Es diferente
Pero a la vez, la forma tan meticulosa de comportarse resulta realmente enternecedora.
Podría parecer aburrido, pero para Gaara, el hecho de que el objeto de su deseo, materializado en forma de piel canela y cabellos negros haga cualquier cosa (por insignificante que parezca), es una excelente oportunidad para desenmarañar el misterio que lo envuelve, para poder ponerle nombre o adjetivo a todos sus movimientos.
Uno lo conoce y cree que todo lo que muestra es lo que es, pero naturalmente, no es así.
Sus labios se mueven a una velocidad imposible de seguir, si, lo está escuchando, pero más allá de palabras, la forma en la que zarandea sus manos sin rumbo y alza la voz entre frases es lo que más llama la atención.
Había prometido entrenar con él (y por vez primera, lo había cumplido), pero cuando comenzaron, rápidamente se enteró que conllevaba más que hacer quinientas repeticiones, de lo que fuera, a una velocidad suicida.
Era todo un arte, o al menos era la palabra que se le venía a la mente al observar a Lee enredando con cuidado y respeto las vendas en sus manos (para protegerlas, alcanzó a escuchar) del mismo modo que había hecho con las propias minutos atrás, explicando la ciencia de la acción como si envolviera múltiples secretos.
El discurso sigue como todo él, con mucha emoción y nervios si las manos sudándole eran indicio de algo.
Lee es tan inocente que cree que oculta sus sentimientos con tantos ademanes, y Gaara no puede evitar apenas reír porque, obviamente, no lo está logrando.
El pelinegro para su oratoria en seco, ruborizándose aún más que por el sol de Tsuna; la pregunta es obvia en sus facciones y las espesas cejas fruncidas son el marco perfecto de lo que quiere recordar antes de marcharse.
Oh, se dio cuenta.
El Kage niega con la cabeza y Lee continúa hablando incluso más rápido que antes. No le sorprende el inesperado cambio de humor, porque sabe que ninguno es honesto cuando el tiempo apremia cruelmente.
Lee termina de vendarlo y Gaara debe fingir que no nota cómo sostiene sus dedos con más fuerza de la normal, diciéndole que no, sin atraverse a pronunciarlo en voz alta, porque sabe que un día más es problemático y jamás se atrevería a ser egoista por sobre las responsabilidades de cualquiera, especialmente las de él, estando a cargo de una aldea entera. Solo un par de horas más estarán juntos y son conscientes que la despedida siempre es la parte más difícil. Él por su parte no es tan obvio, tantos años de prudencia y quietud lo han amaestrado, pero Lee grita inclusive por los poros y en forma de risas un poquito histéricas que en cualquier momento se volverán un llanto descomunal.
Devuelve el apretón a los dedos llenos de cicatrices y le mira directamente a los ojos; apenas escucha cuando Lee le pregunta si el amarre es cómodo cuando la arena hace de las suyas, le jala sin reparo y termina tropezando torpemente, la forma larguirucha y sólida recargada en el hombro. Tanta cercanía le permite sentir como vibra, suavecito, y ni siquiera cuando atentó contra su vida estaba tan aterrorizado como en este momento, su chakra parece seguir el ritmo de una canción descontrolada. Gaara solo suspira mientras le acerca lo imposible, aferrándose a su delgada cintura, apretando el traje verde.
También le duele, también le sabe amargo decir adiós.
La humedad en su cuello ya es evidente y suspira con pesadez, mientras los fuertes brazos envuelven su cuello, negando, como si de algo sirviera.
Es una tormenta, todo en ambos cae haciendo complicado permanecer motivados, pero pasará otro mes, y el saber que estará allí, esperándolo, con los ojos negros vivaces, hace que todo valga la pena.
Le pinta la vida color oro, y nada, ni la gema más preciosa, tendrá más brillo que él.