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JoJo's Bizarre Visual Adventure: Rebirth of the Ouroboros por metallikita666

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Notas del fanfic:

Me encuentro muy complacida de poder presentar este trabajo, el cual considero mi pieza más compleja y madura hasta la fecha. Como se puede ver en el resumen, los fandoms mayoritarios que lo alimentan son el visual kei y JoJo’s Bizarre Adventure, y de ahí la mayor cantidad de referencias; pero tal y como sucede siempre, el texto no se restringe a estos sino que contiene temáticas que para el caso funcionan como influencias importantes: la psicología y parapsicología; la mitología, la ética y el género, o incluso el pensamiento religioso.

Siguiendo mi costumbre, cito y describo brevemente a los personajes principales, pues en este caso es posible hacerlo con relativa facilidad dado que son cuatro, todos ellos vocalistas:

Joshua “Jojo” Joestar (stage name completo), actualmente en The Gallo. De Hokkaido. En esta historia lleva el cabello largo: mitad negro y mitad fucsia. Tiene gran cantidad de piercings faciales.

Rei Igarashi, actualmente en Marco. De Tokio. Rubio y de cabello corto; con los brazos ligeramente tatuados.

Makoto “Gara” Asada, actualmente en Merry. De Gunma. Su cabello es castaño y le llega hasta los hombros.

Tooru “Kyo” Nishimura, actualmente en Dir en Grey y Sukekiyo. De Kioto. Pelinegro y de cabello corto. Gran parte de su cuerpo está cubierto de tatuajes.

El resto de personajes son incidentales y pertenecen por lo general a las bandas de los cuatro implicados. En todo caso, figuran algunas notas al pie cuando se considera necesario agregar detalles sobre ellos.

 

Descargo de responsabilidad: Esta historia incluye también representaciones de bisexualidad y pansexualidad, por lo que hay referencias a relaciones sexo-sentimentales de hombres con mujeres, si bien las parejas protagónicas siguen siendo homosexuales masculinas. Si tales narraciones no son de su agrado, favor abstenerse de continuar.

Notas del capitulo:

Hoy, 20 de mayo de 2020 y fecha de cumpleaños de mi querido Rei, doy inicio a la publicación de esta historia, la cual me ha tomado año y medio componer.

Estoy muy emocionada porque con la subida de este relato inauguro también mi plataforma de ao3.

Nos dicen que necesitamos a nuestros padres o tutores hasta que seamos capaces de valernos por nosotros mismos, ¿no? Pero… ¿cuándo sucede eso, exactamente? ¿Cuándo somos totalmente independientes; cuándo estamos totalmente listos y formados? Tal cosa, amigo mío, no existe. Esa no es más que una mentira de la sociedad que, como es tan infeliz, necesita empujarnos a todos al mismo abismo.

Sé quién es mi padre, pero jamás me interesó acercarme a él o intentar construir y afianzar una relación. ¿Por qué yo? ¿Por qué no él? Yo no pedí nacer, existir, ni que ese sujeto me engendrara. Y ante la conclusión objetiva que se desprende de tal razonamiento, tampoco le debía nada a mi madre, que fue la que me parió. No obstante, lo que marcó la diferencia fue que ella no solamente me hizo ser a partir de sus nutrientes y sus dolores, y me trajo al mundo a punta del desgaste y tortura de su propio cuerpo; sino que también se hizo cargo de mí con bríos admirables, y un amor enorme y sincero. Fue padre y madre, y por espantosamente trillado que esté eso y todavía sea para muchos motivo de polémica y desconfianza, puedo decir con todo orgullo que ella era la figura central en mi vida.

A pesar de todo, jamás me prohibió ver a ese sujeto. El día que me preguntó directamente si deseaba acercarme a él, mi respuesta fue contundente.

—Si tú no lo necesitaste, entonces yo tampoco.—

Me apoyó en todo lo que le dije que quería, sin importar cuán descabellado sonara para la estricta sociedad. Si ella estaba fuera y sabía lo duro que era eso, habría sido injusto que pretendiera que yo me quedara dentro. Aparte, también habría sido ilógico, porque una vez que abres los ojos, es imposible que conscientemente los vuelvas a cerrar. No puedes. Implicaría mentirte a ti mismo, y si sabes que es una mentira, tendrías que ser demasiado estúpido como para querer continuar con esa pantomima.

La persona que nunca se burló de mis sueños y aficiones, la primera en decirme que yo podía; la que jamás dejó que me desanimara. No necesariamente me entendía a profundidad; o tal vez sí, ¿quién soy yo para saberlo? Era menor, siempre lo fui. Me hace mucha gracia pensar que nos es imposible conocer a nuestros padres antes de que crezcamos, lleguemos a cierta edad y tomemos conciencia. Saber cómo eran de jóvenes, o incluso de niños. El punto es que, aunque no me hubiese entendido completamente, me dejó ser. Y por eso yo la amaba.

La amaba más que a cualquier cosa en el mundo. Más que a mis series o que a mis héroes, porque ella era mi heroína de carne y hueso. Gracias a ella fui, seguí, crecí. Fue junto a ella, aunque no por ella específicamente, que comencé a cantar, que busqué gente, que formé una banda. Yo, un pobre Josuke cualquiera… que era inmensamente rico, porque a su lado estaba Tomoko. Su propia Tomoko.

Pero ese día, el día de la noche en que se cayeron las estrellas[1]… el pesado firmamento se desplomó sobre mí. Y me aplastó.

 

***

 

Julio 2017

 

Las diez de la mañana de un exquisito domingo: es decir, el momento conveniente y relajado para levantarse sin prisas, al ritmo de los deseos corporales. Por causa más bien del hambre y de esa pequeña incomodidad que se instala en la parte alta de la espalda cuando se ha pasado demasiado tiempo yaciendo. Todo en silencio, como era de esperar, pues el rubio se cuidó de desactivar las alarmas, descolgar el teléfono y…

No. Se le había olvidado desconectar el timbre.

De todas maneras, por la forma insistente en que aquella persona hacía notar su presencia del otro lado de la puerta, más parecía que su objetivo era quejarse y jorobar por un infortunado pegamento en el botón que no le permitía despegar el dedo, que hacerle visita alguna.

—¡Ya voy, ya voy!— Exclamó Rei desde adentro, mientras acababa de atarse la bata y calzarse las pantuflas, teniendo la casi absoluta certeza de que sabía de quién se trataba… De no ser porque se le hacía extremadamente raro que ese individuo no hubiese entrado de una vez por su propia cuenta. —¡Que ya estoy en camino, carajo! ¡Jojo, si eres tú, te juro que te voy a…!—

En efecto, era él. Y continuaba aún con el dedo en el botón, a pesar de tener al mayor mirándolo fijamente tras haber abierto la puerta casi que con violencia. Lo extraño del asunto fue que el pelifucsia no sonreía, y tampoco dijo nada cuando se encontró frente al vocalista de Marco.

Rei se acercó para retirar la mano ajena del timbre, todavía sin poder borrar el gesto de molestia en su cara. Posteriormente, suspiró.

—Entra.—

Tras hacer como le dijera el dueño de piso, Joestar ingresó y se quitó los zapatos; dirigiéndose, acto seguido, hacia la cocina. El departamento de su colega no era tan grande como el del senpai de ambos, pero también tenía una mesada-desayunador con butacas altas. Por lo cual, el más joven se ubicó en esa zona, permaneciendo extrañamente callado.

—Oye… ¿estás bien?— Inquirió Igarashi con tono preocupado. Dudaba de si el silencio del otro tendría que ver con su amenaza previa, por lo que decidió referirse a esta. —Digamos que voy a pasar por alto el hecho de que seas un maleducado que no sabe llamar a la puerta como la gente decente…— Comenzó, mientras se acercaba al de Hokkaido hasta colocarse de frente a él. —Pero por favor, dime qué te pasa.—

Entonces, Jojo alzó la mirada y tras unos segundos, sonrió con tristeza.

—¿Sabes algo, Rei? Me alegra mucho haberte conocido…—

El rubio, bastante desacostumbrado a semejantes confesiones y más aun de parte de otro hombre, se contrarió un poco y tuvo que desviar la mirada. Instantáneamente, sus mejillas se abochornaron.

—¿E-es eso… lo que te tiene triste?— Preguntó a modo de respuesta, al serle todavía más difícil materializar la idea de replicar con un parlamento que denotara reciprocidad, por más que él también reconociera en su interior que el haberse acercado a Joshua y a Gara de la manera tan inesperada en que ocurrió le había cambiado la vida.

Poco a poco, y si bien también se frecuentaban tanto juntos como a solas con su maestro, el de Tokio y el de Hokkaido se habían hecho muy cercanos.

—Esa no fue la idea en ningún momento. Ninguno quiere que el otro se sienta así…—

El de melena bicolor volvió a sonreír ligeramente: esa vez, negando. Era muy esperable que el pelicorto no comprendiera su punto, pues todavía no había procedido a explicárselo. Pero para el chico, eso sería lo complicado.

—No te preocupes. Todo está bien en cuanto a eso. — Confirmó, para el alivio momentáneo de Rei. —Sin embargo, hay algo que debes saber… O mejor dicho, que tengo que contarte, y es sobre Gara-sama.—

Naturalmente, el cantante de Marco se tensó. A decir verdad, nunca había visto a Joshua tan decaído y solemne, pues en su experiencia aquellos atributos casi que le eran impropios. No obstante, lo cierto era que el vocalista venido del norte todavía guardaba muchas historias verdaderamente inimaginables para el mayor; las cuales, por lo portentosas, de ninguna manera convendría relatar con descuido.   

—¿Algo salió mal… ayer?— Preguntó el dueño de piso, refiriéndose a la cita que sabía que habían tenido el vocalista de Merry y su amigo el de Hokkaido. Empero, Joshua no respondió con palabras, sino que tras volver a desviar la mirada, ladeó la cabeza y torció la boca ligeramente.

—Hmmm…—

Era su forma de denotar que aquella pregunta no tendría una respuesta corta y simple.

—¿Quieres café? — Preguntó el anfitrión, un tanto en aras de romper la atmósfera incómoda del momento, y en parte con el objetivo de darse tiempo para lo que vendría. Sin esperar contestación, acudió hacia la máquina de preparar la bebida, pues de todas maneras deseaba componerse la suya propia. —Esta cosa hace lattes y cappuccinos, por si no te va tanto el petróleo puro…—

—Café con leche está bien.— Respondió el menor, mirando sus manos inquietas, y la manera en que movía los dedos más de lo usual. De la forma en que solía cuando había algo que lo perturbaba, pero tratando de calmar un poco el impulso al estar consciente de que el pelicorto todavía no lo había acompañado en ninguno de esos trances. —Oh, y ponle mucha azúcar. —

—Como si me lo tuvieras que recordar…— Replicó el otro con ironía, al tiempo que cargaba el endulzante en la máquina. Posteriormente, se volteó hacia el pelilargo. —Tienes que controlarte con eso, Jojo. Si sigues comiendo tantísimo dulce y tanta grasa, te vas a taponear las venas o algo parecido…—

El aludido exhaló un suspiro fastidiado, y luego se acomodó en la butaca cruzando una de las piernas y sentándose sobre su pantorrilla.

La tacita de café no tardó en estar lista, y tras alcanzársela a su huésped, Rei volvió hacia la máquina para cargarla de nuevo. Esa vez, con los insumos de su elección.

—En fin. Cuéntame.—

El vocalista de los numerosos piercings faciales le dio un sorbo a su bebida, la cual tragó con calma antes de levantar la mirada para dirigirla hacia Igarashi.

—A ver… Tú sabes que Gara-san y yo… hemos venido saliendo desde tiempo antes de que tú llegaras. Para ser más exactos, desde la grabación del M-ology.—

El rubio asintió con la cabeza, volteándose luego para tomar su taza de la base del aparato. Después, retornó a la postura anterior.

—De acuerdo. Y no hace falta que te explique qué términos ha tenido siempre esa relación, porque son básicamente los mismos que hay entre nosotros tres ahora…— El más joven clavó la mirada en el café que mantenía entre sus manos, como estrategia para apaciguar el movimiento de sus dedos. —Ahora bien, lo que probablemente tú no sepas es que él no solamente se ve con nosotros dos.—

En ese punto, los orbes de Joestar retornaron al frente y se posaron incisivos en la faz ajena.

—Gara-senpai mantiene una relación con Kyo Nishimura-sama también.—

Instintivamente, Rei depositó su taza en la mesada contigua sin voltearse, y su mano buscó apoyo en ella. El rostro del cantante de Marco no mutó gran cosa, pero le fue imposible no detectar un nudo en su garganta, el cual iba formándose con rapidez onerosa hasta convertirse casi en un estorbo que no le permitía respirar: mucho menos, hablar.

Claro, Kyo-sama. El infaltable elemento en la intrincada ecuación que daba como resultado la figura artística del delgado vocalista proveniente de Gunma: su carrera, sus técnicas, las temáticas de sus letras y por supuesto… sus influencias. Capítulo este último que se encontraba prácticamente signado con la imagen de fondo de aquel pequeño poeta de voz atronadora, quien no por nada era capaz de producirles sentimientos encontrados a sus mismísimos seguidores.

Tras una pausa que comenzaba a hacerse larga, Rei exhaló un resignado suspiro.

—Si esta charla no hubiese comenzado de la manera en que lo hizo, no me estaría sintiendo tan incómodo en este momento a causa de la referencia a ese hombre. Debido a eso, ahora me parece que lo único que puedo esperar es un desenlace desagradable…— Añadió Igarashi, y luego buscó la mirada del más joven.— En especial, cuando cotejo esa corazonada con la expresión que hay ahora mismo en tu cara.—

Jojo, probablemente inconsciente de la severidad de su gesto, retiró la vista con algo de brusquedad ante el comentario, pero no por ello menguó su conmoción. A su memoria volvían escenas de la noche anterior, lo cual lo obligó a cerrar los ojos, posar el codo en la encimera del desayunador y descansar la frente en la palma de su mano.

—Fuimos a cenar a su restaurante favorito: ese que queda como a cuatro o cinco cuadras de la Firewall.— Dijo el más joven, todavía en la postura anteriormente descrita.— Y todo estuvo relativamente bien con la comida, excepto que esa vez dejó en el plato más de lo que acostumbra…—

Después, Joestar levantó la cabeza y develó sus ojos, en los cuales no portaba lentillas de colores. Esos mismos que decoró con sencillo delineador negro bajo unas cejas castañas.

Igarashi comenzó a acercarse lentamente a él, con su taza en la mano.

—Además, llevaba ropa excesivamente cubierta para la temperatura que hacía. Cuello de tortuga y mangas hasta el pulgar que en ningún momento subió…—

El rubio estaba bastante sorprendido por el nivel de detallismo que exhibía el chico en sus comentarios, pues Jojo siempre le había parecido de lo más despreocupado y distraído respecto de cosas como esas. Por lo general, era desastroso y alocado, pero para sorpresa del tokiota los hechos inusuales estaban lejos de acabarse.

Una vez que se colocó al lado del menor con el dorso apoyado en la mesada, Rei tomó la taza entre ambas manos y la llevó a sus labios.

—Bueno, pero cualquier cosa que se hubiera puesto…— Musitó, antes de decidirse a beber. —Tendría que habérsela quitado de todos modos una vez que estuvieron en casa… ¿no?—

Jojo continuaba con la mirada perdida.

—No hubo nada entre nosotros, Rei. No pasó nada.—

El silencio duró todavía unos cuantos segundos más, hasta que el pelifucsia entornó el semblante hacia el del mayor.

—¿No… fueron a su casa?— Su tono era de duda confundida, pero el cantante de Marco buscaba ocultar así el mal presentimiento que para entonces era más que inequívoco, si bien todavía no acababa de atar cabos. —Debo decir que esa se me hace una cita bastante extrañ…—

—¡Sí, sí fuimos! Sí que estuvimos ahí, ¡por supuesto!—

Joshua entonces colocó ambos codos sobre la mesada, hundiendo los dedos entre su cabello para tomarse la cabeza. En ese punto, se hizo bastante patente la dificultad que le suponía referir todo aquello.

Con los ojos cristalizados, el de Hokkaido buscó la mirada de su amigo, quien se estremeció por el gesto angustiosamente suplicante del más chico.

—Aunque no demasiado y todavía no completamente, me conoces, Rei. Sabes que por nada del mundo habría dejado de buscarlo.— Refirió Joestar, con un dejo de claro dolor en sus palabras. —Una vez que se sentó en el sillón me acerqué a él, me subí en su regazo a horcajadas y lo besé, aprisionando sus muñecas entre mis manos. Bajé por su mejilla hasta su cuello, y fue ahí y en ese momento en que distinguí un terrible moretón… cerca de su clavícula…—

De nuevo, el dueño de casa tuvo que colocar su taza sobre el desayunador para evitar dejarla caer por la impresión de lo que acababa de escuchar, pues estaba plenamente consciente de que aquella marca de la que le hablaba el más joven no había sido producto de sus juegos en conjunto con el músico del negro corsé.

—No…— Masculló, a modo de pensamiento en voz alta.

Estaba plenamente consciente del derecho que tenía su senpai de verse con quien él quisiera y hacer como deseara; y aunque inusual y primeriza, su relación abierta con Gara y Jojo había ido avanzando de forma favorable en su corazón y en su mente. No obstante, la preocupación de Joshua por los cambios en la actitud del castaño no tenía que ver con celos o posesividad, sino con lo que parecía ser una genuina inquietud por su bienestar.

—Y tú… ¿Tú le dijiste algo?—

—Me quedé mirando aquella magulladura más de lo que debía, supongo, y él lo notó. De inmediato, se soltó de mi agarre y se cubrió la piel con el cuello de la camisa. Yo no estaba muy seguro sobre qué decirle, porque si bien él me había contado acerca de Kyo-san, tampoco me refirió gran detalle.— Joestar dejó escapar un pequeño suspiro pesaroso. —Así que me quedé sobre sus piernas e intenté cazar su mirada mientras llevaba la mano a su abdomen y la colaba bajo la falda de su camisa para acariciarlo. Pero de nuevo…—

—¿Otra marca?— Interrumpió Rei, sin poder disimular su exaltación. La molestia en su semblante era manifiesta para entonces. —¿¡Qué… tenía!?—

Jojo dejó caer la mirada.

—No llegué a ver, pero supongo que se trataba de lo mismo, porque volvió a colocar su mano encima de la mía como para evitar que le destapara. En ese momento, comprendí que cualquier intento de desnudarlo sería inútil, por lo que empecé a angustiarme. Le pregunté si todo estaba bien… Ya sabes, de una manera indirecta. La verdad es que jamás me había rechazado de esa forma, y para mí fue muy doloroso…—

—¿Pero tú le viste marcas así antes?— Preguntó el rubio, considerando que si las tales evidencias tenían que ver con la relación que Makoto mantenía con Nishimura, no sería la primera vez que quisiera ocultarlas de Joshua. —Realmente me cuesta creer que esta sea la primera vez, aunque no deja de ser una posibilidad.— Añadió luego, haciendo su mejor esfuerzo por atemperar su voz y sus reacciones, si bien por dentro deseaba salir de ahí en ese momento y buscar al reconocido vocalista kiotense para ladrarle unas cuantas verdades en la cara. –Intenta recordar. Por favor, te lo pido.-

En ese punto, Rei se había volteado completamente hacia Joestar, quien por su parte seguía sentado en la butaca, pero con ambas piernas estiradas y los pies sobre el piso. Mejor dicho, tenía levemente apoyado el trasero sobre la banca. Debido al rumbo que tomaba la conversación, el de Hokkaido había dejado su café sobre la mesada sin volver a tomar trago alguno, e inconscientemente apartó la taza un poco más con sus nerviosos dedos.

—Me parece que no, o al menos no tan oscuras y evidentes como aquellas. A lo mejor, una que otra que confundí con algún producto de nuestros encuentros.— Respondió el más joven, encogiéndose de hombros a causa de la culposa falta de exactitud en sus recuerdos. —De lo que sí he empezado a tomar conciencia es de que hubo lapsos en el pasado en los que dejábamos de vernos por algunos días; más de lo normal, me refiero. Que no es que nos juntáramos todas las semanas del mundo, siendo que ambos tenemos compromisos, una vida y esas cosas…—

Conforme hablaba, el pelifucsia traía a su memoria aquellas situaciones en las que el castaño se comunicaba con él para cancelar algún plan o argumentar un viaje o evento imprevisto, y de los cuales Joestar no sospechó al estar consciente de la popularidad que Merry ganaba con justicia a través de los años, gracias a su trayectoria y desempeño.

—Cuando lo pienso de esa manera, es totalmente posible que esta no fuera la primera vez, y que esas cancelaciones tuvieran que ver justamente con la necesidad de dejar que pasara tiempo para que aquellas evidencias se borraran.—

La voz del más joven comenzó a entrecortarse, debido a lo mucho que le costaba seguir articulando a causa del grueso nudo en su garganta. Así que, de nuevo, solo atinó a tomarse la cabeza por el costado, estrujando sus largos mechones rosas con angustia. Lo que estaba a punto de decir era algo en lo que acababa de caer en cuenta, tras toda aquella elaboración previa: tanto anterior al momento de arribar a casa del rubio, como una vez estando ahí.

—¿Sabes, Rei? Por más raro que parezca y a pesar de mi relación con Gara-sama, no he conocido nunca a Kyo. Una cosa que debió suceder aunque hubiese sido solo por la admiración por alguien así… que esperablemente siente un pobre e ingenuo chico venido del norte…—

Para cuando la atadura en sus cuerdas vocales estaba a punto de cerrarse completamente y trocarse en renuente y amargo sollozo, Jojo sintió su muñeca izquierda envuelta por la diestra de Igarashi. El mayor le había tomado de aquella manera para hacerlo voltearse y abrazarlo contra su pecho: franco y duro como le conocía, pero refugio de un corazón que en ese momento palpitaba desbocado, muy a pesar de los movimientos sutiles y cuidadosos de su dueño.

—No llores. No vayas a llorar por él, ni a causa de él. Porque si lo haces, me vas a lastimar por partida doble.—

 

***

 

—Te digo que no, Rei. ¡Por favor, escúchame!—

El cantante de The Gallo le cerró el paso al rubio, impidiéndole con ello que se dirigiera a su dormitorio. Después de sus últimas palabras y tras notar que Joshua se había tranquilizado, el mayor pretendió ir a su recámara para vestirse y salir de casa con el objetivo de detener todo aquel asunto de la tan sospechosa relación entre su senpai y el cantante de Dir en Grey, si bien no tenía ni idea de por dónde empezar o cómo hacer siquiera.

Empero, en la mente pragmática y decidida de Igarashi sólo había una cosa que importaba, y ese asunto era separar a Gara de Kyo a como diera lugar.

—¡No se necesitan más pruebas, Jojo! ¡Es obvio que esas marcas se las hace ese tipo!— Declaró el tokiota con furia, incapaz de procesar la idea de que ser humano alguno se acercara al castaño de dulce y desesperado trino con el objetivo de dañarlo.

Aun y cuando el pelicorto recordaba bien su primer encuentro con Makoto –en el que el mayor de los tres fingió ser una persona desalmada y sádica, y que con ello le produjo al líder de Marco una desazón indescriptible y un dolor muy grande en su admiración de fanático–, lo cierto era que su reacción personal jamás fue de herir al otro hombre, por más violentado que se hubiese sentido. Empero, pensó que aquel razonamiento se debería a su propia manera de ser; y que en el caso de Nishimura, autor de tantas letras e historias macabras, cabía la posibilidad de que eso fuera muy diferente.

—Además, y que ultimadamente es lo que más me preocupa y cabrea: ¡por lo que me has dicho, se nota que no es consentido, pues Gara-san evita verte, cambia su ánimo y esta vez eso incluso influyó para que ustedes no estuvieran juntos!—

—Sí, de acuerdo.— Admitió el más joven, aunque sin dejar de mirar al tokiota a la cara con mucha seriedad. —¡Pero es que hay algo más que todavía no te he dicho, y que no he podido hacer debido a que eres terriblemente impulsivo y no me dejas hablarte, pues según tú vas a ir ya mismo a romperle la cara a Nishimura-san! ¡Hazme el favor!—

Tras ser regañado de semejante manera, el dueño de casa deshizo su postura tensa y exhaló un pequeño bufido.

—A ver, te escucho.—

Joshua negó con la cabeza.

—Así, no.— Replicó, refiriéndose a que ambos seguían de pie en medio de la sala. —Ven, sentémonos.—

Un poco fastidiado por el preámbulo que a su juicio era innecesario, al rubio no le quedó más que hacer como el menor decía y acompañarlo en el sillón de dos plazas.

—Mira, Rei. Te aviso que lo que estoy por contarte… de entrada no me lo vas a creer.—

El interpelado frunció el ceño, preguntándose internamente qué cosa sería peor, más impactante o más inverosímil que la información que había recibido minutos antes en su cocina.

—Te aseguro que me llamarás loco, y que dudarás muy seriamente de continuar tu relación conmigo…—

Tras acabar el parlamento, Joestar levantó el semblante. Nuevamente, había puesto la vista en sus manos al dar inicio a la conversación, pues estaba al tanto de que aquella parte de su cuerpo solía llamar demasiado la atención de quien le estuviera escuchando y viendo. Pero en sus ojos no había duda, y sus pupilas no se habían despegado de los rasgados orbes del cantante de Marco.

—Dios mío, Joshua… ¿Qué hiciste?— Masculló un atónito pelicorto, aunque sin saber aún si su pasmo estaría motivado más por un efecto del ambiente y la retórica empleada por el de Hokkaido, que por una razón real y suficiente.

Luego, cayó en cuenta del esfuerzo que hacía el pelifucsia para controlar su tic.

—¿Qué sucedió? ¡Carajo, ahora me estás poniendo nervioso a mí!—

—Hay… algo más con el tema de Gara-senpai y Kyo-sama.— Introdujo el de las numerosas perforaciones, pero acompañando el anuncio con una angustia diferente de aquella que manifestara minutos atrás, cuando le comunicó a su amigo sobre lo evidenciado la noche anterior en compañía del maestro de ambos. —Y cuando digo diferente, me refiero a una naturaleza diferente. Algo sobrenatural.—

Rei, como era de esperarse, no tardó en hacer patente su absoluta y desconcertada extrañeza. Lo que le faltaba: que Jojo quisiera hacerlo perder el tiempo con elucubraciones de semejante tipo, como si no fuera suficientemente obvio –según el pensamiento del mayor– que lo que tenían que hacer en aquel mismo instante era ubicar a Gara para evitar que volviera a reunirse con el enano desquiciado que estaría a punto de matarlo.

Por lo cual, tratando dentro de todo de tener algo de tacto, el de Tokio se rascó un muslo con evidente brusquedad y rehuyó la penetrante mirada del chico.

—Jojo, a ver…— Comenzó, no sabiendo ni cómo hacerlo en realidad, por lo que optó por volver a enrumbar la conversación hacia la vulnerabilidad de Asada, a ver si de esa manera lograba que el otro se dejara de majaderías. —¿Tú estás consciente… de que cuanto más tiempo nos quedemos aquí charlando, más peligro corre Gara-sama?— Enfatizó con un tono de sardónica obviedad, al tiempo que levantaba las cejas. —Ayer o anteayer, ese sujeto le hizo… lo que diablos le haya hecho, que le dejó esos moretones y que se nota que le afectó también anímicamente. ¿Cómo podemos estar seguros de que hoy mismo no ha vuelto a verlo, y de que justo ahora no esté por hacerle un daño mayor? ¡Tenemos que averiguarlo y detener a ese tipo!—

Muy para su sorpresa, el suspiro que el de melena bicolor dejó escapar en aquel momento fue de cansino hastío; casi ofensivo para quien acababa de hablarle. Pero antes de que Igarashi tuviera tiempo de desconcertarse y reclamar por tal reacción, la mirada del menor se volvió penetrante y contundente.

—Tú eres el que no está consciente de las implicaciones de lo que dice. ¿Qué acaso te piensas que la relación de ellos dos ha sido de un día para el otro?—

Cuando el cantante de The Gallo hizo tal anotación, su interlocutor fue golpeado por el sensato razonamiento.

—Te voy a informar acerca de una cosa que a mí se me hace muy obvia, pero que a lo mejor no lo es tanto así para ti: su relación tiene años de existencia. Probablemente, todo el tiempo que llevan de conocerse. Al decirte esto, pretendo pedirte que no te estreses de más y que no exageres. Kyo no va a matar a Gara-senpai ni mañana, ni pasado mañana. Es muy poco posible que se le ocurra hacer algo tan extremo en tan poco tiempo, si no decidió hacerlo en el pasado y quiso en cambio prolongar lo que había entre ellos.—

Joestar, quien iba observando los cambios en el semblante de su anfitrión hizo una pausa estratégica para permitirle a este procesar sus últimos parlamentos.

—A lo mejor, estés preguntándote que cómo puedo estar tan seguro de algo así, y llegado el momento te daré algunas otras razones de por qué lo creo. Pero ahora mismo, sé que apuntaste a eso para desviarte del tema que toqué recientemente, pues piensas que lo que digo es estúpido y que resulta imposible que exista. ¿No es así?—

El ambiente quedó en silencio. Jojo no pretendía ser excesivamente duro con el mayor porque sabía que la reacción ajena era más que esperable a nivel racional; aun así, no podía negar que una pequeña parte de él se hallaba ofendida por el escrúpulo. Ante su tono de resentimiento y la vehemencia de su mirada, fue inevitable para Rei abochornarse por causa de la confrontación.

Sí, le había parecido que lo que mencionó Joshua instantes atrás era totalmente descabellado y no solo poco serio, sino incluso una señal de alerta… para recomendar ayuda psiquiátrica.

—Escucha lo que te voy a contar, y juzga después si quieres. Pero necesito que sepas que para todo lo que estoy a punto de decir, tengo pruebas.—

 


[1] En alusión al verso final de Hoshikuzu (“polvo de estrellas”), canción que se presume fue escrita por Jojo para su madre fallecida: “Encontrémonos de nuevo en la noche de las estrellas fugaces” (literalmente, “las estrellas que caen”). 


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