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Senseless por OldBear

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Remus no esperó un segundo más antes de levantarse del sofá y dirigirse a la chimenea. Sirius iba entrando a la biblioteca acompañado de un elfo domestico que traía una bandeja.

— ¿A dónde vas?

—Tengo que hablar con Dumbledore, es urgente. —intentó mantener la calma en su voz, pero se le hacía difícil. 

— ¿Es sobre el símbolo? ¿Es tan malo?

Solo pudo asentir y dejó al otro solo desapareciendo por la chimenea para llegar a sus aposentos.

El camino a la oficina del director se le hizo eterno, incluso se cruzó con unos cuantos profesores a los que por poco y no les devuelve el saludo de tan concentrado que estaba, por lo menos era hora de la cena así que la mayoría de los estudiantes ya estaría en el Gran Comedor. Esperaron a que Severus se les uniera siendo llamado por un elfo doméstico. Lupin se veía inquieto y estaba rogando equivocarse. 

—No estoy del todo seguro—dijo en cuanto entró el maestro de pociones—pero creo que es este. Lo había visto antes y por eso se me hacía tan familiar. 

Abrió el libro en la página del hechizo, notó la mirada de ambos magos sobre el objeto que claramente se veía que era una reliquia acerca de  encantamientos malditos, pero ninguno hizo ningún comentario acerca de la procedencia. 

— ¿Ya habías visto este hechizo? 

—En cierta forma, —Remus estaba reacio a creer que era el mismo hechizo sabiendo lo terrible que era— fue hace muchos años ya. 

Dumbledore leyó el libro con la descripción del hechizo, luego, en un completo mutismo, se lo extendió a Snape para que pudiese hacer lo mismo

 

Corpore Inclusus 

Hechizo antiguo e indetectable que servía como castigo a aquellos que cometían los peores actos y la muerte no era suficiente castigo. Solo puede ser utilizado por única vez por un mismo mago, y después de haber ingerido la poción Absoluta Virtute para poder realizar el hechizo. 

La persona afectada irá perdiendo las facultades de los sentidos, gusto, audición, vista, olfato y la capacidad táctil de sentir otras cosas o sobre su propia piel. También perderá la capacidad de hablar y de moverse por si solo, aunque nuca perderá la conciencia para mayor sufrimiento. Entonces, cuando la persona afectada sea ya un cascaron sin comunicación con nada de lo que le rodea, perderá la capacidad de respirar poco a poco hasta su inevitable muerte.

El símbolo del encantamiento es el que se usaba para sellar los ataúdes de las personas que se enterraban vivas como castigo, y significa enclaustramiento.

El doble circulo con tres líneas internas que se refieren al hecho de estar encerrado en el propio cuerpo, la equis se refiere al cese de la vida que llegará pasado el tiempo y los cinco puntos marcan el cese de las facultades. Se formaran el circulo y la equis cuando el primer signo aparezca, el último punto aparecerá cuando se vaya a cortar la respiración indicando el cumplimiento total del hechizo.

 

Más abajo seguía detallando las fases del hechizo, pero lo que más le interesó a Severus era que por ninguna parte hablaba de un contra hechizo ni nada para detener el avance del maleficio. 

—No tiene contra hechizo. 

Remus apretó los labios. 

—En el tiempo que vi el hechizo en la otra persona, tampoco había contra hechizo. Nunca supe que pasó con él. 

Un sentimiento indescriptible se apoderó de Severus, de esos que te oprimen el pecho y sientes que se te corta la respiración de momento. 

—Severus, ¿hiciste para Voldemort la poción Absoluta Virtute

—No, —dijo el maestro, si bien aquella no era una poción demasiado difícil de hacer, sí que lo era de conseguir— pero es una poción que toma año y medio en terminarse. Seguramente no ordenó que se la prepararan, la consiguió con alguien que ya la tenía. 

Dumbledore entendió que su maestro de pociones debía estar en lo correcto. Lamentablemente Severus no era el único con capacidades extraordinarias para las pociones oscuras. 

De repente, para Snape muchas cosas cobraron sentido. El señor Oscuro parecía estar tramando algo que él no entendía, parecía incluso nervioso, se lo había comentado a Dumbledore pero luego de semanas de que no hiciera ningún movimiento, ya no sabían que pensar. 

—Por eso el señor oscuro estaba tan enojado —dijo pensando en las dos reuniones consecutivas—nos llamó dos noches seguidas, tuve la suerte de que no me atacara con hechizos, parecía estar satisfecho con lastimar a un par de mortifagos solamente.

—Estaba agotado por haber lanzado la maldición, y furioso por que no pudo lastimar su objetivo. 

Remus hizo una mueca. EL objetivo era Dumbledore. Voldemort había querido atacar al viejo mago con algo que no pudiese deshacer, si supiera que había logrado herir a Potter estaría más que feliz. Eso no podía llegar a sus oídos obviamente. 

¿Qué hacer en ese momento? Aquello parecía no tener cura, pero siempre había una cura, y ellos debían intentar encontrarla. 

—La persona que sufrió esto—dijo Remus—puedo intentar localizarla y saber qué sucedió con él. 

— ¿Crees que siga vivo? —preguntó Snape, su voz sonaba tan necesitada de una esperanza que no pudo pasar desapercibida por los otros presentes. 

—Eso espero—contestó simplemente—su pareja en ese entonces era muy capaz, y dijo que no se rendiría hasta no encontrar una forma de detener el maleficio. 

—Y quizás encontremos algo más en algún otro libro—Dumbledore acomodó sus gafas mientras pensaba en sus posibles opciones—es un maleficio muy antiguo, pero esta no debe ser la única literatura que hable de él. Además, debe haber más personas, aparte de Remus, que le hayan visto. Alguna debe de ofrecernos un camino a seguir. El problema es el tiempo que tardemos en encontrar estas respuestas, aquí no habla del avance de la maldición y la perdida de los sentidos—volvió a releer el libro por encima para corroborar sus palabras—debemos pensar en algo que nos dé tiempo extra para que Harry pueda aguantar. 

Severus tuvo una idea. 

—Podemos usar un encantamiento desacelerador. —Tomó un segundo antes de continuar— El Minuere. 

Dumbledore vio fijamente al maestro de pociones. 

El encantamiento Minuere era uno de los más poderosos para desacelerar maldiciones o embrujos de larga duración en lo que se conseguía una cura definitiva o por lo menos alargaba la vida de las personas que ya no tenían salvación. Su uso era complicado porque se basaba en la elaboración de una poción potente, volátil y mortal—en caso de ser mal preparada— y un hechizo de unión acompañado de un ritual. 

La persona que realizaba la poción debía ser la misma que hiciera el ritual, y se le llamaba proveedor de vida. El proveedor debía colocar parte de su sangre en la poción y dársela a beber al afectado, luego, estaba la parte del ritual donde el proveedor lanzaba un hechizo de protección para lograr que el avance de la maldición se retrasara. 

—El Minuere sería muy bueno en esta situación—dijo Remus exclamando la misma duda que el director—es un encantamiento potente que puede retener muy bien una maldición de este tipo. Pero quien crea la poción es el mismo que debe hacer el hechizo de unión. La poción incluye tu sangre Severus, y el encantamiento…

—Lo sé—expresó cortante el maestro de pociones, sabia bastante bien que incluía el encantamiento.

—Pero Severus, si inicias con el encantamiento deberás continuarlo hasta que encontremos la cura. No podemos cambiar de proveedor de vida. ¿Sabes todo lo que eso significa?

—El joven Potter tendrá que pasar a estar más tiempo contigo Severus. —dijo el director con cautela.

Remus fue más directo. 

—Tendrá que dormir a tu lado. 

Severus los vio, limitándose a repetir de nuevo un simple: —Lo sé. 

Severus sabía que los otros estaban dudando de su capacidad de soportar todo lo que el hechizo implicaba. El Minuere fue creado originalmente por un pocionista cientos de años atrás para proteger a su esposa. La mujer tenía una enfermedad que le estaba secando la vida y el hombre creó el encantamiento para prolongar la vida de la mujer. Como el hechizo requería traspasar energía vital de un cuerpo a otro el hombre abrazaba a su esposa todas las noches para completar el encantamiento. 

Severus tendría que preparar la difícil poción que incluiría su propia sangre, hacer el ritual con Harry y dormir ciertas noches con él para completarlo. ¿En verdad estaba dispuesto  a eso? 

—El hechizo iba a golpearme a mí. —dijo explicando su decisión. 

—Iba dirigido a mí—expresó Dumbledore con tristeza. 

—Al final iba a golpearme a mí—repuso Severus—le debo la vida a Potter en este momento. Es una deuda que debo pagar. 

Los otros dos entendieron la reacción de Severus, aquello era una deuda de vida, era lógico que alguien como Snape estuviera dispuesto a pagarla sin importar lo que necesitara hacer. 

—Al final me alegra escuchar eso—soltó Albus—no solo encontrar un pocionista tan capaz para realizar esa poción sería casi imposible, sin hablar del poder que necesitaría para realizar el hechizo. Y la confianza que requeriría para realizar el encantamiento junto a Harry. 

También estaba el factor confianza. Se trataba de dejar la vida de Harry en las manos de alguien, y Dumbledore no podía confiar en nadie más que en Severus para esa misión. 

 Pensando en lo que diría a continuación, Albus esperó que no afectara demasiado a los hombres frente a él y expresó que no debían contarle a Harry la falta del contra-encantamiento antes de encontrarlo, ni del hecho de que después de perder las funciones, iba a morir inevitablemente. 

—Seria cruel darle un golpe así a un chico como él—exclamó el director.

— ¿Y mantenerlo engañado? —El ceño de Snape se frunció, Remus parecía pensarlo— ¿Potter no debería saber algo así?

—¿Y no es cruel decirle a un pobre muchacho, que a sus 17 años ha pasado por tantas cosas, que va a morir de una forma tortuosa e impensable mientras se convierte en un ente sin comunicación?

—No va a morir—repuso Remus con cierta furia—debe haber una cura. Siempre la hay.

—Pero aún no lo sabemos, y Harry sufrirá cada día más que no lo sepamos.

Severus tenía demasiados años conociendo al viejo director. Había visto la furia en el otro, la alegría de sus sonrisas, la incredulidad o burla reflejada en su cara, la tristeza cuando la guerra se llevaba algún amigo… pero jamás en su vida había visto a Dumbledore con lágrimas retenidas en los ojos. Era algo hasta impensable para Severus, y por supuesto que Albus no se permitió llorar, pero ver toda esa tristeza reflejada en los ojos del otro le hizo darse cuenta de la propia. Él tampoco quería que Potter sufriera de más. Incluso la culpa de saber que el encantamiento le pudo haber golpeado a él y no a Harry le sentaba aun  peor.

Harry lo había protegido, y Severus estaba más que en deuda con él. Y en silencio se prometió que lo protegería a todos los niveles posibles.

—De acuerdo—dijo después de respirar profundamente—no le digamos toda la verdad a Potter.

¿Cómo decirle a un chico de 17 años que había sido maldecido por un hechizo que probablemente no tenía cura? ¿Y luego como pasar a explicarle todo el tormento por el que pasaría? Era probable que no existiera el contra hechizo  o una forma de revertirlo, más no imposible. El chico había sufrido demasiado ya. Ellos querían prolongar el tener que darle una noticia que antes que la misma maldición, mataría la angustia.

En otras palabras, aunque sonará mal, le ocultarían parte de la verdad a Harry. Era un hechizo poco conocido, más bien habían tenido la suerte de descubrirlo rápido porque Remus supo dónde buscar, así que Harry no descubriría fácilmente la mentira.

¿Era algo deleznable? Por supuesto que sí, y ninguno de los tres se sentía cómodo sabiendo lo que le iban a hacer a Potter, pero era por su bien. O por lo menos era lo que se decían.

Decidieron hasta donde le dirían a Harry la verdad y que luego de hablar con el muchacho iban a reunir a Arthur y Molly Weasly, a McGonagall, Pomfrey y Sirius. A ellos si se les contaría todo, obviamente aclarando que Harry no debía saber la magnitud del problema.

Necesitarían decirle la verdad a Mandan Pomfrey por razones más que obvias, la medibruja debía estar al tanto de lo que realmente sucedía en caso de que Harry necesitará ayuda médica en cualquier momento. McGonagall era la jefa de casa del chico y quien mejor podía vigilarlo cuando estuviera en la sala común. Molly y Arthur debían saberlo porque podrían ayudar con la investigación. Si bien socialmente no eran muy aceptados, los Weasly venían de una familia antigua y habían mantenido alguna relación con ciertas familias de la misma categoría y quizás alguno conocería el hechizo o sabría de casos en los que había sido utilizado.

En cuanto a Sirius, sopesaron bastante sobre si decirle o no y, aunque Severus detalló una larga lista de las razones por las cuales debían de decirle a Sirius la misma verdad a medias que le dirían a Harry, Remus dio los puntos por los que el animago estaba en derecho de saber toda la verdad. Remus se hizo responsable de explicarle a Black las razones por las que no le podía contar a Harry.

 

…………………………………………….

 

Harry había decidió saltarse la cena en función de quedarse a leer en su cuarto. Le había dicho a sus amigos que estaría bien y, aunque Hermione le dio un largo discurso acerca de la importancia de ingerir alimentos a las horas adecuadas, el recordarle su problema de sentir los sabores hizo que la chica se avergonzara y le dejara en paz.

Para su suerte su habitación estaba vacía y pudo relajarse terminando las últimas páginas que le quedaban. Ya que era miércoles, tenía su lección de entrenamiento con Snape y, entre todo lo malo de los últimos días, la lecciones con su maestro de pociones eran lo más agradable y estaba ansioso de que llegara la hora.

Cuando terminó de leer revisó los apuntes que había hecho con sus amigos. Los jueves y los sábados en la tarde Hermione y Ron le ayudaban en una especie de sesión de estudios donde buscaban mejorar sus habilidades en Defensa Contra las Artes Oscuras. El mismo Ron, que casi no le gustaba hacer las tareas, esperaba con ansias esas sesiones. 

—No es lo mismo hacer un aburrido ensayo de Adivinación que buscar un hechizo para hacer volar cien metros a un mortifago—decía el pelirrojo cada vez que su novia le preguntaba por qué esperaba con tantas ansias esas sesiones, pero dejaba para ultimo las tareas asignadas.

Mientras estudiaba los últimos hechizos que habían anotado Harry tenía una idea rondando por su cabeza. Una pequeña espina le decía que Snape quizás podría estar ligeramente interesado en él. En la soledad de su habitación pudo recordar las veces que se encontró con el maestro mirándole o no llamándole la atención cuando hacia un comentario impropio de un alumno a un maestro. 

“Quizás sea que no le eres del todo indiferente a Snape” decía una vocecita en su cabeza, pero eso debía de ser imposible ¿o no? 

Harry no lo admitiría frente a sus amigos, pero hubo un momento en el que pensó que moriría cuando se interpuso en el hechizo de Voldemort. Aunque no escuchó cual encantamiento era, había jurado que era una imperdonable.

Hermione le había dicho que esperara hasta el final del curso para confesarse ¿pero y si no llegaba al final del año? Era una probabilidad que no podía ignorar.

¿Y si se arriesgaba un poco y se confesaba ante Snape? O por lo menos hacia que sus indirectas fuesen más directas. Si Snape lo mandaba a la mierda —y la probabilidad era muy alta—se arruinaría la pequeña amistad que había logrado con el hombre y probablemente hasta dejaría de impartirle las lecciones nocturnas. Pero si aceptaba…

Harry suspiró pensando en las cosas que podrían suceder si el hombre aceptaba, aunque sonara infantil lo que más anhelaba era probar los labios del hombre, para él eran su perdición. Se imaginaba lo que sería ser abrazado por el mayor, respirar su aroma mientras sus fuertes manos le acariciaban y acercarse poco a poco para recibir ese tan anhelado beso.

Apretó los labios sintiendo subir el rubor por su cara. Deseaba tener la oportunidad de un beso por parte del hombre antes de la muerte que lógicamente llegaría algún día a manos de su enemigo. Había besado unas cuantas veces a unos chicos del colegio, pero ninguno le provocaba tantas sensaciones como lo hacía Snape con su simple presencia.

“Quizás pueda intentarlo, arriesgarme por un beso. Así si muero antes de graduarme no tendré ese remordimiento”. Se sentía tonto al darse cuenta que anhelaba tanto un beso de su profesor, que lo consideraba como su único deseo para antes de morir.

Sonrió ante ese pensamiento, pero se enderezó cuando sintió a alguien entrando a su habitación. Era Remus, quien había lo había estado buscando.

—Harry, el director quiere hablar contigo.

La expresión del licántropo era extraña según Harry, y tuvo que recordar que quizás se trataba de su problema. Remus estuvo silencioso todo el camino, incluso cuando Harry le preguntó si se trataba acerca del maleficio de Voldemort el profesor solo pudo asentir. Eso lo hizo sentir un poco asustado, y no se sintió mejor cuando, al llegar a la oficina de Dumbledore, sintió la atmosfera aún más pesada.

La resolución de los tres hombres de no decirle toda la verdad a Harry estaba fallando, tenerles sentado frente a ellos, esperando una respuesta sin saber que sus protectores le mentirían, les estaba inundando de culpa.

Harry se mordía los labios esperando a que alguien le dijera algo, la tensión le estaba matando.

—Voldemort te lanzó un maleficio— comenzó Snape.

Cuando pareció que Severus no quería continuar, Albus tomo la palabra.

—Es un hechizo de enclaustramiento.

— ¿Enclaustramiento? —preguntó Harry, no entendía muy bien esa palabra.

—Un enclaustramiento corporal. Es una especie de encierro dentro del propio cuerpo —Afirmó el director—En él las personas pierden las funciones de los sentidos.

— ¿Lo de mi lengua es por el hechizo?

—Así me temo.

Harry estaba procesando, Dumbledore había mencionado las funciones de los sentidos. Además del gusto estaba la vista, el olfato, la audición y el tacto. Según lo que el director le decía ¿los iba a perder también? ¿Se iba a quedar sin ver, oír ni sentir nada?

—Con encierro en el propio cuerpo—dijo Harry dudando—significa que…

La expresión en la cara de Harry fue suficiente para hacerle ver a los otros que estaba bien el mentirle. El muchacho se había puesto blanco y Remus incluso se acercó a él por si acaso Harry se desmayaba.

— ¿Significa que seré como un muñeco? —Preguntó, casi parecía que iba a hiperventilar, pero se obligó a seguir hablando— el contra hechizo...

—Tenemos una idea de lo que podría ser—mintió el director. —lamentablemente son pocas personas que lo saben. Pero mientras tanto usaremos un hechizo que desacelere el avance de la maldición.

—Y luego, cuando pierda mis sentidos, ¿qué pasará conmigo? —interrumpió Harry al director. No quería un encantamiento para desacelerar eso, quería detenerlo.

—No lo sabemos — dijo Remus ocultando la parte donde dejaría de hablar y respirar progresivamente y colocó una mano en su hombro— el maleficio no llega más allá de eso, suponemos.

Harry apretó los puños sobre sus piernas por unos segundos, intentando controlarse frente a los otros tres. Lo que le estaban planteando no era nada fácil de digerir.

— ¿Cuánto tiempo tengo para…?—tomó un corto respiro sin saber cómo continuar.

Severus se dio cuenta lo que quería decir, quería preguntar el lapso de tiempo en el que perdería cada sentido y se notaba lo difícil que se le estaba haciendo.

—No lo sabemos—dijo, y era verdad, eso no lo decía en el libro que tenían—pero de todas formas tenemos el hechizo para retrasar el avance.

— ¿Y cuál es el hechizo para desacelerar? —preguntó, necesitaba escuchar algo bueno en ese momento.

Minuere—pronunció el director. —Es un encantamiento complicado, pero nos ayudara a aguantar la maldición hasta que… encontremos el contra hechizo.

— ¿Y qué debo hacer?

—Nada, Severus se encargará de darte la poción y ayudarte a hacer el ritual.

— ¿Ritual?

—Es algo complicado—dijo Remus viendo la abrumada expresión de Harry—pero por ahora es algo que no necesitas saber. Será indoloro y te lo podemos explicar después.

Harry asintió obligándose a respirar, Remus seguramente estaba entendiendo lo mal que se estaba sintiendo en ese momento y agradeció no tener más información que analizar en ese segundo.

—Quiero retirarme—dijo poniéndose de pie y dando media vuelta.

—Harry…—llamó el director, pero no le hizo caso y sin avergonzarse por parecer un niño pequeño, echó a correr fuera de la oficina.

 


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