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THE BROTHERS, THE LOVERS & THE OTHERS IN LOVE por LumeWolf

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Capítulo I

 

 

Aquella mañana que precedió a la noche llena de altas y bajos para muchos, fue un día cualquiera para la gran mayoría; para unos pocos quizá con algo más significativo… Pero, al menos para los que sentían haber conquistado lo más adverso durante esas horas de oscuridad; el nuevo sol significaba más que un día especial…

 

En verdad había sido idóneo el tiempo: viernes… Momento exacto para los sucesos que ocurrieron, cayendo una situación sobre otra; como piezas de dominó en hilera que, al derribar la primera, desata una reacción en cadena.

 

Entonces el sábado, eran demasiado resientes los eventos vividos, las emociones aún exaltadas. Fue loable la excusa de faltar a la media jornada a causa de los excesos del alcohol; sobre todo por su poca afección pese a su inusual forma de haber abusado de ésta. Su hermano era lo suficientemente mayor para cuidarse solo y su vehículo podía esperar más tiempo en el aparcamiento; sería el menor de sus ocupaciones comparado a la recompensa por la permisión de no solo ser compañía de aquel día…

 

La noche anterior, después de la ducha, el encuentro más íntimo fue el emotivo contacto con la desnudez del alma rota, donde las lágrimas tuvieron oportunidad de expresar mucho más que los silencios que guardaba aquel... Un alma que se prometió ayudar a restaurar con su paciencia y afecto; reiterándole entonces su convicción, su sentimiento, su compromiso para que ambos forjaran la felicidad en su futuro.

 

Aquella que uno había ansiado encontrar y compartir; mientras que al otro le fue negada y se limitara a mirarla a la distancia…

 

Encerrados en el apartamento, supliendo cualquier necesidad con lo que fuese que hubiese dentro, transcurrió lento; en los años de conocerse, la estadía así no era inusual en ocasiones; por lo general, terminaron ocurriendo a raíz de charlas de trabajo que tomaron camino en otros temas, comidas compartidas, desayunos, cenas… Pero ésta vez no hubieron charlas extensas para llenar los espacios, ni elaboradas recetas ni trabajo por discutir; todo lo que tenían que decirse fue dicho, con algunas pausas pero sin grandes rodeos. Y la mayor diferencia de aquellas experiencias con la recién fue, principalmente: El contacto. No el cordial o el fraterno, ni el de profunda amistad o por pretender conquistar… Aquel era susceptible al tacto, también el otro buscando su contacto; pidiéndole, entonces, algo más de seguridad cuando sentía sus temores y sus nervios inestables, trastornados.

 

Las largas horas transcurridas, fueron las necesarias para verter los materiales que comenzarán a rellenar los vacíos que impidan poner los buenos cimientos

 

En el Domingo, sin necesidad de laborar o justificar, las cosas empezaron a tomar su cauce; se atrevieron a abandonar los confines de aquellas paredes, reestableciendo la medida de comodidad entre ellos con el entorno. Recuperando el todo terreno del más alto y dándose solo un poco de tiempo para conseguir algunas cosas, antes de volver a la intimidad y privacidad del apartamento del que era unos centímetros más bajo. Los móviles apagados, ya sea por descuido o un proceder deliberado, para impedir que aquellos momentos fuesen disturbados; aunque, al parecer, el destino mostró su lado más amable permitiendo que siguiesen manteniendo las cosas sin interrupción… Cuando la noche llegó, era inevitable recordar que los compromisos y labores se tendrían que reanudar al aclarar la mañana, en una nueva semana; y mientras el de cabellos oscuros sentía renuencia de partir, fue el de cabellos más claros el aventurarse a pedir que prolongara su estancia un poco más…

 

Y no había forma alguna, en que el gigante se hubiese atrevido a negar.

 

 

 

*     *     *                  *     *     *

 

 

Y los días fueron pasando en religiosas rutinas, pero ya no eran iguales, pese a sostenerse la normalidad

 

Mientras hacía el balance de  facturas y otros recibos para entregar a su contador; la puerta de la oficina se abrió intempestiva y fue cerrada con celeridad –aunque sin azote-. La gris mirada se alzó de la papelería, enarcando una ceja a la persona de baja estatura que iba hacia su escritorio con una mirada caramelo llena de resolución.

 

-Colín.- saludó el de cabellos oscuros, con tranquilidad y ese tinte ineludible de profundidad natural de su voz; en tanto la mencionada se paró frente al escritorio y poniendo las palmas en la superficie plana se inclinó sobre éste, encarando con ojos entrecerrados a los de él; casi de manera acusadora...

 

-Vale… Dime qué pasó.- Colín –Y no mientas. La última vez que claramente recuerdo y que pasamos un tiempo de calidad entre nosotros; fue cuando Sam y yo te llevamos a los bares y luego te envié en taxi directo a casa. No eras la persona más “radiante”; aunque no te culpo por toda la  situación previa y esa particular noche; pero sé muy bien que te estás guardando algo. Porque de repente se fue esa oscura nube que te traías acechando durante semanas (por no decir meses) en el trabajo, te marchas tan rápido en cuanto terminan las labores del día; y me has mantenido principalmente ocupada como para que hubiese tenido tiempo suficiente de estar sobre ti hasta arrancarte la verdad…- la de cabellos oscuros lo señalo enérgica, recriminatoriamente; pero sin mala intención –Ya me había anticipado a que estuvieses, como mínimo, con el ánimo caído después de la tontería que dijo Kell… ¿Pero que en cuestión de un fin de semana, incluso, parezcas de mejor humor (por mucho que tengas esa expresión seria natural)? Eso es algo. Habla, Mike. No me obligues a usar maquinaria pesada…-

 

El nombrado se reclinó en su asiento, entrelazando los dedos sobre su estómago, mirando con impresión hacia su colega y amiga; luchando contra la sonrisa que quiso tirar de sus labios, por esa actitud amenazante que, en ella, resultaba cómica ante la gran falta de intención.… Sabía que ella se daría cuenta que todos los encargos y actividades que la enviaba a hacer eran adrede; pero había esperado que no fuera tan pronto.

 

-Bueno, no es nada de lo que debas preocuparte. Te lo aseguro.- Michael, manteniendo la compostura y la tranquilidad; pese a los exabruptos de la de ojos caramelo; que ahora hizo un gesto silencioso y que prácticamente tenía escrito el “no te atrevas” en un espectacular de luces neón en su expresión.

 

-Oh, claro que no es para preocuparme… ¡Eso lo tengo más que claro! Porque tengo presente que a Chris no podría tratar de persuadirlo para que me contara algo al respecto, ya que no lo hemos visto y ha estado en su mal momento de aislamiento; aunque estoy tratando enormemente de darle su espacio después de lo que hablamos tú y yo. Ahora bien, tratemos otra vez: dime lo que te ha pasado.-  la pelinegra, mientras retrocedía del escritorio y se dejaba caer en uno de los asientos ante éste. En una postura de que no se movería de ahí hasta obtener algunas buenas y convincentes respuestas.

 

El alto hombre suspiró, con lo duro que había tratado de no estar sumamente feliz en esos días. No se debía a que quisieran mantenerlo en secreto; más bien, estaban ajustando las cosas para cuando fuese buen momento decirlo. Eso días habían sido para conocer los aspectos que no habían llegado a saber, o necesitar estar conscientes de ello, antes. Averiguar los límites de comodidad para uno y otro en cuanto a las muestras afectivas públicas y las privadas; porque todos aquellos que estuvieran seguros de sus preferencias y no estuviesen en contra de decirlo si se presentaba la ocasión, no significaba que se sintieran a gusto de hacer demostraciones públicas o ser demasiado evidentes (salvo las excepciones), influía mucho el entorno en que se desenvolvían y, casi siempre, aquel en que se desarrollaron…

 

Blake no estaba en contra alguna de ser afectivo en un ambiente íntimo como tampoco lo estaba en un ambiente sociable; de manera más casual, claro. No en la manera en como algunos otros se entusiasmaban en ello… Y que eran aún la polémica en un mundo todavía cambiante en el aspecto de la aceptación a la diversidad sexual. Irónicamente, de las contadas experiencias de pareja que tuvo, pocas se prestaron a la oportunidad de ello; y con su ex había limitadas ocasiones de convivir fuera, mayormente por el trabajo de uno u otro, o ambos.

Para satisfacción del pelinegro, Lundgre era bastante receptivo en el aspecto privado; porque había estado tan ansioso de compensarle todos esos años en que el contacto y el afecto le fueron negados y aquel mismo tampoco se permitió recibirlo de manera más personal e íntima. En el aspecto público es donde había temido que se mostrara más renuente; pero el de cabellos de castaños cenizos sólo le externó su inquietud por  la inexperiencia en las relaciones demasiado personales, temeroso de saber si el propio Mike estaría cómodo con ello… Chris le expresó debidamente, que estaba sintiéndose vivir un largo momento de inseguridad sobre sí mismo, que no estaba seguro que su propia naturaleza de enmascararse fuese capaz de encubrirlo.

 

Que quería recuperar la certidumbre en su vida; y quería su apoyo como base de su certeza personal

 

Estaba demás su manera en reafirmarle todo lo comprometido que estaba en ello.

 

-Te prometo que pronto lo aclararé…- Mike, ésta vez no evitando la ligera sonrisa para con aquella hiperactiva mujer –“E, inesperadamente, quizás tengas que agradecer en algo a Kell.”- le cruzó ese pensamiento; tan tentador como era decirlo, aquella no lo dejaría ir vivo después de ello. Le hizo un gesto, cuando aquella casi salta por recibir tan ambigua respuesta –Vayamos a un café el próximo fin de semana… Chris también estará.- la mirada caramelo se iluminó; seguramente, imaginando solo una parte de lo que suponía su buen humor –Si Sam quiere unirse y no le afecta a su horario, sería genial. Creo que podemos organizar las cosas con los demás para, por esta vez, ausentarnos nosotros del trabajo de forma simultánea parte de la mañana o el medio día.- extendió la invitación como la sugerencia sobre las labores.

 

-Oh, creo que entiendo tú plan… ¡Por supuesto! Se lo haré saber y estoy segura que ella hará el tiempo necesario para estar ahí. Si Chris ya está dispuesto a salir con todos nosotros, y está superando su problema personal, estaremos más que encantadas de ayudarte a darle ánimos.- Colín casi parecía dispuesta a dar saltos de la emoción. Michael no pudo evitar la sonrisa, contagiado por la de aquella; pero con un tinte más de cariño por la pelinegra… Aunque quisiera, él mismo no podría hacerlo todo; y pese a que aquella no tenía toda la idea por enterarse, su incondicional disposición de apoyo y la de Samanta (de la cual había conocido de primera mano en esa reunión con Tyler), estaba seguro que ayudarían mucho a Christopher a recuperarse.

 

Era bueno que las cosas, al ritmo que fueran, estuvieran avanzando.

 

 

*     *     *                  *     *     *                  *     *     *

 

 

Después de aquella noche, tuvo que postergarlo…

 

Habían sido sólo cuestión de unos cuántos días más para haber hecho oficial el “anuncio sorpresa”. Sin embargo, no había podido. Su hermano, según entendió cuando tuvo interacción con Tyler, era loable que no volviese a su casa el resto de la velada; subsecuentemente, no regresó al siguiente día… Ni el otro. Los que siguieron, eran difíciles coincidir a momentos. Tenía la idea sobre la razón  en ello, como se lo había afirmado a Kell cuando le dijo que su oportunidad y la de él mismo, se habían ido a reunir la una con la otra.

 

No sabía qué tanto se habían aclarado las cosas entre ambos, pero era notable que hubo un importante cambio

 

Zebidiah, en los pocos momentos que lograba tener de interacción con Michael; éste aparentemente lucía igual pero era diferente. Las tensiones que había sentido en él desde la llegada de Tyler Kell a la puerta (después Noche Buena), con ese bosquejo de rastro oscuro de lo que -según lo que le pareció al propio Zeb- se debía por algún mal entendido con Christopher Lundgre y su repentina falta de comunicación, se habían ido. Mike lucía liberado de un gran peso, que pese a su fuerte espalda, parecía haber estado cargando en silencio a base de pura fuerza de voluntad; estaba de mejor humor –había vuelto a dejarle la cafetera preparada con el oscuro brebaje a punto y, a veces, hasta el desayuno para solo recalentar-.

 

Por esa vez, preferiría no aventurar hipótesis por las entre líneas…

 

Parte también por la que no había hecho oficial que tenía ya un trabajo estable, un apartamento y que podía mudarse en cualquier instante, había sido por la vívida imagen de esa particular noche. Los gestos y las reacciones del de cabellos cenizos, perdida la compostura jovial y distante con que siempre le solía manejar; pero los ojos… Sobre todo esos ojos de verde olivo, las cosas que apenas pudo atisbar a ver en el breve lapsus en que las miradas estuvieron enlazadas durante el último caos, era lo que mantenía su mente ocupada aún…

 

El hombre había estado a punto de dejarle hacer, porque conoció facciones en él; enlazadas a las imágenes que circundaban su mente, debido al tema que le abordó. Y en cuanto se dio cuenta que no eran los mismos, reaccionó…

 

Había visto esa mirada antes, en sus encuentros con Kell, que fue inevitable que supiera lo que significaba; pero en aquel ante sí, no solo había ese sentimiento hacia su hermano; también había turbación, angustia, dolor… Justo cuando se dio la vuelta para huir, tuvo casi la certeza de que aquel había atravesado demasiadas cosas, determinantes en su vida, y que sólo había sobrevivido al escapar antes que permitirse crear un problema.

 

Zebidiah lo había pensado alguna vez, después de conocerlo, captando sólo a momentos breves retazos que rodeaban sus misterios; lo cual lograron irse interesando cada vez un poco más por Lundgre… Él no era para algo ‘solo pasajero’. Se alegraría, genuinamente, si su hermano y aquel cruzaran más allá de la línea de amistad; Mike siempre había estado dispuesto a una relaciónde muy largo plazo. Y Chris -pese a toda esa naturalidad para esquivarle en demasiado análisis- sabía que, de corresponderle a su hermano, lo haría en el mismo equivalente o, quizá, mucho más.

 

Zeb no podía decirse, así mismo, que había perdido; sin embargo, y lo iba a aceptar, es que por primera vez estuvo muy cerca de pensar más seriamente en establecerse, sólo no había tenido la fortuna de haberlo conocido más antes como para intentar esa gran aventura o enorme paso

 

Así pues, por respeto al castaño, para evitar la incomodidad de sus aún recientes acciones aquella vez

 

Seguiría alargando el momento de anunciar lo de sus cosas… Hasta que se viera oportuno.

 

 

*     *     *                  *     *     *                  *     *     *

 

 

Las pequeñas cosas solo se llegan a extrañar cuando ya no están al alcance.

 

Se podría decir que, prácticamente, aquel se había adueñado de la cocina cada tarde; quizá era algo absurdo pero había extrañado eso… La sensación cómoda y familiar de escuchar cómo estaban preparando algunos platillos, a veces le dejaba ayudar a preparar los comestibles, otras tenía que permitir dejar solo con los insumos ante la insistencia de la otra persona

 

Su pareja.

 

En ese momento, había tenido que ceder ya que estaba ocupado; aunque el guiso de albóndigas en caldillo de tomate y verduras, el acompañamiento de arroz blanco con ligeras especias, olía maravilloso… Michael  había traído –en su camino ahí- una tarta de manzana para el postre. Trató de encaminar nuevamente su mente al trabajo ante él, trazando líneas ante el pliego extendido  en la mesa de dibujo; moviendo su lápiz y regla casi con mecánica precisión en lo que tenía en mente, alguna que otra vez echaba mano de la calculadora -apoyada en la esquina de la misma mesa- solo para estar seguro de que sus cálculos fuesen los correctos.

 

A pesar de los altibajos emocionales que había estado manteniendo todo ese tiempo, aquellos que le confió al otro y los que éste fue testigo; el de cabellos castaños no había dejado de trabajar, algunas veces había buscado trabajos fortuitos sólo para tratar de mantener ocupada su mente… Pero no siempre le traían la misma calma que antes. Ahora sentía que se estaba nuevamente concentrado, más estable en su papel de arquitecto ya que también; y no lo había notado; estuvo naciendo inseguridad de su profesión. Lo último que desesperadamente había hecho, fue el inscribirse en una Convocatoria para Obras Públicas que había lanzado la Alcaldía hacía algún tiempo y la fecha límite estaba próxima…

 

Aunque tenía buena concentración en el plano ante él; no era la misma que antes, no se abstraía por completo. Era consciente de la otra presencia en su apartamento. Escuchaba el rumor de los trastes, quizá Mike comprobando la cocción de los alimentos… Las viejas rutinas parecían ser igual pero, en realidad, eran del todo diferentes. Todo era reciente, novedoso en cierta forma, y se sentía intranquilo a momentos, inseguro… En ocasiones, aún se sentía aterrado con las perspectivas que no había tenido que lidiar antes a falta de necesidad de hacerlo. La ansiedad si estaba haciendo las cosas bien crispaban, de repente, sus nervios. Y entonces estaba aquel, con su tacto y su presencia, asegurándole que no había nada malo por lo que se tuviese que preocupar.

 

Confortándolo y transmitiéndole su afecto sin mesura a la menor oportunidad…

 

Aún había una reunión pendiente que estaba tan próxima, como la entrega del diseño; no podría negarse que le daba inquietud por su manera de comportarse en ese lapsus temporal, sus acciones y su incomunicación con una de aquellas en la concertada cita. El lápiz quedó suspendido unos centímetros sobre el papel, en un cruce de trazos que atinaban con la encrucijada en su mente; el suspiro escapó de sus labios, desde lo más profundo de su ser, ante la gran presencia a sus espaldas… Las amplias manos en sus hombros con calmante presión de sus dedos, mientras un casto y suave beso fue impreso por los labios en su expuesta nuca; estremeciéndole y cosquillándole la piel aquella cálida respiración. Chris bajó el lápiz, descansándolo en la orilla (especialmente diseñada para ello) de la mesa; el gesto, dándole la ocasión a las amplias manos el sustituir el ligero masaje a un abrazo por los hombros…

 

Aún era inevitable temblar ante las encontradas emociones que le producía…

 

Michael era muy táctil para expresar sus sentimientos; en cierta forma había sido evidente, en la manera en que siempre le ha brindado confort a través del contacto; pero desde aquella noche era diferente la forma… Cualquier oportunidad, cualquier pretexto, le daba a aquel ocasión para un gesto o una caricia. Y Christopher se descubrió hambriento de contacto físico con la calidez de sentimientos en ello –no necesariamente más allá de íntimo-, pero había omitido el pensar o imaginar qué tanto habían hecho falta en su vida…

 

No había tenido tanto acercamiento con otras personas que le dieran una calidad de afecto, hasta en los más pequeños contactos, desde que sus padres murieron…

 

Aunque se llevara bien con muchos en la escuela, todos eran superficialmente sus amigos porque él mismo mantenía sus reservas ante su orientación y el motivo de sus afectos entonces… De ése último, lo toleraba o permitía la cercanía sólo cuando era necesario o quería mantener una apariencia de que “las cosas marchaban bien manteniéndose en la casa de sus padres por su propia cuenta”. Pese a marcharse de casa, mantuvo a la bahía aquellos que pudieron haber sido significativos, sólo por su mal sana fijación de muchos años; y los recibidos o comprados no tenían ninguna permanencia. Atesoró los contactos con sus sobrinos, que le habían devuelto un poco de la calidez extraviada... Hasta que ocurrieron las cosas.

 

Solo hasta que alguien se entrometió en su vida y lo integró a otra forma de seguir avanzando en ella, asimiló a cuenta gotas las que –por verdadera amistad- le brindaron; con sus sobrinos,  al nuevo rencuentro y contacto, él fue quien dio tanto como se le dio oportunidad y atesoró lo que de ellos recibiera, puesto que aceptó desde antes que la distancia vendría de nuevo… Se auto-relegó de todo ello por todo lo que ocurrió después

 

Y ahora que, de no ser por el atrevimiento de aquel que le sostenía tan firme pero cálido, gentil… Era probable que jamás encontrara el valor, él mismo, para enmendarse; nunca habría descubierto cuánto necesitaba de todo lo que aquel le ofrecía, y que era lo que ahora sentía que iban llenando los vacíos que habían dolido en su alma desde siempre

 

-Sabes que no tenemos que decirles todavía… Puede ser sólo una reunión después de todo lo que ha pasado, donde ellas quieren ver que estás mejor…- Michael, con el bajo profundo de su grave voz, besando sobre los cenizos cabellos de quien, ante sus palabras, terminó de apoyarse a su contacto; apretó el abrazo, sintiendo el tacto de los suaves dedos sobre sus manos.

 

-No… Está bien. Te lo debo… y también a ellas… No fui muy cortés con Colín al evitarla tanto como te hice pasar el mal rato…- Christopher; fueron suaves las palabras, un tinte de arrepentimiento, por el bajo de la voz. Una de sus manos buscando, con los dedos, aquellos más gruesos y ásperos por los trabajos pesados… Encontrando respuesta de estos, al entrelazarlos.

 

-No me debes absolutamente nada… Y si aún piensas eso, entonces créeme cuando digo que ya me has pagado con creces.- en provecho de la posición; alzó las manos que se enlazaron juntas, besando sobre los dedos de aquel; para enfatizar el punto de cuál había sido, más bien, toda la recompensa

 

Un estremecimiento… Quizás emoción, quizá nervios, quizá un poco de ambos.

 

El de cabellos cenizo hizo un ligero movimiento para volver el rostro; lo que aquel le brindó el suficiente espacio; encontrándose, a medias, los ojos grises y los olivados. El pelinegro rozando con sus labios la pálida mejilla que adquiría un tenue rubor; los otros trémulos, con un suspiro ahogado, invitando y permitiendo…

 

Un encuentro entre ambos

 

 

*     *     *


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