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Captivus por Christn

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Notas del capitulo:

Advertencia:Esta historia contendrá relaciones en el  entorno homosexual, de no ser de su agrado, evitar leer.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto, la historia creada es de mi invención sin fines de lucro por medio de un hobbie personal.

El entorno era brillante todo era de un blanco impecable, mientras todo sea blanco era mejor, blanco significaba, impío, puro, limpio, níveo, albino, a donde vaya era así. La única excepción era el cielo cuyo color era diferente, según la cuidadora era azul, las reglas del lugar estaban establecidas, si salías al exterior estaba prohibido verlo por más de dos minutos, era algo pecaminoso citando a la maestra de las escrituras: <" En este mundo todo debe ser así, el orden se estableció desde los inicios, en honor a nuestros fundadores, siendo nosotros nacidos del mismo pecado tenemos que buscar la misma perfección[...]">, desde que recuerda todo tiene el color blanco, hasta el más mínimo detalle. Para él, todo era aburrido, vivía en algún lugar ubicado en la capital del Imperio de Zethria. Lo poco que sabía sobre sí mismo es que era huérfano, junto con el nombre por el cual fue nombrado por sus padres antes de morir, Naruto. 
Con el tiempo Naruto entendió, ese lugar era un orfanato, más parecido a un internado, desde que recuerda los demás niños nunca se acercaban a él y era excluido de cualquier contacto físico, siempre era rodeado de personas adultas, junto con cuidados exhaustivos, como en su salud, como en su alimentación, recibía las clases con los otros niños, solo si era vigilado por un guardián. Pasó el tiempo, los demás niños lo rechazaron y marginaron, fue conocido como: "Demonio Zorro" por las marcas parecidas a bigotes de zorro que tenía sobre su rostro; también, por la apariencia de Naruto la cual era demasiado diferente, en comparación de los demás, la mayoría de niños tenían el aspecto común: piel clara, ojos grises o claros y cabello blanco o gris. El aspecto de Naruto era de piel trigueña, delicados ojos azules, cabello rubio brillante de una contextura delgada junto con unas marcas de nacimiento ubicadas en su rostro.

Su única conexión con el exterior era su habitación, tenía una ventana donde solo podía observar el color azul del cielo, según su cuidadora llamada Amelie, sus ojos eran del mismo color, lo cual le llenaba de una añoranza y curiosidad ante todo lo desconocido que existía fuera de esas paredes, en el exterior. 
Naruto solo podía observar pocas veces el cielo, se sentía molesto, pensó:< Si no tuviera este collar, podría ver mucho más, hasta explorar y jugar>, en su mente infantil renegaba, por que no podía saciar la curiosidad que cualquier niño poseía, sus manos se dirigieron a su pequeño cuello rodeado por un collar delgado blanco, el cual era cambiado cada año a medida que crecía hasta ahora era su octavo collar. 

La función del mismo era un misterio, él niño había entendido que era monitoreado a través de él, un día el niño rubio no pudo levantarse ni salir de la habitación por fiebre, los doctores aparecieron a tratarlo, pero nadie los llamo, o cuando muchas veces se quedaba mirando el cielo por más tiempo de lo tolerado, el niño era amonestado por una pequeña descarga eléctrica proveniente de aquel collar. Así, en aquella soledad, el pequeño rubio vivía, teniendo muy poca interacción con las personas, por ello valoraba a Amelie, la conocía desde que tenía memoria, ella era la figura materna que le había faltado, el cariño que recibía de ella y los mimos que le eran permitido para mantener la estabilidad mental del menor, Naruto cada día añoraba, las visitas de ella.

La joven tenía los ojos grises y cabello gris claro, con una complexión delgada junto con las más pacificas sonrisas, se encontraba en el rango de novicia, sus ropas blancas y delgadas hacian un contraste perfecto con su estatura pequeña; aunque, no tuvieran ningún lazo sanguíneo no evitaba que mimara al pequeño y contara historias del exterior. Le contaba historias de un mundo de ensueño lleno de colores: —Los bosques están llenos de plantas, arboles, los arboles dan frutos los cuales alimentan a las personas, el agua es azul como tus ojos y los campos son mostazas de un color amarillo y todo es iluminado por el sol con su intensa luz..—recitaba con el niño recostado en sus piernas, dándole mimos, Amelie prosiguió—Ahí habitan animales, de todos los tipos, hay de hasta aves, pájaros de diversos colores, como el arcoíris, lobos que varían de color marrón, son como nuestros lobos blancos pero oscuros del color de la tierra.—el pequeño rubio escuchaba las historias emocionado con su infantil voz emocionada, gritó:

—Hermana Amelie,¡Quiero ir!, ¡Tenemos que ir!— la vocecita aguda del niño llena de alegría, sorprendió a la mayor, quien con un brillo melancólico le explicó:—Estas historias me las narraba mi madre de niña, en algún momento todos fuimos libres pero actualmente solo los elegidos pueden salir, si no es para gobernar es para misiones específicas, encomendadas por nuestro señor. Estoy segura Naruto, que tú serás uno de ellos, podrás ver todo eso, así que, cuando salgas acuérdate de mí, me visitaras y me contaras todo lo que descubras en los viajes que realices.— terminó de decir, la joven; mientras comenzaba a hacer cosquillas al niño, quien explotaba a carcajadas.


Su vida era tranquila, soportando la soledad con ayuda de su hermana, apoyandose en aprender en las clases, todo estuvo bien hasta aquel día...

Se escuchó una explosión que despertó al niño en medio de la noche, en su mente infantil no entendía lo que sucedía,inmediatamente alguien entró a la habitación era su hermana Amelie. Ella le susurraba que no haga ruido mientras lo sacaba de la cama y lo cubría con una manta delgada, en la puerta del cuarto esperaba un guardia, el niño logro reconocer al joven de ojos perlas con cabello blanco, aquel guardia varias veces lo atrapaba cuando se escapaba de clases, el guardia miraba de un lado para otro desde la entrada como si estuviera buscando algo, de pronto, en el fondo se escucharon silbidos y gritos de ayuda.

—Hermana, están llorando los demás, hay que ayudarlos— habló el pequeño blondo en su inocencia, Amelie lo cargó y susurró en su oido:<Son personas malas, quieren lastimarnos, guarda silencio, tenemos que escapar>, el pequeño se asustó, entendió y atinó a aferrarse a los brazos de su hermana mientras recorrían los pasillos a gran velocidad, seguidos por el guardia cubriéndoles. De repente, los silbidos los alcanzaron, el guardia gritó a su hermana; mientras, se formaba una pared transparente de luz que evitaba las balas.

—¡No durará mucho!, ¡Anda a la Catedral, ¡Los Supremos ya deben estar ahí, lo protegerán! ¡Rápido! — gritó el guardia

Amelie sujeto al niño con más fuerza, salió del edificio y corrió todo lo que sus piernas podian, la catedral ya se encontraba a la vista, cuando una gran explosión se escuchó a sus espaldas, dedujo que rompieron la barrera e irían tras ellos. Apresuró mucho más el paso, Naruto observó desde el hombro de su hermana cómo unas personas con ropas que nunca había visto se acercaban rápidamente hacia ellos, una de ellas disparó. El niño cerró los ojos esperando el silbido, pero nunca llegó. 
De pronto, su hermana Amelie, lo cargó hacia delante, dijo— Ahora, estarás a salvo, mi pequeño —mientras lo recubría con la manta nuevamente.

—Hermana, tu ropa se está manchando— respondió el niño en su inocencia, el pecho de Amelie se manchaba lentamente de oscuridad, recibió una tierna sonrisa llena de dolor por parte de ella.

Amelie lo recostó, colocó sus manos en sus ojos, al mismo tiempo se vio como una luz brillante, salía rápidamente a gran velocidad desde de la Catedral dirigida hacia los intrusos. De las manos de Amelie, emanó un brillo plateado, que poco a poco, lo iba adormilando mientras se dormía los ruidos se iban desvaneciendo, lo último que escuchó fue: —Duerme mi pequeño Naruto, Te protegeré.

 

Una intensa lluvia caía alrededor, dos jóvenes corrían dentro de la oscuridad, sus pasos eran lo único que se escuchaba en aquel denso silencio que se tragaba hasta el más mínimo ruido. Ambos jóvenes corrían sin parar sintiendo una combinación de miedo, adrenalina y confusión, en su mente dominaba el impulso de resguardarse y encontrar un lugar seguro lejos del peligro. Paso, paso se escuchaba, el joven de cabellera oscura iba delante de ambos, sujetando la mano del menor de manera firme sin ninguna intención de soltarlo, mientras ambos corrían lo más que podía su cuerpo. De repente, el menor tropezó, de un ruido estruendoso se escuchó el eco de la caída junto con un quejido de dolor. < ¡Mierda!> pensó el pelirrojo, mientras se agachaba rápidamente para reincorporar al menor. El rubio menor, se levantó rápidamente soltando un quejido al momento de tratar de dar un paso.

—Es mi pie derecho—susurró al mayor, su mirada era de terror, ambos sabían que no podría seguir huyendo.

—Sube, ¡Rápido! —gritó el mayor, arrodillándose para que el menor subiera en su espalda

—Esta…—enmudeció el menor de golpe

—¡Idiota!, ¡Te estoy diciendo...! —replicó el pelirrojo, llevó su mirada hacia donde veía e menor, siguiendo su instinto de su bolsillo sacó una cuchilla, reaccionando tan rápido con la maestría de años de entrenamiento, colocó su cuerpo en guardia protegiendo al menor

De la oscuridad una sombra se acercaba, lentamente, una risa profunda y tétrica se escuchó: —Los encontré…— el menor comenzó a temblar, el mayor apretó sus puños.

—Sasu…—susurro el menor mientras las lágrimas se arremolinaban en sus ojos.

 

 

Despertó, la habitación era blanca el color que siempre recordaba, pero no era su habitación, no reconocía el lugar, el pequeño Naruto, se asustó. Recordó todo de golpe, rápidamente se levantó, tenía que encontrar a su hermana, de repente sintió una mirada intensa que retuvo la suya desde el otro lado de la habitación. Un niño un poco mayor que él, un color que el pequeño nunca antes había visto, se encontraba de pie observándole fijamente, sus cabellos eran oscuros tanto como sus ojos, el pequeño pensó:<¿Qué clase de color es ese?>, la piel de esa persona era más blanca que la nieve, parecía un sueño, se sobó los ojos tratando de espabilarse, creía que era su imaginación; pero, al abrirlos el niño seguía ahí.

—¿Quién eres? —preguntó

 

Notas finales:

¡Hola a todos! Desde que recuerdo tengo esta historia en la cabeza, así que me dije: Deberías escribirla de una vez. Muchas gracias por pasarse espero que sea de su agrado, bienvenidos sean a esta historia. 


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