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Senseless por OldBear

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 Momentánea felicidad. 

No fue sino hasta caer la noche que Remus regresó a la madriguera para llevar a Harry a la cabaña de Severus. Sus amigos se despidieron de él con una mirada cargada de apoyo y expectación, y Hermione le susurró un "tu puedes" al oído tan bajo como pudo. Si Remus logró escuchar aquello con sus sentidos de lobo no lo demostró, y Harry agradeció ese hecho.

Despedirse de los señores Weasley apenas tardó unos minutos, pero los sentimientos reflejados en el rostro de Molly le daban a Harry una punzada en el estómago difícil de ignorar. No la culpaba, la consideraba como una madre y sabía que a la matriarca Weasley se le hacía difícil ocultar sus sentimientos cuando se trataba de sus hijos.

A pesar de que Harry le dijo que no necesitaba ayuda, Remus se ofreció —o más bien informó— que iba a aparecer los a ambos; realmente el más joven no refutó demasiado, tenía otras cosas en las cuales pensar. La aparición en los terrenos de la cabaña y la caminata hasta la puerta fue silenciosa; si bien Harry habría querido mantenerse tranquilo y relajado no podía evitar estar nervioso, y prefería no mirar y/o conversar con Remus para evitar delatarse más de la cuenta.

Al entrar, encontró con que los otros dos adultos ya estaban ahí, y fue en ese momento que recordó que tendría que esperar hasta estar a solas con Severus en la habitación para poder hablar con él y, que mientras tanto, pasaría un momento incómodo con él mientras no aclarara el asunto.

Aprovechó un momento para subir a la recámara y dejar los regalos que había recibido, además del que era para Severus, el cual dejó sin pensar demasiado dentro de su baúl. Logró quedarse en la habitación hasta que Sirius casi le obligó a bajar para cenar. Él no tenía hambre, pero de todas formas le dijeron que necesitaba comer. Al sentarse a la mesa y ver su plato reprimió un suspiro; siempre se esmeraban con la intención de que la comida luciera excelente —incluso mejor en su plato que los demás —, y Harry a veces tenía ganas de decirles que le daba igual si le colocaban una pasta amorfa, pues le sabría a lo mismo. Por lo menos las ganas que tenía de no pensar en Snape sentado a un lado suyo le hicieron concentrarse tanto en su plato y comió todo, haciendo felices a los tres hombres que le rodeaban. Al acabar la cena estuvo hablando un rato con Sirius hasta que un tercer bostezo hizo reír a su padrino.

—Creo que deberías irte a dormir.

Aquel bostezo fue fingido, y resultó en la mejor forma de retirarse hacia la recámara sin levantar sospechas. Ni siquiera pensó por un momento en ponerse la pijama o en hacer nada más que no fuese buscar el regalo de Severus y sentarse en la cama a esperarlo lo más paciente que pudiera, cosa que, para un Gryffindor, era casi imposible.

No supo si fueron sus nervios o si el hombre lo hizo a propósito, pero le pareció que Snape tardaba más en subir a la habitación que días anteriores. Intentó concentrarse en lo que podría decir, pero en cuanto sintió la puerta de la habitación abriéndose, cualquier planificación se fue por la borda.

Severus había tenido la mínima esperanza de que quizás Harry dejaría pasar el incidente del beso y la locura de querer hablar acerca de eso. Pero todo apuntaba a que no sería tan fácil.

Snape suspiró resignado y colocó una barrera alrededor de la habitación, sabiendo que aquella sería una conversación que no debían escuchar los otros dos gryffindors. Mucho menos el pulgoso.

Severus se adelantó un paso, dispuesto a intentar manejar la situación a su manera, pero antes de poder decir nada Harry le tendió una caja decorada con papel verde y un delicado lazo negro.

—Antes que nada, feliz navidad.

Snape se detuvo ante la sorpresa, sin esperarse en lo absoluto aquello. Realmente nunca estuvo en sus planes el quedarse al intercambio de regalos en la casa Weasley, y el hecho de que se marchó después de lo que ocurrió con Harry fue solo coincidencia. Había dejado sus regalos genéricos —comprados por un elfo doméstico con una lista que había hecho — en la madriguera y, explícitamente le remarcó mucho a Albus y Minerva que bajo ninguna circunstancias le dieran ningún obsequio. Por supuesto que ninguno le hizo caso.

Dumbledore le regaló un fino juego de té, pero como toque sorpresa también le había dado una dotación por un mes de caramelos de limón, Minerva había optado por algo más sencillo como un túnica de invierno, pero también tuvo la desfachatez de jugarle una broma, y le obsequió dos gemelos en rojo y dorado, alegando que estaba conviviendo con demasiados Gryffindors como para no gustarle esos colores. Incluso Remus le había obsequiado algo —diciéndole que también era parte de Sirius. Pero, quizás el colmo verdadero había sido Molly, quien antes de dejarlo ir de la madriguera le dio un paquete, y le dijo al oído que "si duerme en la madriguera, es parte de la madriguera"; y resultó ser un suéter tejido con sus iniciales. Snape se preguntó en qué momento se había perdido el respeto y temor que tanto infundía para que se tomarán tantas libertades de hacerle aquellos regalos.

Pero, aún con todos esos regalos que no pidió recibir y recibió, el que más le sorprendía era el que tenía frente a él en ese momento. No esperaba un regalo de Harry, en lo absoluto. Ni siquiera podía recordar con exactitud qué cosa de la lista le había pedido al elfo que envolviera para el chico. Su semana había sido bastante intensa, e incluso la mañana de nochebuena tuvo que terminar de reponer la poción que usaban para el Minuere y por poco y se duerme sobre el caldero.

—No es necesario Potter.

—No lo ha abierto para saber si es necesario o no.

Severus cortó la distancia entre ellos y tomó el regalo que se le ofrecía con precaución. Lo abrió con cuidado y lo que vio casi lo dejó sin palabras por unos segundos.

Era una caja hecha de madera de ébano, pequeña y plana, con el nombre de quién la había hecho tallado en una elegante caligrafía sobre la madera: Blans's.

Aquello fue una sorpresa más que enorme para él. Blans's era el nombre del herbolario más importante que el mundo mágico podría conocer. Estaban ubicados en Suiza, y aquel negocio familiar era casi tan antiguo como el mundo mismo. No había ingrediente para poción que ellos no tuvieran, y eran reconocidos por la calidad de sus ingredientes. Lo lamentable era que debido a eso no solían aceptar muchos encargos, por qué se basaban en calidad antes de cantidad. Debido a eso era muy difícil acceder a sus servicios, por no decir casi imposible, y la prueba era que Severus solo había visto una caja de aquel sitio una sola vez en su vida, hacía casi siete años antes. Eran elitistas, valía más el reconocimiento que los cientos de galeones que pudieran ofrecerle, lo cual provocaba que ni Voldemort fuese bienvenido como comprador en Blan's.

Al abrir la caja se encontró con ocho frascos pequeños perfectamente ordenados, y encima de ellos una nota de instrucción escrita a mano que explicaba cómo retirar el hechizo protector de la caja, además de indicar otro hechizo para acceder a las otros 16 frasquitos que estaban debajo de los ocho primeros. Hechizar ingredientes de pociones no era sencillo, muchos se arruinaban si se intentaban encoger o transportar, y eso era una de las tantas cosas que hacían tan famoso a Blans's.

Aquello era sorprendente, Severus sabía muy bien cuál era el ingrediente que tenía en sus manos, pues era necesario —y uno de los más difíciles — para preparar el Minuere. Miró a Harry sin entender cómo lo había conseguido, y el chico le sonrió antes de hablar.

—Después de avergonzarme a mí mismo la primera noche que hicimos el Minuere por no saber lo que requería, mis amigos y yo encontramos un poco de información sobre él. —no dijo que usó la capa de invisibilidad para adentrarse en la sección prohibida de la biblioteca. —También incluimos un poco de lectura acerca de la poción que lleva.

—Usted no es muy apto en pociones, Potter.

Severus elevó una ceja haciendo énfasis en sus palabras. Harry no se sintió ofendido ante aquella verdad. Poco le molestaba ser malo en pociones.

—Yo no, pero Hermione sí. —admitió con una sonrisa— Ella reconoció todos los ingredientes y, aunque sí había muchos....¿complicados? como curiosidad nos señaló uno difícil, y nos explicó todo lo que requería para que estuviese perfecto. Pensé que ya le estaba dando bastante trabajo y quise buscar una forma de ayudar.

—Yo nunca me he quejado de hacer esto, Potter, no era necesario que hiciera nada de eso.

No se había quejado ni se quejaría, al contrario, se acusaba cada noche por no poder encontrar algo que verdaderamente salvara al chico. De ser posible cambiaría lugares con Harry, él no pensaba que era merecedor del sacrificio que había hecho el muchacho.

Harry suspiró y se levantó de la cama cruzando los brazos. ¿Acaso parecía que se estaba quejando?

—No le estoy diciendo que se queja ¿Me deja terminar? El punto es que le pregunté cómo podríamos ayudarlo aunque sea con ese ingrediente, ella me explicó lo difícil que es y blah blah blah...

Severus reprimió la sonrisa que saldría después de escuchar el brillante léxico de Harry, pero sabía que el más joven no podía durar demasiado hablando de pociones así que se abstuvo de hacer algún comentario por el momento.

>>—Me habló de Blans's y que podrían hacerle llegar el ingrediente listo para usar. Me contó que era un lugar especial, viejo y todo eso.

—¿Como Granger supo de eso?—Severus entrecerró los ojos, normalmente aquel sitio era solo conocido por los pocionistas o personas cercanas a esas ramas. —No es un lugar que los estudiantes conozcan.

—Le sorprendería darse cuenta de todo lo que sabe Mione. —Harry sonrió, pensando que incluso a él le seguía sorprendiendo todo lo que sabía Hermione. — El punto es que conseguimos la dirección y enviamos la primera lechuza con una petición. Al principio se rieron de mi petición, pero luego accedieron.

Ese era el punto que Severus no entendía. ¿Como Harry había logrado saltarse casi un año de lista de espera para poder recibir los servicios de Blans's? El Gryffindor no parecía darse cuenta de lo que había logrado; aquel no era un sitio que se pudiera exigir o acceder con facilidad. Eran una familia de sangre pura que defendían su negocio generación tras generación, ni siquiera Voldemort los tenía en su lista. Para acceder a ellos era necesario ser reconocido como pocionista ejemplar, intachable y brillante. Severus no calificaba pues si bien no todos sabían que era "mortifago", si había rumores sobre su conexión con magia oscura, y eso lo excluía de ser "ejemplar".

—¿Pero cómo?

Ese fue el momento en el que Harry enrojeció ligeramente, balanceando su peso de un pie al otro, luciendo ligeramente avergonzado.

—Digamos que use un poco mi apellido. La nieta del dueño actual es, digamos, mi fan. Ella consiguió ver mis cartas y al parecer hizo suficiente presión a su abuelo para que accediera.

—¿Una rabieta?

—Tiene 13 años, supongo que sí.

Severus entrecerró los ojos y Harry enrojeció aún más de lo que ya estaban sabiendo la pregunta que el maestro haría.

—¿Y que le pidió?

—Unas fotos autografiadas.

—¿Fotos?

—Fotos autografiadas... lanzándole besos.

Severus no pudo aguantar la sonrisa que aquello le provocó, e incluso tuvo que resistir el impulso de reír al ver el claro bochorno de Potter.

—Nunca me habían pedido una foto así, no lo negaré, fue muy extraño. — apuntó la caja que Snape tenía entre las manos, recordando otra parte del regalo. —Dentro de la caja hay unas tarjetas especiales, solo necesita colocar el ingrediente que necesita y a ellos les llegará. Creo que puede usarlas por un año. No sé si sea un buen regalo de navidad digo, son pociones, pero quise ayudarlo.

El rostro de Snape volvió a tomar seriedad. ¿Potter le estaba diciendo que le había conseguido un pase por un año en un sitio tan caro e inaccesible? Era como si la hazaña del chico aumentara cada vez que abría la boca, y Severus sintió que aquello era demasiado. Aún si había logrado el acceso gracias a la nieta del dueño, debía de pagar el costo, era imposible que aceptara algo así.

—Esto es demasiado, yo no puedo...

—¿No le gusta?

—No es eso, es que no podría aceptar algo tan costoso.

—Oh bueno, tiene que, porque no lo puedo devolver y estoy bastante seguro que yo no lo usaré. No me veo en un futuro cercano ordenando escamas de dragón o sangre de nada.

Severus apretó la caja sintiéndose bastante avergonzado en aquel momento. Harry le estaba dando algo que no solo le había costado dinero, sino que también un gran esfuerzo y, después de todo, un gran bochorno. ¡El ni siquiera se acordaba de lo que le había regalado!

Se aclaró la garganta y miró al muchacho, su cara ya no estaba sonrojada.

—Esto no se compara con lo que yo le di.

—Oh para nada, —dijo sonriendo — la escoba me encantó.

El maestro de pociones casi cierra los ojos para reprenderse a sí mismo. ¿Le regaló una escoba? ¿Sirius le había dado una escoba un par de días antes y él no pudo acordarse de eso? En ese momento se sintió peor, era como si no le hubiese dado absolutamente nada, y más si lo comparaba con lo que Harry había hecho.

Pero era más que notorio que Harry no entendía la real magnitud de su regalo, y era debido probablemente a su poco conocimiento en cuanto a pociones se refería. De todas formas Severus asintió, dándole a entender que aceptaría el regalo y murmurando un sincero "gracias" que hizo feliz a Harry. Buscaría la forma de resarcir aquel regalo tan costoso, sabía que Potter tenía una pequeña fortuna heredada por sus padres, y que al parecer Sirius había destinado la mitad de la bóveda Black para su ahijado, pero eso no significaba que se sintiese cómodo siendo objeto de un obsequio tan caro aun sabiendo que al chico no le afectaba gastar.

Colocó la caja con cuidado en la mesita a un lado de la cama, y se giró, sabiendo que había algo más de lo que debían hablar aquella noche.

—Creo que debemos hablar del tema que tenemos pendiente.

Harry hizo una mueca cuando Severus dijo "tema pendiente" refiriéndose al beso que se habían dado. Los dos estaban de pie, uno frente al otro, y Harry pudo notar el cambio que el otro había adoptado en su expresión, haciéndola ligeramente más seria.

—Fue un beso, no un simple tema pendiente.

—Potter, eso qué sucedió...

—Me gustas, Severus. -- Soltó aquellas palabras rápido, sin querer escuchar las palabras que seguramente diría el maestro. No quería escuchar un "lo que sucedió fue un error, solo estábamos demasiado cerca o hemos pasado demasiado tiempo juntos y estamos confundidos". Por qué no, él no estaba confundido. — Lo que sucedió no fue ningún accidente.

—No sabe lo que dice, Potter.

—Sí lo sé. Y estoy muy seguro.

Estaba seguro de sus palabras, pero no de su valentía pues a cada frase que decía sentía que sus rodillas temblaban por el hombre que tenía en frente. Sentía más miedo que cuando estaba frente a Voldemort, sentía más terror y su corazón palpitaba más veloz. Reunió toda la valentía que pudo encontrar y recorrió los dos pasos que lo separaban de Snape, quedando a un palmo de este.

—Y creo que el beso que me diste tampoco fue un accidente.

Esa simple frase le tomó más valor de lo que pensó. Vio como el mayor apretaba los labios por un segundo antes de responder, y con aquel simple gesto confirmó que sus sospechas habían dado en el clavo.

—No debería jugar así cuando es claro que no sabe lo que dices. Solo estás confundido con todo esto que está sucediendo: la maldición, el que estemos pasando tanto tiempo juntos y el hecho de tener que dormir en la misma cama lo han afectado, Potter.

Harry se mordió el labio, disgustado, al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro, intentando negar todas las palabras que escuchaba.

—Me gusta desde antes de todo esto, es solo que nunca pude ser directo. ¿Acaso no notó nunca nada? Y se hace llamar el mejor espía.

Severus dejó pasar aquella última frase en virtud de que Harry se veía bastante disgustado, y tuvo que recordar las veces en las que había creído que el más joven coqueteaba con él para después pensar que se estaba volviendo loco.

¿Entonces todo era real? se preguntó, intentando entender cómo era aquello posible. ¿Harry enamorado de mi? Su mente intentó buscar más formas de refutar aquello, pero se dio cuenta que ya no valía la pena negar que lo que había sucedido no había sido producto del momento. En cambio sus pensamientos fueron más a la defensiva, pues no entendía como alguien joven y hermoso como Harry podía sentir aquello por el.

—No entiendo que puede gustarle de mi, —dijo mientras se alejaba un paso, sintiéndose demasiado cerca del muchacho para su propio bien. — No me conoces, no sabes cómo soy. Además no hay nada en mi que pueda atraerte...

—Claro que lo sé, y lo hago desde que nuestras clases particulares iniciaron. —dijo con firmeza, dando un paso adelante. Sentía un ligero estremecimiento recorrer su cuerpo, pero no iba a acobardarse en aquel momento— Además hay demasiadas cosas que me atraen de ti. Me atrae tu voz, tu inteligencia, la calma que me transmites cuando está cerca de mi.

—Potter...

—Pensaba esperar hasta terminar el año para decirte y, que si me rechazabas, no tener que sufrir viéndote diario, pero no esperaba todo lo que sucedió y supongo que ya no pude más.

Severus sentía su corazón latir con rapidez ante las palabras de Harry; era como si todo lo que había pensado que no podría tener se le estaba sirviendo en bandeja de plata. Pero no, debía comportarse como adulto responsable y comprender que aquello tenía demasiadas razones para suceder. Una cosa era enamorarse del muchacho, eso era inevitable, otra muy diferente era sucumbir ante aquella situación.

En alguna parte en su mente Severus sintió como dos vocecillas —partes de su conciencia, quizás — se peleaban entre sí por aquella situación. La vocecilla de la cordura y la responsabilidad le recordaba que Harry no se merecía a alguien como él, que Severus tenía la obligación de buscar la forma de sanarlo para que estuviese con alguien que lo mereciera, alguien que fuera joven, que pudiese darle un buen futuro alegre y feliz como él jamas podria. Y fue pensando en eso que habló con voz grave y decidida:

—Potter, esto que estás diciendo no puede ser.

—¿Por qué?

—Porque soy tu profesor, porque te llevo más años de los que tú tienes vivo, por que no me conoces ni....

—Entre esa lista —dijo, sin importarle interrumpirlo— ¿en esa lista está la opción de que no me quieres?

—¿Qué?

Aquella pregunta descolocó por un segundo a Snape, que no entendía a qué se refería. Harry se acercó un paso más, convirtiendo el espacio entre ellos en algo casi inexistente, su mirada fija en los ojos del mayor.

—Nada de lo que me ha dicho me importa, he pasado toda mi vida luchando contra la muerte como para que me importen esos detalles. Te quiero, y de la única forma en la que podrías evitar que vuelva a besarte, es si me dices que no sientes lo mismo.

Severus dejó de hablar, incapaz de decir nada ante aquel despliegue de valentía del gryffindor. El chico le había dado su oportunidad, solo era cuestión de mentirle, de decirle que no sentía nada por él y acababa con todo, pero no pudo. Porque lo que en verdad quería decirle era que él también le quería, y en ese momento la vocecilla de la parte egoísta tomó control de su pensamiento, y le recordó cuánto había deseado escuchar esas palabras, cuánto había querido besarlo y tenerlo entre sus brazos sin ninguna restricción. Y esa misma voz egoísta le recordó que había una posibilidad de que no encontraran una cura para el Corpore Inclusus, y que lo perdería para siempre.

Y su parte egoísta y altruista se pelearon tanto, que por primera vez en mucho tiempo Severus no pudo pensar claramente.

Harry tomó el silencio de Snape de una forma neutra, y aprovechando la valentía que todavía le quedaba, decidió arriesgarse nuevamente y besarlo: sería quizás el beso decisivo. Colgó sus manos alrededor del cuello de Snape y pegó su cuerpo al otro, dejándole claro que aquello no era, en lo absoluto, un accidente. Quiso demostrarle con aquel beso que todo lo que decía era cierto, pero cuando estuvo a punto de retirarse sintió los brazos de Severus envolver su cintura y afianzarlo para que no se despegara de su lado.

Había ganado su parte egoísta.

Severus le devolvía el beso con el mismo ímpetu con que lo había besado aquella mañana, y Harry sintió las manos del otro recorrer lentamente su cintura, casi como si tuviese miedo y ansias de realizar aquella exploración. Él, por su parte, aprovechó para hundir sus dedos en el cabello del otro. Harry separó sus labios cuando la lengua de Severus hizo presión sobre ellos, profundizando el beso.

Harry se sintió ligeramente frustrado al poder estar de aquella forma con Severus y no poder sentir su aroma, pero aquello no evitó que sintiera una inmensa felicidad al sentir como lo envolvía, aceptando a todas luces que también le quería.

Snape se separó luego de darle un tierno beso en la comisura de sus labios, pero no lo soltó, y debido a que era más alto apoyó su frente en el hombro de Harry, ocultando su rostro contra su cuello.

—¿Me dirás que esto fue un accidente también?—su voz sonaba risueña pues no podía ocultar su felicidad.

—No sea insolente, Potter. —Severus quiso fingir molestia, pero en aquel momento le resultaba imposible. — No debería tomarse tantas confianzas conmigo, recuerde que sigo siendo un Slytherin.

Harry iba a comentar ante eso, mencionando que en parte él también pudo haber sido un Slytherin, pero sintió el tirón sobre su cuerpo cuando Severus tiró de él hacia la cama, cayendo uno junto al otro mientras seguían abrazados. Harry rió ante aquella inesperada acción, y afianzó más el abrazo en el que estaban, pensando que las cosas habían ido mucho mejor de lo que había pensado.

Severus, por su parte, tuvo un pensamiento que le hizo sentir ligeramente incómodo por un segundo. Aflojó su agarre en Harry y se incorporó en la cama antes de hablar.

—Imagino que esto quiere decir que lo suyo con el joven Malfoy no ha dado frutos, pues no estoy demasiado dispuesto a ser el tercero en discordia.

Harry se quedó acostado pero apoyó el codo en la cama y su cabeza en su palma, mirando con extrañeza al hombre ante aquella pregunta.

—¿Que con Draco?

Severus entrecerró los ojos ¿Acaso iba a obligarle a decirlo? Odiaba cómo iba a sonar en aquel momento, por qué en aquel momento, aunque lo intentara, sabía que su voz saldría con un tinte de celos.

—Ustedes tienen algo.

—No tengo nada con Draco. -- respondió firme, sin entender de dónde había sacado aquello.

—¿Acaso el señor Potter se besa sin ser nada?—eso sí sonó bastante celoso, pero no pudo evitarlo. —No conocía esa faceta.

—¿Beso? ¡Eso no ocurrió! —Harry tomó un momento para pensar, y luego se dio cuenta de lo que Snape estaba diciendo— Bueno, él me besó y yo casi le parto la nariz, pero estamos trabajando en una amistad, más o menos. ¿Pero cómo se enteró de eso?

Severus lo miró. No necesitó usar legeremancia para saber qué Harry no mentía, el Gryffindor era un libro abierto y su expresión y sus palabras se escuchaban sinceras. No le dijo cómo se había enterado, tan solo recordó la hora y se levantó para ir a buscar la poción que necesitaban para el ritual.

Al acabar el Minuere, acostados en la cama y abrazados, Harry se preguntó si aquello seguía siendo parte del ritual o era un abrazo con un significado mayor, y Severus, leyendo sus expresiones, entendió lo que lo atormentaba.

Pensó por un momento lo que podría decirle, volviendo a escuchar las molestas voces que discutían sobre lo que debería hacer a continuación. Soltar al chico, dejarlo libre, no era una opción por el momento; no mientras Harry lo quisiera.

—Digamos que he hecho un poco más de lo que el ritual exige.

Harry entendió rápidamente y sintió una inmensa felicidad.

 


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