿Exagerando? Estoy más que seguro que lo de hace un rato no pasó a mayores porque tú estabas presente, y eso provocó que Snape se controlara. Vi como apretó su mano deseando sacar su varita y aguantándose las ganas.

—Quizás solo no quiso seguirle el juego a Sirius.

—Hay cosas que simplemente no se pueden ocultar, y esa es una de ellas.

Harry desvió la mirada, incapaz de creer del todo las palabras de Remus cuando siempre parecía que Snape se alejaba si el intentaba acercársele. Pero, había algo más en las palabras de Remus que le dejó con duda. En su discurso no había reproche alguno.

— ¿Y tú estás bien con eso? Ya sabes, con que me guste…

Aunque sabía que Severus y Remus se llevaban con bastante decencia y podían convivir sin insultarse, era un hecho que tiempo atrás habían sido enemigos, principalmente por que el licántropo era amigo su padre y de Sirius, y estos siempre detestaron a la serpiente.

— ¿Qué podría verle mal? —Respondió, entendiendo su duda— No te negaré que me habrá gustado verte con alguien de tu edad, pero él es un buen hombre que siempre te ha protegido. Y tú, aunque no tengas 18, eres más maduro que muchos a tu edad, y si él es quien te hace feliz yo no me opongo de ninguna forma.

—Pero Sirius…

—Olvídate de Sirius, este lobo puede controlar a ese perro viejo. Al final entenderá por las buenas o por las malas.

 

………………………………………………………………………………

 

Después de hablar con Harry, Remus fue a la habitación que compartiría con Black por esos días y lo encontró dando vueltas alrededor del pequeño cuarto. Lo dejó pensar con tranquilidad y se alistó para acostarse. Aun después de Lupin ya estaba en la cama, Sirius seguía dando vueltas, pensativo. Lo conocía demasiado bien desde hacia los suficientes años como para no saber exactamente lo que pasaba por la mente del animago. Pero no dijo nada, sabiendo que el otro necesitaba un momento para debatir consigo mismo.

Cuando por fin Sirius decidió acostarse, Remus habló.

—Sé que te preocupa, pero estará bien. —su voz era suave y baja, con palabras susurradas directamente en el oído del otro—Mañana podrás hablar con él cuando le disminuya el enojo que le provocaron.

— ¿Cómo puedes saber que estará bien? —preguntó, veía el techo con los brazos cruzados. En cierta forma sabía que había metido la pata, aunque no iba a aceptar que era el único culpable.

—No lo sé. Solo lo siento.

— ¿Con tu instinto de lobo?

Sirius se arrepintió de haber dicho esas palabras inmediatamente la última salió de su boca. Sabía que Remus detestaba que le hiciera burla a su condición de lobo y menos a esa parte de su instinto.

—Lo siento. —Dijo con sinceridad y se cubrió el rostro—Yo solo…

Lupin estiró sus brazos alrededor del otro y Sirius se acurrucó más en el abrazo, sintiéndose demasiado impotente en aquel momento. El licántropo sabía que Black no lo había dicho a propósito, y no iba a reclamárselo en ese momento.

Después de unos minutos de silencio en donde Black pareció relajarse entre sus brazos, tuvo la fuerza para expresarle aquello que le estaba atormentando: —Creo que también estoy algo preocupado por la relación que tiene con Snape. Parecen tan…cercanos.

— ¿Por eso ese comentario sobre mortifagos? Sirius, han estado haciendo un ritual mágico por casi dos meses que involucra que estén juntos en una cama.

—Eso no tiene nada que ver. —cortó alejándose un poco para ver directamente la cara de Lupin—En ese ritual no hacen nada más que estar juntos, a menos que esa serpiente se haya aprovechado de él…

— ¿Cómo piensas eso? — Remus respiró profundo, a veces Sirius resultaba ser un gran dolor de cabeza— Severus jamás haría algo de ese estilo. Además, es quien le ha estado ayudando con sus entrenamientos y, te recuerdo, al fin y al cabo es buena persona.

—No veo el punto. —Sentenció volviendo a acurrucarse entre los brazos de su pareja—ni creo necesitar verlo.

—El punto es, — habló suave, sabiendo que más que odio hacia Snape, Sirius solo estaba celoso de que alguien tuviera la atención de su ahijado— qué es más que lógico que tengan una buena relación.

—A mí no me parece tan lógico. Solo espero que esta mierda de maldición se rompa pronto para que Harry no tenga que pasar más tiempo con él.

 

………………………………………………………………

 

Aunque llevaba tiempo acostado en la cama sin hacer nada desde que Remus habló con él, Harry seguía sin poder dormir. No lo había intentado demasiado, de todas formas, ya que necesitaba esperar a que Snape subiera a la habitación e hicieran el ritual del Minuere antes de dormir. Unos minutos más tarde, quizás pasadas las diez de la noche, sintió que la puerta se abría y se volvía a cerrar, y supuso que debía ser Severus.

— ¿Sigues despierto? —escuchó que decía con voz grave al tiempo que se sentaba a su lado.

— Debemos hacer el ritual, ¿o no? — preguntó cortante. Seguía ligeramente molesto con Snape por lo de la cena, y aunque no quería, era inevitable. Se giró para verle, y frunció el ceño cuando vio que el mayor había traído una bandeja con comida. Fue inevitable no sonreír ante eso. — ¿No comiste suficiente en la cena?

—Yo sí, —respondió, serio— pero tú no.

—No tengo hambre. —desvió la mirada hacia algún punto en la habitación. Sabía que se estaba descuidando, pero lo poco que comía ya le era demasiado trabajoso y difícil.

Severus asintió, colocó la bandeja en la mesita de noche que tenía a su lado y tomó el plato que había en ella.

—Puede que no tengas hambre, que lo dudo. Eso no significa que no necesites comer.

—Yo no…

—Siéntate, haremos algo.

Harry obedeció sin muchas ganas y se sentó en la cama. Severus también se sentó a su lado y cuando el muchacho estaba listo para que le pasaran el plato, ocurrió algo que ni siquiera en sus sueños más raros podría haber ocurrido. Severus tomó la cuchara, la llenó con comida, y la colocó frente a su cara.

¿Snape estaba acaso dándole de comer como a los niños?

— ¿Qué haces? —preguntó inclinándose ligeramente hacia atrás, lejos de la cuchara.

—Ayudándote para que comas.

—No soy un niño. —volteó el rostro verdaderamente avergonzado. ¿Acaso la persona de la que estaba enamorado lo veía como tal?

—No dije que lo eras. —afirmó, sabiendo que de la última forma que veía a Harry seria como un niño—pero los adultos necesitan ayuda a veces. Solo inténtalo.

Harry miró la cuchara que el otro sostenía frente a su cara sin entender por qué no le dejaba comer por sí mismo. Aceptando a regañadientes después de entender que Snape no le dejaría salir de aquella situación sin obedecerle, abrió su boca y aceptó lo que le daban.

Fue extraño pero, con la comida en su boca, sintió cosquillas.

— ¿Qué rayos? —exclamó con la boca llena controlando una ligera risa que quería brotar por sus labios. La sensación de cosquillas en su estómago era ligera, nada para reír a carcajadas, pero era notable.

—Controla tu lenguaje, Potter. —le regaño Snape en tono serio, pero Harry pudo ver una ligera sonrisa asomarse en los labios del maestro. —solo come.

Harry masticó pero seguía notando la sensación de las ligeras cosquillas en todo su cuerpo. Tuvo que controlarse para no reír.

—Pero…—intentó quejarse. Se notaba que Severus sabía lo que estaba sucediendo.

—Come—volvió a decir de forma exigente.

Harry entrecerró los ojos y volvió a aceptar la cuchara que Severus elevaba cerca de su cara. Inmediatamente la comida estuvo en su boca, volvió a sentir las cosquillas.

—No estoy loco—dijo dejando escapar una sonrisa, era inevitable—algo me está haciendo cosquillas.

—No se te hará tan difícil comer si no te concentras en la sensación desagradable que te produce. Es solo un simple hechizo en la cuchara.

Severus habló con el mismo tono monótono con el que explicaba sus clases, como si no estuviera diciendo que se había preocupado tanto por Harry, que hechizó la cuchara para que cada vez que Harry la tocara con su boca le hiciera ligeras cosquillas para que no solo se concentrara en la comida que ni podía oler o saborear.

Aquel era un hechizo que utilizaban muchos padres cuando sus hijos no querían comer. Las cosquillas les hacían reír y ellos aceptaban seguir comiendo tan solo para que la magia les siguiera haciendo cosquillas.

Era extraño, pensar en lo que estaba sucediendo en aquella habitación era más que extraño. Los dos sentados en la cama, Harry siendo alimentado por Severus y controlando las risas que el hechizo le provocaba. Severus sonreía ligeramente, incapaz de resistirse a la cara del menor que intentaba controlar su risa.

Surrealista era una palabra más que adecuada para describirlo.

Al final Harry tuvo que admitir que aquello funcionó bastante bien. El esfuerzo que tuvo que hacer para evitar reírse ante Severus le mantenía lo suficientemente distraído para no pensar en la comida en sí. Y la cara del maestro de pociones —que no podía evitar tener una pequeña sonrisa en su rostro— tampoco ayudaba.

Ni siquiera se fijó en que se acabó el plato completo.

—Gracias—dijo cuándo Severus recogió los platos para llevarlos a la cocina. Cualquier rastro de enojo acerca de lo que había pasado en la cena desapareció.

—No veo por qué agradecer. —respondió, dejando solo al muchacho en la habitación.

Tardó en la cocina más de lo que necesitaba. Ese momento, lejos de cualquier otro, lo había sentido como uno de los más íntimos que había tenido con Harry. Así lo sentía, y era algo ilógico pues ellos ya habían compartido abrazos, habían dormido juntos y, sin embargo, el hacer aquello por Harry mientras escuchaba la ligera risa del muchacho le hizo sentir demasiadas cosas que no debería sentir.

—Contrólate, maldición—se dijo así mismo en un susurro.

Se frotó la cara buscando la entereza que se le había perdido. Y respiró profundamente antes de volver a subir a su habitación y hacer el ritual. Debía controlar lo que estaba sintiendo, o aquella sería una noche bastante larga y difícil.

 

………………………………………………………….

 

Aquel era un sueño, y Harry lo sabía. Supo exactamente el momento exacto en el que después de hacer el ritual quedó dormido. Lo supo porque en el momento exacto en que se durmió, entró en ese cuarto blanco. Nada le rodeaba, solo estaba él sin saber qué hacer. Ese sueño no era como los anteriores ni como ninguna de sus pesadillas pasadas. En esa ocasión estaba plenamente consciente de todo. Y quizás eso provocaba que todo fuera aun peor.

De la nada y como la última pesadilla que había tenido, llegaron los gritos. Gritos espantosos le rodeaban nuevamente y no podía detenerlos ni siquiera tapando sus oídos con fuerza. Y nuevamente no sabia de donde venía aquello, en aquella habitación blanca no había nada a su alrededor, no había nadie a su alrededor, sin salidas, sin ventanas.

Solo los gritos.

— ¡Silencio! —gritaba dentro del sueño.

Pero gritaba al vacío, porque no lograba ver nada más que blanco. La luz que había a su alrededor se fue desvaneciendo y como en tantos sueños atrás, volvió a estar envuelto en la oscuridad. Aquella oscuridad emporó todo. Intentó gritar pero esta vez nada salió de sus labios. Entonces lo que tanto temía, ocurrió. El dolor en su pecho justo en el punto de la marca se hizo presente, y ya sabía lo que significaba aquello.

Se despertó de golpe sintiendo que se ahogaba, y tomó todo el aire que sus pulmones pudieran soportar en una sola respiración.

No llores, no llores, no llores, se dijo a si mismo cuando las lágrimas amenazaban con desbordar sus ojos.

¿Cómo no darse cuenta de lo que estaba sucediendo? Ya no podía ignorar la verdad, seria ser demasiado estúpido para pensar que era una simple pesadilla esta vez.

Se alejó ligeramente de Snape en la cama, estando casi a punto de caerse cuando llegó a la orilla opuesta de la cama. Estaba hiperventilando y no podía controlarse. Su cuerpo temblaba y no sentía que el aire llegara a sus pulmones por más fuerte que inspirara. Quería levantarse, llegar al baño y encerrarse en él, pero simplemente no tenía las fuerzas para hacerlo.

Severus se despertó confundido, alertado por los movimientos del muchacho y por el sonido de su respiración forzada. En cuanto vio a Harry sentado en la cama, temblando y luchando para respirar, estuvo a su lado en un segundo.

— ¿Harry? —preguntó, pero no obtuvo respuesta. Acortó la distancia que los separaba y puso una mano en el hombro del otro—Harry ¿Qué sucede?

Una intensa respiración de Harry le dio el indicio a Severus de que el muchacho intentaba no llorar, y eso lo alarmó aún más.

—La marca—logró decir con voz cortada—la marca de mi pecho esta…duele. Sentí lo mismo cuando...

A Snape aquellas palabras le cayeron como un balde de agua fría, y no necesitó que Harry le dijera nada más para entenderlo todo.

Pronto perdería el tercer sentido.

Severus lo abrazó intentando darle un consuelo que lógicamente no logrería. No había forma de consolarlo ante aquella dolorosa realidad.

Palabras de aliento eran dichas en voz baja, pero Harry parecía estar en una especie de trance debido al sueño que había experimentado y no las escuchaba.

Aquella situación empeoró cuando la marca de Severus, la que cargaba en su brazo izquierdo como penitencia eterna por haberse unido a las filas de Lord Voldemort empezó a doler de una manera horrible, y eso sucedía cuando el señor oscuro estaba increíblemente feliz, o demasiado enojado.

Y ninguna de las dos opciones era buena idea.

Harry seguía acurrucado en su abrazo, ignorante a lo que sucedía con Severus, pero por lo menos su respiración se había controlado. Ahora solo se concentraba en no llorar.

Snape calculó su tiempo, solo tenía un par de minutos antes de desaparecer hacia la presencia del Lord. Si tardaba demasiado cualquier castigo que él tuviese preparado seguramente irían dirigidos hacia su persona.

Colocó a Harry en la cama de forma suave y saliendo rápidamente de la cama se dirigió a la habitación donde estaban los otros dos leones. Abrió la puerta con un hechizo, sin importarle en qué manera pudiera descubrirlos sabiendo que debía apresurarse.

— ¡Black, Lupin!

Ninguno de los dos llevaba demasiado tiempo dormido, y de todas formas los instintos de Remus lo mantenían lo suficientemente alerta para reaccionar rápido al llamado de Snape.

—Tenemos un problema.

Tuvo que ser rápido para explicarles lo que sucedía con Harry y que el señor oscuro lo convocaba a una reunión. Apenas si pudo recoger las cosas que necesitaba antes de salir a la fría noche y alcanzar el punto desde donde podría aparecerse.

Esa noche era especial y él podía sentirlo, la marca quemaba de una forma increíble ante el llamado. Voldemort estaba más que eufórico, acababa de descubrir que la maldición que lanzó había dado en un blanco.

 


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