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Senseless por OldBear

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Luego de cenar, se entretuvo hablando con Hermione y Ron.

 

— ¿Entonces qué harás con el código S? —preguntaba Ron en voz baja, alrededor de ellos casi no había estudiantes cerca, pero no estaba de más ser precavidos.

 

—Supongo que nada—dijo mientras veía la mesa de profesores, Snape se había ido un rato antes. —dudo mucho que alguien como él se fije en un simple alumno como yo.

 

—Eso está bien—decía Ron afirmando con la cabeza—me daría asco si llegaran a besarse.

 

Hermione lo fulminó con la mirada mientras los pensamientos de Harry divagaron en ese beso que se veía tan imposible obtener de su profesor.

 

— ¿Y si esperas a que termine el año? —Exclamó Hermione— Ya sabes, puedes declararte, si te dice que no, no le volverías a ver por qué no tienes que estar en el colegio, pero si te dice que si…

 

—En el hipotético caso de que me diga que si—aclaró Harry.

 

—Bueno—siguió ella—en el hipotético caso de que te diga que sí, lo intentan y ven que sale.

 

—Si Voldemort nos deja vivos para ese entonces—suspiró Harry.

 

—Oye, que Voldemort nos mate es mucho mejor que verte besarte con él—dijo Ron con una cara muy seria, y esta vez recibió la mirada enojada de ambos. —Ya, ya—elevó las manos pidiendo paz—es una opinión personal.

 

—De todas formas, quizás él lo note—Hermione agregó mientras enroscaba un dedo en su pelo—según lo que me cuentas sueles decirles unas cuantas indirectas que él no tardará en entender. Talvez no lo ha hecho aún por que no crea posible que estés enamorado de él.

 

Harry suspiró ante las palabras de su amiga, ella casi siempre tenía la razón. Pero no podía evitarlo, no podía evitar decir ciertos comentarios frente al hombre mayor, o actuar con mayor soltura, incluso luchaba para no coquetearle de forma abierta como había hecho con otros chicos de su edad.

 

— ¿No vas tarde para tu cita con el código S? —Ron los sacó de sus pensamientos.

 

—No es una cita—respondió levantándose de donde estaba.

 

—Pero eso quisieras—respondió su amigo y el no pudo negar nada.

 

—Déjalo tranquilo Ron—decía Hermione al tiempo que le daba un pequeño empujón.

 

Harry se despidió con un simple “los veo luego” y salió directo a las mazmorras tan rápido como pudo sin correr para no sudar. No quería que Snape lo viera sudado.

 

El camino hacia las mazmorras siempre se le hacía difícil. Quizás era la expectación de saber que estaría hora y media cerca de Snape, viéndole, escuchándole, siendo el centro de atención del maestro aunque fuera solo para los entrenamientos.

 

—Llega tarde, Potter—dijo el profesor en cuanto le abrió la puerta y le dejo pasar.

 

—Lo siento profesor, yo…

 

—No te disculpes, me has dicho todas las excusas posibles para llegar tarde.

 

Harry no pasó por alto el tuteo de Snape, algo que solo hacia cuando estaban solos y que solo hacía de unos pocos meses a la fecha. Eso significaba que el maestro no estaba enojado por su tardanza, no mucho por lo menos.

 

Harry comenzó a desprenderse de la túnica y se fijó que Snape no tenía la túnica puesta, pero aún no se remangaba la camisa como solía hacer cuando entrenaban.

 

— ¿Qué vamos a entrenar hoy?

 

—Saliste esta tarde de la enfermería, —dijo cruzándose de brazos mientras se recargaba del escritorio— no te pondré a practicar ningún hechizo ni a hacer ningún esfuerzo.

 

Harry lo miró por un segundo, quería que entrenaran, si no lo hacían tendría que irse a su sala común obviamente, porque Snape no perdería el tiempo haciendo nada con él.

 

—Pero yo estoy bien.

 

El otro elevó las cejas, Harry había sonado como un niño haciendo berrinche.

 

— ¿Estas contradiciendo mis indicaciones, señor Potter?

 

—Harry

 

— ¿Qué?

 

—Le he dicho que me puede decir Harry cuando no hay nadie. —Se encogió de hombros ante la mirada del otro—Me permite decirle Snape y no profesor cuando estoy aquí.

 

—Señor Potter—dijo, pero claramente era burlándose del menor—mejor podría sentarse y explicarme por qué cenó con un pudin de chocolate y no con algo más nutritivo.

 

— ¿Me espía? —dijo Harry sin poder evitar sonreír. No sabía hasta qué punto o no podía ser una falta de respeto al otro lo que decía o como lo decía, pero a veces se dejaba llevar.

 

—Solo conteste—dijo Snape sentándose completamente en el escritorio. —acababa de salir de la enfermería, se supone que debe ser mas inteligente.

 

La forma en que Snape estaba sentado en ese escritorio, con los codos apoyados en las piernas y mirándole fijamente, sin la túnica puesta y con esa camisa negra que le quedaba tan bien, era una tortura para Harry pues no podía evitar quedársele viendo como un tonto.

 

—Las otras cosas no sabían a nada—dijo obligándose a prestar atención a la conversación y no a la figura de su profesor, y ante la mirada del otro se explicó mejor—quizás alguna poción de las que me dieron me durmió la lengua, como la poción de la resaca que hace que nada de lo que comas después tenga sabor, porque en la enfermería Madam Pomfrey me dio una sopa y no tenía nada de sabor para mí, y en la cena nada de lo que  me serví me sabia igual. El pudin, como tiene un sabor fuerte, era más pasable y podía saborearlo más que las demás cosas.

 

Snape frunció el ceño escuchando el relato del otro.

 

—Ninguna poción de las que te dieron provoca que pierdas el sentido del gusto.

 

— ¿Ah no? Quizás me estoy resfriando, cuando eso sucede las cosas me saben mal también.

 

Sin decir palabras Snape se bajó del escritorio y acortando la distancia que lo separaba de Harry, colocó el dorso de su mano en la frente del muchacho.

 

—No pareces tener fiebre.

 

Snape no sabía lo que eso provocaba en su estudiante, porque de saberlo, no lo haría. Harry dejó de respirar por un momento, sintiendo la cercanía del otro, la mano sobre su frente. Estaba tan cerca del maestro que podía ver con claridad todas las facciones del otro, el olor de Snape inundó sus fosas nasales, el maestro no olía a hierbas y menta —el olor característico que le dejaban las pociones—, tenía un olor más suave, pero que era bastante agradable en verdad. Estar tan cerca de él le aceleró el pulso, y el mayor notó que su alumno se agitó ligeramente.

 

— ¿Se encuentra bien Potter?

 

Harry no necesitó responder, porque por buena o mala suerte la marca tenebrosa empezó a doler en el brazo del mayor. Snape se sujetó el brazo sin entender el llamado. El día anterior, luego del fiasco del ataque Voldemort los había convocado a todos para desquitarse con sus súbditos, por suerte Severus no recibió ningún castigo.

 

—La lección queda para el miércoles— dijo y sacó a Harry de la habitación.

 

…………………………………………………………

 

Estaba triste, no podía negarlo. Triste porque casi no tuvo tiempo de estar junto a Snape, y preocupado a partes iguales de que al hombre le ocurriese algo en esa reunión con Voldemort. Lamentablemente no podía quedarse fuera de la puerta a esperarlo, ni siquiera contaba con la confianza suficiente de ver al hombre cuando llegara de una de esas misiones.

 

—Solo espero que no te pase nada malo.

 

Le gustaría llegar a tener la confianza de poder tutear al hombre, pero eso se veía tan lejano como recibir un beso de su parte. Por lo menos le quedaba el pequeño consuelo de recibir algunas manifestaciones de la preocupación de Snape, aunque fueran pequeñas.

 

La sala común estaba llena de los de último año, algunos estudiaban y otros planeaban con gran emoción lo que utilizarían para disfrazarse. Ron y Hermione estaban en uno de los sillones junto a Seamus y Dean. Los últimos dos estaban ansiosos por hacer una recreación de una película muggle Hombres de Negro con las gafas de sol y las armas—falsas claro está—.

 

Harry los saludó con una sonrisa que no llegó a sus ojos y subió directamente a su habitación, no tenía muchas ganas de hablar. Sus amigos lo vieron y supieron de inmediato que algo malo había sucedido, querían hablar con él pero sabían que Neville estaba en la habitación y no tendrían privacidad para el código S.

 

—Harry—saludó Neville en cuanto le vio entrar en la habitación.

 

Longbottom estaba en su cama estudiando Herbologia, según los libros que tenía.

 

— ¿Ya tienes tu disfraz? Porque todos están abajo decidiéndolo.

 

Neville sonrió un poco y sus mejillas se colorearon.

 

—Haré un disfraz en pareja con Ginny.

 

—Oh, no sabía que ustedes…

 

—No, no. Bueno, no todavía. —Neville se rascó la cabeza mientras organizaba sus ideas— Estoy esperando a que ella me diga que sí, pero creo que las cosas van muy bien por ahora. ¿Y tú? ¿Por qué no estas abajo con los demás?

 

—Me duele un poco la cabeza—dijo, aunque no era verdad—quiero dormir temprano.

 

Neville asintió al tiempo que Harry se metía en su cama y cerraba las cortinas. Colocó un hechizo para tener un poco de luz para leer. Tomó La Dama de las Camelias y siguió desde la página en donde se había quedado. No se fijó en qué momento se quedó dormido.

 

Tuvo un sueño extraño, normalmente solía tener pesadillas que le despertaban gritando a media noche, por eso tanto el cómo Ron habían encontrado un hechizo que silenciara el espacio de sus camas pero que permitiera al pelirrojo saber cuándo Harry se despertaba por un mal sueño. Harry no quería molestar a Ron de esa forma, pero fue casi una obligación por parte del pelirrojo y de Hermione, ambos decían que no lo dejarían pasar por un mal momento estando solos. Cuando eso sucedía Ron iba a la cama de Harry y se quedaba un rato junto a él para luego volver a su cama propia. Solían incluso utilizar la capa de invisibilidad para que ninguno de sus amigos los vieran pasar de una cama a otra.

 

Pero esta vez no era uno de esos sueños que lo hacían despertarse gritando y alertaban a Ron, era más bien un sueño muy raro. Estaba acostado en un hermoso campo rodeado de flores, el cielo estaba gris amenazando con llover pronto. A su lado estaba un hombre que se le parecía mucho a Snape pero que no llegaba a distinguir su rostro del todo. El hombre le abrazó por la cintura y Harry acomodó su cabeza en el pecho del otro. El perfume de su acompañante llegó a su nariz y casi podía jurar que olía igual a Snape. El cabello negro del otro le acarició la cara cuando la brisa los envolvió y Harry lo sentía todo tan real…

 

Hasta que escuchó su nombre, pero no era la voz de su maestro.

 

—Harry—dijo una voz que reconoció como la de Ron, y tardó un segundo en darse cuenta que su amigo se estaba metiendo en su cama— ¿Estas despierto?

 

— ¿Tu qué crees? —preguntó de mala gana acomodándose las gafas torcidas. — ¿Qué haces en mi cama?

 

—Shh—dijo Ron mientras sacaba su varita y colocaba un hechizo, Harry supo que era para que nadie pudiera escucharlos y que nadie pudiese abrir las cortinas. —Ahora sí. Hermione y yo estábamos preocupados por saber que te sucedió y ella me envió a hablar contigo.

 

— ¿Qué hora es?

 

— Las una y media.

 

— ¿Ella te envió a despertarme a la una y media?

 

—Bueno—dijo rascándose la nuca—fuimos a su cuarto a besarnos porque sus compañeras estaban en la sala común y, creo que perdimos la cuenta del tiempo.

 

Harry estaba asombrado por las acciones de Hermione, en verdad que el amor cambiaba a las personas.

 

—Pero en fin—prosiguió su amigo—ella temía que fuera algo muy grave y tuvieses una pesadilla.

 

—Ahora que estoy despierto te aseguro que no la tendré. —dijo haciendo una mueca. Sentía la lengua pesada dentro de su boca y supuso que solamente estaba sediento.

 

—Vamos Harry, lo siento. —Ron se veía verdaderamente apenado por haberle despertado, pero más que por molestar, él y Hermione estaban genuinamente preocupados por su amigo— ¿Qué te hizo el código S?

 

—No me hizo nada—suspiró acomodando su cabeza en la almohada, su rostro daba tanta lastima, que Ron no creía que el maestro de pociones no le hubiese hecho nada malo—el solo se preocupó por mí. Vio que casi no cené nada y me preguntó.

 

—Eso es bueno ¿o no? Yo me preocupo por Hermione cuando no come porque sé que esta estresada o algo, si el notó eso, debe quererte, —intento sonreír para animar a su amigo, pero no lo logró— supongo.

 

—No lo creo, —el movimiento de su lengua al hablar se hacía pesado— quizás solo sea el hecho de que está obligado a protegerme, pero en fin. Terminó diciéndome que las pociones que tomé no producen que pierda la capacidad de saborear y le dije que quizás me estaba enfermando y entonces, él se acercó mucho a mí para ver si tenía fiebre. Me puse nervioso, lo tenía tan cerca y no podía hacer nada. Y luego…

 

— ¿Que paso?

 

—Fue llamado por Voldemort.

 

Ron hizo una mueca al escuchar el nombre del Lord.

 

—El estará bien— dijo adivinando parte del decaimiento de su amigo: estaba preocupado.

 

Vio como Harry se frotaba ligeramente el pecho pero no le dio importancia cuando el otro siguió hablando.

 

—Cuando va a esas misiones siempre regresa golpeado, o casi siempre. Lo sé por las sesiones de entrenamiento que tenemos, es notorio que si el día anterior fue llamado por el señor tenebroso, él no puede moverse con la misma agilidad.

 

Ron se recostó a un lado de Harry, compartiendo la almohada. Estaba pensando que podría hacer para ayudar a su amigo, sabía que de estar Hermione en esa situación, la chica tendría las palabras adecuadas para tranquilizar al otro, ella siempre tenía las palabras adecuadas para todo, a diferencia de Ron. Pero Ron no dejaría de ayudar a su amigo,  así que levantó su mano y pellizcó el hombro de Harry con fuerza.

 

— ¿Por qué hiciste eso? —gritó alejándose de la mano en el poco espacio que quedaba de la cama. Era una suerte que Ron pusiera el hechizo de silencio, porque si no todos sus compañeros se habrían despertado ante su grito.

 

—Una vez leí, o escuche, no recuerdo, que el dolor físico ayuda a remplazar al emocional—dijo como si no hubiese hecho nada malo.

 

Harry se pasó la mano encima de donde su amigo le había pellizcado.

 

—Idiota—fue lo único que se le ocurrió decir.

 

Ron se iba a reír, pero por un momento recordó algo que su amigo había dicho.

 

—Si no fue la poción, ¿Por qué no pudiste saborear nada? No pareces enfermo.

 

Harry pareció pensarlo por un segundo.

 

—No sé, quizás Madam Pomfrey me dio algo extra que el profesor Snape…

 

—El Código S. —le interrumpió.

 

Harry rodó los ojos y se corrigió.

 

—El código S no sabe. Mañana seguramente estaré mejor.

 

Estuvieron hablando un rato más, pero esta vez no sobre el código S. La idea de Ron había sido ir a su propia cama y dormir, pero ninguno de los dos se dio cuenta cuando cayeron dormidos.


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