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Senseless por OldBear

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Capítulo 20. Nochebuena.

24 de diciembre.

Remus y Severus habían tenido que ir a Hogwarts por petición del director aquel día en la mañana, pero Sirius se quedó con Harry para llevarlo a la madriguera en la mañana como habían prometido. También había sido solicitado por el director, pero necesitaba asegurarse de hablar unas cosas con Molly y Arthur antes de irse. Cuando llegó el momento de partir salieron al punto de aparición fuera de la cabaña de Snape.

La noche anterior había nevado bastante y se les hundían los pies en aquel manto blanco. Pero a pesar de eso ninguno utilizó su varita para ayudarse, ya que prefirieron hacer una carrera y ver quién llegaba primero al punto. Ganó Harry, y Sirius mientras respiraba con fuerza para recuperar el aliento, tuvo que admitir que su ahijado estaba en mejor forma de la que aparentaba. Le tomó de la mano para ayudarle a aparecerse y en cuanto los pies de Harry volvieron a tocar el suelo sintió unos brazos que le rodearon con fuerza.

— ¡Te extrañé!

Hermione lo apretó con bastante fuerza, había estado tan preocupada que no pudo evitar esperar la llegada de su amigo en el punto de aparición aun con todo el frio que hacia aquella mañana. Ron estaba a su lado y esperó su turno para palmear el hombro de su amigo en señal de bienvenida. Los dos estaban envueltos en abrigos y bufandas, pero traían la cara roja por el frio y parecía que llevaban bastante tiempo esperándolos.

Recordaron a Sirius y lo saludaron con cierta vergüenza por haberse olvidado que también estaba presente. Pero la vergüenza no duró demasiado y se concentraron en su amigo nuevamente y casi lo arrastraron dentro de la casa.

Sirius iba detrás de ellos viéndolos con detenimiento. Los tres eran jóvenes que pronto cumplirían los 18 años, pero a sus ojos eran solo niños forzados a crecer rápidamente por las acciones de un demente como lo era el señor oscuro. Sabia de todo lo que tuvo que pasar Harry, y de que en todas aquellas desventuras ni Ron ni Hermione se apartaron de su lado, y eso era digno de admirar.

Entraron a la casa y los abrazos continuaron. Molly no esperó ni siquiera un saludo cuando ya estaba envolviendo a Harry entre sus brazos. Porque en cuanto la señora Weasley lo vio lo abrazó, casi sacándole todo el aire que tenía su cuerpo. El señor Weasly hizo lo mismo pero con menos fuerza.

—Oh, estás tan delgado—dijo Molly soltándolo—pero no te preocupes, sube a la habitación y cámbiate, enseguida te prepararé algo para que comas.

Decirle a Molly que ya había desayunado— aunque en honor a la verdad solo comió un par de bocados— era simplemente perder su tiempo. Solo asintió ante aquella petición.

Los Weasly también saludaron a Sirius, quien elevaba una ceja y sonreía, sarcástico, al ver como todos lo ignoraban por Harry.

—Necesito hablar con ustedes, —le dijo Sirius a Molly y Arthur.

Los adultos fueron a la cocina, y esa fue la señal para que Ron, Hermione y Harry subieran al cuarto del pelirrojo rápidamente. Ellos ya sabían que no estaba escuchando nada, así que fue algo más que obvio que no preguntaron nada al respecto. Pero sí que había algo que les había dicho y ellos le pidieron explicación: el tema Malfoy. Pero evitó decirles —en favor de la paz mental de Ron— del beso de Malfoy.

En la última carta que ellos le habían escrito Hermione había enumerado una larga lista de por qué no debería confiar en Draco. Ron fue mucho más breve y directo y solo mencionó tres adjetivos para describir al rubio, tres adjetivos soeces y nada amables.

Ron estaba tirado en una de las camas de su habitación, Harry y Hermione en otra.

—Seguramente es una trampa, —decía Ron elevando los brazos de forma dramática — ¿Por qué de la nada querría hacerse tu amigo?

—En primer año quiso intentarlo —recordó Harry, pensando acerca del día que Draco le tendió la mano.

—Después de que nos insultó, —acotó Ron. —Además, no es como si no hubiese hecho bastantes cosas en todos estos años como para dudar de él.

Harry negó, si bien ese punto era totalmente cierto, no se trataba de abrirle su alma a Draco de inmediato.

—No es como si confiara en él de inmediato, —dijo— además, está el hecho de que podría ayudarme a encontrar algo acerca del hechizo en su biblioteca.

—Imagino que debe tener una gran colección de libros de magia oscura—agregó Ron, seguía malhumorado por aquello. Estaba completamente seguro de que esa amistad tenía una trampa oculta, y no quería que su amigo cayera en ella, y menos en las circunstancias en las que se encontraba.

Hermione decidió intervenir en aquello, aunque ni siquiera ella estaba demasiado convencida.

—Bueno, si Harry quiere confiar en él, nosotros podemos darle a Draco el beneficio de la duda.

—Yo no. —Sentenció Ron y se giró en la cama para ver directamente a Harry —Podré tenerle mis dudas a Snape en cuanto a que estés con él, pero conocemos sus lealtades. En Draco no confió nada.

—Está bien, tu no, yo sí. —respondió Granger mientras jugaba con su cabello— O por lo menos lo intentaré. Solo ten cuidado Harry. Como dice Ron, no sabemos en donde están las lealtades de Malfoy.

Harry asintió asegurándoles que tendría cuidado, pero luego sonrió y su mirada pasó entre sus amigos.

—Cambiemos de tema, —dijo elevando las cejas— ¿Cómo ha sido que vivan bajo el mismo techo?

— ¿A qué te refieres?

—Oh vamos, se burlaron de mí cuando les dije que iba a pasar las vacaciones con Snape. Pero ustedes las están pasando juntos y solos.

—No estamos solos —dijo Hermione, ligeramente apenada al darse cuenta de lo que insinuaba.

Harry entrecerró los ojos y comenzó a contar los puntos que iba diciendo con sus dedos:

—Los gemelos trabajan la mayor parte del día en su tienda y Arthur en el ministerio. Molly sale siempre a hacer alguna compra u otra cosa, y no creo que se les haya hecho difícil convencer a Ginny de que se quede en su habitación un tiempo.

—Me sale muy caro convencerla—asintió Ron ante aquello.

— ¡Ron!

Al grito de Granger sobrevino la risa de Harry, que no podía aguantarse al ver la expresión avergonzada de su amiga.

—Oh vamos, siempre les cuento mi avance con Código S. —dijo recuperando su respiración —es justo que también los moleste con eso.

—Es vergonzoso, —dijo ella poniéndose de pie. — Iré a buscar algo de beber.

Sin darle tiempo a que dijeran algo más Hermione se puso de pie y salió casi corriendo de la habitación. Harry volvió a reír ante aquella salida de su amiga, y siguió riendo cuando Ron le tiró una almohada a la cabeza. Pudo tranquilizarse unos segundos después, e incluso tuvo que secar una lágrima que se le había escapado.

— ¿Me guardas un secreto? —le preguntó su amigo de repente, poniéndose serio. Harry asintió ante aquello— Le pediré que se mude conmigo después de la graduación.

—Wow, las cosas van en serio.

—Mucho —asintió, sin poder evitar sonreír. —Lo he estado pensando bastante, y es algo que ya tengo decidido. ¿Crees que me diga que si?

—Sin dudarlo. Solo cuídense, no creo que a Molly le haga mucha gracia que le digan que será abuela sin que terminen la carrera.

—Ya nos dio la charla, y me amenazó que si eso pasaba, me castraría. Que nos apoyaría con el bebé, sí. Pero luego de la castración.

Harry pudo imaginarse a Molly en modo serio, y sabía que verdaderamente cumpliría su palabra si eso llegaba a pasar.

Ginny había estado durmiendo durante todo ese tiempo, y en cuanto se despertó y se enteró que Harry había llegado se les unió en la habitación de Ron para hablar. Harry y Hermione reían cada vez que Ginny mencionaba a Neville debido a que Ron giraba los ojos y ponía cara de asco. Ginny no sabía nada de la maldición de Harry, y él se sintió agradecido por eso ya que ella seguía siendo una niña y seguramente no sabría cómo tratarlo con respecto a eso.

Bill y Fleur llegaron una hora después junto a Charlie. Harry no supo si los dos hermanos mayores de Ron sabían acerca de su maldición ya que si lo hacían, lo disimulaban bastante bien. Aun con el intenso frio que había, y un pronóstico de tormenta que parecía sería inminente, se pasaron casi toda la mañana volando y jugando Quidditch. Cuando se cansaron y el frio los agotó, —y Molly los amenazó con que dejaran de volar mientras nevaba tanto— entraron a la casa y continuaron con sus juegos, esta vez cerca del fuego de la chimenea. La tormenta comenzó poco después.

Sirius y Remus llegaron alrededor de las cuatro y se unieron a los “adultos” en conversaciones que ninguno de los estudiantes quería participar, y fue así como Bill y Charlie pasaron a hablar con los recién llegados y Arthur.

El director, Minerva y Snape hicieron su aparición una hora más tarde. Una sonrisa se formó en los labios de Harry en cuanto vio a Snape entrar junto a los otros dos profesores, fue inevitable. Ron le dio con el codo, indicándole que debía disimular y más que Ginny estaba a su lado, y Harry solo pudo bajar la vista avergonzado. El que no se fuera a declarar —por el momento— no disminuía lo que sentía por Snape, y se sentía feliz al darse cuenta que sería la primera noche buena que compartiría con el hombre.

Se acercó hasta él, aprovechando que Dumbledore se había alejado para saludar a Arthur en primera instancia.

—Llegaste—dijo cuando estuvo a su lado.

—Sabía que vendría —respondió burlón, elevando una ceja.

—Siempre hay que dudar de las serpientes, —agregó encogiéndose de hombros.

—Espero que no se haya metido en problemas, Señor Potter.

—Harry, que me digas Harry. — repitió, odiaba cuando Snape le decía Potter— ¿Y cómo voy a meterme en problemas en solo medio día?

—Solo te hace falta media hora para meterte en problemas.

Harry sonrió ante eso, sin poder negar esa afirmación. Snape lo miró y le sonrió por un segundo antes de corresponder el saludo de los señores Weasly que se le estaban acercando.

Si bien Severus había esperado pasar la nochebuena más incómoda de su vida, se encontró a si mismo sorprendido de estarla disfrutando. O por lo menos, no odiándola tanto.

Cuando el director le pidió reunirse en su despacho para hablar de que Harry pasaría noche buena y navidad en casa de los Weasly, Molly estaba presente. Severus estuvo de acuerdo, el muchacho se lo merecía. Pero se sorprendió cuando Molly le extendió la invitación a él también. Si bien no había pensado en saltarse el ritual de esa noche —sabía que sería perjudicial para Harry— sí que estaba pensando en alguna forma de hacer el ritual sin tener que convivir con ellos.

Al parecer Molly y Dumbledore habían pensado en aquello y ella, con una expresión horrorizada, le dijo que si hacia eso parecía que era el amante furtivo de Harry, llegando por la noche y yéndose antes del amanecer, y que lo que menos podría hacer era quedarse a cenar.

A través de las gafas de media luna los ojos de Dumbledore brillaron ante esa afirmación, y ocultó su sonrisa detrás de una taza de té. Y así fue como, con expresión seria, Severus supo que tendría que aceptar pasar aquella noche en la madriguera.

Percy llegó con su novia, Anne y los gemelos junto a Angelina alrededor de las siete, tuvieron que cerrar tarde la tienda debido a pedidos especiales de sus productos para el día de navidad. Harry se dio cuenta que al igual que Ginny ellos tampoco sabían acerca de su maldición, por algo bastante sencillo: no se daban cuenta que no debían hablarle del lado derecho. Pronto pudo dividir entre quienes lo sabían y quiénes no. Ginny, Percy, Anne, Angelina, Fleur y los gemelos no lo hacían, debido a que le hablaban indistintamente sin importar el lado en que estuvieran. Por suerte Hermione y Ron se fijaron en eso, y le ayudaban repitiendo lo que habían dicho —en su oído sano— o respondiendo ellos directamente.

No podía negarlo, le gustaba el hecho de que por lo menos un par de personas no supieran de la maldición. Podía notar, a medida que la noche pasaba, la diferencia en el trato de quienes sabían y quiénes no. Y aunque sabía que aquel trato medianamente especial y delicado no era con malas intenciones, le gustaba que todavía le siguieran tratando de forma indistinta.

Dejando a los demás en un juego de snap explosivo que se estaba subiendo en emoción, caminó hasta la cocina por un vaso de jugo para Ron — quien no quería despegarse del juego— y se detuvo al ver la escena que tenía lugar. Arthur estaba abrazando a su esposa, y se notaba que Molly estaba limpiándose un par de lágrimas que se le escapaban.

— ¿Por qué a él le suceden estas cosas? —dijo ella con voz partida.

Nunca deseó mas no poder escuchar algo, pero lamentablemente por la posición en la que estaba lo hizo. Harry dio media vuelta, olvidándose de lo que había ido a buscar y caminó hasta la puerta trasera, saliendo un momento. Hacía mucho frio fuera, demasiado, y su sweater tejido no era una gran barrera contra el inclemente clima y el violento viento que soplaba.

Había tantas cosas implícitas en aquella frase de Molly y en aquel llanto. Había tato dolor en el rostro de Arthur y en la forma que sujetaba a su esposa.

Harry tenia tantas cosas en que pensar que en realidad no podía pensar en nada, y estaba tan ofuscado que no sintió la puerta abrirse a su espalda.

— ¿Por qué estás aquí afuera? —le preguntó Snape con un tono preocupado, sin preocuparse por esconderlo.

Harry se giró, algo en sus ojos alertó al maestro de pociones quien se acercó rápidamente. La camisa que Severus llevaba puesta no era buena protección contra el frio, pero poco le importaba cuando anteriormente había tenido que permanecer en situaciones similares con poco abrigo durante bastante tiempo.

Harry lo miró, Severus estaba bastante cerca de él. El viento soplaba con cierta intensidad y sentía sus pies hundidos en la nieve. Demasiadas dudas se aglomeraban en su mente, deseosas de explotar y saltar frente al otro: ¿Cuánto les falta por encontrar una cura? ¿Por qué siento que hay cosas que no me están contado? ¿Realmente hay una cura?; eso era lo único que podía pensar.

Ver a la señora Weasly llorar le había hecho demasiado mal a su ánimo porque, en cierta forma, la señora Weasly era la madre que la vida le había dado. Y si una madre lloraba por su hijo… significaba que las cosas no iban tan bien como pretendían parecer.

Harry negó con la cabeza y se obligó a sonreír. Aquel era un momento especial, con todas las personas que quería reunidas en un mismo lugar. Y quería mantener aquel recuerdo lo más feliz posible.

—Solo necesitaba un poco de aire.

— ¿Aire? —repitió Snape, escéptico. — ¿Acaso no estás viendo que a esto le falta poco para convertirse en una tormenta? No soy tonto Harry, sé que te sucede algo.

Severus le tomó del brazo cuando el más joven no parecía querer darle una respuesta, y el pensamiento de no saber si el hombre mayor le estaba ocultando algo le hizo sentir aún más culpable.

— ¿Qué sucede? —preguntó Sirius desde la puerta, viéndolos a ambos fuera en la nieve. — ¿Harry?

Harry aprovechó aquella distracción y se soltó del agarre, repitiendo que solo necesitaba un poco de aire, poniendo una enorme sonrisa, y dirigiéndose al interior de la casa sin esperar que ninguno de los otros hombres volviera a cuestionarlo.

Snape lo siguió rápidamente y Sirius lo detuvo por un brazo. Pero Harry no vio aquel intercambio entre ellos dos.

Cuando llegó la hora de cenar, tener dieciocho personas alrededor de la mesa era caótico y hermoso a ojos de Harry. Él siempre quiso tener una numerosa familia llena del amor que se tenían los Weasly, y el estar entre ellos —siendo tratado como un hijo más— y teniendo también a Sirius y Snape en la misma mesa sin pelearse le estaba resultando casi un sueño. Se alegró de no haberle dicho nada a Snape cuando estuvieron fuera en la nieve, le habría enojado haber arruinado la posibilidad de tener ese momento.

Molly los ubicó de tal manera que a la derecha de Harry quedó Sirius —quien si quería llamar su atención sabía que tendría que tocarlo— y Snape a su derecha, para evitar que cualquiera de los gemelos quisiera hacerle una broma. Ya que, efectivamente, respetarían a Harry solo por estar cerca de Snape.

—Todo esta delicioso, —decía el director con una sonrisa, secundado por Minerva, — mis felicitaciones a las responsables.

Molly y Fleur sonreían cada vez que halagaban la comida, siendo que ambas se habían esmerado bastante en aquello. Harry miraba la comida con cierto pesar, y comiendo bocados pequeños para evitar las miradas de los demás. Le alegraba que todos estuvieran disfrutando de aquello, y no quería arruinarlo de ninguna forma ni que sintieran pena por él. Pero le era inevitable no sentirse mal con aquello.

Casi a media comida Bill se puso de pie y levantó su copa, llamando la atención de todos.

—Tenemos un pequeño anuncio que hemos decidido compartir con ustedes el día de hoy—dijo con una sonrisa, tomó la mano de su esposa, quien permanecía sentada, y luego prosiguió. —Fleur y yo estamos esperando un bebé.

No faltaron las felicitaciones a la feliz pareja, ni los buenos deseos o las lágrimas de felicidad de Molly que tuvo que ponerse de pie para abrazar a la madre de su futuro nieto.

Severus no pudo evitar pensar que los Weasly nunca se acabarían, y que estaría destinado a enseñarles el resto de su vida mientras continuara como profesor de Hogwarts.

Cuando la felicidad inicial se contuvo y volvieron a hablar con menos intensidad, Severus se fijó en Harry, quien pretendía comer y se inclinó hacia él.

—Come—le dijo muy bajo, empujando con su propia pierna la de Harry, para hacerle énfasis a la petición.

—Eso hago—murmuró elevando su cuchara.

—Come de verdad.

Sirius los vio sin disimular demasiado —cosa que Sirius nunca sabía hacer— y se fijó en que su ahijado había tocado poco su plato. La dualidad de sus sentimientos para con Snape volvió a atormentarlo en medio de aquella cena: por un lado el sentimiento de agradecimiento por lo que hacía por el chico, por otro las ganas de que se alejara de Harry y no le molestara. Pero le había prometido a Remus bajo amenaza de que se comportaría y no haría una escena, y viendo que el licántropo lo veía fijamente, siguiendo la trayectoria de su mirada, le hizo controlar lo que estaba a punto de decir.

Pasada la media noche Percy y Anne se despidieron ya que habían quedado en pasar la mañana de navidad junto a los padres de ella. McGonagall y Albus se fueron poco después.

Hermione y Angelina dormirían con Ginny. Bill y Fleur dormirían en la habitación de este, y Charlie con ellos en otra cama. Los gemelos dormirían junto a Ron para darle su habitación a alguien más, y ahí llegaba el asunto de Harry.

— ¿Por qué no puede dormir Harry con nosotros? —había preguntado Fred visiblemente molesto cuando se enteró de que dormiría con Remus y Sirius.

—No más de tres por habitación —respondió Molly. Los había llevado a una esquina para que no armaran escandalo frente a los demás.

— ¿Y eso que tiene de malo? —preguntaba George con los brazos cruzados.

—No es como si fuéramos a explotar si somos cuatro. —reclamaba Fred.

—Además es injusto, llegamos tarde y no hemos podido pasar mucho tiempo con él.

En primera instancia no podían saltarse ni un día el Minuere, y en segunda, Molly había mantenido férrea imposición sobre sus hijos evitando que le jugaran una broma a Harry. Si bien Harry no estaba tan débil para no aguantar una de esas bromas, no quería arriesgarse.

Los gemelos protestaron bastante, pero Molly se mantuvo firme y los amenazó con esconder sus regalos si continuaban con los berrinches sin sentido.

Harry dormiría con Severus en el segundo piso y solo Remus y Sirius en el tercero. Ron se encargaría de mantener a los gemelos vigilados para que no decidieran bajar a molestar y se dieran cuenta del cambio.

Aunque en la habitación había dos camas, lógicamente solo utilizarían una. En una distracción de los gemelos y Ginny subió hasta la habitación. Se sentía verdaderamente cansado —cosa que podría ser tanto por la misma maldición como por su reducida ingesta alimenticia— y decidió alistarse para dormir. Se tomó su tiempo, después de todo Snape siempre le daba bastante espacio para que pudiera prepararse tranquilo antes de entrar a la habitación. Y más en esos días de vacaciones que habían compartido juntos.

Se subió a una de las camas y lo esperó, se sentía extraño pensando que estaba en una de las camas de los gemelos y dormiría abrazado a Snape. El hombre tardó poco en aparecer.

La poción, el corte y la sangre, el hechizo.

Todo aquello eran pasos conocidos y Harry esperó pacientemente a que Snape terminara de recitar el hechizo antes de hablar.

— ¿Te divertiste? —preguntó Harry envuelto en el abrazo de Snape.

Aquella noche el abrazo parecía ser más apretado y reconfortante al mismo tiempo, y Harry tuvo que recordarse que todo era parte del ritual.

—Debo admitir que no estuvo tan mal—admitió Severus. —Los Weasley siempre me han parecido… interesantes.

— ¿Es tu forma de no ofenderlos?

—Es lo que pienso—dijo, y a Harry le pareció que era sincero. —Ellos te aprecian mucho. Se nota que eres parte de su familia.

—Molly me lo dijo, que aunque ellos no planeaban reemplazar a mis padres, podría considerarlos como tal, si así lo necesitaba. Desde tercer año me acompañan a comprar mis útiles en Hogsmade, y siempre que le mandan algo a Ron a través del correo, lo hacen conmigo.

Severus sabía que aquello era cierto. En las reuniones que habían tenido para discutir el avance de la búsqueda para una cura del Corpore Inclusus, había visto a Molly llorar en silencio unas dos veces, y Arthur tenía el mismo rostro que cargaba Sirius o Remus cuando no llegaban a nada concreto. Para los Weasly, Harry era un hijo más. Y ellos estaban sufriendo la enfermedad de un hijo.

En el silencio que los había envuelto, Harry decidió que como ya había pasado la cena, podría preguntar algo que traía atorado desde que vio a Molly llorar.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

— ¿Es acerca de cuándo saliste? —preguntó directo, sabiendo la respuesta.

—Sobre esta maldición…—dijo contestando indirectamente la pregunta de Severus. Guardó silencio unos segundos, sin saber realmente como podría formular su duda. — No me ocultarían nada importante ¿cierto?

Cuando decidieron ocultarle parte de la verdad sabían que Harry podría llegar a dudar de algo, y había acordado mantenerse en la negación pasara lo que pasara. Y eso era lo que haría hasta el final.

—No —respondió secamente.

Si bien algo le decía que siguiera preguntando y cuestionando, Harry decidió que confiaría en Snape y seguiría disfrutando de la felicidad de aquella noche.

Después de todo si Draco conseguía alguna información podría confirmar o desestimar sus sospechas, y al final de cuentas no creía que aquella maldición podría tener algo peor de lo que ya le habían contado.

Severus apretó el abrazo en la oscuridad, sintiendo que necesitaba afianzarse a él debido a esa sorpresiva pregunta. Sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo envolvió una pierna de Harry con la suya, sorprendiéndolo, y hundió su nariz en el pelo revuelto; haciendo mucho más íntimo aquel momento que compartían desde hacía dos meses. Ninguno de los dos dijo nada, sabiendo que si hacían el más mínimo ruido podría arruinar ese momento.

Y en silencio, Severus Snape derramó la primera lágrima luego de haber llorado por última vez, hacía más de dieciséis años, cuando encontró a su única amiga muerta a manos de Voldemort.

 

En aquel tiempo lloró cuando perdió a Lily, siendo la más bella y pura amistad que jamás tuvo, y ahora no pudo evitarlo cuando sentía que perdía un amor en manos del mismo ser.

 

Notas finales:

Notas:

Ahh, siento que ha sido una eternidad desde la ultima vez que actualice este fanfic, y es que tenia muchas ganas de escribir, pero mi pc no cooperaba (entre otras cosas). Les traje cuatro capitulos bien dramaticos y llenos de Angst, lo se.  A veces quiero dejar de escribir tanta Angst y hacer cosas mas felices, pero se me hace imposible. 

Espero que les este gustando! 


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