Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sucede a Media Noche por Kikyo_Takarai

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Will avanzó hasta quedar lo más cerca posible de la escena del crimen. Aquella era una visión horrible para él. Esa pobre muchacha. Cerró los ojos, incómodo por saberse observado por alguien más que Jack en ese momento que era íntimo para él. Íntimo para ella. Ella que a pesar de su edad ya no gozaba de ningún nivel de intimidad. Su trabajo le había arrebatado eso hace mucho tiempo. La herida de su cuello sin duda la había matado pero no sería la única. Había luchado, lo veía en sus uñas, en sus brazos.

Le cortó el cuello pero Will casi podía asegurar que no había abusado de ella. La cornamenta… La había montado. Era hermosa para él. Era un regalo, era una disculpa. No había odio ahí, no que Will pudiera sentir. No. Si quisiera destruirla jamás la habrían encontrado.

—Will.

La voz de Jack lo sacó de su estupor y sacudió la cabeza suavemente para ordenar sus ideas.

—Lo siento—. Dijo frotándose los ojos con expresión cansada. — Este es un hombre muy solitario Jack. Creo que matarla no fue su primera intención. No hay, odio aquí…

Oh, así que ese era el talento que aquel Omega tenía que lo hacía digno de formar parte una fuerza elitista y masculina como la de Crawford. Hannibal nunca había visto tal convicción y empatía en una sola persona.

—Crimen de pasión entonces.

—No, no lo entiendes. Es decir, debía parecerle hermosa, la dejó aquí como un homenaje.

—Una obra bastante macabra, pero no puedo decir que no veo la estética detrás de ello.  La gente solía pensar que la cornamenta de un ciervo maduro podía curar heridas. Sin duda el corte causó su muerte, pero no sabré si el resto de las heridas fueron post mortem hasta no tener un lugar más adecuado para examinarla.

—No creo que tuvieran esto en mente cuando pensaron en eso. —Comentó Jack meneando la cabeza.

—No, concuerdo con el Dr. Lecter. Él no quería hacerle daño, es una disculpa… pudo esconderla o lanzarla al mar, en cambio quiso arreglar el daño. Mira su cabello, Jack, está cepillado y limpio. Quería hacerla ver lo mejor posible.

Jack suspiró, Hannibal no pudo evitar notar que eran tan cercanos que el Omega le llamaba por su primer nombre. Siendo este un caso tan inusual. ¿Cómo es que Hannibal nunca había oído hablar de este Omega?

—Lo mejor será sacarla de las calles, lo que menos necesito es su cara en los periódicos mañana con la pluma de Freddie Launds llenando a la ciudad de pánico. Veré que esté lista para un examen más minucioso a primera hora de la mañana. Doctor Lecter, si pudiera firmar unos papeles para mí.

—Por supuesto. Señor Graham, es un placer conocerle —. Hannibal ofreció la mano y el Omega la tomó dudoso, sin mirarle a la cara. Hannibal no la estrechó, le dio la vuelta y un suave beso en los nudillos. El hombre reaccionó casi arrancándosela y alejándose de ahí, de vuelta al cadáver.

—Te pido que no le atormentes, es un elemento muy valioso para mí—. Le reprendió Jack. — No es bueno socializando, mucho menos con Alfas como tú.

—Te aseguro que por ahora mi interés es sólo profesional, tienes una criatura muy interesante entre tus manos Jack.

—Y gracias a Dios, tenerle en la fuerza ha causado toda clase de problemas pero se ha probado a sí mismo incontables veces. Pero dejemos al Señor Graham en paz. Ven por aquí.

Will tampoco le dio oportunidad a Hannibal de decir algo más. Se escurrió hasta más allá de la línea de policía. Lo bueno del Doctor Lecter es que no tendría que estar presente en la mañana en otra aburrida y tediosa autopsia con el Dr. Chilton. 

Dios sabe que veía ese hombre en Will, seguro no era ningún tipo de atracción mutua. Will detestaba al hombre, era presuntuoso, pomposo y exagerado, sorprendentemente promedio para un Alfa. Además, Will no era un omega normal. No iba a casarse y tener hijos en un futuro cercano, principalmente porque en sus casi 27 años nadie había querido casarse con él.

Suponía, desde su tierna infancia, que era debido a que no era especialmente atractivo. Hoy día usaba el corsé por costumbre, pero realmente no es que sirviera para aumentar su apariencia a favor de lucir como una pareja más fértil. Will suponía que era fértil, sólo que no era apuesto como un beta ni delicado como la mayoría de los omega.  Y su personalidad no ayudaba en nada, había rechazado a casi todos sus pocos pretendientes casi sin darse cuenta. Su padre había sido pescador, no tenían dinero para ofrecer a su hijo a nadie que pudiera mejorar su calidad de vida y Will había comenzado a trabajar desde joven para ahorrarse la humillación.

Dejó de lado sus pensamientos, lo que acababa de ver sería suficiente para darle pesadillas, no tenía que agregarle sus conflictos con sus propios defectos a la mezcla si quería descansar al menos unas horas antes de verse envuelto de nuevo en la muerte. Gracias a Jack Crawford Will vivía bien. 

Le había dado empleo al morir su padre, un hogar. Junto con su esposa le habían enseñado toda clase de cosas, a leer, a escribir, había leído todo lo que había en su casa y ahora estaba aquí. El primer omega en la fuerza de policía. No era un trabajo de campo ni era glamoroso, pero pagaba una casa decente en un barrio decente y personal con sentido común y la suficiente lealtad para saber que no debían juzgar a su joven amo por su estilo de vida.

—Señor Graham. El carruaje.

—Lo sé, Matthew, disculpa la demora—. Susurró mientras subía al carruaje por la puerta que el sirviente mantenía abierta para él. Matt siempre había sido muy cuidadoso con él, a falta de un término más acertado como protector y algo controlador.

—Apenas volvamos a casa me aseguraré de dejarle un calentador en la cama, hace frío esta noche.

—Te lo agradezco mucho. ¿Será mucho pedir que tengas el carruaje listo para mañana a primera hora? Es indispensable que esté en la morgue en cuanto abran sus puertas, hay mucho que hacer—. Dijo con un timbre emocionado, algo inapropiado quizás considerando la naturaleza de su trabajo, pero sin duda algo de lo que podía estar orgulloso.

—Por supuesto, Señor Graham, lo que usted solicite.

—Gracias, Mathew.

-----000-----

Hannibal estaba particularmente ansioso esa mañana, su encuentro con el Señor Graham pudo ser fortuito pero estaba seguro de que no podía dejar pasar la oportunidad de un cortejo. Claro que no sería adecuado hacer algo de esa índole mientras trabajaban juntos, pero no podía dejar de pensar en como aquella era la primera vez desde sus tiempos de estudiante en París que deseaba cortejar a un omega. Quizás se mudarían a la ancestral casa Lecter a las afueras de la ciudad donde vivía su amada hermana con su tía.

Podrían criar una familia ahí. Hannibal las visitaba a menudo y mantenía intensa correspondencia con su hermana, pero la vida relajada y frívola del condado no le atraía. Hasta ahora claro, quizás con un consorte a su lado podría ser el Conde Lecter que se esperaba que fuera. Pero aquello no era lo importante ahora. Debía saber más de Will Graham, al menos lo suficiente para medir su acercamiento y calcular qué movimiento le daría las mejores oportunidades.

Abigail tocó suavemente su puerta.

—¿Señor? El carruaje está listo.

Hannibal salió de la habitación, impecable como siempre, quizás un poco más de lo normal. Llevaba su mejor camisa y se había puesto colonia. Lo que quizás no era la mejor idea antes de abrir un cuerpo. Pero no le preocupaba, tenía todo lo necesario para proteger su ropa de lo que aquella muchachita trágica pudiera depararle.

Haciendo lo que hacía era imposible que aquella fuera la primera vez que Will era testigo de una autopsia, le habría gustado ser el primero en mostrarle las maravillas del cuerpo humano.

El carruaje no detuvo su tren de pensamientos a pesar del bullicio de la calle, de los cascos retumbando en la pequeña estancia o de la brusquedad con que frenó frente al viejo edificio de la policía. Había planes de construir uno nuevo, pero mientras tanto la creciente fuerza de la Reina se cumulaba como un nido de ratas en aquella ineficiente construcción. En sus días, Hannibal imaginaba, había sido un edificio esplendoroso.  

Algo que provocaría miedo en los criminales, un símbolo de justicia y de estoico heroísmo. Pero nada permanece, y los valores de muchos de los que trabajaban en sus entrañas estaban tan podridos como sus cimientos.

Hannibal vivía de la renta de su condado, trabajaba por placer, pero incluso una práctica privada era aburrida, por eso aceptaba ayudar a Jack siempre que podía. Era interesante. Casi siempre. Sabía el camino de memoria, acostumbrado como estaba a ser el primero en llegar, pero se sorprendió al darse cuenta de que a pesar de su puntualidad ese título se lo había ganado Will Graham.

Usaba los mismos colores sobrios de la noche anterior, pero a la luz del día su belleza era mucho más enigmática. Sus ojos parecían cambiar de color junto con los pensamientos que Hannibal veía poblar su mente y fruncir su ceño. Era una criatura incomprendida y reflexiva. Tenía las manos callosas de un obrero pero vestía como clase media. Vivía como clase media. Había logrado los que otros sueñan y no había tenido que casarse para ello.

Bueno, en eso podía estar equivocado, después de todo la colonia que usaba podría ocultar el rastro de un reclamo, pero ningún Alfa dejaría a su esposo trabajar, mucho menos bloquear su esencia de aquél modo tan evidente. Él mismo se jactaba de ser un hombre abierto a toda clase de nuevas ideas, pero preferiría saber que su omega llevaba encima el aroma de su amor y su lujuria mientras salía al mundo exterior. Claro que Hannibal tenía curiosas ideas sobre el control.

—Señor Graham, es un placer verle tan temprano por la mañana, ¿Pasó usted una buena noche?

—Tan buena como puede esperarse teniendo en cuenta lo que nos ha citado esta mañana—. 

Respondió, no era particularmente educado, pero detrás había más una nota de desinterés que de vulgaridad. — ¿Pudo descansar usted, Dr.?

—No suelo llevarme el trabajo a casa, es de suma importancia mantener adecuados ciclos de sueño para poder llevar a cabo las labores del día a día de la forma más adecuada. El cansancio deja lugar a los errores y no soy aficionado a cometerlos.

—Tendré que tomar en cuenta su consejo—. Dijo con lo que Hannibal estaba seguro era una diminuta sonrisa.

—Quizás después de esto podría acompañarle a casa y hablarle un poco sobre cómo mejorar sus ciclos de sueño.

—Eso no será necesario—. Respondió Will con una hostilidad que Hannibal desconocía pero lo intrigaba. —Sería inapropiado, considerando mi posición. No dudo que sea el amado anfitrión a cuyas fiestas todo Londres quiere ser invitado, pero no estamos aquí para alimentar la llama de ninguna amistad.

—Le aseguro que ha malinterpretado mis intenciones—. Hannibal quiso defenderse, quizás apenas para mantener un poco de control sobre la situación. Había sido osado, pero los omega solían responder bien a la galantería.

—Y usted debió pensar que yo le encontraba interesante. Pero le aseguro que no es así—. Will habló con firmeza. — Le ruego que no tome a mal mis palabras, no busco ofenderle, pero no sería adecuado para alguien de su posición mantener una amistad con una persona como yo, le aseguro que no soy la más grata compañía.

—Temo diferir, pero no es el momento. Si me permite.

Lo había dejado descolocado, solía  ser lo bastante encantador, su amistad era algo que gente buscaba con desesperación, pero Will Graham no era como toda la gente, la idea lo maravillaba.

—Por supuesto, buscaré a Jack, con su permiso Dr. Lecter.

Hannibal lo miró mientras se retiraba por el pasillo, con un andar serio, decidido, con sus bonitos pero aburridos pantalones de vestir, con el corsé ajustado pero discreto bajo la chaqueta. El señor Graham quería que todos supieran que le iba bien. Continuó pensando en él mientras abría a la muchacha. Había algunas suturas en su cuerpo, del lado derecho de su torso, los órganos no estaban en su debido lugar…

Tomó notas de sus interesantes hallazgos, con el mandil de cuero sobre la ropa y las mangas hasta los codos, las manos enguantadas cubiertas de sangre. Crawford y Graham entraron a la morgue poco después, el más joven llevaba un montón de papeles en la mano y los acomodaba con expresión confundida mientras caminaban.

—Dr. Lecter, buenos días.

—Muy buenos días, Señor Crawford.

—Ha terminado con nuestra víctima por lo que veo, la señorita Grisham tenía una hermana, vendrá por su cuerpo en cuanto demos palabra de ello.

—No tendrán que esperar mucho, no tenía heridas profundas con excepción de la que le quitó la vida, el corte fue realizado con un objeto de sierra, probablemente no de origen quirúrgico, no tiene otras heridas con excepción de las punzadas post mortem provocadas por la cornamenta en que estaba montada y una mutilación particular.

—¿Mutilación? — El señor Graham habló esta vez, levantando la vista de sus notas para mirar a la chica en la mesa de metal. Retiró la mirada unos segundos más tarde, como si pudiera ver algo que ellos no.

—Así es, quién la haya matado decidió abrirle, remover sus órganos y luego ponerlos de vuelta en distinto orden.

—En ese caso estamos buscando alguien con un historial de medicina, quizás busca con quien practicar.

—No… Puedes usar un cadáver para eso, Jack, robar tumbas en la discreción de la noche, no tendría que matarla...—Respondió Graham pensativo. Hannibal estaba de acuerdo.— ¿Ella… bueno, tenía heridas genitales?

Hannibal sonrió ante la inocencia de su comentario, el señor Graham pareció muy incómodo respecto a esa sonrisa.

—No, como he dicho, no tenía otras heridas a las realizadas luego de su muerte,

—Entonces no lo hizo por placer sexual. Ella era especial, la quería por algo más, le cepillo el cabello, la montó para que pudieran encontrarla—. Explicó Will, una emoción en su voz hasta ahora monçotona y calmada. — Creo que lo hará de nuevo, Jack. Ella tenía algo, pero… pero no era lo suficiente para él. Lo hará otra vez hasta encontrar lo que busca.

—¿Y que busca?

—No…. No lo sé. Pero no dejó detrás ninguna pista o testigos, sabe lo que hace y cómo hacerlo, no se detendrá.

—Entiendo. ¡Zeller! —Uno de sus detectives entró corriendo por la puerta, saludo a Will y Hannibal con una inclinación de cabeza antes de atender a su jefe. —Quiero que investiguen estudiantes de medicina, carniceros, gente con acceso a materiales de corte y gente con experiencia en taxidermia, especialmente de animales grandes. ¿Doctor Lecter, algo más?

—Quizás debería implementar un toque de queda para las señoritas, su estilo de vida las hace especialmente vulnerables a gente como él.

—Ya oíste Zeller. No creo que hagan mucho caso, pero mientras más hagamos mejor. Will, te veremos para cenar mañana. ¿Correcto?

—Por supuesto—. Dijo con una sonrisa el aludido. Que familiaridad tenían, pensó Hannibal, ambos se hablaban por su primer nombre. ¿El no era digno de su amistad pero sí Jack Crawford? Intentó no sentirse ofendido mientras se quitaba los guantes y el mandil, acomodando su camisa a lo más cercano a su esplendor original.

—¿Nos acompañaría Doctor?

—Sería un placer para mí.

—Estupendo. Les haré llamar si tengo alguna novedad, espero esa novedad no sea otro cuerpo. 

Se retiró de inmediato seguido por el tal Zeller. El señor Graham suspiró, metiendo sus papeles y notas a un viejo maletín y evitando mirar a la víctima entre ellos.

—Señor Graham ¿Tiene forma de volver a casa? Sería un placer para mí llevarle.

—Oh, le ruego no se preocupe, deberían estar esperándome afuera.

—Entiendo, en ese caso permítame al menos acompañarle a la puerta.

—No es necesario, se lo aseguro, sé que es lo que los Alfa como usted hacen con los omega, pero le aseguró que no es necesaria su cortesía para conmigo.

—Tonterías, Alfa, beta u omega los buenos modales no tienen distinción— Debatió Hannibal, poniéndose la chaqueta y tomando su propio maletín de la mesita de trabajo a su lado. En el aire flotaba el olor a alcohol que había usado para limpiar sus instrumentos— ¿Me permite?

—Si usted insiste.— El omega finalmente aceptó, Hannibal sonrió y le abrió la puerta, saliendo tras él y caminando por los bulliciosos pasillos de la estación.

—¿Conoce al Señor Crawford hace mucho?

—Oh sí, desde que era un muchacho, Jack ha sido como un padre para mí—. Dijo Will, agradecido. 

—Ya veo, si no es indiscreción preguntar ¿Cómo es que terminó trabajando para la policía?

—Es algo indiscreto, pero tomaré su curiosidad como genuina y le diré que mientras convivía con Jack, la profesión pareció llamarme. No hay mucho que la sociedad nos permita hacer a los individuos omega, si mi forma de pensar y ver lo que hace esta gente es útil, entonces lo prefiero a dedicarme a la costura o algo similar.

—¿No sería más agradable casarse y olvidarse del problema en primer lugar? —Preguntó, osadamente. Quería importunar, su género era claramente una fuente de conflicto. 

—Ahora está siendo indiscreto. Gracias por su cortesía Doctor, pero este es mi carruaje.

Will se detuvo abruptamentefrente a un carruaje pequeño y viejo, pero en buen estado. Su mirada estaba fría ahora. Hannibal se había excedido, pero no podía evitarlo, aquel hombre le llamaba a ser indiscreto de muchas maneras.

—Señor Graham, todo está listo.

—Gracias Matthew. Que tenga buen día Doctor, lo veré mañana.

—Por supuesto. 

Will no lo miró un segundo más, tomó la mano de su sirviente para subir al carruaje y este cerró la puerta trás el. Su mirada se cruzó con Hannibal apenas un segundo pero pudo ver el odio y la amenaza en ella. El Alfa sonrió, una sonrisa canina y maliciosa. ¡Adorable! Estaba enamorado de su frágil señor. ¿Realmente pensaba que Will le correspondería? Le hablaba en su primer nombre, cierto… pero ahora estaba en su vida. Dejaría de llamarse Conde Hannibal Lecter II, antes que dejar que alguien más desposara, reclamara y pusiera en Will la semilla de los muchos hijos que deseaba tener.

Notas finales:

GTracias por leer, pueden buscarme en Facebook como kikyo0takarai para saber cuando actualizo o buscarme como dotmh en Patreon para leer  actualizaciones antes que nadie.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).