Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Senseless por OldBear

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 18. Las cartas.

El director mencionó que deberían tomar otro enfoque si querían encontrar alguna pista, así que volvería al colegio lo más pronto posible. Severus se quedaría, pues necesitaba recuperarse por completo para ser capaz de volver a realizar el Minuere aquella misma noche, pero Remus y Sirius acompañaron a Albus y le informaron a Harry que estarían de regreso para la noche.

Había bajado al primer piso antes de que el director se marchara con Sirius y Remus, así que pudo ver las caras más que serias de los cuatro hombres. No pudo decirles qué sentido había perdido, pues aun no sentía ninguna diferencia. Y, aunque estaba intentando mantenerse tranquilo, la sola idea de perder la vista lo estaba abrumando más de lo que quisiera admitir.

Harry sabía que ellos partían para algo relacionado con su maldición, pero ellos le dijeron que eran cuestiones de la Orden. Era como si quisieran tranquilizarlo de más, como aplacar lo terrible de la situación. Y eso le provocaba que sus sospechas de que ellos no le estaban diciendo todo se acentuaran más.

Se quedó solo en la casa cuando los tres partieron y Severus salió después de ellos, aun con sus heridas, al exterior de la casa. Harry no lo sabía pues habían llegado apenas el día anterior pero en la parte trasera, unos metros alejados de la cabaña principal, Snape tenía un pequeño taller para sus pociones e iría a reponer las que fueron usadas en sus heridas. Además, los cuatro habían quedado de acuerdo que Harry necesitaría de la poción para dormir sin sueños, no querían que tuviera alguna pesadilla o conexión con Voldemort. Y menos cuando este último podría utilizar esa conexión y empeorar la situación.

Harry estaba en la cocina frente al desayuno que Remus le había dejado preparado, pero los acontecimientos de la noche, más el problema de su lengua eran demasiado para que pudiese comer algo. Ni siquiera el recuerdo de las cosquillas de Severus, que le había hecho tan feliz en la noche, lograba hacerlo sentir mejor.

Desapareció la comida sin deseos de tan siquiera intentarlo. No escuchó cuando Snape abrió la puerta e ingresó en la casa, y tan solo lo notó cuando su sombra pasó a su lado. Se levantó de la silla y fue directo a su habitación, pero antes de subir las escaleras sintió que una mano se posó en su hombro.

—Te he estado llamando. —Snape estaba a su derecha, y su voz grave sonó diferente para él.

—Lo siento, —dijo con verdadera pena —creo que estaba pensando demasiado.

—Creo que ya te he dicho que los leones no estaban diseñados para eso.

Harry sonrió, pero se sintió ligeramente incomodo cuando notó aquella mano en su hombro pues, debido al hecho de que continuaba perdiendo sentidos, había estado pensando en algo en torno a la relación que tenía con Snape.

Pero por el momento no quería pensar en aquello, se había puesto de pie por que tenía otras cosas que quería hacer.

Había quedado en mandarles una carta a sus amigos tan pronto llegara a la casa de Snape, y seguramente ellos estaban ansiosos de saber cómo se encontraba. Además, también había quedado de enviarle una carta a Draco Malfoy, y no estaba seguro de si lo tenía permitido o no. Y, aunque él nunca se caracterizó por seguir demasiado las normas, estaba en la casa de Snape, y el hombre le estaba ayudando bastante como para hacer aquello sin decirle primero.

—Quería hacerte una pregunta —dijo — es que quiero mandar una carta y…

—No tiene que pedirme permiso para mandarle una carta a tus amigos. —cortó Snape, sin creer que Harry pensaría que él podría prohibirle aquello.

—Es que no es exactamente para Hermione y Ron—ante la ceja alzada de su profesor, continuó—es para Draco Malfoy.

Severus entendió por qué la extraña actitud de Harry y no pudo evitar sentir celos ante aquella frase.

—Enviar una carta a la mansión Malfoy no es muy seguro, señor Potter.

Ahí regresaba aquel tono en su voz y la forma de llamarlo. Estaba molesto aunque no tuviese derecho a estarlo.

—Draco no se quedará en la mansión Malfoy—explicó balanceándose de un pie a otro—estará en otro sitio y es más seguro escribirle.

Severus apretó los dientes ligeramente, intentando aminorar una mueca de disgusto. Un disgusto que no tenía razón de ser, pues él no era nada de Harry.

Pero aquel disgusto era producto de entender que si Harry le escribiría a Draco significaba que tenían una buena relación.

—Tomaré precauciones de cualquier manera—mencionó ante el silencio de Snape, creyendo que el mayor estaba dudando por el peligro que aquello podría significar. —Se de una forma de hacer que no encuentren el destinatario. Un despiste.

—Esos despistes no son del todo seguro, Potter. —Sabía que estaba siendo infantil y que no tenía derecho a prohibirle aquello a Potter, así que tuvo que volver reunir la madurez que se le había perdido antes de aclarar su garganta. —Está bien, puedes mandársela. Pero yo haré el hechizo sobre la lechuza.

Harry asintió con una sonrisa, era lo justo.

Se giró, dispuesto a subir las escaleras, cuando sintió que Severus volvió a hablarle. Pero esta vez la voz del maestro de pociones se escuchaba baja, lo que no podía ser porque ninguno de los dos se había alejado todavía.

— ¿Dijiste algo? —preguntó.

—Que estaré en la parte trasera de la casa, en mi taller de pociones.

Estaba sucediendo de nuevo, la voz sonaba lejana. Pero antes no lo hacía. Giró su rostro nuevamente, colocándose en la misma posición de cuando estaban hablando y le pidió que volviera a hablar.

Extrañado pero sin contradecir, Severus hizo lo que le pidió y Harry escucho perfectamente. Volvió a girar el rostro a donde tenía problemas, específicamente le dio el perfil derecho a Snape, y le pidió volver a hablar.

No estaba escuchando bien.

Harry contuvo el aire. Aquello era claro: el siguiente sentido en perder era la audición.

Se iba a quedar sordo.

—Harry, —dijo Severus acercándose a él. — ¿Estas bien?

Harry asintió.

—No estoy escuchando bien del lado derecho—dijo con una sonrisa— pero es algo que ya esperaba.

No esperó la reacción del otro y subió a la habitación, sabiendo que Severus le dejaría aquel tiempo a solas sin interrumpirlo. No quería pensar en aquello, no podía ni estaba del todo preparado. Así que, antes de que todos esos pensamientos desastrosos lo embargaran, abrió su baúl y se preparó para escribir las cartas.

Eso lo mantendría ocupado por un rato por lo menos.

Las reglas impuestas por Harry eran más que claras: nada de nombres o apodos que pudieran reconocerlos, nada de direcciones ni nombramiento a personas relacionadas —a menos que no fuera en palabras claves— y, tampoco ninguna mención a las casas que pertenecían.

Para: Un idiota.

De: No intentes engañarme.

No te lo voy a negar; aún sigo creyendo que tramas algo, pero supongo que escribirte no me hará daño, o eso espero. He decidido que confiaré en ti, aunque tengo el presentimiento de que me arrepentiré de esta decisión. Así que no lo arruines o te maldeciré hasta que seas un anciano. Creyéndote de que no sabes nada, la respuesta es sí, porto una maldición, pero no necesitas saber de qué trata.

Están consiguiendo la cura, o eso supongo. No sé realmente qué más quieres saber, así que supongo que no debería escribir más. La lechuza esperará tu respuesta, y no intentes averiguar dónde estoy, me encargué de eso.

La carta era corta y sencilla, pero realmente no sabría que más podría escribirle a Draco. Así que suponía que aquello sería suficiente.

Releyó la carta varias veces, dudando nuevamente si debería enviarlas o no. Pero al final pensó que ya la había escrito, y su suerte no podía seguir empeorando.

Terminó colocándola a un lado y empezó a escribirle a Ron y Hermione, en este caso tendría que ser más extenso y explícito. Después de haberles ocultado lo de la pérdida del segundo sentido ellos le habían remarcado que no les escondiera nada, se preocupaban mucho por él y no querían que se quedara sufriendo en silencio. Además, el iría a la madriguera en noche buena, y era lógico que se dieran cuenta de que se estaba quedando sordo en cuanto lo vieran.

Reescribió ambas cartas unas cuatro veces, más por el hecho de permanecer ocupado que por realmente necesitarlo. Y al final terminó utilizando las que había escrito en primer lugar.

 

00000000000000000000000000000000

 

Uno de los asuntos principales que atormentaban al director cuando se dirigió a Hogwarts seguido de Sirius y Remus, además del Corpore Inclusus y el mismo Voldemort, era su profesor de pociones. Sabía que aquel espionaje que hacía para él tendría que terminar en algún momento, ya fuera por su propia seguridad o por que fuera descubierto.

Pero ahora había un detalle agregado, el Minuere. Era un ritual demasiado desgastante ya que la principal base era que Severus pasaba parte de su “fuerza” y “vida” a Harry, por lo que lo debilitaba. Y las reuniones con Voldemort, por si solas, eran peligrosas y desgastantes.

Severus podía decir que estaba bien —que no era cierto— y que podría continuar con ambas cosas, pero Dumbledore sabía que no era así. Aun llevándole buenas noticias a Voldemort le gustaba maldecir, y no podían darse el lujo de que el maestro saliera tan agotado que no pudiese continuar el ritual una noche. Tampoco era saludable para Snape, aquel ritmo le seria insoportable de aguantar y, después de todo, también estaban en un callejón sin salida.

Ni Severus podía decirle a Voldemort la realidad sobre la situación de Harry ni podía mentirle, pues, si descubría esa mentira, sería maldecido hasta su muerte.

Así que Albus tomó una decisión, esa noche le diría a Snape que su coartada como mortifago tendría que terminar en pos de favorecer su salud y la de Harry. Pero mientras el día avanzaba pensaría en alguna forma de contener el llamado de la marca tenebrosa.

 

000000000000000000000000000000000000000

 

Pasaba de mediodía cuando el picoteó de la lechuza en la ventana lo sorprendió. Draco no se estaba quedando esas vacaciones en Malfoy Manor, si no en una pequeña villa en las afueras de escocia que tenía su familia. La pequeña villa era enorme y lujosa —aunque nada comparado con su mansión — pero por lo menos estaba apartada de todo y casi nadie tenía conocimiento que los Malfoy poseían aquella propiedad.

Lucius se había metido en problemas. El señor Oscuro lo tenía en su mira y, aunque no era el mejor ejemplo de una paternidad saludable, no podía permitir que su hijo corriera peligro. Él se quedó en la mansión, pero envió a su esposa e hijo a un lugar donde estuvieran más seguros, por lo menos hasta que las vacaciones volvieran a comenzar y Draco volviera a la seguridad de Hogwarts.

A Draco poco le importaba aquello, se sentía más cómodo en aquel lugar que en la mansión, y era un lugar mucho más bonito rodeado de nieve. Además, en aquel sitio tampoco iban los mortifagos a hablar con su padre. Se sentía más libre y, aunque su madre estuviera con él, realmente no lo estaba. Ella se pasaría los días cuidando el jardín techado que poseía como la mejor de sus creaciones, con las flores más hermosas. O simplemente leyendo en sus habitaciones. En definitiva no lo molestaría. Por eso se sintió tan confiado de poder escribirse con Potter sin que nadie le descubriera. Aunque debía de admitir que no tenía muchas esperanzas de que Harry en verdad le escribiera. O, en otro caso, que lo hiciera tan pronto.

—Me escribió, — estaba genuinamente asombrado. No había guardado muchas esperanzas de que Potter le escribiera.

Dos párrafos cortos y precisos y un insulto en el encabezado. Eso era todo lo que tenía aquel pedazo de papel. Pero era más de lo que esperaba, tenía que admitir, así que no se quejaría de eso y atendería a lo importante.

Harry tenía una maldición y, si no quería decirle lo que era, probablemente es que era algo terrible.

De: Ya quisieras.

Para: Tú eres un tarado.

No seas tonto, te dije que no averiguaré tu dirección, ¿necesitas que te bese de nuevo para que entiendas lo serio que voy? Como ya te expliqué, y tu cabeza dura no te deja entender, quiero ser tu amigo. Sé que te puede parecer algo ilógico e irreal, pero créeme, es cierto.

Imagino quien pudo ser el responsable de lo que tienes, y quisiera poder ayudar de alguna forma. Mi familia cuenta con libros muy amplios en esos temas y quizás tenga alguno referente a eso. ¿No puedes decirme de que se trata? Si yo fuera parte de los responsables lo sabría, y no necesitaría preguntarte. Así que esa es una forma de que sepas de que parte estoy.

Agregó unos detalles superfluos a su carta antes de enviarla, por algún motivo se sintió inmensamente feliz y, sin poder evitarlo, aprovechó para escribirle a Blaise lo que acababa de ocurrir. Tenía en su escritorio una carta de Pansy sin responder pero a ella no tenía nada de ganas de escribirle nada, así que lo dejaría para después.

 

……………………………………………………..

 

Voldemort supo que había perdido a Severus Snape tres días después de su última reunión. Lo llamó a través de la marca, deseoso por conocer el avance de sus investigaciones, pero el maestro nunca llegó. Enfureció al minuto de darse cuenta que su llamado no era efectivo. Sabía que no estaba muerto, la marca era una conexión con sus súbditos, y las de Severus seguían ahí. Pero el mago no aparecía.

Solo hizo falta una hora para que la voz entre los mortifagos de que el gran pocionista Severus Snape había abandonado a Lord Voldemort corrió como pólvora. Todos sabían que el hombre estaba sentenciado, esa traición puso a su cabeza el mismo precio que los principales objetivos de Lord Tenebroso.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).